1. A MAL TIEMPO, BUENA CARA
Zack bufó una vez más. Sus ojos escrutaron la lejanía, tratando de distinguir los cabellos castaños de Kael a lo lejos.
Se cruzó de brazos y miró al suelo, comenzando a extrañarse. Kael no era de los que suelen llegar tarde. ¡Se iban a perder la exhibición de skate!
Es que desde luego, Zack era un chico impaciente. No sólo impaciente, más bien hiperactivo. No le gustaba tener que esperar, ni estar quieto en un sitio por mucho tiempo si no había nada que le interesase.
Se pasó una mano por los cabellos rubios. Tenía flequillo y por ambos lados de la cara le caían mechones desordenados. Llevaba gorra, era algo inseparable y además, un piercing en la nariz completaba el atuendo junto con sus pantalones ajustados pero contrastados con unos anchos playeros. Sus ojos eran bonitos, de un azul intenso, casi casi tirando a morado.
Al fin, el aludido apareció caminando distraído entre la gente. ¡Qué parsimonia! Y eso que Zack le había estado recordando toda la semana la gran ilusión que le hacía acudir a ese lugar.
Cuando Kael se acercó, le sonrió con amplitud, dándole una palmada en el hombro.
- Siento el retraso tío, me entretuve mirando una tienda.
Zack le miró extrañado, frunció el ceño. Había algo en él que no le cuadraba, algo en la expresión de Kael que no le convencía. Su mirada, sí. Sus ojos, grisáceos, parecían tristes, cristalinos, con un pequeño reflejo amargo.
A pesar del aspecto despreocupado de Kael, Zack intuía que había algo que el castaño no le había contado.
- ¿Qué te pasa? .- Dijo de repente, bruscamente. No era que se caracterizase precisamente por tener tacto.
- ¿Por? – Dijo el otro enarcando una ceja, sonriendo. Se pasó una mano por los cabellos castaños, haciendo relucir bajo el sol aquellas mechas plateadas, mientras miraba un poco hacia abajo ya que era bastante más alto que su amigo.
Si no fuera por aquella eterna sonrisa, Kael impondría bastante respeto, ya fuera por su altura, sus dos piercings en el labio inferior o las dilataciones que adornaban sus orejas.
Zack suspiró sabiendo que ése era el comportamiento natural de su amigo: Nunca mostraba lo que sentía, siempre con aquella eterna sonrisa en los labios.
Bufó nuevamente y lo agarró de la mano, tirando de él para comenzar a caminar.
- Vamos.- Dijo en un tono seco.
- Oye, pero la exhibición no es por ahí!.
El rubio no le contestó, simplemente se mantuvo en silencio. No tardaron en llegar a un parque y entonces Zack lo empujó, haciéndolo sentarse en el banco.
- De aquí no nos movemos hasta que me digas que te pasa. – Declaró cruzándose de brazos frente a él, mirándolo con firmeza.
- ¿Y por que crees que me pasa algo? De todas formas, nos estamos perdiendo eso del skate y te hacía ilusión, no hace falta que te preocupes por nada… en serio.
- Te conozco de sobra para saberlo. ¿Qué paso? ¿Otra vez tu padre? – Dijo mirándolo entonces serio, preocupado.
Kael desvió la mirada.
- ¿Qué más da? Al mal tiempo, buena cara. Ya sabes que ese es mi dicho… No quiero preocuparte.
- Ya lo estoy.- Dijo entonces Zack, con un pequeño suspiro, sentándose a su lado, apoyando la cabeza en su hombro, gesto que hizo que el castaño se sorprendiera.
- Tranquilo… todo pasa.
- No quiero que finjas, no quiero que pongas buena cara cuando realmente te sientes mal.- Murmuró entonces el rubio.- Puede que yo tampoco sea muy dado a decirte como… como me siento pero si estás mal, quiero ayudarte, quiero que te sientas bien si es que puedo hacer algo.
- Ya lo haces Zack, siento no ser sincero.- Declaró bajando la mirada.
- No lo sientas, simplemente selo. Cuéntame cómo te sientes, que pasa por tu cabeza y yo… y yo intentaré ayudarte.
Kael se mantuvo unos instantes en silencio, mirando al suelo, pensando cómo expresarse.
- Tengo un mes para irme de casa.- Dijo acariciando inconscientemente el cabello del rubio.- Mi padre dice que soy una molestia, que ahora que se ha casado hay muy poco espacio en casa.
- ¿Y tu madre? – Dijo el rubio, impactado.
- Ella ya tiene un hijo al que cuidar.
Zack se quedó callado, mirando de reojo a su amigo. No podía ni pensar en cómo sería estar en tal situación, sin ningún familiar al que recurrir…. Había de ser muy duro el que ambos padres hubieran formado una nueva familia, se hubieran casado con otras personas e incluso formado una nueva familia, dejando atrás a un hijo. Kael debía sentirse perdido…
- ¿Qué vas a hacer? – Se atrevió a preguntar, temiendo que este se pusiera peor.
Pero al contrario, Kael esbozó una sonrisa y lo miró tiernamente.
- Vivir mi vida, seguir adelante y sonreír. Sobre todo sonreír.- Le respondió con un pequeño suspiro.