1. Sentimiento.
¿Quién iba a saberlo? Claro, era obvio que nadie más que yo podía saberlo. Pero yo en ese entonces era inocente, no muy inocente para darme cuenta, pero si muy inocente como para entenderlo. Sonará incoherente, o increíble, pero aún cuando había escuchado varias veces sobre ese asunto, que eso sucedía muy a menudo en los adolescentes, en realidad, fue más bien una sorpresa, algo como: "¡Nunca creía que me fuera a pasar!", ese tipo de pensamiento. Pero realmente fue la primera vez que deseé besar a alguien. A alguien de mi mismo sexo. A otra chica...
Hace poco escuche una canción, era genial. Simplemente explicaba eso de las chicas tienen labios besables, también me recordó a un comercial de Kisses y eso de Kisseable....Pero el punto es que me acuerdo de lo atractiva que era su boca, y ¡Juro que quería besarla! ¡Y lo peor era que ni siquiera me gustaba!...
Ella era compañera de clase. En aquella época de segundo año de secundaria, compañera de grupo. Delgada, sin mucho, en realidad flaca. No es que quiera insultar de las mujeres sin muchos atributos, solo quiero decir que era ese tipo de personas que debido a su complexión la ropa tiende a quedarle grande y la ocupan muy ajustada, y por supuesto, de copa A....y eso sin tener que darle doble vista. De mi estatura, piel morena y ojos cafes; pelo lizo que le caía hasta los hombros. Una puberta muy normal -en muchos sentidos- de 13 años.
Todos, desde sus cercanos hasta sus maestros, la llamaban Abi.
Abie esto, Abi aquello, Abi lo otro. Era como la jefa de grupo...o ella mima se lo proponía aún cuando ninguno de los demás compañeros se lo habían propuesto. Las únicas charlas que tuve con ella tenían todas que ver con asuntos escolares: tareas, proyectos, reuniones en grupo, quedadas para trabajos de investigación etc.. Nunca hablamos de más, ni fue mi amiga, ni nos llevamos muy bien, lo normal. Sólo...una conocida.
Ciertamente había como una antipatía entre nosotras. Ella tendía a dirigirse lo necesario a mí, y yo tendía a dirigirme lo necesario a ella. Ni más ni menos. Eso desde el mismo momento en que nos habíamos visto las caras en la presentación grupal. No me caía ni bien ni mal. Pero me llamaba mucho la atención la forma en que tendía a atraer la atención de la gente. Era como si una luz se posara sobre ella.
Y ahora entiendo que hasta cierto punto, admiraba su carácter desinhibido. Eso me afectaba tremendamente...me acomplejaba su persona, pero a la vez la tenía sumo respeto.
Nunca la amé, ni sentí algún sentimiento amoroso, sólo.....quise besarla. Sólo eso. Nada más que eso.
No recuerdo que fue lo que quiso decirme esa noche, no recuerdo nada de lo que me dijo esa noche a la hora de salida general. Si acaso recuerdo su voz. Pero, lo más memorable que tengo es de ver intensamente a sus brillos y seductivos labios, porque algo que conformaba su atractivo, era eso; sus labios.
¡Con el brillo labial de veras que me dieron ganas de besarla!..
Pero a partir de ella, mi vida dio un giro, casi como si las piezas del destino decidieran comenzar a moverse.
En realidad, después, se convirtió en mi rival de amores...y fue mi primera experiencia dolorosa y desgarrante.
Pero ese es otro asunto.
Uno que no tiene nada que ver uno con lo otro.
O tal vez sí, pero nunca me interese en descubrir ese misterio.