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INVITADO A LA FUERZA por nurikosan

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Es lunes a medio día y DM se despierta totalmente sobresaltado por un fuerte ruido que proviene de su cocina. Se incorpora de un salto y se dirige a la misma corriendo para encontrarse con un muchacho moreno que esta tratando de recoger los trozos de uno de sus frascos lleno de pasta que yace destrozado en el suelo.

- ¿Quién diablos eres? - grita furioso apartándole de un empujón- Y sobre todo, ¿qué haces hurgando en mi cocina?

- Vaya, tienes un mal despertar - le dice el chico sonriendo al tiempo que le tiende la mano- Soy Maya de Sagitta, espectro a las ordenes de la diosa Ellis. He venido a traer un mensaje a tu diosa y mientras ella piensa que contestar he sido alojado aquí.

- ¿Cómo que has sido alojado aquí? ¿Quién te ha dicho que puedes instalarte en mi templo?

- Tu Patriarca, Shion creo que se llama.

- Pues ya puedes empezar a recoger tus cosas porque aquí no te quedas. Si quiere tenerte de invitado que te aloje en el Palacio.

- Vamos, no seas así. Seguro que nos llevaremos bien y además...

- ¡Cállate! - le grita echando chispas por los ojos- Ahora mismo iremos a ver a Shion.

Sin darle tiempo a replicar le coge de un brazo y tira de él hacia la salida del templo. De pronto siente como el chico hace fuerza tratando de evitar su avance, por lo que se detiene para ver que ocurre.

- No es que sea de mi incumbencia, pero ¿vas a presentarte en ropa interior ante él?

DM baja la mirada hacia su cuerpo y, efectivamente, ve que esta en slips, por lo que le suelta y en unos minutos vuelve con unos vaqueros y una camiseta negra. Le toma nuevamente del brazo y medio arrastras y medio en volandas lo lleva hasta el Palacio de Shion. Una vez allí no espera a ser recibido, sino que se presenta en el despacho del Patriarca donde empuja hacia delante al chico.

- ¿Cómo se te ha ocurrido decirle que se hospede en mi casa?

- ¿Y tú como osas entrar sin anunciarte antes? ¡Soy tu Patriarca! ¿Acaso lo has olvidado ya?

DM respira profundamente y cierra los puños tratando de contenerse, pues esta a punto de estallar de furia, por lo que recurre al poco autocontrol que posee.

- No lo he olvidado, pero no tenías derecho a meterle en mi casa sin avisarme antes.

- Se presentó esta mañana a primera hora de improviso, en algún sitio tenía que acomodarle, y pensé que el mejor lugar sería tu templo.

- ¿Por qué? ¡Sabes de sobra que no me gusta tener a nadie en mi casa!

- Vamos DM, no seas tan quisquilloso, solo serán unos días. Tu casa es lo más parecido al lugar donde él suele vivir, además te vendrá bien para que seas algo más sociable. Y ahora retírate, tengo cosas que hacer.

- No voy a marcharme hasta que me lo quites de encima. Eres mi Patriarca pero eso no te da derecho a imponerme un huésped que no deseo tener.

Shion deja los papeles que tiene en la mano sobre la mesa y sin decir una sola palabra mira fijamente al dorado unos segundos, los suficientes para con un leve gesto de su mano hacerle desaparecer junto con el espectro y llevarles nuevamente a su templo.

- ¡Maldito Shion! Sabe que odio que haga eso.

- ¿Hay algo que no odies? - pregunta Maya llamando su atención nuevamente.

- Si, hay una sola cosa que no odio: a mi mismo.

Sin decir nada más se encierra con un fuerte portazo en su habitación para sentarse sobre la cama y meditar sobre la forma más rápida de deshacerse del dichoso Maya. De pronto un nuevo ruido procedente del patio lo sobresalta, por lo que se asoma a la ventana para ver que ocurre. Al hacerlo sus rojizos ojos se abren de par en par, pues se trata del moreno que esta colgado de la parra pateando en el aire en busca de la silla que se ha volcado en el suelo. Mascullando maldiciones salta por la ventana y se acerca para cogerle por la cintura y bajarle al suelo.

- ¿Se puede saber que hacías colgado de mi parra? - le pregunta enfadado.

- Tengo hambre, y como me has prohibido trastear en la cocina he pensado que no te importaría que cogiera un par de racimos.

- ¿Y porque no has saltado al suelo al volcarse la silla? Se supone que eres un guerrero, algo así no debería ser un obstáculo para ti.

- Y no lo es, pero tengo orden de no hacer uso de mis habilidades mientras este aquí. Ellis me lo dejó bien claro antes de mandarme, no quiere que provoque algún altercado innecesario entre ambos panteones.

- ¿Tus compañeros son igual de torpes que tú?

- ¡Yo no soy torpe! - se defiende Maya estirándose orgullosamente- Solo soy un poco... despistado, que no es lo mismo. Y no, mis compañeros no son como yo, por eso el elegido para venir a esta misión he sido yo y no ellos.

- No se que pondrá en ese mensaje, pero desde luego una cosa esta clara, lo que realmente busca tu diosa es acabar con el Santuario, y para eso nadie mejor que tú.

Le da un suave pescozón para empujarle a continuación hacia el interior del templo. Antes de seguirle escoge los dos racimos más dulces de la parra y los lleva con él al interior.

- ¿Sabes cocinar? - le pregunta mientras le indica con la cabeza que le siga a la cocina.

- Si, aunque mi especialidad son los dulces.

- Muy bien, mira a ver que puedes preparar con estas uvas para postre mientras yo hago la comida, ¡pero no rompas nada!

- ¡Solo fue un accidente! - se disculpa probando una uva- Te comprare un tarro nuevo en el pueblo.

- No esperaba menos de ti. ¿Te gustan los tallarines con verdura y pollo?

- No los he probado nunca, pero seguro que están riquísimos. Yo haré unos bocaditos de uvas.

Sin decir nada más DM se aplica a la preparación de los tallarines, maldiciendo cada vez que en su camino se cruza el espectro atareado con su postre. Después de una hora ambos acaban de preparar sus respectivos platos, por lo que el italiano le indica una jarra para que la llene de agua, así como el cajón donde están los cubiertos. Mientras él se dispone a quitar las cosas de la mesa y extender el mantel con las servilletas. No ha terminado de hacerlo cuando escucha un ruidoso estruendo metálico. Al entrar en la cocina ve a Maya con todos los cubiertos esparcidos por el suelo y el cajón en la mano.

- ¿Ni siquiera eres capaz de abrir un simple cajón correctamente? - le pregunta arrancándoselo de la mano bruscamente- Menos mal que puse el lavavajillas anoche.

- No ha sido culpa mía - se excusa el moreno-, el cajón estaba atascado y tiré de él para abrirlo...

- Esta bien, esta bien... no me des excusas. No quiero pasarme los próximos días escuchando continúas disculpas, solo ten más cuidado, ¿entendido?

El chico le mira algo cohibido por su dura mirada y asiente en silencio agachándose a su lado para empezar a recoger cubiertos. El albino le mira desde su altura y asiente en silencio a su reacción, para inmediatamente dirigirse al lavavajillas y sacar el cesto de la cubertería para vaciarlo en el cajón y meter los que Maya le va dando del suelo. A continuación DM le da los limpios indicándole que los ponga en la mesa mientras el saca la fuente de pasta junto con los platos suspirando y pensando que será lo próximo que rompa.

- ¿Te gustan? - le pregunta mientras comen.

Maya asiente con la cabeza sin dejar de comer rápidamente, tanto que acaba antes que él. Inmediatamente se sirve el resto y continúa comiendo sin reparar en la mirada sorprendida de su anfitrión.

- Espero que colabores en la compra de comida, con ese apetito mi despensa va a quedar vacía en unos días.

- No te preocupes, he traído algo de dinero para mis gastos. Y ahora el postre, yo mismo lo traeré.

- ¡No! - grita levantándose y quitándole el plato vacío de las manos- Yo lo traeré, no quiero que rompas más cosas.

El chico se sienta con gesto molesto por esa poca falta de confianza en él, aunque rápidamente sustituye su ceño fruncido por una sonrisa al ver la bandeja con los bocaditos. Alarga la mano para coger uno en el mismo instante en que DM la deja sobre la mesa, recibiendo por ello un fuerte manotazo que le hace lanzar un grito y retirarla para frotársela con la otra.

- ¿Por qué has hecho eso? - le dice enfadado- No he roto nada para que merezca semejante manotazo.

- ¿Y tus modales? Se supone que soy yo quien debe probarlos antes, después de todo soy tu anfitrión a la fuerza, y merezco alguna que otra consideración, ¿no crees?

Maya asiente en silencio intimidado por sus ojos rojos fijos sobre él, así que se limita a pegar la espalda todo lo que puede contra el respaldo de la silla y esperar pacientemente a que los pruebe y de su veredicto.

DM se toma su tiempo para ello divertido por la actitud del muchacho. Lentamente muerde uno de los bocaditos y lo saborea a conciencia fijando la vista en el chico muy seriamente, lo que hace que este se encoja en su silla todo lo que puede, provocando con ello una carcajada en el albino.

- Tenías razón, tu especialidad son los dulces, están buenísimos. Tienes que darme la receta antes de que te vayas. Venga, ya puedes coger todos los que quieras, yo me conformo con tres más.

Maya suelta aliviado el aire que tenía retenido en sus pulmones y coge uno para asentir enérgicamente según lo esta mordiendo.

- Será un placer - le dice rociándole de perdigones.

- No hables con la boca llena, niño - le dice mientras se limpia con la servilleta la mejilla- ¿Nadie te ha enseñado modales antes? En castigo por tu falta de educación esta noche te encargarás del postre, aunque pensándolo bien, te encargarás de preparar un postre distinto para cada día, así compensaras tanto lo que rompas como tus faltas de educación.

- De acuerdo - replica el moreno cuando traga el bocadito-, como decía será un placer cocinar para alguien con tan buen paladar.

Permanecen sentados a la mesa hasta que Maya da cuenta del último bocadito y ambos se levantan al unísono.

- ¿Dónde voy a dormir? - pregunta inocentemente el moreno siguiéndole a la cocina y observando como mete la bandeja en el lavavajillas.

- En el sillón - responde DM sin inmutarse por la cara de sorpresa del otro.

- ¿En el sillón? ¿Estas seguro? ¿No hay otro sitio más cómodo?

- Mira niño - le dice el dorado haciendo un amplio gesto con el brazo que abarca todo el templo- solo tengo dos habitaciones, y una de ellas es un despacho. Y por supuesto no pienso meterte en mi cama, así que tienes dos opciones: el sillón del salón o el suelo. Tú decides.

- No me das muchas opciones, me quedo con el sillón. Pero mañana tendrás que darme un masaje en la espalda, seguro que me levantaré con dolor de espalda.

Como única respuesta le empuja hacia el salón donde le deja solo unos momentos, al cabo de los cuales vuelve con un par de mantas viejas que le lanza al vuelo.

- Muy amable, ¿no has encontrado otras más viejas? ¡Están llenas de agujeros! Voy a congelarme por la noche, y además ¿qué voy a usar como almohada?

- Deja de quejarte sino quieres que te las quite. Se apolillaron mientras estuve muerto. Y para almohada usa los cojines.

Maya le saca la lengua cuando le ve desaparecer sin una sola palabra más tras la puerta de su despacho. Después de murmurar unas cuantas imprecaciones hacia el albino, se dispone a prepararse la cama en el sillón lo más cómodamente que puede.

El resto de la tarde la pasan separados y sin dirigirse la palabra, pues DM no sale del despacho hasta la hora de la cena. Para la misma prepara una ensalada y un par de pizzas precongeladas de cuatro quesos. Después de cenar ambos recogen la mesa, sin ningún incidente por parte de Maya, ya que ha puesto mucho cuidado en no romper nada, y cada uno se retira a su cama.

La luz del nuevo día despierta a DM al bañar el sol por completo su rostro. Con un gruñido se da media vuelta tapándose la cabeza y chocando con algo que le impide deslizarse en la cama. Abre los ojos para ver de que se trata y se sienta de golpe al ver a Maya durmiendo a su lado a pierna suelta. De un empujón lo lanza al suelo gritando su nombre.

- ¿Cómo te has atrevido a meterte en mi cama sin permiso? - le grita enfadado.

- No me grites que no estoy sordo - replica levantándose y frotándose el trasero con las manos- Intente dormir en el sofá pero al cabo de media hora me dolía la espalda, así que me asomé a la puerta para pedirte permiso, pero como estabas tan dormido me dio pena despertarte y me metí en la cama contigo.

- Qué considerado por tu parte. - De pronto repara en la ventana con la persiana subida hasta arriba del todo- ¿Por qué has subido la persiana tanto?

- Porque me gusta ver las estrellas hasta que me duermo. No pensé que te molestaría tanto.

- ¿Molestarme dices? ¿Acaso no te has dado cuenta de que soy albino? ¡El sol y yo somos enemigos irreconciliables!

- Ya decía yo que tenías el pelo muy blanco para tu edad.  Anda cálmate, ya la cierro de nuevo, solo se trata de un poquito de sol, no va a matarte ni a hacerte daño. Que barbaridad, que genio más malo tienes, pobre del que sea tu pareja en el futuro, no le arriendo las ganancias.

- Atenea dame fuerzas - murmura DM mirando al cielo desesperadamente- Si esto dura mucho no se si podré soportarlo o terminaré retorciéndole el cuello.

Maya le mira de reojo mientras baja la persiana para volver a continuación a la cama.

- ¡Al sillón! - le grita DM señalando la puerta con el dedo índice extendido.

- No, no me iré de la cama. Me duele la espalda, tienes los muelles rotos del sillón y se me clavan en ella. Voy a dormir contigo te guste o no, soy tu invitado, un mensajero de otro Panteón y tienes que tratarme como corresponde a mi cargo. Además Shion te ha encargado cuidar de mí, y eso conlleva mi bienestar físico.

DM le mira echando chispas por los ojos para al cabo de unos segundos darse media vuelta en la cama y taparse hasta la cabeza con un gruñido de disgusto. Maya por su parte sonríe por su pequeña victoria y se acurruca contra el cuerpo del dorado pasándole un brazo por la cintura para quedarse dormido inmediatamente.

- ¿Será posible? - murmura DM mirando la mano que reposa sobre su abdomen totalmente relajada-, este muchacho es increíble: o tiene unos nervios de acero o no valora en nada su vida.  Al final va a terminar gustándome el condenado.

Sin una palabra más se acomoda con cuidado para no despertarle ni quitarle el brazo de su cintura y con un suspiro se queda nuevamente dormido hasta que es despertado por violentas sacudidas. Al abrir los ojos ve a Maya inclinado sobre él sacudiéndole de los hombros.

- ¿Qué pasa ahora? - refunfuña sentándose en la cama- ¿Acaso no te dejo dormir con mis ronquidos?

- No se trata de eso, dormilón, sino de que ya es hora de levantarse. Ya es media mañana, tenemos que ir al pueblo.

- ¿Ir al pueblo? - pregunta desperezándose- ¿A qué?

- ¿Cómo que a qué? Quiero visitarlo y comprar recuerdos, además te debo un tarro de cristal para tu pasta, y también tenemos que comprar provisiones, no quiero volver a cenar una pizza congelada. Y si quieres que me encargue de los postres necesitaré algo más que tus uvas. Así que vamos, levántate y duchate mientras te preparo el café.

- Maya, ¿nunca te han dicho que eres peor que un grano en el culo?

- Muy gracioso, jajaja. - salta de la cama y le quita las mantas- ¡Levántate! No quiero seguir encerrado en esta casa, quiero ir al pueblo.

DM bufa mirando al techo y sin entender muy bien por que, se levanta para dirigirse al cuarto de baño. Una vez que esta en el mismo, le examina atentamente buscado algo roto, pero todo esta en perfectas condiciones.

- Parece que no es tan torpe como imaginaba - murmura para si mismo.

Cuando termina de asearse va a la cocina para descubrir a Maya limpiando muy afanosamente la placa vitroceramica.  Sobre la encimera hay una taza de café caliente y un plato con un par de tostadas de pan cubiertas de tomate triturado y aceite. Silenciosamente, pues el chico no se ha dado cuenta de su presencia, se acerca a su espalda para descubrir el motivo de su afanosa limpieza. Sonríe al ver toda la placa cubierta de café derramado.

- Parece que no sabes hacer una simple taza de café - le dice sobresaltándole- Ya me parecía raro que no hubieras estropeado nada todavía.

- No esta estropeada - replica enojado-, es solo que no conocía tu modelo de cafetera. Pero te aseguro que ya no volverá a pasar, ahora ya se como va. Es italiana, ¿verdad?

- Si, a los italianos nos gusta el café en condiciones, así que nada mejor que una buena cafetera italiana. Espero que no la hayas roto.

- No, solo se derramó el café. No he roto nada.

- Estupendo, termina de limpiar mientras desayuno. En cuanto acabe nos iremos al dichoso pueblo. No se que esperas encontrar allí, solo hay cuatro casas y algún que otro establecimiento.

- Lo que espere encontrar allí es cosa mía, tú solo limitate a ser mi guía en su recorrido.

Al cabo de un rato ambos han terminado con sus respectivas tareas y salen de la casa camino al pueblo. El recorrido hasta llegar es tranquilo, pero no la estancia en el mismo. Maya entra en una tienda de artesanía para comprar un pequeño recuerdo del viaje a sus compañeros, pero mientras escoge entre una gran variedad de saquillos de cuero, originales ceniceros de barro, broches de cerámica para el cabello derriba una pequeña mesa haciendo añicos una gran variedad de pequeños jarrones finamente decorados. DM se ofrece a pagar los daños causados, oferta que es aceptada rápidamente por un enfadado vendedor.

- Mira - le dice Maya al tiempo que le enseña el único jarrón que se ha salvado-, he tenido suerte, ha quedado intacto el más bonito. Seguro que a Orfeo le gusta mucho. Para Ian he comprado el broche del pelo, para Jaga es el saquillo de cuero, siempre lleva el dinero desperdigado por los bolsillos y no encuentra nada, y para...

Antes de que pueda terminar de hablar recibe un fuerte pescozón que le hace gritar y frotarse la cabeza para calmar el dolor.

- Ha sido un accidente - se excusa-, ¿no irás a pensar que quería romper todas esas pequeñas obras de arte, verdad?

- Lo único que pienso es que eres un castigo para mí. Ojala Atena se decida pronto a contestar a tu diosa, para que pueda librarme de ti lo antes posible. La verdad, es que eres un digno representante suyo, por donde vas siembras el caos más absoluto con tu torpeza.

El moreno muchacho agacha la cabeza avergonzado durante unos momentos, para inmediatamente alzarla ilusionado al percibir el aroma de una pastelería. Rápidamente corre hacia ella y sin esperar al albino entra en su interior, para salir al cabo de un cuarto de hora con un par de bolsas llenas de paquetes.

- ¿Qué es eso? - pregunta intrigado DM.

- Es harina de amasar, levadura especial para bizcochos, laca para bollos, cabello de ángel y un montón de ingredientes para hacer postres. ¿O es que ya no quieres que los prepare?

- Claro que quiero, me da que es lo único para lo que eres bueno.

- Eso no es cierto, soy bueno para otras cosas.

- ¿Ah si? Dime cuales.

- Cosas - responde Maya encogiéndose de hombros-, ¿para que quieres saberlas si estas deseando librarte de mí? Probablemente no te de tiempo a conocerme tanto.

- Hmmm, supongo que tienes razón, olvida la pregunta.

Continúan con su recorrido por el pueblo, entrando en algunas tiendas para que el chico compré sus recuerdos, pero donde pasan más tiempo es en el mercado al aire libre que hay en la plaza del mismo. Maya consigue que DM compre de todo: carne, pescado, fruta, verdura, especias, fiambre, legumbres...

- Estas bolsas pesan una barbaridad - se queja el albino cuando regresan al templo- Aún no se como he podido dejarme convencer para comprar tanta comida. Claro que con tu apetito eres capaz de acabar con todo en tres días.

- No exageres - replica Maya fingiéndose ofendido-, no como tanto. Y deja de quejarte, yo también voy cargado con un montón de paquetes y no me quejo.

- No haber comprado tantas cosas. ¿De verdad piensas darles todo eso a tus compañeros de lucha?

- Pues claro que si, se pondrán muy contentos. ¿Acaso cuando uno de vosotros sale a alguna misión fuera del Santuario no trae cosas a los demás?

- La verdad es que no, somos bastantes desabridos en ese sentido. Oye Maya, ¿contra quien luchaste?

- Contra Seiya, ¿por qué?

- Solo curiosidad, pero pensándolo bien no podía ser contra otro. Es como tu alma gemela, es igual de patoso y torpe que tú. Menos mal que se quedó a vivir en Japón y no aquí.

Continúan su camino de regreso contándose sus respectivas peleas tratando de impresionarse mutuamente el uno al otro, y exagerando hasta límites insospechados la gravedad de sus heridas así como el castigo sufrido en el Inframundo durante el tiempo que permanecieron en el mismo.

Al llegar al templo se dedican a guardar la comida y a dejar en lugar seguro las compras de Maya. Este se cambia de ropa y se mete en la cocina para preparar un delicioso bizcocho de limón con pasas y nueces. También prepara la comida, pollo asado con guarnición de verdura y pequeñas patatas también asadas. Después de comer pasan la tarde sentados en el sofá charlando sobre las cosas que les gusta hacer a ambos, sorprendiéndose al coincidir en la mayoría de ellas. Al llegar la noche Maya se dispone a prepararse el sofá, pero DM le coge de la mano y le lleva a la alcoba.

- Creí que no querías que durmiera contigo - murmura Maya tímidamente.

- Y yo que te dolía la espalda en el sofá. Además ya hemos compartido la cama una noche, así que ¿por qué no seguir haciéndolo?

El espectro sonríe y en un abrir y cerrar de ojos se cambia y se mete en la cama para arrebujarse inmediatamente contra DM suspirando placenteramente al hacerlo.

DM por su parte le abraza atrayéndolo hacía si mismo, como si quisiera protegerle de cualquier daño. Se queda mirándole un buen rato después de que el moreno se ha dormido, preguntándose que demonios le ha dado ese muchacho para que se comporte de ese modo con él. Nunca ha sido cariñoso, nunca se ha sentido tan bien junto a alguien como ahora con él, nunca ha pensando en la peregrina idea de pasar el resto de su vida con alguien a su lado, y sobre todo, nunca se ha sentido tan feliz y seguro de si mismo. Perdido en esos pensamientos se deja arrastrar por el sueño hasta caer en una tranquila inconsciencia.

 

Los días van pasando uno tras otro, uniendo cada vez más a tan extraña pareja. No se separan en ningún momento, se les puede ver juntos vagando por el Santuario, riendo felices o discutiendo por algún pequeño accidente causado por Maya, para acabar siempre del mismo modo: fundidos en un abrazo y perdidos en dulces miradas que ninguno de los dos se atreve a interpretar correctamente.

Por fin, al cabo de una semana, Shion se presenta una mañana en el templo de DM con una carta para Maya. Es la respuesta de Atena a Ellis.

- ¿Tienes que llevarla personalmente? - pregunta el dorado al muchacho mientras le observa preparar su escaso equipaje- ¿No puedes mandarla por correo certificado o algo así?

- No puedo, he de llevarla en mano. Es mi misión. No puedo desobedecer a mi diosa, aunque bien que me gustaría poder hacerlo.

DM se acerca a él y le abraza fuertemente para besarle apasionadamente hasta quedarse ambos sin aire en sus pulmones.

- No quiero que te vayas Maya. No se que me has dado en esta semana, pero sea lo que sea me encanta, no quiero perderte. Si te vas volveré a ser el insoportable guardián de la casa de cáncer, aquel a quien todos rehuyen nada más verle. Tú me has convertido en alguien distinto, me has enseñado lo que es el amor, a disfrutar de la vida, a reírme de mis temores... te necesito a mi lado Mayita, por favor no te vayas. Llama a alguno de tus compañeros para que venga a buscar la carta y la lleve de regreso a vuestro Santuario, pero tú quédate a mi lado.

- DM... me encantaría hacerlo, pero no puedo. Ponte en mi lugar, tú jamás desobedecerías a tu diosa, ¿verdad?

- Si tuviera que elegir entre ella y el amor de mi vida, escogería el amor sin dudarlo un solo segundo - responde el dorado mirando fijamente los especiales ojos del espectro.

- Eso lo dices ahora, pero no lo harías. No dudaste en enfrentarte al dragón porque pensabas que lo hacías en su nombre como tampoco dudaste en luchar contra los espectros de Hades para ganar todo el tiempo posible para los chicos de bronce. No se te da bien mentir mi precioso cangrejito.

Le da un beso en los labios, apenas un roce, para a continuación liberarse de su abrazo y terminar con su equipaje. Antes de marcharse se abraza fuertemente al dorado durante unos largos minutos para darle una punta de flecha taladrada al separarse.

- Llévala siempre junto al corazón - le dice en un susurro- Y no me olvides nunca, como yo nunca te olvidare a ti.

DM por su parte le da un anillo plateado que siempre lleva en su dedo meñique. Con toda la delicadeza de que es capaz se lo pone en su dedo índice reteniendo entre sus manos la de Maya, negándose a dejarle partir. Finalmente le suelta y se queda en el quicio de la puerta mirándole hasta que desaparece en el horizonte.

Los días van pasando muy lentamente para el dorado en el Santuario. Ha perdido las ganas de comer, apenas sale de su templo, y cuando lo hace es solo para comprar algo de comida y volver rápidamente sin saludar a nadie. Ni siquiera acude a las reuniones de todos los dorados con Shion y Atenea para tratar los asuntos que les afectan directamente. Su aspecto es bastante desolado, pues apenas se ocupa de si mismo. No se ha afeitado desde que Maya salió de su vida, y las duchas no son muy frecuentes a juzgar por el olor que despide. Su casa también esta bastante abandonada, pues los suelos ya no brillan como lo hacían antes y los cristales de las ventanas están llenos de las marcas dejadas por las gotas de lluvia y excrementos de aves.

En vista de esa situación Shion decide hablar con Atenea del asunto y ambos llegan a la misma conclusión: el albino se ha enamorado perdidamente del espectro. La diosa decide llamar a su homologa para descubrir que el joven espectro esta en las mismas condiciones. Ambas son eternas rivales, pero hay algo que las hace iguales y es que aman por encima de todo a sus respectivos guardianes. Y aunque nada les disgustaría más que ver a dos de ellos unidos, saben que si no les dejan ir los perderán para siempre por lo que después de una larga charla llegan a un acuerdo: los dejaran vivir juntos siempre y cuando renuncien a su condición de caballeros con todo lo que ello conlleva.

Ellis es la primera en informar de ello a Maya, y este rápidamente acepta con lágrimas de agradecimiento en sus ojos. Prepara su cosas en un par de horas y después de despedirse de sus compañeros sale con dirección hacia el Santuario ilusionado con la idea de reencontrarse con su albino. Cuando llega allí, Mu le teletransporta directamente al palacio de Shion para que DM no le vea. Una vez allí, el Patriarca le oculta entre las pesadas cortinas que hay tras el trono de Atenea y manda llamar a DM a una reunión con la diosa y con él.

El dorado no entiende porque es llamado a semejante cita, aunque consciente de su aspecto, se da una rápida ducha y se cambia de ropa por primera vez en mucho tiempo, descubriendo que tanto los pantalones como la camisa le están demasiado amplios, pero sin presrtarle mayor importancia se encamina hacia el Palacio. Al llegar allí es conducido ante Atenea y Shion que esta de pie junto a la diosa.

- Bienvenido DM - le saluda la diosa cuando se inclina ante ella- Levántate y acércate. Shion y yo hemos estado hablando sobre tu estado actual. No puedes continuar así, has descuidado todas tus obligaciones como guardián del templo, no te has presentado a ninguna de las reuniones convocadas por nosotros, y tu aspecto es lamentable. Antes de tomar una decisión sobre el asunto, nos gustaría oír tus motivos para semejante conducta.

- Los motivos...  - murmura mientras acaricia dulcemente la punta de flecha que lleva colgada de un cordón al cuello- la verdad es que solo hay uno. Se llama Maya de Sagitta, vino a traeros un mensaje de su diosa y Shion me obligó a acogerlo bajo mi techo. Al principio me enfadé por ello, y lo pagué con él. Era muy patoso y rompía casi todo lo que tocaba, pero de alguna extraña manera se llevó mi corazón. Me enamoré de él locamente, ahora echo de menos su risa alegre, su fingido enfado cada vez que le regañaba por algo roto, sus besos y sus caricias... Se que es absurdo que yo, el terrible guardián de la Casa de Cáncer hablé de ese modo, pero es la verdad. Desde que él se fue a su Santuario nada tiene sentido para mí y nada me importa.

- DM, ¿estarías dispuesto a sacrificar tu cargo como Caballero Dorado a cambio de pasar el resto de tu vida junto a él? - pregunta Atenea en un susurro.

- Sacrificaría gustoso mi vida si supiera que me reuniría con él en el Hades.

- Bien, en ese caso no hay más que hablar - dice Shion acercándose a las cortinas y corriendo una deja salir a Maya.

El muchacho corre a lanzarse a los brazos de DM y abrazarse a él riendo y llorando de alegría al mismo tiempo para fundirse con él en un largo beso.

- Vamos, vamos, dejad eso para cuando estéis solos - les interrumpe divertida Atenea- Guardad un poco de decoro que estáis ante una diosa.

Ambos se separan con una gran sonrisa en sus rostros para inclinarse respetuosamente ante ella. Atenea por su parte se levanta de su trono y se acerca a ellos para rodearles con un brazo a cada uno, quedando ella en medio de los dos.

- Ante todo quiero deciros que ni Ellis ni yo os separamos de las armaduras por que condenemos vuestra relación, sino todo lo contrario. Ambas somos eternas enemigas y tarde o temprano nos enzarzaremos en otra lucha, aunque también es cierto que no dejaremos que nadie muera, pero sabemos que cuando eso ocurra esteréis entre la espada y la pared al tener que elegir entre vuestro amor y vuestra obediencia ciega a nosotras. Tampoco podemos permitir que uno de vosotros renuncie a su armadura para pasarse a la contraria, así que hemos decidido liberaros de ellas y dejaros vivir el resto de vuestras vidas como mejor os apetezca. Hemos abierto una cuenta a nombre de los dos con una buena cantidad para que no tengáis problemas en estableceros en el lugar del mundo que escojáis.

- Gracias - murmura DM sin creerse del todo lo que acaba de escuchar- No se que decir para agradeceros correctamente lo que habéis hecho por nosotros...

-No digas nada - le dice dándole un beso en la frente- Soy yo quien ha de estarte agradecida por todo lo que has hecho por mí en el pasado. Ahora ha llegado la hora de que seas feliz, y que recuperes tu nombre verdadero. Nunca más serás DM, a partir de ahora vuelves a ser Mauro Manzini de Génova. Y ahora ve con él y hazle feliz al igual que él hará contigo.

Mauro sonríe y se inclina por última vez ante ellos para salir de allí con Maya fuertemente cogido de su mano hacia su templo. Una vez en él recoge todas sus cosas y la caja de su armadura. Al salir la deja al cuidado de Mu hasta que se presente su nuevo portador. Entre lagrimas y abrazos se despide de todos sus compañeros, pues Shion les ha avisado de su marcha y el motivo de la misma telepáticamente y han querido ir a despedirse de él. Por fin sale del Santuario con Maya cogido a su brazo para iniciar una nueva vida junto a él. Una sola mirada al muchacho le basta para saber que estarán siempre juntos, apoyándose el uno al otro, cuidándose mutuamente y haciendo frente a cuantos problemas se les presenten en el futuro.

- ¿Te gustaría vivir en Génova? - le pregunta Mauro mientras bajan al pueblo a coger un barco que los lleve a su nuevo destino- ¿O prefieres otro lugar? ¿Quizás la ciudad donde naciste?

- Ni siquiera recuerdo donde nací - responde Maya con una sonrisa- La verdad es que fui de un orfanato a otro hasta que acabe entrenando para Ellis, así que Génova estará muy bien. Es tu ciudad y eso me basta.

- Muy bien, entonces rumbo a Génova. Montaremos una pastelería y nos haremos ricos con esos dulces tan buenos que preparas.

- Estupendo, siempre y cuando me ayudes en la cocina. Preparar dulces en cantidades grandes es muy cansado.

- Por supuesto que te ayudaré - le dice riendo feliz- Pero solo hasta que podamos contratar a alguien para que nos ayude.

- Una gran idea, seremos los amos del dulce en Génova, montaremos una cadena de pastelerías, ya lo estoy viendo: Pastelería Mauro y Maya.

- Un nombre un poco largo, ¿no crees? Mejor M&M, ¿qué te parece?

- Hmmmmm... M&M, si...me gusta, me gusta mucho.

De ese modo entre risas y sueños sobre su futuro llegan al puerto y se embarcan en el primer barco que va con destino a Génova dispuestos a luchar por sus sueños y, sobre todo, por su amor incondicional.


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