Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Calor por Lis Malfoy

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Otro vicio más... Alguien tiene mucho calor, a ver cómo lo soluciona.

Sigo completando los que faltan. Muchas gracias por vuestro apoyo, estoy contentísima con los comentarios que me dejáis, son un montón! Besos por vuestra fidelidad y gracias de nuevo!

 

Hacía demasiado calor. Quizá si él no estuviera ahí… No podía evitarlo. Ese chico le provocaba calor. Un terrible calor. Un asfixiante calor. Y cada vez más. Sólo con verlo aparecer, su cuerpo ya entraba en calor. Si le miraba, entonces empezaba a sudar. No sabía qué sucedería si alguna vez le hablara. Pero eso le resultaba casi un sueño.

Harry, que así se llamaba su vecino y su objeto de deseo, apenas aparecía por el apartamento. No sabía de qué trabajaba, sólo sabía que apenas dormía en casa. Normal si se trataba de un chico de veinte y pocos años, joven y guapo, pero eso le inquietaba. Y en el fondo se sentía celoso. Harry vivía justo en el piso de enfrente, el rellano era el único puno de encuentro posible. Aunque eso había sucedido tan sólo un par de veces desde que el muchacho se mudara en el bloque. Sabía que tenía varios amigos, había visto a bastantes chicos entrar y salir del apartamento a través de la mirilla de su puerta. Siempre les espiaba. Quería saber qué hacían allí dentro, verles, poder formar parte de ese grupo, porque lo que más deseaba del mundo era estar cerca del moreno.

Y ahí se encontraba. Mirando a través de la mirilla como un chico rubio, de impresionante belleza, cuerpo atlético y preciosos ojos, entraba en el piso, seguido por un espectacular castaño y un perfectamente proporcionado pelirrojo. Les había visto en varias ocasiones. A veces, aunque con menos asiduidad, también aparecían dos chicas, una castaña y una morena, las únicas del grupo, y tenía la intuición de que eran pareja por como se comportaban. Hacía meses que sospechaba que su vecino era homosexual. Como él. Y eso lo hacía aún más provocador. Si hubiera sido heterosexual quizá con el tiempo hubiera desistido, pero ahora no, no se rendiría. Sabía que tarde o temprano el moreno caería rendido a sus pies. Nadie se le resistía.

¿Qué hacían tanto tiempo en un piso tan pequeño? Empezó a ponerse nervioso. ¿Tanta gente en el minúsculo salón? ¿Cómo podían pasar tantas horas en tan poco espacio? Seguía detrás de la puerta, había cogido una silla para no perderse ningún detalle, sobre todo quería ver, aunque fuera de lejos, el momento en que Harry saldría del apartamento. Pero no tuvo suerte, esa noche el moreno no se movió. Oyó voces, espió por la mirilla, pero sólo eran sus amigos, todos sus amigos, que se iban. Eso quería decir que el chico se había quedado solo.

Calor. Más calor. Harry estaba solo. Nadie a su alrededor. Nadie. Era su oportunidad. Y más calor.

Se decidió. Fue al baño y se arregló. Ya había esperado demasiado. Iría a hablar con él. Maldijo el timbre de la puerta cuando sonó en el momento en que se daba los últimos retoques frente al espejo. Aún maldiciendo a la persona que había interrumpido su tarea, abrió la puerta para contestar de mala manera. Pero finalmente no lo hizo.

Frente a él, un chico guapísimo con una sonrisa enorme en sus labios. Un chico moreno, de impresionantes ojos verdes, con unos perfectos labios rosados y la piel bronceada. Su vecino. Harry.

- Hola… Buenas noches, espero no interrumpir – dijo con su cara más inocente.
- Oh, para nada… sólo me arreglaba un poco para salir.
- Entonces no molesto, ya volveré en otro momento – se excusó Harry.
- No, no, espera – no iba a desaprovechar esa oportunidad -. ¿Qué querías?
- Es que… - era algo tímido y le daba vergüenza interrumpir al vecino, y menos por una tontería -, no tengo arroz, lo olvidé comprar y…
- ¿Te preguntabas si yo tenía un poco? – Harry asintió -. Por supuesto, ahora mismo te doy un paquete. Pasa, no te quedes ahí en la puerta.

Harry entró. El piso era exactamente igual que el suyo, sólo que decorado con mejor gusto. Era evidente que una cualidad notable de su vecino era la elegancia, pues había decorado el apartamento de acuerdo con sus gustos. Contempló la gran cantidad de obras pictóricas que colgaban de las paredes, admiró cada escultura y se sorprendió al contemplar la inmensa biblioteca que poseía el rubio. Él, en la habitación donde su vecino guardaba todos los libros –pudo descubrir que muchos eran primeras ediciones- tenía una cama auxiliar y un armario, exactamente el mismo nivel cultural, se burló.

Lucius observaba cada movimiento del moreno. No podía creer que lo tuviera en su propio apartamento. Parecía un sueño. El chico se había quedado boquiabierto al contemplar su gran y más preciado tesoro: su biblioteca. Le había llevado años coleccionar esas obras, muchas eran reliquias y había tenido que buscarlas en librerías de viejo de muchas capitales europeas. Pero el esfuerzo había valido la pena. La fortuna de sólo una estantería le valía para no trabajar nunca más. Y él tenía unas cuantas estanterías adornando la habitación. Se fijó en el chico. Estaba radiante. Se mordía el labio cuando observaba atentamente los objetos, se había fijado en eso hacía tiempo, y le encantaba ese gesto. Harry se volteó y contempló fijamente a su vecino, quien lo aguardaba en la puerta con el paquete de arroz en la mano. Se acercó hasta a él pero, cuando estaba a punto de cogerlo, se paralizó al poder visualizar de cerca el rostro y los preciosos ojos plateados del rubio. Lucius aprovechó el momento.

Besó sus labios con ansiedad, llevaba demasiado tiempo esperando una ocasión así. Le arrimó contra la pared, hecho que provocó que los dos cuerpos se frotasen y ambos soltaran un ahogado gemido. Lucius se sorprendió de que Harry continuara su juego, y ahora era el moreno quien llevaba la iniciativa. Se separó un poco y le condujo hasta la habitación. Una vez allí, le sacó la camiseta y empezó a devorar –literalmente- su pecho y pezones. Nunca hubiera imaginado que el chico fuera tan pasional, y eso era una cualidad que Lucius adoraba. Pero el rubio no se quedó quieto. Consiguió ganar la posición y situarse arriba para poder contemplar, centímetro a centímetro, ese cuerpo que le volvía loco. Desabrochó la camisa y los pantalones y casi se los arrancó. Harry sonrió divertido, pero no dijo nada. Lucius continuó y le sacó los boxer. Y ahí estaba. La magnífica erección de Harry. El miembro del rubio palpitaba aprisionado aún dentro de los pantalones. Nunca hubiera imaginado que su vecino estuviera tan bien dotado, y enloqueció aún más. Rápidamente, atrapó el miembro del moreno con sus labios y empezó a lamer y succionar a un ritmo frenético, provocando que Harry sólo alcanzara a emitir algunos gemidos y jadeos. Cuando el chico ya estaba a punto de alcanzar el orgasmo, pronunció su nombre y Lucius le miró fijamente a los ojos.


- Lucius… - qué bien sonaba en sus labios -, Lucius… - era perfecto -, ¡Lucius! – gritó finalmente sacando al rubio de sus pensamientos.

Y todo volvió a la realidad. Delante tenía a Harry, a punto de coger el paquete de arroz de sus manos. Todo había sido producto de su imaginación. No había habido beso, ni mucho menos roce alguno entre ellos. Nada de nada. Tan sólo su imaginación. Como siempre.

- ¿Me das el paquete? – preguntó Harry, estaba pensando que su vecino era bastante raro.
- Eh… sí, claro, claro, perdona… me había distraído – se disculpó el rubio.
- Ya… Bueno, pues gracias – dijo acercándose hasta la puerta de entrada -. ¿Hace un poco de calor aquí, verdad? – se quejó abanicándose con una mano y cerrando la puerta detrás suyo.

Lucius no respondió. ¿Qué iba a decirle? Él siempre sentía calor cuando le veía y cuando lo tenía cerca. No había respuesta posible. Sí, hacia calor. Mucho calor.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).