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Para domar a un conejo... ¡Hay que ser rudo! por ringox

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Notas del capitulo: No sé por qué, pero no he logrado que el texto suba como siempre. Hay unos dialogos que son en ruso y que supuestamente estan en negrita, pero el sistema no me reconoció la negrita t.t, espero no se confundan XD.
Capitulo 20: “T corazn me gui hasta t!”

Siren se encontraba acurrucado en el sof. Se senta tristemente confundido. Ahora que estaba conciente en que debera partir de ese lugar muy pronto, ya que no tena un porque para quedarse all, una sensacin de vaco, miedo y tristeza lo ocupaba todo. Despus de traicionar al chino le esperara un final como el de Shun y sera incapaz de sobrellevarlo de la misma forma que su amigo.

El pequeo muchacho que le haba estado cuidando era muy diferente a lo que era l a esa edad. En aquella poca estaba lleno de desprecio por los dems y jams se hubiese permitido tener ese tipo de gentilezas con otro. Le haca sentir miserable mirar hacia atrs y recordar. Dnde ira ahora que haba traicionado a la nica persona que le ofreca un lugar donde dormir?

Sumergido en sus pensamientos, no percibi que se le haban acercado y repentinamente sinti como una taza de chocolate caliente se cruzaba frente a sus ojos.

-Bbela! – Le acerc la taza con cuidado de no derramarla, el pelilila la recibi con sus manos fras que en contacto con la calidez de la loza pareci quemarle.
-Gracias… - Se inclin seducido por el aroma y bebi un pequeo sorbo.
-Parece que Isaac est muy preocupado por ti, sera bueno que cuando regrese, te encuentre caliente y ms recuperado – Le habl acercando otra manta y tomando su propia taza de chocolate caliente.
-Hablas muy bien japons – Murmur sin saber que decir, sus mejillas enrojecidas no slo por el calor del chocolate.
-Me ense Hyoga, l tena un primo japons que viva con l.
-Ya veo… Isaac no sabe Verdad? – Indag con las mejillas sonrojadas.
-No sabe, pero sospecho que va a aprender muy pronto – Le sonri y se acerc a l para acurrucarse, estaba realmente fro – Queda poca lea, con todo el caos, no fui a buscar al granero.
Siren se acomod a un lado y permiti que el menor se acercara a la calidez de su cuerpo.

-Crees que estn bien? No quiero que algo malo le pase a Hyoga – Siren le abraz cariosamente mientras Jacob esconda su cabeza en el pecho del chico.
-Espero que s – Suspir sin demasiada conviccin y se arrop al lado del menor. Suspir con alivio y aunque quera rezar para que todo saliera bien con Shun, no pudo evitar concentrarse en pedir una razn para quedarse. Siberia no era tan fra como decan.

*^^*

A kilmetros del pueblo, dos moto-nieves cruzaban a prisa la estepa helada del campo siberiano. Pequeos surcos ensombrecidos quedaban detrs de los vehculos en velocidad como largos araazos sobre un monte de azcar.

Hyoga e Isaac iban juntos en una de las moto-nieves, mientras Camus conduca cargando su equipo mdico en la otra. Durante 30 minutos no se haban dirigido la palabra concentrados en el camino. La nieve densa les permita mantener un ritmo constante ya que el manto blanco haba cubierto por completo los desniveles del terreno. El destino haba sido decidido en cuanto Siren haba mencionado la posibilidad de que el secuestrador de Shun poda estar en la frontera. De no ser as, Hyoga tena la horrible certeza de que nada podra hacer por su conejo. La misma idea le causaba tal desesperacin que no poda pensar ms que en acelerar. Sin embargo, ya iban a toda la capacidad del vehculo.

Sujeto de la espalda de su amigo y an bajo los sntomas de su precaria salud, obtena cierta sensacin de reposo que le confortaba, la fiebre ante el fro del da contrastaba enrojecindole el rostro y no poda dejar de anhelar estar en su cama caliente y dormir hasta sentirse mejor. Ese mareo era desesperante!

Trat de inhalar profundamente, pero el intento fue doloroso, le dola el pecho y la espalda. Tosi desgarradoramente, Isaac se cuestion si debera dar la vuelta y llevar a Hyoga de regreso a casa, quizs a un hospital, aunque fuera contra su voluntad.

-Hyoga! Ests bien? – Le pregunt hacia atrs preocupado.
-S, no te preocupes, continua… - Se abraz con ms fuerza a aquella espalda y hundi su rostro en ella, jams haba demostrado ante el peliverde aquella debilidad, pero no poda negar que estaba asustado, le faltaban las fuerzas y se senta incapaz de defender al menor, de protegerlo, de rescatarlo… tena mucho miedo, demasiado. Qu hara al llegar all si apenas poda mantenerse en pie?

Mientras sus pensamientos se arremolinaban en su cabeza, Isaac divis a la distancia un alto poste que indicaba que la frontera no estaba lejos, quedaba muy poco para llegar hasta all.

-Hyoga – Susurr el peliverde algo aliviado, bajar al rubio y hacer que el mdico lo examinar era lo nico que quera. Necesitaba estar seguro de que su amigo no estaba entregndose como una presa demasiado fcil.

-Ya se ve el poste? – Indag el rubio regresando de sus cavilaciones, levant su cabeza de la espalda de su amigo para mirar sin tener la oportunidad de ver realmente debido a su posicin y lo molesto que resultaba en sus ojos el golpe de la brisa fresca.
-S, ser unos 20 minutos hasta all, luego, tendremos que decidir si ir a los hospedajes del este o buscar el pueblo ms cercano.
-Los hospedajes, all – Murmur apretndose al otro cuerpo. Tena que ser all, no iran a un pueblo donde todo el mundo se conoce y sera fcil rastrearlos.

*^^*

En la granja, la Ta Natasha continuaba sumergida en sus pensamientos. Desde que su esposo haba muerto, ella se haba aferrado completamente a sus dos amados hijos. Saba que su amor era de esos nicos en la vida, nunca podra amar a otro hombre como lo haba amado a l ni tampoco quiso llevar un padrastro a sus nios. Por eso ella lucho sola, incansable para darles todo a sus pequeos y ellos le haban regresado cario, respeto y amor. Estaba orgullosa de ambos, tena dos hijos maravillosos. Pero ahora, ambos estaban afuera y ella dentro.

Trat de pensar en lo que pasara si uno de ellos resultara herido… sus ojos se abrieron de par en par ante la idea. Hyoga, su hijo mayor, estaba enfermo… y enamorado. Una combinacin nociva y…
Como le hubiese gustado que fuera de una chica encantadora y dulce!, No era que renegara de su sexualidad, eso a ella no le importaba, ya haba aprendido a mirar con los ojos del corazn con su sobrino Shaka, aquel muchacho que lleg en su adolescencia a vivir con ella, rebelde y perdido, para terminar siendo todo un hombre, uno que se enamor despus de otro, pero por lo que siempre les contaba, este le corresponda y le protega con su vida amndolo de la misma forma.

Entonces cmo podra ella tan slo quedarse all? En espera de un desenlace incierto y sin velar por su seguridad. Esa no era ella, no era la Ta Natasha que todos admiraban por su coraje, esa era otra, un fantasma que no quera ser, una sombra que por miedo permaneca ausente, no poda ser eso para sus hijos, no para Hyoga que la necesitaba. Se levant repentinamente y busc su abrigo, su gorro y sus guantes. Sus tiempos de trineos haban pasado, pero seguramente sabra llegar con bien con su viejo equipo de renos, ese que junto a su difunto esposo, haban conducido con felicidad.

*^^*

Milo tena las manos fras y cuando toc la piel tibia de Shun, ste dio un pequeo saltito ante la sensacin fra. Busc en su maletn y sac lo necesario para suturar la herida. El peliverde vio con pnico las herramientas.

“Agujas? Le tena horror a las agujas”.

-Te pondr esto antes para anestesiar, no doler como crees – Le sonri mientras aplicaba una pequea inyeccin en la pierna. El menor poco a poco sinti un hormigueo desde la rodilla hasta su pie. Suspir algo ms calmado al saber que no sera victima de tortura...por ahora -Cmo pas esto? – Le pregunt mientras lentamente y con delicadeza le limpiaba y desinfectaba - Puedes hablar?

-S… - Se apart el cabello del rostro y limpi las lgrimas secas cerca de sus parpados – Fue en el bosque, cuando fui a buscar a Estrella, el reno de… Hyoga… - Se dio una pausa en la que inhal aire profundamente y continu - Se haba perdido.
-Ese Hyoga debe ser alguien querido para ti… - Le dijo al descuido. Estaba listo para comenzar a suturar.
-Es lo ms importante para mi, es la persona que amo – Sonri al decirlo, sin saber como era posible que an esa mueca se formara en su rostro, pero tan slo pensar en l, le traa a su corazn felicidad. Esos rebotes dichosos eran slo por el rubio. El peliazul le mir de reojo.

-Y Qu hay de estas marcas? – Le pregunt revisando los moretones en el cuello. Shun palideci. El terror que haba sentido se volvi presente otra vez, seguramente le hara algo muy malo, sin contar que no quera ser violado ni por uno, ni por muchos ni por nadie. Si haba sentido tanto pnico ante su toque, tanto asco y rechazo… quizs no podra soportar ms.

-Ha sido Shiryu –Respondi con pesadez. Aunque le pareci que era una pregunta tonta Qu acaso ese doctor no era amigo del chino?
-Y en que clase de problemas te metiste con l?, Yo lo conozco desde hace mucho tiempo y s que no es bueno tenerlo de enemigo.
-Es una larga historia – Suspir acongojado. No tena ganas de contar nada que adems pudiera comprometer an ms la seguridad de su amado ruso y su hermano. Ya haba hecho suficiente dao y no poda confiar en un doctor que el mismo chino haba llevado.

-Me gustara poder ayudarte, pero honestamente, hay poco que pueda hacer – Le coment mientras se encargaba de la herida con cuidado.
-Lo s, no hay alguien que pueda ayudarme ahora. Es demasiado tarde y s que lo que pase es porque lo merezco – Cerr los ojos tratando de concentrarse en esas dos personas que ocupaban su corazn, su hermano Ikki y su amado Hyoga. Lo que le pasara, si era por ellos no importaba. El rubio podra encontrar un nuevo amor que lo mereciera e Ikki comenzar una vida libre con Shaka, sin la cruz de un hermano homofbico y rebelde. .

-Nadie merece ser tratado as – Le respondi terminando de suturar la herida – Si quieres puedo darte un calmante – Se acerc a l para mirarle ms detenidamente a los ojos – Tus padres deben estar preocupados Qu hars cuando regreses a casa? – Le preguntaba mientras le examinaba los ojos con una linternilla.

Shun iba a contestar a eso con un “no s”, pero no fue necesario, tras la espalda del mdico apareci Shiryu con el rostro serio.

-El nunca regresara a casa, Milo – Se escuch su voz firme y dura, vesta tan slo una bata larga de color azul marino – Tiene un compromiso conmigo de esos… Cmo decirlo? De por vida – Sonri - Adems, honestamente, el tal Hyoga Crees que lo querra si supiera lo que ha hecho? Ahora y antes? Nadie quiere a las putas fciles y baratas – Termin ubicndose a espaldas del sof donde estaba el peliverde.

El menor slo busc abrazarse as mismo preso de pnico al ver al hombre otra vez junto a l. Milo sonri amargamente mientras se separaba del chico para dar su diagnstico.

-Est bien. La herida es de cuidado, no debera moverla por un tiempo ni hacer fuerza. Le he suturado y tiene anestesia. Pasar en un par de horas. Parece algo congestionado y podra tener un indicio de bronquitis, seguro ha pasado fro. No pasar a mayores si recibe los cuidados necesarios – Termin por fin acercndose a la puerta seguro de que ya no le querra ms all, pero fue detenido.

-Milo, no slo te he mandado a llamar para esto. Te quedars hasta que sea necesario, necesito que evites que se muera en el proceso de su castigo... no sera divertido que eso pasara Verdad? – Acerc su mano al cabello sedoso del pequeo aprensndolo a ratos en su puo.

-No vas a partir a Japn ahora? – Pregunt el doctor tratando de evadir la reciente informacin. Tena que hacerse lo ms fro posible si no quera ser descubierto por el chino ante la facultad como un consumidor adicto a las drogas. Sin contar con que era el mismo chino quien le proporcionaba el nico y exclusivo producto. Su vida simplemente sera arruinada si el otro lo quera.

-Eso es un asunto privado Milo – El otro se gir con una sensacin extraa. Detestaba ser partcipe de las situaciones malversas del chino. Ms cuando la vctima en si, era prcticamente un nio.

-Puedes irte por ahora y regresa en un rato. Seguro tendrs trabajo que hacer aqu – Le sonro divertido mientras en silencio le vea partir de la habitacin. Una vez solos, mir a las esmeraldas vidriosas del menor. Se acerc y le lami la mejilla lnguidamente.

-Salada… has llorado mucho Shun Qu no eres ya grandecito? – Le susurr al odo. El peliverde slo cerr los ojos dejando correr nuevas lgrimas por sus mejillas.

El chino busc en los holgados bolsillos de la bata sacando un cinturn con hebilla. Lo estir a lo largo para mostrrselo al menor que asustado slo mordi sus labios sabiendo lo que vendra.

-He estado pensando que el dolor, ser la mejor forma de ensearte a comportarte y… - Se acerc acaricindole la pierna recin vendada con el cuero del cinturn – que sepas cuales sern tus castigos cada vez que desobedezcas.

Con fuerza se abalanz sobre l y tomndole duramente de los cabellos le guo para terminar volteado en el sof. Shun gimi adolorido sintiendo que sus sienes le palpitaban y el cuero cabelludo en las partes jaladas le arda.
Sin ms le baj de un jaln los ya rados pantalones para dejarle las nalgas expuestas completamente. Las mir con deseo, eran contundentes y suaves como las recordaba. Aquella vez haba decidido tomar el camino lento con el peliverde, pero ahora ya no tena paciencia. Con su mano apret fuertemente una de ellas mientras con la otra empujaba la cabeza del menor para obligarle a estar con el trasero elevado.

Verlo as le hizo sentir unas ganas tremendas de penetrarle salvajemente de una buena vez, pero no haba prisa, lo hara con calma para disfrutarlo al mximo. Tom la momentneamente abandonada correa, sintiendo como el cuero le haca transpirar rpidamente, debas ser las tremendas ganas que senta de azotar ese cuerpo hasta que rogara por misericordia y a continuacin, follarlo hasta la inconciencia.

Levant su brazo lo ms alto que pudo y liber la ahora enrojecida nalga producto de su constante apretn. En alto, su brazo contrajo los msculos preparndose para darle el primer azote. Quera escucharlo bramar aterrado. Shun bajo l se estremeca. Por sus movimientos poda adivinar que lloraba, pero mantena silencio.

Cunto durar? Al pensarlo su miembro palpit con furia. Quera cogerlo, Cmo quera hacerlo!, le violara hasta estar satisfecho y se divertira ofreciendo su joya a sus amigos. Para que le envidiaran semejante mascota, la cosa ms deliciosa del mundo totalmente sometida a sus caprichos, a sus deseos y sus perversiones para siempre.

Su brazo baj con fuerza y la correa azot la nalga derecha y parte de la izquierda dejando un camino marcado en rojo, casi al borde de sangrar. El pequeo cuerpo haba convulsionado con el golpe, pero ni un solo gemido haba salido de aquella boca. Aquello le enfureci ms y decidido a hacerle desgarrar la garganta a gritos se prepar para darle otro, pero cuando su brazo estaba en alto, de forma atolondrada uno de sus hombres entr al cuarto.

De haber tenido un arma a mano le hubiera disparado en media cabeza por tal interrupcin, pero su rabia se contuvo cuando el sujeto, asustado de interrumpir, se inclin y pidi ser escuchado.

-Seor… hay un par de moto-nieve rondando la zona. Me dijo que le avisara sobre cualquier situacin eventual – Termin sin dejar de estar inclinado.
-Qu has dicho? – Fastidiado, pero sin real preocupacin, el chino guard la correa una vez ms en su bolsillo. El otro hombre, un chico alto y de cabello negro mir impresionado la escena del peliverde volteado en el sof y con aquel enorme surco cruzando sus nalgas. Sin embargo se enderez y apart la vista para esperar las ordenes del chino - Eran siberianos? – Pregunt con molestia mientras parta rumbo al cuarto para volver a vestirse – Viglalo - Le grit antes de salir sealndole al menor.

El otro an impresionado por la escena se acerc lentamente mientras le responda a su jefe.

-S seor, aunque uno de ellos no lo pareca, cabello largo color negro verdoso y portando un maletn, en otra moto compartiendo, un peliverde con una cicatriz y un rubio, esos totalmente de la localidad.

Al instante de escuchar eso, Shun crey que el corazn se saldra de su pecho. Levant la cabeza par ver quien era el tipo que estaba dando la informacin. “Poda ser? Podra ser que… que se tratara de l?” No!, imposible, Hyoga haba quedado muy mal despus de esa paliza seguramente. Apret sus ojos con fuerza al recordarlo, un dolor inmenso en su alma. Ahora l iba sufrir en castigo, en verdad mereca lo peor por hacer dao a quien amaba, pero no gritara siquiera un poco, no le iba a dar ese placer al desgraciado ese. Si quera torturarlo, Adelante!, pero le iba a demostrar que para l, era un cobarde, que para l no mereca ser ni el suelo que pisaba su amado ruso. Sus nalgas le ardan, pero haba logrado contener los gritos, las ganas de suplicar.

-Han de ser lugareos… brutos animales – Se burl desde dentro el chino. El joven que haba entrado antes, se inclin levemente hasta cruzar la vista con el menor que tena la cara escondida y la haba alzado brevemente. .
-Ests bien? – Le pregunt casi moviendo los labios nicamente, pero no pudo esperar a la respuesta pues en ese momento vena saliendo el pelilargo ya vestido y con un arma en la mano que guard en el bolsillo de su pantaln.
-Llama a Kaisus y Aldebarn – Le orden mientras se acercaba a la ventana sin ver nada.
-S seor – Dijo el joven saliendo a prisa.

Shun permaneci con la cabeza escondida el sof, permaneciendo inmvil. Atento a los movimientos del otro.

-Sabes Shun… estaba seguro de haber dejado tu noviecito echo mierda, pero quizs sera muy conveniente que aquellos que andan rondando por aqu, fueran tus amigos – El menor atento a las palabras trat de parecer indiferente, de todas formas, era imposible que Hyoga estuviera all. Si estaba a salvo despus de lo sucedido, si quizs Isaac le haba entendido, de cualquier forma su ruso ya no querra nada de l. Nunca ira en su rescate y ni siquiera sabra como encontrarlo. Aquellas descripciones tan superfluas deban ser slo coincidencia.

-Haba estado pensando que sera divertido que ms personas se unieran a nuestra fiesta No? Vamos a ver si te diviertes ms con espectadores, pequeo! – Se acerc y le dej un leve beso en sus cabellos. El menor sinti un escalofro.


*^^*


-Paremos aqu un momento – Solicit Camus disminuyendo la velocidad, Isaac le sigui detenindose a su lado. El peliverde ayud a Hyoga a ponerse en pie, pareca ms dbil que antes.

Se encontraban fuera de una guarnicin muy antigua. En aquel lugar, aos atrs durante la guerra, haban dejado a los prisioneros. Debido a las bajas temperaturas y sin comida, prcticamente no quedaron sobrevivientes. Era por ese motivo, que an cuando el paisaje era extremadamente bello e impresionante, ese lugar estaba impregnado en la memoria de los siberianos como el recuerdo ms vvido del horror de una guerra. No haba turismo all, no haba visitantes, ni pobladores. Poco se vea a las autoridades tener un control sobre l y muy rara vez, algn familiar descendiente, lo visitaba para dejar alguna ofrenda.

-Estamos en la frontera – Suspir amargamente el peliverde cuando ambos, l y el rubio, se encontraban admirando el paisaje – No parece haber mucho movimiento – Ironiz ante la quietud y el silencio. Hyoga suspir y al instante tosi con desgano. Ya su pecho le dola cada vez que una convulsin le recordaba su estado y le costaba encontrar la forma de sentir alivio aunque sea momentneo.

Camus mir con reticencia el lugar. Ms all haba edificios que ahora slo los vigilantes de la frontera habitaban. Respir profundo esperando que sucediera algo que jams sucedi, mientras el aire helado pareca correr con ms fuerza ante la falta de rboles y casas que entorpeciera su camino.

-No les parece raro que… an ningn oficial viniera a pedirnos identificacin? – Les dijo a sus dos acompaantes mientras se acercaba al rubio y le examinaba los ojos con algo de enojo. Todo eso era una locura y l como mdico debera ser capaz de tomar las decisiones correctas sin dejarse convencer por un jovencito enamorado.
-Eso es mejor Camus, ninguno anda con documentos – Le dijo el otro mientras se frotaba la cicatriz de su ojo. Mucho tiempo dando de cara al viento fro en la moto le haca sentir ahora un punzante dolor en su vieja herida – Adems, nunca nadie viene por aqu.
-No entiendes… debera haber por lo menos alguien. …ramos visibles por binocular desde hace mucho rato y que no venga an, es… extrao – El rubio sinti como la molestia del doctor se traduca en sus bruscos tratos y prefiri callar. …l senta que estaba en el lugar correcto, pero no saba precisamente como actuar y estaba asustado.

Sin embargo, para la momentnea tranquilidad de Camus, un par de hombre apareci de la nada a varios metros para caminar directamente hacia ellos. Isaac volte preocupado, rebuscando en su bolsillo por si llevaba con l la licencia del bus. Hyoga, quieto como una estatua de hielo, sinti que su corazn galopaba con furia. En aquel grupo de hombres, vena aquel que tan slo un da antes, le haba dejado inconciente a golpes.

El mayor sinti el cambio repentino en la faz del rubio, estaba levemente agarrotado y mir una vez a los hombres que esta vez observ, no llevaban uniformes. Supo que algo estaba mal. Los latidos del rusito se desbocaron y su piel tom un tono plido venciendo al casi rojo de la fiebre. El peliverde al notar la mirada de su amigo, crey que su corazn se detena. La situacin se haba vuelto suicida demasiado rpido. En los bolsillos de Hyoga, Camus desliz lentamente algo que el otro no se preocup en investigar, no en ese momento. No cuando haban sido atrapados siquiera antes de empezar su rescate.

Isaac reconoci al hombre que antes haba golpeado a Siren, de la misma horrible forma en que Hyoga reconoci a uno de los que se llevaron a su conejo rebelde y adems, le haba propinado parte de la paliza recibida.

Sin tiempo a mediar palabras, uno de los hombres levant el brazo apuntndolos con un arma. La mira se pase lentamente por las tres cabezas que permanecieron inmviles presas del miedo y la incertidumbre.

-Qu hacen aqu? – Pregunt uno de los hombres, el ms alto de ellos. Hombros anchos y gruesos. Un tupido cabello negro con entradas marcadas y una mirada agresiva y firme.

De los tres, slo Isaac permaneci en ascuas ante aquellas palabras y siendo Camus el mayor de todos, sinti que era su deber contestar.

-Slo… estamos buscando refugio, mi amigo ha enfermado y cremos que podamos descansar aqu… - Quera continuar hablando, pero sinti que la fra mirada de aquellos hombres mostraba que no tenan ganas de escuchar explicaciones largas. Al mismo tiempo, Hyoga crey que estaban ya mismo muertos. Aquel tipo sabra de inmediato que era una mentira ya que le haba visto antes con el peliverde…

…La imagen de Shun, su Shun, vino hasta su mente. Su mirada triste, su expresin asustada, sus gritos a la distancia. Su voz llamndolo una y otra vez, desgarrada en dolor, en sufrimiento… la imagen de su Shun en peligro, era una sensacin que le aniquilaba el corazn y le enardeca el espritu. El miedo repentinamente se haba ido.

El sujeto los mir detenidamente unos instantes, quizs tratando de adivinar si era cierto o no lo que decan, sopesando la situacin. Pero no tuvieron suerte y no fue porque no le creyeran a Camus, ni porque el otro hombre les reconociera a Hyoga e Isaac, sino que para su pesar, nadie dejara partir a 3 sujetos a los que has apuntado con un arma y que de seguro darn aviso lo antes posible a las autoridades sobre su proceder y su ubicacin.

-Tendrn que acompaarnos – Dijo con su voz gruesa y grave. Ninguno de los tres contest a ello, pero supieron que tenan que obedecer.
-Qu est sucendiendo? – Susurr el peliverde sin saber a que fin haba llevado el pequeo intercambio verbal, aunque bast el firme agarre de Camus sobre su hombro para entender que se haban metido a la cueva del lobo prematuramente.

Ambos avanzaron hasta el grupo de hombres. Camus con la certeza de que deban mantenerse serenos y actuar con inteligencia, Isaac slo dndose valor para lo que viniera ahora mismo y Hyoga… Hyoga esperando que su corazn no se equivocara, que aquella sensacin dentro de su pecho fuera la correcta. Que muy pronto volvera a ver a su peliverde y entonces, tena que darlo todo para sacarlo de all con bien, a salvo y a costa de su propia vida.


*^^*
Mime sonri mirando desde uno de los ventanales como los hombres de Shiryu llevaban a un grupo de chicos cautivos. Siempre le haba parecido interesante como el lagarto Shiryu atenda ciertas situaciones. A veces, terminaba en un bao de sangre, otras en nuevos compaeros de la organizacin. Eso dependa de los intereses y la inteligencia de los cautivos, aunque no pareca un tro muy listo. El rubio casi colorido, observ atentamente el rostro de los tres muchachos. Sus caras no hablaban precisamente de control, a excepcin del que tena cabellos rubios como el oro. Era realmente atractivo aunque pareca algo descompuesto, su mirada era especialmente fuerte, aguerrida, pareca que no daba tregua a su alrededor. Una emocin pic en su interior, le era increblemente atractivo.

-Qu te tiene tan interesado pequeo Mime? – Le interrog el peliazul mientras se acercaba a mirar como llevaban hasta el lugar donde estaban ellos a ese grupo de jvenes – No me digas que salieron a cazar campesinos.
-Son campesinos muy enigmticos No crees? – Coment emocionado al ver que faltaba poco para que entraran, ms la sbita y violenta entrada de Shiryu a la habitacin le hizo sobresaltar y olvidar momentneamente lo que suceda fuera.

El chino llevaba en su mano un arma y pareca ms enojado que nunca. Mime suspir con decepcin, al parecer no tendra oportunidad de conocer a los nuevos chicos ya que los haran papilla siquiera antes de hablar.

-Ustedes no me molesten!! – Sin ms, sali del cuarto dejando a ambos anonadados ante el enfado que mostraba, por lo general disfrutaba mucho de los momentos en que amedrentaba a otros, pero al parecer le haban interrumpido en algo bueno. Este pensamiento le hizo sentir una gran curiosidad por averiguar lo que dentro de esa habitacin haba estado pasando. Si no se equivocaba era seguro que se haba estado cogiendo al peliverde todo el tiempo. Una rabia le consumi por dentro y abri la puerta con fuerza para ver como Shura a un costado del sof se mantena en silencio mientras el menor estaba tendido a lo largo del mueble, con efectivamente los pantalones abajo.

Se acerc rabiando en murmullos bajos, pero sinti un leve estremecimiento al darse cuanta de cmo tena las nalgas laceradas a golpes y temblaba sollozante. Murmuraba algo sin lograr entenderlo y crey que quizs estaba aterrado ante la situacin.

Shura le mir con un sentimiento extrao en el rostro, probablemente compadecido, de todos siempre haba sido el ms aguafiestas en tema de castigos. No le gustaba que atormentaran a otros, rumoreaban que debido a un pasado sometido al castigo diario de su padre.

-Cada vez ms hundido en la mierda – Le habl sin saber que era lo que exactamente senta. No pens que el lagarto realmente lo lastimara as. Saba que estaba totalmente cachondo por tener al menor en sus piernas entonces… Por qu le haba golpeado as? En su interior algo se removi con angustia. Hasta ahora, siempre haba hecho los deseos del chino y jams se haba rehusado a una sola orden, pero… Qu pasara si un da le pidiera algo que l no pudiera cumplir? Entonces, sera tratado de la misma forma? Pas la mano por su cabello algo perturbado. El no era precisamente lo que ms deseaba el moreno pelilargo. Por l no se contendra en lo ms mnimo al castigarlo, si no lo haca por el culo que ms se le antojaba probar, menos lo hara por el de l que ya le tena hasta aburrido.

-Mierda – Se dej caer en otro de los sofs – Esto es una mierda.

Suspir mientras observaba a Shura llevar un vaso con agua al peliverde que agradecido la bebi. Lo que Mime no poda siquiera imaginar, era que el menor a ms de haber sido tratado tan violentamente, estar herido y separado de su amor, no haba comido ni recibido una verdadera atencin mdica. Si estaba en pie y respirando, era porque dentro de l, el amor le deca que deba continuar. Luchar por el hombre que amaba. Pagar a Shiryu para que este, no se cobrara con las personas que amaba, por el hombre que haba conquistado su corazn. Ese hombre que estaba en el mismo lugar, separado ahora de l, tan slo unos metros.

Mientras el agua bajaba por su garganta. Shun mir a Mime encogido al frente de l, ensimismado por sus propios demonios, miedos y necesidades. Mientras beba el agua, su corazn lata tan rpido en un candor especial. Estaba asustado, pero deba mantenerse firme. Hubiera deseado que el castigo al que estaba siendo sometido no hubiese tenido pausa, de esa forma podra haber logrado entrar en alguna especie de transe que le evadiera del horror, pero ahora tena un descanso, volva a reponerse levemente para sufrir nuevamente la penosa sensacin de estar aterrado ante lo que sabes va a venir… el castigo, la violencia y el dolor. Una lgrima rod por su mejilla y sin poder evitarlo un suspiro quejumbroso se enred en sus sollozos, senta tanto dolor justo ahora.

*^^*

Shiryu lleg hasta la sala principal de lo que antes haba sido el hall de la residencia. All frente a l, sus hombres le tena a tres, al parecer lugareos, detenidos en silencio. El chino los mir interesado, su ira descendiendo levemente ante la situacin, que tal como Mime saba, le eran de las ms placenteras.

-Quines son ustedes? – Les pregunt con un tono bastante relajado, mientras quietos, Camus, Isaac y Hyoga le miraban fijamente. Sin ms, el doctor mantuvo su versin de la historia.
-Nos dirigamos al sur, pero nuestro amigo enferm, como ac hay una estacin, pensamos en que poda recibir atencin – En silencio Shiryu se acerc a l y le mir fijamente.
-Qu llevas en ese maletn? – Interrog al tiempo que uno de sus hombres se lo arrebat de las manos abrindolo y enseando su contenido. Al ver que dentro slo haban artculos mdicos la mirada del chino se ensombreci – As que t amigo enferm, pero llevabas un equipo. Qu previsor! – Ironiz mientras los dems sonrean levemente. Hyoga baj la cabeza, su cuerpo cada vez le era ms intil y crea que en cualquier momento iba a desfallecer.
-Por favor, l es delicado de salud, por eso estbamos preparados, pero se ha puesto muy mal, ms de lo que yo puedo hacer con tan poco.

-Cmo es que hablas japons? T no eres ruso – Observ mientras miraba a los otros dos chicos ms jvenes. Se acerc y seal al peliverde que miraba seriamente - Cul es t nombre? – Pero no obtuvo respuesta.
-El no habla jap… - En el mismo instante en que Camus pens en explicarse por Isaac, Shiryu le haba cruzado la cara con una bofetada. El mensaje era claro, nadie habla si l no lo indica. Hyoga apret sus puos, inflam sus pulmones y sinti que deba arrancarle la cabeza a ese sujeto. Sus ojos brillaron con un odio casi incomprensible.

Su piel, sus poros, todo su cuerpo se lo estaba diciendo. Ese hombre fue el que mand a buscar a su Shun, a su conejo. SU CONEJO. Mordi su labio con desesperacin. Qu poda hacer? De qu forma deba actuar ahora? No servira de nada si el desgraciado los mataba antes de poder hacer siquiera algo.

-As que no hablas japons – Ri divertido - Y t? Seal al rubio mientras con su mano le alzaba del mentn... el contacto, ese contacto hizo que la sangre en su interior hirviera de rabia. Ojala su odio como una nube densa de bacterias se hubiera traspasado desde su piel a aquella asquerosa mano hasta destrozarle los rganos por dentro. No poda casi soportar el hecho de saber, que Shun estaba a merced de un tipo como ese. Su pobre nio, sufriendo entre sus garras. Quera gritarle en su cara. Lanzarse con todo su cuerpo sobre l y masacrarlo lentamente. Cmo quera decirle que le regresara a su pequeo, que lo quera de vuelta sano y salvo…que…

-El tampoco ha… - Esta vez uno de los hombres del chino le haba dado un golpe en las costillas. Camus se tambale en su lugar mientras fastidiado el lagarto retroceda dejando el leve contacto con Hyoga.

-No aprendes No? No eres muy listo… - Critic con rabia – Ese est ya casi muerto – Seal al rubio que tras la intervencin de su amigo, baj la cabeza ocultando su mirada aniquilante. Supo en el preciso momento en que habl el porque lo haca. Era mejor que no supiera que hablaba japons, mucho mejor. Quizs an poda lograrlo, Quizs an poda hacer algo por l, por rescatarlo y tenerlo una vez ms en la proteccin de sus brazos.

Kasius durante todo el tiempo analiz a los tipos. Los reconoca, claro que los reconoca, al menos a dos de ellos. Pero tena la leve sospecha de que le sera contraproducente hablar. Aunque callar quizs era peor. No lo dijo desde el principio y entonces Poda ser que Shiryu le creyera que realmente no lo reconoci al instante?

Pero a causa del peliverde haba prcticamente matado a Sorrento. Siren a su modo, haba sido tambin de los favoritos del chino, probablemente siendo amaestrado para el futuro servicio del traficante. Un servicio que todos conocan muy bien, pero que haban ocultado con malicia. Hasta podan recibir un poco de aquellos cuerpecitos frgiles y tan satisfactorios a la hora del sexo, si eran eficientes.

No, definitivamente era mejor permitir que el moreno simplemente los matara. Nunca sabra que l haba cometido tantos errores mientras cumpla su misin. S, eso era mejor. Se mantuvo quieto, en silencio y dej que pasara lo que tena que pasar.

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