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Para domar a un conejo... ¡Hay que ser rudo! por ringox

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Notas del capitulo:

Hola a todas los que leen este fic, mis disculpas por no responder a sus comentarios, me gusta hacerlo porque me dan animos a ecribir y sé que no sólo yo, sabré las ideas yaoi que pasan por mi mente =P, muchas gracias a todos. Ahora estoy con muy poco tiempo, y además, probablemente odien este capi, pero... así es la vida y así es este fic XD, de todas formas, el amor todo lo puede =P, espero tener pronto el siguiente y disculpen una vez mas por no responder, en verdad que por fuerza mayor T_T. Un abrazo para todos *_*

PD: Estaba respondiendo sus comentarios, pero algo falló y no subió las respuestas de Daishun, deneb y remufax T_T perdon chicas, no sé que pasó, pero leí sus comentarios y los agradezco mucho *_*, gracias por estar siempre ahí *_*

 

Capitulo 12: "¡Tan estúpido!"

 

Permanecieron un rato casi ausentes, ambos en sus propios pensamientos, pero a esa hora del día, hay otra sensación mucho más poderosa que las inquietudes existenciales...

... el estómago de Shun gruñó.

 

-¡Bajaré por el desayuno! - Se escurrió de aquel abrazo que casi hacia que ambas pieles se fundieran en una sola, para correr entumecido en busca de ropa - Me muero de hambre - Hyoga lo miró con amor.

-No tienes que preocuparte por mí, yo bajaré hoy por mi desay... - Estaba a punto de levantarse cuando la tía Natasha entró al cuarto con una gran bandeja en donde llevaba leche, mermelada, pan horneado esa misma mañana, jugo y la tan odiada inyección del rubito.

-¡Pero que tenemos aquí! Un cuerpo muy saludable se traía escondido entre tanta lana este endiablado niño - Exclamó la Tía, dejando la bandeja en el velador y admirando el cuerpo desnudo del menor que al ser sorprendido así, corrió nuevamente a las cálidas mantas para cubrirse.

-¡No me mire vieja degenerada! - Le gritó con rabia, para su suerte, la tía no entendía nada de japonés.

-¡Shun! Mamá sólo ha dicho que tienes un bonito cuerpo - Trató de tranquilizarlo pasando una mano por su mejilla, lo que provocó en el peliverde un extraño sentimiento de seguridad, de cualquier forma, en ese momento, se sentía en un muy potente riesgo de ser violado por una mujer que seguramente hace mucho no tenía hombre... según él.

 

La tía lo escudriñó con molestia, como detestaba que esa cosa tóxica e impura se mezclara con su tierno, inocente y perfecto hijo. Sin embargo, sabía muy bien que cuando las madres prohíben algo a sus hijos, estos  lo hacen precisamente con mayor ímpetu y no por nada había logrado que Esmeralda se desinteresara en aquel leñador de una sola oreja llamado Kasius. ¡Vamos, que no era para su dulce niña!

 

-Bien Hyoga, mientras más rápido mejor - Le enseñó la jeringa con autoridad ante la mirada trágica y temerosa del rusito - Y nada de bajar, ya sabes que Camus dijo reposo absoluto, ¿De acuerdo? Para eso tienes a tu conejo del diablo, que se ocupe de tus labores hasta que estés bien... cómo necesita disciplina este muchachito - Terminó susurrando para si misma mientras preparaba la inyección. Hyoga se incorporó algo avergonzado y bajó su boxer para que su madre le pinchara. Shun no perdía detalle.

 

La tortura para el rubito no duró mucho, y si la práctica hace al maestro, Natasha estaba adquiriendo un gran talento en pinchazos, quizás si estos no fueran uno tras de otro, Hyoga no sentiría absolutamente nada.  Finalmente la Tía abandonó el cuarto dejando el desayuno en la cama a los dos pobladores de ese sitio tan cálido y acogedor, el peliverde comenzaba a creer que era el lugar en donde más le gustaba estar.

 

En silencio comenzaron a beber de sus tazones de leche y a comer el pan con queso y mermelada. La tranquilidad se detuvo cuando el conejo notó que Hyoga lo miraba divertido.

-¿Qué te pasa animal?  Tengo un payaso en la cara ¿O qué? - Regañó de inmediato algo frustrado. El rubio sólo acercó su mano a los labios del menor y retiró con cuidado el bigote blanco que la espuma de la leche había dejado sobre su labio superior.

-Nada, sólo tenías bigote - Sonrió con ternura para lamer con felicidad la espumilla de su dedo. Shun no contestó y volvió a beber despreocupado, volviendo a dejas sus labios teñidos de leche... Hyoga quiso retirarlo con sus labios y aunque por un instante el peliverde se quedó quieto ante ese avance tan sensual, no permitió que sus labios se tocaran y el rubio derrotado una vez más, prefirió olvidar que nuevamente le había negado ese beso tan anhelado. Después de todo... parecía que era una joya que el menor no estaba dispuesto a ofrecerle a él y ¡Cómo odiaba pensar en la posibilidad de que otra u otro pudiesen tener ese soñado premio!

 

Cuando la última miga de pan había sido completamente devorada, los ojos esmeraldas se fijaron en aquellos algo pasivos y desganados, comprendiendo que el rusito de la granja, estaba perdiendo su anterior espíritu de lucha. Y no es que él quisiera que lo sometieran o que lo presionaran hasta ceder, pero añoraba sentirse locamente deseado... no le gustaba imaginar ni por un solo instante que el rubio perdiera el interés en él, porque entonces...

 

¿Qué pasaría con él?... ¿Sería un gay que lo votaron antes de concretar algo? ¿Un conejo seducido al lado más depravado de las relaciones personales y que además, era abandonado como juguete viejo? ... No quería por nada ser como Ikki y mucho menos como Shaka, pero sin embargo, tampoco quería  perder protagonismo en los deseos de Hyoga, no quería eso en absoluto... estaba tan jodido ya, no tenía la menor duda de que en el fondo de sus pensamientos, de su corazón, de su sexualidad... estaba endemoniadamente caliente por el ruso, tan cachondo y desesperado, apenas podía resistir las ganas de ser penetrado... y ahí en medio de los sueños húmedos que ahora tenía sin necesidad de cerrar los ojos, los besos ardorosos que su imaginación le hacía vivir con la boca de Hyoga, se convertían en un estandarte con él que sabía... tenía que dejar atrás todo lo que alguna vez pensó, era denigrante.

 

-¿En que piensas? - Trató de iniciar conversación el rubio.

-No en guarradas como tú seguramente - Se defendió de sus propias divagaciones.

-No estoy pensando guarradas - Susurró el otro tocando su frente, el miedo de que el menor se enfadara y terminara en un show demoledor, le hacía regresar el malestar y la inseguridad que Shun le había hecho sentir desde que le tratara la primera vez con desprecio.

 

-Iré a ver a los renos y... veré a Estrella - Trató de enmendar su actitud, pero es que no sabía como comportarse frente a él sin ser miserablemente entregado y transparente en su necesidad.

-Gracias - Respondió el otro, pero sin transmitir ningún sentimiento. En el fondo, algo le decía que no tendría a Shun... que todo era inútil y dejara de desear lo imposible... sólo le hacía mal.

 

El menor salió del cuarto ya vestido y abrigado completamente hasta las orejas. Parecía que aquel día era particularmente más frío que los otros, como si aquel día el clima que al amanecer era tan despejado y hermoso, le estuviera diciendo que algo iba a ocurrir.

Al bajar saludó a una alegre Esmeralda que ayudaba en los quehaceres de la casa y salió decidido al establo por el estúpido mineral que ahora sabía, iba en el agua.

 

Cuando llegó hasta el rebaño apretado en busca de calor, sintió un pequeño, pero fugas sentimiento de ternura. La ola de hedor a reno le mareaba y definitivamente no tenía onda con esos animales. Varias pupilas redondas y oscuras le miraron con resentimiento.

 

Buscó entre todos aquellas extrañas criaturas la favorita del rubio. ¿Cómo podían existir animales tan feos? Finalmente y luego de que muchos de aquellos renos mañaneros le observaran con recelo, divisó uno que llevaba al cuello una cinta rosada.

 

- Esa debe ser la perra - Murmuró con molestia para acercarse por el otro lado a ella. Una vez a su lado, la reno lo miró con curiosidad, detenidamente. Shun acercó su mano hasta su lomo y lo acarició tal y como Hyoga se lo había pedido.

-Para que lo sepas... Hyoga es MÍO - Le dijo con malicia - ¿Me escuchaste animal gordo y flácido?... ¿Crees que él te va a preferir a ti? ¡JA! - Se burló mientras le hacía cariño y la reno con inocencia cerraba los ojos ante las caricias, feliz de tener un masaje en su recientemente muy casado lomo.

-Se nota que te cuida más que al resto... ¡Mira lo gorda que estás! ¿Te da ración doble... triple?.... quizás te alimentas de otros renos... o conejos - Murmuró con horror.

La renito rumió una inexistente comida, como recordándole que no había desayunado al menor.

-¡No soy tu criado!.... Ramera... mírate esas tetas flácidas y colgantes ¿Crees que le gustan? ¡JA! - Se fue en busca de la comida y comenzó  a repartirla. Sería una mañana muuuuuy larga si pensaba en todo el trabajo que tenía.

-Ese reno está podidamente obeso, le diré a Hyoga que no debe ser muy saludable tenerlo así.

 

 

Jacob caminaba con entusiasmo rumbo a la casa de la Tía Natasha. En sus manos, llevaba una carta que el hombre del servicio postal del pueblo le confió para el rubio que ya todos, sabían enfermo y en cama.

Las mujeres de la casa le recibieron con la cordialidad y el amor habitual para el pequeño que idolatraba al rubio, quien siempre le dejó ser parte de sus actividades y le enseñó mucho sobre el pastoreo y el corte de leña. Sin contar toda la ayuda estudiantil que el rubio con su obvia vocación docente le entregaba.

 

-¡Buenos días Hyoga! - Saludó con felicidad el castañito saltando sobre la cama y abrazándose con efusividad al rubio, pero inmediatamente separándose al notar un aroma extraño.

-¡Buenos días Jacob! Me alegra que vinieras.... No sabes lo aburrido que es estar en cama - Respondió con alegría el rubio, pero sin poder ocultar por completo la sombra de infelicidad que habitaba sus ojos.

- Me imagino - Sonrió con molestia - ¿Dormiste sólo?

-¿He?... no, dormí con Shun, ya sabes, él no tiene una cama y... -

-Puede dormir en el camarote - Cortó el pequeño con rabia - Pero ese no es mi asunto

-La verdad es que... me gusta tenerlo aquí... ¿Me entiendes? - Preguntó tímidamente el rubio.

-Sí... pero... ¿No te gusta que yo esté aquí? - Indagó con tristeza.

-Claro que me gusta, tú eres el hermanito que nunca tuve... y te adoro - Le sonrió abrazándolo con cariño, mientras Jacob se acurrucaba en los brazos que parecían cada vez menos de él.

-Olvidaba algo... llegó una carta para ti y te la he traído.

-¿Para mí? ¡Qué extraño! - La recibió de las manos pequeñas del menor, que se quitaba la ropa fría para calentarse en las  mantas del rubio.

-¿De quien es? - Preguntó acurrucándose a su pecho.

-Es... es de Ikki, el novio de mi primo - Le contestó confundido - No sé por qué me habrá escrito, quizás para saber como está Shun.

-Shun, Shun esto, Shun aquello... ¿Qué tiene de especial ese Shun? - Murmuró  enfadado.

-No te enfades, seguro terminaran llevándose muy bien - Le dijo mientras habría la carta y el menor le miraba con incredulidad.

-¿Y bien... qué dice? - Le interrogó curioso.

-¡Hey!, la correspondencia es pri-va-da - Sonrió mientras habría aquel papel y comenzaba a leer la carta que el aquel moreno tan agradable le había escrito.

 

 

Querido Hyoga:

            Estoy extremadamente conmovido con todo lo que Shun me ha contado en su carta. Desconocía totalmente tu gran anhelo por la educación y tu corazón tan noble. Sé por la situación que están pasando y más aún, tomando cargo de mi hermano menor, que para mi felicidad, ha recuperado parte de su carácter amable que antes siempre lo caracterizó. ¿Sabías que él antes era el niño más tierno y hermoso de este mundo?

 

Ahora, él me ha contado sobre el dinero que necesitas y no quiero que lo rechaces, Shun esperaba entregártelo él mismo, pero he pensado en algo aún mejor... Me haré completamente cargo de tus estudios Hyoga. Puedes escoger el lugar que tu quieras y donde quieras, me haré cargo de todo. Te adjunto mis números de contacto para que te comuniques conmigo a la brevedad. No he enviado dinero con la carta, por motivos de seguridad, Shaka dice que no se puede confiar en el servicio postal. Sin embargo, no te preocupes por el monto, yo puedo costearlo completamente junto con tu primo, quien está feliz con esta decisión y quiere que seas feliz.

 

Sin más, espero tu respuesta afirmativa... nos hará a Shaka y a mí, muy felices.

 

Ikki.

 

 

-¿Qué pasa Hyoga? ¿Qué dice? ¿Puedo leerla? - Preguntaba el menor muerto de curiosidad.

-No puedo creer que él hiciera algo así, es decir... pensé que no había puesto atención cuando le dije que tenía ese dinero ahorrado para estudiar... es... me siento tan... ¡Yo sí le importo! - Dijo con lo mirada iluminada, el pequeño castaño abrazado a él, no entendía nada - Le escribiré... agradezco mucho su oferta, pero... los niños son más importantes que mis estudios... ¿Puedes traerme papel?, le escribiré a Ikki.

Claro! - Respondió el menor vistiéndose a medias y bajando por lápiz y papel.

 

En el cuarto, Hyoga se apretó el pecho con fuerza, él pequeño no había pasado de sus sentimientos, por el contrario, le había recordado y había hablado de él con su hermano... era casi como haber escuchado un "Te quiero" y por dios que sentía que su corazón se inflamaba como globo dentro de su cuerpo, lleno de amor y dicha.  

 

 

Mientras en el campo, Shun trataba de sacar a los renos a las praderas heladas. Jacob que esperaba que la Tía Natasha le pasara papel, miró entretenido los intentos de Shun por pasear a los renos.

 

-¡¿Pueden mover sus reverendos culos de una puta vez?! - Gritaba empujando  a los del final para que caminaran - ¡Por dios! ¡Qué criaturas tan imbéciles!

 

Corría de un lado al otro empujando a los que parecían más pequeños. Pero nada. A un costado Estrella parecía desganada y demasiado agotada.

-¿Cómo puedes ser la favorita de Hyoga vaca gorda? - Le gritaba molesto - Cosa rancia y hedionda... adivina qué... anoche me acarició todo el tiempo y a ti no, jaja - Le sacaba pica para canalizar la frustración de no poder lograr que los animales se movieran. Pero en ese momento una idea quizás "poco inteligente" vino a su cabecita peliverde.

 

-GRRRRRRRRR GUIUHJJJJJJJ - Imitó el gruñido de un animal salvaje, provocando que Estrella se alterara a tal nivel que corriera despavorida lejos de todo el rebaño.

-Ha no, ¡Mierda! - Trató de correr tras ella, pero había que ver como aún así de gorda podía correr mas rápido que él.

-Sí que la has hecho ¿Cómo harás para traerla de regreso? - Le dijo el castaño con burla, había salido de casa para ver de cerca el desastre que tenía el peliverde de una Estrella fugitiva. Shun miró a lo lejos como un  puntito café desaparecía en el horizonte.

-¡No puede pasarme esto a mí! - Murmuró sujetando su cabeza y dejando salir algunas lagrimillas de sus ojos, el rubio no iba a querer nada con él ahora.

-Tienes suerte, No creo que Hyoga te regañe después de esa carta que le mandó tu hermano - Le dijo el pequeño sonriendo para animarlo, después de todo, el peliverde hacía cosas graciosas y no parecía tan malo si se ponía así de preocupado por molestar al rubio.

-¿Una carta de mi hermano? - Contestó horrorizado el peliverde y salió corriendo rumbo a la casa. Jacob se quedó con la boca abierta viendo como el otro había desaparecido dejando así sin más, el escape de Estrella, la favorita de Hyoga.

 

-No entiendo, ¿Por qué? - Se preguntaba el menor mientras corría a la casa - ¿Por qué? Ikki debía enviarme una carta a mi, una carta con dinero, entonces yo pagaría el resto de la deuda y todo estaría bien... tranquilo... ¡Quizás es una postal! Si, puede ser eso... hay no, ¿Para qué iba Ikki a enviarle una posta?

 

El menor entró a tropezones al cuarto de Hyoga donde este estaba acurrucado en la cama apretando la carta a su pecho. Algo en su interior le decía que no era nada bueno para él aun cuando la imagen del rubio con esa sonrisa encantadora y tan sexy fuera como un sueño..

 

-¿Shun? - Se sorprendió al verlo allí tan alterado.

-¿Mi hermano te ha escrito? - Preguntó arrebatando la hoja de las manos del otro que lo miraba atónito ante su actitud y vio como se alejó de él para leerla. Unos minutos después, Shun se dejaba caer al piso con desesperación.

 

- ¿Qué voy  a hacer ahora? ¿Qué mierda voy a hacer? - Comenzó a híper ventilar el menor con la carta arrugada en su mano.

-Shun... ¿Qué sucede? - Le preguntó el rubio con miedo, la expresión del menor era de pánico extremo y eso le angustiaba demasiado.

-Y una mierda me pasó, este imbécil no me ha mandado el dinero... ¿Qué tiene en la cabeza? Puto de mierda, maldito seas Ikki, guarro, puta, ¡Maldita puta!

 

Hyoga en su cama se aterró, parecía que al menor le habían metido una fiera adentro y no entendía porque aquella carta le había puesto así, tan sólo cosas buenas habían en ella.

Se levantó de la cama para ir a su lado y tranquilizarlo, que le explicara que estaba ocurriendo, cual era el problema... cuando llegó hasta él, le tocó el hombro con ternura.

 

-¿Qué pasa Shun?... Yo no aceptaré ese dinero si eso te preocupa... pensaba escribirle ahora mismo para que ayude a los niños con ese dinero... ¿Es por eso que estás así? - Preguntaba con amor el mayor, tratando de ver a los ojos del peliverde, pero cuando sus miradas se cruzaron, hubiese querido jamás haberse encontrado con ellos.

 

-¡ME IMPORTA UN CARAJO LOS NIÑOS IMBECIL, ES MENTIRA, MENTIRA! - Le gritó con desesperación quitando con fuerza la mano con que Hyoga le había tocado - No hay niños estúpido, ¿Cómo puedes ser tan estúpido?, ¡Necesito ese dinero...! - Bramó golpeando el suelo con sus manos, lloriqueando de furia, el rostro encendido como una llama, los ojos llenos de odio. "Haré arde esa granja con todo y renos"

 

-¿Shun de que estás hablando...? - Gimió el rubio sin entender nada, asustado, confundido y aún más angustiado al ver como no lo dejaba acercarse.

-Necesito ese dinero ¿Entiendes?... me van a partir el culo si no lo tengo, me van a matar Hyoga, me van a matar si no pago y a esta puta granja la van a quemar - Gritaba furioso.

-No hay niños, me importa una mierda los niños del mundo ¡Qué se jodan!

 

Hyoga guardó silencio ante aquella declaración...

 

-Lo de los niños, el incendio... era... era mentira - Comprendió por fin el rubio. Y aunque entendía que era algo malo, por dentro sólo sentía una enorme herida, una angustia sofocante y también una gran vergüenza. ¿Shun sólo había hecho todo eso por el dinero?... ¿Dinero para qué?... en verdad eso no importaba, si quería jugarlo, beberlo o botarlo simplemente... el problema eran sus sentimientos... esos sentimientos tan incontrolables que no tenían a donde llegar ahora, sólo revolverse en su corazón hasta hacerlo sangrar y vomitar de dolor.

-No hay niños...- Se decía así mismo, tratando de hacerse a la realidad.

 

Shun levantó su cabeza para mirar a Hyoga, no sabía que decir ahora, pero en verdad daba lo mismo. En unos días o quizá al otro día, regresarían los hombres de Shiryu y él sabía muy bien que clase de gente eran. Cuando haces lo que ellos quieren te tratan bien, pero nunca perdonan una deuda... y él ya había tenido mucha suerte.

 

Lo que pensara Hyoga de él ahora ¿Qué importaba?... había algo que parecía mucho más importante en ese momento, conseguir el dinero y... nada más... no había nada más, porque después de todo ¿Cómo podría Hyoga perdonar la mentira que le había dicho? No podría, sus ojos ahora mismo se lo estaban diciendo, esa duda, esa incertidumbre, esa decepción... No, Hyoga no podría perdonar algo así... y ¿Entonces qué pasaría con él ahora? ¿Con todo eso que sentía por él?

 

Se levantó del piso con lentitud, temblando, evitando mirarle. Hyoga permaneció arrodillado en el mismo lugar.

 

La puerta del cuarto se cerró tras la sombra del peliverde y sus ojos azules se llenaron de lágrimas, sus labios se apretaron con fuerza y llevó su mano hasta su boca ara no dejar que se escuchara su llanto y sollozó aguantando las ganas de correr tras él para suplicarle... pero ¿Qué podía suplicar a alguien que nunca sintió en verdad algo por él?

 

 

Era tan estúpido.

 

Fuera del cuarto, Shun sintió que estaba en medio de un huracán que él mismo había creado, que no tenía absolutamente nada en la vida, que estaba enamorado de alguien a quien sólo sabía herir y que ahora le despreciaba. No le había dicho toda la verdad ¿Cómo podría? Decirle que además, su granja, el hogar de su familia estaba en riesgo... era demasiado, no hubiera podido soportar ver aún más decepción en su mirada, pero había algo que podía hacer...

... aún tenía la oportunidad de hacer lo correcto.

 

"Está bien Shiryu... tú ganas, yo, haré lo que quieras, te pagaré como quieras y todo estará bien Hyoga, nunca más me vas a ver, nunca más, la granja estará bien, Ikki y Shaka estarán bien, todo estará bien sin mí...

... Soy tan estúpido".

 

 

 

Continuará...

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