Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tragedy Eternity por AzuraWhiteAki

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

*Mahad x Atem. (Por qué no hay suficiente Sealshipping/Loyaltyshipping)

Notas del capitulo:

Ojalá hubiera habido más advertencias de las debidas, las señales fueron ignoradas.


"Se dice que la cordura de una persona pende de un hilo de araña; tan frágil, tan soluble, pequeño como para estar dispuesto a ser roto en cualquier momento, una copa de cristal desquebrajándose en miles de pedazos. Y, sin embargo, el ser humano se aferra a él, como un niño a su madre, no hay cosa más valiente que esa; aunque solo los locos logran ver la verdad. El hilo yace roto desde hace mucho tiempo..."

—Azura


Prólogo

Aquella era el inicio de una bella noche. El clima húmedo y frío solo invitaba a los aventurados a entrar a sus hogares en busca de refugio y de calor. El anuncio de una tormenta apenas escuchándose a la lejanía era motivo suficiente para muchos el quedarse en casa o correr de sus trabajos. Otros tantos simplemente caminaban más rápido o en todo caso ignoraban el tiempo. Como sí esa brisa que les acariciaba en un olor a petricor no les dijera nada relevante a suceder. El ritmo de la ciudad Domino apenas mostrándose acorde con el momento. Mientras paraguas y demás movimientos eran percibidos cuando las primeras gotas de lluvia cayeron.

Volviéndose en segundos una ligera tormenta una vez el cielo mostro nubes pesadas y oscuras. Tapando las estrellas y la luna llena que antes se revelo en un corte menguante. Revelando entonces las luces de la cuidad como si fueran fuegos incandescentes y atrayentes, dando un bello escenario digno de una fotografía. El sonido venidero siendo disfrutado solo por aquellos que ya descansaban en sus hogares o en lugares llenos de calidez.

Siendo la excepción el hogar de la familia Muto.

En donde se escuchaba el bien por venir de felicitaciones y alegrías, producto de lo que parecía ser un cumpleaños. Pues los adornos coloreados de brillos y demás regalos depositados en una mesa, bien podían decirlo. El pastel que era adornado caseramente con pequeñas velas decorativas siendo la cantidad exacta de veinticinco, convirtiéndose en lo más atrayente por el momento. Mientras los presentes tenían puesto un gorrito de fiesta apenas bien colocado, y sus aplausos se escuchaban en son de apoyo a lo que cantaban.

La alegría notándose en sus rostros poco antes de que celebraran al ver cómo es que la sala se quedaba a oscuras a causa del cumpleañero que apago las velas como la tradición mandaba.

Siendo la matriarca de la casa quien las encendería segundos después para seguir con el festejo que se vivía.

Pasando entonces una espátula pequeña para que siguiera el corte de pastel. El cual casi sucedió en seguida para después todos en minutos pudieran obtener algo de pastel en sus manos, y una pieza de chocolate importado. Cosa que solo hizo reír en leve burla a los presentes, quienes no necesitaban saber quién había sido el que mando tal obsequio, así como al más pequeño del grupo.

Su traje blanco siendo bien visto ante los demás. Era obvio que el menor de los Kaiba no necesitaba menos. O al menos así lo hacía ver el mayor, quien mando en su representación a su hermano y a su novio. El cual solo remedaba sus frases y tonterías ante sus amigos y hermano, el cual le seguía el juego libremente.

Apenas deteniéndose cuando uno de los presentes hablo. Siendo Anzu quién tomo la palabra, alzando una de sus manos antes de depositar su pedazo de pastel en la pequeña mesa de centro. Su sonrisa, así como su tono, contagiando a los demás ante su sugerencia. Atrayendo la atención de Mai, y Rebeca.

A la vez que Honda, Mokuba y Yugi pasaban a imitarla. Dejando de lado por un momento sus pasteles para sonreír y poner atención.

Jonouchi siendo el único que saco una queja leve ante el corte de su burla a su excéntrico novio.

Atem, Mahad y el mayor de los Muto siendo los únicos que asintieron en reconocimiento. El buen humor notándose a simple vista.

La corona de cumpleañero siendo colocada mediantemente bien en la cabeza de Atem, siendo arreglada por su esposo. Quien le sonrió con satisfacción.

—¿Mejor? —Cuestiono Mahad en tono bajo, su mirada centrándose en arreglar el cabello rebelde de su amado, el cual asintió. Su calidez colándose en su voz.

—Gracias, no me había dado cuenta que me molestaba... —Atem agradeció.

Su asentimiento siendo algo que agrado al mayor, quien, agitando un poco su cabello largo, movió un poco el gorrito de fiesta que se le había sido colocado, acomodándolo en un suave movimiento. Resaltando un poco más el color morado de su cabello. Atrayendo momentáneamente la atención del menor, el cual no dudo en mencionar lo que pensaba.

—Creo que el blanco es una buena opción para ti, aunque prefiero verte en negro, te queda mejor... —

El sutil comentario solo logrando una sonrisa en Mahad. Quien asintió una vez más. Prometiéndose a sí mismo recordar aquella sugerencia para usarla en un futuro cercano. Mientras en el fondo planeaba una velada romántica con su lindo esposo una vez terminara aquel festejo. Su regalo después de todo era el mejor y los que más agradaban a Atem, aunque este no quisiera admitirlo abiertamente. Era curioso cómo es que era más tímido en ese sentido, aun cuando lo seducía sin saber. Muchas noches mágicas viniendo así. Tantas que temía perder la costumbre.

Tan solo pensar en tener a su bello Atem en brazos, le hacía el hombre más feliz del Mundo. No quería por ningún motivo que aquello terminara, por él, bien podrían encontrarse en el más allá para estar juntos. Pero, por ahora. Suponía podía conformarse con tener a su amado cerca. Se sentía bien, y eso estaba bien.

Sus pensamientos interrumpiendose cuando la voz de Anzu se alzó.

—Chicos. Creo que ya hablamos bastante de la relación extraña de Kaiba y Jonouchi, así que propongo que es hora de abrir los regalos. ¿Qué dicen? ¡Por mi parte yo quiero que Atem ya abra los regalos!

—¡Sí, opino lo mismo! Deseo ver qué es lo que le han regalado cada quién... Veamos que tanto lo estiman. —Menciono en ligera burla Mai, apenas ganándose un par de quejas de los presentes, provocando que sacara su lengua de manera juguetona.

¡Bu! Si es eso, mi regalo es el mejor, no hay nadie que se le compare...—Argumento Jonouchi acercando su regalo a su amigo, quien le recibió de buena gana. Apenas aguantando su risa ante la poca suavidad de la envoltura y la cinta usada. Los demás solo rieron.

—Gracias Jonouchi, aprecio mucho tu gesto...—Agradeció Atem con gentileza, sus dedos pegándose ante el exceso de pegamento usado, a la vez que el mencionado inflo su pecho en orgullo. Sus brazos colocándose en jarras mientras Mokuba reía en voz baja. Su tono burlón siendo lo que hizo que los demás dieran la carcajada apenas contenida.

—Creo que le falto un poco más de cinta Jonouchi, el chiste es que no lo abra...

—¡Tu...! —Quiso reclamar. Apenas siendo detenido por Yugi, quien palmeo su hombro en señal de apoyo.

—¡Vamos no pelen! Está bien, ¿No es así Atem? —Cuestiono, notando como es que Mahad pasaba a abrir la caja con una pequeña cuchilla. Para después ayudar a Atem a quitarse el resto de pegamento de sus dedos. Una gotita de sudor bajando por su mejilla. —Olvídalo el problema está resuelto...

—Por supuesto, solo a Jonouchi se le ocurre llenar la caja de pegamento, es natural que pase, la última vez me tomo todo un día saber cuál era mi regalo...—Relato Honda, su expresión consiguiendo hacer saltar ligeramente al pelirrubio, quien le ignoró deliberadamente.

—No me molestare en responder eso...

—No es necesario, puedo confirmar la experiencia. —Secundo Mai, asintiendo mientras robaba abiertamente la fresa del pastel. Engulléndola con fervor una vez noto el glaseado en ella.

—¡Oye, eso es de Atem! —Reclamo Rebeca, alejando el pastel en un solo movimiento. Sin notar como es que el mismo pasaba a casi caerse si no fuera por Mahad que lo detuvo a tiempo. Volviéndolo a colocar al centro de la pequeña mesa de la sala de estar.

Mai por otro lado solo alzo sus hombros en señal de disculpas, una sonrisa satisfecha rechazando su culpabilidad.

—¡Vamos estamos por ver qué es lo que es! —Llamo una vez más Anzu. Apenas acercándose un poco más para ver de cerca, mientras la madre de Yugi pasaba a sacar una cámara para grabar el momento.

Todos quedándose mudos poco después ante el contenido de la pequeña caja. Pues una bufanda de bello diseño es lo que se asomaba. El color siendo los distintivos negros y morados que tanto le gustaba usar a Atem. Combinado por supuesto con extravagantes diseños sobre monstruos de Duelo y cartas. De alguna manera resaltando bellamente en el estambre usado. Tal regalo volviéndose el orgullo del pelirrubio, quien sonrió feliz ante la mirada asombrada de los presentes, quienes no daban crédito a lo que veían.

Pues Jonouchi usualmente regalaba artefactos para el hogar o simplemente cupones de descuento. Suponían ahora que lo que dijo Mai era verdad. Sí que apreciaba mucho al "hermano mayor" de los Muto.

—¡Vaya, es hermosa! ¿Cómo es que la hiciste? Sin duda me la pondré este invierno. ¿Como crees que se me ve Mahad? —Cuestiono Atem, colocándose la prenda con rapidez, luciéndola poco para que los demás pudieran admirarla. Mientras Mahad asentía.

—Nada mal. Tu sonrisa y mirada resaltan naturalmente... —Atem sonrió alegremente. Si su amado lo decía, entonces era verdad.

—¡Bien, en ese caso la usare más que pronto! ¡Muchas gracias Jonouchi! Prometo no dudar de ti otra vez...

—¡Por supuesto, tú puedes confiar en…! —Jonouchi iba a seguir hablando al menos hasta que se dio cuenta de lo que significó el agradecimiento de su amigo, quien sonrió un poco apenado al respecto, pero sin verse realmente culpable, como los demás. Los cuales desviaron sus miradas y ocultaron sus sonrisas. —Oye... Siempre les doy buenas cosas...

—¡Eso no importa ahora! ¡Sigue él mío! —Exclamo de pronto Anzu para alivio de los presentes, quienes asintieron con rapidez, zanjando el tema del pelirrubio en menos de lo que pensaron.

Acercando el segundo regalo que no tardo esta vez en abrirse, mostrando entonces una botella de vino tinto, su cristal viéndose transparente y hermosamente elaborado. Una suave etiqueta colgando de la boquilla portando el nombre y marca del mismo.

Sin duda un presente que agrado por mucho al par de esposos que conocían de vinos, éste en especial siendo su favorito.

—Muchas gracias Anzu, ¿Dónde lo conseguiste? Tengo entendido que este vino solo se distribuye en mi antigua ciudad... —Menciono Atem, mientras sacaba la botella de la caja antes dada, mostrándosela libremente a su amado, quien la tomo para verla más de cerca.

—No es nada, puedes pedirla en línea. Te pasare el sitio al que puedes acceder para obtener más, sé que su adaptación de su antigua ciudad a esta ha sido un poco dura, así que creí que esto les ayudaría a tener un mejor recibimiento...

Atem y Mahad la miraron por un segundo, antes de agradecerle con una sonrisa. Sintiéndose un poco más reconfortados ante su noble gesto.

Pues aquello era verdad, justamente ese día además de ser el cumpleaños de Atem, también era el aniversario de su mudanza a ciudad Domino. Donde muchas cosas habían cambiado gracias al trabajo del mayor como promotor e inversionista, dueño de otra de las empresas más importantes del Mundo y competidora con la Corporación Kaiba. Las Industrias Encinereb.

Había muchos más detalles al respecto, pero no querían indagar en ellos. Eran al final cosas irrelevantes que les hicieron moverse para mejor comodidad. Así que no había problema, al menos no en la falta de costumbre. Ahí era un singular contratiempo con el cual aún luchaban. Aunque con amigos como los que encontraron, ya había estado resolviéndose mucho mejor que como iniciaron.

Se sentían en deuda y plenamente agradecidos, especialmente con la familia Muto. La cual adopto de alguna manera a Atem, pues el parecido físico que tenía con el único hijo de la familia era algo de lo que se habló en su momento. Dando la suficiente excusa como para hacer aquel movimiento sin esperar, lo cual agrado a Atem y Mahad por igual, el ultimo agradeciendo enormemente ante esto. Pues Atem no hace mucho había perdido a su ultimo familiar, así que aquello había sido bienvenido.

Sin duda un buen inicio de su vida en la ciudad. Y la cámara que tenía la madre de Yugi, solo era muestra de ello. Tantas anécdotas que pasarían a contarse en menos de lo que se esperaban. Atem y Mahad volvieron a sonreír. De verdad que estaban encantados con su situación actual.

—Gracias por pensar tanto en nosotros... —Hablo esta vez el mayor, quien asintió en reconocimiento al regalo, volviéndolo a colocar en su caja, cerrándola con suavidad y cuidado. —Se los recompensaremos más adelante...

—Solo asegúrate en no pelear más con mi novio, de verdad que es inaguantable cada que sucede... —Se quejo de pronto Jonouchi, su ceño frunciéndose ante la risa y el asentimiento de Mokuba. Su tono sonando desganado y cansado. —No entiendo cómo es que de una charla normal entre ustedes siempre debe terminar en comentarios irónicos...

—Eso es algo que siempre me he preguntado, no eres el único— Apoyo de manera sincera Mahad, quien suspiro al recordar los hechos. —Quizá se deba al deber de nuestras empresas, siempre es así... Y de alguna manera se cuelan otros temas, y cuando veo ya estoy discutiendo quién es el mejor o quién es el peor en lo que hace... Lo siento si te causa problemas...

—No es que me cause problemas... —Argumento rápidamente el pelirrubio. Sus manos moviéndose ligeramente en negación. —Es que después no para de hablar en toda una hora junto a su discurso del por qué él es el mejor y esas cosas, ¿Sabías que ya me aprendí lo que dice siempre?

—Eso ya es un logro viniendo de ti... —Menciono Rebeca, apenas en un sutil comentario, cosa que solo Jonouchi asintió. Dándole su valor merecido a la misma.

—Lo siento... —Se disculpo Mahad, un poco apenado por su comportamiento. —Tratare de no topármelo entonces...

—No creo que eso ayude... —Susurro Atem, recibiendo el asentimiento de Yugi.

—Gracias amigo, eso serviría de mucho. —Agradeció Jonouchi, tomando una vez más su pedazo de pastel antes de engullirlo en una sola mordida. Un par de lágrimas falsas recorriendo sus mejillas ante su tragedia, haciendo reír a Mokuba, quien solo negó antes de imitarle. Siempre era bueno aprender cosas diferentes.

—¡Bien, Bien! Sigamos, entonces... —Pidió Yugi, su voz alzándose ligeramente para que los demás pudieran escucharlo sin problemas, recibiendo asentimientos de acuerdo, así como diversas sonrisas que apoyaron la noción.

Continuando de aquella manera la noche. En donde se toparon con un sinfín de más anécdotas y carcajadas. Los regalos siendo los detonantes al menos hasta que llegó el turno final de Sugoroku. El cual se coló en el festejo una vez consiguió lo que quería del sótano de su hogar, llevando con él una caja de lo que parecía ser oro puro. Su grabado atrayendo la atención de los presentes una vez pudieron apreciarla como se debía cuando la coloco frente a Atem.

Sus símbolos tallados tan finamente que parecía haber sido una hermosa pieza de colección o algo así. Su simbología siendo todo un misterio al menos para la mayoría, resaltando entonces el antiguo oficio del mayor. Quien sonrió con orgullo una vez noto el interés de los menores, los cuales no dudaron en acercarse a ver más de cerca la caja tan llena de misterios.

—¡Wow, es hermosa!, ¿Dónde es que estaba esto abuelo? —Cuestiono Yugi, alcanzando la caja poco antes de que el mayor la tomara de vuelta, regresándola a la mesa. Ganándose un puchero de su nieto.

—Lo siento, pero es un objeto que he estado guardando para un momento como este. Pensaba dártelo anteriormente, pero, coincido de que es un pequeño reto para ti que estas acostumbrado a los juegos... —Argumento Sugoroku, mientras acercaba la caja hasta el cumpleañero, quien la miro antes de subir su vista para observar al mayor, quien le sonrió amablemente. —Así que, se ha vuelto mi presente para mi nieto perdido. ¡Tómalo por favor, Atem! Ha estado guardando polvo durante años, sé que al menos tu podrás entretenerte con el... Puedes verlo como un pequeño presente a comparación de lo que pueda regalarte tu esposo, Kufufu~...

La sola sugerencia en aquellas palabras hizo sonrojar al menor, quien miro de soslayo a su esposo, notando como es que ocultaba una sonrisa, decidiendo entonces tomar la caja para evitar más indirectas como esa. Esperando que su vergüenza bajara un poco una vez su atención se centró en aquel extravagante regalo.

Sus dedos comenzando a delinear con cuidado los detalles de la misma antes de voltearla, percatándose entonces del ojo egipcio que yacía al frente de la misma. Tan hermosamente pulido que parecía más una reliquia mandada a realizar, incluso se llegó a preguntar si las palabras del abuelo de Yugi no eran más que una tapadera para lo que en verdad se hizo para él. Su curiosidad siendo incitada deliberadamente ante el gesto.

—Muchas Gracias Sugoroku-san, ¿Está bien que lo tome? —Agradeció, su sonrojo ya bajando por completo, así como su vergüenza inicial, dejando solo el ligero asombro y misticidad que dejaba aquel objeto en sus manos, haciendo feliz al patriarca del hogar. Quien asintió animosamente antes de sentarse junto a su nieto, el cual le recibió de buena manera.

—¡Por supuesto, por supuesto! No te preocupes por detalles, es algo que me gustaría que se usara, como ya he dicho ha estado abandonado mucho tiempo, así que está bien que lo tengas...

—¿En serio? Bien, en ese caso me lo quedare, ¿Qué opinas Mahad? —Cuestiono Atem, mirando de reojo a su esposo, el cual asintió en reconocimiento, tomando la caja poco después. Examinándola desde distintos ángulos antes de tratar de leer las palabras egipcias ahí talladas. Fallando al primer intento.

—Es hermosa, sin duda se vería bien en uno de nuestros estantes de tu oficina...

—Digo lo mismo, quizá podamos verlo a detalle más tarde. —Sugirió Atem, a lo que Mahad solo sonrió. Un ligero "Sí" viniendo después. Aquella conversación siendo interrumpida por la curiosidad de Mokuba, quien se acercó más al mayor de ellos para preguntar por la misma.

—¿Es verdad que trabajaba como caza recompensas? ¿O eras un buscador de tesoros? ¿Fue como la consiguió? ¿No fue peligroso? ¿Estuvo en Egipto? ¿No le paso...? —Las cuestiones siendo interrumpidas abiertamente por Sugoroku, el cual negó vehemente antes de suspirar y mirar al techo, un suspiro viniendo después.

—Tranquilo, sé que todos quieren saber, pero... A estas alturas he olvidado como es que fue esa aventura...

—¡Oh vamos abuelo! Se que te acuerdas, solo estas ambientando todo antes de contar la historia. —Revelo Yugi en una sutil queja. Ganándose una sonrisa apenada por parte del mayor, quien recibió una que otra queja ante esto.

—Bien, Bien, ustedes ganan. Sí que son jovencitos bastantes curiosos... —Se burlo, a lo que los presentes solo negaron divertidos, colocándose en mejor posición antes de escuchar cómo es que el mayor les relataba la historia.

Mahad ofreciendo su hombro para que su amado pudiera recargarse en él. Maravillándose ante lo que Sugoroku comenzó a relatar, ignorando como es que las luces del sótano de aquella casa comenzaban a parpadear sin más. Mientras la lluvia pasaba a ser un poco más dura y rápida. Obligando a los transeúntes a buscar un refugio antes de que quizá granizo iniciara a caer. Un ligero vendaval comenzando a nacer.

—Fue al menos en mis cuarentas, cuando la música no era horrible y las calles eran más seguras, sin tantos jóvenes descarrilados por ahí... —

—Abuelo... —Yugi advirtió divertido, sacando una que otra sonrisa en los presentes.

—Lo siento, tenía que hacerlo, ¿Qué tipo de abuelo sería si no me quejara? —

—Uno malhumorado, por favor continua. —

—Sí, sí... Prosigo…

"Fue por aquel tiempo en el que creía que podía comerme al Mundo y sus historias, era más un padre que buscaba lo mejor de las historias para su hijo y su nuera, por supuesto incluso esperando un nieto para llegar a contárselas. Así que, llevado por la pasión de más conocimiento y cosas misteriosas, fue que pude pisar las antiguas arenas de Egipto. Donde el sol abrasador aun es todo un impedimento para poder adentrarnos a los lugares más recónditos que jamás un ser humano moderno ha pisado.

Recuerdo bien, que, en ese entonces, el Valle de los Reyes era todo un Mundo por descubrir y por supuesto yo también tenía que estar en ese lugar sí o sí. Había muchos investigadores en esa época listos para adentrarse, pero nadie tenía el valor necesario para tomar la delantera..."

—¿Y tú tomaste la iniciativa abuelo? —Cuestiono Jonouchi, pasando a comer una rebanada más de pastel, manchando la comisura de su boca poco después. Como sí estuviera observando una película de acción en su cabeza. El entusiasmo notándose claramente en los rostros de los demás.

—¡Por supuesto! Hubo incluso quienes se alistaron para acompañarme, sin embargo, al momento de la verdad, solo uno de ellos apareció a la hora acordada...

—Habla de mi abuelo ¿Verdad? —Pregunto esta vez Rebeca, recibiendo un asentimiento en reconocimiento, provocando una sonrisa orgullosa en ella.

—Sí, Arthur fue el único valiente para acompañarme a la aventura por emprender. Ambos juntando nuestros conocimientos junto a un par de guías que buscaban oro, nos adentramos al lugar más misterioso hasta la fecha. La tumba de un Faraón sin nombre...

—¿Faraón sin nombre? ¿No acaso se supone los antiguos egipcios grababan el nombre de sus Faraones en piedra? —Cuestiono Anzu, su celular siendo apagado al dejar de buscar la información que creía pertinente.

—Sí, se supone que debía ser así, pero por algún motivo a este Faraón no lo honraron de esa manera. Al contrario, al adentrarnos en su tumba, al principio nos topamos un lugar sin salida, una estatua de Anubis era lo que nos impedía adentrarnos para llegar a ella. Las escrituras en la pared también advertían de un gran mal o una maldición, no estoy muy seguro a la fecha... En una losa de piedra postulaba: "Aléjense del lugar lleno de sombras y mentiras" ...

Woa... ¿No es eso peligroso? ¿No les dio miedo? —Fue el turno de Honda preguntar, ganándose asentimientos preocupados por parte de los presentes, quienes seguían atentos a lo relatado.

—Bueno, debo admitir que sí, nos confundió por unos minutos, pero eso no fue impedimento para seguir, nuestra sed por conocimiento era más; por otro lado, no queríamos retroceder habiendo viajado tanto para ello...

"Así que Arthur y yo buscamos por todos lados hasta que dimos con un pasadizo gracias al fuego de nuestras antorchas... Aquella era la entrada correcta a la tumba del misterioso Faraón... Unas escaleras se extendieron a los pies de Anubis, y con ello otro mural que nos mostraba un poco de la imagen de quien descansaba ahí... Aunque seguían las advertencias. Nunca en mi vida había visto tantas y tan juntas. Mencionaban que no pasáramos o en su defecto, que no dejáramos salir lo que estaba esperando ahí... Obviamente no nos importó..."

—Es todo un temerario... —Susurro Mahad, sintiendo poco después un leve escalofrió recorrerle su espalda, haciéndolo mirar de soslayo detrás de él al buscar el motivo de aquella brisa fría que se colaba en la sala. Encontrándose con las luces parpadeantes de la concina, llamando su atención al menos hasta que la voz de Atem le trajo una vez más a la realidad.

—¿Pasa algo? —La preocupación imbuida en esas simples palabras consiguiendo calmar su corazón, el cual no se había percatado, latía un poco más rápido de lo usual. Un suspiro siendo el producto de su cansada mente.

—Nada, no te preocupes, al parecer me he metido mucho en la historia de Sugoroku-san...

—¡Ah! También yo, puedo decir que incluso se siente frio ¿No?, es como contar una historia de Terror en Halloween— Menciono en voz baja Atem, consiguiendo que el mayor asintiera en mejor animo a sus palabras, colocando entonces la debida atención a lo que seguía del relato.

—Seguimos nuestro camino después de despejar algunas trampas colocadas hace milenios. Algunas de ellas por suerte no servían... —Continúo hablando Sugoroku, apenas notando como es que su nuera apuntaba a él con la cámara, una tenue sonrisa adornando su rostro. —Así que solo fue cuestión de tiempo para saber que ya estábamos en camino de lo que queríamos encontrar.

"Algunos murales relataban la historia de aquel Faraón, pero, por el tiempo lamentablemente ya no se encontraban en buen estado, así que tuvimos que conformarnos con una historia a medias... Se decía que aquel faraón fue deshonesto y poco confiable, que sus artimañas dañaron a los inocentes y que sus maldades no tenían límites. Incluso uno de sus amantes sufrió de ello... No había ser humano capaz de detenerlo, al menos hasta que el siguiente Faraón lo confronto y derroto. Liberando de esta manera de su agonía al pueblo de Egipto bajo su yugo, llevando a cabo una era de paz y armonía, dejando entonces encerrado aquel mal que reinaba antes las tierras y contaminaba las mentes... Podemos decir que era más un acto heroico, del siguiente en la sucesión..."

—¿De verdad ese Faraón sin nombre era tan malo? —Cuestiono Mokuba con curiosidad, apenas alcanzando la última rebanada de pastel que quedaba.

—No lo sé, los murales relataban las hazañas del faraón siguiente, casi no mencionaba nada de lo del Faraón sin nombre... Así que no podemos estar seguros, ¿Además recuerdan lo que dije? Es una historia a medias, los murales estaban desgastados, fue lo único que pudimos recopilar en lo que avanzábamos por la tumba...

—¿Qué hay de sus dos guías? ¿Ellos sabían algo? —Pregunto esta vez Mai, ayudando a servir el café que ya había sido preparado de antemano por Yugi y su madre. Alcanzando una taza para cada quien.

—Ellos solo querían dinero fácil querida, no buscaban más que eso. Y sin duda el destino fue malo con ellos...

"Ambos bandidos murieron una vez notaron a dos serpientes de piedra bañadas en oro y rubies, se acercaron demasiado sin saber que de sus bocas salía mercurio. Y su alrededor estaba bañado del mismo metal, fue cuestión de minutos en los que murieron en terrible agonía, Arthur y yo lo notamos un poco tarde, planeaban abandonarnos casi inmediatamente una vez consiguieran lo que querían... Así que, aunque pudiéramos haberlos ayudado, ya era tarde para tratarlos. Recuerden niños, el mercurio es un elemento altamente toxico, los egipcios lo utilizaban para salvaguardar lo dañino y alejarlo de los mortales. Era como una fortaleza, y esos dos, solo encontraron la ruina misma..."

—Sin duda una lección bien recibida, supongo— Comento Honda, recibiendo un par de asentimientos en acuerdo.

—Puede ser que sí como puede ser que no. Nosotros no somos quienes decidimos sobre la vida de los demás... Aunque, personalmente creo que cultivaron lo que sembraron. Es todo. —

Sugoroku tosió falsamente antes de seguir, zanjando aquel tema.

—Nuestra búsqueda después de aquel suceso siguió, pudimos adentrarnos tanto como quisimos, teniendo cuidado de las trampas o vacíos listos para recibirnos. Y con ello, al final de todo aquel tumulto, esto fue el resultado...—

Señalo sutilmente a la caja que yacía en manos de Atem, la cual de inmediato atrajo miradas y susurros.

—La caja que aguarda un gran tesoro para quien sea el elegido... En su interior yace un secreto que solo quien logre armar el rompecabezas dentro, lograra saber, y con ello desenmascarar la oscuridad por quien fue encerrado injustamente...O eso es lo que tiene escrito, yo lo intente antes, pero, no pude lograrlo en absoluto. —Admitió con una ligera sonrisa, la cual consiguió calmar el ambiente que se había formado, trayendo una vez más la calidez que se había ido desde hace minutos. Así como la calma al ahora portador de tal valioso tesoro, quien no dudo en hablar al respecto.

—Entiendo, ¿Entonces puedo decir que alguna maldición no existe, cierto?

—Es como dices. —Corroboro Sugoroku, tomando un sorbo de su taza de café. Sintiendo como es que el líquido pasaba desde su boca a su garganta y de ahí a su estómago, otorgando una sensación de confort. —Arthur y yo pudimos salir por el mismo camino que seguimos, no hubo algún otro incidente más que las dos vidas perdidas por su propia codicia, no tienes por qué temer, además ese artefacto ha estado en nuestro hogar por años y jamás ha pasado nada, así que opino que esos murales estaban errados, eso o exageraban en sus historias...

—¿Qué hay de la historia del Faraón sin nombre? ¿Alguna vez supiste su nombre o lo que le paso? —Pregunto Jonouchi, su curiosidad siendo disminuida una vez noto como es que Mokuba pasaba a dormirse sobre su hombro. —Oye, oye... —Llamo en voz baja, rindiéndose una vez escucho como es que el menor dejaba salir un ronquido bajo y profundo.

—No, nunca lo supe. Y, por otro lado, el sitio se vio colapsado antes de que muchos más entraran, desconozco sí hayan logrado su cometido ahora... Puede ser que sí, la tecnología es buena herramienta hoy en día... —Menciono Sugoroku como comentario final, sonriendo al notar la dificultad del pelirrubio. —¿Por qué mejor ya te retiras? Es tarde, y bien puede afectarte también...

—Cierto, al parecer hemos estado aquí por un buen rato, el reloj esta por marcar la una de la mañana... —informo la madre de Yugi, apenas mirando su reloj de muñeca. Consiguiendo despabilar a los presentes, los cuales pasaron a ayudar a recoger casi inmediatamente.

—Sí que el abuelo sabe contar sus historias ¿No? —

Bromeo Anzu, ganándose varios asentimientos por parte de sus amigos. Los cuales bostezaron poco después, haciendo alusión a lo que la mayor de ellos ya había dicho. Para minutos después casi terminar de recoger lo restante, alegrándose de no haber tirado demasiado en el lugar.

Honda siendo el indicado para ayudar a levantar a Mokuba de donde se había quedado dormido, mientras Jonouchi llamaba a su novio para pedirle que viniera a recogerlo. La respuesta siendo casi inmediata además de un "Te llevare a casa" agregado. El menor no tuvo más de otra que aceptar de buena gana, después de todo ya era tarde para estar caminando libremente por ahí.

Mai, Anzu, y Rebeca fueron las invitadas de la familia Muto para que no salieran a tan altas horas de la noche, entre ellas alegrándose para realizar una pijamada un poco más corta de lo usual. Planeando arrastrar al hijo único de la familia, quien solo sintió un escalofrió recorrer su columna antes de mirar a otro lado con la esperanza de ir a su habitación a tiempo. Mandando un mensaje de buenas noches a su novio, anexando por supuesto una foto que lo mostraba a él con un pedazo de pastel alcanzado a salvar del hambre de su amigo por las cosas dulces.

Recibiendo casi una respuesta instantánea que demostraba una imagen de un paisaje lleno de luces y demás carreteras. El mensaje debajo siendo suficiente para que Yugi suspirara sonoramente. Relajándose antes de volver a sentir la sensación de peligro que yacía a sus espaldas y los susurros de sus amigas. Un par de pasos siendo necesarios para alejarse poco a poco de ellas. Fallando cuando logro casi llegar hasta la salida, en donde las últimas despedidas se dieron.

Sugoroku tardándose en despedir a los jóvenes faltantes y a la estrella principal de la noche. Quien solo asentía con parsimonia a sus halagos y consejos, la calidez colándose ante las frases y palabras. Mientras Mahad veía todo de manera cariñosa y amable. Asintiendo de vez en vez u opinando cuando se le preguntaba directamente o cuando le apetecía hacer sonrojar a su esposo, el cual le devolvía uno que otro gesto que mostraba su descontento. Un puchero leve posicionándose en su rostro ante su intervención. Al menos hasta que fue la hora de en verdad retirarse. Lo que llevo más tiempo del necesario, dando entonces las dos de la mañana.

Donde por fin, la pareja de esposos pudo retirarse sin inconveniente a su hogar. O al menos ese era el plan, si no fuera por el vendaval que vino después, consiguiendo cortar la fuente de luz. Dejándolos a oscuras de un momento a otro. Sumiendo a la cuidad en un tono sombrío bastante extraño por lo menos un par de minutos antes de que la Torre Kaiba fungiera como faro en medio de la tormenta. Sus brillantes colores solo recordando que ya Jonouchi y Mokuba habían salido hace poco tiempo junto al dueño de dicho monumento. Haciéndolos retroceder al menos hasta que la luz fuese restaurada una vez más. Lo cual, una llamada rápida que hizo Mahad, llevaría al menos parte de la madrugada y la mañana.

Lo que ocasionó que la familia Muto extendiera su invitación a los que faltan por irse, dejando como salvavidas a Honda para que acompañara a Yugi a su habitación, y las chicas estando junto a la madre de Yugi. Quien rápidamente se las llevó a su cuarto para una noche de chicas e historias románticas y atrevidas. Dejando la habitación de invitados al par de esposos que agradecieron con amabilidad. Yéndose a la misma casi enseguida una vez todos pasaron a retirarse, con la mentalidad de descansar abierta y tendidamente.

Posponiendo tal vez aquel obsequió que Mahad quería darle a su lindo esposo. Cosa que no funciono como creía, pues todo cambio tan solo al escuchar el pestillo de la puerta y sentir como es que Atem se arrojaba a sus brazos con ligera prisa y buen ánimo.

Sus labios conectándose tan rápido como había pasado. El silencio jugando su mejor carta para esconder las risas juguetonas que el menor daba cada cierto tiempo. Aquel melodioso sonido solo siendo el detonante para que Mahad pudiera hacer de las suyas sin ningún inconveniente. Besando a su esposo cuando creía gemía más alto de lo debido. Acallándolo con gentileza y maravillosas mordidas que, Atem sabía iban a dejar marca la mañana siguiente.

Realmente importándoles poco ante lo que fuesen a decirles. Concentrándose en su amor por el otro casi etéreamente, hasta que sus cuerpos no dieron más de sí. Al final acurrucándose uno contra el otro, en busca de mimos y palabras suaves que consiguieron arrullarlos hasta que ambos durmieron sin más.

Sin llegar a notar como es que la caja que había sido portadora de una historia aventurera y un poco macabra. Resplandecía en un brillo oscuro y opaco. El cual dejo salir un par de brumas que se colaron en los esposos durmientes sin temor, iniciando con ello eventos extraños y antinaturales que poco a poco. Conseguirían arrancar la estabilidad de sus vidas. Encaminándolos a un despertar inminente.

La maldición descrita en la caja actuando como nunca antes en tres mil años ahora.

Ojalá hubiera habido más advertencias de las debidas, las señales fueron ignoradas.

Notas finales:


Adelanto:

Atem lo único que pudo hacer fue sonreír. Prometiendo con gestos, que una vez su jornada de trabajo terminara. Él mismo, iría por Mahad para concluir lo que ya habían iniciado. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).