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Apocalipsis por winllyfobica

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Notas del capitulo: la verdad es que espero que con la aparición de este segundo cap se sientan mas inspirados a leer mi original, espero que les guste y que me dejen muuuuuuuchos reviews (capitulo súper corto en comparación a los de “flores de papel” pero prometo que a medida que avance se pondrá mas interesante)Bye.
  

Apocalipsis

Capitulo II: Verdades familiares.

Todo a su alrededor se volvía negro, alguien se acercaba a él y lo zarandeaba, no sabía quien era, “Iori, Iori” le pareció escuchar que le decían pero le era imposible contestar, se sentía pesado, cansado, antes de que se diera cuenta yacía inconsciente en el techo.

Todo era oscuridad, una pura penumbra que le imposibilitaba ver hasta la palma de su mano,  aterrorizado miró a su alrededor, le pareció estar encerrado en una habitación y, cuando esperaba ver algo de claridad, despertó.

-Estas bien?-escucho que le preguntaban.

Su alrededor era de un blanco monótono y un horrendo olor a medicamento  se colaba por su nariz, se acomodó sentado en la camilla, por la ventana se colaba la suave luz del sol, intentó recordar lo que había sucedido, el techo, el viento, la persona, la sangre, el dolor, abrió los ojos desmesuradamente y se giró en dirección a su compañero.

-Que sucedió?-fue la pregunta que le dirigió al castaño.

-te desmayaste…en el techo…

-eso no es cierto-le interrumpió algo molesto-paso algo mas, lo se, mi camisa-dijo buscándola con la mirada-tenia, tenia una enorme mancha de sangre-termino en tono sorprendido.

-Escucha Iori-empezó el peli castaño-estando en el techo, no viste o sentiste algo extraño?

-dices aparte de la mancha de sangre?-dijo sarcástico, luego bajó la mirada mientras apretaba el puño con el que sostenía parte de la sabana blanca que lo cubría - había alguien allí-dijo con la mirada perdida mientras recordaba el suceso-era un hombre.

-como era?-preguntó algo interesado.

-no lo se, solo, solo me era visible su silueta, aunque, es imposible por que…

-por que?

-es que, lo que sea que fue me travesó de lleno, fue esa la razón de que me desmayara- terminó mirando a Yuki directamente a los ojos- que es lo que sucede?

Mas sin embargo ninguna respuesta salió de Yuki, sus ojos se mostraban tranquilos, con una inexpresiva frialdad casi inhumana, lo vio ponerse de pie y caminar hacia la puerta sin decir una sola palabra y antes de ser consciente de lo que hacía ya se había levantado de la camilla y lo había detenido sujetándole por el brazo.

-déjame repetirlo- dijo en tono firme- que es lo que está pasando?- terminó sin soltarle, pero, con un brusco movimiento Yuki logró soltarse del agarre y le dio la espalda para terminar de abandonar la estancia.

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Escuchó irritado el tercer timbrazo del teléfono y no pudo evitar maldecir por lo bajo, eso lo hizo unas tres veces antes de escuchar la voz del otro lado.

-que es lo que sucede Yuki?-le dijo aquella voz, sonaba mas vieja y cansada que antes.

-perdone que lo despierte a esta hora lord Cobert, es que, tiene usted que venir a Tokyo de inmediato- dijo calmadamente.

-a que se debe eso?

-ha iniciado señor

-a que te refieres?-dijo esperando que sus temores sean infundados- si es ese el caso, te enviare a Katrina, ella podrá serte de utilidad.

-Bien, ahora, hay que encontrar la manera de decírselo.

-yo me ocupare de ello.

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Abrió la puerta y entró a la habitación dejándose caer directamente en la cama, observó el techo por unos instantes divagando en lo ocurrido, no dejaba de darle vueltas al asunto, algo estaba pasando, algo grande, podía sentirlo.

Escuchó sonar el teléfono, no le importó, se levanto y se dirigió al baño para ver si de esa manera se calmaba, abajo en la cocina se guisaba una salsa agridulce mientras su madre al teléfono solo conseguía asentir ligeros suspiros nerviosamente ante la pequeña Haruka, no tardó mucho en vestirse con un sweater de cuello alto para protegerse del frío invierno que pasaban unido a unos pantalones azul fuerte, bajó a la sala y se sentó en la mesa junto a su hermana y su padre que esperaban que se les colocara la cena en el centro para servirse.

Fue una extraña velada, era la primera vez que se pasaba una cena en silencio, ni siquiera la pequeña mocosa estaba molestando, solo se escuchaba el sonido de los cubiertos y uno que otro suspiro que dejaba escapar la pequeña niña.

Se levantó algo impaciente de la mesa y se dirigió a su cuarto, había sido un día realmente extraño y confuso,  se tumbó en su cama con las luces apagadas en n vano intento por dormir que le resultó inútil, no podía apartar de su mente los sucesos de la tarde; la camisa manchada de sangre, aquel chico tan enigmático de ojos dorados, exhaló un suspiro y se incorporó sentando en la cama, entre tanta oscuridad pudo sentir que lago se movía, no era muy consciente de ello pero, en su cuarto había algo o alguien mas, podía sentirlo, no sabía como, pero podía sentir su presencia.

-quien está ahí?-acertó a preguntas sintiéndose estúpido al no escuchar respuesta, sonrió irónico y colocó una mano en su frente, ya estaba volviéndose paranoico, pero ese pensamiento se disipó en un segundo al ver como algo se movía entre las sombras, su corazón se aceleró sin que él pudiese evitarlo recordando el incidente de horas antes, tragó en seco y alargó una mano en dirección a la lámpara que descansaba en su mesita de noche, con temor y mucha curiosidad la encendió para encontrar con…

-un gato?!-exclamó sintiéndose como el tonto mas grande del mundo.

Observó como el cuadrúpedo se acercaba a él con unos movimientos muy sutiles y muy erguido, actitud que le pareció demasiado humana, tenía el pelaje rubio con un collar de color azul en el cuello, lo vio colocarse sobre él hasta que él decidiese acariciarlo, luego de unos minutos el animal se encaminó a la ventana y se lanzo hacia abajo ante la atenta mirada del pelinegro que no tenía idea de de donde había salido aquel animal o como había llegado a él.

Se encorvó ligeramente y recogió al animal del suelo,  le acarició suavemente las orejas al tiempo que sonreía complacida mientras observaba la ventana abierta del cuarto de Iori.

-así  que, tú eres Kasamachi Iori- susurró para si, dejó escapar una carcajada y fue alejándose del lugar poco a poco mientras su silueta se perdía entre las múltiples sombras de la oscura noche dejando tras de si una única carcajada tan profunda y enigmática como ella misma.

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Bostezó abiertamente agradecido de que fuera viernes, cerró  los ojos unos momentos y allí estaba de nuevo aquel muchacho castaño de ojos dorados,  realmente estaba empezando a irritarle todo aquello, y aún mas el hecho de que no podía apartar a ese sujeto de su mente.

-Konichiwa Iori- le saludó Takeshi ubicándose junto a él en su pupitre y notando como su amigo le devolvía el saludo de manera algo distraída, le observó atentamente sin perder de vista ningún detalle, su amigo parecía mas distante que nunca- sucede algo Iori?

Entre abrió los labios para contestar pero antes de que se diera cuanta ya estaba caminando e dirección a la puerta del salón para acompañar al encardo que había pasado diciendo que le buscaban,  realmente no le prestó mucha atención a aquel detalle, hasta que se vio frente a una exuberante rubia de largas piernas vestida al modo europeo.

-Kasamachi Iori?-pronunció la mujer en ingles con voz tersa mientras el asentía, esbozó una sonrisa y se acercó a él- acompáñame por favor, tengo mucho que contarte.  

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Abrió la lentamente la puerta  y caminó al interior de la casa, aún seguía en total shock tras la conversación con aquella mujer, al principió le pareció que estaba loca hasta que le enumeró ciertos detalles que, después de pensarlos con detenida  cautela, resultaban reales y convincentes, se dirigió directamente al despacho de su padre, un lugar muy elegante, su padre yacía sentado tras su escritorio, se llenó de valor y avanzó a él.

-creo que tú y Kaori tienen mucho que contar-dijo de manera tan informal que a él mismo le sorprendió.

-a que te refieres?

-al hecho de que no son mis padres-aclaró aún sorprendido del tono tan mordaz y desafiante que estaba utilizando, clavó la mirada directamente en los ojos ambarinos de su padre esperando escuchar una respuesta.

-Iori de que…

-no es necesario que finjas ignorar de lo que hablo, ya lo se, se que no soy su hijo, solo quiero que tengan el valor de decirme en mi cara como rayos es que llegue a sus manos-exclamó molesto sintiendo como las lagrimas se agolpaban en sus ojos amenazando con salir.

-fue  hace ya 17 años- escuchó la dulce voz de su madre quien se acercó hasta llegar junto a su padre-era el 24 de diciembre, aquella noche hubo una tormenta de nieve que helaba los huesos, yo estaba aquí abajo, en la sala, atizaba el fuego para mantener la casa caliente, para esa época tu padre… Michael y yo acabábamos de rechazar algo, ese día, alguien tocó a mi puerta…

>> Era una mujer de rasgos finos y delicados con unos asombrosos ojos azul grisáceo que me dejaron sin aliento, llevaba entre sus brazos a un bebé, la deje entrar sin pensarlo dos veces consciente de que era un tiempo muy frío para estar afuera.

>>Dijo que venía de muy lejos, que tenía que proteger a su niño, pero que su vida corría peligro si estaba junto a ella, dijo llamarse Ninja, me pidió que… me suplicó que te cargase, te dejó en mis brazos y simplemente desapareció, jamás volví a saber de ella, ni siquiera supe que parte de su historia era real, solo, decidí que quería tener te allí conmigo.

-no debes culparles-escuchó una voz familiar, se giró, allí ante él estaba aquel atractivo desconocido de ojos dorados que había permanecido de pie con los brazos cruzados todo el tiempo- no podían saber que era realmente lo que significaba tu existencia, lo valioso que eres para todos nosotros.

-de que se trata esto?- fue lo único atinó a decir.

Antes de darse cuenta ya estaba en camino a la puerta de la casa dispuesto a salir, caminó como un torpedo pero algo se interpuso en su camino, afuera, la luz tenue y sublime de la luna iluminó su silueta esbelta y curvilínea, sus ojos centellaron con un color rojo casi espectral, sin darse cuenta y sin saber por que se acercó hacia aquella figura femenina cuyo cuerpo irradiaba una tenue luz roja, se sentía como hechizado por aquellos ojos, terminó de colocarse frente a aquella mujer que le extendió los brazos en un abrazo que no pudo rechazar, sintió el fino cuerpo de la mujer pegado al suyo propio, ella le abrazó con mas fuerza apretándolo contra ella ante la atónita mirada de un Yuki detenido frente a la puerta y demasiado sorprendido para reaccionar, los orbes de la joven brillaron nuevamente y una risa profunda escapó de su garganta, Yuki se lanzó en dirección a la mujer pero ya era muy tarde, ella desapareció llevándose a Iori consigo.


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