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Victimas por Angel de Cristal

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Notas del capitulo: Hola!! aca yo de vuelta, les dejo un nuevo fic. espero que les guste.
 

I

 

La habitación estaba oscura, como cualquier habitación del lugar.

Un joven de no más de 16 años se encontraba parado frente a una cama, su cuerpo desnudo se veía frágil ante la inmensidad de la penumbra. Las personas a su alrededor lo miraban lascivamente, y solo esperaban el momento en el que les fuera permitido tocarlo.

El chico temblaba, ¿De frío? ¿De nervios? ¿De miedo? No lo sabía, o tal vez temblaba por todas esas razones juntas. La vista clavada en el suelo, sus manos enlazadas cubriendo su sexo, sus piernas más juntas de lo saludable. Le dolían las rodillas de tanta fuerza que ejercía entre ellas para juntarlas.

La puerta de la habitación volvió a abrirse, dando paso a dos espectadores más, se sobresaltó cuando una mano helada se posó en su espalda, acariciando obscenamente mientras descendía, apretando apenas uno de sus glúteos, acariciando su entrada con el dedo índice, rasguñando la sensible piel y continuando su camino hasta sus testículos, los cuales apretó y tiró, intentado producir dolor al temeroso chico, que se permitió un gemido lastimoso.

A aquella maliciosa caricia le siguieron risas y comentarios burlescos y ofensivos.

Con un fuerte estruendo Lord Voldemort se hizo presente en el frío lugar. Las velas de los candelabros en las paredes se encendieron, iluminando la pálida figura en medio de la estancia. El cabello rubio cubría gran parte de su espalda, y varios mechones caían hacia delante, impidiendo ver su rostro.

 

- Veo que al fin cumplís con tu palabra Lucius...- siseó el Lord

- Por supuesto mi Señor- dijo un hombre rubio saliendo de las sombras.

 

Sus ojos azules mostraban frialdad. Durante toda su vida había visto demasiadas cosas como para echarse hacia atrás ahora, casi a los 50 años.

Voldemort rodeó la cama, acercándose al joven tembloroso. Con una mano le levantó el rostro, mientras que con la otra le quitaba los mechones rubios. Lo miró a los ojos, y pudo ver claramente reflejado el terror que esa situación le provocaba.

 

- Draco Malfoy...- sonrió Voldemort mientras le acariciaba la mejilla- es un placer que estés con nosotros...- finalizó malicioso

 

El Lord deslizó una mano hasta tomar la mano izquierda de Draco, levantándola para dejar el antebrazo del chico expuesto. Apoyó su varita en la fina piel cerca del codo, y  la deslizó lentamente hasta la muñeca.

 

- Mordsmorder- dijo con voz helada

 

Draco sintió cómo su piel ardía, y no pudo reprimir un quejido de dolor. Se sentía como si una brasa le quemara. Varios de los mortífagos a su alrededor se burlaron de su muestra de debilidad, y Voldemort esbozó una sonrisa jocosa.

Intentó no dejar escapar las lágrimas que se agolpaban en sus ojos mientras el Lord lo "iniciaba" como acababa de decir, pero algunas traicioneras se deslizaron por sus mejillas.

 

 

II

 

Se sentía sucio, usado, avergonzado. Un creciente odio se extendía por su interior; odio hacia todo y hacia todos. Odio a Voldemort, odio a su padre, odio a todos los Mortífagos, odio a su padrino, pero por sobre todo, odio hacia Harry Potter.

Si, ahora odiaba con más intensidad a ese chico que había rechazado su amistad hacía cuatro años; ese chico que tenía amigos verdaderos; ese chico que recurría a sus sueños, atormentándolo, seduciéndolo y luego dejándolo con la realidad, esa realidad en la que se odiaban a muerte; ese chico que insultándolo, despreciándolo y rechazándolo había logrado enamorarlo perdidamente, hasta tal punto que necesitaba escuchar un insulto de aquellos labios para estar tranquilo.

Se había vuelto un completo masoquista. Deseaba con tudas sus ganas que Harry lo insultara para que su día estuviera completo. Necesitaba que el chico lo golpeara con algún hechizo para saber que sus sentimientos no eran más que un estúpido sueño. Anhelaba que aquellas esferas esmeraldas le dirigieran una mirada de odio para sentirse feliz.

Pero entonces...¿por qué lo odiaba? por las mismas razones por las que lo amaba. Si todo lo que iba a obtener de él era odio, entonces estaba decidido a odiarlo también a muerte.

Se encogió más en cama, buscando algo de calor de su propio cuerpo desnudo. Aún sentía la piel de su brazo arder, y aquella magia impregnándose en su cuerpo.

Si, estaba decidido, odiaba a todo el mundo.

 

 

III

 

No reconocía a la persona que le devolvía la mirada en el espejo. Físicamente era él, pero el brillo en sus ojos había desaparecido. En aquellas esferas de mercurio sólo se podía ver frío y odio.

Su rostro ya no demostraba alegría alguna. Seguía siendo atractivo, eso no podía negarlo, pero ya no era feliz.

Echó un vistazo rápido a su cuerpo, aún quedaban algunas marcas de la noche en que fue iniciado, sus músculos estaban allí, pero no se hacían notar en demasía. No tenía un cuerpo atlético, pero si una fuerza envidiable.

Salió del baño y sobre la cama, ya estaba su ropa. Se quitó la toalla de la cintura y se dispuso a cambiarse. Aquel traje importado combinaba a la perfección con su camisa de seda blanca. Se colocó el pantalón, los zapatos y la camisa, pero se detuvo unos segundos contemplando aquella marca en su antebrazo izquierdo. Aún molestaba, pero no dolía.

Terminó de vestirse y bajó a la sala.

 

 

IV

 

Bostezó una vez más mientras intentaba aplastarse el cabello frente al espejo del baño. Luego de varios intentos desistió y bajó a desayunar.

La madriguera era un completo caos, como todos los años ese día: la señora Weasley corriendo de un lado para otro haciendo los últimos preparativos, Ginny sin decidirse aún qué iba a ponerse, los gemelos molestando a Hermione con alguno de sus inventos o escondiéndole los libros, y Ron intentando escaparse para que su madre no lo obligase a llevar su insignia de prefecto desde su casa.

Bien, un nuevo año comenzaba. Volvía a Hogwarts. El sexto año en el colegio. Sonrió. Poco tiempo le quedaba allí, y después debía enfrentar una realidad en la cual se tenía que valer por el mismo.

Dejó escapar un suspiro derrotado. ¿Cómo iría a ser su vida después de Hogwarts? Más tranquila, seguramente. Pero...si aún no estaba decidido qué carrera seguir...seguramente sería Aurología, pero eso no era seguro; no descartaba la medimagia, pero tampoco le entusiasmaba la idea de ver enfermos a diario; ¿y si sólo se dedicaba al Quidditch? Si, tal vez eso haría...

Se dejó caer en una silla y alcanzó una taza con café y un plato con tostadas cuando el señor Weasley apareció de golpe en la sala, sobresaltando a varios.

 

- Hubo un nuevo ataque- informó al grupo

 

Harry dejó caer la tostada que había tomado, Ginny y Hermione dejaron escapar un grito ahogado, los gemelos dejaron de molestar a la castaña y miraron a su padre, Ron empalideció demasiado y la señora Weasley se dejó caer en un sillón derrotada.

 

- A quien atacaron?- preguntó Harry poniéndose de pie.

- A nadie conocido- tranquilizó- una familia de muggles. Se cree que el asesino no era experimentado, porque a los niños sólo los dejó en coma

- Y quien puede ser?- preguntó Fred- ya tienen a alguien?

- No, aún no. De todas formas no debió estar solo, porque el resto del trabajo es limpio- comentó Artur

- Bueno, vamos, deben terminar de prepararse, el tren sale a las diez- dio por finalizada la charla Molly

- Pero mamá...- intentó protestar Ginny, aunque sabía que su madre no iba a aceptar su queja

- Vamos, vamos...va a hacerse tarde- finalizó empujando a quienes estaban más cerca para que entraran en la chimenea

 

Hermione mostró una cara de resignación, tomó los polvos flu, entró en la chimenea y pronunció "caldero chorreante" lo más claro que pudo. El resto la siguió hasta que el comedor quedó vacío.

 

 

V

 

Harry, Hermione, Ron y Ginny se encontraban ya acomodados en uno de los compartimientos del tren. El morocho observaba por la ventana, demasiado sumido en sus pensamientos como para prestar atención a algo más. Desde el año anterior estaba esperando el ataque de Voldemort en cualquier instante y lugar; sabía que al mago oscuro ya no le importaba si estaba atestado de gente o no, cuando se decidiera a aparecer, lo haría donde Harry se encontraba, y si eso significaba la estación del tren, allí sería. Estaba ya recuperado de la muerte de Sirius, si bien aún extrañaba a su padrino, no se sentía culpable por ella, y había superado bastante bien los hechos.

Un destello plateado lo sacó de sus pensamientos. Fijó la vista en el objeto de su distracción, viendo, aterrorizado la rubia cabeza de Draco Malfoy.

Suspiró hondamente, llamando la atención de sus amigos.

 

- ¿Harry...?- preguntó Hermione un tanto preocupada- ¿estás bien?

 

El chico se dio el lujo de contemplar a Draco unos instantes más antes de girar el rostro hacia su amiga.

 

- Si...- sonrió débilmente- estoy bien.

- Bien, nosotros vamos a hacer la primera ronda, faltan muchos por subir y el tren sale en pocos minutos- explicó Hermione, pero su amigo no le prestó el mínimo de atención

 

Cuando giró la vista para observar al rubio nuevamente, ya no lo encontró allí. Rebuscó entre la multitud de cabezas que aún faltaban subir al tren, pero nada, ni señales de una cabellera rubia entre la muchedumbre.

 

- ¿Buscas a alguien?- preguntó de pronto una voz dulce a su lado

- Yo...¿dónde están Hermione y Ron?- inquirió a Ginny cuando miró que sólo estaban ellos, y que la pelirroja estaba más cerca de lo saludable

- Fueron a hacer la primera ronda, y después supongo que tienen la reunión...- comentó con una sonrisa

- Ah- fue todo lo que Harry pudo decir

- Vamos a estar solos un buen rato- continuó la chica acercándose aún más

- Supongo- dijo el morocho tragando saliva, por alguna extraña razón aquella cercanía lo ponía nervioso.

 

Se alejó unos centímetros, y Ginny, captando el repentino nerviosismo de Harry simplemente se cambió al asiento del frente y tomó una revista, sumergiéndose en las páginas de ésta.

Harry estuvo agradecido de que ella se alejara, y comenzó a sentir cómo el tren emprendía el viaje.

 

 

VI

 

Buena parte del trayecto los chicos estuvieron solos, sin dirigirse la palabra ni mirarse, hasta que la pelirroja se cansó.

 

- ¿Qué es lo que te pasa?- preguntó de golpe la chica sacando a Harry de su estado de ensoñación

- ¿perdón...?- apuntó sin entender muy bien a lo que se refería

- Harry, el año pasado me insinuaste muchas veces que yo te gustaba, pero desde que tuviste los sueños sobre Voldemort nuevamente...- decía Ginny casi sin respirar- y durante todo el verano no te me has acercado siquiera...

- Yo...- claro que sabía todo aquello sin necesidad de que ella se lo dijera, pero ¿cómo explicarle que de pronto se había sentido atraído hacia aquel chico que lo aborrecía? El chico que no perdía un segundo para insultarlo, el chico que cada vez que se veían lo hechizaba, el chico que le dirigía constantemente miradas de desprecio y asco. Aquel que saliendo del colegio se convertiría en su enemigo declarado. Con el cual dejaría de tener una estúpida rivalidad de niños, sino que serían enemigos frente a todo el mundo. Ya no iba a ser simplemente una pelea por ridiculizar al otro frente a los demás, claro que no. Una vez fuera del colegio uno de los dos debía matar al otro. Los dos debían convertirse en victimarios antes que en víctimas.

 

La puerta del compartimiento se abrió haciendo a Harry volver abruptamente a la realidad y salvándolo de dar una respuesta que no podía dar.

Ron se dejó caer pesadamente junto a Ginny, mientras que Hermione tomó lugar al lado de Harry.

 

- Lo odio...- se quejó el pelirrojo- te juro que si pudiera tomaría su delicado cuello entre mis manos y lo apretaría hasta que...

- Ron, vamos. No le des más interés al hecho del que tiene- consoló Hermione

- Dejame adivinar...Malfoy...- dijo Harry divertido

- No tiene nada de divertido!- gritó Ron cruzándose de brazos

- ¿Y qué te hizo ahora?- preguntó Ginny intentando mantenerse seria, pero fallando olímpicamente

- El muy maldito me dijo que...- pero cerró de golpe la boca y se puso más rojo que su cabello

- ¿Qué te dijo Ron?- preguntó Harry aún con una sonrisa en el rostro

- Nada importante...- su piel se puso aún más roja, si eso era posible

- Le preguntó que cuándo iba a dejar de ser tan idiota e iba a pedirme que sea la novia...- finalizó Hermione indiferente para luego sumergirse en las páginas del libro que había tomado al llegar: "Historia de las Artes Oscuras".

- Ah- fue todo lo que dijeron Ginny y Harry al unísono.

 

Los dos sabían perfectamente que el chico le había hecho aquella pregunta a Hermione durante las vacaciones, pero la chica le respondió que no estaba dispuesta a perder su amistad cuando la relación terminara, por lo tanto, no aceptó la propuesta de su amigo. Sin embargo, la actitud de ella hacia Ron había cambiado, sólo que el pelirrojo no lo notaba. Bueno, por algo había tardado seis años en darse cuenta de que lo que sentía por la chica era más que amistad.

El resto del camino pasó sin mayores acontecimientos que tres drásticas derrotas en ajedrez para Harry, y la misma cantidad de gloriosas y simples victorias para Ron. ¿Cómo podía ser el chico tan desastroso en aquel juego? Nadie tenía idea, pero lo de Harry no era la lógica. Todos sabían que el chico jamás calculaba los pros y los contras de las acciones, por lo tanto, tampoco lo hacía en el juego.

Era un impulsivo sin remedio.

 

 

VII

 

La cena de inicio de clases daba comienzo. Harry no había vuelto a ver a Draco desde antes que el tren saliera, y aquello le sorprendió, puesto que el rubio todos los años se acercaba a su compartimiento a molestarlo.

No podía dejar de mirar hacia la mesa de las serpientes, donde su enemigo hablaba seriamente con su grupo de amigos. ¿Podían llamarse amigos? Bueno, eso era algo que Harry no sabía, pero sus instintos le decían que aquella no era la definición para aquel grupo.

Le dio dos vueltas más a la comida mientras continuaba en sus cavilaciones, sobre los Slytherin. No tenía demasiado hambre la verdad, pero estaba seguro de que si se iba a su habitación apenas había empezado la cena, sus amigos, y, sobre todo, su amiga iban a preocuparse, y tampoco tenía ganas de que eso pasara.

Pero su mente volvió a perderse en el rubio en pocos segundos, cuando lo vio esbozar una... "sonrisa". ¿Podía llamarse a aquello sonrisa? El morocho mejor lo llamaría "curvar los labios", aunque era un poco diferente a las de superioridad y desprecio que le dirigía diariamente a él. Vio a Pansy Parkinson acercarse al oído de Draco, decirle algo y luego el chico volvió a realizar aquella... "sonrisa". La mano de la morocha se posó sobre el hombro de su compañero y lo acarició, deslizándola por el brazo y tomando aquella mano pálida entre la suya, de manera casi obscena. Harry comenzó a sentir cómo su estómago ardía, y tomó la copa que tenía delante para darle un largo trago, pero la bebida quedó en su garganta cuando vio cómo aquella serpiente besaba al rubio. Un beso corto, pero ahí, frente a todos...

 

- Harry, no vas a comer?- la voz preocupada de Hermione la sacó de su furia por aquella escena

- Mmm...? Ah, si, ya, ya como Hermy...- respondió algo brusco, tomando con bronca una fuente de algo que no se detuvo a observar qué era y sirviéndose, provocando que un poco de aquello cayera fuera del plato

- Pasa algo con...

- No, no pasa nada, y ese es el problema, no puedo saber que es lo que intenta, porque no tengo pruebas de nada- en ese justo momento deseaba ser prefecto para quitarle puntos por hacer aquella escena. O simplemente quería hacerlo pagar por algo...

- Harry...Malfoy...el tal vez no valla a ser Mortífago- dijo su amiga intentando sonar comprensiva, aunque sin saber que el enojo de su amigo no era por aquella razón

- Si, tal vez tengas razón...- intentó seguir la corriente de la chica, feliz de que no hiciera preguntas- pero su padre...es uno, y ahora que Voldemort volvió y esta luchando por su poder, seguramente intenta juntar la mayor cantidad de seguidores posibles, y los hijos de sus Mortífagos mas fieles deben de ser su blanco principal para reclutar...

- Bueno, en eso tenés razón...-dijo su amiga mordiéndose en labio inferior

- Yo coincido con Harry, Lucius Malfoy es un Mortífago, y Harry lo vio cuando el innombrable recupero sus fuerzas hace 2 años, por lo tanto no piensa dejar a ese loco desquiciado, esta claro que su hijo también va a ser Mortífago, a las de si o a las de ya- su amigo había estado escuchando mientras comía, pero ahora, que su estómago estaba un poco más calmado, decidió intervenir

- Ron...estas bien? Digo, no te duele la cabeza de tanto pensar?- pregunto Harry tratando de sonar preocupado por su amigo, pero todo lo que recibió fue un golpe en la nuca que hizo que se despeinara - Bueno, estoy cansado, creo que me voy a dormir, o por lo menos a intentarlo- se despidió de sus amigos sin darles tiempo de contradecirlo, necesitaba pensar tranquilo.

 

Se levantó de la mesa, recibiendo algunas miradas curiosas, pero sin percatarse de que una de ellas era tan fría como el metal, y del color de la plata.

 

 

VIII

 

Dirigía discretas miradas hacia la mesa de los leones, sin prestar mucha atención a lo que sus compañeros le decían. No era que le interesara demasiado, pero al menos podría estar poniéndoles algo de atención. O no, daba igual.

Sus ojos viajaron una vez más hasta posarse sobre aquella mata de pelo negro y aquellos ojos perdidos en algún punto inexistente del universo. Sonrió con suficiencia. Podía observarlo el tiempo que quisiera que el chico no iba a darse cuenta. Porque así era Harry, distraído hasta límites imposibles, y Draco lo sabía. ¿Por qué lo sabía? Simple, porque era observador, detallista y curioso. Así es, más allá de ser un Malfoy, Draco era curioso, pero sólo con aquello que atraía su atención. No es que fuera curioso con todo, simplemente Harry llamaba su atención, aunque fuere de forma diferente a la que llamaba la atención en todos. Draco no era un fan más del héroe, claro que no. Draco era un obsesionado, un enamorado de Harry.

Sintió una mano sobre su rodilla cuando percibió la mirada de aquel Gryffindor al cual él mismo había estado observando y sonrió mientras dirigía su mirada hacia su compañera y actual pareja. La chica lo miraba atentamente, mientras bebía lo que había en su copa y luego, con manos delicadas, la posaba sobre la mesa otra vez. Draco sabía qué era lo que Pansy quería, ya se lo había insinuado varias veces, pero él aún no se sentía seguro. Y ahora aquella mano subiendo desde su rodilla más arriba, contorneando su cintura, y el aliento cálido que acompañó la caricia por su espalda "hay tormenta hoy, Draco, y yo le tengo miedo a la tormenta" había dicho la chica continuando con la caricia, llegando hasta su hombro. No pudo más que sonreírle otra vez mientras aquella fría mano bajaba por su brazo y se entrelazaba en sus dedos. Estaba seguro de que la vista de Harry no había salido de él durante ese momento, y eso lo hacía sentir poderoso. Estando seguro de que aún contaba con la atención del Gryffindor le dio a la chica un leve asentimiento, al cual ella respondió con sutil beso.

Estuvo conciente del cambio de actitud del morocho, dos mesas más allá, y cómo entablaba una conversación con Granger. Sintió de pronto algunos celos hacia la castaña porque pasaba todo el día al lado de Harry, lo acompañaba, lo consolaba, lo hacía feliz... apretó con furia el mango del tenedor en su mano, lastimándose con los bordes de plata pulida. Cuando aflojó el agarre y miró su mano, unos finos hilos de sangre comenzaron a brotar de la piel.

Tan sumido en su furia había estado que sólo llegó a ver a Harry cruzar las puertas del comedor y subir la escalera de mármol.

 

- Estoy cansado, voy a dormir- informó a Pansy

- Pero...Draco...- intentó replicar pero el rubio ya estaba camino a la entrada del salón -mierda Malfoy- murmuró enojada para luego seguir con su cena, no iba a salir detrás del rubio como novia celosa, claro que no.

 

 

IX

 

Caminaba tranquilo por los pasillos, no tenía miedo, sabia que estaba corriendo muchos peligros al ir solo, pero no le importaba.

Llevaba el mapa del merodeador frente a él, y veía claramente que el rubio lo seguía, pero eso lo divertía más que asustarlo. "travesura realizada" murmuró, y cerró el pergamino, guardándolo en su bolsillo.

 El chico le gustaba, pero nunca lo admitiría, era mucho más fácil odiar que amar, y más cuando se esta más acostumbrado a odiar que a amar.

Iba tan entretenido pensando en esto cuando sintió que una mano lo tiraba de la muñeca y lo golpeaba contra la pared. La fría piedra contra su cuerpo le produjo un dolor agudo, y las irregularidades del muro se clavaron en su piel a través de la ropa, haciéndole arder.

No supo cuándo cerró los ojos, pero los mantenía cerrados no tanto por el dolor que le produjo aquel golpe, sino porque no quería verlo, deseaba que no fuera el chico que el catalogaba de ángel en sus sueños, porque, si era él, una vez más la realidad lo golpearía, burlándose en su cara, como, estaba seguro, lo haría Draco. Pero tampoco podía quedarse ciego y viviendo en aquel sueño por siempre.

Cuando por fin se decidió a abrir los ojos y gritarle a la realidad todos aquellos insultos y reproches que pasaban en estos momentos por su mente, lo vio con su sonrisa de superioridad y arrogancia que constantemente le dirigía, y sus defensas flaquearon, sus ilusiones se rompieron, casi podía escuchar los retazos de éstas caer al suelo y golpearlo con resentimiento.

Podría haberlo herido en ese mismo momento, pero no quería hacerlo, jamás lo lastimaría. Lastimar aquella piel tan pura seria un pecado que jamás se perdonaría.

En cambio decidió que le debía aclarar algunas dudas.

 

- ¿Por qué sos así conmigo? -preguntó triste

 

En cuanto aquellas palabras abandonaron sus labios, el frío de la verdad lo golpeó con tanta fuerza que debió apoyarse con más presión en la pared a su espalda para no resbalar hasta el suelo. Aquella frase lo había arrancado completamente del mundo de los sueños y lo había dejado caer en este mundo real con tal potencia que le provocó un incómodo mareo.

Draco le lanzó una mirada irónica y sus finas cejas se elevaron con burla. Odiaba esa melodía infantil que era su voz, tan dulce a veces, y tan hiriente cuando iba dirigida a el.

 

- ¿De verdad querés saber?- le dijo en tono de burla

- Si- respondió firme, si ya lo había comenzado, ¿para qué parar?

- Porque desde que tengo memoria me enseñaron a odiarte, y nadie va a decirme nada si lo hago, en cambio si de hoy para mañana digo que te amo, eso si seria firmar mi sentencia de muerte- dichas estas palabras unió sus labios con los de Harry. Probando el sabor, sintiendo la textura. Su lengua pidió permiso a su compañero, y se encontró con aquella otra, acariciándose, conociéndose.

 

Y sin más se separo, le dio la espalda y comenzó a caminar a paso lento.

 

- Aceptálo Potter, es más fácil odiar que amar- dijo ya unos pasos alejado

 

Continuó su camino, desapareciendo en una esquina del pasillo, sin ver las lágrimas que surcaban las mejillas del morocho. Lágrimas que habían esperado para salir desde que el rubio lo azotó contra la pared, y que recién ahora, en silencio, tenían permiso para salir.

 

 

X

 

Cuánto tiempo estuvo parado en aquel pasillo, no tenía idea, pero su cuerpo entumecido y tembloroso ya no podía sostenerse con la pared. Había perdido todas sus fuerzas en este último tiempo. Desde que Draco lo había dejado allí, solo, en medio de aquel frío pasillo podrían haber pasado segundos, minutos, horas quizás, pero lo cierto era que Harry se encontraba demasiado absorto en sus pensamientos para prestarle un mínimo de atención al tiempo.

La voz del rubio continuaba sonando en su cabeza como un molesto zumbido que no iba a irse hasta que no e prestara verdadera atención. Porque el simple hecho de repetir en su mente las palabras salidas de aquella boca no era suficiente para acallarlas. Porque aquellas palabras tenían un significado muy profundo, y  porque las mismas albergaban todos lo sueños que Harry deseaba cumplir.

Una sonrisa afloró en sus labios, y supo que tal vez sus sueños no estaban tan alejados de la realidad. Sacó el pergamino que tiempo antes hubiera guardado en su bolsillo, lo abrió y susurró "juro solemnemente que mis intenciones no son buenas". El mapa prefecto de Hogwarts apareció frente a sus ojos. Buscó unos segundos la etiqueta que decía "Draco Malfoy" y la encontró en lo que sería Slytherin. "Que duermas bien, amor" dijo con una sonrisa. Buscó que Filch no estuviera cerca, "travesura realizada" finalizó tras asegurarse que su camino estaba libre para ir a su sala común.

 

 

XI

 

¿Qué acababa de hacer? ¿Acaso no había ido tras Potter para molestarlo? ¿Por qué entonces lo había besado y le había dicho aquello? Estaba realmente molesto con su comportamiento y falta de limitación que había sufrido hacía apenas unos instantes. Verdad era que no se arrepentía de haberlo besado, pero...debió haberle hecho un Oblibiate. ¿Qué podría pasar si el chico se reía en su cara mañana? No podía permitirse el lujo de ser humillado frente a todo Hogwarts. Pero, ahora, eso podía ser posible, gracias al poco autocontrol que le quedaba cuando estaba cerca del morocho.

Se golpeo la frente con un puño, mientras se apoyaba contra el muro más cercano. Se fue deslizando poco a poco por la fría piedra, hasta quedar apoyado sobre sus talones. Abrió sus manos y escondió el rostro en ellas. Se sentía terrible. Estaba enojado con él mismo, pero más enojado aún con Harry. Aquel chico lograba hacerle perder la poca cordura que tenía en dos segundos, y con sólo mirarlo a los ojos.

Y ahora se encontraba en un desolado pasillo del colegio, encogido contra la pared. ¿Qué tan bajo podía llegar a caer? Se puso de pie de un salto y recuperó su máscara de frialdad mientras emprendía camino hacia las mazmorras. No sin antes llevar una mano a sus labios y acariciarlos, sintiendo aún el cosquilleo de aquel beso que acababa de robar.

Nada era más placentero que un beso robado, porque, si se lo hubiera pedido, el sabor sería diferente. La sensación que conservaba ahora en su boca, era tan placentera como prohibida.

 

 

XII

 

No podía creerlo, la primera clase del año, y su vida estaba arruinada. Caminaba junto a Hermione rumbo al comedor con aire derrotado.

 

- Oh, vamos, tal vez no sea tan malo este año...- decía la chica intentando dar ánimos a su amigo

- No, claro, tal vez Snape en las vacaciones halla cambiado y ahora está perdidamente enamorado de mi...- atacó con tono sarcástico Harry

 

Hermione no dijo nada más, puesto que el humor del morocho estaba mal esa mañana. Simplemente se encogió de hombros y sacó el "Manual de pociones, Volumen seis" para comenzar a ver lo que vería ese año.

Decir que su humor era malo, era una gran mentira, porque, en realidad, Harry sentía que podría matar a alguien en ese mismo momento y no sentir remordimiento alguno. Y tenía una vaga idea de quién podría ser el objeto de su acto para calmar su bronca.

No ayudó demasiado el hecho de encontrarse con esa persona antes de entrar al comedor, ni la sonrisa sarcástica que le dirigía el chico mientras caminaba de la mano de su compañera.

 

- Malfoy y Parkinson...- susurró Hermione a su lado- la pareja del año...

- ¿Ellos son pareja...?- preguntó asombrado.

 

Su amiga simplemente asintió para sumergirse nuevamente en el libro, entrando tras los pasos de Draco.

El ánimo de Harry empeoró más, si eso era posible. ¿Por qué Malfoy lo había besado si estaba saliendo con Parkinson? ¿Habían sido ciertas las palabras? ¿Sentía el rubio algo por él? Eran demasiadas dudas, pero no podía dejar de pensar; su cabeza daba vueltas, y durante todo el desayuno no pudo dejar de enviar miradas curiosas a la mesa de las serpientes, en especial a una rubia cabellera que se había convertido en su obsesión.

 

 

XIII

 

Temblaba ligeramente, y su cuerpo se tensó cuando su captor se acercó a sus labios, no deseaba que los volviera a lastimar, ya dolían bastante, y el sabor a sangre continuaba en su boca. "No, por favor" murmuró cuando los sintió demasiado cerca. Como respuesta sólo obtuvo una risa burlona, y otra boca sobre la suya, reabriendo las heridas, haciendo brotar la sangre otra vez, provocando dolor. Algunas lágrimas traicioneras escaparon de sus ojos, mojando sus mejillas.

Aquella boca comenzó a descender de sus labios, manchando su cuello y pecho con su propia sangre, mordiendo, succionando, besando, lamiendo. El dolor comenzaba a convertirse en placer a medida que aquellos labios continuaban su camino.

Pero algo se sentía diferente. La textura, la calidez, la ternura con la que era tratado ya no era la misma rudeza de hace unos momentos. Decidió bajar la vista y se sorprendió al ver una mata de pelo negro en el lugar en el que debía estar una cabeza pálida y cerosa. Una lengua se sumergió en su ombligo, y no pudo evitar gemir y arquearse contra aquel que le daba placer. Unos ojos verdes lo miraron sonrientes y lujuriosos, y sintió que podría pasar la eternidad mirándolos.

 No podía moverse, aunque ya no sentía sus piernas y brazos atados. Lo único que podía hacer era gemir sin control. Estaba seguro que ya no tenía las sogas que antes lo habían mantenido inmóvil sobre la cama, pero no deseaba irse a ningún lado, ya no necesitaba que algo lo mantuviera sujeto en el lugar, porque, en ese momento, lo último que pensaba era en escapar.

Harry siguió bajando, hasta encontrarse con su miembro. Lo lamió suavemente, mojándolo, para luego retirarse unos centímetros. Sopló produciendo escalofríos en su cuerpo, haciéndolo estremecer. Aquellos ojos verdes le dirigieron una sonrisa juguetona. Y bajó nuevamente.

No podía creer que aquella boca le estuviera haciendo aquello, se sentía demasiado bien. Definitivamente mucho mejor que aquella nefasta noche que fue "iniciado". Gemía sin pudor alguno, no tenía control sobre su cuerpo. Sabía que faltaba poco, pero no sabía qué era lo que deseaba tanto. Una ola de sensaciones nuevas crecía en su interior, haciéndolo perder todo el raciocinio que tenía.

Y de pronto, todo terminó, el rostro de Harry se encontraba frente al suyo, y su boca besando suavemente sus labios. Sintió un sabor extraño en la boca del morocho, y entonces se separó y lo miró fijo a los ojos. Aquellas esferas esmeralda se clavaron en las suyas, traspasando su alma, haciéndolo sentir vulnerable.

 

- ¿Qué sentís por mi Draco?- preguntó Harry- quiero que me digas exactamente qué es lo que sentís por mi...- exigió.

- Te amo Harry, te amo- contestó sin dudas- te amo...te amo...te amo...

 

Los golpes en la puerta se hacían más insistentes, y Draco se vio obligado a despertarse. Abrió los ojos lentamente, sintiéndose extraño, y se sorprendió de lo real que se había sentido el sueño. Tan real que su bóxer, su pijama y hasta sus sábanas estaban húmedas.

"Mierda Potter, ni en los sueños me dejas tranquilo" murmuró mientras se levantaba y se dirigía a la puerta de la habitación. Asomó la cabeza y se encontró con el rostro de su prometida.

 

- Pensé que te habías quedado dormido...- dijo la chica con tono dulce

- Ya me desperté, voy a bañarme, te veo en la sala común

 

Cerró la puerta dejando a la chica con las palabras en la boca. Realmente no tenía demasiadas ganas de verla. No después de un sueño como aquel, sabiendo que en la realidad jamás podría sentirse como se sintió en aquel sueño.

 

 

XIV

 

El primer fin de semana del año, la primera semana de clases había sido bastante liviana para los alumnos de sexto año, puesto que los profesores sólo habían presentado los temas que iban a ver en el año. Excepto en pociones; Snape les había dado la suficiente tarea para todo el año.

Por eso ahora, Harry se encontraba haciendo la redacción sobre la poción mata lobos, la primera que iban a ver en el año. Una pila de libros sobre la mesa no dejaba ver quién se encontraba detrás, por lo que el morocho tenía la suficiente privacía para hacer la tarea sin interrupciones.

Claramente no contó con que cierto rubio Slytherin no se vería intimidado por una torre de libros de pociones.

 

- Potter...- pronunció arrastrando las palabras- necesito un libro que estás usando

- Lástima Malfoy, porque si lo estoy usando, no voy a dártelo...- atacó Harry con bronca

- Y si te doy un beso... me lo das...- dijo mordazmente y en un susurro que apenas el morocho pudo escuchar

- Estás enfermo Malfoy...si crees que me gustan tus besos, entonces estás totalmente equivocado, porque yo...

- Vamos Potter, se que también vos tuviste aquel sueño, hace algunas noches...- contó mientras miraba la pila de libros buscando el que necesitaba- éste es- dijo tomando uno aprovechándose del asombro de Harry- cuando lo termine de usar te lo devuelvo.

 

Sin decir más el rubio se alejó de la mesa, dejando a un atónito morocho. ¿Cómo sabía Malfoy del sueño que él había tenido? ¿Acaso el rubio sabía Legermancia? Porque sino, era imposible.

 

 

XV

 

Luego de aquel encuentro en la biblioteca, Harry no supo nada de Draco por dos meses casi. Intentó buscarlo por el colegio, luego de las clases, pero el rubio se escabullía tan rápido como una auténtica serpiente. El chico no se presentaba a comer, prácticamente, había dejado de existir. Nadie lo veía más que en las clases.

Era la primer salida a Hogsmeade, y Harry se había quedado detrás de sus amigos.

 

- Dale Harry!- decía Ginny- los carruajes van a irse!

- Ya voy, ustedes adelántense

 

La verdad era que no encontraba el mapa del merodeador, y no estaba dispuesto a salir sin él. Caminaba perdidamente, revisando su túnica, cuando un ruido de alguien moviéndose en las sombras lo sobresaltó. Sacó la varita, dispuesto a atacar en cualquier momento, cuando la persona tomó forma frente a sus ojos.

 

- ¿Malfoy?- preguntó asombrado

- No vallas...- fue todo lo que dijo el rubio

- ¿Qué?- volvió a preguntar

- No vallas, Harry...quedate conmigo...por favor...- pidió con tono lastimero

 

El morocho miró a Draco asombrado, y luego a sus amigos, los cuales ya estaban en un carruaje. Les hizo una seña con la mano, y el carruaje emprendió viaje, al saber que no había nadie a quién esperar. Volvió a girarse hacia el rubio.

 

- ¿Por qué me pediste que me quede?- preguntó

 

El otro chico se encogió de hombros, le tomó la mano y lo guió por pasillos desiertos hasta una habitación que no aparecía en el mapa, y que Harry jamás había visto.

 

 

XVI

 

Draco abrió la puerta, permitiéndole el paso a una habitación elegante pero a la vez acogedora. Una vez la puerta estuvo cerrada tras el morocho, se tiró a sus brazos, envolviendo el cuerpo del Gryffindor en un abrazo posesivo y doloroso.

Harry tardó unos segundos en reaccionar, pero supo que los espasmos que recorrían el cuerpo de Draco eran producto de un llanto silencioso.

 

- Te amo, Harry- dijo el rubio mientras continuaba con el abrazo

 

Harry no respondió, pero lo estrechó aún más contra su cuerpo. No se esperaba aquella confesión.

Draco no dijo nada más, simplemente lo guió a la cama que había en un rincón, besándolo, pidiéndole silenciosamente que tomara su cuerpo.

Aquella muda súplica fue acatada por Harry, que comenzó a desnudarlo lentamente, con paciencia, casi con devoción. No tenía idea de qué era lo que lo impulsaba a hacer aquello, pero no fue un hecho al cual le prestó atención.

En pocos minutos tuvo el cuerpo delicado de Draco completamente expuesto, y fue entonces cuando la vio. Aquella marca que estropeaba la hermosa visión de aquel suave cuerpo. Contrastaba con la piel pálida del rubio, y sintió náuseas. Esnonces, él era un Mortífago, seguramente esta era una misión, luego lo mataría.

Se despegó de golpe y se dispuso a irse de ese lugar, cuando sintió el cuerpo del rubio pegarse al suyo con ternura.

 

- Después de hoy, ya no voy a volver- explicó- la guerra se acerca más rápido de lo que imaginás, pero es muy difícil luchar contra el corazón, Harry. Te amo, y la única forma que tengo de demostrártelo es entregándote mi cuerpo. Esto- señaló la marca- no es más que una señal...

- Él te señaló como su pertenencia- dijo Harry

- Pero no lo soy. Mi corazón te pertenece, y quiero darte también mi cuerpo.

 

Harry sonrió, abrazándolo otra vez, lo llevó a la cama y comenzó a vivir uno de sus tantos sueños. Su fundió con el cuerpo de Draco, lo besó, lo marco, lo hizo suyo. No necesitaron palabras para decirse lo mucho que se amaban.

 

 

XVII

 

Caminaban de la mano, robándose algún beso cuando estaban seguros que podían. Al llegar a la escalera de mármol que llebaba al comedor se separaron.

Harry besó una vez más a Draco, y se dirigió a las puertas del salón.

 

- Harry...- lo frenó el rubio antes que entrara- te amo

- También yo, Draco

 

Con una sonrisa que no volvió a borrase entró, levantando miradas curiosas entre los comensales. Se sentó entre sus amigos, viendo cómo Draco hacía su aparición y se ubicaba en la mesa de las serpientes.

 

 

XVIII

 

Aquella fue la última vez que vio a Draco en el colegio.

Durante un año no supo nada del rubio, entonces la guerra cayó con oscuridad sobre el colegio, y aquello que había pensado en un principio, pasó.

Fue victimario primero, pro luego se convirtió en víctima.

Cuando apuntó con su varita a Draco, el amor en el cuerpo de Harry se fue con el último suspiro del rubio, y Voldemort finalmente cumplió con la profecía.

Asesinó a Harry, para continuar él con vida.

Notas finales:

gracias por leer.

 

Angel de Cristal


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