El día que tanto imaginó había llegado, con tiempo subió todas sus cosas en el coche, a decir verdad, no eran muchas, únicamente sus útiles escolares y una pequeña caja de color negro con un vistoso moño rojo. Estaba a punto de irse cuando Naruto salió lleno de regalos, cargaba con él tres globos de corazones con diferentes tamaños, una gran caja de regalo color azul, y una de menor tamaño color morado con lo que imaginó serían sus chocolates caseros.
No hizo más que resoplar, si bien no todos los días se hacía cargo de llevar a Naruto a la escuela, parecía que el día de San Valentín Naruto necesitaba un transporte propio. Le abrió la parte de atrás para que pusiera los regalos en los asientos del pasajero y le permitió subir en la parte del frente. Naruto agradecido le regaló un chocolate que guardaba en su bolsa especialmente para su hermano pero no se lo haría saber; en su intento de subir se sorprendió que en el asiento estuviera esa pequeña caja de regalo y con curiosidad preguntó - ¿lo harás hoy? - a lo que Deidara respondió –sí, lo intentaré- una gran sonrisa obtuvo de su hermano y el tono de alegría en su voz se hizo notable –Muy buena suerte Onii-chan.
Las palabras de Naruto lo calmaron en cierto punto, sabía que las personas cercanas a él se habían dado cuenta de sus sentimientos, el problema era que la persona que tenía que saberlo ni idea tenía de todo lo que provocaba en él.
Cuando estaban bajando todo del carro se lo encontraron, la persona dueña de sus pensamientos llegaba al mismo tiempo que ellos al estacionamiento. Era Itachi, se acercó cortésmente a saludar –Hola Deidara, Naruto- El rubio menor reconoció el nerviosismo en su hermano por lo que tomándolo del hombro le hizo volver en sí -Hola, Itachi nii-san- Naruto lo llamaba así debido a su hermano, esperaba que pronto, muy pronto al parecer Itachi pudiera convertirse en su cuñado, pero para el pelinegro dicha frase significaba que el rubio de ojos azules era la pareja de su pequeño hermano; a sabiendas de esto Itachi bromeó un poco –¡Ohh, Naruto – kun! ¿quién es el afortunado? - Naruto río un poco y agregó –jaja te sorprenderías- después de esas palabras y sin entender muy bien a lo que se refería el mayor sonrío, Naruto era muy ocurrente y en esos instantes solo podía imaginar a un Deidara chiquito.
Naruto le pasó los globos y las cajas a Deidara y le pidió de favor que le acompañara a su salón a preparar todo, Deidara accedió después de todo ya lo había llevado; terminando de acomodar las cosas, el rubio vio la cara de felicidad de Naruto, sin duda era muy afortunado; hacía unos años Sasuke se le había confesado y el aceptó gustoso, tenía muy guardada en su memoria la cara incrédula del Uchiha menor ante su respuesta y deseoso anhelaba poder ver la misma en Itachi.
Sasuke había intentado confesarse en más de una ocasión, pero su hermano era tan despistado que no se daba cuenta; parte de eso le causó un poco de inseguridad, ver a Sasuke tan decidido le hacía pensar que quizá el Uchiha mayor no sintiera nada por él, ya que nunca había intentado nada así, o no daba señales de quererle como algo más, sin embargo, gracias a sus amigos y su hermano fue tomando valor para decirle sus sentimientos; le decían que si el pelinegro no iba hacia él, él fuera tras el pelinegro, sabía que habrían sacado la frase de alguna galleta de la fortuna pero algo de razón debía haber en aquellas palabras.
Ahí estaba sentado en su salón, esperando la hora del recreo para acercarse al salón de Itachi, entregarle lo que tuviera que entregarle, e irse de ahí esperando su respuesta hasta el final del día. Sasori lo notó impaciente y le confirmó –Así que hoy es el día- Deidara suspiró –Sí- el pelirrojo estaba alegre deseaba que su amigo pudiera enfrentar sus sentimientos, no poder decirlos o compartirlos daba una mala sensación, y él lo sabía muy bien, para distraerlo un poco le preguntó -¿Y cómo vas a hacerlo?- Deidara decidido le empezó a decir –Bueno, iré a verlo y le entregaré esta caja con chocolates, lo primero que pensará es que es una broma pero luego al final de la caja le he dejado una etiqueta preguntando: “¿Quieres ser mí San Valentín?” y después ya solo tendré que esperar su respuesta.
Sasori escuchó todo, ciertamente le parecía un buen plan, pero no podía ver “la caja” de la que hablaba Deidara –Ok, todo me parece bien, pero ¿de qué caja estás hablando?- Deidara un poco confuso le reafirmó –La caja Sasori, ¿esta ca…ja?- rápidamente se levantó de su asiento, buscó dentro de su mochila, debajo de la silla y no encontró nada, trató de recordar lo que había hecho con ella hasta percatarse que no la había bajado del carro; con la presencia de Itachi en la entrada decidió no mostrarla, no quería que la viera, y luego cuando Naruto le pidió ayudarle se suponía volvería por ella, ahora se daba cuenta que los nervios le habían hecho olvidarlo.
Corriendo se dirigió al coche, ya era tarde, casi mediodía y el sol estaba en su punto, para el colmo era un día totalmente soleado y perfecto para los enamorados, pero no para él, no para sus chocolates.
Estaba molesto consigo mismo, abrió la caja y solo pudo ver una pasta de chocolate entre algunas piezas con formas de corazón, corazones partidos a la mitad y otros sin forma. No podía entregarle eso, Itachi todos los años recibía los mejores chocolates, los mejores regalos y él no podía darle aquello, de nuevo lo había arruinado.
Bajó la caja, compartiría sus chocolates de la decepción con su amigo Sasori y se olvidaría del tema al menos por el día de hoy, se veía encabronado, daba pisadas fuertes, y con las manos en los bolsillos toda la gente que pasaba a su alrededor lo evitaba, no quiso volver a clases, se escondió la última hora en el patio de la escuela, se dio cuenta que asustó a una pareja de tortolos, pero cuando quiso disculparse ya habían corrido, al final de todo pensó que él necesitaba más el lugar que ellos y sin más que hacer se acostó en las gradas del centro deportivo.
Viendo hacia el cielo cerró los ojos, suspiró y trató de quedarse dormido, estaba a punto de lograrlo hasta que escuchó -¿Tuviste un mal día?- esa voz era la de Itachi, sorprendido abrió los ojos y lo primero que vio fueron sus ojos negros, estaban ahí mirándolo directamente, su cabello azabache estaba casi suelto y podía sentir como algunos mechones rozaban parte de su rostro, era perfecto.
Trató de levantarse pero el mayor no se lo permitió, le tomó la cabeza y lo recostó en sus piernas, Deidara se sentía tranquilo, Itachi no entraba precisamente en su lista de amigos, por supuesto que no, pero no sabía lo qué eran, tal vez solo conocidos, siempre lo había tratado “bien”, después de todo era hermano de su cuñado, eso era lo que lo ponía tan mal.
Sin darse cuenta Itachi descubrió la caja, la abrió y solo pudo preguntar - ¿Esto qué es?
Deidara inquieto y volteando a ver a qué se refería se levantó de golpe para quitárselo, Itachi ni siquiera sabía lo que eran, estaba avergonzado; trató de arrebatárselo de las manos, pero el mayor no lo dejó –Ya dime, ¿qué es?
Deidara respondió –Es solo chocolate.
Al oír la respuesta del rubio, parecía que ese era el motivo de su desdicha, para asegurarse se decidió a preguntar –¿para quién?, su voz denotaba ligera curiosidad.
Deidara cambió por completo el tono de su voz, la expresión de su cara, ese era el momento, era ahora o nunca, se podía confesar ahí mismo, pero tener a Itachi justo a su lado no facilitaba las cosas, así que se daría su tiempo y lentamente respondió –Para la persona que… me gusta.
Para Itachi era la primera vez que veía a Deidara en ese estado, sonrojado, sin poder articular muy bien las palabras, imaginó que la persona a la que le haría llegar tal regalo no lo quiso y se negó a comerlo, tal pensamiento le hizo doler su corazón, pero si ese era el caso no podía imaginar lo que Deidara sentía en esos momentos, así que trató de alegrarlo.
-¿Y tú lo hiciste?
-Sí, yo lo preparé.
Itachi no necesitaba más, no dejaría que el chocolate se tirara a la basura, tal vez no era para él pero no permitiría que los sentimientos del rubio fueran desechados, decidido le comentó -Entonces no lo podemos desperdiciar- sin que Deidara fuera capaz de detenerlo, Itachi ya había dado un mordisco, estando el trozo de chocolate dentro de su boca lo saboreaba, era el chocolate más rico que había probado y en una palabra se lo hizo saber –Amargo.
Instantes después sin pensarlo mucho agregó -Es cómo a mí me gusta.
Al pensarse descubierto Deidara contuvo el aire, quería mirarlo pero no podía, tampoco podía escapar de ahí, así que esperó apretando sus puños, el tiempo se hacía cada vez más lento; de repente sintió como la persona a su lado se levantaba y un sonido familiar se escuchaba a lo lejos.
Itachi se puso de pie para emprender su camino, el día de clases había terminado, ya solo quedaba ir a casa, durante su ida al estacionamiento se permitió elogiar a Deidara.
-Estuvo muy rico, me gustó mucho Dei-
El pequeño diminutivo lo tomó desprevenido, pero confortó su corazón, sus sentimientos puestos en el chocolate de alguna forma habían llegado a Itachi y eso era suficiente, Deidara supo que por un año más Itachi no sabría que lo amaba, pero eso le gustaba de él, era listo, pero al mismo tiempo despistado y en cosas del amor lo consideraba un ser fuera de este mundo.
En todo su caminar no dejó de sonreír, estaba realmente feliz, tal vez su chocolate no llegó a expresar del todo sus sentimientos, pero estaba demasiado contento por ver a Itachi disfrutarlo, eso lo compensaba todo, incluso el hecho de que estuvieran derretidos.
En el estacionamiento vieron llegar a sus hermanos, Sasuke más reservado de lo común, pero con un sonrojo que denotaba lo tímido que se encontraba, Naruto lo había llenado de regalos y él simplemente no pudo negarse.
Naruto estaba tan contento que al llegar le dijo a Itachi -¿Y bien, qué te parecieron, ricos no?- al oírlo Deidara trató de callar a Naruto, le hizo un gesto con su codo para detenerlo. Sasuke tampoco entendía pero hizo un análisis, si Itachi comía los chocolates y Deidara no quería que Naruto hablara, eso significaba que no se había confesado del todo; Sasuke que conocía bien a su hermano y aprovechando cómo Deidara hacía pleito con Naruto le preguntó - ¿Lo lograste?
Itachi solo suspiró –El otro año será.
Con cuidado sacó un chocolate blanco de su bolsillo, estaba envuelto en un papel luminoso azul, derretido por el calor del ambiente y de su cuerpo, sin mucho ánimo se lo dio a su hermano, quien tratando de que el chocolate cumpliera su propósito se lo entregó a Deidara extendiéndolo en su palma -¿Quieres?- ver el chocolate le sorprendió, pensó que tal vez era como una ofrenda de paz por parte del pequeño Uchiha, sin dudarlo mucho lo desenvolvió y lo comió, se sentía suave y cremoso, Deidara relamió sus labios, estaba delicioso –Mph, muchas gracias Sasuke, me encantó- Itachi solo pudo agradecer a su hermano por el gesto.
Sasuke quería golpearlos ahí mismo, cómo era posible esa situación, sabía que su hermano era complicado en el tema del amor, pero viendo la escena, lo que Deidara no sabía es que era igual de despistado que Itachi; sin embargo lo entendía, no por nada él se había confesado más de una vez a Naruto hasta que por fin había hecho que su rubio le correspondiese.
Al despedirse en el estacionamiento Sasuke no quería ser tan meloso, pensaba en sus hermanos mayores, mientras a Naruto no le importaba mucho, según él eso les animaría a confesarse como debe ser, en parte era así pero al mismo tiempo provocaban cierto color en sus mejillas.