-¿Pero que dices? Estás enfermo tío –dijo, presionado por la ruda mirada de su acompañante-. Está bien. Iremos, pero me niego a jugar.
Blaise Zabini empezó a saltar de alegría como un crío. ‘Iremos, iremos’, gritaba histérico, lo que provocó que Draco se arrepintiera en el acto.
SE COMUNICA A TODOS LOS ALUMNOS QUE EN EL AULA DE POCIONES HABRÁ LUGAR UN JUEGO BASTANTE ESPECIAL EN HONOR AL PRIMER ANIVERSARIO DE NUESTRO QUERÍDO SIRIUS BLACK. EL JUEGO CONSISTIRÁ EN HACER GIRAR UNA BOTELLA Y, BUENO, EL JUEGO FAVORITO DE LOS MERODEADORES.
GRACIAS POR SU ATENCI”N, Y ESPERO SU ASISTENCIA.
ATENTAMENTE,
ALBUS DUMBLEDORE.
-¡Oh, venga Harry! ¡Es en honor a Sirius!
-¡Está bien! Vale, pero estaremos solos. Recuerda que Hermione no va –contestó-. Además, será algo incómodo, ambos sabemos cual era el juego favorito de Sirius.
-¡Por eso debemos ir, Harry! –habló Ron-. Parece que no te enteras, tío.
Aula de pociones:
-¡Genial! No hay nadie Ron. ¡Nadie! –chillaba-. Y para colmo no podemos salir.
De golpe la puerta del aula se abrió dejando paso al joven Malfoy y su inseparable compañero Zabini. Los cuatro chicos se miraron y Draco giró en seco, pero la puerta ya estaba cerrada y no había manera posible de abrirla.
Esperaron una hora aproximadamente a que llegara alguien, pero nadie llegó. Ron y Blaise hablaban animadamente en un rincón, mientras Harry y Draco se ignoraban mutuamente, lanzándose profundas miradas de rabia de vez en cuando.
-Bueno, ¿empezamos o qué? –dijo de golpe Zabini, tomando a Ron por la mano y conduciéndole al centro de la sala.
-Mierda y más mierda Ron, ¿qué te dije? –susurró Harry.
Se colocaron en círculo y pusieron la botella en medio. Los cuatro se miraron entre asustados y curiosos.
Harry sacó un papel del interior de la botella y leyó en voz alta y clara:
-Hola amigos, si estáis leyendo esto es que Dumbledor al fin me hizo caso en algo. El juego trata de lo siguiente; la botella se hace girar (da igual quien lo haga) y la persona a la que el tapón está apuntando debe besar a otra. No se puede repetir persona a no ser que hayas besado a todo el círculo (¡entonces serás un campeón!), pero si puedes besar primero a X luego a Y, luego a X, etc. ¿vale? Y como siempre hay excepciones, si por cuestiones de asco, o lo que sea, te ves obligado a repetir, el beso tendrá que ser algo más profundo. Gracias. Atentamente, Padfoot.
-Maldito loco –chilló Draco, ganándose un duro codazo de Harry.
-¡Basta ya! Empecemos –dijo Blaise-. Yo me ocupo de hacer girar la botella.
La botella giraba y giraba, llevaba más de cuatro vueltas enteras y aún no se detenía. Finalmente, paró apuntando a Harry.
-¡Noo! –dijo, pero se arrodillo y acercándose poco a poco a Ron y susurró- Lo siento tío, joder.
Fue un beso rápido, apenas un roce entre los dos labios, pero lo suficiente profundo como para que ambos se sonrojaran hasta las orejas. Blaise sonrió contento mientras Draco observaba muy atento uno de los pupitres que les rodeaban.
La botella volvió a girar y se detuvo delante de Ron.
-Bueno, como ya me he besado con Harry, ahora tendré que elegir a otro… -dijo, faltándole tiempo para acomodarse mejor y acercarse a Zabini.
-¡Ron espera! –le avisó Harry, algo incómodo-. Te he besado yo, así que tu no tienes porque… -pero se calló de golpe al recibir una patada de su amigo, que se sentaba frente a él.
Así fue como Ron se acercó más y más al atractivo Slytherin, el cual estaba cruzado de piernas y apoyado en sus dos largos brazos.
-¿Puedo? –preguntó algo inseguro el pelirrojo. Zabini sólo sonrió como respuesta.
Cuando habían pasado cinco, diez, quince, veinte segundos y Ron ya se estaba acomodando demasiado, Harry empezó a toser desesperado.
Al separarse, algo molestos por la insistente tos de Harry, Draco tumbó al niño-que-sobrevivió en el suelo y lo acorraló con sus brazos y lo empezó a besar. Los dos leones lo miraron sorprendido, mientras Blaise también hacía lo propio con Ron.
-No me miréis así –se quejaba el rubio, muy divertido por los ojos que lo miraban como platos-. Vamos acabar haciendo esto, así que ¿por qué esperar?
Ron notó como Blaise lo acorralaba muy cerca de Harry y empezaba a devorar su cuello sin piedad, dejando marcas por todos lados.
-¡Que cojones! –dijo-. Malfoy tiene razón. Anda Harry, ¡ha divertirse!
El joven Potter sonrió.
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