Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Acampada por AthenaExclamation67

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Death Mask & Afrodita de principales.

ACAMPADA

By AthenaExclamation67

 

 

“POV Death Mask”

 

 

Por cosas de la vida, esta, te pone en situaciones en las que jamás creíste que te encontrarías.

Un día metes la pata hasta el fondo (no me hagan recordad el incidente con la tarta) y quedas por siempre unido a la persona que más amas, más incluso que a tu propia vida. Peleas, reconciliaciones, pero parece que a mí este año me tocó hacer el ridículo, pero todavía no conocía hasta que punto se podía pasar vergüenza, no hasta ese día.

Saori ¡Metiche Zanahoria!, tuvo otra de sus grandes ideas.

-          ¡Vayamos todos juntos el fin de semana al campo! – dijo.

Claro, mis compañeros, los entusiastas, parecían borregos por la emoción que les causó la idea ¿acaso no conocía una manera mejor de pasar el fin de semana?

Pues yo sí, yo quería estar con Dita, que después de su fiesta de cumpleaños ya jamás nos separamos.

Mi deseo era pasar todo el sábado y el domingo con él, despertarnos, hacer el amor, bañarnos, hacer el amor, desayunar, hacer el amor, ver tele o simplemente admirarlo… ¿Dije hacer el amor?

El fin de semana perfecto, pero no, y lo peor de todo fue que a Dita también le entusiasmo la idea.

Resignado, acepté ir, solo con la idea en mi pervertida mente de secuestrarlo y hacerlo mío en algún lugar apartado de los demás. Nada mejor podía ocurrir en ese fin de semana, así que debía trazar un plan.

Esta era mi idea. Quedar rezagados del resto del grupo, tomar a Dita de la mano y ambos salir corriendo para otro lado de las montañas.

Que tonto que fui, yo con mi idea de poseerle en medio de la montaña y en lo que llegó a convertirse al final.

SÁBADO 7: OO AM…

-          ¡Vamos Masky! Levántate que ya pronto va a ser la hora de partir.

-          Dita… Un poquito más – le ronronee como si fuera un gato – Anda ven aquí le dije tomándolo suavemente del brazo.

-          ¡Ni hablar! Levántate o me enfado.

¿Y quién le dice que no? Con esos ojitos celestes mirándome y su morrito torcido tratando de hacerse el enojado.

Finalmente, me levanté y me fui al baño, me peine, lavé mi cara y luego de vestirme fuimos al encuentro de los demás.

Habíamos quedado en el Gran templo del Patriarca, ni el se libró de ir, pero tampoco parecía importarle, el maldito se la pasaba siempre en el campo y como no, le entusiasmó la idea. ¿Acaso era al único que no le hacia gracia?

Cuando todos llegamos y casi después de esperar a la Zanahoria una hora, partimos hacia el lugar donde acamparíamos esa noche. No podía conformarse con jorobarme un día, tuvo que ser todo el fin de semana. La muy…

Todos cargábamos con nuestras mochilas y tiendas de acampada, la nuestra, por supuesto la llevaba yo, no iba a dejar que mi bello Afrodita se rompiera la espalda por culpa del peso, además que era una tienda tipo igloo para dos, no pensaba dormir con ninguno de mis compañeros y por otro lado, se hubiera estropeado mi plan, ya que Dita, jamás hubiese dormido a la intemperie.

Bajamos unas cuantas escaleras para dirigirnos a un sendero que conducía a un hermoso bosque que quedaba oculto tras los templos, casi podía decirse que era un lugar privado, exclusivamente para los caballeros.

Yo, iba tomando del brazo a Dita para poder aprovechar en un despiste de todos, salir hacia otro lado y tener un romántico fin de semana en el campo.

La cosa se me jodió por culpa del borrego de Seiya, el muy burro se quedó atrás jugando con su amiguito el conejo y me fue imposible “secuestrar” a Dita. De haber podido, le hubiera dejado atado a una rama bien alta.

Me resigne y seguimos caminando hasta el lugar en el que dejaríamos todos los bártulos y plantaríamos las tiendas de acampar. Al fin y al cabo, ser un poco más sociable no me haría ningún mal, y tenía todaaaaa la noche para poder estar con el. Quién sabe, a lo mejor hasta me lo paso bien, eso claro si nadie tiene ninguna otra brillante idea.

Cuando quise darme cuenta, la verdad que el lugar era precioso, un paraíso en medio de la montaña, oculto y exclusivamente reservado para nosotros. El lago brillaba por el reflejo del sol, la brisa agitaba los árboles formando una melodía y el olor que desprendían todas esas flores, dejaba anonadado a cualquiera.

Descargamos nuestras mochilas liberando del peso a nuestras espaldas y empecé a montar nuestra tienda, el que sería nuestro nidito de amor. Primero los palos centrales, una piqueta por aquí, otra por allá, tensar todo bien y en un santiamén lo tuve todo arreglado.

Cuando acabé de entrar mi mochila y la de Afrodita, salí en su busca, me pareció ver que se dirigía con los otros al lago, mientras yo me quedaba montando la tienda.

-          ¡Arghhhh, Mask! – chilló Shaka enredado en los cables que sujetan la tienda al suelo - ¡Ayúdame!

-          Pero buen ¿es que no puedes ser más torpe? – le dije – y ¿dónde se fueron los demás, porque no te están ayudando?

-          Solo estamos nosotros tres – dijo Saga mientras salía de otra tienda que estaba montando – Shaka, está teniendo sus más y sus menos con esta y Aioros esta acabando con aquella – dijo mientras señalaba.

-          ¡Pero que burros son! Jajajaja, se dejaron engatusar por esos flojos e hicieron ustedes toda la tarea.

-          No hables muy alto – replicó Aioros - ¿acaso no hizo lo mismo Afrodita?

¡MIERDA! Tenía razón, pero lo mío era muy distinto, no iba a dejar que Afrodita se ensuciara las manos.

Para que no me dijeran nada más, me puse ha ayudarles algo sonrojado.

Terminamos y nos fuimos con los demás hasta el lago, que quedaba a menos de 50 metros, estaba algo cansado por el esfuerzo, pero se me fue todo cuando Dita corrió hasta mis brazos y me besó.

-          Gracias, sabes que yo no se hacer esas cosas – me dijo antas de volver a besarme.

¡JODERRRRR! En ese momento, tendría que haberle dicho que al menos podría haberlo intentado, pero con él no podía, sabía como hacerme caer rendido a sus pies, una miradita de perrito mojado, una sonrisilla traviesa con un guiño y ya me derretía. En fin, ahora me dirán que a ustedes nunca les ha pasado…

Me tomó de la mano y me llevó hasta donde estaban todos. La verdad es, que lo estábamos pasando muy bien, nos reíamos de las ocurrencias de los pequeños bronces y la pasamos jugando.

Después de jugar un rato dándole unos toques a un balón que Seiya había llevado, estábamos todos sudados, incluso la Zanahoria nos miraba con cara de desagrado.

-          Chicos, chicos. ¡Bañémonos en el lago!

¿Quién creen que sugirió esa brillante idea? ¡JUSTO! El borrego de Seiya. Pero ni a mi se me ocurrió protestar, en verdad lo estaba deseando, así podría acosar a Afrodita en el agua.

Corrimos todos y fuimos a ponernos el traje de baño, de no haber sido por la Zanahoria, nos hubiéramos despelotado allí mismo y nos habríamos bañado desnudos, pero debimos contenernos por culpa de ella.

Volvimos al lago y los que habían sido más rápidos ya se estaban bañando.

-          ¡¡¡BANZAIIII!!! – gritó Seiya saltando desde la rama de un árbol a lo Tarzán y salpicando a todos cuando entró en el agua.

Saori, le reía todas las gracias, como siempre, pero lo peor era que los demás hicimos lo mismo, parecía divertido.

-          Ir con cuidado, no vayáis a lastimaros – dijo Saga.

Adultos con sus “adulteces” (como diría Mafalda) que peligro había. Ninguno le hicimos caso.

Por fin llegó mi turno, así que me encaramé al árbol y llegué justo cuando Aioria estaba saltando. Tomé posición y brinqué sobre la rama del sauce para tantear y no impulsarme demasiado, no fuera que saliera disparado.

Dos saltitos más y cuando mis pies tocaron la rama por última vez…

¡¡¡CRAAACKKK!!!

Se partió la rama y me pegué un tremendo costalazo. Caí de espaldas, sobre un lecho de plantas que por suerte frenaron el golpe, mientras yo me retorcía del dolor pensaba…

-          ¿Por qué yo… No fue suficiente el ridículo que hice con la tarta?

Parece ser que no, los dioses en algún ajuste de cuentas, me estaban haciendo pagar todos y cada uno de mis pecados. Pero eso no fue todo, al minuto de estar tirado en el suelo, un horrible escozor se apoderó de mi cuerpo.

-          ¡JODERRRR! – gritaba desesperado hasta que llegaron mis compañeros - ¡AYUDARME! No puedo moverme y me pica todo el cuerpo. ¡QUE COÑO ESTA PASANDO!

Seiya como siempre, se reía tirado en el piso, mis otros compañeros, disimularon mejor y me ayudaron. Solo Afrodita estaba realmente preocupado.

-          ¡ME PICA MUCHO, JODERRR!

-          ¡Dios! – Exclamó Shion - ¿eso es lo que yo estoy pensando? – dijo una vez que me levantaron.

No solo se me rompió la rama del árbol sobre el que todos mis compañeros ya habían saltado, no fue bastante el ridículo que hice cuando le tiré la tarta encima a Afrodita, además tuve que caer sobre ese lecho de…

-          ¡ORTIGAS! Por Dios, son ortigas – gritó Dita.

Con razón me picaba todo, era horrible, el escozor, el tono que estaba tomando mi piel y todos esos granitos que a mi cuerpo le estaban brotando.

-          ¡RAPIDO! – dijo Dita – Hay que refrescarlo.

Que situación tan bochornosa, me llevaron entre cuatro al agua y allí me dejaron un rato. Por suerte, Dita se quedó conmigo mientras los otros revivían la anécdota y reían como condenados.

-          Dita – le susurré – no me siento bien, me estoy mareando.

No piensen mal, no era ninguna táctica, no me encontraba nada bien. Como pudo, el solo me ayudó a salir del agua y nos fuimos a nuestra tienda para ver si me sentía mejor acostado.

-          Mask, así será peor, en el agua estarías mejor.

Lamentablemente, Dita tenía toda la razón, no solo no me sentía mejor, sino que el picor aumentaba y aumentaba.

-          Arghhh… Que calor que hace aquí… ¡COMO PICA! Dita ráscame un poquito – suplicaba.

-          ¡NO!

-          Solo un poquito… anda… por favor.

Dios mío, si parecía un niño pequeño malcriado lloriqueando, lo malo es que notaba que no podría contener el llanto, se me humedecieron los ojos, no quería mostrarme débil, pero picaba tanto.

-          ¡BUAAAAAA! – me puse a llorar como un condenado.

-          ¡¿Mask?! – dijo extrañado.

No se como no rompió a reír en ese mismo momento. Parecía un crío consentido que lloraba por que no le daban sus caramelos. Pero no, estaba muy equivocado.

-          A ver, date la vuelta – dijo.

-          ¿Qué?

-          ¡QUE TE DES LA VUELTA!

¡Joder si me giré! Teníais que ver sus ojos, Dita es muy suyo con eso de que le lleven la contraria.

Quedé boca abajo tratando de no hacerle enojar, expectante e intentando no rascarme. Lo que después sucedió, si que no lo esperaba.

Se sentó sobre mis nalgas y empezó a acariciar mi espalda. Al sentir el contacto de las yemas de sus dedos, mi piel se erizó. Los paseaba suavemente por mi espalda, haciéndome experimentar un sinfín de sensaciones.

Sus manos se deslizaban hábilmente por debajo de mi estomago llegando hasta mis ingles dejándome completamente excitado… ¡Ese pececillo!

Sus manos dejaron de acariciarme y se posaron cada una a un lado de mi cadera, se levantó un poquito y me sacó el bañador dejándome completamente desnudo, volvió a sentarse sobre mí y se agachó para besar mi cuello, descendió y recorrió toda mi espalda con su lengua y sus besos hasta que llegó a mis nalgas. Para ese entonces, Dita ya se había hecho un hueco entre mis piernas las cuales había abierto para que se acomodara.

Lo siguiente que recuerdo, es como de una forma muy delicada empezó a juguetear con mi entrada.

-          ¡¿Dita que?!

-          Dime Masky – me susurró - ¿Aún te sigue picando?

No se si lo vio, pero mi boca quedó más abierta que un portal. Quizás fuera por su pregunta, aunque mis recuerdo, lo asocian más bien cuando el muy mañoso, dejo de juguetear con mi entrada e introdujo dos de sus dedos en mi interior.

-          Lo mejor para curar la picazón de las ortigas es distraerse y no pensar en ello es relajarse, y creo que tú ya lo estás – me dijo - ¿puedo?

-         Mmmm… ¡Mañoso! – le contesté mientras sus preciosos y delicados dedos entraban y salían de mi cuerpo – claro que puedes.

Lo siguiente es lo mejor que jamás me ha pasado en un día de campo. Dita terminó de desnudarse y entró en mí de una forma tan suave y delicada que no sentí un ápice de dolor. Recuerdo que giré mi cabeza cuando enlazo sus manos con las mías y me besó al tiempo que terminaba dentro de mi. La cara de lujuria que tenía creo que perseguirá mis sueños por siempre, pero la cosa no terminó ahí.

-        Ponte boca arriba – susurró a mi oído.

 Yo por supuesto complaciente le obedecí. Dita estaba desatado y sin preámbulos se sentó sobre mí haciéndome entrar en su cuerpo. Imaginaros, después del masajito y de que me hiciera suyo, yo estaba más excitado que un pelotón de infantería militar.

No tardé demasiado. ¡Joder! Pero es que el “inocente” Dita me había puesto a cien, mi cadera le embestía con tanta fuerza y el recibía cada embiste con un gemido que todavía me hacía perder más el sentido. Aferré mis manos a su cadera y le embestí por última vez antes de estallar dentro de su cuerpo.

Lo siguiente después de eso no lo recuerdo exactamente ya que ambos quedamos exhaustos, así que supongo que nos quedamos dormidos abrazados.

Cuando desperté, Dita estaba ya despierto esperándome acurrucadito en mis brazos. Salió de ellos y besó mis labios.

      -        Dita… Lo de anoche, fue el mejor polvo de mi vida.

-       ¡Ves! – contestó – deberías dejar que te cuidara más a menudo – añadió para después ponerse a reír.

Y vaya que si lo haría, si era necesario fingiría que estoy enfermo. Ese fin de semana de campo, al final resultó ser estupendo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).