Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Para domar a un conejo... ¡Hay que ser rudo! por ringox

[Reviews - 202]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

   

Capitulo 9: "El trabajo engrandece al hombre"

 

En un callejón de mala muerte en los suburbios de Tokio, Reda se desplazaba con absoluta tranquilidad, pero con la prisa que sus noticias ameritaban. No tenía que preocuparse de aquellas sombras que acechaban en las esquinas y ocultaban sus rostros, ni de las jovencitas que a su corta edad, ya eran expertas en engatusar a los despistados transeúntes para dejarlos con absolutamente nada, porque él, era parte de todo eso.

 

Esas eran sus calles, los dominios de los hombres de Shiryu, más conocidos como los Lagartos. Reda, como informante y miembro activo, era un Garti, perteneciente al pequeño y reducido grupo de los hombres más cercanos al Chino.  Muchos quizás se preguntaban como un joven Chino, hijo de una familia dedicada al campo, terminó siendo el líder de tal organización, la respuesta quizás, estaba en aquellos hermosos jovencitos japoneses que al hombre le encantaban.

 

Dobló en una de las esquinas que daban a un gran galpón, de lo que alguna vez fue una fábrica de zapatillas, pero por dónde ahora ni la policía se atrevía a aparecer. Un hombre grande con actitud de pocos amigos, resguardaba aburrido la entrada, entreteniéndose con una lata vacía la cual pateaba quedamente.

 

-Casius - Llamó el joven mucho antes de acercarse a él, no fuera que le confundiera y acabara con una oreja menos, como acostumbraba aquel sujeto dejar a cualquier intruso que osara rondar por allí.

-Reda... el jefe ha estado esperándote - Le murmuró con picardía, sabía que cuando el gran lagarto esperaba por alguien, era que realmente llevaba noticias importantes.

-Pues, no lo hagamos esperar más - Sonrió palmeándole la espalda al pasar, recibiendo un gruñido en respuesta.

 

El galpón se abrió de forma automática, alguien desde adentro, ya sabía de su regreso. Subió las escaleras hasta llegar a un pequeño vestíbulo, que en tiempos pasados, debió ser una recepción y caminó hasta una pequeña puerta que daba a la fábrica en si.

 

Bajó por unas escaleras angostas, si bien había ascensor, no podía usarlo más que para  las grandes transacciones y el prestamismo, que daba aún más que el tráfico de drogas últimamente.

Por fin estuvo frente a una gran habitación, acondicionada ahora como la oficina o más bien departamento de Shiryu, ya que prácticamente vivía allí. Tener dinero como yakuza da mucho, pero también se arriesga mucho y ese era el lugar más seguro. Se paró frente a la puerta y tocó anunciándose él mismo. Un jovencito rubio y muy bonito le abrió la puerta.

 

-Ya estás aquí, Reda - Le saludó con una sonrisa de inocencia, pero que el otro bien sabía era sólo una dulce fachada.

-Buenas Mime... te extrañé - Le confesó en forma sincera, pero disfrazada de sarcasmo que el otro consintió dejándole pasar sin expresión. En un sofá blanco de herradura, se encontraba el Yakuza líder, el jefe de aquella organización múltiple de narcotráfico, prostitución e ilegalidades varias. 

 

-Reda... ¿Qué tan lejos está Rusia? - Murmuró evidentemente enojado.

-He tenido que esperar para verle, no había huido precisamente - Se defendió el pelirosa con temor.

-¡Explícate! - Concedió sirviendo 3 copas, para él, Reda y su adorable mascotita.

-Su hermano, lo llevó a vivir al parecer con unos parientes lejanos en una granja de renos.

-¿De renos? Jajajaja - Rió divertido - ¿Le has dicho que debe dinero?

-Le he dicho y ha mandado una parte - Se acercó para alcanzar un sobre con la cantidad que el chico le había entregado.

-¿Una parte? Yo no te envié por una parte Reda... ¿Es que quieres que te castigue?

-No, no quiero eso - Contestó sintiéndose avergonzado de que le hablara así frente a Mime, que sensualmente se acercaba para masajear los hombros de su amo sin dejar de mirarle intensamente.

 

El Chino se levantó y abrió el sobre para mirar la cantidad.

-¿Es una broma? No es ni la mitad - Arrojó el sobre en el suelo con desdén - Lo quiero de regreso... no le di todo lo que quería gratis, el sabía que tenía que pagar si no era con dinero... con su cuerpo y no soy una puta casa de crédito.

 

Mime miró con molestia, para ir hasta el minibar y tomar el trago fuerte que le había sido preparado, observando de reojo a Reda que estaba con la cabeza gacha.

 

-¡Lo quiero de vuelta! - Pisoteó el sobre y arrebató de las manos del rubio el trago para beberlo al seco y apurar tras de ese, el que correspondía al mensajero.

 

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

Shun estaba otra vez hacha en mano. Sintió que de forma previa un sudor helado le corría por la espalda y otro sudorcillo caliente le hacía picar levemente la piel cercana al cuello y las axilas.

¿Sentían eso mismo aquellos hombres que arduamente trabajaban en la construcción?... ¿Sudaban de la misma forma todas las madres que trabajan día a día cuidando a sus pequeños y ocupándose de los quehaceres del hogar?... ¿Qué había de todas esas otras personas que tenían que esforzarse día a día para llevar pan a casa? Probablemente era la primera que vez que pensaba en todo ello... probablemente Ikki, le había criado así.

 

Con una sensación de heroísmo y la determinación de no ser un inútil, levantó aquella hacha por sexta vez en el día y creyó que los huesos de su espalda no volverían jamás a ser los mismos. El metal filoso cayó como una daga asesina sobre la madera seca de aquel gigantesco tronco, pero al igual que sus otros intentos, sólo logró abrir una pequeña brecha, que sumada a las demás, podrían darle algún día, y si era optimista, la victoria de tener el tronco partido en dos.

 

Dentro de la casa, Esmeralda bajaba la escalera con las tazas que contenían el chocolate caliente rotas. Miró con algo de temor a su madre la que se había aplicado a preparar pan casero amansando la harina de forma un tanto más brusca de lo normal.  Ella sabía que cuando hacía eso, no era más que para descargar su ira.  Arriba, en el cuarto del rubito, Jacob contemplaba el rostro dormido del mayor, al tiempo que dejaba el libro que minutos antes le leía cerca del mueble. Dejó la cama con cuidado y se vistió rápidamente para depositarle a continuación, un cálido beso en la frente. Caminó a la ventana y desde allí vio algo sorprendido, pero con satisfacción, el vergonzoso desempeño del peliverde.

 

-¿Pero que demonios está haciendo?... se va a dislocar una vértebra si continua - Miró el rostro dormido de Hyoga, parecía estar más tranquilo en el sueño. Decidió que se iría a su casa, no era la idea quedarse a incomodar a su amigo ahora que estaba tan enfermo. Bajó apresurado los escalones, con la habilidad que le daba haber vivido sus 11 años de edad en una casa similar, sólo que en el pueblo.

 

-Tía... ya me voy a casa, antes de que oscurezca - Avisó el menor entrando en la cocina.

-Ho Jacob ¿No quieres quedarte? Hay que ver lo feliz que se pone Hyoga cuando te ve - Le dijo Natasha agarrándole las mejillas y dejándoselas levemente sucias con harina.

-No, prefiero venir mañana otra vez - Se despidió con un beso de cada una y apretó su bufanda para salir al día helado.

 

Cuando hubo cerrado la puerta tras de si, caminó unos pasos rumbo a la parada de bus. Según el horario del transporte, este debería pasar pronto e Isaac le llevaría gratis al pueblo. Estaba en ello cuando sintió aquel quejido que no podía ser de otro que del desagradable chico que antes tiró todo en aquella habitación y que desde hace unos días, parecía la sombra de su querido Hyoga. La primera vez que le vio en el pueblo, supo inmediatamente que era su rival, que tenía que sacarlo del camino que él con tanto esfuerzo había forjado. Tenía pensado ser algo más que un amiguito para Hyoga a futuro y no lo entregaría así como  así a un flacucho de la ciudad que ni siquiera hablaba ruso.

 

-"Maldita lapa humana" - Murmuró acercándose para observar como Shun, estaba de rodillas en la nieve, apoyado en el hacha como un viejo pastor tratando de recuperar el aliento - ¿Te cansaste? - Le preguntó con sarcasmo.

 

El chico se levantó con esfuerzo para mirarlo desafiante, aunque no había podido enderezar su espalda del todo.

 

-Escuincle feo... - Le respondió sin detenerse en examinarle.

-Feo, pero Hyoga a mí sí me quiere - Contestó con una sonrisa en sus labios que al peliverde le revolvió las tripas de coraje.

-¿Y a quien le importa ese campesino pobre y hediondo? - Se defendió alzando nuevamente la herramienta y esta vez, quizás porque había imaginado que aquel tronco era un pequeño niño de cabello castaño que desnudo se acostaba junto al rubio, partió finalmente el tronco en dos.

-¡Vaya!... buen intento número mil - Se burló el niño caminando hacia él, arrebatándole la herramienta y sin chistar ni que el peliverde pudiera decir reno, cortar otro tronco en dos - ¡Nos vemos! Mañana vendré a ver a mi Hyoga - Se despidió con tono arrogante y se fue.

 

Shun creyó que moriría de rabia. Estaba a punto de salir tras el pequeño y masacrarlo en la nieve, pero lo pensó dos veces al darse cuenta de que probablemente el chico podría ser más fuerte que él, quitarle el hacha y terminar descuartizado y olvidado en un hoyo de conejo.

 

-¡Mierda! - Se acercó hasta el tronco que acaba de cortar en dos y lo separó del resto. Lo miró con ilusión, sólo necesitaba hacer lo mismo unas 30 veces más y habría suficiente para la casa aunque no para vender.

-¡Shun! - Le llamó la rubia con tono amable - ¡Almuerzo! - Le dijo en japonés, sonriendo, esperando quizás que el menor le regresara una sonrisa y alguna felicitación por la palabra nueva que había aprendido, pero en cambio, solo obtuvo un zombie que entró en casa sin vida para guiarse por el olor de la cena hasta la cocina.

-¿Has hecho tu trabajo? - Preguntó la Tía Natasha y desafiando a todas las leyes del lenguaje, el peliverde entendió y si no se equivocaba, no tendría comida hasta haber terminado. Aún cuando en el fondo de su corazón, quería decirle a la cara que pensaba que era una jodida vieja de mierda, se contuvo. Decirlo no mejoraría las cosas con Hyoga, ni le llevaría comida a la boca... decirlo, no le daría nada más que el desprecio irreversible de los demás que parecían no aceptar sus defectos cuando él amablemente se los decía a la cara.  Se dio la vuelta dispuesto a salir, pero una mano le detuvo.

 

-¡Siéntate y come! - Ordenó la Tía sirviendo un humeante y rebosante plato de estofado, que el conejo no tardó en comenzar a devorar, todas aquellas reflexiones que se habían anidado en su mente momentos antes, fueron reemplazadas por un súbito cambio de humor al oler el esquisto aroma de la comida, que sólo le permitían pensar ahora en lo rico que sabía el caldo.

Una vez dejó aquel plato limpio, la Tía Natasha le repitió la ración, adulada de que el menor quisiera más. En todo ese tiempo, no le había visto comer con ganas y ahora le halagaba gratamente. Esmeralda sentada también a la mesa, sonreía feliz, ella desde el primer día, había sentido una afinidad con el menor, o quizás sólo un presentimiento de que a su hermano mayor, le gustaba el pequeño más de lo que le había confesado después de recibir aquella carta de Shaka, en donde venía la linda fotografía de un peliverde sonriente.

 

Ahora que le veía comer con tanto entusiasmo, parecía más inocente de lo que había demostrado ser los últimos días. Sus mejillas dejaban ver un par de agradables hoyuelos cada vez que sonría al saborearse los labios. Y su cabello revuelto por sus intentos de corta leña, le hacían ver aún más adorable. Estaba analizando totalmente a Shun, cuando reparó en sus manos, estaban rojas e hinchadas. Pequeños rasguños cruzaban los dedos y si no se equivocaba, era cuestión de horas para que se llenaran de ampollas.

 

Ama! - Llamó la atención de su madre que iba por el tercer vaso de leche en plena cena - ¡Mira sus manos! - La mujer miró despreocupada en dirección al comelón que apenas y levantaba la cabeza del plato para con esto hacer más corta la distancia entre cada bocado y su boca.

-Ho dios - Dijo la Tía - Tiene manos de señorita, mira que terminar así por juguetear con el hacha sólo un rato.

-Ha hecho un gran esfuerzo ama - Lo defendió la rubia llamando la atención de Shun que se percató de la leve discusión.

-Deja que te mire - Le tomó la mano con brusquedad la Tía para voltearla y mirarle la mano toda lastimada - Creo que es suficiente por hoy, mañana buscaremos que puedes hacer, es evidente que cortar leña no lo es lo tuyo - Soltó la mano que el peliverde miró angustiado sin saber que había dicho. ¿Qué su mano era fea? ¿Qué tenía manos de reno? ¿Los renos tenían mano? No, lo renos tenían patas... ¿Tenía manos como patas de reno?  suspiró con fastidio otra vez, viendo como la mujer recogía los platos de la mesa y Esmeralda le pedía acompañarla hasta el segundo piso. Shun que vio su oportunidad de alejarse de aquella mirada escrutiñadora que le daba la Tía, la siguió sin protestar.

 

Una vez que llegaron al segundo piso, la chica le hizo señal de que la esperara allí, pero para ese entonces, el menor se había olvidado de ella. Miraba fijamente al cuarto de Hyoga sin siquiera pestañar..

 

¿Estaría durmiendo?... Quizás le había regresado la fiebre... ¿Estaría tapado?... quizás tenía frío...

... quizás estaría más caliente si estuviera él allí, junto a él, calentándolo con su cuerpo, o quizás... el preferiría no volver a compartir su cama, ahora la compartía con ese escuincle fácil y entregado, que no tardó ni medio segundo en quitarse la ropa y él no protesto en dejarlo estar en sus sabanas, esas sabanas que olían tan rico, que se sentían tan acogedoras y cálidas, esas almohadas mullidas en donde había ahogado algún gemido provocado por... ¿Por qué?... ¿Qué le provocaba Hyoga?

 

Todo era demasiado extraño... Ikki, quizás había comenzado igual y eso quería decir que... ¿La homosexualidad era hereditaria?... Sus padres quizás le habían heredado a ambos aquella anomalía que despojaba al hombre de su dignidad. Ahora él sería un gay como Ikki, una puta como Shaka y todo por culpa de... de él.

 

Quizás no era que él fuera gay, sino que Hyoga despertaba esa clase de deseos en los hombres. Shiryu le había dicho algo así una vez... algunos chicos, provocan el deseo de comerlos.

 

Él no era el problema... era Hyoga, él destilaba alguna hormona que le hacía a él sentirse atraído, con ganas... caliente. Se frotó la cabeza confundido... de cualquier forma, eso no explicaba las ganas de matar al doctor y de matar al amiguito, incluso de matar al tipo del bus. Si no fuera por que la vieja y Esmeralda eran sus familiares, probablemente también querría matarles.

 

Demasiadas dudas y para ninguna tenía una respuesta sincera, porque en el fondo, sabía que era mentiroso con él mismo y por eso no podía ser honesto con los demás. Simplemente, era más fácil odiar al resto.

 

Sin darse cuenta, había caminado hasta el umbral del dormitorio del rubio, y se asombró de verlo incorporado en la cama leyendo concentrado un libro, el mismo que le leía el niño desgraciado y puerco... sintió que el estómago le venía a la garganta y un zumbido le pitaba en las orejas. Sin embargo aquél ataque de ansiedad, se desvaneció cuando le vio toser de aquella manera desesperada, encorvándose y adquiriendo un color rojizo en sus mejillas producto del esfuerzo. Se acercó con prisa y olvidando momentáneamente sus dudas y lo que había pasado en la mañana, llenó un vaso con agua y lo acercó al rubio que lo bebió con desesperación. De sus ojos celestes corrieron gruesos lagrimones y Shun sintió una sacudida por dentro, muy dolorosa.

 

-¿Ya estás bien? - Le preguntó con rostro asombrado. En su vida había visto toser a alguien así. Había pensado que ya estaba recuperándose, pero el que la fiebre le hubiera abandonada no significaba que ya estuviera bien.

-Sí - Respondió dejando que Shun le limpiara la comisura de los labios con la manga de su chaleco, sin dejar de mirar los ojos verdes tan intensos y hermosos del menor.

-Bien, yo ya me iba - Le dijo sin verdadero ánimo de irse, sólo para no parecer que se quería quedar y deseando más que nada en el mundo que no lo dejara partir.

-¿Qué te ha pasado en las manos? - Le preguntó el rubio sujetándole tiernamente de las muñecas para mirarlas en su totalidad.

-Nada... sólo he estado cortando algo de leña - Respondió omitiendo que en realidad sólo había logrado cortar un tronco, pero eso no tenía porque saberlo.

-¿Tú?... - Preguntó incrédulo, ganando una cara de molestia del menor - Deja que te ponga algo de crema - Se inclinó hacia un lado de la cama y de allí, entre el colchón y el catre, sacó un tuvo de ungüento. El peliverde dejó que le tomara las manos y Hyoga las sostuvo sobando las partes que no parecían lastimadas con las yemas de sus dedos, Shun no puedo evitar suspirar cerrando los ojos.

Cuando creyó que por fin le aplicaría la crema antes de caer muerto ahí mismo por su corazón que latía desbocado, sintió un suave y tibio roce sobre su mano izquierda y enseguida se repitió en su mano derecha. El rubio le había besado ambas manos con dulzura y tan suavemente que le causo cosquillas. Enseguida, la crema fría y espesa, le robó la sensación  para refrescar sus manos hinchadas.

-Estarás bien Shun... pasará pronto, pero... no cortes otra vez leña - Le pidió desanimado y el menor sintió una ira creciente.

-¿Crees que no puedo? - Levantó la voz inquietando al ruso, que ya no sabía bien que esperar del chico, ya no sabía nada, nada más que le repudiaba y  besarle las manos, tampoco le estaba permitido al parecer, porque había cambiado de ánimo bruscamente.

-No es eso, sólo que... puedes mejor encargarte de los renos... ellos están acostumbrados conmigo y quizás se sientan más cómodos con un chico y no con mi madre y mi hermana - Mintió el rubio para no entrar en disputas, atesoraría cualquier momento de paz con ese chico que le había quitado tantas cosas desde el día que llegó... desde incluso antes, porque hace mucho que ya no se sentía dueño de si mismo y lo peor de todo, era que a quien quería darle todo, le despreciaba.

 

-Ho de acuerdo, yo me encargo de esas cosas -. Sonrió con una alegría sorpresiva - Déjamelos a mí, los perros siempre me hacen caso, no debe ser muy diferente, nada más  son más grandes y tienen cachos.

-Claro... - Consintió el rubio sorprendido de verle sonreír. Parecía que cuando lo hacía, aquellos ojos tan hermosos brillaban aún más y sus labios, extendidos en una mueca graciosa y coqueta le daban un aire tímido, inocente y tan sexual... no creía que Shun fuera a tener problemas con los renos, eran animales pacíficos y sólo tenía que darles de comer en sus ranchillos. Nada de sacarlos a pasear, él pronto estaría bien y volvería a llevarlos, no tardaría en recuperarse, porque repentinamente, sentía su corazón lleno de júbilo.

-Sólo no los saques, ya lo haré yo cuando esté bien - Sonrió tosiendo levemente y Shun se puso en pie para salir casi corriendo del cuarto, poco más y atropellar a Esmeralda que venía de su dormitorio con un pote de crema, y regresar sobre sus pasos otra vez atropelladamente y enfrentar al rubio con decisión.

 

-¿Podré venir a dormir acá esta noche? - Casi gritó y Esmeralda que escuchaba no pudo más que sonrojarse sin estar segura de haber entendido bien la frase en japonés.

-... sí... - Respondió Hyoga con los ojos más azules que nunca, sintiendo que su entrepierna era la que respondía y no él, porque por dios que Shun se había visto sexy regresando y apoyándose con abandono en la pared, para preguntarle con inseguridad y al mismo tiempo agresividad, si podía venir en la noche... a compartir su calor entre las sabanas.  Bien, no le había dicho eso precisamente, pero para él, era bonito imaginarlo y quizás, si el menor pretendía dormir con él otra vez, no le tenía tanto asco como pensaba... y de ser así... al menos, tendría la oportunidad de estar cerca de él otra vez y respirar ese aroma que le enloquecía... de sentir más de todo lo que era el peliverde, tanto fuego y ardor en una criatura tan hermosa y sensual.

 

Una vez sólo en el cuarto, volteó sobre la cama y gritó ahogando el sonido en la almohada por la emoción y las ganas de que ya fuera de noche.

 

Notas finales: Continuará...

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).