Capitulo nueve: Observo… Observemos… (primera parte)
Harry se agacho para quedar a la altura de su hijo, abrazándolo más fuerte, dándole un tranquilizador beso en la mejilla, mientras desaparecían para llegar al hotel, tendría que hablar con su hijo de muchas cosas, pero antes debía ver ciertos recuerdos para tomar la mejor decisión…
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Damian se encontraba en su habitación en aquel hotel en que se hospedaban, exactamente acostado en la descomunal cama de tonos azules, solo se podía apreciar su cabellera negra que sobresalía de las sabanas que le cubrían, su respiraron era acompasada demostrando claramente que el sueño lo había vencido. Desde la puerta de la habitación recostado en el marco de esta, se encontraba Harry viendo absorto como su hijo dormía claramente, sus ojos verdes estaban aguados por las lagrimas que había derramado al ver lo que tenían aquellos recuerdos, sabia perfectamente que debía mostrárselas a Damian, su pequeño no podía odiar a su otro padre, tenia que saber toda la verdad. También había sido su culpa, él jamás le había contado de Draco, pero es que era tan doloroso hablar de él, tan solo de recordarlo le dolía el pecho, sabia que si le habría contado algo a su hijo se estaría horrado muchos problemas y sentimientos de culpa, y también aquellos malos sentimientos que habían despertado su hijo hacia su otro padre. Pero ahora había llegado el momento, su hijo aunque tuviera tan solo siete años era muy maduro y sabría entender la razón de actuar de sus padres y si no era así, él le aria ver la realidad. Ellos eran solo unos chicos, que acaban de salir de una guerra, en donde la manipulación, la tristeza por las perdidas, y las culpas por los actos cometidos aun estaban demasiado frescas, en donde la falta de confianza, y comunicación, y por su puesto la culpa jugó un papel importante en aquel terrible desenlace.
- Damián... – susurro fraternalmente, moviéndolo ligeramente con su mano
Damián siguió plácidamente en su sueño, pero la insistencia de su papá no lo había dejado continuar en su mundo de ensueño…
- que… ¿ya es hora de comer? – dijo aun adormilado, sentándose levemente en la cama y tallándose uno de sus ojos
Harry sonrió con cariño al ver los gestos de su pequeño… - no mi vida, epro tengo que mostrarte algo – dijo seriamente
La voz de su pa’ tan seria provoco que cualquier resquicio de sueño huyera inmediatamente, se sentó completamente mirando fijamente a su papá - ¿Qué paso?
Harry suspiro y se levanto – será mejor que vayamos a la sala, ahí te lo mostrare… - dijo tratando de que su voz sonara lo más serena posible – y no salgas descalzo – le advirtió
- ya, ya… - dijo algo divertido
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Damián sentado en el enrome sillón de la sal del departamento, miro aquel “trasto” según el que su papá había puesto en la mesa de centro.
- Damián, esto es un pensadero ¿sabes lo que es?
- si Trían me conto de que se trataba – dijo completamente curioso, preguntándose que era lo que su papá quería mostrarle
- bien quiero que entiendas que lo que vas a ver es algo muy importante, cuando salgamos del primer recuerdo me harás todas las preguntas que quieres ¿de acuerdo? – le dijo seriamente
Damián solamente asintió…
Harry tomo la mano de su hijo y se acerco al pensadero…
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Se encontraban en una oficina completamente maravillosa según Damián, ya que en todos lados se podían apreciar varios adornos extraños, que colgaban por las paredes, otros apretujados en los rincones. Un anciano hombre, increíble más viejo que el jefe-clavo de su papá, su larga baba caía en imperceptibles ondas, sus lentes de media luna bailaba en el puente de la fina nariz de aquel viejo anciano, su mirada celeste tranquila y calma se poso en ellos, como si fuera capaz de verlos, un escalofríos paso por su cuerpo ante aquella profunda mirada.
Pero toda aquella calma se esfumo al abrirse fuertemente la puerta, por ella entraron varias personas a la vez. Un hombre alto de cabellos rubios largos hasta el hombro, serio y frio, con unos calculadores ojos grises, a su lado se encontraba una mujer alta y elegante, también con cabellos rubios, largos y lisos hasta la cadera, detrás de ellos y parándose en un rincón oscuro, estaba un hombre oscuro y tétrico que con su oscura mirada le dio un pequeño escalofrió, su porte era imponente e intimidante, sus cabellos eran negros como sus ojos y algo grasoso y su nariz era grande, muy grande, no pudo evitar sonreír con burla, no es que se riera o burlara de los demás por sus defectos físicos, pero en esta ocasión no pudo evitarlo, era gracioso, pero intimidante.
- el fue tu director Albus Dumbledore – afirmo mirando a su papá e indicándole al viejo mago.
Harry asintió con una nostálgica sonrisa
- y el ¿tu profesor de pociones? – dijo en tono algo burlón
- sí, el mejor maestro de pociones – dijo con respeto, no podía olvidar que aquel osco profesor lo había salvado muchas veces
Damián asintió con una sonrisa iba a preguntarle quienes eran las otras dos personas, ya que aquel hombre se le hacía conocido pero no sabía de donde le ‘conocía’, pero en ese momento entraron otras personas, sorprendiendo a Damián, al ver aquel chico rubio y ojos grises que había visto en aquella antigua foto de su papá…
Continuara…