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Bajo la Sombra de una Iglesia por Supa_Mame

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Pequeños pero no molestos copos de nieve caían por las calles blancas de Central, le daban un aspecto frondoso al pavimento ya blanco y frío por donde caminaba Edward cargando a su bebé junto a Roy.

Edward llevaba puesta la ropa que hacía meses que no usaba: Todo de negro, sus pantalones de cuero, sus guantes blancos, sus botas negras y su gabardina roja. Un accesorio nuevo, una bufanda hecha por el mismo Edward, de color roja, colgaba graciosamente de su cuello. Lo único que faltaba para completar aquella vestimenta rutinaria que por muchos años uso Edward, era su cinto el cual había sido temporalmente substituido por uno más pequeño y de color blanco.

El pequeño Ben llevaba una camisita blanca como la nieve, al igual que sus pantalones. Un suéter de color celeste, también hecho por Ed, lo llevaba encima de aquella camisa blanca. Tenía un gorrito del mismo color del suéter, esta vez hecho por Celia, y unos zapatitos muy pequeños que cubrían los pies del niño.

 

Roy caminaba a un lado del rubio, viendo hacia el frente y pensando ahora: ¿Qué sería bueno que hicieran para pasar el rato?

No veía muchas cosas que hacer, con el echo de que empezaba a nevar y estar afuera con un bebé que rápidamente podía caer otra vez enfermo, ¡es verdad!.

-¿Trajiste la medicina de Ben? -preguntó mirando al chico con vacilación. 

 

-Si, la traigo en el bolsillo de mi pantalón.-Contestó el rubio acomodándole el gorrito a Ben con cuidado, lo suficiente para que le tapara sus orejas. -No tienes por que preocuparte...

 

-¿Qué te apetece hacer? -preguntó al sentirse más tranquilo al ver lo precavido que se había vuelto Edward. Miró el suelo que se había vuelto un poco más blanco, sonriendo ante esto. Cuando Ben estuviera más grande, esperaba verlo jugar con la nieve.

 

-Um...- Comenzó Edward al pensar en voz alta mientras los tres seguían con su paseo. -En realidad no se me ocurre nada bueno.- Admitió el rubio sudando una gota ante aquello. -Hacía mucho que no salía de esa iglesia a pasear por diversión, cualquier cosa estaría bueno.

 

Roy también se quedó pensando en que sería bueno que hicieran, así que solamente continuó caminando sin un rumbo muy fijo planeado, viendo todo al azar. Se acomodó mejor el cuello de la gabardina, para cubrirse un poco más del crudo invierno que se acercaba a Amestris.

 

Edward lo miró por el rabillo de sus ojos dorados y se quedó en silencio unos segundos para después mirar al frente. -¿Y si vamos a comprar chocolate caliente?- Ofreció el rubio quien cargaba a su pequeño.

 

-Esa es buena idea -dijo con cierto alivio, y buscando algún local algo vacío para poder tomar el chocolate, pero en esta época de invierno... era un tanto difícil

-Mira... ahí hay uno -señaló una especie de cabaña maltrecha y de decorados verdes, no se veía muy concurrida, aunque tenía su clientela -Vamos -tomó la mano de Edward y lo encaminó hacia dicho establecimiento.

 

-Espe...- Pero Edward no pudo seguir al sentir como Roy le tomaba de la mano, llevándose un sonrojo que calentaba las mejillas frías de Ed. Ya no dijo nada, tan solo se dejó arrastrar por el pelinegro hacia aquel local.

 

Al entrar el ambiente resultó ser de lo más tranquilo y relajante, corría una música suave, las personas platicaban amenamente, el decorado estaba un tanto fuera de celebración, ya que aún faltaba algo de tiempo para navidad y hasta en la esquina del local, había un gran pino decorado.

Se sentaron en una mesa y esperaron a que les atendiera, para que enseguida, una chica de aspecto feliz, les tomara la orden, ya que los menús descansaban en la mesa.

-¿Qué vas a pedir, Acero? -preguntó Roy mientras veía su menú, buscando que sería bueno comer, o cenar... o lo que sea que fueron a hacer ahí.

 

Edward miró el menú, estudiándolo con la mirada.

‘Todo está caro...', pensaba al ver los precios. ‘Y ni en broma me alcanzaría con el poco dinero que tengo.'

-Una taza de chocolate caliente, nada más.- Eligió Edward sabiendo que aquello era lo más cercano a su alcance en aquel menú.

 

Roy miró de reojo a Edward y después dirigió su vista hacia su menú.

-Yo pediré un café y... -analizó la comida que podría pedir -Un filete de pescado -dijo viendo que la chica había anotado todo y con una sonrisa se retiró.

Ben estornudó con fuerza.

 

-Salud.- Edward le dijo a su bebé mientras tomaba una servilleta de las que había sobre la mesa y con ella le limpiaba la naricita a Ben.

 

Ben hizo una mueca de desagrado y con sus manitas pequeñas y sin fuerza, intentaba alejar aquel papel duro que solo le lastimaba e irritaba la nariz. Empezó a quejarse haciendo un pucherito.

Roy sudó una gota, presintiendo un llanto.

 

-Listo.- Dijo Edward alejando la servilleta del rostro del niño una vez limpio, esperando que así su bebé dejara de quejarse por ello. -¿Ya mejor?- le preguntó.

 

Ben volvió a estornudar, riendo al rubio y juntando sus manitas entre ellas. Roy sonrió ante esto.

-Obstinado como tu -dijo sin dejar de ver al pequeño en brazos de Edward.

 

Edward sudó una gota. -Creo que él estará peor que yo.- Dijo limpiándole de nueva cuenta el rostro con aquella servilleta, siendo más cuidadoso con la forma de hacerlo para no irritar al niño.

 

Ben cerró los ojos y se quejó otra vez. Esta vez sí, haciendo un puchero notorio que derretiría a cualquiera.

Roy parpadeó ante esto -Pero miren nada más, ya aprendió a usar la lastima -dijo sonriendo de modo pícaro y viendo a Edward con complicidad -¿De quien lo habrá aprendido?

 

Edward no pudo evitar enternecerse al ver la mueca que ponía Ben pero volteó a ver a Roy al sentir sus ojos sobre él. -¿Qué? ¿Por qué me miras a mí?- Preguntó el rubio al morderse el labio inferior sintiéndose un poco molesto. -Yo no uso la lastima como un medio de convencer a la gente... ¿O si?

 

-Ah, se supone que te conoces bien -dijo sin darle mucho interés al tema, pero ya dejando el gusanito de la curiosidad en Edward. Ben continuaba con su puchero insistente, ya que todavía tenía la servilleta en su nariz.

 

-De acuerdo, Ben, tú ganas.- Anunció Edward quitándole la servilleta del rostro al bebé que había tenido su primera victoria en contra de su papá Ed y la servilleta rasposa. Y de reojo, Edward, miraba a Roy.

 

-Eres patético -sudó una gota al ver que un niño de semanas de nacido había ganado la pelea -Luchas contra quimeras, el propio ejercito y te doblegas por un bebé que solo te hace una mueca, Dios... no eres nada difícil de convencer.

 

-¡Oye!- Se quejó Edward ofendido al escuchar como Roy se refería a él. -Hay una gran... GRAAAN diferencia entre las quimeras, el ejército y Ben.- Comenzó.

 

-Acero, si un bebé puede tumbarte, ¿no crees que es una debilidad? Cualquiera puede aprovecharse de ello y usarla en tu contra, un militar, máxima si es un alquimista nacional, no puede andar por ahí mostrando de qué pie cojea -dijo mientras dejaba espacio para que la camarera, que ya había llegado, dejara lo pedido en la mesa, para después retirarse y dejarles un buen provecho.

 

Edward se quedó en silencio, meditando las palabras de Roy, portando una cara seria que era la prueba de que lo que había escuchado de parte del coronel era totalmente cierto. Se sentía patético, si, patético como Roy lo había llamado momentos atrás.

 

Tomó el plato frente a él y lo acercó a Edward -Come -dijo y tomó su taza de café a la que le dio un sorbo silencioso.

Ben miraba la cara de su papi muy calladito.

 

Edward rápidamente levantó la vista al ver el filete de pescado que tenía frente a él. -¿Qué?- Preguntó el rubio con sus ojos sobre el pelinegro. -P-pero es tu comida...

 

Roy le miró con el cejo fruncido, dejando en claro que lo que quería era que Edward dejara de preguntar y comiera lo que le estaba dando.

 

Edward tragó en seco e hizo una ligera reverencia para así tomar el tenedor y cuchillo que estaban del lado de Roy.

-G-gracias...- Susurró con pena mientras intentaba empezar a comer, mas el cargar a Ben se lo dificultaba un poco.

 

-Si quieres dame a Ben y yo lo cargo en lo que tu comes -propuso Mustang sudando una gota al ver que Ed siempre prefería hacer las cosas por su propia cuenta.

 

Y Edward también sudó una gota ante aquello. -C-creo que es buena idea.- Admitió al pararse de su asiento y caminar paso y medio para entregarle su bebé al pelinegro con extremo cuidado.

 

Tomó al pequeño con el mismo cuidado que Edward utilizaba y lo acomodó en sus brazos con cuidado.

-Siempre te gusta hacer todo tu solo, Alphonse debe de sentir siempre una gran impotencia a tu lado -miró al pequeño que sonrió al sentir el otro calor ya conocido por él -¿Por qué haces eso?

 

Se sentó en su lugar al escuchar aquella pregunta viniendo del coronel y, algo intimidado, miró su platillo y se quitó sus guantes para ya empezar a comer.

-Yo...- Comenzó algo indeciso. -No lo sé, creo que es el querer que todo salga bien...

 

-Entonces no confías en nadie -dijo mirando su taza de café humeante, se podía reflejar en ella, su semblante ligeramente afectado.

-Eso es muy deprimente.

 

-Estás equivocado.- Contestó Edward con su mirada mostrando determinación. -Por el cariño que siento por Al, por el amor que siento por usted, por todo eso quiero siempre hacer las cosas perfectas...- Dijo Ed con un poco de su sonrojo manchando sus mejillas. -Quiero hacer las cosas solo por que, en casos como este, no quiero incomodar a nadie...

 

‘¿Amor?' se preguntó mentalmente el pelinegro, sintiendo sus mejillas ligeramente calientes. Carraspeó un poco, para después fruncir el ceño con molestia.

-Es una razón muy tonta, por no decir otra cosa -dijo dejando en claro que los sentimientos que Edward sentía por él, no le interesaban,

 

-Para mi no lo es.- Soltó el rubio que miraba su filete y metía el primer bocado a su boca, casi derritiéndose con tan exquisito sabor que ese pescado le había dado. Su cara había cambiado radicalmente, ahora parecía como si Edward estuviera lleno de placer al comer aquel filete.

-Tenía meses que no comía algo así de bueno...- Confesó al tragarse el primer pedazo de su comida y tratando dejar el tema pasado a un lado.

 

Roy le miró por unos momentos, viendo la cara de Edward. Ben estornudo, y bostezó casi enseguida, acurrucándose en el pecho de Mustang.

-Eres un oso, Acero -bromeó Roy sonriendo de modo dulce, y esta vez, no iba dirigido a Ben.

 

Edward rió ante el comentario del coronel y asintió. -Si soy un oso por disfrutar mi comida, entonces está bien.- Dijo alegre al llevarse otro pedazo más grande que el anterior a la boca y seguía comiendo.

 

-Y porque duermes después de comer, que orgullo -ironizó en broma, acomodando mejor al pequeño que de la nada empezó a llorar, primero quedito y después con algo de fuerza.

-¿Y ahora? -se preguntó extrañado Mustang meciendo al pequeño para que se calmara, más eso no funcionaba, Ben seguía llorando con fuerza.

Los clientes del restaurante miraron de modo molesto a Mustang.

 

Edward, preocupado, dejó de comer y se paró de su asiento para sentarse a un lado de donde Roy se sentaba y tomando al niño en brazos para que ahora fuese su turno de mecer al bebé de lado a lado.

-Shh, calma Ben...- Pidió Edward con una voz suave hacia su bebé.

 

Pero Ben seguía empecinado en su llanto, poniéndose rojito y moviendo sus manitas con fuerza.

Los clientes empezaron a murmurar con fastidio y decir cosas como: "Calla al niño" "¿Qué hace el coronel con un niño?" "Que fastidio, tenían que tener un bebé"

-Acero -empezó Mustang avergonzado por los berrinches injustificados del pequeño -Cállalo  -pidió entre dientes, mientras acariciaba la cabecita de Ben en in intento vano de calmarlo.

 

-Pero es que tiene hambre...- Contestó Edward entre dientes y con un ligero rosa en sus mejillas al descifrar el por que del llanto de Ben. -No puedo aquí...

 

-¿Cómo que no puedes aquí? Pedimos un biberón y ya -soltó Roy como si nada, sin medir que Ben, al ser un recién nacido, necesitaba la exclusiva leche que solo el cuerpo de Edward podía darle.

Ben insistía en su llanto.

 

Edward abrazó a Ben cuidadosa para que su boquita y su llanto estuvieran contra su pecho y el sonido bajara un poco. -Ese no es el caso.- Contestó Edward aun sonrosado y entre dientes habló de nuevo. -Ben necesita de MI leche...

 

-¿Cómo que tu leche? Solo le prepara...-se sonrojó hasta la coronilla y sintió un extraño calor invadirle el cuerpo -¡¿QUE?! -gritó asombrado y sin poder evitar separarse a una distancia prudente de Edward. Temblando.

 

-¡Ves porque no puedo alimentarlo aquí!- Contestó el rubio un tanto resentido por como reaccionó Roy ante la noticia. Pero mejor dejarlo saber como estaban las cosas tal cual eran que ocultárselas. Edward se paró de su asiento cargando al bebé y caminó directo al baño de hombres, haciendo que por donde pasara, todos los voltearan a ver. -No tardo.- dijo al abrir la puerta del baño y encerrarse allí.

 

Roy se paró de su asiento igual que Edward, pero al momento de llegar a la puerta y tomar la perilla mejor se detuvo, para darse la media vuelta y quedar recargado en la pared, esperando al rubio, aún podía escuchar los llantos del pequeño.

 

Edward se quitó su gabardina, dejándola caer al suelo, seguida por su chaleco de mangas largas negro y su piel se erizó al sentir el frío chocando con su piel.

Se levantó su camisa sin mangas, por encima de su pezón derecho y allí llevó a Ben, esperando que el pequeño comenzara a alimentarse.

 

Ben no dudo y con hambruna se apresó al botoncito de Edward, empezando a succionarlo y alimentarse de éste. Pues le parecía injusto, si mami podía comer ¿Por qué él no?

Los llantos había cesado y el pequeño por fin se concentraba únicamente en comer tranquilo.

 

Roy golpeteaba su pie izquierdo contra el suelo, esperando a que Edward terminara de alimentar al pequeño. Vaya que no se esperaba que el cuerpo de Ed reaccionara de aquella manera al tener a un bebé... se sonrojó ante esto.

 

-Con calma, Ben.- Pedía Edward al sentir con el apuro que su bebé comía, era un poco brusco y eso de vez y en cuando le lastimaba un poco. -Parece que de verdad tenías hambre, bebé. Perdón...

 

Pero Ben no prestaba atención, comía con ansia y "castigaba" a su mami con eso, ya que estuvo sin comer por varias horas.

 

-Vengativo.- Dijo Edward haciéndole un puchero al niño mientras lo dejaba alimentarse y se recargaba contra la fría pared mientras esperaba que Ben terminara de comer.

 

Roy se había ido a sentar para esperar a Edward, ya que de nada le valía estar como general en esa puerta, era un baño publico y esperaba que Edward hubiera sido lo suficientemente inteligente como para meterse en un cubículo y no amamantar a Ben en el área de los lavabos.

Un sujeto de apariencia ancha y alta, se acercó a la puerta del baño, abriéndola y adentrándose a éste. Roy no había notado aquello.

 

Ben continuaba enojado y brusco en su comida, dejando en claro que ahora era su turno de comer y que Edward se tenía que esperar.

 

-¡Ouch! ¡Eso dolió!- Se quejó Edward al sentir la ligera mordida que le había dado su hijo.

Al ver la puerta abrirse, los orbes dorados del chico se abrieron anchamente, olvidándose del dolor provocado por su bebé en brazos y Edward sintió como se le iba el color del rostro.

 

Roy jugaba con un papel de popote, aburrido, ya se había tardado mucho, pues ¿Cuánto podía comer Ben? Viniendo del cuerpo de Edward, no esperaba que mucho... otro sonrojo ‘Ya basta...' pensó avergonzado.

 

-Pero miren nada más, que tenemos aquí -soltó el hombre que se veía corpulento y de apariencia ejecutiva -Si que tengo suerte, justo pensaba en que tenía ganas de un "faje" y miren que me encuentro -hablaba el hombre sin separar la boca, haciendo su voz molesta y prepotente.

Ben continuaba con su tarea de molestar a su mami, sin saber el riesgo que éste corría.

 

Edward frunció el ceño al escuchar las palabras de aquel tipo y, abrazando más a Ben contra su pecho, el chico hizo una mueca de desagrado ante aquel tipo. -Allí está el baño, seguro con cogerte al retrete tienes.-Se burló de aquel sujeto.

 

-Pues de seguro el retrete lo haría mejor que tu, chico, ya que ni siquiera estás completo ¿Y con un niño? -levantó una ceja en duda y con cierto asco -¿Qué clase de fenómeno eres, mocoso? -preguntó el hombre, acercándose al chico y mirar lo que Ben hacía, siendo muy impertinente. El tipo se relamió los labios con lascividad.

 

-Aléjate de mí.- Ordenó Edward mirando con real fastidio a aquel hombre, cargando a Ben con sobreprotección y, por inercia, daba pasos hacia atrás en un intento de tener una distancia prudente entre él y aquel tipo. -No sabes con quien te estás metiendo, bastardo.

 

-Claro que lo sé, con un mocoso altanero -dijo para después, con una rapidez fuera de lugar, quitó a Ben de los brazos de Edward, haciendo que el pequeño se lastimara con el automail del brazo del rubio.

Ben empezó a llorar por el golpe, el tipo lo cargaba como si se tratara de un cachorro.

-Que lindo niño -habló el hombre haciendo "cariños" en la pancita del rubio.

 

El real enojo invadió las venas del cuerpo de Edward al ver como aquel hombre cargaba a su hijo y lo lastimaba en el acto. -¡SUELTA A MI BEBÉ!- Gritó furioso tras arreglarse su ropa y lanzándose contra el hombre en un intento de tomar a Ben de vuelta en sus brazos. -¡BASTARDO, LO LASTIMAS!

 

El sujeto alejó a Ben de mala manera de los brazos de Edward, haciendo que el pequeño se removiera mucho, y empezara a vomitar la leche que acaba de tomar.

-Tranquilo, chico -soltó, sin importarle en lo más mínimo el bienestar del chico -Si quieres que el niño este bien, solo hazme caso. Es un trato sencillo de entender -dijo zarandeando con suavidad al pequeño, pero sin evitar que esto mareara más a Ben.

 

La impotencia que sintió Edward solo hacía que apretara sus puños con fuerza y enojo. Miró a Ben, llorando y manchado del rostro por el trato que ese tipo le daba. Le dolía verlo así, no quería verlo así.

-¡Sólo dame a mi bebé...!- Contestó Edward indirectamente pidiéndole que los dejara en paz.

‘Roy...', pensaba Edward mostrándose angustiado por su bebé.

 

Bostezó con fuerza, Edward ya se había tardado mucho y el aburrimiento se empezaba a notar en su mirada, miró la puerta del baño, después su reloj. Le daría quince minutos más.

 

-Si quieres al niño, hazme caso -reafirmó su agarre en el cuello de Ben, haciendo que el bebé tosiera al sentir la presión en su cuellito -No es muy difícil de entender, ¿o si, mocoso? Deja de darme tantos problemas, tengo cosas que hacer. 

 

El labio inferior de Edward tembló al ver las acciones de ese hombre contra su bebé y el miedo lo consumió por completo.

‘¡No puedo usar alquimia sin terminar lastimando a Ben también!', pensaba Edward temblando. ‘¡¿Qué se supone que debo hacer?!'

 

-¡Está bien!- Contestó temiendo a la clase de cosas que ese idiota tenía planeado. -¡Pero dame a mi bebé primero! ¡Ya no lo lastimes!

 

-¡El que da las ordenes soy yo! -soltó el hombre acercándose a Edward y tomándolo del cuello de la camiseta sin mangas, acerándolo a su rostro -Ahora... cállate y obedece y si haces bien las cosas... pues a lo mejor el pequeño no sufrirá daño.

 

‘¡Roy! ¡Ayúdame!', pensaba el rubio aterrado mientras sus pupilas temblaban al tener aquel tipo tan cerca de su rostro. Miró a su bebé y un nudo se apareció en su garganta...

 

¡Quince minutos exactos! Edward no aparecía, enojado, se levantó de la mesa y se encaminó hacia el baño, esta bien que Ben tuviera que comer, pero ya media hora de comida, hasta para él era mucho.

 

-Quítate el pantalón y la ropa interior, y ponte en cuatro -se relamió los labios, sin soltar al pequeño que ahora solo hacia pucheritos de lastima -Y rápido, si no quieres que lastime más al crío.

 

Edward acató las órdenes con apuro sin poder evitar que todas sus extremidades temblaran por el terror del momento.

‘¡Me va a violar!', pensaba Edward al quitarse sus pantalones con sus manos temblorosas. ‘¡Este depravado me va a violar en frente de mi bebé!'

 

Ben estornudó con fuerza, sacando moquito de la nariz, ahora su boquita y nariz estaban manchadas.

-Vamos, chico, entre más lento lo hagas será peor para ti...-apremiaba el hombre, ya queriendo verlo darle la espalda.

 

Edward ya no podía con tanta impotencia, sus ojos ya se habían tornado acuosos y habían derramado las primeras lágrimas cuando con vergüenza se había quitado la ropa interior y a paso lento e indeciso se había colocado en cuatro en frente de aquel tipo.

Edward tenía mucho miedo, su cuerpo temblaba a causa de esto.

 

El tipo rodeó a Ed y miró el ano pequeño que Edward le mostraba, se acercó al lavamanos y se mojó la izquierda, sin soltar a Ben en ningún momento, regresó al trasero del chico y con la mano mojada, le pegó con fuerza en la nalga al chico, haciendo que ésta se tornara ligeramente rosa. Ben se crispó ante el ruido.

-Pero mira nada más que cuerpo te cargas, mocoso.

 

-¡AH!- Se quejó Edward apretando sus ojos ya cerrados y quedando cabizbajo con sus lágrimas manchándole el rostro. -Idiota...- Murmuró en un tono de voz realmente bajo, solo para ser escuchado por si mismo.

 

-Quien te dejó preñado supo gozarte -ofendía pasando un dedo por el ano del pequeño, acariciando el anillo rosadito, sintiéndolo suave.

 

Pero lo único que se escuchaba venir de Edward eran sollozos y quejidos a la vez que de vez en vez su espalda sufría de espasmos por lo que vivía. Miró por encima de su hombro a aquel tipo para cerciorarse de que su sacrificio valiera la pena y que su hijo no fuese dañado.

 

-Oye, Acero lo siento, pero es que ya te...-se congeló al ver lo que se pintaba frente a sus ojos. Se quedó congelado al ver al asqueroso tipo detrás de Edward haciéndole sabrá él que y a Ben siendo cargado por éste.

Entonces era verdad... Edward se dejaba tocar por cualquiera...

 

-¡Roy!- Gritó Edward con su voz entre cortada y un poco más esperanzado por ser salvado. -¡Tiene a Ben! ¡Lo tiene!

 

-Perdón... creo que interrumpí -soltó sintiéndose ofendido y con la mirada afilada, salió del baño, dando un cerrón fuerte a la puerta.

 

-¡¡Roy!! ¡¡Regresa!!- Gritaba Edward aterrado por la manera en que su única salvación lo había abandonado y con un nudo en la garganta que muy y apenas le dejaba respirar. -¡¡REGRESA PORFAVOR!!

 

Todos en el restaurante miraban curiosos el baño, escuchando los gritos del muchacho, y secreteaban entre ellos, los empleados no sabía si interrumpir o no, pero lo que sabían era que su local se estaba viendo muy mal.

Roy escuchaba las suplicas de Edward, sintiéndolas tan honestas y los lloriqueos y constantes estornudos de Ben, ese pequeño no tenía la culpa de nada... no tenía por que pagar los platos rotos y malas actitudes de Ed.

Apretó los puños con fuerza.

 

Edward lloraba con fuerza y sollozante, sintiendo sus brazos tan débiles que ya no le sirvieron de soporte y se derrumbó, su pecho cayendo contra el suelo.

Era verdad... Edward desde un principio le había dado a aquel hombre su punto débil y este había sabido aprovecharse muy bien de él. Estaba perdido.

 

Pasó sus manos por el pecho del chico, sintiendo una ligera elevación en este, pellizcó un pezón con fuerza.

-Vamos... gime para mi chico... ya vez que a tu "novio" no le importa -acarició el botoncito rosado que empezaba a gotear ligeramente -¿Por qué te tiene que importar a ti?

 

-Por favor...-Lloraba Edward aguantándose sus gemidos y jadeando al sentir su rostro totalmente húmedo por el llanto. -Solo vióleme de una vez y déjeme en paz...

 

-No... así no es divertido -se río ante las palabras del rubio. Más no pudo seguir con sus juegos de manoseos y toqueteos ya que una especie de rayo cayó certeramente en la frente del sujeto, quemándolo.

-¡ARGH! -gritó adolorido, soltando a Ben quien se golpeó la cabecita que empezaba a sangrar, el pequeño no se movió.

-¡No metas al niño, asqueroso cerdo! -gruñó asqueado y viendo como se retorcía de dolor por su frente.

 

-¡BEN!- Edward gritó al encontrarlo en el suelo y con la sangre que salía de una herida que tenía en el cráneo. -¡¡BEN!!

Edward se arrastró torpemente hacia su hijo y sin importarle que estuviera medio desnudo frente la puerta ya abierta. Tomó al pequeño en sus brazos y allí fue donde sus sollozos aumentaron de volumen al igual que sus espasmos, Edward temía por la salud de su bebé.

 

Roy miraba como Edward lloraba por el bienestar del pequeño, sintió un asqueroso retortijón en el estomago.

-Eres un inconciente, ¡Te vas a coger con cualquiera y hasta ahora te preocupas por Ben! -reprochaba el pelinegro, apretando los puños con fuerza.

-¡Vístete rápido! -ordenó el coronel, acercándose a Edward con la intención de tomar a Ben de las manos del chico y llevarlo al hospital en lo que Edward se vestía.

 

Edward temblaba, el temor de su casi violación lo tenía todavía aterrado hasta los huesos, casi ni podía prestar atención a los gritos que Roy le soltaba.

Roy tomó a Ben y él, con la mirada medio ida, buscó su ropa y comenzó a vestirse sin si quiera poder medir bien sus movimientos.

 

-¡Muévete! -gritó Roy al ver lo lento de los movimientos de Edward, el pequeño estaba perdiendo mucha sangre y sus ojitos estaban cerrados.

Miró al sujeto que seguía lamentándose de su quemadura que de seguro quedaría con ronchas grotescas.

 

Edward asintió torpemente una vez ya con sus pantalones, chaleco y gabardina ya puestos. Se paró del suelo y se tomó del brazo del coronel, sintiéndose demasiado aturdido como para caminar sin guía.

 

Roy jaló su brazo tumbando a Edward al suelo por el fuerte movimiento.

-¡Deja de actuar como una victima! -le gritó para después caminar hacia la salida del baño, varios mirones estaban ahí.

 

Edward sintió su rostro enrojecer de lo mucho que le dolía el corazón y le pesaba el alma ante la indiferencia con la que Roy le trataba. Lloró con lágrimas gordas y se levantó a como pudo del suelo para caminar a pasos rápidos mientras se cubría el rostro e intentaba salir de aquel lugar sin caer o tropezar.

Ben estaba herido, casi lo violaban y Roy lo creía una puta... ¿Las cosas acaso se podían poner peor?

 

Se había llevado a Ben a urgencias, ya que la hematoma parecía grave, el hospital no estaba concurrido como acostumbraba, mejor para Mustang, ya que no sentía ánimos de lidiar con tanto ruido.

Estaba demasiado preocupado por Ben, ese pequeño había sufrido por la inconciencia de Edward, por que el chico no pudo aguantarse la calentura.

-Dios... si existes... sálvalo...-rogaba Mustang con sus manos entrelazadas frente a su cara.

 

Edward estaba ido, metido en su mundo, aún conmocionado por los hechos que había cambiado el ánimo de su vida en cuestión de minutos. Lágrimas silenciosas caían por las mejillas pálidas del rubio cuyos ojos habían perdido aquel brillo por las cuales se caracterizaban. Si tan solo hubiera permanecido en la iglesia aquella tarde...

 

-Eres un inconciente... -murmuró Mustang, apretando los dientes con fuerza, haciendo que su mandíbula se marcara -¡¿Cómo se te ocurrió si quiera dártelas de fácil cuando estabas con Ben?! -recriminó Roy, viendo a Edward, sintiendo los ojos arder.

 

-Yo no...-Susurró el rubio de ojos acuosos terminando cabizbajo y negando lentamente con su cabeza. -... soy fácil...

 

-¡Ya me tienes harto con esa actitud tuya de victima! ¡Acepta por primera vez en tu vida los errores que cometiste! -soltó enojado Mustang, agarrando con fuerza los hombros del chico y mirándolo con disgusto y frustración -¡Por tu calentura Ben se puede morir!

 

Edward ya no podía más...

Tembló con fuerza y ya no supo cuando ni como le lanzó un puñetazo a Mustang en la mejilla, tirándolo al suelo sin ser delicado. ¡Estaba harto que Roy lo tratase de aquella manera que no merecía!

-¡Me iban a violar!- Gritó el rubio parándose de su asiento y miraba al coronel en el suelo mientras la cascada de lágrimas, que era su llanto, se intensificaba. -¡¡Me tenían amenazado con Ben y tu no me ayudaste!!

 

Miró sorprendido la horrible falta que Edward había cometido contra él. Se limpió la sangre de la comisura del labio, sintiendo un ligero ardor al hacerlo.

-¿Y no crees que con la famita que te cargas era más que obvio que cualquiera te tuviera ganas? -ironizó Mustang parándose del suelo y mirando a Ed con prepotencia en su conducta -Tu solo has provocado esto... ¡Tu solo te has ganado que Ben se esté debatiendo contra la vida y la muerte!

 

-¡¡No es cierto!!- Gritó Edward llevándose ambas manos a la cabeza mientras se dejaba caer al suelo y sollozaba con fuerza ante lo que la cruel realidad le estaba forzando a vivir.

Y todo por culpa de un maldito rumor el cual era mentira...

 

¿Por qué?.... ¿Por qué Edward negaba tanto aquello...? Ya no le valía la mentira... ¿Por qué Edward seguía insistiendo en proteger una reputación que ya estaba demasiado manchada?...

O eso se creía.

No pudo... le dolía de una forma extraña el pecho al ver a Edward tan abatido... tan solo y necesitado de comprensión, pero... ¿Qué podía hacer?... no podía creer en sus palabras, no podía...

 

El rubio se abrazó a si mismo mientras buscaba el soporte y apoyo que tanto necesitaba en aquel momento mientras se destrozaba llorando. Definitivamente Edward no podía solo con todo ese dolor que sentía en su cuerpo y el tan solo pensar que su sacrificio al casi entregarse a aquel hombre había sido en vano, Edward se sentía peor. Una escoria mas en ese lugar...

 

Bajó la mirada con cierta culpa y se acercó a Edward, hincándose frente al chico que lucía desprotegido, como un impulso que controló sus brazos, rodeó al pequeño, atrayéndolo a su pecho.

-Perdóname... no debí decir eso...-susurró en verdad arrepentido por culpar a Edward con tanto descaro, en un momento como este... lo menos que se necesitaban eran culpables... Roy acariciaba la espalda del rubio con calidez y cariño, mientras que besaba con suavidad la coronilla de la cabecita dorada.

 

Edward negó en aquel abrazo que le impartía el mayor mientras él se sostenía de la camisa de este sin interrumpir su llanto.

‘¿Para que te disculpas si sigues creyéndome una puta?', preguntaba el rubio en sus pensamientos y sintiéndose mejor con aquel apoyo que Roy le brindaba aunque no fuese el tipo que él buscaba.

 

Después de aquello, el doctor había llegado para informarles sobre el estado del pequeño Ben, la contusión que había recibido fue grave, pero habían logrado atenderla correctamente, lo que si tenían ahora era que Ben lloraría mucho por el dolor de las puntadas, aunque ahora estuviera dormido.

Dejaron entrar a Edward y Roy al cuartito donde Ben dormía, en una pequeña incubadora, con dos intravenosas en su manita, y un respirador en su boquita, estaba boca arriba y su pechito se movía con extrema lentitud.

-Esperamos que para mañana despierte -soltó el médico viendo al pequeño en la cunita.

 

Edward caminó hacia la incubadora a pasos temblorosos y se dejó caer de rodillas frente a ella para así abrazarla mientras cerraba sus ojos pensando que abrazaba a su hijo.

-Desde ahora en adelante no dejaré que nadie más te cargue, Ben...- Susurraba el rubio empañando un poco el plástico de aquella incubadora donde Ben descansaba. -Nadie... nadie podrá hacerlo...

 

Le pesaba su corazón ver a su bebé en aquel estado...

 

El pequeñito estornudó manchando el respirador de saliva y continuó durmiendo, moviendo con ligera inquietud sus piecitos.

Roy sintió mucho dolor al ver a Edward tan dolido, se acercó a éste y puso una mano en su hombro, mostrándole que también estaba ahí con él... que Ed no estaba solo en esto...

 

Edward le miró por encima de su hombro para después tornarse cabizbajo y colocar su mano sobre la de Roy. -Ya no me invite a salir, por favor... coronel...- Susurró Edward con un hilo de voz.

 

Un latigazo de dolor le dio justo en el corazón tras escuchar la petición, retiró su mano del hombro del chico y bajó la mirada con cierto desasosiego.

Solo le tocó asentir ante lo que pedía Edward, ¿Por qué esa sensación de culpa no le dejaba sentirse tan abatido?... Tan... responsable.

 

El rubio se giró y miró de nueva cuenta la incubadora con su bebé adentro y sólo le quedó seguir llorando por el estado en el que su bebé se encontraba... por todo lo que había sufrido cuando Ben solo quería leche que comer...

Ese bebé no tenía la culpa de nada...

 

-Pueden pasar la noche aquí si lo desean -propuso el médico, esperando alguna respuesta de parte de ambos. Roy miró a Ed, para ver que opinaba al respecto, aunque ya se sabía la respuesta de antemano.

 

Ed asintió lentamente para así limpiarse las lágrimas de su rostro y mirar al doctor. -Sólo permítame hacer una llamada...-Susurró el rubio parándose con batalle y quedándose de pie a un lado de la incubadora.

 

Roy le detuvo, sosteniéndolo entre sus brazos -Sí vas a llamar a la iglesia... déjame hacerlo a mi -pidió mirando a Ed con comprensión, a su parecer, Edward lucía tan perdido en la situación -Ben querrá sentirte cerca todo el tiempo...

 

Edward lo miró en silencio para luego asentir y bajar la mirada para así dar un paso adelante y abrazarse del pecho del coronel que tenía frente a él. -Gracias...- Susurró escondiendo su rostro en el pecho de Roy.

 

Sus ojos temblaron ligeramente al sentir a Edward dándole una muestra de cariño. ¿Qué era eso que calentaba su pecho?... era un extraño sentimiento, uno que le agradaba... Roy no pudo evitar devolver el abrazo con ternura.

Se agachó ligeramente y besó la mejilla de Edward, en un rose suave y sutil. Enseguida salió del pequeño cuarto para dirigirse a los teléfonos guiado por el médico.

 

Al verse solo, Edward se llevó una mano a su mejilla donde Roy había le besado y no pudo evitar sonrojarse por ello, olvidando momentáneamente todo el dolor que sentía e iba a sentir...

Cerró sus ojos y se intentó tranquilizar...

Ben ya estaba bien, aquel tipo no había logrado violarlo, Roy había parado de culparlo... ahora solo faltaba aclarar aquel rumor y salir de aquel hospital con su bebé sano.

-Quiero ver a Al...- Susurró Ed bajando la mirada para después observar la incubadora y palparla con su mano al ver a su bebito. -Quiero que conozcas a tu tío, Ben...

 

Se colocó de nuevo de rodillas a un lado de la incubadora y, en aquella posición, se abrazo de aquel aparato para seguirle hablando a su bebé. -Despierta pronto, Ben... No podrás conocer a tu tío Al si sigues dormidito...

 

-Sí... -habló una voz entre la multitud que todavía no se disipaba del local en el que no hace poco estuvieron Roy y Edward, todos se preguntaban que había pasado, más era obvio que no muchos dieron con la respuesta.

-Un chico rubio de poca estatura y el coronel Roy Mustang estuvieron aquí... pero...-el sujeto agarró el auricular por el que se comunicaba con la otra persona tras la línea. Se agarró la frente que todavía le dolía por el ataque del alquimista de la llama -Ese estúpido coronel parece estarlo protegiendo... ¡me atacó! -se quejó el hombre de apariencia ancha y ojos pequeños que se perdían en el rostro.

 

Del otro lado de la línea, aquel teléfono era sujeto por una mano de tez pálida como la leche. Aquel teléfono se encontraba dentro de una de las numerosas oficinas del cuartel de Ciudad Central.

-¿Defendiendo?- Preguntó la voz de tono elegante que portaba Frank Archer, Teniente coronel de la milicia. Frank poseía una piel tan blanca como la nieve, unos ojos azules y cabello de color negro que contrastaba radicalmente con su tono de piel. -¿Pues que era lo que le intentabas hacer?

 

-Pues... al principio solo traerlo de "buena manera" -soltó nada convencido de sus propias palabras intentando solapar la verdad -Pero algo me llamó mucho la atención -insistió, viendo a todos lados, como si le persiguiera, y le dio la espalda a las personas del local, tapando un poco más el teléfono.

 

-¿Qué cosa, Helmer?- Archer incitó con morbo en su voz al escuchar la manera que el otro se había tornado ligeramente serio.

 

-Ese chico, tenía un brazo y una pierna de metal...-dijo entre diente, recordando cuando tuvo a Edward en cuatro y medio desnudo, se relamió los labios con morbo -En definitiva me dejó sorprendido, pero a parte de eso... ese mocoso tenía algo...-hablaba Helmer, agarrando una servilleta y secándose el sudor de la frente grasienta. El barullo del local empezaba a calmarse de apoco.

 

‘¿Una pierna y un brazo de metal?', se preguntó Archer ignorando el si quiera lo que podía escucharse del otro lado del teléfono. ‘El alquimista de acero...'

-¿Qué más de ser un fenómeno con implantes puede ser extraño?- Preguntó Frank al cepillarse su cabello con sus fríos dedos.

 

-Pues... el chico tenía un bebé con él -susurro recordando que había visto a Edward alimentar a ese bebé -Y al parecer... es de él...

 

-Ah, vaya...- Comenzó el ojiazul al pararse de su asiento aún sosteniendo el teléfono y mirando por la ventana. -¿Y no tienes ningún dato de la madre de ese crío?- Preguntaba el hombre con esperanza de poder utilizar aquella información a su favor.

 

El sujeto se rió de modo torpe y se limpió la nariz con la manga del traje café que traía -Ya se la di, señor -dijo el hombre con voz ronca y sin poder aguantarse las carcajadas -Ese chico... amamantaba al pequeño... de su propio cuerpo, ¿Dónde cree usted que esté la madre? -ironizó.

 

-¿¡Eh?!- Frank Archer miró realmente sorprendido aquel aparato telefónico al separarse de él y analizar lo que creía haber escuchado. Cerró sus ojos y se aclaró la garganta para así volver a colocar su teléfono sobre su oído.

-¿Estás intentando decirme que aquel chico es la "madre" de ese bebé? Mira Helmer, si estas bromeando ya sabes que no lo tolero.

 

-¡N-no! ¡Claro que no señor! -aclaró el hombre nervioso, sudando muchas gotas -¡Ese chico le estaba dando pecho al niño! ¡Y cuando toqué su pecho soltaba leche! ¡Ese chico es la madre de ese bebé! -hablaba sin saber que se había puesto en evidencia, pero en una conversación como la que estaban, aquello era irrelevante.

 

Archer se quedó pensativo varios segundos sosteniendo su rostro serio, firmemente parado y derecho, con un porte que se daba a respetar. -Así que ese mocoso es capaz de amamantar a un bebé...- Soltó Frank al mirar su reflejo en la ventana y sentir como una sonrisa malvada aparecía en su rostro. -Interesante espécimen que protege el coronel Mustang, ¿no lo crees?

 

El sujeto asintió con fuerza, para después caer en la cuenta de que no le miraban -¡Claro que es interesante! -reafirmó ahora con palabras -¿Pero, señor... quien será el padre del bebé? -preguntó con duda, mirando a todos lados, viendo que nadie le prestaba atención -¿Y que hará con esto que le acabo de decir?...

 

-Le tengo poca importancia al tema.- Admitió Archer sonando ligeramente aburrido. -No me interesa con quien se cogió ese niño.

Enredó el cable telefónico en su dedo para así seguir hablando con autoridad. -Además, lo que tenga planeado hacer con esta información no tiene por qué caer en tus manos.

 

-¡S-si, tiene razón! -rió con torpeza rascándose el poco cabello que cargaba en la cabeza -Entonces... creo que podemos hablar ya de mi recompensa...-soltó, mientras se relamía los labios.

 

Archer rió con prepotencia y después asentir y mirar la hermosa vista que se daba desde la ventana amplia de su oficina. -Está bien, pero antes... ¿Qué hacías tú tocándole el pecho al chico?

 

Celia estaba parada frente a la puerta del cuarto de Edward, desde la cita que había tenido con el coronel Mustang, el rubio no había salido del cuarto y ni si quiera le dejaba ayudarle con Ben, eso le preocupaba, llevaba días así y no sabía como auxiliarle.

Levantó la mano empuñada, dispuesta a tocar la puerta, pero se detuvo justo antes de hacerlo, ajando la mirada con algo de pena...

-Ed...-susurró para después encaminarse lejos de los cuartos.

 

Edward se encontraba dentro de su habitación, sentado en la cama con su espalda recargada contra la pared y sosteniendo a su bebé dormido en brazos. Lo mecía gentilmente de lado a lado, curioso por verle despertar y verle sus bonitos ojos dorados.

El chico desvió su mirada y la colocó sobre la ventana para observar como los copos de nieve bañaban graciosamente a Central aquel día.

 

Ben dormitaba en los brazos de su mami, con su boquita ligeramente abierta, su pechito se movía al compás de su respiración y en su frente una herida con puntos estaba, algo grande para la cabecita del pequeño.

Ben estornudó con suavidad, casi sin sentirse.

 

Edward llevó su mano hacia la herida de Ben, las puntas de sus dedos iban a hacer contacto con aquellas puntadas pero en el último momento el rubio decidió detenerse y tan solo besarle la mejilla a su bebé con suavidad y cariño que solo un padre... o madre, podía brindarle a su propio hijo.

-Te quiero mucho, Ben...- Susurró Elric abrazando a su niño.

 

Se removió en los brazos de su papi, rascándose la naricita con su pequeña manita y volver a estornudar con fuerza, lastimándose su herida.

Ben empezó a llorar con fuerza al sentir el dolor en su frente. Un llanto que desgarraba el corazón de cualquiera.

 

-Calma...-Susurró Edward abrazándose de su pequeño y besándole el rostro a su bebito mientras lo mecía de lado a lado con la esperanza de hallar una forma de que Ben dejara de sentir dolor. -Aquí estoy, nada malo te pasará...-Dijo Edward sintiendo el dolor de su pequeño y  como se le hacía un nudo en la garganta por aquel llanto tan lamentable que lloraba Ben.

 

Pero un bebé no entendía las palabras de un adulto, sentir el suave meneo de los brazos de Edward le calmaba un poco, pero ese dolor en su frente le era terrible y sin palabras... el bebé no sabía que hacer.

Solo llorar y llorar...

 

Y eso Edward lo comprendía en su totalidad, Ben ni si quiera sabía hablar...

¿Cómo podía trasmitirle al bebé que todo estaría bien y que su papá Ed jamás lo dejaría?

‘¿Cómo le hacía mamá en estos casos?', pensaba el rubio quien cerraba sus ojos y seguía meciendo a Ben de lado a lado y con una suavidad impresionante. ‘Ella cantaba...'

 

Allí fue cuando Edward abrió su boca y un canto cálido, no del todo perfecto pero si calmado, salió de entre sus labios...

 

Ben había dejado de llorar un poco, sin abrir sus ojos, escuchar la voz de su papi, a su parecer un canto tierno y tranquilizador, motivaba al pequeño a seguir calladito, empezando a bostezar con fuerza y quedando dormidito en los brazos calidos de Ed...

Estornudó con fuerza y en ese momento, el aire le empezó a faltar al pequeño.

 

Edward lo notó más intentó no alarmarse ni interrumpir su canto para no asustar al niño. Estiró su mano izquierda hacia la mesita de noche que estaba a su lado y tomó el gotero para así depositar tres gotas dentro de la boca del bebé.

Cantó cariñosamente al dejar el gotero de nuevo sobre aquella mesa y así, con sus dos brazos sosteniendo al bebé, comenzó a arrullarlo y cantándole esperando que Ben decidiera dormir una siesta.

 

Recibir la medicina había ocasionado muecas en el pequeño, pero por más extraño que fuera, Ben no lloró... tan solo tragó su medicina calmado y se acurrucó mejor en el pecho de su papi. En donde quedó completamente dormidito.

Ben podía percibir lo preocupado que estaba Edward...

 

El canto del trenzado fue cesando y disminuyendo de poco en poco al notar que el pequeño bebé había quedado dormido y completamente tranquilo a causa de ello.

Edward lo miró por varios segundos, su respiración calmada sus manitas apretadas por inercia y el rostro lleno de paz que tenía Ben mientras dormía en sus brazos.

-Te quiero...- Susurró Edward besándole la frente tibia a Ben sintiendo que esa inocente criatura no había hecho nada para merecer el cruel trato que había recibido con sus apenas dos semanas de vida.

 

En eso, de la puerta dos toques se escucharon, llevándose la atención del rubio a ella. -Pase...

 

El coronel Mustang entró con cierta pena al cuarto del pequeño y Ed, cerrando la puerta tras de sí.

-¿Cómo siguió? -preguntó Roy con una distancia prudente de Edward y Ben. Aquel cuarto estaba muy callado y por lo que podía notar, Ben estaba muy dormido.

 

Edward atrajo más a Ben contra su pecho mientras miraba al coronel y le analizaba de pies a cabeza con sus orbes dorados. -Llora mucho cuando se lastima la herida al estornudar...- Contó al bajar su mirada y ponerla sobre el bebé que dormía en sus brazos. -Y he tenido que utilizar su medicina mas de la cuenta desde que lo trajimos del hospital, coronel...

 

Roy no podía descifrar con palabras como era que se sentía el ver a Ed tan preocupado por el pequeño Ben, más al ver lo actuar tan protectoramente le había lastimado un poco.

-¿Has hablando con el médico? -preguntó Mustang dando varios pasos hacia Edward con la intención de ver mejor a Ben.

 

-Dijo que probablemente es por el dolor que siente Ben por su herida...- Contestó Edward acariciándole la mejilla al bebé que dormía y con unos ojos que mostraban preocupación mezclado con arrepentimiento. -Pero lo que realmente importa es que Ben ya no corre peligro...- Susurró.

 

Se sentó a un lado de Edward y miró al pequeño con ojos analizadores, viendo cada movimiento de éste, tranquilo y sereno, su boquita de vez en vez se movía para tragar saliva.

-Sí... eso es lo que en verdad importa....-susurró con la clara intención de acariciar la mejillita del bebito.

 

-Coronel...- Soltó Edward con una voz fría y alejando a Ben del alcance del moreno. -Mi bebé ya no puede sufrir más.

 

A Roy le extrañó la conducta de Edward para con él, si Ben también se suponía que era suyo, ¿por que Edward no le dejaba tocarlo? Y lo que ciertamente le había dolido un poco ¿Por qué SU bebé?

-¿Qué pasa, Acero?...

 

-Estoy harto.- Sentenció el rubio sonando de verdad lastimado. -¡Estoy harto de lo que ha acontecido desde hace ocho meses...!

 

-¿De que estás hablando? -preguntó Roy mirando al chico con la duda pintada en la cara blanca y perfecta del pelinegro.

 

-¿Cómo que de que estoy hablando, coronel?- Preguntó Edward al mirarlo con cara de pocos amigos. -Usted lo sabe perfectamente, ese rumor que hay sobre mí en el cuartel.

 

-¿Todavía sigues con eso? -preguntó algo fastidiado Mustang, mirando al chico con el ceño fruncido -Ya deja ese tema de lado y sigue adelante con tu vida, de todos modos, ya no volverás al ejercito por lo que veo. No importa lo que hagas entonces.

 

-¿No lo entiendes, verdad?- Edward seguía mirándole con enojo al ver la poca comprensión que aquel coronel le tenía sobre su situación. -¿Haz pensado si quiera un poco que, si ese rumor jamás hubiera sido inventado, todo esto no estaría sucediendo?

 

-Bueno, entonces esto solo te hará pensar mejoras las cosas antes de hacerlas y hacerte responsable de tus actos -insistió Mustang al pequeño, reteniéndole la mirada con el mismo sentimiento.

 

-¿Querrás decir hacerme responsable de los supuestos actos que yo no hice? No creo que de eso se trate.- Contestó Edward sintiendo que en aquel momento el enojo se le notaba en el fuego de sus ojos dorados.

 

-Piensa lo que quieras -soltó sin mucho interés -No vine para hablar sobre ti, vengo a ver como sigue Ben -soltó enfatizando el diferente interés en cada rubio.

 

-Ah, si.- Comenzó Edward girándose en la cama para así darle la espalda a Roy. -El bebé que tú me embarazaste, ¿no es así?

 

-¡Ya basta con eso! -soltó Mustang parándose de la cama -¡Estoy harto de que TU me quieras reclamar a mi algo de lo que no tuve nada que ver! Sí siendo cierta simpatía por el niño, pero es solo porque no me parece justo que TU seas un cobarde y hagas pasar penurias y faltas a tu hijo que es solo una victima en esto.

Ben se removió en sueño. Y estornudó con algo de fuerza.

 

Edward le limpió la naricita a su hijo con la manga de su túnica azul oscuro que llevaba ese día y después miró con real enojo al coronel que le recriminaba cosas que no merecían si quiera ser recriminadas. -¡Y yo estoy harto que estés empeñado a creer todo lo que se te diga y cegarte cuando se trata de la verdad que yo te digo! ¡¿Por qué habría yo de negarlo tanto si fuera cierto?!

¡Creo que tú mejor que nadie conoce que sé cuando me equivoco y lidio con las consecuencias!

El rubio cargó a Ben con su brazo humano y levantó el mecánico para enseñárselo a Roy. -Y la prueba está con el simple hecho de haberme convertido en alquimista estatal...

 

Roy afiló la mirada, pero su vista cayó en Ben al ver que hacia pucheros de la nada y después miró a Edward.

-¿Entonces porque le huyes a este problema? -preguntó con los brazos cruzados -No te estarías escondiendo en este lugar si no fuera así, no huirías de cuanto militar te encuentras,  ni le privarías a Alphonse de saber sobre tu paradero. Acéptalo, Acero... estás huyendo.

 

Edward asintió dándole la razón al coronel tan prepotente que tenía detrás. -Si, estaba huyendo.- Confirmó el rubio tan determínate como siempre. -Pero la razón por la que huí es completamente distinta a la que tu crees...

 

Roy ahora si se había quedado sin habla... ¿había una verdadera razón de peso por la cual Edward había huido? Componiéndose casi enseguida miró a Ed dándole la espalda.

-¿Y cual es? -se escuchó otro estornudo igual de fuerte viniendo de Ben.

 

Edward se quedó callado mientras le acariciaba la mejilla a Ben con su dedo índice doblado. ¿Estaría bien confesarle algo que probablemente el coronel ya sabía y no le daba importancia? ¿Estaría bien humillarse de nueva manera? ¿Era lo que debía hacer?

-Por que... la última vez que nos vimos... mi corazón se rompió en mil pedazos.- Susurró el trenzado hundiéndose en hombros.

-Tuvimos relaciones donde yo pensé que había algo entre los dos, donde... pensé que le atraía y que por fin me había notado entre todas esas mujeres bonitas con la que acostumbrabas salir...

 

Sus mejillas se ponían rosas, su corazón se aceleraba y sus labios temblaban con cada palabra que soltaba en aquella confesión.

-Me gustas demasiado, coronel...- Continuó el rubio de orejas ya rojas.

-Y el realizar que lo que tuvimos fue simple sexo con deseos carnales me hizo sentir la basura más grande del mundo... Ya no quería si quiera que nadie me viera... mucho menos tú.

 

Roy bajó la mirada ante la confesión de Edward, se sentía halagado por ver que el amor que Ed le tenía, ni siquiera con el pasar de los meses, había desvanecido ni un poco, al contrario, parecía que se hacía más fuerte cada vez... entonces... solo tal vez, él también podría sincerarse... aunque no estaba del todo seguro, sabía lo que Acero le transmitía, pero...

Edward se había expuesto a él, entonces...

-Cuando escuché... que te acostabas con cualquiera que te lo pidiera... no se porque sentí un extraño ardor en la sangre, tal ves por el echo de que te veo como una especie de hijo o algo... y pensar que te estabas acostando con quien sea... me hizo pensar que lo único que lograste aprender de mi... fueron las cosas de las cuales me avergüenzo de cierta manera....

No te equivocas, para mi solo fue eso..."sexo"... no puedo verlo de otra manera ya que, yo no puedo verte de la misma manera... Acero, nuestro propio puesto en la milicia no lo permite... mucho menos a mi, ¿Imagina lo que diría el Fuhrer al saber que tengo una relación con un subordinado y peor si es hombre? Me mandan fusilar y me degradan...

 

Se acercó unos pasos a Edward -Es imposible... y no puedo sacrificar tanto por alguien como... por ti Acero... no te ofendas, pero... no creo que puedas darme mucho... 

 

-¿Y cómo lo sabes si ni siquiera me haz dado la oportunidad para mostrártelo?- Susurró el rubio con la garganta tan apretada por el sentimiento que sentía en aquel momento.

¿Qué tan bajo aquel rumor lo había hecho caer a los ojos de Roy?

 

Roy negó con suavidad a la pregunta de Edward y le miró con pena.

-No me interesa, Acero...-murmuro lo suficientemente alto -Ya te lo dije, es mucho lo que pierdo...

 

Un sollozo fue lo único que se escuchó salir de los labios de Edward que no supo cuando sus heridas fueron nuevamente abiertas. Abrazó a su bebé contra su pecho  mientras sus lágrimas resbalaban por sus mejillas tostadas y sus hombros temblaban por cada vez que intentaba tomar aire.

-¿Tan... poca cosa soy para ti?- Susurraba el rubio mal herido.

 

Roy le miró con las cejas encorvadas hacia arriba y sin pensarlo caminó la distancia que les separaba, sin  tocarlo, ya que Edward podría resentirlo con el bebé.

-Ni por ti... ni por nadie sacrificaría lo que ya tengo logrado en el ejército... -explicó el pelinegro, mirando lo frágil que se veía el pequeño alquimista delante de él. Roy sintió algo de pena.

 

Edward no le contestó, sus lágrimas caían sobre la cabecita de Ben sin si quiera planearlo. Se limpió las lágrimas con su mano metálica lastimándose en el proceso y sólo se hundió más entre sus hombros. ¿Qué podía decirle?

 

Roy se paró de su sitio y se encaminó hacia la puerta. Ni una sola palabra que saliera de su boca podría amenguar el dolor del rechazo que Ed había sentido, y la verdad no estaba interesado en eso.

-Ben se despertará si sigues llorando -dijo tomando la perilla de la puerta, el pequeño hizo un puchero y abrió sus ojitos, sintiendo el frío de las gotas saladas de las lágrimas de su papi, estornudó con fuerza. Miró a Roy rió escandalosamente,

 

-Si te vas ahora, Ben se pondrá triste.- Avisó Edward indirectamente no deseando quedarse solo de nuevo.

 

Miró por encima de su hombro y miró al pequeño que sonreía con él, después su herida, ese desgraciado casi mataba a Ben...

Se dio la media vuelta y se acercó al pequeño, inclinándose hacia él, sin tocarlo -Me quedo entonces...

Ben hizo un ruidito fuerte y escupió al frente, para después sonreír, estornudó en el acto.

 

Edward limpió sus lágrimas al igual que la saliva del bebé, que se había manchado al estornudar, con la manga de su túnica nuevamente y se quedó en silencio mientras veía como Ben reía y sonreía al ver a Roy. Le hacía pensar que Ben percibía que Roy era su verdadero padre...

No quería privar a su bebé de ese lado paternal que sabía que solo Roy podía brindarle.

 

Roy miró al pequeño y como el rubio le cuidaba con tanto cariño, era increíblemente bueno al no tocar la herida del pequeño con su manga.

-Será un pequeño muy fuerte -dijo Mustang al ver que Ben no lloraba por su herida, pero la sonrisa se le esfumó al ver que nuevamente se quedaba sin aire. Ben intentaba respirar.

 

-No te muestres alarmado.- Sentenció Edward calmado y estirando su brazo mecánico hacia la mesita de noche para tomar el gotero nuevamente y aplicar la dosis que Ben necesitaba ante aquella falta de aire. -Si lo haces, Ben se asustará y llorará.

 

Ben tragó el medicamento e hizo una mueca al sabor de esta, para después un puchero y reprimir el llanto que se avecinaba.

-Pero miren nada más... el pequeño ahora es un bebé fuerte -motivó a Ben quien sonrió ante esto, con lagrimitas en sus ojos que no cayeron.

Edward tenía razón, Ben se alteraba si los demás lo hacían... pero si no, el pequeño solo tragaba su medicina.

 

-Pues claro... se parece a mí.- Soltó Edward orgulloso de Ben y besándole la sien.

‘Y tuyo también...', pensó Edward para después entristecer la mirada. ‘Y tienes que creerme...'

-Coronel...- Comenzó Edward al acariciar la mejilla de su niño.

 

Mustang dejó de sonreírle al pequeño para ver a Edward seriamente.

-¿Qué sucede? -preguntó para sentarse en la cama del chico.

 

-Llévanos con Havoc...- Pidió mirando al mayor a su lado. -Tenemos cosas que aclarar y la poca dignidad que me queda ante tus ojos...

 

Roy abrió sus ojos ante la petición del rubio, ¿Qué tan lejos quería llevar su mentira?... si hacían eso, Edward quedaría...

Afiló la mirada y asintió ante la petición del chico, si Edward insistía tanto, al menos cumplirle ese capricho no le mataba.

-Vamos...

 

El sol brillaba entre las nubes de invierno aquella tarde de noviembre, había parado de nevar apenas y media hora atrás y ya por fin la gente había vuelto a transitar las calles solitarias de aquella ciudad.

El cuartel estaba casi vacío, muchos de los militares se encontraban en sus investigaciones, atrapando fugitivos, arreglando documentos y escribiendo reportes sobre sus hallazgos.

 

Havoc se encontraba solo en el área común, fumándose un cigarrillo y leyendo un libro viejo que se había encontrado en la oficina de Mustang aquella mañana, al parecer el era el único que no hacía su trabajo.

 

Cerró la puerta de un azote fuerte, que a cualquiera espantaría, sus pasos resonaron por todo el lugar y se colocó frente al rubio que fumaba.

Mustang afiló la mirada, sintiendo una vena de varios metros saliendo de su frente.

-Teniente -habló el pelinegro con voz severa y fría -¿Qué se supone que está haciendo? -preguntó con la mandíbula marcada.

 

Havoc retiró el libro de su vista, escondiéndolo instantáneamente detrás de él, sobre su espalda y parándose para saludar marcialmente al coronel con su mano libre.

-B-Buenos días, coronel Mustang.- Saludó nerviosamente Havoc con su cigarro en la boca.

 

-Siéntese, teniente -ordenó Mustang mirando al rubio con la mirada que revelaba una falta de paciencia -Usted y yo tenemos que hablar muy seriamente.

 

-S-si, señor.- Soltó el fumador nervioso por el tono que usaba el coronel hacia él. -Si es por tomar su libro sin permiso, le juro que lo iba a devolver mañana cuando...

 

-¡No le he autorizado hablar! -gritó Mustang, levantando la voz de modo autoritario y frunciendo el cejo con reproche.

Se escuchó un ligero estornudo, que muy difícilmente se podía percibir.

-¡Apegue ese cigarro!

 

Havoc rápidamente acató la orden y apagó su cigarro en el cenicero en la mesa frente él. ¿Pero qué tenia de tan mal humor al coronel aquella tarde?

 

Del otro lado de la puerta se encontraba Edward con su oído pegado contra la puerta y Ben en sus brazos.

Edward miró al bebé y le sonrió. -Descuida bebé, ya apagó su cigarro...

 

-Hace unos meses, los demás subordinados, usted y yo tuvimos una platica -empezó Mustang sin estar muy seguro de cómo poder si quiera empezar aquella acusación, ya que seguía insistiendo que todo era cosa de Edward, aunque para que le hubiera pedido hablar con el propio Havoc...

-Le ordeno que recuerde... exactamente lo que me dijo del alquimista de acero, Edward Elric.

 

Havoc se quedó pensativo varios segundos ante lo que Roy le ordenaba. ¿Había dicho algo de Edward aquella vez? Ni lo recordaba bien, hasta que...

-Aaah, ¿Qué se acostaba con quien sea?- Trato de verificar el fumador que extrañaba su cigarro.

 

Roy afiló la mirada, viendo con la normalidad a flor de piel en el rubio fumador. Mantuvo compostura.

-Me alegra que no sufra de amnesia -aclaró el pelinegro, sin dejar esa actitud autoritaria que muy pocas veces cargaba cuando se encontraba solo con algún subordinado de confianza -Le ordeno que me conteste si aquel supuesto rumor es verdadero o falso -exigió Roy con voz fuerte y clara.

Otro pequeño estornudo muy apenas se escuchó.

-Y le advierto, teniente... no estoy de humor para bromas.

 

Edward apretó sus puños del otro lado de la puerta mientras cargaba a Ben. De la respuesta de Havoc dependía su futuro y el de su bebé...

‘Ni se te ocurra hacerte el gracioso, teniente...', pensaba Edward apretando su mandíbula y recargándose más contra la puerta para poder escuchar mejor. ‘Te juro que si lo haces, entro y yo mismo me encargo de trasmutarte en una quimera.'

 

Havoc supo que Mustang hablaba en serio y por ello sólo se limitó a rascarse la mejilla.

-Bueno...- Comenzó un tanto nervioso. -No pensé que fuera a caer en él, c-coronel...

 

¡¿Qué?!...

-¡¿A que se refiere exactamente con "No pensó que fuera a caer en el"?! -preguntó Roy con el cuerpo completamente tenso ante la situación en la que se encontraba. Entonces Havoc si le había mentido, ¿había inventado ese horrible rumor sobre Edward?

 

Jean Havoc sabía que no saldría completo de esa.

-B-b-bueno, era una tarde muy aburrida y todos estaban estresados por lo de los fugitivos... y...-Havoc ya no podía seguir hablando. Se arrastró un poco hacia atrás, alejándose del coronel que seguro lo iba matar por mentirle.

 

-¡DEJE DE TITUBEAR  Y SEA CLARO! -gritó Mustang, dejando esa postura de tranquilidad y esta vez con los puños tensos y temblando.

Ben dio un respingo ante el grito de Roy y empezó hacer un puchero, un llanto se avecinaba.

-¡Le dije que se explique! ¡Hable claro y conciso!

 

Edward notó los pucheros de su hijo y se mordió el labio inferior al enfrentar el nerviosismo.

-N-no llores, Ben...- Murmuró Edward olvidándose de la situación y comenzando a arrullar a su bebé en un intento de calmarlo. -Nos van a oír...

 

Havoc miró nervioso al coronel pero decidió acabar con eso de una vez. -Los chicos y yo estábamos aburridos y a Falman se le ocurrió la grandiosa idea probar que tan alto tenía su ego y como reaccionaría si supiera que es el único que no se ha acostado con alguien en particular.- Comenzó el rubio mientras suspiraba y sacaba otro cigarrillo de su cajetilla. -Entonces escuchamos a alguien hablar de Elric y decidimos utilizarlo a él como carnada al inventar ese rumor...

 

‘¡¿Carnada?!', pensó Edward sintiéndose realmente ofendido. ‘¡No soy un objeto ni estoy para la diversión de cualquiera!'

 

Mustang chasqueó los dedos y el cigarrillo que se disponía a sacar Havoc se carbonizó enseguida, sin darle tiempo a nada,

-No está aquí para ponerse cómodo -soltó Roy con una mirada que podía matar a cualquiera -Siga hablando.

 

Havoc tragó en seco y asintió torpemente al mirar las cenizas de su cigarro, temía él terminar de la misma manera. ¿Pero por qué el coronel insistía tanto en saber si ese rumor era verdad o mentira?

 -L-lo siguiente que pasó fue que llegamos a su oficina y le dijimos sobre ese rumor...- Confesó el rubio. -Pero de verdad que no creímos que se lo fuese a creer...

 

Roy se sentía como un completo cretino, Edward había llorado hasta el cansancio para hacerle entrar en verdad y él... se fió de lo que sus subordinados le dijeron. Y todo por que era a los que supuestamente más confianza debía tener, si bromearon con una cosa así... no podía confiarles nada a esos bastardos...

-¡Mire lo que sus estúpidas bromas ocasionaron! -gritó Mustang señalando la puerta -¡Acero! -grito sabiendo de antemano que el chico estaba escuchando tras la puerta.

 

Edward se tensó al escuchar aquel llamado, más sabía que él y Ben serían los que menos sufrirían del otro lado de la puerta... ellos eran las victimas tanto como Roy en cierta parte lo era.

Llevó su mano a la perilla de aquella puerta y abrió la puerta con lentitud, mostrándose a si mismo en aquella túnica y a Ben en sus brazos.

Quería fruncirle el ceño a Havoc pero la vergüenza, que sentía al revelar su secreto nuevamente, no le dejó más que mirar al suelo apenado.

 

Havoc miró por unos segundos al chico, sintiendo un poco de vergüenza por realizar que Edward se había enterado de aquel rumor, más, al mirar al niño, no entendió nada del asunto.

-¿Y... ese bebé?- Preguntó mirando al bebé que hacía pucheros.

 

-Es las consecuencia de tu mentira, la mentira de Falman y la tuya -soltó Mustang con resentimiento, no podía echarle solo la culpa a Havoc, también el oficial Falman tenía mucha responsabilidad en esto. Roy no tenía por que darle explicaciones a Havoc, pero sí a Ed, pero aquello sería cuando ambos estuvieran solos.

-Yo no soy el que decidiría tu futuro, Havoc, ni el de Falman -murmuró entre dientes, para después mirar a Edward -Será Acero, él es el que está en todo su derecho ya que... -miró de nueva cuenta al rubio -Con su entupido juego solo le arruinaron la vida.

Mustang caminó hacia la puerta, dejando en claro que no volvería a hablar en esa conversación.

-Y no se le ocurra fumar con el bebé en el cuarto -sentenció mirando por encima de su hombro al rubio mayor, miró a Edward casi enseguida -Espero una respuesta de su parte, Acero, cuando usted termine de hablar con el teniente Havoc -y cerró la puerta con fuerza. Ben empezó a llorar ante esto.

 

Tanto Edward como Havoc se crisparon cuando Ben comenzó a llorar y las reacciones de ambos fueron totalmente diferentes.

Havoc se llevó las manos a sus oídos, bloqueando el llanto del bebé y Edward comenzó a besarle las mejillas cariñosamente a su hijo mientras lo arrullaba de lado a lado.

 

Ben hacía pucheros y caras ya que el olor a cigarro aún se podía percibir en ese lugar cerrado y era muy molesto para el pequeñito que como siempre, no tenía otro modo de mostrar su molestia que por llantos.

 

Edward, como el buen padre que era, notó aquello para así levantar al bebé y recostarlo contra su pecho para que de esa manera no tuviese que oler el cigarro si no que su propio olor.

 

-¿Ese... es tu hijo?- Preguntó Havoc que no podía más que mirar la escena de padre e hijo entre Ben y Ed. Acomodando las piezas del rompecabezas, el enojo de Mustang, el rumor, el bebé y la vestimenta de Edward, Jean pudo dar con una teoría que parecía increíble... pero no imposible en aquel mundo de alquimia. -Inesperado...

 

-Pero no improbable...- Susurró el rubio que palpaba la espalda de su bebé. -Uno nunca se imagina que tan lejos puede llegar un rumor, ¿o si?

 

Ben estornudó con fuerza, sintiendo molestia al tener un espacio tan reducido para estornuda a gusto, y el llanto seguía en el pequeño, que lucía muy incomodo en aquel lugar. Sus manitas formaron puños que vanamente agarraban la vestimenta del rubio mayor.

 

Havoc bajó la mirada al desbloquearse los oídos y colocar sus manos sobre el sillón para usarlas de soporte al estar sentado. -Yo... no tenía idea...- Comenzó el teniente con aire de arrepentimiento en el momento que Edward comenzó a mecer su cuerpo de lado a lado, esperando que así su bebé se calmara. -Si yo hubiera sabido que el coronel se creería el cuento... yo...

 

-El hubiera no existe ni existirá, teniente. -Soltó Edward agarrando el tono adecuado ante la situación y mostrándose serio. -El daño ya está hacho y es irreparable.

 

Jean asintió al bajar la mirada y suspiró. -Perdón, Ed. No tenía ni idea...

 

Los ojitos de Ben empezaron a cerrarse, calmando el llanto un poco, pero era por que nuevamente el aire empezaba a faltarle al bebé, quien dependía de una medicina para vivir y de chequeos diarios para que la herida en la cabecita no se le infectara.

 

Edward, con su mano sobre la espalda del bebé, notó aquello y no dudó en sacar el gotero y con cuidado darle la dosis a Ben para después besarle la frente.

-Teniente yo no busco venganza ni mucho menos odio eterno entre nosotros. -Comenzó Edward al cerciorarse que su pequeño reaccionaba ante el medicamento injerido. -Yo lo único que... busco es... agradecerle.

-¡¿Eh?! ¡¿Pero que te pasa Edward?!- Soltó Havoc extrañado por aquello. -¡¿Me agradeces por arruinarte la vida?! ¡¿Se te zafó un tornillo?!

 

-¡Shhhhh!- Le cayó Elric frunciendo el ceño. -Ben necesita descansar.

 

Ben frunció el cejo ante el sabor a bacalao de la medicina y estornudó con fuerza, para después quejarse de los gritos del rubio que reclamaba,

El pequeño bebé solo quería descansar. Su herida empezaba a molestarle, sacándole pucheritos.

 

Havoc apretó sus labios cerrados y miró a Edward sin entenderle ni un poco.

-Gracias a tu rumor yo... tuve a mi bebé.- Comenzó Edward mirando a su niño con ternura. -Aun que pasé por muchos dolores, muchas horas de llanto... tener a Ben, valió la pena.

El rubio mayor miró al menor estando realmente confundido. Jamás había sido padre, por lo tanto no entendía el sentimiento que experimentaba Edward al tener a su bebé con él. -Yo... estoy contento que por lo menos algo bueno saliera de esto...- Admitió el teniente que miraba a Ed y a Ben con ojos suaves.

 

Ben miraba a su papi, con los ojitos rojos y llenos de lagrimitas que no caían, para después volver a estornudar, sacando moquito de la nariz.

 

Edward notó aquellos ojitos y le sonrió a su pequeño para así cargarlo con cuidado y besarle la mejilla con mucho cariño para animar al pequeño. -¿Algo bueno?- Preguntó mirando a su bebé. -Salió la criaturita más hermosa del mundo...

SAIGO NO KAJITSU: http://www.youtube.com/watch?v=WXGCc8gKsQg

 

Notas finales:

El Universo Centrifugal de SupaMame

¡PALO!

¿Se han preguntado alguna vez qué hacen en este mundo? Existir, vivir, sobrevivir... soñar, crecer, estar... ¿Qué?

En lo personal, estamos aquí para resaltar y sobresalir entre tanta monotonía y superficialidad.

Bien, ya sacudan eso, jaja. queríamos ponerlos poeticos. XP. como vimos ya Havoc soltó la sopa y ahora tenemos que ver la reacción de Roy, ¡¿Qué hará?! Ay, si ya lo saben, verdad jajaja.

¡Minna, seguimos esperando a aquellos que únicamente leen y no dejan su aportación, miren que nos seguiremos tardando! :(

Ahora el espacio a quienes SI nos apoyan y valoramos mucho.

AGRADACIMIENTOS ESPECIALES A:

YUKO7

NEKOSHAYA TSUKI

HANEKO

SEIKETO NAYSET

YAOIFANGIRL

KUYY

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SHAO KINO

ASTRID3

YUKI KUNIMITSU

MAR SNAPE

¡Gracias a Ustedes por el apoyo incondicional!

¡GUBAI!

 

 


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