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50 años por Gadya

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Notas del fanfic:

Ya todo el mundo lo sabe, pero no esta de mas aclarar. Los personajes de Saint Seiya no son míos (sigh... qué más quisiera yo), sino de Kurumada-sama. Yo sólo los uso para hacer yaoi sin pedir nada a cambio

Notas del capitulo:

Basado en la propaganda de "Créditos para jubilados" del Banco Macro *a Gadya se le cae un lagrimón*

Es que es lindaaaaaaaaaaaaaaaaa 

50 AÑOS

 

                  Aioros Sonrió al espejo, acomodándose el cabello entrecano. Saga no se encontraba en casa, no tendría que actuar con disimulo… Saga… su amado, su pareja desde hacía ya 50 años, cuando la finalizar las Guerras Santas, fueran devueltos a la vida y libres de hacer su propio camino… Entonces se había armado de valor para, por fin, confesarle sus sentimientos, sentimientos que, vivo y muerto, había guardado por más de 15 años, temeroso de no encontrar un lugar en la vida del majestuoso Caballero de Géminis.

 

                  Entre risas polvorientas recordó su torpe inocencia, a pesar de sus 28 años, al abrirle el corazón a su amigo de la infancia, el hombre que por tanto tiempo había amado en secreto, y su felicidad indescriptible al saberse correspondido… si, sin duda alguna habían sido los mejores años de su vida...

 

                  Uno a uno abrochó los botones de su camisa, con el esmero que sus manos temblorosas le permitían, mientras sus ojos verdes intentaban reconocer en el reflejo, a aquel muchacho que, un día hacía ya décadas, había jurado fidelidad y amor eterno a su compañero de armas, a su amigo inapreciable, su irremplazable amado, frente a la sonrisa luminosa de su diosa, la mujer por la que , alguna vez, hubo sacrificado la vida… el tiempo, inclemente, se había llevado su juventud, pero no su belleza, y entre las ajadas facciones aún se alcanzaba a adivinar al orgulloso Caballero de Sagitario.

 

                  Su mirada esmeralda acarició el almanaque, una fecha encerrada en rojo y un cartel con la prolija letra de Saga, y sonrió. A pesar del paso del los años, todo en él seguía teniendo ese mágico encanto que lo había cautivado cuando adolescente; sus besos seguían teniendo el mismo calor, sus toques aún le daban escalofríos, sus sonrisas aún le provocaban aquel cosquilleo en el estómago que había aprendido a adorar... si, aún lo amaba, y aquello era lo único que el tiempo no había podido deslucir a pesar de su inclemencia.

 

                  Sus dedos finos se pasearon sobre la sedosa corbata, anudándola con impaciencia... Saga no estaba, se había marchado hacía unas horas a casa de Kanon, a visitarlo, como cada jueves, por más de 50 años; era una tradición que los gemelos no habían perdido a pesar de la lejanía. Aioros soltó una carcajada al recordar la primera vez que los hermanos se habían visto a la cara después de las Guerras Santas. Habían discutido largo y tendido, se habían gritado obscenidades que habrían hecho sonrojar a los mismos dioses, hasta que ningún argumento bastó, y comenzaron a estudiarse… y de aquella habitación salieron como los grandes amigos… Mucho tiempo después la historia todavía sonaba en los pasillos del Santuario, y desde entonces, los gemelos habían adquirido la costumbre de, cada jueves, juntarse a conmemorar aquella gran pelea.

 

                  Un saco negro cubrió su cuerpo, como abrazo de la noche, y al observar su reflejo, sonrió satisfecho... 80 años enfundados en un traje le devolvían la mirada, alentándolo a seguir adelante y no acobardarse. Abrió el estuche que, desde hacía rato, lo esperaba en la repisa, y su contenido brilló, eclipsando la habitación, recordándole al antiguo arquero otro muy similar, que desde hacía 50 años relucía en la mano de su amado, y en la suya propia, uniéndolos incondicionalmente.

 

                  Cerró la aterciopelada caja con sumo cuidado y descendió las escaleras hasta la sala. Saga no estaba en casa, pero no tardaría en llegar. Sus pies abandonaron el último escalón cuando el picaporte de la entrada giró, anunciando la llegada de su amado compañero, quien, desde la puerta, loe devolvió una sonrisa cristalina, al verle en aquellas ropas.

 

                  Aioros sintió sus manos frías, y, otra vez, aquellas molestas mariposas que lo habían acompañado los 50 años con Saga, los mejores años de su vida, y por eso supo que estaba haciendo lo correcto.

 

-Saga… ¿Te casarías con migo… de nuevo?-

 

                  Y las alianzas doradas contenidas en aquella aterciopelada caja, que descansaba abierta entre sus manos, iluminaron la mirada de Saga, su amigo, su confidente, su amado, su amante, su esposo durante 50 años.

 

                  Saga mató la distancia entre ambos, tan pronto como su cuerpo, gastado por los años, le permitió, y su boca le respondió sin palabras, tan sólo con un dulce beso de sus labios marchitos, que confirmaba que la respuesta seguía siendo "si" a pesar del  paso del tiempo. Un "si" que había vivido 50 años, un "si" que respondería eternamente.

Notas finales:

Supongo que a estas alturas me odiarán porque los hice viejos... igual, no me importa XD

Eso si, virus no, por favor, que todavía no termino el capítulo 3 de Demon Diary (agapi me va a matar XP) 


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