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Amor de nerds. por PrettyTorture

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Notas del fanfic:

 

Para quien no lo entendió: 

Advertencia: Lenguaje adulto muy malsonante. Palabras muy ofensivas. Queda a criterio de quien lo lee.

Notas del capitulo: Lenguaje muy ofensivo, pues mi personaje es un mal-hablado :D.

Me levanté en la mañana y se me cayó el puto televisor encima de la cabeza. Me rasqué por debajo de los pantalones y suspiré con ganas de ver al pendejo de Gustavo. Tenía la erección más dolorosa de mi vida y a pesar de eso no podía dejar de pensar en ese desgraciado que me había dejado plantado en el pinche techo de la escuela.

No sé como me empecé a fijar en ese desconsiderado, que me dejó vestido y alborotado en más de tres ocasiones, diciendo que tenía mucha tarea. El infernal mocoso de diecinueve años se fue, reemplazándome por su club de robótica. Quien sabe, a lo mejor ni él ni yo estamos hecho para esto de la vida amorosa, pues somos un par de desadaptados, incapaces siquiera de ponernos de acuerdo con nuestros propios pensamientos.

Lo conocí en la preparatoria, aunque ni tanto, pues él es dos años mayor que yo. Siempre lo veía y la verdad es que nunca me llamó demasiado la atención, pues él era originalmente el amigo del tipo que me tenía total y completamente enamorado.

Quizás fue su realización de que lo observaba mucho lo que me llamaba la atención, porque repentinamente empezó a hacerse el importante en mi presencia y me miraba sin recato. Cuando nuestras miradas se cruzaban, él me evadía, escondiendo los ojos enmarcados por esas ridículas gafas de nerd que todavía usa. El imbécil pensaba quizás que no me daba cuenta, o a lo mejor lo hacía con la intención de que me percatara; pero la cosa es que siempre nos mirábamos, sin siquiera dirigirnos la palabra.

Par de maricas cobardes. No puedo evitar reprocharme ahora que lo reflexiono todo fríamente, desde este ángulo. Si de todos modos lo éramos, un par de maricas, al menos había que hablarnos, AL MENOS HABLARNOS. Joder.

Creo que un día le sonreí y lo saludé. Era un imbécil, pues amaba a Andrés, así que no lo hice con intenciones de coquetería, pero siento que él lo tomó así. Ni un pinche ser humano se le habrá acercado en su vida, al joto de mierda, emocionado por el saludo del pretendiente de su mejor amigo; pero yo vivía entre los incómodos roces sexuales entre mis púberes amigos; hombres y mujeres, me daba igual.

Pasó que un día ellos se fueron a la universidad, a estudiar mecatrónica y yo me quedé aquí, haciendo de inteligente, igual que siempre. Pasando materias con buenas calificaciones, como el nerd disfrazado que era; fumando, haciéndola de “la última coca-cola del desierto” o el tipo más buenazo, cuando realmente era más feo que el trasero de un mono, etcétera. La actitud es lo que cuenta.

¿Cuándo fue que me di cuenta que quería a Gustavo?

Bueno, Andrés nunca quiso pasarme su dirección de correo electrónico y de todas maneras él nunca se conectaba, así que daba igual. No soy mucho de conversaciones por mzn, mesenyer o como se llame. Es más, no soy una persona de muchas palabras y al parecer… la gente con la cual procuraba salir tampoco.

Ricarda, que pinche feo nombre, lo sé; pero Ricarda se llama mi mejor amiga, la ingeniera; y en todo caso la culpa del nombrecito la tienen los subnormales de sus padres, no yo.

“Estás pendejo. ¿Gustavo? ¿No tienes ya con aquél otro tipo? ¿Qué no lo amabas?”

Quería hablar con Adrés, era todo. Andrés, Andrés, Andrés. No podía dejar de pensar en él, ah… Simplemente imaginarlo todo el día frente a su laptop, haciendo nada más que acumular ojeras, me hacía tener sueños húmedos cada noche.

“Sí. Es por eso.”

Y después de mucho y muy aburrido y en mi opinión muy innecesario blabhlablahblah la convencí que me diera su correo electrónico. Las primeras veces no hablamos mucho, pues como he dicho había una gran tensión, puesta en tela nuestra difícil relación de miraditas y saluditos infantiles.

..::Tavo::.. dice:

hola

Carlos-saaaama. [universe is mine whahaha] dice:

wujujuj... wolass n_n

Sí, lo sé, era un pendejo por usar esa clase de emoticons, pero a pesar de mi imbecilidad y la aparente diferencia de edades que se supone determinaría una abismal diferencia madurativa entre nosotros, él pareció comprenderme bien:

..::Tavo::.. dice:

xD que haces?

La casual e infalible “xD” no podía faltar. Éramos un par de enfermos. Lo somos.

Carlos-saaaama. [universe is mine whahaha] dice:

ehhmm… perdiendo y valioso tiempo… en irc w00t! Y tu? *___* irc FTW!

..::Tavo::.. dice:

hahah xD mirndo unas cosas para un motor.,..

..::Tavo::.. dice:

*mirando

..::Tavo::.. dice:

tarea para el taller de mecanica, mas bien… componentes, motores, precios y eso… ando viendo unos carburadores……. estan carisimos!

Carlos-saaaama. [universe is mine whahaha] dice:

aaah… que interesante…

Uy sí. Y esta era la gran química entre yo ¡OH GRAN SEÑOR DE LAS CONVERSACIONES CASUALES! Y él. ¡OH GRAN SEÑOR DE LOS CARBURADORES!

Ni pensar que una semana después íbamos a estar en una sala de cine, literalmente comiéndonos y casi follándonos en una butaca. No sé, pero quizás los dos somos un poco pervertidos y estábamos hasta un poco ¿Cuál es la expresión? Reprimidos.

Cuando yo puse mi mano en su muslo incidentalmente parece como si hubiera activado un switch que despertó su libido casi al instante. Me sentí como en una novela pornográfica del siglo XVIII. Como dice la canción de R. Arjona, nos besamos hasta la sombra. O al menos él, pues pasión no he visto tan insaciable ni en el hardcore.

Y nos seguimos viendo el desgraciado nerd y yo, su geekísima concubina. ¿O sería concubino? No importa. Poco a poco o quizás mucho a mucho, nos fuimos conociendo. Tardábamos horas hablando -en el mezenger, o como sea- ¿De qué? No me acuerdo. Sólo me acuerdo que hablábamos y hablábamos sin cesar -tecleábamos-, sin aburrirnos el uno del otro.

Teníamos noches desenfrenadas. Comiendo palomitas y viendo mis películas consentidas. SÍ, CARAJOS. PUES SOMOS NERDS. Y a pesar de blahblahblah, las noches de tremenda aburrición y de callada melancolía viendo una y otra vez Amélie, nos queríamos. Y también a veces teníamos uno que otro movimiento sexual. Bueno, sí, mucho, mucho sexo y cigarro. Al menos yo.

Cuando entré a mi carrera, que por cierto es lengua, él me felicitó mucho.

“Felicidades” me susurró al oído, dándome un ligero beso en los labios.

Para mí era mucho, pues a pesar de que sabía que nos idolatrábamos mutuamente; siendo el par de simios retrasados que éramos, faltos de amor y de comunicación verbal, teníamos problemas para expresar lo que sentíamos sin ayuda del mezenyer.

“Tavito, Tavito ¿Qué haría yo sin ti?” le contesté con el amor con el cual se le dicen las cosas a las personas que… que pues, se les quiere.

Y aún me lo pregunto. Oh, amado mío ¿Qué haría yo sin ti?

O más bien. ¿Qué nos pasó? ¿Por qué no has venido por mi?

Porque me dejaste plantado. Tres chingadas veces. Y mientras te odio e intento excusarte conmigo mismo, quiero pensar que en realidad es la pinche tesis que escribes desde hace un mes lo que te mantiene enclaustrado, o ese malnacido proyecto de robótica con los cuadritos de colores que se ensamblan, o lo que sea.

Me duele la cabeza, necesito un cigarro. O más bien, te necesito Gustavo…

Pinche televisión. Me jodiste la cabeza, yo te voy a joder los circuitos.

Ojalá Gustavo estuviera aquí para desmantelarte


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