Capitulo 1.
La Penitenciaria Konoha, una de las instalaciones más seguras y peligrosas que existe, ubicada en medio de un terreno montañoso completamente aislada de los suburbios de Japón. Cuenta con una capacidad para albergar a casi cincuenta mil prisioneros, y su sistema de seguridad y vigilancia son excepcionales; los pasillos tienen sensores de movimiento y presión, las puertas se abren y cierran mediante control remoto, hay cables de disuasión de helicópteros para evitar intentos de aterrizaje en territorio próximo, cuenta con seis torres externas con guardias armados y su perímetro es vigilado las 24 horas por patrullas móviles. Y no solo eso, las celdas están diseñadas para desorientar a cualquiera, donde a los humanos normales los colocan en celdas de 3.5 metros de largo por 2 metros de ancho, cuentan con cama, escritorio, banquillo y estante de concreto para evitar que los puedan mover, una única ventana y poseen la tecnología en insonoración para que no puedan comunicarse entre ellos.
¿Humanos normales? Si, y esa es otra característica por lo cual convierte a la Penitenciaria Konoha en el número uno, y es que es la única cárcel que también alberga metahumanos, un ser humano con super poderes, y a estos los colocan en celdas especializadas para que no puedan ejercer daños, tanto a terceros como también a sí mismos. La dinámica es sencilla, ellos no pueden salir al patio con total libertad como los humanos normales, por lo que pasan las 24 horas dentro de sus celdas y solamente se les permite salir una vez a la semana, luego de que el turno de los demás humanos haya terminado. Tienen absolutamente prohibido mezclarse con los humanos, debido a sus actitudes destructivas, hasta el más delgado y visualmente débil de los metahumanos es capaz de arrancarle la cabeza de raíz al más corpulento y violento humano allí dentro, por lo que el director de la Penitenciaria decidió tomar medidas preventivas, para preservar la seguridad de los internos.
Los metahumanos son seres, prácticamente, discriminados, alienados de la sociedad por ser diferentes, incluso usados como objetos de experimentación por el personal científico, en búsqueda del saber de dónde provienen sus poderes, y eso es lo que conlleva a la mayoría de ellos a dedicarse a la delincuencia, al vandalismo, a los asesinatos, convirtiéndose en villanos.
Pero lo impensable, finalmente pasó, ni el Gobierno pudo ser capaz de asimilar tal cosa y jamás imaginó que necesitaría la ayuda de los metahumanos para superar la situación que estaba ocurriendo: un meta humano, llamado Madara Uchiha, acaba de declarar la Cuarta Guerra Mundial. Según las fuentes de las autoridades, Madara planea ejercer su Plan Ojo de Luna sobre el país; ‘’Comenzar una guerra para atraer la paz’’, fue su lema, y ni las fuerzas militares fueron capaces de hacerle frente a su exorbitante poder. Muchos efectivos policiales y civiles fueron asesinados bajo sus manos, y la solución al problema llegó en forma de Fugaku Uchiha, un representante del Gobierno, se presentó ante el Comité frente a otros de su mismo mando y hasta mayores que él, con una enorme carpeta en mano, pero....
-¡De ninguna manera! -gritó eufórico uno de los gobernadores.
-No me dejaste terminar. -habló Fugaku, molesto por la interrupción.
-¡No necesito que continues para darme cuenta que lo que planeas es descabellado! -explicó el hombre, completamente ofendido con la situación. -¡El país está siendo destruido por un metahumano, y tú quieres traer a más de esos fenómenos para que nos terminen por extinguir!
-Y no estamos hablando de civiles metahumanos, por lo que entiendo. -expresó otro gobernador, a diferencia del primero, éste también estaba consternado, pero mantenía su porte calmado. -Tú quieres a los metahumanos que están en Konoha, lo que convierte este plan en el más absurdo de todos.
-Miren a su alrededor, civiles están siendo asesinados por Madara, nuestra tecnología y armas no hacen nada contra su persona, ¿qué otra posible solución puede encontrar, si no es la que les ofrezco? -preguntó Fugaku, sin despegar los ojos de aquellos petulantes sujetos que se creían demasiado solo por ocupar un lugar político.
-¡Pediremos ayuda a las Naciones aliadas!
-Por favor. -dijo Fugaku rodando los ojos, y su tono de voz detonaba sarcasmo ante lo recién dicho por el gobernador, sentía ganas de reírsele en la cara. -¿En serio eres tan ingenuo como para pensar que las naciones aliadas nos ayudarán con algo así? Al contrario, serán los primeros en darnos la espalda.
-¡Cuanta arrogancia!
-Espera un momento, Sato-san. -detuvo en seco el presidente del Comité, Mijagi Kentaro, que hasta ahora ha guardado el mayor silencio correspondiente, y escuchado ambas partes del salón en búsqueda de soluciones, y analizado correctamente las posibilidades. -Quiero escuchar nuevamente en que consiste el plan de Fugaku-san, pero esta vez, quiero escuchar también los pro y contras si llegamos a votar por la ejecución de dicho plan.
-¡¿Lo está considerando, Kentaro-sama?! -gritó sorprendido el mencionado Sato, sin poder evitar su enojo ante la posibilidad que estarían tomando.
-Los metahumanos son personas con habilidades asombrosas, estoy seguro que muchos civiles metahumanos estarían dispuestos ayudar con algo así. Pero, lamentablemente, ninguno de ellos tiene la experiencia en batalla como tienen los que están en la Penitenciaria Konoha. -comenzó explicando Fugaku. -No estoy pidiendo por prisioneros al azar, Kentaro-sama, sino a ‘’Lo peor de lo peor’’, y estoy seguro que podrán hacerle frente a Madara. -y dicho esto, tomo entre sus manos la carpeta que sostenía desde el inicio y lo abrió en sus narices, todos los presentes pudieron ver fotografías y párrafos escritos al costado de las imágenes. -Pasaré a describir a los seleccionados para este plan:
... ...
El sonido de las élices del helicóptero se hizo presente en medio del desierto, levantando arena y polvo alrededor a medida que el mismo comenzaba a acercarse cada vez más a tierra firme. Los guardias de seguridad encargados de custodiar a los prisioneros se encontraban a una distancia considerable del helicóptero, esperando conocer a los responsables del operativo que daría inicio a ese plan suicida del que tanto se está hablando. Y si, los rumores vuelan más rápido que palomas mensajeras, en un abrir y cerrar de ojos todo el personal penitenciario se enteró que liberarían a ‘’ciertos metahumanos’’ para ayudar en la batalla contra Madara, y no estaban del todo convencidos de esa decisión; por un lado, porque todavía no estaban al tanto de que metahumanos necesitaban específicamente para el combate; y por el otro lado, si llegan a revelarse o a escapar, todo estaría perdido, y no podrían contar con la ayuda de los militares para volver a capturar a los mismos prisioneros que tanto les costó encerrar. Si la situación se llegara a salir de control, ellos no moverían un pelo para encerrarlos nuevamente.
Un sujeto de cabello negro y largo atado a una coleta ni siquiera esperó a que el helicóptero aterrizara por completo, porque cuando estuvo a pocos metros del suelo, directamente se lanzó del mismo y despreocupadamente comenzó a caminar hacia los guardias penitenciarios; su grupo también lo siguió y cuando el helicóptero finalmente toco tierra firme, ya todos los militares estaban fuera. Los guardias tragaron saliva de forma pesada, los veían acercarse con semblantes serios y profesionales, y esas enormes armas que cargaban en sus manos ante cualquier situación los hacia ver más letales, se sintieron pequeños ante sus personas. Los guardias no dijeron nada, simplemente les dieron la bienvenida y enseguida los condujo hacia la entrada de la penitenciaria. El sonido grave de la alarma comenzó a inundar el lugar, seguido de una luz roja que no dejaba de parpadear al mismo tiempo que las puertas se abrían lentamente.
-¿Por cuál quieren comenzar? -rompió el silencio uno de los guardias, una vez se vieron dentro de las instalaciones y la alarma dejó de sonar, signo de que finalmente las puertas se cerraron por completo.
-Vamos a dividirnos. -habló aquel pelinegro que encabezaba el grupo, su voz gruesa y seriedad daban la apariencia de que aquel sujeto era el líder del grupo, detonando autoridad y observando todo a su alrededor. Su equipo asintió en silencio, esperando sus órdenes y prestar atención a ver como procederán.
‘’Kiba Inuzuka
Apodos: Chico perro
Edad: 19
Habilidades: Cambiaforma
Familia: Madre, hermana.
Historia: Un ladrón sin honor. Su padre lo echó, junto a su madre y hermana, a la calle, abandonándolos a su suerte, solo por el simple hecho de no tener dinero para pagar el alquiler de su casa. Empezó a robar desde los diez años, a los quince avanzó de nivel desvalijando casas y fue capturado cuando estaba robando el Banco Central. Cuando lo interrogaron, sus palabras textuales fueron: La única forma de salir del delito es queriéndolo tú, y queriéndolo de verdad, pero yo no quiero. No lo podían creer, pero continuó: De no haber sido por mi padre, yo ahora mismo sería alguien de bien, pero él me dio a elegir. Señaló el piso con fuerza al momento se sacarnos a la calle y nos dijo que elijamos de que vivir. Yo ya elegí. Tiene habilidades asombrosas, es un cambiaforma de tipo Inu, lo suficientemente mortal como para perder los estribos y olvidarse del mundo exterior cuando toma su forma animal‘’
Un castaño de cabello corto y marcas rojas en sus mejillas se encontraba colgado de cabeza en lo que sería unas sabanas a modo de cuerdas, en medio de su celda. Parecía como si estuviera en su mundo, con sus ojos cerrados al mismo tiempo que sus brazos colgaban a sus costados relajados, y de vez en cuando hacia alguna que otra pirueta en el aire, sujetándose fuertemente de las sábanas para no caerse. El guardia encargado de vigilarlo volteó la mirada en cuanto escuchó que alguien detrás de él abría la puerta, ya había recibido la información de lo que estaba pasando y la orden, por lo que en cuanto vio a su compañero ser acompañado por un militar, enseguida llamó la atención del Inuzuka.
-Oye. -llamó el guardia, en un tono sumamente grosero, pero a Kiba no pareció afectarle en lo más mínimo, solo abrió uno de sus ojos y miró hacia donde lo estaban llamando, pero no hizo ningún otro movimiento. -Baja de ahí, alguien vino a verte.
El mencionado se incorporó para poder ver mejor, sentándose sobre las sábanas como si estuviera en una especie de columpio, y sonrió de manera coqueta mostrando sus colmillos. El militar arqueó una ceja ante ese comportamiento, pero no dijo nada. Siguió con la mirada cada uno de sus movimientos sobre esas sábanas, dando giros en el aire hasta que finalmente puso ambos pies en el piso. Kiba se acercó más al invitado, colocando sus manos en los barrotes al mismo tiempo que introducía apenas su rostro entre ellos.
-Aléjate de los barrotes, ya lo hablamos. -dijo el guardia, advirtiéndole, pero el militar no parecía intimidado ante aquel metahumano, su expresión daba la impresión de que más bien estaba aburrido por la situación, por lo que el guardia no quiso darle ningún tipo de indicación al militar.
-¿Cuáles? -preguntó descarado el Inuzuka mientras no paraba de sonreír, sus ojos castaños se posaron sobre el individuo que tenía en frente, prácticamente se lo estaba devorando con la mirada. -¿Estos de aquí? -y en un acto de depravación y erotismo, pasó su lengua por todo el largo de uno de los barrotes, sin despegar los ojos de aquel militar, que lo único que hizo ante ese acto fue levantar una ceja.
-Kiba Inuzuka. -comenzó a hablar el militar, luego de haber visto suficiente y de haber permanecido largo rato callado. -Cambiaforma, ¿correcto?
-Ajá. -contestó. -¿Y tú quién eres?
-Me ha mandado el mismo Gobierno de Japón para ver si eres apto para llevar a cabo una misión. -comenzó a hablar nuevamente, ignorando por completo la pregunta que se le fue formulada.
-Lamento desilusionarte, pero me importa un carajo lo que el Gobierno tenga planeado hacer. -dijo cambiando su semblante a uno completamente serio, mostrándose hasta molesto por la reciente mención del Gobierno en esto, hasta se la estaba pasando bien con solo mirar a aquel guapo militar de traje negro y armado hasta los dientes, que justo tuvo que arruinar todo mencionando al Gobierno. -No quiero que me involucren en algo del Estado.
-Qué lástima, porque no te lo pregunté. -y antes de que el Inuzuka pudiera replicar, el militar hizo una señal con la cabeza en forma de asentamiento, y aprovechando que el castaño todavía tenía sujeto los barrotes, una feroz descarga eléctrica salió de los mismos barrotes, haciéndolo caer inconsciente en el suelo. El humo relacionado al impacto que tuvo la electricidad con la carne se hizo presente en sus narices, el militar miró por unos segundos más el cuerpo inerte del castaño antes de caminar nuevamente hacia la salida, en compañía del mismo guardia que lo guio hacia su celda.
‘’Deidara Iwa.
Apodos: Ninguno.
Familia: Desconocido
Edad: 25
Habilidades: Piro telequinesis, explosiones.
Historia: Aunque el mismo Deidara afirme que no tiene familia, lo cierto es que, que si la tiene... O la tenía. Estaba bajo el cuidado de su abuelo, quien lo mantenía en constante vigilancia. Sus dones se los otorgó el mismo Diablo, con lo cual estos comenzaron a hacerse cada vez más fuertes a medida que iba creciendo, y ha luchado por muchos años en ocultarlos y no sentirse tentado en usarlos. Huyó de su casa y se metió en las pandillas a los 17 años robando coches, traficando drogas y vendiendo armas, y fue sospechoso, además, de asesinar a quince hombres. Debido a esto último, volvió con su abuelo e intentó llevar la vida de una persona normal; pero, desgraciadamente, su abuelo se enteró de sus actividades delictivas y amenazó con entregarlo a las autoridades, Deidara perdió la paciencia y tuvo dificultades al controlar su pirotelequinesis, incendiando su casa y matando a su abuelo en el transcurso. Se entregó voluntariamente a la policía. ‘’
Tuvieron que pasar al exterior de la penitenciaria para dar con él, y aunque le pareció raro por qué este tipo estaba fuera y los demás reclusos adentro, lo llevó a la conclusión de que estaban tratando con alguien peligroso; y sus suposiciones se vieron acertadas al ver a los guardias que lo custodiaban, estaban vestidos con trajes de aproximación al fuego, con un casco que le llegaba hasta el cuello, pantalones, guantes y botas, todo de un color plateado brillante. Y eso no es todo, la celda también estaba especializada para que el fuego en el interior no se propague en caso de que el sujeto allí adentro pierda el control.
-Hola, rubia. -habló el guardia encargado de guiar al militar, golpeo la celda con insistencia y asomó su cabeza a la pequeña ventana circular que estaba en el centro. -No estés triste, tienes visita. -el guardia dio un paso al costado para que el militar pudiera ver al prisionero, aquel pelinegro miró a través de la ventana, visualizando a un sujeto de cabello largo y rubio, y ojos azules, quién miraba con desinterés.
-¿Quién eres? -habló Deidara sin moverse de su lugar, dirigiendo sus orbes azules hacia aquellos negros que le atravesaban, se sintió un poco intimidado al recibir aquella mirada tan sobre su persona, pero no lo demostró y siguió con su postura de no interesarse en absoluto sobre quien era ese sujeto.
-No estoy autorizado a decírtelo, pero te tengo una propuesta que puede interesarte. -habló aquel pelinegro, sin despegar su mirada de aquel rubio. Deidara arqueó una ceja, no solamente sus ojos eran intimidantes, su profunda voz también lo era, y parecía estar volviéndose loco producto del encierro, pero al escucharlo hablar sintió un pequeño corrientazo en su estómago y fue a aterrizar en su entrepierna. Se removió incómodo en su sitio y despegó su vista y la dirigió a otro punto de su celda, más interesante.
-Lárgate, no te conozco y no me interesa lo que tengas que decir. -habló de forma hostil. El pelinegro arqueó una ceja, un poco sorprendido por la actitud de aquel rubio, pero eso no impidió que continuara hablando.
-¿Qué ocurre contigo, rubio? ¿Acaso quieres morir aquí? -mencionó el militar, lo cual sonrió internamente al ver que volvió a captar la atención de Deidara ante la última pregunta formulada, se relamió los labios, humedeciéndolos para proseguir, gesto que no pasó desapercibido por el rubio. -Se te está ofreciendo una oportunidad para redimirte y poder salir de aquí, ¿por qué no la aprovechas? -preguntó, Deidara emitió una pequeña sonrisa ante esto, ya sabía a lo que se refería, por un instante, esa sonrisa le pareció al militar la más hermosa de todas.
-No eres el primero en preguntar y tampoco serás el último en hacerlo. -contestó sin borrar su sonrisa. -Eso es lo malo que tienen ustedes, y los imbéciles del Gobierno. Se creen que pueden usarnos como conejillos de indias y hacer con nosotros lo que les venga en gana. -dijo en tono de molestia, mientras poco a poco su semblante iba cambiando a uno serio y sus ojos irradiaban furia. -Pero sigo siendo una persona, no soy un arma. Y respecto a tu pregunta, la respuesta es sí, prefiero morir aquí. -y dando por terminada la conversación, Deidara hizo un leve movimiento con su mano, dándole la espalda al militar. El pelinegro se quedó un rato mirando la espalda del rubio, era claro que ya no iba a hablar, mucho menos a seguir contestando preguntas, por lo que se incorporó levemente y sin emitir ninguna palabra, dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la entrada de la penitenciaria, el guardia que lo guio lo seguía desde atrás. Ese sujeto realmente era interesante, era tal cual lo describían en el informe, y estaba ansioso por contárselo a su superior.
‘’Sabaku No Gaara
Apodo: El demonio que solo se ama a sí mismo.
Edad: 19
Habilidades: Arena, Shukaku.
Familia: Madre, padre, hermanos, tío.
Historia: Su madre falleció al darlo a luz, desde ese entonces su tío se hizo cargo de él. Desde sus primeros seis años, su pueblo lo utilizó como un arma para protegerse, y para eso, lo sometieron a una técnica de posesión para encerrar a un biju, a Shukaku, lo que también se le puede llamar a Gaara bajo el nombre de Jinchuriki de una cola. Creció en un ambiente tan hostil, que llegó a la conclusión de que nadie lo amaba, y en un acto de furia, tomó un cuchillo y él mismo se tatuó en la frente el kanji Amor, como símbolo de que solo se ama a sí mismo. Su primer delito, fue el asesinato de su tio, quién había sido enviado por su propio padre a matarlo, luego, un mercenario que fue enviado por los mismos motivos también fue asesinado salvajemente por Gaara, y así fueron llegando uno tras otro a medida que él iba creciendo, hasta llegar al punto en el que Gaara ahora no solo asesinaba a aquellos enviados a acabar con su vida, sino que también empezó a matar a cualquiera que amenazara su existencia, siendo hombre, mujer o niño, cualquiera que representara una amenaza para Gaara, era brutalmente asesinado. Capturarlo fue lo más difícil de todo, nadie podía acercarse a él, no con ese montón de arena estorbando y arremetiendo contra la policía, ni los sedantes funcionaron, ya que, al momento de dispararlos, la arena se interponía entre él y los proyectiles, protegiéndolo. ‘’
La celda del pelirrojo era una de las más extrañas que aquel militar había visto, debido a que no tenían los típicos barrotes que caracterizaba a las demás, esta celda era un cuadrado de vidrio con pequeños agujeros en el centro para que pudiera entrar oxígeno; y esa celda estaba dentro de otra celda completamente cerrada. Estaba siendo custodiado por aproximadamente seis guardias, por lo que, cuando el militar preguntó por qué tantas personas para un solo hombre, estos le respondieron que, por alguna extraña razón, el Sabaku no duerme, por lo que se han registrado varios intentos de fuga, especialmente en las noches, cuando todos terminan sus turnos, y es por eso la excesiva vigilancia. Otra pregunta que surcó la cabeza del militar, fue por qué lo tenían encerrado en esa extraña celda, y no en una normal como a los demás, y los guardias amablemente le respondieron que él en su momento estuvo en una celda común y corriente, pero se han reportado muchos incidentes y colegas heridos, debido a que el muy maldito aprovechaba las guardias nocturnas para atrapar a los policías entre sus garras de arena y estrangularlos hasta que estos terminaban inconscientes, y así aprovechaba para robarles las llaves de su celda y huir. Se tuvo que tomar medidas extremas con él.
Gaara observaba como aquel militar de cabello negro bajaba las escaleras, no le despegaba la mirada de encima, y era la primera vez que aquel militar se sentía nervioso ante aquellos ojos turquesa que lo miraban con insistencia, pero debía mantener la compostura, y, sobre todo, mantener la seriedad que lo caracteriza, no debía mostrar debilidad, y mucho menos sentirse intimidado ante aquel asesino, por lo que trató de fingir que esa mirada no le ocasionaba nada. Cuando estuvo frente a la celda, y antes de que el militar pudiera hablar, una ráfaga agresiva de arena impactó contra el cristal exactamente donde el militar estaba parado, otra ráfaga impactó con la misma intensidad, y así fueron apareciendo una tras otra, el cristal que lo protegía no tenía ni un rasguño, y el pelinegro pudo entender el por qué lo pusieron ahí, su arena no tenía ningún efecto contra esos cristales, lo que lo hizo suspirar aliviado, el primer ataque lo tomó por sorpresa, de no ser por la gran tecnología de aquella penitenciaria, el militar ahora mismo estaría muerto.
El pelirrojo se sintió frustrado, él ya sabía que la celda fue hecha especialmente para él, para que no pudiera ocasionar disturbios, y mucho menos intentar romper el cristal con sus poderes, pero algo en su interior le dijo que debía probar, aunque sea unas últimas veces, tratar de lastimar a aquel pelinegro de ojos grandes, con la idea de que posiblemente aquel vidrio se haya llegado a debilitar con el tiempo y con los múltiples intentos del pelirrojo para tratar de romperlo. Gaara caminó a pasos lentos hasta quedar frente al militar, ambos no apartaban la mirada del otro, y el pelinegro se sintió un poco incómodo al ver como ese pelirrojo lo escaneaba con la mirada, mirándolo de arriba abajo sin ningún pudor, para dar nuevamente con sus ojos.
-¿No tienes miedo? -habló por primera vez, aquella voz varonil y grave lo hizo volver a la realidad, el militar tragó saliva disimuladamente antes de contestar.
-¿Por qué debería? -contestó desafiante.
-Porqué...no soy de fiar. Y ni no fuera por estos cristales, tú ya estarías muerto. -contestó con cinismo y soberbia. La mirada turquesa de aquel pelirrojo volvió a viajar nuevamente por su cuerpo, esta vez, deteniéndose en sectores que para él eran de interés. Sus piernas, su cuello, su entrepierna y sus manos, sobre todo sus ojos se posaron en aquel anillo en uno de sus dedos, el pelirrojo arqueó una ceja. -¿Casado, eh?
-No, pero si tengo pareja.
-Ya veo. -repitió el pelirrojo por inercia. -¿Cómo reaccionaría tu pareja en cuanto se entere que fuiste asesinado por un metahumano?
-No vine hasta aquí a hablar de mí.
-Lo sé. -cortó abruptamente el pelirrojo. -Se a lo que viniste, y no pienso colaborar.
-¿Cómo es que...? -el militar estaba sorprendido, iba a reclamar el como aquel pelirrojo sabía el motivo de su llegada, pero lo que dijo a continuación lo dejó sin palabras.
-Eres lindo. -dijo Gaara, interrumpiéndolo nuevamente. -Y tienes un cuerpo de infarto. -y eso fue la gota que rebalso el vaso para el militar, pero intentó atacarlo, luego lo amenazo y ahora le estaba piropeando. Fueron situaciones que el pelinegro simplemente no quiso seguir tolerando, por lo que dio media vuelta y salió casi corriendo de allí, con pasos apresurados hasta que desapareció de aquel sitio, consideró que ya había observado lo suficiente, los guardias no entendían muy bien a que se debió aquel cambio tan drástico del militar. El pelirrojo comenzó a reírse como desquiciado mientras volvía a su posición inicial antes de que aquel militar hiciera acto de presencia.
‘’Naruto Uzumaki.
Apodo: El niño de la profesía.
Edad: 19
Habilidades: Kurama
Familia: Madre, padre.
Historia: Al igual que lo que paso con Sabaku No Gaara, Naruto también tiene un biju en su interior, denominado como Jinchuriki de nueve colas, ya que posee los poderes de Kurama. En su nacimiento, fue secuestrado por un enmascarado, y sus intenciones era liberar el poder de Kurama para destruir el pueblo de donde provenía Naruto. Sus padres lo impidieron, y murieron salvando a su hijo de una muerte segura. Las personas de su pueblo lo despreciaron y humillaron, lo cual Naruto desarrollo un ansia de reconocimiento y aceptación, pero por más que intentó ser un chico de bien, así como sus padres lo anhelaban, lo cierto es que no tardó mucho tiempo en irse para el lado malo. Dejándose cegar por el exorbitante poder de Kurama, se convirtió en un asesino a sueldo con una clientela excepcional. Continúa manteniendo su misma actitud hiperactiva, exuberante, excitable, impulsivo y sufre, además, de un lapso de atención corto. Muchos dudan de cómo alguien como él termino en Konoha, alguien con una actitud tan ingenua no pudo haber sobrevivido tantos años en una penitenciaria de ese calibre, mucho menos entenderían como alguien así puede matar a alguien. Nunca fue intrínsecamente malvado, pero sufrió muchas burlas en su infancia, se metía en muchas peleas para llamar la atención y fue así que su habilidad en peleas callejeras fue creciendo, llegando a pasar casi la mayoría de su infancia en correccionales juveniles, donde aprendió malas artes de otros internos. Su primer asesinato, cuando termina en prisión, fue cuando mato a otro prisionero que lo acosaba, se volvió alguien respetado y temido, y obtuvo la liberación bajo palabra.’’
Aquel militar esperaba ansioso la entrada de Naruto, desde que leyó su expediente y le explicaron sus habilidades, solamente tuvo una idea que surcó su cabeza, la más loca y descabellada que se le pudo ocurrir, tan peligrosa que, si sus superiores se enteraran de lo que hizo, probablemente saldría despedido, pero era la única forma para poder ver más de cerca a aquel rubio y poder dar un informe completo y bien detallado. Los guardias hicieron acto de presencia, con el prisionero esposado detrás de su espalda, caminaba con total tranquilidad y con aires de desinterés, no le importaba en lo más mínimo lo que aquellos sujetos tenían pensado hacer con él, lo único que pudo visualizar, son un montón de armas sobre una mesa de madera.
-Libérenlo. -habló el militar, los demás presentes se miraron entre ellos algo sorprendidos, cuestionándose si realmente escucharon bien.
-¿Disculpa? -se atrevió a hablar uno de los guardias, quien aún no salía de su asombro.
-Lo que oíste.
-¿Tienes idea de lo que puede hacer? -preguntó desconcertado el guardia, señalando al rubio groseramente, mientras éste solamente se quedaba quieto en su sitio, mirando hacia adelante, como si todo a su alrededor fuera ajeno a él, pero bien que estaba al pendiente de la situación.
-Si, y por eso eh venido desde lejos para comprobarlo. Quítenle las esposas. -ordenó demandante aquel pelinegro, los guardias guardaron silencio nuevamente, ese militar daba la impresión de que no estaba jugando con su pedido, y no podían creer que ese estuviera hablando enserio. Miraron nuevamente al guardia encargado de traerlo esposado, expectantes de la decisión que pueda llegar a tomar su compañero. El guardia le quitó las esposas con algo de miedo, y el rubio una vez libre se sobó las muñecas adoloridas, le dio un último vistazo a la mesa ocupada y dirigió sus orbes azules hacia el militar a su lado.
-¿Y esto que es? ¿Vamos a ser animadoras? -preguntó al mismo tiempo que sonreía, burlándose de la situación. El militar arqueo una ceja, en una situación así no podía creer como al rubio se le ocurría bromear.
-Veamos que puedes hacer. -mencionó. Observó cada uno de sus movimientos, el rubio se le quedó mirando por un instante, como procesando lo que acababa de escuchar, y comenzó a inspeccionar la mesa. Al azar, tomó entre manos una semiautomática, una Beretta 93R, la observó con detenimiento buscándole imperfecciones, y se colocó el cartucho correspondiente. Apuntó al policía que lo custodiaba, y rápidamente todos los presentes se alarmaron y colocaron sus armas reglamentarias en la cabeza del rubio. El militar también se puso en alerta ante ese accionar. -¡Todo el mundo tranquilo! -ordenó el pelinegro en un grito, tomando cartas en el asunto al ver como los guardias no dudarían ni un segundo en disparar, y necesitaban al rubio vivo.
-¿Qué hay para cenar? Espero que ramen. -dijo Naruto con una sonrisa de oreja a oreja, le divertía mucho la situación, tanto que ni siquiera podía ser real lo que estaba pasando. Si tanto querían jugar con él, entonces él les seguiría la corriente.
-¡Oficiales, si este idiota me dispara, les ordeno que lo maten! -gritó el guardia que se veía apuntado en el rostro con aquella arma, bastante alarmado y sin saber que hacer. No podía sacar su arma también para confrontarlo, ya que el rubio lo tomaría como una amenaza y jalaría del gatillo, así que la opción más sensata fue simplemente quedarse sin hacer nada, pero al menos quedándose tranquilo de que si Naruto le disparaba, él también iría a parar al mismo lugar.
-¿Por qué estás tan nervioso? A lo mejor son balas de sal, no te harán daño ‘ttebayo.
-Tienes mucha razón. -habló esta vez el militar detrás de él. -¿Por qué le daríamos un arma cargada a un dobe como tú? Te sugiero que jales del gatillo y lo compruebes. -habló, el guardia le miró como si se tratara de alguna broma, el rubio volteó a verlo, primero por el insulto que le acaba de decir, y segundo porque ahora estaba empezando a dudar de la situación. -¿Qué esperas? Vacíala.
-¿¡Qué estás diciendo?! ¡¿Estás loco?! -gritó el guardia, no quiso creer que aquel militar estaba incitando al rubio a jalar del gatillo, era absurdo. Naruto apuntó el arma hacia el cielo y jaló del gatillo, el estruendo que hizo el disparo lo dejó desconcertado, las balas de sal jamás harían ese sonido, dirigió su mirada hacia el pelinegro que simplemente se reía de su cara de asombro.
-Todos ustedes están locos ‘ttebayo. -dijo, y rápidamente apuntó a los simuladores que tenía en frente y comenzó a disparar. Su puntería era tan perfecta, que todos sus tiros iban directo a la cabeza. Los ángulos en los que ponía el arma eran propios de un profesional, ni los militares más capacitados podrían su nivel de puntería. Cuando el arma se descargó, tomó otra y la cargó, una CZ75, disparó a los demás simuladores que faltaban, el militar estaba sorprendido por el nivel de puntería de aquel rubio, su boca estaba entreabierta por el asombro, y peor cuando de la nada Naruto hizo una especie de movimientos extraños con las manos y de la nada aparecieron dos clones idénticos a él. Estos clones se posicionaron alrededor de la mano del Naruto original, y con sus manos comenzaron a hacer movimientos, haciéndose visible una especie de huracán que comenzó a tomar forma de algo más grande. -¡Rasen Shuriken! -gritó el rubio, lanzando ese poderoso ataque, que aparte de provocar un fuerte corrientazo de viento, los simuladores restantes se vieron envueltos en aquel huracán, y desde la distancia en la que estaban, se podía escuchar como el metal era corrompido como si le estuvieran clavando miles de cuchillas, hasta pudieron visualizar que salían pequeños pedazos de metal disparados por los aires. Cuando el ataque terminó, el militar, al igual que todos los guardias restantes, abrieron los ojos como platos al ver el estado en el que quedaron esos simuladores: ya prácticamente no existían, dejando a la vista simple metal arruinado.
-¿Ya podemos esposarlo? -habló el guardia que no salía de su asombro, mientras más rápido estuviera el rubio sin la disposición de sus brazos, mucho mejor.
…
-Cuéntamelo todo, Itachi. -habló Fugaku desde el otro lado de la línea, una vez que todos pudieron observar con detenimiento a los seleccionados, dieron los informes correspondientes y una vez terminado, Itachi llamó a su padre para darle las noticias.
-Ninguno está de acuerdo en cooperar, padre, no quieren verse involucrados en un asunto del Estado.
-Nadie les pregunto si están de acuerdo o no, Itachi, la razón por la que están ahí es para inspeccionar si los seleccionados están aptos para realizar la misión, ¿lo están o no? -preguntó de forma despectiva, ya sabía que ninguno de ellos iba a querer formar parte de un plan del Gobierno, pero lo que ninguno de ellos no sabía, era que son simples criminales, nadie les está preguntando si quieren o no formar parte, se les está ordenado y punto.
-Lo están, todos ellos. -respondió mecánicamente.
-Perfecto, hoy mismo hablaré con el jefe del Departamento de Ciencias. Hace poco presentaron un proyecto para asegurarnos de que los prisioneros obedezcan y no se salgan con la suya, y quiero ver que tal están avanzando.
-Comprendo. -respondió Itachi, suspirando en el trayecto. -Pero, padre, quería hacerte una pregunta. -ante el silencio desde el otro lado de la línea, Itachi lo interpretó como que su padre estaba esperando la pregunta, suspiró nuevamente y habló. -¿Qué pasará exactamente si el plan fracasa? ¿Si los metahumanos no son capaces de cumplir con la misión?
-Simplemente nos desligamos. -contestó certero. -Y morirán.
-No es tan sencillo. No creo que ninguno de ellos se quede de brazos cruzados para ver como los matan. Algunos de ellos son aterradores, Sabaku No Gaara atacó a Rock Lee, y de no ser por el cristal que lo protegía, ahora mismo él estaría muerto. Y Sasuke liberó a Naruto Uzumaki para que pudiera ver en carne propia de lo que era capaz.
-¡¿Qué Sasuke hizo qué?! -gritó Fugaku colérico, Itachi tuvo que alejar un poco el teléfono de su oído para que no lo dejaran sordo.
-Lo sé, ya lo recriminé por eso, no se volverá a repetir.
-¡Ese niño imprudente, me va a escuchar cuando vuelva! -dijo todavía molesto, no podía creer que su hijo menor fuera así de arrebatado e hiciera tal cosa, pudo poner en peligro a todo el personal, incluyéndose a sí mismo. Suspiró, tratando de mantener la calma nuevamente y prosiguió. -Muy bien, Itachi, en cuanto tenga noticias del Departamento de Ciencias, llevaremos a cabo la misión y los reclutaremos de inmediato. Por ahora, pueden retirarse.