Era un hermoso día de primavera, el sol brillaba sobre un cielo sin nubes y las flores multicolores decoraban cada rincón de los jardines de Hogwarts.
Esa tarde, se celebraba la boda de el profesor de Herbologia Neville Longbottom y la auror Luna Lovegood.
Frente al lago se erguía una delicada carpa blanca donde se había realizado la ceremonia, y fuera de ésta estaba todo dispuesto con distintas mesas, bocadillos y bebidas.
El ambiente era de felicidad y alegría, todos los invitados se encontraban riendo en el jardín cuando la ceremonia había finalizado.
Neville lucia impecable con un traje negro, y Luna se veía hermosa, y muy normal en un sencillo vestido de seda blanco.
Entre los invitados se encontraban, el padre de Luna, los miembros del ejercito de Dumbledore y la orden del fénix, Minerva Mcgonagall con otros profesores, Andrómeda con Teddy. Ron y Hermione, que lucia su hermoso vientre, muy cerca ya de dar a luz a su primer hijo… y por supuesto, Harry, Draco y Albus que ya tenia seis terribles años.
-Papá Draco – interrumpió Al, ya que Draco hablaba con su tía Andrómeda – ¿puedo ir con Teddy a jugar a la pelota?
-Vallan… ¡pero no se acerquen al bosque!… Albus, ¿me oíste?
-Si papá – grito Albus que ya se estaba alejando con su primo.
-Merlin Draco, si no supiera lo contrario diría que ese niño es hijo tuyo.
-Es mi hijo, tía.
-Lo se querido, pero tu sabes a que me refiero… un hijo biológico.
-Increíble lo que una poción puede hacer.
-Por suerte las cosas salieron bien… ¿sabes algo de la madre de Albus?
-A mi no me interesa, pero no… no se sabe nada. Harry a veces se preocupa mucho, pero a decir verdad ni la propia familia sabe de ella.
-Que extraño.
-Mejor así, nos causo mucho daño, la quiero lejos de Harry y de nuestro hijo.
Mientras Draco hablaba con su tía, Harry hablaba con Neville y Ron, mientras que luna estaba fascinada tocando la enorme y hermosa panza de Hermione.
-¿Y tu querías una niña? – le preguntaba Luna al saber que el bebe, efectivamente sería niña.
-Ron quería una niña… creo que lo deseo tanto que se le hizo realidad.
-¿Han decidido el nombre?
-Rose.
-Oh, es hermoso.
-Yo había sugerido ponerle Ginny, pero Ron está muy decepcionado de ella, y muy dolido.
-¿No se sabe nada?
-No, hace casi cuatro años que no sabemos nada de ella.
-Espero que esté bien.
-Todos esperamos eso.
_____________________________________________________________________
Albus y Teddy estaban jugando con una pelota de fútbol que su abuelo Tonks le había regalado, parecían disfrutar mas de ese deporte muggle que de el Quidditch.
Albus le había obligado a pintarse el pelo platinado como el, alegando que así parecían gemelos, aunque su padrino Harry siempre le decía que el color azul era el que mejor le quedaba, así que cambiaba su pelo depende con quien estaba.
-A que no me la quitas – le retaba Teddy, mientras le daba la espalda para que no pudiera acercarse al balón.
-¡Ya veras que si!
Albus le dio una fuerte parada a la pelota, y ésta fue a parar dentro del bosque prohibido.
-Espera, ¿A dónde vas? – lo frenó Teddy, al ver que su rubio primo quería meterse al bosque.
-Tu que crees, a buscar la pelota.
-Tu papá dijo que no nos acerquemos.
-Que cobarde eres, no pasa nada.
-No Al, mi abuela me dijo que ese lugar es muy peligroso.
-Pues a mi no me asusta – dijo, y sin hacerle caso se metió dentro del bosque.
-Al, ven aquí, te acusare con tu papá.
Albus ya no podía escucharlo. Sus ojos verdes estaban fascinados mirando todo a su alrededor, los extraños árboles, las exóticas plantas, y como toda esa jungla no permitía que el sol entrara fácilmente.
Siguió penetrando mas y mas el bosque, hasta que visualizó la pelota junto a unos arbustos.
En el mismo momento que se inclinó para recogerla, se topo con unos zapatos sucios y rotos, su vista siguió subiendo para ver unas piernas pálidas, y la ropa en mal estado, finalmente su cara… era una mujer, tenia los ojos verdosos con un brillo triste, el cabello enmarañado y rojizo, como el de su tío Ron.
-Hola – le dijo la mujer, tenia una voz dulce que no coordinaba con su aspecto - ¿Cómo te llamas?
-Mi papá me dijo que no debo hablar con extraños.
-Bien, en ese caso… Yo soy Ginny, supongo que ya no somos extraños.
-Bueno, soy Albus – dijo algo desconfiado.
-Yo conozco a tu papá, sabes… tienes los mismos ojos.
-Si, pero todos dicen que me parezco mas a mi papá Draco.
-¿Y que hay de tu mamá?
-No tengo mamá.
-Por lógica todos tenemos una, ¿jamás te hablaron de ella?
-Creo que una ves escuche hablar de ella a mi papá Harry y mi tío Ron… pero mi papá Draco me dijo una ves que ella no me quiere.
-De seguro está equivocado, ¿tu abuela Molly nunca te hablo de ella?
-No – dijo al mismo tiempo que negaba con la cabeza, Albus podía ver como los ojos de la mujer se llenaban de lágrimas.
-¿Y tu no quieres conocerla?
-No, yo solo quiero a mis papas.
-Pero todos necesitan una madre.
-Yo no.
La extraña conversación continuó, mientras que Teddy le informaba a Draco que Albus se había metido dentro del bosque.
El rubio no quiso preocupar a nadie, mucho menos a Harry o a los recién casados… sigilosamente se fue alejando para ir a buscar a su hijo, y luego le daría unas buenas nalgadas por desobedecer.
El sol estaba comenzando a esconderse y un pinchazo de preocupación golpeo el pecho de Draco, tenía un mal presentimiento.
-Albus, ALBUS – Gritaba con fuerza.
-Ese es mi papá – le dijo Albus a Ginny, se asustó mucho al ver la mirada de odio de la mujer, su rostro desencajado. Cuando intentó correr hasta su padre, ella lo agarro fuertemente del brazo y le impidió que escapara – ¡PAPÁ!
Draco escucho el grito de terror de su hijo, y comenzó a correr desesperado en dirección al sonido.
Lo que vio lo dejo paralizado, atónito, aterrado, jamás había sentido tanto miedo en su vida.
Ahí mismo estaba la desaparecida Ginny Weasley, lucia abandonada y sucia, pero sobre todo sus ojos tenían un destello de odio y locura.
-Suelta a mi hijo.
-No es tu hijo, maldito… ES MI HIJO.
-De acuerdo, lo es… ¿no pensaras hacerle daño a tu propio hijo verdad? ¿Qué pensaría Harry?
Draco trataba de usar todo su autocontrol, por dentro estaba aterrado, no tenia idea lo que planeaba Ginny, y debía actuar cautelosamente.
Al escuchar ese nombre, la pelirroja pareció flaquear, y Albus aprovecho la situación para zafarse de su agarre, y corres a los brazos de su papá.
-Albus, vete de aquí – le ordeno Draco, sin apartar los ojos de Ginny.
-No papá, no te quedes aquí, vamos.
-No pasa nada hijo, ¡vete ya!
A regañadientes y asustado, Albus obedeció a su padre, regresaría a la fiesta y alertaría a su papá Harry sobre lo que estaba ocurriendo.
-Arruinaste mi vida – le reclamaba Ginny.
-Lo hiciste tu solita.
-Me has quitado todo, yo debería estar en la boda de mis amigos, con mi hijo y con Harry.
-Pero no lo estás, y no le eches la culpa a los demás, porque tu eres la única responsables de tus actos.
-Callate estúpido, ¡CALLATE!
Ginny estaba definitivamente desequilibrada, y las palabras de Draco no parecían calmar nada la situación. Ahora que su hijo no estaba, no temía decirle todo lo que se había guardado en esos años. Quiso sacar su varita, pero ella fue mas rápida.
-Expelliarmus.
La varita de espino voló lejos, dejándolo desarmado, y dejando a Ginny con una sonrisa de satisfacción y deseosa de venganza.
-Siempre fuiste un maldito cobarde, y esta vez nadie va a interponerse… ¡Crucio!
Draco cayó al suelo de rodillas producto del intenso dolor que sintió dentro de su cuerpo. Ginny se acerco lentamente con la varita extendida, dispuesta a seguir ajustando cuentas.
-Vas a pagar por todo el tiempo que pasaste con mis amigos, por todo el tiempo que estuviste con mi hijo, y por cada beso que le robaste a Harry.
Draco sintió un nuevo crucio en su cuerpo, mucho más fuerte que el anterior, y esta vez no pudo evitar gritar con fuerza. La risa de locura le Ginny le hacia recordar a la de su tía Bellatrix, y eso lo hizo estremecer aun mas.
-Yo no fui el culpable, tu perdiste a tus amigos, tu preparaste esa horrible poción. ¿Como te atreves a reclamar a Albus?, ni siquiera te importa.
-¡Eso paso por tu culpa… eres el culpable de todo! CRUCIO.
Draco se sentía cada vez mas débil retorciéndose en la húmeda tierra, la maldición era cada ves mas fuerte, pero él no sería capaz de mantenerse callado, le diría toda sus verdades, aunque le costara la vida… en lo único que pensaba era en los ojos de su hijo, que eran los mismos que los de Harry.
-Todo este tiempo soñé con este momento, de hacerte pagar una por una todas las que hiciste. Te vas a arrepentir de haberte metido conmigo Draco Malfoy ¡CRUCIO!
_________________________________________________________________
-PAPÁ, PAPÁ
Albus corría a toda velocidad por los jardines.
-Albus, ¿qué ocurre?
Agarró de la mano a Harry y lo separó de la persona con la que estaba hablando.
-Papá, lo siento mucho, fue mi culpa.
-¿Qué paso?
-Me metí al bosque.
-¡¿Qué?!... estas en graves problemas jovencito.
-No… papá Draco lo está.
-¿Cómo? ¿Donde está tu padre Albus?
-Me encontré con una mujer en el bosque, me dijo que te conocía, pero cuando llego papá ella me agarro fuerte del brazo, luego me zafe y papá me pidió que me marchara… él se quedó ahí con esa mujer que parece loca.
Dio gracias a Merlin entender perfectamente la rápida y deficiente explicación de su hijo.
-¿Una mujer? ¿Como era?
-No lo se… estaba sucia, tenía el pelo revuelto y era colorado como el del tío Ron, de seguro está loca, papá.
Harry sintió el peor escalofrío que jamás hubiera experimentado… ¿sería Ginny? De serlo así Draco estaba en peligro, y no pensaba arriesgarse a perder a otro ser amado.
-No es nada hijo, yo iré a buscar a papá Draco, tu ve con los tíos, ¿si?
Albus había pensado en replicar, pero se sentía mal al saber que eso había pasado por desobedecer, así que se quedo quietito en su lugar, y esperando a que sus papas volvieran.
Harry corría por el bosque, se sentía mas nervioso y asustado que cuando iba a enfrentarse a Voldemort, no sabia a donde dirigirse y estaba comenzando a anochecer.
De pronto lo escuchó… un grito desgarrador de dolor. La sangre se le enfrió y parecía que su corazón reventaría del miedo y la desesperación.
-¡DRACO! – grito con fuerza, dirigiéndose a donde había escuchado su voz.
Corría desesperado por entre los árboles, los gritos se hacían cada vez más fuerte, se estaba acercando. Finalmente llegó… Draco estaba tirado junto a los pies de un enorme árbol, parecía inconciente.
-Draco, mi amor ¿estás bien? – Harry se había tirado al piso a socorrerlo, abrazándolo, sacando el pelo que estaba pegado en su cara.
-¿Harry? – llegó a articular Draco con mucha dificultad, como agonizando.
-Mi amor soy yo, ¿quien te hizo esto?
-Yo lo hice.
Harry se sobresaltó al escuchar esa voz, la conocía muy bien, y hacia casi siete años que no la escuchaba.
-¿Ginny?
-Bueno, parece que alguien me recuerda.
-¿Que le has hecho? ¿Qué pretendes?
-Vengarme.