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Días febriles por ines_kaiba_wheeler

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Notas del capitulo:

Mientras escribía este capítulo pasaron dos cosas. Una que casi no podía tocar el ordenador por los exámenes y otra que llevo más de un año escribiendo este fic y, realmente, son sólo tres días de historia. Es decir, son los tres días más largos de la historia xD.

También he decidido, y esto casi de última hora, dividir el capítulo en dos. A ver, que realmente no es una división. En este será la historia mientras todos ellos están cuerdos (o todo lo cuerdos que están estos hombres siempre xD). El próximo serán más bien flashback de lo que ocurrió en la fiesta desde el punto de vista de cada...pareja en el caso en que la haya.

En las notas finales os haré una pregunta así que leer hasta allí xD.

Y como último apunte, el pasado día 18 fue el cumpleaños de nuestro querido Taka-san, así que felices eternos quince años!!!!

El cielo estaba inusualmente gris esa tarde o al menos más que esa mañana. Ese fue el primer pensamiento que se cruzó por la cabeza de Kaoru, mirando por uno de los ventanales del segundo piso del colegio. El segundo pensamiento se orientó a cierto sempai con gafas que lo había confundido hacía escasas horas. ¿Realmente aquello funcionaría o sólo había empeorado las cosas? Le había dicho que tenía el setenta y tres con veinte de posibilidades de salir como habían planeado esa mañana. Pero eso no era el cien por ciento y si consideraban la cabezonería y el orgullo de ese simio descerebrado, el resultado final podría variar de manera considerable.

-¡Tú, maldita víbora asquerosa!-volvió a repetirse las palabras simio descerebrado entre dientes, tratando de no seguirle el juego-¡A ti quería yo verte!-de reojo pudo ver cómo se le acercaba con rapidez. Tenía el entrecejo fruncido y los puños apretados, uno de ellos vendado. Supuso que fue por el golpe que le debió de dar a la puerta de la terraza y que lo había sobresaltado mientras bajaba las escaleras.

-Genial-murmuró Kaoru, irónico, rodando los ojos-Pues yo a ti no-le dio la espalda, decidido a irse por el lado contrario al que Takeshi venía. El primer paso era ignorarlo.

-No lo tendrás tan fácil esta vez, vaya que no-no estaba cabreado, tampoco molesto. Kaoru conocía demasiado bien a Takeshi, sabía que hacía algo mucho más fuerte que todo aquello para que le saltara la vena asesina. Lo que sí estaba era dolido, eso se podía ver a la legua. Sabía que si seguía escapando  de él ese dolor crecería pero era necesario para comprobar aquello que lo tenía en ascuas. Cuando las firmes manos de Takeshi agarraron sus hombros y pudo ver esa mirada de determinación ante sus ojos, se detuvo-De aquí no te mueves hasta que me aclares lo que me tengas que aclarar-el segundo paso comenzaba ahora: hacer del tema algo sin importancia.

-No hay nada que aclarar. Mucho menos hay algo de lo que hablar-intentó que su rival lo soltara, pero el agarre era fuerte-Suéltame-debía empezar por las buenas, al menos, en esa ocasión.

-Te lo acabo de decir, de aquí no te mueves-el entrecejo de Kaoru se frunció-Dime qué coño quisiste decir con aquello-la víbora sólo pudo resoplar con molestia.

-Te dije que te olvidaras del asunto, que era una tontería y que no llevaría a ningún sitio seguir haciendo el idiota. ¿Realmente eso necesita explicación?-hizo una pausa, analizando el rostro de Takeshi-Olvidaba con quién hablo.

-¿Insinúas algo, capullo?-preguntó con agresividad, tomándolo por el cuello del uniforme, desabrochando los primeros botones. Takeshi, al darse cuenta de lo que había hecho y como estaba actuando lo soltó, resoplando-Como sea, sólo espero que cambies de opinión.

-¿Por qué debería?

-¡Porque me gustas, Kaidoh!-exclamó sacudiendo los hombros de Kaoru-Maldita sea si lo entiendo, pero es así y no puedo hacer nada para evitar sentirme atraído por ti, joder-miró fijamente los ojos verdes que tenía frente a los suyos, viendo en ellos sorpresa y, sobretodo, vergüenza-Mierda-murmuró entre dientes, soltándolo y dándole la espalda. Kaoru notó sus mejillas ardiendo, al igual que su pecho. Al final Sadaharu tenía razón.

-Dejemos el sistema de puntos de lado-se acercó a Takeshi y apoyó una mano en su hombro, pasando de largo al segundo siguiente-Eso sí fue una tontería-siguió caminando por el pasillo, dejando allí parado al de ojos violeta. Cuando ya iba a bajar por las escaleras se dio la vuelta-Vamos, idiota, tenemos cosas que hacer-y cuando Takeshi ya iba a correr hacia él para darle un soberano puñetazo, vio una sonrisa, casi imperceptible, en la cara de Kaoru.

-¡Tú eres el idiota!-soltó una carcajada antes de seguir a su compañero escaleras abajo. Las puertas de un nuevo comienzo se abrían y dependía de sus acciones que se cerraran en sus narices o tras ellos.

 

 

-¡Cuidado con eso!-exclamaba un angustiado Suichiro, sujetándose la cabeza con desesperación.

Se había pasado la mitad de la tarde llevando su preocupación de un lado al otro del restaurante, sobretodo detrás de Eiji, quién si no estaba haciendo malabares con los vasos estaba colocándole gorritos de fiesta a los de primero, haciendo peligrar la decoración que estos estaban armando. Todo debía ser perfecto, como siempre lo era en los cumpleaños que celebraban, además de que seguramente este sería de las últimas celebraciones en las que estarían todos juntos. Por otro lado, no se había saltado la mitad de sus clases por la mañana para que fuera un completo desastre. Un simple error podía hacer que la fiesta acabara en tragedia. Hablando de tragedias, a la mente se le vino algo de lo que no se había dado cuenta hasta ese mismo instante. ¿Dónde demonios estaban esos dos que aún no llegaban? Bueno, mejor dicho, esos cuatro.

-Arai, ven aquí un momento-el muchacho de segundo año se le acercó, todavía sujetando una caja con decoración para cumpleaños, cedida expresamente por el padre de Takashi, quien había salido con su mujer, según ellos, para buscar a una persona-Déjame esto-cogió la caja entre sus brazos, apoyándola contra la barra para aguantarla mejor-Necesito que vayas a esta dirección-metió la mano en uno de los bolsillos del pantalón, encontrándolo vacío. Respiró profundamente, estaría en el otro. Cambió de mano para seguir aguantando la caja y rebuscó en el otro bolsillo-No está-susurró entre dientes-¡Ay dios!-de no ser por los pocos reflejos que tenía Arai, en ese momento el contenido de la caja se hubiese desparramado por el suelo. ¿Para que la había cogido en un primer momento si tenía que utilizar sus manos para otra cosa?

-Mada mada dane-se escuchó del otro lado de la sala. Al parecer Ikkeda tenía problemas para mantenerse en equilibrio en la escalera en la que estaba subido y que el propio Ryoma sujetaba con una mano mientras bebía de su lata de ponta, pero Suichiro se dio por aludido también.

-Oishi-la voz de Kunimitsu lo sacó de sus pensamientos suicidas-¿Buscas esto?-le extendió una tarjeta con una dirección en ella-Me la diste por si la perdías-la mitad de la pareja dorada suspiró aliviado, agradeciéndole al capitán su vida y el transcurso de la fiesta-No bajes la guardia-murmuró antes de volver a su posición inicial en la barra, preparando las bebidas y asegurándose de que Sadaharu no se acercara a ellas.

-Bien-con el ánimo recuperado, volvía a ser la madre de las preocupaciones, pero sin preocupaciones…De momento-Vete a este sitio lo más rápido que puedas, Arai. Por detrás tienes escritas las cosas que están encargadas.

-Volveré lo más rápido posible, sempai-al moreno se le perdió de vista tan pronto cruzó la puerta, llevando las esperanzas e ilusiones de Suichiro con él y su cinta de color verde.

En las escaleras se encontraba el trío de novatos, decorando el pasamanos con luces y serpentinas. Además eran los encargados de controlar la hora para evitar sorpresas e infortunios. Tenían exactamente dos horas hasta la llegada de Takashi y, aproximadamente, les llevaría hora y media terminar de decorar el restaurante. La comida y la bebida era cosa de colocarla una vez estuviese todo listo. También el encargo que traería Arai, en un futuro cercano, tenía que ser preparado con tiempo para que quedara perfecto. Por otro lado, Takeshi y Kaoru, quienes aún no habían llegado, eran los encargados de traer los regalos que habían sido dejados en el vestuario del club de tenis. Ese asunto estaba controlado, según había dicho Sadaharu, sumergiéndose en los datos de su libreta para apoyar lo que decía. Sólo necesitaban que el tiempo pasase para ver la cara de su compañero, alegre, sorprendida y, quizá, con alguna que otra lágrima producto de la emoción.

-Si en diez minutos no han llamado-empezó a decir Suichiro, mirando su reloj-Alguien tendrá que ir a por ellos.

-Yo de ti no me preocuparía-lo calmó Sadaharu, apoyando una de sus manos en su hombro-Si ha ocurrido algo por lo que no puedan venir, o por algún motivo se van a retrasar, llamarán. Dales un mínimo de confianza.

-Confío en ellos-aún así no podía evitar sentirse inquieto. Un objeto volador no identificado llegó a sus manos-¿Una pelota anti-stress?-del otro lado del restaurante, Eiji le gritaba que no se preocupara tanto y que jugara un poco con la esfera-Eiji-se sentía emocionado porque su novio lo conocía demasiado bien-Manos a la obra-había recuperado el humor de manera instantánea.

-¡Así me gusta!-le gritó el pelirrojo haciendo malabares con más de esas pelotitas. Por si alguien se lo pregunta, habían salido de la mochila de Kunimitsu, quien miraba hacia el chico hiperactivo con unos ojos que decían claramente que como perdiera alguna se pasaría la vida dando vueltas alrededor de la ciudad.

 

 

-Bueno, pequeña-guardó el móvil en el bolsillo de su pantalón antes de intentar levantarse del sofá-Me reclaman-la risa picarona de su hermana hizo que levantara la cabeza.

-¿Estabas hablando con Jin-niichan?-la pregunta se le hizo extraña por varios motivos, pero asintió de todas maneras-¿Y deja que le llames cariño?-las mejillas de Takashi se colorearon de un rojo intenso. Su hermana empezó a reírse, dando un par de palmadas, emocionada.

-No exactamente-murmuró incorporándose con algo de rapidez, notando como la cabeza volvía a darle vueltas. Tan pronto la habitación parecía haber dejado de moverse continuó con la gran hazaña de levantarse. Se sentía como si acabara de dejar el paraíso y estuviera de pie en el infierno o, más bien, que el infierno estuviera dentro de él-¿Alguna idea de con qué cara me aparezco ahora en su casa?

-Tan sólo vete allí y dale tu mejor sonrisa-Takashi se imaginó que se refería a algo parecido a la que le estaba dando su hermana en ese momento-Dale un besito de mi parte-doblemente avergonzado, el moreno salió de la habitación con un movimiento de mano, sin molestarse en volver a mirar a su hermana para que no se volviera a reír de él y olvidando que tampoco ella lo había felicitado. A decir verdad tenía otras cosas en las que pensar, por ejemplo, que ese sonrojo se le fuera ya de la cara o que el dolor, ahora ya no tan intenso, parara de una vez. Ambas cosas parecían no querer terminar en un período de tiempo cercano.

El aire fresco, de nuevo, lo despertó. La nariz empezó a picarle debido al cambio de temperatura y la frotó con su mano para que se fuera acostumbrando. Al poco rato ya no había picor, pero su cuerpo empezaba a helarse. Menudo día para cumplir años, siempre pasaba lo mismo. Al principio era divertido, eso de pasar la tarde jugando en la nieve, pero cuando te vas haciendo mayor, esas cosas dejan de hacerte tanta gracia. Y ya iban dieciséis. Uno tras otro había ido llegando, unos más felices, otros algo más tristes. Sus quince habían sido muy productivos en todas las áreas. Había subido sus notas en clase, consiguió el puesto de titular en el equipo de tenis tras dos años de esfuerzos, dio su primer beso, o mejor dicho, le dieron su primer beso en condiciones. Días más tarde perdió la virginidad…Un año muy productivo y completo, sí señor.

Al dar el último giro antes de llegar a la casa de Jin, vio una persona que se le hacía conocida cruzar hacia la acera de enfrente a toda prisa, cargando unos paquetes con sumo cuidado. Se encogió de hombros y siguió caminando. Quizá sólo había sido un efecto óptico o una alucinación producto de la poca fiebre que tenía. Se inclinó más hacia la segunda opción. Empezó a buscar las llaves del edificio de Jin en sus bolsillos, encontrándolas tras su segundo intento. Yuuki se las había dado el mes anterior alegando que ya era como de la familia para ellos y que si algo pasaba pues no tendría que tirar la puerta abajo. Tres días más tarde las utilizaba para perder su virginidad entre las frías y suaves sábanas de la cama de su actual novio. La de vueltas que da la vida. Un día te dan ganas de llorar por la muestra de confianza y, al siguiente, lloras por terminar algo que había empezado en el portal.

Cuando abrió la puerta principal se quedó mirando fijamente al interior. Hacia aquellas viejas escaleras, donde todo había empezado. Bueno, donde había seguido que, empezar, había empezado en su habitación. Se distrajo unos segundos recordando aquel beso inesperado que se habían dado, completamente sin querer, al haber perdido el equilibrio Takashi y Jin tratara de que este no se pegara una buena leche contra el suelo. Después de agitar su cabeza para no pensar en eso, se dio cuenta de otra cosa. Edificio viejo equivalía a que no tenía ascensor. ¡Maldita sea su suerte! No estaba como para seguir moviéndose, pero tuvo que hacer el esfuerzo. Casi sudando llegó a la puerta del piso de Jin, aún por encima vivía en el segundo. Si es que ya eran ganas de joder al personal. Antes de que pudiera abrir la puerta, esta se abrió inesperadamente, haciendo que por poco se cayera del susto. Jin estaba recargado en ella, mirándolo como si estuviera alterado, respirando aceleradamente. Había vuelto a su habitual estilo de peinado y estaba vestido con ropa de calle. Seguramente había salido a la farmacia.

-¿P-Pasa algo?-preguntó Takashi con curiosidad, guardando las llaves de nuevo en el bolsillo y por el rabillo del ojo pudo ver que Jin negaba.

-Tienes mala cara-una sonrisa apareció en la cara del moreno.

-Vas a hablar tú-se quedaron mirando unos segundos-¿Me vas a tener aquí fuera esperando?-Jin se hizo a un lado, dejando pasar a Takashi, quien notó algo al instante-¿A qué huele?-era dulce, mucho. Eso hizo que su sonrisa se ensanchara. Le encantaba ese olor.

-Yo no huelo nada-dijo Jin con toda la tranquilidad del mundo, haciendo que Takashi se girara hacia él.

-Estás enfermo, es más que normal-con eso, recordó el estado en el que estaba Jin por la mañana-Por cierto, ¿estás mejor?-preguntó mientras se acercaba a él, agarrando sus mejillas con ambas manos.

-Sí-un suave beso fue depositado en sus labios.

-¿De verdad?-hizo un puchero que a Jin le pareció adorable, por lo que tuvo que desviar su mirada para evitar sonrojarse. Su cuerpo estaba volviéndose demasiado débil ante el moreno y no sabía si eso era bueno o malo, lo que lo hacía peor. Takashi, al ver que el de ojos ámbar asentía volvió a besarle, esta vez repetidamente, con más suavidad y ternura, volviendo a su novio loco por devorar aquellos labios a su manera-¿Me haces un favor?-Jin subió sus manos hasta la cadera de Takashi, acercándolo más a él.

-¿Qué tipo de favor?-ronroneó en su oído, causándole un escalofrío al moreno.

-Dime que me quieres-curioso por aquella pregunta, y también sorprendido, Jin no pudo hacer otra cosa que reír burlón.

-Ahora mismo, mi señor-en su voz había un deje de molestia e ironía. Sin embargo, los ojos de Takashi siguieron mirándolo fijamente. La sonrisa fue desapareciendo paulatinamente de su cara-Hablas en serio-afirmó dudoso, como esperando una respuesta negativa. Respuesta que no llegó-Está bien, sígueme-se separó de él un poco, lo máximo que pudo teniendo en cuenta el ancho total del pasillo en el que seguían parados, y agarró una de sus manos, llevándolo hacia el salón. Una vez allí, Jin se sentó en el sofá y esperó a que Takashi se sentara en sus piernas, quedando cara a cara-¿A quién tengo que patear?

-¿A quién?-preguntó algo avergonzado por la posición y todavía un poco adolorido.

-Dime nombres-las manos de Jin acariciaron la cara exterior de sus muslos distraídamente-Me encargué de que salieras por esa puerta bien contento, a cojones te han hecho algo porque no te veo sonreír-ante el silencio de su novio, resopló-Dime sus nombres, Takashi. ¿Quieres que sufran? Porque hace poco leí una manera que no conocía de arrancarle los ojos a alguien y-riendo levemente, Takashi besó a Jin, interrumpiendo su discurso, colocando sus manos en los hombros de este-Ahora en serio, ¿qué ha pasado?

-Estoy triste. Sólo tú me has felicitado-murmuró, acariciando con su nariz las apenas coloreadas mejillas que tenía frente a él.

-Sí que es para estar triste, sí-añadió tras una pausa-¿Ni siquiera la enana?

-Tampoco-Jin parpadeó, perplejo. De unos podía esperárselo, de ella, directamente, no-Pareces tú más sorprendido que yo.

-Imaginaciones tuyas-mordió levemente el labio inferior de Takashi-¿Te he dicho alguna vez que tus labios me vuelven loco?

-Pues s-sí-sonrió avergonzado-El mes pasado-una de las manos de Jin se dirigió al cuello de su uniforme, abriendo la chaqueta con lentitud al mismo tiempo que besaba su cuello-No sigas por ahí.

-Intento animarte-murmuró acariciando aquella piel completamente tatuada con mordiscos y chupetones. Se quedó pensando que quizá se había pasado un poco el día anterior pero acto seguido decidió que aquello no era nada grave.

-El que se anima eres tú y después acabamos en la cama-no había mayor verdad en el mundo que aquella, era una cosa que ambos sabían perfectamente.

-Hoy no, palabra-fue bajando su mano hasta que todos los botones estuvieron desabrochados-No voy a ir más allá.

-Ya-había incredulidad en su voz.

-En serio-besó sus labios-Cenamos fuera-coló ambas manos por dentro de la chaqueta del uniforme, juntándolas en la espalda del moreno, acariciándolo por encima de la camisa.

-¿Fuera?-eso era algo que no podía esperarse por parte de alguien como él.

-Tenemos mesa en uno de los restaurantes más conocidos de la zona-a Takashi le vinieron las ganas de llorar de la alegría. Eso sí era una sorpresa.

-Jin…

-Y ahora-dijo cortante, deteniendo un discurso seguramente lleno de sentimientos romanticones-Déjame darte mimos-Takashi sonrió, besándolo con toda la ternura que pudo.

-Eres un cielo-Jin se sonrojó de pura vergüenza ante ese apelativo, escondiendo su cara en el pecho del moreno.

-No me llames así otra vez o te mataré-al escuchar aquella risa que le encantaba, fluir con tanta naturalidad, apretó más el abrazo, apoyando su cabeza en el hombro de Takashi y recostando su pecho contra el de él-Hablo en serio.

-Lo sé, pero no puedo evitarlo-deslizó sus manos por la espalda de Jin aprovechando que se había separado del sofá-Te quiero tanto-susurró mientras devolvía el abrazo.

 

 

No muy lejos de allí, en cierto restaurante que se encontraba cerrado al público en esos momentos, se escucharon suspiros de alivio y aplausos. Habían llegado Kaoru y Takeshi, por lo cual, los regalos también. Suichiro estaba más emocionado ahora, que sólo faltaban detalles de menor importancia. Todos pudieron notar que había algo distinto entorno a esos dos desde el momento en el que entraron. Sadaharu se colocó las gafas, ocultando una sonrisa tras su mano. Sus datos nunca fallaban, de alguna manera o de otra siempre salían a pedir de boca.

Minutos más tarde, llegaba Syusuke con dos cajas en cada mano, haciendo un alarde de equilibrio para no tropezar con la nieve que se había acumulado en la entrada. Nada más entrar, pudieron saber de qué se trataba debido al olor que todavía emanaba de ellas, ese dulce y empalagoso olor. Sin embargo, la emoción que había llenado por completo al vice-capitán, se había evaporado como una gota de lluvia al sol.

-F-Fuji, ¿no se te ha olvidado algo?-tras haber dejado las cajas en la barra del restaurante, lejos de las manazas de Eiji o Takeshi, Syusuke se quedó quieto. ¿Olvidársele algo a él? Imposible. De pronto sintió un escalofrío al notar una mano curiosamente caliente entorno a uno de sus brazos.

-¿No tienes frío?-le preguntó Kunimitsu, soltándolo con suavidad. Fue entonces cuando todos cayeron en la cuenta, Syusuke el primero, de qué era lo que faltaba.

-Mierda-dijo de manera involuntaria, recordando dónde había dejado su chaqueta del uniforme.

-Dime que no la dejaste en casa de-el de ojos azules asintió antes de que Suichiro terminase de hablar.

-En una de las sillas de la cocina-afirmó de nuevo, colocando sus manos en sus caderas, mirando hacia el techo mientras suspiraba-Bueno, no pasa nada.

-¿Qué no pasa nada?-el rey de los dramas volvía al ataque, sacando su mayor cara de preocupación-¿Qué pasa si la encuentra? Todo podría venirse abajo y creo que ninguno quiere que todo este esfuerzo se vaya a pique-Sadaharu negó un par de veces antes de acercarse a él por la espalda y darle un golpecito con su libreta en la cabeza.

-Que alguien le prepare una tila a Oishi-dijo alzando la voz-Lo único que tenemos que hacer es llamarle para tenerlo todo controlado.

-Según me tiene contado Taka-san-intervino Takeshi esa vez-Siempre deja el móvil en cualquier sitio. El propio Taka-san podía cogerlo y reconocer nuestras voces-se quedaron pensando entonces en qué podían hacer para resolver el problema sin ser descubiertos.

La puerta del restaurante volvió a abrirse. En mejor momento no podía haber llegado la ayuda.

 

 

 

-¡Me diste tu palabra!-exclamó Takashi, quitándose de encima de Jin al notar el estado en el que este se encontraba. Se sentó entonces a su lado, mirándolo de reojo-No me lo puedo creer.

-¿Ahora es mi culpa que se me levante?-gruñó él-Va a su bola, yo no lo controlo. Sabes perfectamente cómo funciona, Takashi-devolvió la mirada, frunciendo el entrecejo-Es desmoralizante que yo esté duro como una piedra y tú no-el moreno bajó la cabeza, levemente sonrojado.

-Deberías saber controlarte.

-¿Insinúas que sólo pienso en follar?-preguntó haciéndose el dolido-Eso me ofende-antes de que el otro pudiese decir algo, el móvil de Jin sonó desde encima de la televisión. Se levantó para cogerlo, pateando uno de los mandos de su consola que estaba en el camino-Aquí Akutsu-al estar de espaldas a Takashi, este no pudo ver la sorpresa en su cara al escuchar la voz de su madre-¿Qué quie-? ¿En la co-? Ya veré que hago, pesad- ¿Tú no estabas en casa de-? ¡Deja de interrump-!-se separó el móvil de la oreja y se quedó mirando la pantalla-Será hija de-

-¿Era Yuuki-chan?-preguntó Takashi todavía sentado en el sofá, interrumpiéndolo él también.

-Sí-miró de reojo hacia él antes de resoplar-Iré al baño a ocuparme de esto-señaló su entrepierna.

Cerró la puerta tras él, dirigiéndose con rapidez hacia la cocina para esconder aquella chaqueta en uno de los armarios que más cerca le pilló. Después sí fue hacia el baño para aliviarse mientras Takashi encendía la televisión para distraerse, que también tenía lo suyo entre piernas salvo que Jin no se había dado cuenta.

 

 

-¡Listo!-exclamaron los de primer año, bajando por las escaleras. Ya habían acabado de decorar la zona que les habían encargado.

-Por aquí también-dijeron los de segundo, colocando los últimos platos en las mesas.

-El equipo de música está instalado ya-le comentó Arai a Suichiro, caminando hacia él con el mando del aparato en la mano-Tan sólo hay que encenderlo y ya está, pero le hacen falta pilas-levantó el objeto al que se refería, colocándose con su otra mano la cinta de su cabeza otra vez en la frente, que se le había resbalado hasta llegarle a los ojos, tal y como le pasaba a Dan.

-Tenemos arriba-la voz de la madre de Takashi los sorprendió desde detrás de la barra-Iré a buscarlas-los muchachos la vieron perderse escaleras arriba, teniendo cuidado de no dañar la decoración. Sadaharu se aclaró la voz, dispuesto a decir en voz alta lo que todos estaban pensando.

-A pesar de que hay un noventa y cinco por ciento de probabilidades de que nos lo pasemos bien, algo me dice que Kawamura no lo va a disfrutar mucho-Suichiro bajó la cabeza y los demás asintieron con pesadumbre. Debido a lo que había pasado el día anterior entre Jin y la madre de Takashi, el propio Jin decidió no ir a la fiesta. Obviamente no iba a pasarlo bien cuando su novio, y ante todo amigo, no estaba con él en ese día tan especial. Sin embargo, no había nada que pudiesen hacer. Era su familia después de todo.

-No os preocupéis chicos-el dueño del restaurante salió de detrás de la barra en dirección a la puerta-Nos iremos tan pronto tengáis todo esto organizado. Tres adultos no pintan nada en una fiesta de adolescentes.

-Que yo todavía cuelo por una de veinte, Kawamura-san-comentó Yuuki, con ambas manos en la cintura, intimidante-Pero tienes razón, no pintamos nada.

-Además, aprovechamos y vamos a casa de unos familiares con la pequeña-añadió la madre, bajando de nuevo por las escaleras-A ver si así Takashi se calma lo suficiente como para pedirnos perdón por no haber venido a casa anoche-Sadaharu la miró de reojo pensando que era ella la que debería disculparse por su rudeza. Sin embargo, mejor callarse y esperar a que se fuera, eso sería lo mejor para todos conociéndola como la conocían-Aquí tienes las pilas-se las dio a Arai, quien las recibió con una leve inclinación de cabeza, murmurando un callado gracias.

-Pues ya está todo listo-dijo Suichiro alzando la voz-Tan sólo tiene que llegar Taka-san.

-Por lo tanto, hora de irnos-Kawamura sonrió, cogiendo a su mujer con cuidado del brazo, guiándola hacia la puerta y dándole las llaves de la furgoneta para que fuera encendiendo el vehículo-Pasároslo bien, chicos-una vez ambas mujeres desaparecieron por la puerta se giró hacia ellos-A los de tercer año que ni se les pase por la cabeza coger las botellas de sake que hay en el almacén-les guiñó un ojo mientras lo decía-Disfrutar de la velada-tras eso cerró la puerta con esa sonrisa risueña que parecía identificar a los varones de esa familia.

-Ya habéis oído, chicos. Aquí nada más que podemos beber los de tercero, nyahohoi-se burló el pelirrojo, disfrutando de la cara de decepción que había puesto Takeshi.

-Kikumaru, ni se te ocurra-amenazó Kunimitsu, haciendo ver que seguía siendo el capitán del equipo y que debía ser responsable.

-Vamos, vamos-trató de calmar el ambiente Syusuke-Por un par de botellitas no pasa nada-después se dirigió hacia Eiji-Me gustaría ver a Tezuka borracho, quizá así es capaz de sonreír-su amigo se rió entre dientes antes de abalanzarse hacia Suichiro, quien descansaba su estrés sentado en una de las sillas de la barra. Ahora tan sólo tenían que esperar media hora. Sólo media hora.

 

 

-Jin, ¿es necesario que vaya con los ojos vendados?-preguntó con algo de miedo, ya no sólo por si se daba una leche contra algo sino porque cualquier conocido podría verlos caminando de la mano e irle con el cuento a su madre. Ya tenía suficiente con que pensara que eran amigos, imaginar su reacción al descubrir su relación era algo imposible para él y no precisamente por falta de imaginación.

-Completamente necesario-respondió este, guiándolo con cuidado de no hacerle tropezar con nada ni nadie. De vez en cuando vigilaba que no se hubiera quitado o levantado la venda para que la sorpresa no se viera afectada. A lo lejos pudo ver un muchacho al que reconoció como Syusuke Fuji, esperando fuera con un cartelito en la mano. Cuanto más se acercaba mejor podía leer lo que tenía puesto.

“Fiesta sin padres”

¡Oh, sí! Eso sí iba a ser una fiesta con todas las letras. Es más, sabía perfectamente dónde iba a terminar con Takashi al final de la noche si se dejaba este o no. Y ese pensamiento no era el primero que lo tenía ni sería el último en hacerlo realidad. Quién sabe qué cosas acabarían pasando y cuál sería el desenlace final de aquellos días tan extraños.

De aquellos días febriles.

Notas finales:

Y he aquí la pregunta:

¿En qué pareja queréis que me centre en el próximo capítulo?

Golden

Strongest

El misterio que envuelve a Momo, Kaidoh e Inui

Akutaka

 

Espero de todo corazón que la espera valiera la pena :D


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