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8 Semanas por Naruko

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Los personajes de este fic no me pertenecen. Van a cuenta del señor Kishimoto-sensei.

 

Notas de autor:

Este capítulo contiene Flashbacks, forma narrativa que retrotrae la historia a un acontecimiento pasado.

 

Cap 07: Una noche en vela.

 

No podía dormir.

 

Por mucho que cerrara los ojos, por mucho que intentara dejar la mente en blanco, por muchos platos de ramen que llegara a imaginar comerse  en una noche, el ansiado sueño nunca llegaba a él.

 

¿Pero cómo demonios iba a dormir sabiendo quién ocupaba la parte derecha de la cama?

 

Permanecer a su lado comenzaba a ser una obsesión mal sana, casi enfermiza, ya ni siquiera podía respirar con normalidad sin que el conocido aroma de Sasuke le produjera un incómodo cosquilleo en el bajo vientre.

 

Te estás volviendo a poner duro, Uzumaki.

 

Había pasado algo más de una hora desde que la estancia quedara cubierta en penumbra y el silencio fuera el más fuerte de los sonidos. Ninguna palabra, ningún movimiento sospechoso, y aún así, sus sentidos permanecían en alerta, a la espera de que Sasuke rodara el cuerpo en su dirección y continuara con lo que habían dejado a medias en la cena.

 

Eso no estaría nada mal.

 

Naruto frunció el ceño, intentando acallar y sin ningún éxito a esa corrosiva voz de fondo en su mente. No lo consiguió. Su atención parecía estar más concentrada en percibir el agradable calor que emanaba el cuerpo masculino a su espalda y la pausada aunque sonora respiración.

 

Él tampoco duerme.

 

¿Qué demonios hacía de nuevo allí? ¿No había decidido, después de los últimos y tórridos acontecimientos, no volver a intervenir en la vida del bastardo? Había sido un error, acudir a la cena ya no le resultaba una decisión tan optimista. Una tremenda y gran equivocación. No había podido encontrar la carta, y en su lugar, se había dejado sucumbir por el apabullante deseo que aquel hombre le sustraía. Como un satélite incapaz de dejar de orbitar alrededor del oscuro planeta llamado Sasuke.

 

¿Qué demonios había estado a punto de hacer en aquel dormitorio?

 

Cada vez que recordaba como había sido participe del ansioso y voraz restregón, le entraban unas ganas locas de abofetearse. Por su inmadurez, por la falta de autocontrol, irresponsabilidad y por no haber detenido a tiempo la impetuosa atracción que sufría por Sasuke, aun sabiendo que era una persona comprometida y fuera de su alcance.

 

Después de mucho meditar, Naruto llegó a la conclusión de que quizás el destino, por razones desconocidas, lo estaba poniendo a prueba, obligándolo a superar esa clase de circunstancias tentativas.

 

Bueno, llamémoslo destino por no llamarla Sakura…

 

Flashback

 

Giró de nuevo la llave de contacto y el coche emitió, como en todas las ocasiones anteriores, ese ronco y molesto ruido. Los coches no eran su punto fuerte, pero no necesitaba ser mecánico para llegar fácilmente a la conclusión de que el vehículo presentaba un problema en el motor de arranque. No conseguiría ponerlo en marcha a menos que lo llevara a su taller de confianza.

 

—Y justo tenía que averiarse hoy… —maldijo inclinando el rostro sobre el volante del coche. Unos ligeros golpecitos al otro lado de la ventanilla le hicieron alzar la cabeza veloz. Le sorprendió ver a Sakura al otro lado del cristal, instándole con una amable sonrisa a bajar la ventanilla.

 

—Parece que tienes un problema con el coche —pronunció la joven en tono conciliador.

 

—No te preocupes. Estoy acostumbrado a lidiar con todo tipo de problemas. Que el coche no arranque es lo de menos.

 

La joven rió quedamente mientras apoyaba los antebrazos en la ventanilla del coche.

 

—En ese caso te propongo algo. Quédate esta noche a dormir en casa y mañana por la mañana con tranquilidad llamas a una grúa y solucionas el problema del coche.

 

La sonrisa de Naruto se borró de un plumazo, y un extraño escalofrío le recorrió la espalda. ¿Y tener que volver a cruzarse con él? Ni en broma. Ya había tenido suficientes dosis de bastardo por una noche, por lo que Naruto apresuró a excusarse tras una forzada fachada de gratitud.

 

—Te lo agradezco, pero no será necesario —refutó—. Llamaré a un amigo para que me recoja, o a un taxi. Lo que primero resulte.

 

—Insisto —la joven accionó la manivela de la puerta que abrió para poder sentarse a su lado en el asiento del copiloto—. Déjame pagarte con este gesto todas las cosas que hiciste por mi cuando te pedí que vigilaras a Sasuke. Te recuerdo que al final no me cobraste nada.

 

—Eso… no tuvo importancia —musitó con un regusto de culpa ácido en el paladar. ¿Qué clase de persona sería si se atreviera a cobrar un trabajo que ni siquiera había finalizado correctamente?

 

—Sí la tuvo —aseveró ella, agradecida. La joven alargó la mano, y con un gesto contundente, sacó las llaves del contacto de arranque—. Deja de protestar y accede a mi petición. Puedes dormir en la habitación de invitados.

 

Y tras varias excusas a cada cual menos convincente, y la rotunda negación de Sakura por devolverle las llaves, Naruto accedió.

 

 

Fin del Flash Back

 

 

Tarde se dio cuenta de que la inocente propuesta de dormir en la habitación de invitados implicaba compartirla con él. Calculemos; dos habitaciones, cuatro personas, un gato. Si a Naruto no le salían mal las cuentas esa noche dormiría acompañado. Y no precisamente por el gato.

 

Compartir cama con Ino habría sido la mejor opción si Sakura no hubiera insistido en que era descortés para una muchacha dormir con un chico que no fuera su novio.

 

—A mí no me incomoda —habían refutado ambos rubios a coro.

 

Naruto habría escogido la opción de dormir incluso con el gato si con ello evitaba verse irremediablemente arrastrado a la peor de las opciones.

 

Compartirla con Sasuke.

 

Nunca, jamás, en su maldita vida, Naruto estuvo tan desacuerdo con el refrán que dice, los chicos con los chicos y las chicas con las chicas. Esa parecía ser la frase abanderada de Sakura y la que puso fin a la discusión.

 

Y ese… solo fue el comienzo de algo mucho peor.

 

—Las manos donde pueda verlas —había gruñido Naruto una vez instalado en el dormitorio correspondiente, y con el bastardo correspondiente al otro lado de la cama—. Ni se te ocurra hacer nada raro por la noche. Al más mínimo movimiento sospechoso me iré a dormir con el gato.

 

—¿Y qué te lo impide, dobe? —gruñó entre dientes.

 

Y allí es donde se encontraba Naruto. Inmóvil, de espaldas, hecho un ovillo y en el filo del lado izquierdo de la cama. Prefería caer de bruces al suelo a sufrir algún accidental roce bajo las sabanas.

 

No debería estar aquí. Esto es un completo error. Pero por más que intentara auto castigarse mentalmente por sus actos, ya no tenían remedio. La culpa es del bastardo. Él me obligó. Yo no quería corresponderle. Pero culpar a Sasuke de haberlo incitado y hasta en cierta manera seducido, era culparse a si mismo. Porque él lo había consentido, había correspondido con la misma ansia voraz y lo había disfrutado. No se percató del alcance de sus actos hasta que Sakura los interrumpió. Su novia, su prometida. La persona con la que se iba a casar y crear una familia por el resto de su vida.

 

¿Acaso se había vuelto loco? ¿Quién era él para interferir en esa relación?

 

Soy un completo estúpido.

 

Y todo porque, sin comprender los motivos que le habían llevado a sentirse atraído nuevamente por una persona después de tantos años en soledad, había tenido que darse cuenta, en el peor de los momentos, de los sentimientos que había despertado hacia Sasuke.

 

Podía engañar al resto del mundo, pero no a sí mismo. Si estaba de nuevo allí era porque había querido, porque algo en el fondo de su interior le obligaba a permanecer al lado de Sasuke. Sentir el deseo que exudaban en cada uno de sus encuentros, ser el centro de atención de sus hermosos ojos negros, y la satisfacción que proporcionaba saber que él también se sentía atraído. Nadie lo había obligado a volver. Nadie lo había obligado a meterse en esa cama.

 

Nadie lo había obligado a enamorarse de él.

 

No podía continuar así. La culpa lo carcomía. Prolongar esa situación era inmoral, deshonesto, una locura. Sakura no merecía algo así, ella era una buena mujer, cariñosa y encantadora, la pareja perfecta que todo hombre querría encontrar. No merecía ser engañada y traicionada por terceras personas. Y eso le incluía a él. Lo mejor era olvidarse de todo, asumir que había sido una equivocación que no se volvería a producir, mantenerse al margen de la relación. Tenía que dejar las cosas claras de una vez por todas.

 

Inquieto, el detective volvió a repasar mentalmente una vez más todo lo que pensaba decir, antes de girarse bajo la sábana hacia el lado contrario, enfrentando al bastardo aunque este se encontrara de espaldas.

 

—Sasuke… —murmuró con nerviosismo.

 

El moreno fingió no haberlo escuchado, y reticente a abrir los ojos, se mantuvo inmóvil y en silencio en la oscuridad de la estancia. Segundos después, notó el peso del rubio deslizándose por la cama hasta quedar muy cercano a su espalda.

 

—Sé que estás despierto, teme —volvió a musitar.

 

Sasuke apretó los dientes con fuerza, y un gruñido gutural que no presagiaba nada bueno brotó de su garganta. No quería responderle, tampoco que le hablara, y mucho menos que se acercara a él. ¿Acaso ese estúpido dobe no se daba cuenta de cuanto le estaba costado no perder por completo su voluntad y saltarle encima? Un escalofrío, y la intensa marea candente ascendió por su vientre cuando el aroma de sus cabellos dorados y el calor que emanaba su cuerpo se hizo aún más intenso. Bajo su ropa interior pudo notar una incomoda pulsación de sobra conocida.

 

Maldición.

 

Frustrado y en parte avergonzado por parecer un adolescente con una revolución hormonal grave, Sasuke se encogió cubriendo con ambas manos su hombría, sin saber cuanto más aguantaría en ese estado. Ahora el término dobesexual no le parecía tan descabellado.

 

—Respecto a lo que pasó antes… —vaciló el rubio. Cerró los ojos un momento concentrándose en disipar su inquietud, y cuando pudo hacerlo, se incorporó, quedando sentado en la cama con las piernas cruzadas y la mirada perdida en la oscuridad—, creo que deberíamos olvidarlo.

 

Sasuke abrió los ojos atónito al tiempo que sentía una extraña y desagradable sensación de vacío acometerle en el pecho. ¿Olvidarlo? ¿Por qué? ¿De qué demonios estaba hablando?

 

—Fue una equivocación —prosiguió el detective en un murmullo—. Yo… me dejé llevar, no fui consciente… no tuvo que haber sucedido.

 

Habría querido poder explicarse mejor, hacerle entender de alguna manera la gran culpabilidad que sentía. Pero revelar esa información también era confirmar sus sentimientos, por lo que pronto rectificó, y con pesar, recompuso una falsa fachada de burda indiferencia.

 

—No me malinterpretes, teme. Yo no estoy interesado en ti de esa manera, ni de ninguna otra. Solo fue… una reacción física. Ya sabes, un calentón —mintió y con dolor sintió como algo en su interior se rompía en mil pedazos.

 

Sasuke no respondió. Las palabras de Naruto le habían dejado sin aliento, causándole una desconcertante ansiedad y una rigidez extrema a su cuerpo. ¿Una reacción física? ¿Eso es lo que realmente pensaba? ¿Sólo un calentón? La sangre de sus venas comenzó a hervir con rabia. No, no era eso lo que había leído en sus ojos cuando estaban a punto de besarse, no era eso lo que le había expresado con su cuerpo, anhelante y agitado.

 

—A veces pasa ¿no? —prosiguió Naruto intentando camuflar su nerviosismo—. Confundes lo que es real y te dejas llevar por las circunstancias. Pero eso no significa que me sienta atraído por ti.

 

Mientes, gritó el moreno en su fuero interno. El pulso se le aceleró y los músculos rígidos se contrajeron dolorosamente. Estás mintiendo. Se encogió sobre sí mismo un poco más, apretando fuertemente los puños.

 

—Por eso creo que es mejor que olvidemos lo que ha sucedido y cada uno retome su vida.

 

Cállate.

 

—Yo… no se lo voy a contar a tu prometida, así que puedes estar tranquilo.

 

No quiero oírte.

 

—No voy a retractarme de mis palabras, soy un hombre de honor. Por eso te prometo que a partir de ahora no volverás a verme nunca más.

 

¡Maldición!

 

Sasuke se giró con brusquedad, tan rápido que el gesto tomó por sorpresa a Naruto incapaz de responder a nada. Sus dedos crispados agarraron el cuello de la camiseta del rubio, y con energía, tiraron de él haciéndole caer rudamente de espaldas contra la cama. Cuando el detective logró comprender lo que estaba sucediendo, Sasuke ya se había colocado a horcajadas sobre su vientre, apresándole las muñecas por encima de la cabeza con desmedida rabia.

 

—¿Qué demonios estas…?

 

—Cállate —rugió más fuerte de lo que había previsto, sin pensar en que su voz pudiera despertar a alguien más en la casa. En vano, trató de contener los temblores que convulsionaban todo su ser antes de moderar su tono a uno más bajo pero no por ello menos amenazante—. No quiero oír ni una sola palabra más.

 

Él tampoco había querido que sucediese, no fue su intención llegar hasta ese extremo, pero había sucedido. De nuevo esa fuerza magnética se empeñaba en volver a unirlos, como dos imanes que se atraen irremediablemente. Conocer a Naruto había traído demasiados cambios a su vida, ninguno de ellos bueno. Por primera vez había tenido que luchar contra nuevas emociones, contra una sed insaciable, contra ese sentimiento hambriento y egoísta al que llamaban celos. Y para su sorpresa había fracasado inútilmente en todas y cada una de sus batallas internas.

 

¿Por qué? ¿Por qué había tenido que aparecer ese estúpido dobe y desestabilizar su vida por completo? Él había sido feliz durante todo este tiempo, tenía una vida tranquila, un trabajo estable, una prometida atenta y un frío corazón de hielo incapaz de ser traspasado por nadie. ¿Entonces por qué? ¿Por qué de todas las personas en el mundo tenía que ser precisamente él quien calentara su triste alma vacía?  

 

—Sasuke…

 

No se dio cuenta de lo absorto que estaba enfrascado en sus pensamientos hasta que le escuchó pronunciar su nombre. Confuso parpadeó varias veces, retomando la atención sobre el detective, que inquieto, no apartaba la vista de él.

 

—Está bien, no tengo nada más que decirte así que dejaré de hablar, pero apártate, estás demasiado cerca —protestó intentando deshacerse del agarre de sus manos sin conseguirlo.

 

Los parpados de Sasuke se entornaron con malicia percibiendo el nerviosismo que acometía al rubio. No me malinterpretes, yo no me siento atraído por ti, le había dicho minutos atrás. Escuchar eso le había enfurecido y en cierto modo hasta tocado en su orgullo. Mentía, con sus reacciones había dejado más que claro que su presencia le ponía nervioso, su cercanía le encendía las mejillas y el más mínimo roce calentaba su piel, ¿Acaso no había sido él quien había ofrecido sin contemplación sus labios? Pronto haría que se tragara sus palabras.

 

Con un gruñido ronco e indescifrable, el moreno se inclinó un poco más, derramando el aliento cálido sobre la boca entreabierta, la que a escasos centímetros una de la otra, se le antojaba excesivamente tentadora. Quería besarla y morderla hasta hacer enrojecer los labios, hundir la lengua buscando encontrar una igual de hambrienta que la suya y probar el sabor que le había sido impedido. ¡Maldición no! Nada de besos, los besos se daban a las personas por las que sentías algo especial; a tu pareja y a tu familia. Naruto no entraba en ninguna de esas dos categorías. Él solo pretendía que el dobe reconociera su mentira, que se retractara de sus palabras.

 

Resistiendo esa gran tentación húmeda, Sasuke ladeó el rostro hundiéndolo en el bronceado cuello que no tardó en volver a probar.

 

Naruto abrió los ojos con estupor, y un gemido ahogado brotó de su garganta al notar como poco a poco la boca de Sasuke iba recorriendo camino hacia su clavícula. El pulso se disparó, igual que su respiración entrecortada, y un torrente sofocante de calor ascendió incipiente desde su estómago cuando Sasuke se dejó caer, pegando por completo sus cuerpos. La efímera idea de revolverse para salir de sus brazos pronto quedó en el olvido cuando una violenta sacudida le hizo temblar de pies a cabeza. Una dureza, igual de protuberante que la suya, había comenzado a frotarse impúdicamente contra sus bajos.

 

¿Acaso se había vuelto loco? ¿Es que no había escuchado ni una de sus palabras?

 

Sofocado e incapaz de controlar los espasmos de su cuerpo, Naruto se mordió el labio inferior intentando por lo menos evitar los gemidos que pugnaban por surgir de sus labios. Cerró los ojos con fuerza y su espalda se arqueó cuando los dientes mordieron un punto sensible de su cuello.

 

—Para —musitó Naruto sin fuerzas. Continuar con aquello era una locura, una insensatez. ¡Por dios, su prometida dormía en la habitación de al lado! ¿Es que acaso no le importaba que los descubriera?—. Detente.

 

Pero su cuerpo nuevamente había dejado de obedecerlo, y a pesar de sus palabras, pudo constatar como sus caderas habían comenzado a moverse a la par que las de Sasuke.

 

El moreno reafirmó la fuerza con la que agarraba las manos del rubio al igual que la rudeza con la que mecía su pelvis. Más fuerte, más rápido, la tela que cubría sus erecciones se hizo tremendamente molesta. Besó y lamió con vehemencia el cuello del detective, ansioso y desatado, hasta llegar a la comisura de la boca. No recordaba haber sentido una necesidad reciproca tan grande en su vida, ni siquiera con Sakura.

 

Se detuvo a penas unos segundos para deleitarse observando el rostro acalorado del detective; tenía los ojos fuertemente cerrados y las mejillas encendidas. Se concentró en los provocadores labios que mordía entre dientes reprimiendo inútilmente sus jadeos. Quería morderlos, la necesidad comenzaba a ser extrema, quería besarlos, saborear ansiosamente aquella boca por lo general tan ruidosa y malhablada. Y lo quería ya. ¿Qué importaba si no entraba dentro de esas dos categorías? Ya lo pensaría más tarde.

 

Deseoso, Sasuke se inclinó y un ligero roce unió sus bocas en un primer contacto. Suave, cálido, no se parecía en nada a la primera vez que se besaron. Se inclinó nuevamente, y un segundo beso cayó algo menos sosegado, más atrevido. Un tercero, un cuarto y un quinto… para cuando Sasuke quiso darse cuenta, su curiosidad comenzó a remitir, pero no su gusto por la boca de Naruto. Con la punta de la lengua lamió el labio superior y el inferior, antes de colarse en el interior de esa cavidad húmeda, encontrando para su goce una igual de hambrienta que la suya.

 

Si no me deseas por qué correspondes, resonó satisfecho en su fuero interno. Por qué correspondes.

 

Una sucesión de largos y húmedos besos, de enloquecedoras fricciones pélvicas y sofocados gemidos de placer, llenó los minutos siguientes. Tan absorto estaba Sasuke robando el aliento del rubio, que no se percató de que había disminuido la presión con la que le retenía las manos, hasta que el detective se soltó de ambas. El cuello de su camiseta fue agarrado, y de un impulso, Naruto le hizo separarse bruscamente rompiendo todo contacto.

 

—Maldito bastardo, te dije que pararas —gruñó roncamente con la respiración a mil por hora.

 

Sasuke alzó la vista, y tembló al verse irremediablemente atrapado por la intensidad y el deseo que reflejaban esas brillantes pupilas, tan dilatadas, que a penas dejaba ver el hermoso color de su iris.

 

—Te dije… que pararas —repitió entrecortadamente a duras penas.

 

El moreno retrocedió a la defensiva, preparándose para afrontar un ataque directo de Naruto por haberlo incitado, pero para su sorpresa, esas manos que aferraban su camiseta no lo apartaron más, sino que lo atrajeron nuevamente con violencia hasta que sus bocas volvieron a chocar.

 

Un gruñido anhelante se escapó de la garganta del moreno, y otro aún mayor cuando las manos del rubio se desplazaron hasta su trasero, estrujándolo con avaricia. Y de un rápido movimiento se vio invertido en posiciones y derribado sobre el colchón, con Naruto encima de él.

 

—¿Qué quieres de mí? —preguntó vibrante el rubio mordiendo con desatado deseo el cuello pálido que tan vulnerable le mostraba. Hizo presión con la cadera, aumentando la fricción de sus entrepiernas bajo la tela—. ¿Es esto lo que quieres, Sasuke?

 

El moreno no podía contestar, la necesidad desesperada de oxigeno en sus pulmones era superior al habla. Vio como su camiseta fue alzada y aquella boca ruidosa recorrió con besos su pecho hasta llegar a un sensible pezón, el que lamió y mordió tiernamente sacándole varios gruñidos acuciosos antes de que se deslizara hacia el sur.

 

—No puedo saberlo si no me lo dices —insistió mordisqueándole el borde de sus costillas inferiores. Sentir el ligero dolor le produjo una vibrante contracción de placer.

 

¡Maldición, sí!

 

Lo ansiaba, lo quería, su necesidad sólo podía ser saciada por aquel hombre, su deseo sólo podía ser satisfecho por ese dobe que prendía en llamas su cuerpo con sus toques y sus besos. Eso es lo que quería, lo que no había conseguido durante años atado a una mujer y meses recorridos en el barrio gay. Sentir el calor, la pasión y la fuerza de unos brazos que lo hicieran sentir vivo por dentro.

 

Alzó las caderas casi por instinto cuando notó las manos aferradas a sus muslos y la húmeda lengua deslizándose por debajo de su ombligo. A su mente, acudió con premura aquel deseo frustrado que tuvo la primera vez que vio al rubio en aquel oscuro callejón; sentir esos suculentos labios alrededor de su erección. Aquel pensamiento le hizo gruñir en anticipación y agarrar con crispados dedos un puñado de dorados cabellos, dirigiendo la cabeza hacia el lugar que él quiso.

 

Naruto supo con certeza cuales eran las pretensiones de Sasuke cuando su rostro fue dirigido frente a la protuberante erección. Quería que se la chupara, igual que lo hacían los chaperos a los que pagaba por sus servicios. ¿Eso era todo? ¿Para eso lo buscaba? ¿Por eso lo provocaba? Un azote de ira mal contenida se dibujó en sus facciones mientras con la cabeza rechazaba moverse hacia donde él quiso. Sasuke gruñó frustrado, alzó las caderas impaciente volviendo a presionar aún más fuerte sobre la cabeza que se resistía por segunda vez.

 

Un gruñido seco, y con ambas manos Naruto deshizo el agarre sobre sus cabellos, volviendo a acomodarse encima del mayor.

 

—Yo no soy ningún maldito chapero —gruñó derramando sus palabras sobre la boca del moreno—. Si quieres que continúe, será a mi manera.

 

No le dejó contestar. Con renovadas energías Naruto lo besó mientras sus manos ávidas volvían a deslizarse por el cuerpo sudoroso de Sasuke, llegando a la cintura del bóxer, el que deslizó lentamente hasta dejar la firme erección al descubierto. Sasuke gimió enardecido al notar la mano cerniéndose al contorno de su dureza y un temblor desaforado lo arremetió cuando esta comenzó a moverse de arriba a abajo. Sin voluntad para detenerlo, clavó los dedos en el hombro de Naruto y dejó que el placer se expandiera más allá de lo que jamás había sentido, de lo que jamás sentiría en su maldita vida.

 

—Sasuke —clamó suavemente en su oído.

 

El delicioso y enloquecedor vaivén manual se detuvo, y el moreno alzó la cabeza con brusquedad para exigir por qué. A tiempo pudo ver como Naruto se había alzado ligeramente y ahora era su turno de liberar la presión de su miembro. Desde luego, la suculenta visión empañó cualquier otro pensamiento racional en su cabeza que no discurriera sobre el tamaño bien dotado de su hombría, y el color natural de sus cabellos dorados, los que definitivamente, también estaban en otra parte de su cuerpo.

 

Naruto se volvió a recostar sobe él y la dureza golpeó contra su vientre. Estaba dura, caliente y húmeda. Lo que le produjo un desconcertante escalofrío placentero y que su propia erección pulsara enardecida por más. Sasuke estaba confuso, nunca había permitido que ninguna persona, aparte de Sakura, traspasara su barrera personal y la apabullante excitación que el rubio le producía hizo que su cuerpo lo deseara con enfermiza necesidad.

 

La mano experta de Naruto se volvió a cernir alrededor de su masculinidad, la que friccionó suavemente y deslizó hasta rozar con otra piel igual de dura, tersa y tan caliente como la suya. Las había unido, comenzado a frotarlas entre sí. La tórrida sensación hizo que el cuerpo entero de Sasuke se apretara, y las sacudidas ascendieran incontrolables desde su ingle, haciéndolo gritar de placer.

 

—¡Joder, sí!

 

Sakura abrió los ojos un tanto desconcertada.

 

¿Había sido un sueño o realmente le había parecido escuchar la voz de su prometido? Miró hacia el lado contario, y el cabello largo y rubio de su amiga descansando sobre la almohada le recordó por qué no se encontraba a su lado.

 

Adormilada, se sentó en el borde de la cama unos segundos para bostezar con pereza antes de levantarse y salir al oscuro pasillo. Caminó en silencio, con los pies descalzos hasta la puerta del dormitorio de invitados, donde se detuvo con una mano rozando el pomo de la puerta.

 

Iba a girar el tirador cuando de repente escuchó un cascabel y el posterior maullido.

 

—Meow.

 

Sakura aflojó la presión sobre el tirador de la puerta, desviando la mirada hacia el final del pasillo. Quizás había sido el gato quien la había despertado y no Sasuke. Curiosa fue hasta el salón, hallando al susodicho desperezándose sobre el cómodo sofá. La joven se acercó a él sonriente.

 

—¿No puedes dormir, minino? —le preguntó con dulzura acariciando el suave pelaje de su lomo. Un tranquilo ronroneo fue emitido como única respuesta.

 

Con un suspiro sosegado por haber encontrado al causante de su desvelo, Sakura retrocedió entrando de nuevo en el pasillo, de vuelta a su dormitorio. Por lo menos se quedaba más tranquila sabiendo que era el gato y no Sasuke quien tenía ligero el sueño.

 

Y entonces lo escuchó claramente.

 

—No… no puedo más…

 

Sakura se detuvo en seco y agudizó el oído. Esa… esa no era la voz de Sasuke.

 

Extrañada, miró hacia la oscuridad del corredor unos segundos, antes de que instintivamente sus pies comenzaran a moverse de nuevo hacia la habitación de invitados. Un traspié le hizo perder momentáneamente el equilibrio debido a la oscuridad de la estancia, pero no llegó a caer. Una vez frente al dormitorio, no se preocupó en llamar. Abrió lentamente la puerta lo suficiente como para que sus ojos interceptaran la cama de matrimonio ubicada en el centro de la estancia.

 

En el interior distinguió dos siluetas, que en silencio, descansaban inmóviles una al lado de la otra, dándose la espalda. Poco a poco, Sakura se aproximó a ellos, comprobando lo evidente. Ambos parecían  profundamente dormidos. Confusa, negó enérgicamente con la cabeza y se regañó mentalmente por su demencia. ¿Escuchar voces no era de locos? La próxima vez que fuera al consultorio de Kakashi se lo preguntaría. Dio media vuelta, y cerró la puerta a su paso.

 

Sasuke abrió los ojos, y una sonrisa satisfecha cruzó su rostro. El corazón le bombardeaba a un ritmo frenético, la adrenalina continuaba bullendo candente por sus venas, se miró las manos y constató como aún le temblaban ligeramente, sobre sus labios pudo apreciar el sabor metálico de su propia sangre. El orgasmo había llegado tan intenso y devastador que tuvo que morderse así mismo para no gritar como un poseso. Sobre su vientre, descansaban los restos húmedos de su liberación.

 

Quien sabe lo que habría llegado a ocurrir si, justo después de que ambos se vinieran, no hubiera escuchado un ruido extraño en el pasillo.

 

Se suponía que debía sentirse aterrado, avergonzado y carcomido por los remordimientos. Por dios, su novia había estado a punto de sorprenderlos en una postura imposible de excusar. Pero para su sorpresa, su corazón se agitaba eufórico, y por su mente no discurría otro pensamiento que no fuera la idea de que si, por alguna razón el dobe y él se volvían a encontrar en una situación parecida, intentaría ser más silencioso manteniendo sus bocas ocupadas.

 

Aún percibía feliz los últimos coletazos de placer meciendo su cuerpo, cuando el peso del detective agitó la cama. Sasuke se giró despacio, a tiempo de ver como este se había incorporado, y de espaldas, había comenzado a vestirse en silencio.

 

—¿Qué haces? —susurró el moreno, confuso.

 

—No quiero seguir participando en esto, Sasuke —murmuró con un trémulo lamento, doblándose hacia delante. Parecía dolido y el estremecimiento que sacudía sus hombros era plenamente visible—. Ella… ella realmente te quiere. No merece que la engañes con nadie.

 

El moreno alzó una ceja dudoso.

 

—¿Ahora me vas a decir como tengo que llevar mi vida amorosa? —gruñó a la defensiva.

 

El rubio volvió enérgico el rostro hacia Sasuke. Su expresión era abatida y sus ojos destilaban un profundo arrepentimiento.

 

—Maldita sea, ¿Qué clase de ser desalmado eres tú? ¿Es que no sientes ni una pizca de remordimientos?

 

—Si lo siento o no, es mi problema —replicó hosco.

 

—Eres… eres… un maldito bastardo infiel —Naruto se alzó, y antes de que pudiera objetar alguna palabra añadió de camino a la puerta—. No vuelvas a buscarme. No volveré a ser tu cómplice en esto.

 

La puerta se abrió, y en segundos quedó cerrada.

 

Sasuke continuó unos minutos más con la vista perdida en la penumbra, erguido y tenso. Sí, por supuesto que sabía que no debería haber participado, ni dado pie a que aquella situación se desarrollara.

 

Pero joder, el sexo nunca antes había sido tan bueno.

 

Continuará…

 


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