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Tú, Él y Yo por Leo no Alessandra

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Notas del fanfic:

 

¡Hola!

Antes que todo y después que nada, quiero pedirles una disculpa por dejar colgados todos mis fics, por eso he decidido hacer esto; no, no es otro fic, sino la reedición de uno de ellos, en concreto, "Secretamente Tuyo".

Para todo aquel que me seguía leyendo y que esperaba una continuación, aquí les traigo éste trabajo: Nuevas escenas, más información y mas misterio sin tanto enredo.

"Tú, Él y Yo" tiene la misma trama que "Secretamente Tuyo" solo que es una forma de ver cuanto he avanzado en estos dos años de escritura. De todo corazón espero que les guste y no se desesperen si no he actualizado los otros, también tendrán su respectiva actualización.

Dudas, quejas o sugerencias siempre pueden expresarse en algún comentario ^^ Por el momento en todo lo que puedo decir, además de que espero que disfruten leyendo tanto como yo disfruté escribiendo.

¡Hasta la próxima!

 

 

 

Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen. No me pagan por hacer esto, pero si desean hacerlo, con un comentario seria más que suficiente.

 

 

 

Tú, Él y Yo

 

by B. P.

 

 

 

 

Capítulo uno.

 

 

 

-¡Sasuke!

 

El moreno siguió adelante. Ni siquiera le miró.

 

-¡Sasuke!- volvió a gritar desesperado. Su voz estaba pastosa, amenazaba con desgarrarle la garganta. Pero no le importó.

 

-¡Sasuke! Por favor, escúchame.

 

El sol comenzaba a perderse en el horizonte, como si huyera, presuroso, de los cielos de color siena, bermellón y rosa. Y se creía saber por que se retiraba... no estaba dispuesto a presenciar la espantosa escena. Pero las estrellas curiosas sí. Y la Luna, maternal, hermosa y misteriosa, parecía reprenderlas por tal indiscreción.

 

-¿Qué quieres, Naruto? ¿Qué me dirás ahora? ¡Vete con él, anda! Ya le elegiste a él, fui yo quien recibió tu desprecio, la señal de rechazo. ¡Anda, lárgate con él!

 

-Sasuke... es que tú no sabes... tú...

 

-El que no sabe nada eres tú, Naruto...- y con eso, Uchiha Sasuke desapareció de su vista.                 

 

-Sa... ¡Sasuke!

 

 

 

MESES ATRÁS

 

 

 

Naruto:

 

 

Una vez más llego a pensar que esto no está bien. Que es una tontería, un error craso. Una completa locura. Pero... ¿acaso no la vida esta hecha de estas ultimas? Pues bien, me pienso arriesgar. Ya he cometido muchas.

Tal vez yo no sea lo que quieres, ni la persona que mas te merezca...No tengo mucho que ofrecerte, pero lo que poseo es para ti. Absolutamente todo. Es un consuelo escribirte esto, dejarte las cosas claras de un modo... directo. A mi manera, claro... siempre hago las cosas a mi manera. No soy alguien convencional. Aunque también podría denominarse cobardía. Lo dejo a tu criterio, Naruto... Al final eres tú quien tiene...

 

-... la última palabra-. Susurró, leyendo en voz baja, entre la escasa intimidad de su habitación.

 

Una carta más. Una duda más agregada a su reserva personal, a aquel baúl que aun no tenía nombre del dueño, pero por ahora era denominado como Janome.

 

Pero ¿quién era esta persona? Decía ser un aldeano de la villa, mencionaba una y otra vez que le observaba a diario, en silencio, calculador y nostálgico. Anheloso romántico. Escritor de cartas que te hacían temblar hasta en lo más profundo de tu alma, embelesando, adentrándose entre los pliegues, por los muros que se construían para evitar que el dolor se cuele. Un ladrón que reptaba y que, poco a poco, iba robando su corazón.

 

Era un tonto, pensó Naruto, mientras se recostaba en su cama. Él no podía enamorarse de alguien a quien no conocía. No importando que fuera un hombre, eso daba igual. Naruto se había declarado gay hacía ya más de tres años.

 

Tensó un poco el cuello para levantar la mirada, clavándola en el manojo de cartas esparcidas en el pequeño buró. Y su mente no pudo evitar divagar...

 

 

Era una cálida tarde un Lunes, exactamente a las seis de la tarde. El crepúsculo caía sobre Konoha, la Villa oculta de la Hoja, y Uzumaki Naruto caminaba con pasos lánguidos en dirección a su casa. El agotamiento de su cuerpo era simplemente pulverizador.

Una pequeña sonrisa le curveaba los labios.

 

Era otro día más, otro entrenamiento arduo. Un paso más cerca de la meta, aquella que representaba su mayor deseo. Naruto quería ser Hokage.

 

Sus hombros se elevaron, animados.

 

Y si quería cumplirlo, tenía que superar a Sasuke. El moreno se había vuelto inmensamente más fuerte. Y, por muy bastardo que fuera, también su atractivo había crecido.

Su sonrisa tembló un poco.

 

Miró al cielo, y al compás de sus pasos, su cuerpo comenzó a balancearse ligeramente.

Cuando volvió en sí, se dio cuenta que estaba a pocos metros del barrio Uchiha.

 

-Sasuke...

 

Lanzó una mirada a las calles flanqueadas de casas vacías.

¿Por qué sus pasos les traicionaban ahora? Lo había traído de vuelta ¡Por Kami-sama! ¡¿Es que no pensaban dejar de atormentarle?!

 

Salió corriendo hasta llegar a su propia casa. Se detuvo en frente, tratando de regularizar un poco su respiración. Le escocían los ojos, no deseaba averiguar por qué.

 

Miró su puerta, y frunció el ceño. Una carta. Había una carta semideslizada por debajo de su puerta.

Debía ser un error.

Con ese pensamiento se acercó a la fachada y abrió. -Nunca echaba la llave; no tenía caso.- Pero en el blanco papel estaba escrito su nombre con una bonita caligrafía.

 

La cogió. La miró por largo rato. Cerró la puerta tras de sí y dejó el sobre en la mesa. Fuera lo que fuese, podría esperar. Su estómago clamaba alimento.

 

Cinco minutos después estaba sentado cómodamente en su cama, descalzado, con la carta apoyada en su rodilla y el ramen instantáneo humeando en su mano. Lo dejó solo un momento para desgarrar cuidadosamente el sobre y posarla en la cama, la hoja extendida. Empezó a leer.

 

 

Cada día que pasa sin lograr que me quieras, es un día perdido.

¡Oh, Señor, no permitas, por piedad, que me muera sin que me haya querido!

Porque entonces mi espíritu, con su sed no saciada, con su anhelo voraz,

Errará dando tumbos por la noche estrellada, como ave sin rumbo, sin alivio ni paz...

 

Quiero ser en tu vida algo más que un instante, algo más que una sombra y algo más que un afán.
Quiero ser en ti mismo una huella imborrable, un deseo constante y una sola verdad.

Palpitar en tus rezos con temor de abandono, ser todo y por todo complemento de ti.

Una sed infinita de caricias y besos, pero no una costumbre de estar cerca de mí.

Quiero ser en tu vida una pena de ausencia, un dolor de distancia y una eterna amistad.

Algo más que una imagen y algo más que un ensueño, que venciendo caminos, llega, pasa y se va.

Ser el llanto en tus ojos y en tus labios la risa, ser el fin y el principio, la tiniebla y a luz, la tierra y el cielo, la vida y la muerte...

 

Ser igual que en mi vida has venido a ser tú...

 

Janome.

 

 

Naruto parpadeó un par de veces antes de barrer con sus ojos azules aquella carta de letras bonitas. Su ceño se fruncía levemente en un recién descubierto tic nervioso.

 

-¿Janome?- murmuró bajísimo, y al escuchar el nombre en sus labios no pudo reprimir un respingo, mirando ávidamente en torno suyo, como esperando encontrar a alguien en cualquier rincón de la pequeña habitación.

Suspiro.

Naruto inspiró fuerte, mirando el papel con mucha curiosidad, como si fuera un espécimen rarísimo al cual debe investigar. La dobló con mucho cuidado, decidiendo que pensaría mejor en cuanto hubiera sacado todo el cansancio de su cuerpo.

Comió en silencio, lentamente- cosa rara- disfrutando con los sentidos pero no con la mente el calientito ramen, pues ésta ultima estaba demasiado ocupada tratando de descifrar quien sería el autor de aquella hermosa carta... ¿hermosa?

Naruto soltó un pequeño gruñido, sintiendo sus mejillas colorearse.

Sí, la carta era hermosa; romántica y cálida. Decadente, pero bella.

 

Tal vez fuese una broma, pensaba mientras se ponía en pié para tirar el plastificado vaso a la basura; tal vez solo era una nueva forma cruel de algún aldeano para burlarse, para hacerle sufrir... pero... Una poesía así no podría ser utilizada para hacer daño... era demasiado bonita- cursi, también, pero bonita al fin y al cabo- para ese fin.

 

Un hondo suspiro rompió el pétreo silencio. Ya, después habría tiempo para pensar en eso. Él era un ninja, y como tal, tenía que descansar para concentrarse en cumplir misiones.

Pero Uzumaki Naruto no pudo evitar pensar, mientras se metía en su cama ya cambiado, que podría caber la posibilidad que alguien le quisiera.

Y con eso, se sumió en la inconciencia de un sueño reparador.

 

 

Martes, 9: 00 a.m. Casa de Naruto Uzumaki.

 

-¡Por Dios, las nueve! ¡Me quedé dormido! Voy a llegar tarde ¡Sakura-chan me matará!

 

Salió de la cama a trompicones, batallando con las sabanas. El ridículo gorro resbaló de su cabeza, terminando en el suelo.

Se vistió rápidamente. Desayunó un poco de ramen, siendo el último pote que le quedaba. Aún masticando el último bocado, salió dando un portazo. En el mismo momento en que el sonido molesto llegaba a su cabeza, otro más le hizo girar el cuello con demasiada rapidez.

 

Sonido sordo. Voluta de polvo.

 

En el suelo, brillando aun con una ínfima cantidad de chakra, el sobre blanco resaltaba en su voluptuosa presencia, ostentando su caligrafía curiosa que formaba el nombre de Naruto. El susodicho la miró con incredulidad. ¿Otra más? Frunce el ceño y la toma rápido, la guarda en su bolsillo y se echa a correr en dirección al lugar de entrenamiento.

 

Sus huesos parecían hacerse gelatina dentro de sus piernas a cada paso que daba, pero aun así llego lo más rápido que pudo.

 

-Naruto, llegas tarde- le reprendió Sakura, destilando en sus palabras un toque de dulzura. Para nadie era raro saber o percibir que la ninja medico sentía algo por el chico Kyuuby. - Y mira que Kakashi-sensei ha llegado temprano hoy. ¡Es un milagro!

 

El junnin levanto la vista de su lectura. Su ojo perezoso la miró un segundo. Yamato curvó sus labios en una sonrisa. 

 

Sakura siguió riñéndole, aunque Naruto no le escuchaba realmente. Tenía una mano en la nuca mientras le sonreía a modo de disculpa. Kakashi regresa a su lectura. Sasuke frunce el ceño, ladea el rostro.

Estaba recargado en un árbol alejado, una mano se afianzaba a la esbelta cadera mientras la otra colgaba libre, a lo largo de su costado.

Esos guantes le sentaban bien, pensó Naruto, mirándole de reojo, una pose muy chula, pero sexy.

 

La fija mirada azul se volvió cristalina, mientras las morenas mejillas se tornaban de un rosa muy tenue, muy lindo.

El viento mezo los cabellos azabaches, y Naruto inspiró hondo cuando esos dos posos negros que tenía por ojos se clavaron en él. Tragó duro. No podía dejar de mirarle. ¿Por qué Sasuke le miraba de esa manera? ¿Por qué le cosquilleaba la nuca, llevando corrientazas eléctricos por su columna?... ¿Por qué esos ojos eran tan intensos?

 

¿Qué secretos escondes, Sasuke?

¿Por qué no los descubres, Niño?

 

-Nee, Sasuke...- Kakashi guardó si libro en el bolsillo de su chaleco, mirando al moreno- Ya que no tenemos entrenamiento ¿por qué no nos muestras que tan avanzado esta tu chidori?

 

El mencionado volteó a mirarle. Naruto sacudió un poco la cabeza, como aturdido, como saliendo de un hechizo. Los ojos de Sasuke le hechizaban, concluyó.

 

-Se llama Raikiri- le corrigió el Uchiha con voz grave. Había fruncido el ceño de nuevo. - Y no, no estoy aquí para entreteneros.

 

Kakashi bufó, mirando de reojo a Yamato, quien se encogió imperceptiblemente de hombros. El chico estaba más antisocial que nunca.


-En ese caso... - se giro para que vieran los árboles más alejados que había. Bajo el brillante sol, podrían ver unos destellos que desaparecían y reaparecían constantemente. - En esos árboles hay unos pergaminos colgados, tenéis que conseguirlos.

 

-Hn... Que fácil.

 

-Tenéis que conseguirlos sin moveros de aquí- Yamato señaló la línea que tenían a menos de medio metro. Mirando el límite impuesto, Naruto notó que aun estaban demasiado lejos. Los pergaminos seguían siendo puntos brillosos resaltados por la roja tinta que forma unos sellos.

 

-Repito: "Que fácil"- espetó de nuevo es Uchiha.

 

Se adelantó en la línea de meta. Naruto se apresuró a hacer lo mismo, mientras Sakura dudaba un poco, mordiéndose el labio inferior mientras ideaba la forma de descolgar los pergaminos sin pasar la línea.

 

-Cortad las cuerdas y traerlos aquí.

 

Yamato alzó la mano, para luego bajarla de golpe, indicando que la prueba acababa de comenzar.

Sasuke entrecerró los ojos, inclinando la espalda mientras ponía los brazos en pose de defensa, a la altura de su pecho y rostro. Rayos de color blanco le rodearon antes de que, con un ágil movimiento, diera un giro con el cuerpo y salieran disparados hacia la arbolada. El sonido que hicieron fue parecido al de una espada filosísima agitada en el viento.

Naruto le miraba con los ojos ligeramente abiertos, antojándosele los movimientos demasiado sensuales y masculinos. Escuchó el lejano ruido sordo del pergamino caer al suelo, al mismo tiempo en que Sasuke se incorporaba.

Las cejas de los senseis se curvan.  Están impresionados, pero ya esperaban algo así de Uchiha Sasuke.

Naruto no quería quedarse atrás. En completo silencio, rodeados de tensión, cerró los ojos. El aire, combinado con su chakra, comenzó a acumularse y a girar en su mano. Tenía que hacerlo, visualizar e intentarlo. Pronto, la azul esfera se arremolinaba sobre sí misma.

 

¿Sasuke le estaba mirando?

Quería averiguarlo, pero se desconcentraría. "¡Rasengan!" exclamó, enviando con todas su fuerzas aquella esfera azulada. La energía cortó el aire, tan rápida como los recién vistos rayos eléctricos, haciendo un efecto boomerang antes de cortar la cuerda que sostenía otro presado pergamino. Sakura pensaba intentarlo con kunais, pero se lo pensó mejor. Al final, con su fuerza descomunal, golpeó el suelo haciendo que el árbol se agitara desde la raíz hasta la copa.

 

-Vayan a por ellos, chicos- dijo suavemente Yamato, con un gesto invitante en su mano.


Sakura dio un paso, pero volvió a mirarle. Ni Naruto ni Sasuke se habían movido. El límite aun estaba vigente.

 

Para el rubio fue simple. Invocó un kage bushin, que en menos de un minuto regresaba con él para entregarlo y desaparecer.

Sakura se mordió el labio, mirando como Sasuke extendía un lánguido brazo y de la manga de su yukata salía una hermosa serpiente albina. Con sus diminutos y brillantes ojos miró al Uchiha. Éste asintió y la serpiente se alejó con rapidez. En poco tiempo, el reptil regresaba con el pergamino. Miró al mayor a los ojos cuando este se acuclilló frente a ella, acariciándole la cabeza con la punta de su dedo índice. "Gracias", le había dicho Sasuke con una voz siseante. Y Bakura hizo una especie de reverencia antes de enroscarse en su cuerpo y desaparecer.

 

Todos miraban en silencio, pasmados, lo que acababa de suceder. ¿Qué demonios había hecho Orochimaru con ese muchacho?

 

Tan estupefactos estaban que no notaron como Sakura se las había ingeniado para conseguir su pergamino.

-¿Y bien?- dijo Sasuke como si nada, cogiendo el "premio" - ¿qué haremos con esta cosa?

 

El equipo Kakashi analizó los pergaminos unos minutos bajo la atenta mirada de sus senseis. Cada uno tenía un enorme sello en color rojo escarlata. El de Sakura tenía el kanji "Esperanza", el de Naruto "Decisión" y el de Sasuke "Valor".

 

-Esa es la última parte de vuestra prueba- dijo Yamato- tenéis que lograr romper ese sello y descubrir el acertijo que viene dentro. Cuando lo logréis, estarán aprobados y podrán terminar el entrenamiento, sino, continuaremos con otro tipo de pruebas.

 

Sasuke enarcó una ceja. ¿Un acertijo? Él no estaba para esas estupideces, estaba bien - no, no pensaba que estuviera bien- que le pusieran misiones hasta que la aldea volviera a confiar en él, aunque verdaderamente le importaba muy poco...  pero ¿por qué esas tonterías? ¡Era absurdo!

Apretó con fuerza el rollo, amenazando con quemarlo con su katon.

 

-No importan cuanto tarden- intervino Kakashi, cruzado de brazos, percatándose de las intenciones de su ex alumno- pero tienen que hacerlo, obligatoriamente. Les conviene, no por nada los sellos de cada uno, les espera una gran lección, un consejo que está en ustedes tomar o no. Por hoy, eso es todo.

Y desapareció. Así, sin más.

 

Sasuke volvió a estrujar el objeto de su desdén antes de girarse también e irse, tan rápido que si parpadeabas le perdías de vista.

 

-Y ¿dónde está Sai?

 

-Tiene una misión de Raíz. - Respondieron escuetamente los adolescentes.- Llegará en unos días.

 

Y sin despedirse, notando la extraña atmósfera abatida, pegaron la vuelta y se fueron, cada uno a su respectivo nuevo compromiso.

Lo que pensaron cada uno en ese momento, nadie lo supo, porque no se atrevieron ni siquiera a mirar atrás.

 

 

Minutos- tal vez horas- mas tarde, Naruto se encontraba lánguidamente recostado en su cama. Se echó de lado para deshacerse un poco de su incomodidad, cuando un sonoro crujido le hizo dar un respingo.

La carta.

Se incorporó de un salto, mascullando por lo bajo. La había olvidado por completo.

 

La sacó de su bolsillo con mucho cuidado, para sorpresa suya. Las sutilezas no eran su fuerte.

Un inexplicable pesar veló sus ojos al notar que el sobre estaba muy maltratado. Lo rasgó justo por el lado donde se había roto. Tontamente nervioso, la tomó con delicadeza entre sus fuertes dedos y comenzó a leer.

 

Naruto:

 

No miento, te confieso, estoy nervioso.

Me pregunto si te habrá gustado mi carta. Nunca he sido bueno con la poesía, pero no pude evitar intentar hacer una... que expresara todo que no te puedo decir de frente.

Tal vez sea demasiado apresurado, pero seguiré intentando, no pierdo nada, al contrario, gano muchísimo: a ti. Solo esperaré el día en que puedas corresponderme, solo a mí, ser el único en mi vida, ser yo el único en la tuya.

No se si lo que siento es amor, Naruto, pero si esta necesidad de tenerte a mi lado para hacerte muy feliz se le llama así...entonces Yo Te Amo.

 

No se ni como ni cuando pasó, pero el sentimiento está aquí, y el condenado se niega a irse. Y creo que yo no quiero correrlo...

 

Secretamente Tuyo...

Janome.

 

 

 

Naruto se giró hasta quedar recostado sobre su vientre. Soltó un resoplido, abriendo los ojos de golpe. A veces divagar no era tan bueno, llegaba hasta el punto de quedarse jodidamente absorto en sus recuerdos.

 

No había notado cuando las había cogido de nuevo, barriendo con la mirada las finas letras y los significados que estas conllevaban.

El sueño le estaba cobrando factura, su cara se veía amodorrada, iluminada solamente por la escasa luz de la Luna. Estaba cansado. Demasiado.

 

Cerró los ojos solo para descansar un poquito, pero aun así se quedó dormido como roca.

 

Gruñido, Estremecimiento. Jadeo.

 

Abrió los ojos de golpe, sintiendo los labios extrañamente cálidos.
Había tenido un extraño sueño: alguien entraba, en completo silencio, y le besaba. Así, solo un roce, solo eso.

 

Sintiéndose mareado, se llevó una mano a los labios, riendo por lo bajo por sus absurdas alucinaciones. Pegó un respingo al notar algo que si no encajaba: sus labios estaban húmedos.
Se incorporó abruptamente, soltando un lloriqueo por el mareo que le taladro la cabeza. Las cortinas ondeantes le acariciaban las mejillas con sus suaves puntas ausentes. Recordaba haber cerrado la ventana, pensó, rotundo.

 

En medio de la penumbra, una rosa escarlata se hacía notar. La tomó con mucho cuidado para no pincharse.

¿Había sido un sueño?

 

Una risa condenadamente molesta le mordisqueaba los nervios.

 

Contemplo la rosa unos minutos, y una risa boba se extendió en sus labios. La risa en su cabeza calló de golpe.

 

Se llevó la rosa a los labios, aspirando el suave aroma que desprendía.

 

Echó un vistazo a las cartas desparramadas en su cama, y besó la rosa. Ignorando esa voz que le decía que a veces parecía demasiado gay, ensanchó su sonrisa.
El tallo aun tenía rastros, aunque mínimos, de un chakra cálido.

 

-No...- susurró bajísimo con esa voz ronca pringada de soñolencia- Creo que no fue un sueño.

 

Notas finales:

¡Sí, ahora más largo! A mi me ha gustado ¿Y a ustedes? Si quieres decirme que les pareció aqui abajito hay un espacio dedicado a eso, será todo un placer saber su opinión.


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