Dos semanas después, haya sido posiblemente la noche mas tranquila de todas. Los exámenes habían terminado, y las tan ansiadas vacaciones habían comenzado.
El castillo estaba prácticamente desierto, y los pocos alumnos que ahí quedaban, se irían a primera hora de la mañana. Harry y Draco estaban entre ellos…también lo estaba Ginny Weasley.
La pelirroja se dirigía de manera silenciosa y sigilosa hacia la biblioteca, tenia deseos de buscar un entretenido libro para leer en vacaciones…y con toda intención, penetro dentro de la sección prohibida.
Hacia un par de años, cuando Ginny cursaba el tercer curso, ella y unos compañeros de su clase, habían encontrado un libro de magia negra, que contenía hechizos, encantamientos, pociones, entre otras cosas tenebrosas.
El libro parecía ser bastante interesante, pero ellos le temian, por cautela, lo escondieron debajo de una madera floja en el piso, para que nadie lo encontrase. Pero la pequeña de los Weasley, quería recuperar a su Harry a como diera lugar, había que separarlo de esa serpiente cuanto antes. Ginny salió con el libro y lo guardo en su equipaje, tenía todas las vacaciones por delante, para encontrar algo en ese peligroso libro, que separar a Harry y Draco.
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El día amaneció con sol, pero frío, luego de poner dos rosas rojas sobre la tumba del difunto director, Harry y Draco tocaron la lata oxidada, y cayeron en los terrenos de la mansión Black.
Al entrar a la imponente casa, los chicos quedaron sorprendidos, el elfo Kreacher había hecho una magnifica labor en todos los rincones del antiguo caserón. El habiente era acogedor y calido, con un gigantesco árbol de navidad, abarrotado de luces.
-Es perfecto – exclamo Draco.
-Igual que tú – le respondió Harry, para abrazarlo, y luego besarlo intensamente.
-Harry…ese elfo loco puede vernos.
-No, le dije que arreglara todo y se marchara hasta que…mmm… lo llame.
-si, si, buenas ideas.
Ambos se dejaron caer en el sillón totalmente enredados. Pero un pequeño “puf” los hizo saltar de sus lugares.
-¡Kreacher! – exclamo Harry, avergonzado y tratando de arreglar su ropa – ¿que haces aquí?
-Queria comprobar si mi señor había llegado bien a su casa.
-Pues si, no lo ves. Si no te llamo no aparezcas ¿de acuerdo?
-Como usted lo ordene mi Sr. Harry Potter, todo esta como usted lo dispuso.
Y con otro “Puf” el elfo desapareció.
Los chicos corrieron hasta la cocina, mientras jugaban a empujarse, por ver quien llegaba primero, Harry fue el vencedor, y abrió la nevera bruscamente.
Kreacher había dejado todo tipo de comida chatarra, y otros manjares deliciosos, como pavo, frutas, postres, comida muggle…todo para que no pasaran hambre durante esas dos semanas.
Todos los días que pasaban eran maravillosos, e irrepetibles. Draco había parecido desarrollar un gusto especial por los helados, y el subirse al sillón y saltar en una canción de rock…también disfrutaba de las películas, sobre todo de esas tan subidas de tono, que Harry había conseguido en una tienda de videos muggle.
De esas dos semanas, solo salieron un solo día, y fue para ir por separado a Hogsmade, y comprar sus respectivos regalos de navidad para ellos y sus amigos.
Excepto por ese día, los demás fueron una variación entre, escuchar música, sexo, sexo, mirar películas, sexo, jugar en la nieve, mas sexo, comer cosas muggles, ducharse juntos, sexo…y así llego la mañana de navidad.
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La serpiente y el león, bajaron a la sala mucho mas tarde de lo que se acostumbra en navidad, ya que al ver el reloj eran casi las 12:30 del mediodía.
Ellos estaban juntos y felices, eso era lo importante, al parecer no les importaba navidad, ni el pavo, y los buenos deseos. Solo con un beso y un “buen día” bastaba.
Una lechuza llamó la atención de los chicos, Harry se acercó a abrir la ventana y tomar la carta que traía, era de Ron y Hermione, que estaban pasando las fiestas en el mundo muggle, en casa de los padres de la chica.
El moreno tomo la mano de su rubio, y junto a una taza de chocolate caliente, se dispusieron a cambiar sus regalos.
Draco abrió su obsequio, y no entendió bien de lo que se trataba. Era un hermoso tubo de plata, dentro de éste, había una hoja de pergamino enrollada, y una pluma.
-Míra – le dijo Harry, mostrándole un tubo exactamente igual al suyo – es un pergamino encantádo, escribe algo en él.
Draco escribió “hola”, para su sorpresa, el pergamino absorbió la tinta, y el mensaje se traslado al pergamino de Harry. Era estupendo.
-Para poder estar siempre comunicados – le explicó Harry – si alguna vez estamos lejos, esto nos mantendrá unidos.
El rubio le dio infinitas gracias, por un regalo tan hermoso y original, lo abrazo y lo beso, como siempre hacía, para darle también su regalo.
Harry destapó una hermosa caja, y dentro, se encontró con el pijama de seda verde de Draco, que a él tanto le gustaba…y aún tenía su olor.
-Gracias – le dijo el Gry – me encanta.
-Se que no es un gran regalo – le contestó el Sly.
-Bromeas, es algo tuyo, y tiene tu olor, es perfecto.
El rubio guardaba el verdadero regalo en secreto, aún no se lo daría a Harry, iba a esperar hasta la noche de año nuevo para dárselo, junto con la respuesta a la proposición del moreno, de irse a vivir juntos.
Draco tenia grandes expectativas y esperanzas para su futuro, y nada mejor para concretarlas, que la noche en donde un nuevo año se iniciaba…después de todo…año nuevo, vida nueva.