-No... - mientras caminaba decididamente sin mirar atrás.
No lo iba a permitir... no otra vez, sabía que en el pasado había sido estúpido y débil pero no otra vez, no era SU juguete, no estaría para cuando solo él lo quisiera.
Shuichi caminaba enojado hacia su automóvil último modelo, su carrera iba de maravilla, su banda ya era conocida a nivel mundial, claro que no todo era maravilloso y dulce en su vida... No lo era gracias a un escritor, que en algún momento tuvo cabida en su corazón de joven enamorado, pero no más, habían pasado más de 5 años desde su ruptura oficial en la que Yuki al poco tiempo se encontraba ya con una hermosa, joven y al igual que él, famosa por sus comerciales, ya que era una modelo, pero eso no significa que el pelirrosa no volvió a caer en los brazos de aquel apuesto escritor. Si, el rubio le era infiel a su novia aun sabiendo que ésta estaba embarazada, Shuichi también lo sabía pero al momento de estar con el amor de su vida se le olvidaba todo, claro que luego lo recordaba y a pesar que aquella mujer no era un pan de Dios, si tenía cargo de conciencia por lo que le estaba haciendo, Shu después de todo no era tonto y sabía que no tenía las de ganar con esa relación. Trato por ende de tener otras personas, relaciones, amistades, etc... pero nada ayudaba a sacárselo de la mente, por un tiempo perdían toda clase de contacto y de un instante a otro ya se encontraban amándose nuevamente.
El día del nacimiento del hijo de Yuki, este había quedado de juntarse con el cantante pero no apareció, luego a través de los medios con unas muy particulares fotografías se entero de los motivos de su ausencia, aquel día, en que su pequeña "vidita" como solía llamarle había llegado al mundo, así lo probaban las imágenes que se transmitían a nivel nacional, en las que se veía un Yuki completamente feliz, estaba ahí también Tohma, Tatsuha, Mika y la editora de Yuki lo cual ya era decir mucho, pero a él ni siquiera le había avisado, ni para cancelar, luego apareció como si nada... ¿Qué debía hacer? Shuichi lo amaba eso estaba claro, debía estar feliz por que su amor también lo estaba... eso era lo correcto, Yuki en su felicidad había traído con él un CD donde se encontraban fotografías de la pequeña criatura... además claro de la hermosa madre, una hermosa familia...
¿Qué hacer? Yuki compartía con Shu su felicidad sin pensar en lo que podía causarle esto al más joven. Shuichi solo pensaba en la felicidad de Yuki y en poder tenerlo a su lado, solo con los tiempos que el rubio podía darle, aceptando entre estos las llamadas de la madre de su hijo, entre otras cosas.
Todos a su alrededor notaban como cada vez más el joven maduraba a la fuerza, perdiendo su sonrisa innata, pero ya era hora de cambiar ¿no?
Dejo de lado todo contacto con el rubio, ya no era capaz de sentir nada por él, el dolor había igualado al amor que le tenía haciendo que sus sentimientos se tornaran nulos, no lo amaba, no lo odiaba, no lo necesitaba, le era indiferente... llego un punto en su sufrimiento que no supo si se había aburrido de estar así por él o solo se dio cuenta que no merecía estar así, lo que fuese funcionó para él...
De esa forma Shindou Shuichi maduró, haciendo que la necesidad de Yuki por este aumentara al saber que este ya no estaría a su plena disposición. Claro que esto se lo hacia saber cuando hablaban después de un largo periodo de tiempo, preguntándole siempre por su mujer y su hijo. Yuki quien estaba más que feliz por tener a su hijo, se ponía triste y derrotado al saber que al ganar una de las cosas más lindas de su vida también había perdido otra...
Con estos recuerdos Shuichi conducía su automóvil hacia su apartamento, después de encontrarse con un rubio escritor, a quién la vida no le sonreía tanto como todos creían, tal vez ese era el motivo por el que había ido a buscar a su antiguo amante, tal vez por un poco de emoción en su vida, en lo que respecta a Shuichi no sabía si había perdido el gran don que es saber amar a una persona, pero lo que si sabía es que no iba a permitir que lo usaran nuevamente, solo debía esperar a la persona adecuada, no apresurarse tanto como lo hizo con Yuki... Esa era la lección de esa relación, además de lógicamente no volver a ser el tercero en una relación que generalmente es de a dos...