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L'étrange souvenirs de l'amante d'un Vampire por Luna_de_Marzo

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Notas del fanfic:

Pues... no tengo nada que perder.

Basado en el amor de mi vida y dedicado a ella. Tu ya lo leiste mi vida, sabes que es para ti n///n Te amo!

Notas del capitulo:

Quizas haya quedado un poco corto y haya faltas de ortografía por ahi.

A quien lo leea...xD Acepto critica constructiva

Miré el reloj, se acercaban las nueve de la noche, la hora en la que siempre me encierro en mi habitación. Me levanté de la mesa y cerré mi libro con cierta fuerza, esto hizo que mi abuela levantara la vista de su costura y me mirara con reproche. Le sonreí avergonzada, le di las buenas noches y subí las escaleras hecha una bala.

  

Como siempre, me tropecé con la condenada duela floja de afuera de mi habitación, logré mantenerme en pié, pero no salí ilesa, me había golpeado el brazo derecho con el desvencijado pasador de la puerta. Maldije en voz baja, pero en seguida me olvidé de la molestia y crucé el umbral, cerré la puerta y rápidamente recargué la espalda contra esta. Ella ya estaba dentro, sentía claramente su presencia, solo que no sabía donde.

  

Caminé muy despacio, adentrándome en la estancia, pretendiendo no tener ni la menor idea de quien se escondía en esta. Estaba oscuro, pero aún así me miré en el viejo espejo con marco de madera, estaba rodeado de figuras de peces, de unas algas y unas piedras talladas todas en madera. Me arreglé el cabello y acomode el lazo que uso de adorno, me pareció que mis rizos estaban especialmente molestos esa noche. Solté un suspiro larguísimo.

 

 

  Entonces fue cuando sentí sus brazos rodearme los hombros, estrecharme con cierta fuerza mientras, con un rapidísimo movimiento, cubría mi boca con la palma de su mano y acercaba despacio su rostro hacia mí. “Sssh… no te asustes, soy yo.” Le escuché susurrarme al oído.  

Alcé la vista hacia el espejo después de un largo pestañeo y me encontré con el ámbar de sus ojos instantáneamente. Esa noche parecían un poco más claros de lo usual, no podía despegar mi mirada de ellos. Despacio retiró sus brazos de mis hombros y la mano de mi boca y me miró a través del espejo, de sus labios rojos brotó una sonrisa, acompañada de lo que en esos momentos me pareció un suspiro, mas no lo era; estaba captando un aroma del aire.

 

 

  Despegó los ojos del espejo y corrió su mirada hacia la mitad de mi brazo derecho, entreabrió los labios. Yo me asusté al mirar un par de gotas de sangre resbalando de un pequeño desgarro en mi piel, producto de mi golpe contra la cerradura de la puerta. Volvió a abrazarme y, con dos de sus delgados y gráciles dedos, recogió la sangre de mi piel para después separarse de mí y mirar el líquido atentamente.   

Evite mirarla, sabía lo que haría, y a mi no me gusta que me miren mientras me llevo sangre a la boca; supuse que a ella tampoco le gustaría que mirara. Clavé la vista en el suelo, ella se coloco delante de mí y tomándome por la barbilla me hizo levantar la vista.

 

 

  -¿Nos vamos ya?- Su voz hizo eco en mi cabeza. 

 

Afirmé con la cabeza, conocía el procedimiento, así que me coloqué a espaldas de ella y le salté encima, sosteniéndome de sus hombros. La sentí mover la cabeza y justo después caminar como si no me llevara a cuestas hacia la puerta de la terraza, deslizó la puerta corrediza sin tocarla siquiera –otra de sus extrañas habilidades- y dio unos pasos al exterior, acercándose a la barandilla metálica de la terraza.

  

De nuevo el procedimiento, me aferré con fuerza a sus hombros y escondí mi cabeza detrás de la suya, cerrando los ojos fuertemente. Supo que ya había cerrado los ojos, así que se puso en marcha. Como siempre, después de cerrar los ojos, todo se volvía ese sueño donde caigo y caigo hacia la oscuridad. Sentía el viento rozarme como si estuviésemos volando –o cayendo- a una enorme velocidad, cerré los ojos con más fuerza y fue cuando comencé a sentir que daba pasos, corriendo. En momentos como ese no podía evitar preguntarme como se vería todo si abriera los ojos, por donde me llevaba y, lo que más curiosidad me daba, como lo hacía.

 

 

  La sentí detenerse y a los pocos segundos inclinarse para permitirme bajar más fácilmente, yo lo hice, puse mis temblorosos pies en el piso y abrí los ojos, mirando a los costados. Ella me miró y se echó a reír al ver como temblaba de pies a cabeza, yo me hice la molesta y miré al frente, tratando de orientarme. Claro que estaba temblando, supongo que tenía una buena razón después de todo el movimiento del viaje, siempre me dio miedo caerme.  

 

 

Habíamos dejado la ciudad atrás, nos encontrábamos en la cima de una de las montañas que rodean el valle, a lo lejos se distinguían las luces de colores como un reguero de estrellas por entre la oscuridad, una especie de domo de luz amarilla se erguía por encima de la ciudad. Eso era lo que más me deprimía, desde allá no podía ver ni una estrella por culpa de tanta luz.

  

Le tomé de la mano y caminé halando de ella más cerca hacia el borde que daba a la ciudad. Miramos por un largo rato hacia las luces y hacia el cielo alternadamente, yo tratando de disimular mientras me aferraba a su brazo y ella extrañamente callada.

  

-¿Estás bien corazón?- No pude evitar preguntarle. Ella me miró, pude ver algo extraño en sus ojos.

 

  -Tengo algo que decirte, pero será después- Respondió al tiempo que me abrazaba.-Ahora no hay que preocuparnos por nada.  

 El frío me había quitado el sueño y se me había pasado la agitación del viaje, ya estaba más consiente así que comencé a preocuparme por ella. Seguro tenía una razón para no decirme nada en ese momento, pero ¿qué podía ser?Finalmente le tomé la palabra y opté porno preocuparme, como ella dijo. Le sonreí y miré sus ojos; como cada vez que lo hacía quedé atrapada en la profundidad de estos y de pronto no pude pensar en nada más que en ella. Acaricié su rostro y me acerque despacio, robando un beso de sus bellos labios para alejar mi rostro del suyo después.   

No lo aceptó, se acercó a mí y me devolvió el beso, yo le respondí y así es como comenzamos siempre, con un dulce beso, pero siempre cedía a mi egoísmo. Nos abrazamos como hacía dos noches, su fuerza no se comparaba a la mía y siempre me tomaba con firmeza, cuidándose de no lastimarme, apartó mis cabellos hacia mi espalda y yo ladee la cabeza.

  

Lo siguiente es siempre difícil de explicar. Primero el dolor punzante en el cuello, después sigue la relajación, algo comparable a estar casi dormida y luego viene esa sensación tan especial, no puedo pensar algo con que compararla. Quizás como euforia, un torrente repentino de adrenalina seguido por litros de dopamina. Pulsos rítmicos del más puro éxtasis.

  

Pero como siempre, no duró más de unos segundos, y tuve un regreso a la realidad más duro que el acostumbrado. Esta vez estaba mareada, erguí la cabeza solo para apoyarla en su hombro, todo me daba vueltas. Ella me sujetó y no se cuando comenzamos a movernos, pero valla que lo hicimos, pude estar consiente de varias partes del viaje. Primero que nada por el viento, comenzaba a tener aún más frío, después creí ver las luces de la ciudad bastante cerca y luego visiones fugaces en los que me parecía que me llevaba corriendo por encima de un tejado. Todo muy confuso, no parecía real. Perdí la noción del tiempo y lo siguiente que recuerdo es estar en casa, sobre mi cama.

  

Me quejé. Como cada vez que despertaba después de estos encuentros, tenía muchísima sed, solo que esta vez mas intensa. Mi cabeza me dolía un poco, me senté en el borde de la cama y sentí su abrazo, estaba frente a mí.

  

-Quizás no regrese mañana

 

  Su voz callo a mi cabeza como un rallo. Me olvidé de mi jaqueca y de mi sed, me levanté de la cama y le aferré con toda la fuerza que tenía. Le pregunté por que, le rogué que no se fuera, le dije que quería acompañarla. Estaba cansada, a penas si pude entenderle. Recibí en susurros una explicación que a penas pude comprender. Su familia tenía una disputa muy vieja con otra de la zona, y la noche siguiente por fin arreglarían sus diferencias.  

Me calmó con más murmullos, me abrazaba y repartía besos por mi rostro. Siempre lograba hacer que mi ánimo mejorara, no importaba que tan mala fuera la situación, siempre lograba arrancarme una sonrisa. Me recostó en la cama y desapareció no sin antes despedirse con un beso. Al quedarme sola en mi habitación, al borde del sueño, me dije que tenía que ir a donde ella. No podía dejarla sola, no lo haría de ningún modo…

Notas finales: ...

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