Luego de tan maravillosas vacaciones de invierno, Draco y Harry retomaban sus rutinas en Hogwarts.
El pobre elfo domestico tendría un arduo trabajo ordenando la mansión, que parecía como si hubiese pasado un huracán, estaba absolutamente patas para arriba, y tan sucia que daba la impresión de un autentico basural. Los chicos no habían tenido mejor idea, que jugar a correr dentro de la casa, para ver quien atrapaba a quien, y luego someterlo a sus disposiciones.
Pero la realidad golpeo la puerta, había que regresar.
Por fortuna, nadie había notado que ambos chicos llevaban los mismos anillos, solo Hermione contemplo el de Harry.
-Harry, que hermosos anillo.
-Si, lo es, lo encontré en el cuarto de Sirius - ya había planeado una cuartada perfecta.
-De veras, seguro era suyo, se ve muy costoso.
Harry levanto sus hombros en seña de no saber, y se metieron al aula de pociones.
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Los días transcurrían sin mayor inconveniente, las clases, trabajos, exámenes, visitas a Dumbledore, algunas escapadas al baño desobedeciendo a la directora, y también había que pensar en el discurso de graduación, pero para eso faltaban algunos meses.
El salvador del mundo mágico bajo a desayunar una mañana, busco a su rubio novio en la mesa Slytherin, pero estaba muy concentrado leyendo El Profeta.
Harry saludó a sus amigos, y tomo el diario. Rápidamente se dio cuanta porque Draco estaba tan atento en sus páginas.
10 de enero, comenzarán los juicios a Mortifagos.
Sin duda Los Malfoy serian la mayor atracción en el ministerio (donde se llevaban a cabo los juicios), y en la prensa también, y Draco no estaría exento de esto.
Entro de la clase de adivinación, algunos dormían, otros hablaban…y Harry, recibía una grulla de papel muy conocida. La abrió.
¿Leíste el profeta? Te veo en la tumba luego de almorzar…Te amo.
Harry lo miró, y le dedicó una sonrisa, al mismo tiempo que confirmaba con su cabeza.
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-Menos de una semana Harry, mis padres tendrán su oportunidad.
-Lo se Draco, trata de calmarte, todo va a salir bien.
-De eso estaría seguro…si tu declaras en el juicio.
Harry lo miró pensativo, y algo dudoso. Sin duda habían hablado de este tema algunas veces. El moreno sentía efectivamente, que Narcisa no merecía estar en Azkaban, después de todo ella no había hecho nada malo, y lo había salvado de Voldemort…pero Lucius era mas complicado, uno de los mortifagos más fieles, tiene comprobado que realizo torturas, y ofreció su casa como asilo al Lord…pero aún así, no se comprobó muertes a su cargo.
-Lo haré amor, voy a ayudarte.
Draco lo abrazó con fuerza, con Harry en el juicio, sus padres contaban con una gran ventaja, solo había que tener fe, y esperar a la fecha.
En el transcurso de esa semana, Harry fue llamado ante el ministro, éste mismo le explico que tenia que asistir al juicio de Los Malfoy y declarar.
-Créame joven Potter, que no tengo el menor interés de iniciar estos juicios, pero así es la ley, y debemos respetarla.
-Lo entiendo Señor Ministro, pero déjeme decirle que yo observe esta guerra desde muy cerca, no creo que el matrimonio Malfoy merezca estar en Azkaban.
-Eso no será mi decisión, jóven, pero usted y el hijo de los acusados son los únicos testigos.
-Lo se, estaré aquí puntual señor, ahora debo regresar.
Harry salió del ministerio un poco aturdido, no creía que Lucius Malfoy pudiera salir de ésta tan fácilmente, pero la felicidad de Draco estaba en juego, y el futuro de ambos también, Harry planeaba hacer todo a su alcance.
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El día anterior al juicio, Harry fue nuevamente a ver al ministro, quien le comentó que Narcisa y Lucius, no estaban esa noche en Azkaban, sino que, fueron trasladados a la torre norte de Hogwarts.
Esa torre era un calabozo sumamente seguro, y es donde los prisioneros esperaban la sentencia. Harry lo conocía muy bien, de ahí rescataron a Sirius Black, con la ayuda de Hermione y de Buckbeek. A Harry se le ocurrió una idea.
La noche antes del juicio…
-¿Ya tienes la carta, Draco?
-Harry, no entiendo nada, ¿porque me hiciste escribir una carta a mis padres?, ¿a donde vamos?
El moreno se paro en seco, y luego de darle un beso, le explicó:
-Amor, tus padres están en este momento en la torre norte del castillo.
-¡QUEEEE!
-Así es, ahí van los prisioneros antes del juicio.
-Harry, por favor, subamos a verlos, voy a buscar las escobas.
-No, con las escobas es imposible, hay otra forma.
Harry guió a Draco hasta la casa de Hagrid, descansando ahí, se encontraba el enorme animal.
-No, de ninguna manera me subiré a esa gallina gigante, Harry.
-Draco, si quieres ver a tus padres, es la única solución.
El rubio lo medito un momento, y luego acepto. Ambos se acercaron sigilosamente, y le hicieron una hermosa reverencia al animal, éste, luego de comprobar la amabilidad de los jóvenes, realizo una reverencia también.
Con gran confianza en Harry, y algo de miedo en Draco, subieron a su lomo y emprendieron vuelo.
El rubio se agarraba fuertemente de la cintura del moreno, el miedo estaba pasando, la alegría de ver a sus padres era inmensa.
Buckbeek comenzó a tomar mas vuelo, los chicos comenzaron a sentir un poco de diversión, era fantástico, la noche estaba preciosa, y ellos juntos, luego de un par de vueltas, risas, besos…llegaron a la torre norte.
-Draco, no hay mucho tiempo, habla lo necesario y dales la carta. Mañana los volverás a ver.
-Harry gracias, no me alcanzará la vida para agradecerte todo lo que as hecho por mí.
-Draco, yo te amo, haría cualquier cosa por ti – luego de un beso – ahora ve.
Draco giró a su derecha, y se encontró con una reja, estaba muy oscuro, así que llamo.
-¿Mama, papa?
-¿Draco? – se oyó la voz de Narcissa.
-Mama, soy yo, estoy aquí.
Lucius y Narcissa corrieron y abrazaron a su hijo, con la molesta reja de por medio.
La mujer lloraba desconsoladamente, acariciando y besando el rostro de su hijo.
-Hijo mio – comenzó Lucius a besarlo, mientras abrazaba a su esposa – ¿como has llegado hasta aquí?
-Papá, este no es el momento para explicaciones, tengo poco tiempo.
Draco les extendió la carta, y ellos la tomaron desesperadamente , tanto como lo eran los besos de Narcissa y Lucios para con su hijo.
-Lean la carta, van a entender muchas cosas, mañana todo va a salir bien, regresaremos a la mansión juntos.
Luego de lágrimas y palabras de afecto, se despidió de sus emocionados padres.
Draco llego hasta Harry hecho un mar de lágrimas, éste lo estrecho entre sus brazos, hasta calmarlo un poco.
Volvieron al castillo a descansar, mañana seria un largo día.
Dentro del calabozo, cerca de la puerta para poder ver mejor, Lucius y Narcissa leían la carta de su hijo.
Queridos Mamá y Papá:
Los extraño muchisimo, todos los días pienso en ustedes, y los necesito mas que nunca, al igual que mi padrino. La guerra nos pego duro, pero soy un Malfoy-Black, y estoy resistiendo.
Yo estoy muy bien, me ha pasado algo maravilloso, entre tanta tristeza. Me he enamorado. Esa misma persona estará en el juicio conmigo mañana, y podrán conocerla…aunque ya la conocen. Será una gran sorpresa, así que estén preparados.
Es todo lo que puede decirles hasta ahora, ya tendremos tiempo de sentarnos en la sala de la mansión y hablar. Todo saldrá bien en el juicio, confío ciegamente en la persona que va a ayudarlos, y que amo.
Su hijo, Draco.