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Quien lo iba a decir por ines_kaiba_wheeler

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Notas del capitulo:

Gracias mil a las personitas que me dejaron review y que leyeron este fanfic producido parte por el aburrimiento, parte por una hemorragia cerebral.

Sin más dilación: el fic 

El sol se deslizaba lentamente hacia su cumbre en el cielo, que estaba despejado de toda nube y aún se visualizaban los rastros de la pasada noche: el rocío en la hierba del campo, ese gallo afónico anunciando la llegada de un nuevo día, los trabajadores saliendo de sus casas para ir a trabajar, el sonido dulce del cantar de los pajarillos mezclado con los pitidos incesantes de los despertadores que sacaban a las personas(a estas horas muertos vivientes) de su letargo. Miles de zapatos se arrastraban con pesadez por el frío y mojado camino, en dirección al puerto, donde cogerían el primer barco que les llevaría a la gran ciudad; dado que nadie trabajaba en la pequeña islita de la costa, sólo los más idiotas harían una cosa así.

La luna apenas visible se podía observar desde lo alto del mástil, y las miles de estrellas empezaban a desaparecer debido a la potente luz solar; mientras otras tantas miles de personas tomaban posición en el barco, nadie a parte de las mujeres y los niños (que se levantarían más tarde para ir a la escuela) se quedaba en la isla. Todos se iban...Menos una persona.

Nos encontramos delante de la gran puerta de madera de una casa bastante apartada del resto; a simple vista se ve que tiene dos pisos, cuatro ventanas y un pequeño huertecito a un lado. La pintura es de color blanco, algo marrón debido a que lleva mucho sin volver a pintarse y no hay ganas de limpiar; las ventanas están limpias, tanto que puedes ver tu reflejo. Al lado de la puerta hay un banco también de madera, que está ligeramente viejo, por no decir que se cae a pedazos.

Un pitido se oye en el interior de la casa, el despertador marca las cinco de la mañana y acto seguido para. Una mano se desliza a través de un bulto cubierto por unas sábanas, para después salir de ellas un hombre muy joven, con una gran sonrisa en la boca. Abre el cajón de la mesilla y saca de él una cajetilla de tabaco, cogiendo un cigarrillo para encenderlo con una cerilla. Cabe destacar que la casa ha sido quemada varias veces por culpa de que el dueño (que es un auténtico palurdo) se dormía sin haber terminado de fumar y se le caía de la boca, provocando un ligero calorcillo y más tarde quemaduras de primer grado. Siguiendo con lo que iba, este hombre se mira en el espejo, y saca una maquinilla de afeitar de un mini-armario para recortarse la barba.

Media hora más tarde, se le ve salir con su pelo rubio bien peinadito, con su traje planchado y su camisa desabrochada los primeros botones. Con paso enérgico y con su sonrisa en la cara se dirige hacia su bar, cabe destacar que si su casa ya estaba bastante lejos del pueblo, el bar está todavía más, así se aseguraba de que sólo tenía clientes de confianza. Si se mira a la derecha se puede observar como dos hombres igual de jóvenes duermen a pierna suelta en dos carretillas, mientras una mujer está tumbada en los sacos de cemento. Una leve miradita y sacó una llave de su bolsillo, para abrir la puerta de un cochambroso bar por fuera, pero un elegante café-bar por dentro. Explicaré de porqué se ve así desde un punto de vista ajeno: el cartel que pone el nombre del bar está oxidado y descolgado, le hace falta una capa de pintura urgente, sobretodo en la zona donde aún se ven los ladrillos y para más expectación, tiene casi todas las ventanas rotas. Aún así, el interior está perfectamente decorado, las mesas bien limpias y la barra impecable; las lámparas tienen bombillas y la nevera funciona con una batería gigante; un baño de mujeres y otro de hombres que respetan las leyes de higiene y una amplia cocina libre de cucarachas.

Tras ponerse un delantal se dirige a la cocina para empezar a hacer el desayuno. Los olores del beicon y los huevos fritos atraen la atención de los obreros, que se levantan por inercia (y por hambre) con dirección al bar. En cuanto el cocinero oye la puerta, se extraña, normalmente no entra nadie a esa hora.

-Buenos días-se oye desde la cocina.

-Buuuuuueeeeeeenooooooooossssssss díiiiiiiiiiiiaaaaaaassssssss-gritó Luffy desde su silla-Eso huele realmente bien-carcajada-es la primera vez que vengo a este bar-carcajada- ¿No le pondrá raticida en la comida?-más carcajadas.

-Luffy, no digas eso-exclamó Nami-tiene que disculparlo, es un cabeza hueca.

-Oh, melodiosa voz angelical que se cuela por mis conductos auditivos, penetrando en mi cerebro llenándome los sentidos-suspiró Sanji audiblemente-¿Puede este simple trabajador preguntar lo que prefiere la señorita?

-El desayuno normal estaría bien, ¿ves Luffy? A eso se le llaman modales.

-Bah.

 

-Zorro, despierta idiota; estás babeando la barra-el aludido no se movió ni un ápice-No puedo contigo, lo siento mucho pero estoy harta de estos dos-se levantó y se dirigió a la mesa más lejana-minutos más tarde Sanji salía de la cocina con tres desayunos en tres bandejas distintas. Se dirigió primero hacia Nami, sin mirar a los otros dos; más tarde, y después de mil reverencias, coge ambas bandejas y una se la pone delante al pelinegro y la otra la pone aun lado del peli-verde que seguía roncando, ocultando su cara entre sus brazos.

-Vosotros sois nuevos por la zona, nunca os había visto antes por aquí-dijo moviendo con delicadeza a Zorro intentando despertarlo.

-Jeje, ¿tanto se nota?

-Nadie se pasa por aquí muy a menudo. Pero me acostumbraré a las visitas que madrugan tanto-dijo empezando a exasperarse, ya que el peli-verde seguía sin despertar-¿Tiene algún problema de insomnio?

-Que va...A este se le despierta así-Luffy se acercó al oído de Zorro sin dejar de comer, una vez que tragó todo lo que tenía en la boca...-Dessssssssssspiiiierrrrrtaaaaaaaaaaaaaa Zoooooooooooorrrrrrrooooooooooooooooooooo-el aludido pegó un brinco en la silla, provocando que a Sanji se le parara el corazón al ver a semejante ángel caído del cielo. Vale, un ángel babeante y que parece que el pelo estuviera podrido, pero tan mono...Restregándose sus ojillos mientras una pequeña gotita se desprendía de uno de ellos, haciéndole ver como un niño pequeño (léase también un Zorro en versión chibi).

-¿Uhm?-dijo antes de bostezar como un dromedario; sus ojos se dirigieron a la bandeja que se hallaba a su lado y se lanzó a comer como alma que lleva al diablo.

-Chicos...Me iré adelantando; por cierto, vosotros pagáis hoy-dijo Nami saliendo por la puerta dejando tras de sí una generosa propina que Sanji se encargó de recoger y guardar en el bolsillo de su pantalón. Se sentó en una silla y se dedicó a mirar como comían los hombres que tenía delante. Cogió una piruleta y se la metió en la boca mientras miraba a Zorro. Este, al notar que lo observaban levantó los ojos y ambas miradas se encontraron.

-Aah, estoy lleno-exclamó Luffy sacando a los jóvenes de su ensoñación matinal-mi nombre es Luffy y llegaré a trabajar en Grand Line.

-Soy Zorro, y llegaré a convertirme en el leñador más grande del mundo-dijo con sus ojos brillándole como estrellas.

-Pero tendrás que esperar a recordar como regresar a casa-carcajada y un gran desánimo invadió al leñador.

-Ejem...-dijo para romper ese ambiente fúnebre-Mi nombre es Sanji y soy el mejor cocinero de la región; espero alcanzar mi cumbre, llegar a All Blue: la tienda de ultramarinos más grande del mundo...Pero no hay dinero para llegar y de momento me conformo con lo que tengo. La mujercita de antes...

-Ni se te ocurra acercársele-murmuró Luffy con un aura amenazante a su alrededor.

-Tra-tranquilo, no tendrás problema alguno conmigo, no me interesan las mujeres. Sólo que me preguntaba...

-Pues no lo parecía cuando casi babeabas al mirarla.

-Sin embargo me dejó una buena propina, es por eso que lo hago-Zorro seguía comiendo, pero miraba de manera persistente al cocinero, como intentando saber si la camisa era de mercadillo o de marca-¿Qué es lo que estáis construyendo ahí al lado?

-Una casa, no tenemos dónde vivir por lo que nos construimos una para uso nuestro, exclusivo-respondió Luffy-Pero Nami está pillando una gripe por las bajas temperaturas que hay por la noche, estoy preocupado de que se complique.

-Hay un médico en el pueblo, está retirado y un poco majareta; pero te aseguro que sabe lo que hace; podría revisarla.

-Sí...Pero seguiría enferma, y no nos pagan el suficiente dinero como para alquilar una habitación en la posada-Zorro había terminado de comer y estaba sacando su billetera cuando Sanji lo detuvo.

-Por hoy, invita la casa-dijo mirando coqueto al leñador, que no pudo evitar sentirse cohibido-pensaré una forma de que no se resfríe tu compañera-la ironía en su voz hizo que al sonriente albañil se le subieran los colores a la cara.

-No es mi novia-dijo con gran pesar y Sanji se rió, acompañado del leñador-volveremos al mediodía. Vamos Zorro.

-Voy ahora-Luffy se fue dejando a los dos hombres solos, retándose con la mirada(o comiéndose, depende de cómo lo mires o leas)-¿Te molesta que te haga una pregunta?

-Adelante, soy todo oídos para los clientes.

-¿No huele a quemado?-Sanji abrió los ojos y olisqueó el ambiente, revisó la cocina pero no vio nada encendido-Entonces...

Un grito se oyó desde fuera y salieron del bar a empujones: Nami estaba sentada enfrente a una columna de humo llameante con Luffy detrás de ella. Lo que allí pasó nadie lo sabe, sólo ellos dos, y no soltaron prenda.

 

Notas finales:

Gracias por leer esta otra burrada, si me da tiempo pondré lo que vendría siendo el mediodía, sólo para ir suavizando las cosas, que sino empiezo a escribir y no paro y se vuelve muy pesao.

Que conste que no todo el fic va a tener humor, pero algo ha de tener.

Se despide la loca de Tanuki

 

 

Kissus^^ 


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