Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Silencio por chibiichigo

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: Ninguno de estos personajes me pertenece, solo lo ultilizo sin fines de lucro. 

La placa la inventé yo... cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia 

Notas del capitulo: hola espero que lo disfruten. Este fic va dedicado a mi amiga Soriel. Espero que sea de su agrado

Y la molesta luz blanca le dio de lleno en los ojos.

 

 

 

 

---

El auto de atrás de él tenía las luces altas, y tocaba el claxon como enajenado. Aparentemente creía que entre más tocara más rápido avanzaría. Ese sonido le estaba produciendo dolor de cabeza… mucho dolor de cabeza.

 

 

 

 

----

Silencio

La calle se encontraba vacía, posiblemente debido a la tormenta que caía copiosamente sobre el pavimento, causando difícil visibilidad tanto a conductores como a transeúntes.

Había intentado llegar temprano a casa. No olvidaba que ese día se celebraba el aniversario de su noviazgo con el pelirrojo, sin embargo por situaciones fuera de su control se había retrasado.

De no haber sido por el extraño accidente automovilístico que tuvo lugar a solo unas cuantas calles, hubiera podido llegar a tiempo para la cena. Esperaba que Gaara lo perdonara…

Se sorprendió al encontrar la casa sin luz, prácticamente desierta. El único sonido que existía en la sala era el de un reloj de pared, donde indicaban las once y diez de la noche.

-Espero que no esté molesto…

Se asomó al comedor, donde se encontraban unas velas apagadas, y la comida sin tocar sobresalía del plato. Se acercó a mirar de qué se trataba.

Ravioles y ensalada con queso feta…

Era la cena favorita de ambos, puesto que eso habían pedido la primera vez que salieron juntos en una cita. Ese olor particular evocaba en su memoria múltiples recuerdos de todo el tiempo que había transcurrido en compañía de su pareja.

Sintió un extraño vacío en el pecho al recapacitar en que posiblemente, Gaara hubiera estado esperando con más ansias que él esa fecha. Finalmente… era un momento para festejar que sus vidas se habían unido y habían logrado formar una pequeña familia de dos.  Un extraño sabor a culpabilidad llenó desde la punta de la lengua hasta la boca del estómago.

Intentó hacer caso omiso a eso…

Retomó la marcha a la cocina, donde esperaba que su novio estuviera. Ya fuera sentado en la penumbra del desayunador o satisfaciendo su manía de limpiar las cosas cuando se encontraba verdaderamente desesperado. Casi podía imaginarse esos claros y profundos ojos mirándolo con rencor, clavándole mil dagas en el pecho solo por atreverse a llegar tarde.

 No se encontraba ahí…

A toda prisa, y pensando en la mejor manera para explicarle el motivo de su retraso, se dirigió a la habitación que compartían. Era el único lugar en la casa donde tendría sentido que se encontrara…

 Prendió la luz, esperando verlo recostado o dormido en la cama, sin embargo obtuvo el mismo resultado que en la cocina, únicamente el silencio precedía el lugar donde su amado pelirrojo debería encontrarse. Era como si a Gaara se lo hubiera tragado la tierra.

Comenzó a sentirse ligeramente mareado, como si tuviera algún problema de falta  de azúcar. Le dolía la cabeza todavía por el sonido del claxon del auto de atrás, pero la sorpresa de no ver al pelirrojo era lo que más lo alteraba, dejando ese insistente dolor en segundo término.

Se llevó el puño a la boca mientras intentaba encontrar alguna explicación lógica para tal ausencia. Quería retomar un poco la calma y pensar con claridad, sin embargo esa actitud salía completamente de los estándares normales para la dinámica de pareja.

 Por lo general, el pelirrojo dejaba un mensaje de a dónde iba. No tenía por costumbre desaparecer por muy cabreado que estuviera…

Pero no sabía que más pensar. Dónde buscar. Creía que en el momento que el pelirrojo volviera a la casa, podría recibir una sorpresa desagradable en caso de no verlo. Lo mejor era aguardar por él y pedirle una disculpa.

Se sentó  a esperarlo en el sillón de la sala, sintiendo como sus parpados se cerraban. Mantenía sus dedos en la sien, intentando menguar el dolor, que se había acrecentado prácticamente de la nada. Era como si un tambor, ligado al estrés que sentía en ese momento se hubieran juntado para retumbar en su cabeza. Se relajó y se cruzó de hombros, esperando que el dolor bajara si descansaba la vista un rato.

Se quedó dormitando un rato. No estaba consciente de cuánto tiempo había pasado cuando notó que su pareja había vuelto a la casa. Entre sueños, sin estar ni dormido ni despierto, escuchó como toda la estancia se cimbraba de un portazo, seguido por pasos apresurados en dirección a la habitación.

Reunió todas las fuerzas que tenía en ese momento y se encaminó al recibidor. Había un charco justo a los pies de la puerta, y una chaqueta empapada sobre el piso. Quiso recogerla, pero con cada vez que intentaba agacharse, sentía la cabeza estallarle.  

Consideró que una noche más que estuviera tirada no tendría ningún problema. En ese momento lo relevante era Gaara…

Necesitaba hablar con él urgentemente. No quería que esa noche, el pelirrojo durmiera molesto… tenía que arreglar las cosas con él. Pedirle una disculpa por la demora y explicar sus motivos de retraso.

No podía creer que Gaara armara tanto alboroto por nada, o en su defecto por cosas tan poco relevantes como una cena privada. A su parecer, esta noche no era distinta que las demás… se pertenecían el uno al otro diariamente y celebrar una fecha tan trivial no cambiaría el hecho de que lo amaba con toda su alma. Esperaba que comprendiera eso…

Subió las escaleras con calma… no existía necesidad de apresurarse a encarar a la bestia de ojos claros que se encontraría escupiendo fuego en la habitación.  Posiblemente su novio se tranquilizaría de un momento a otro, aunque sus gritos y amenazas de muerte fueran simplemente reemplazadas por su fría indiferencia.

La puerta estaba entreabierta, como invitándole a pasar.

 Se disponía a entrar cuando, al tener la mano en el pomo de la puerta, escuchó que Gaara estaba llorando y gritando con histeria. No como un simple desaliento amoroso, sino como quien ha sido presa de la desesperación más intensa.

Se detuvo un momento, considerando si quedarse así, en silencio, o entrar tranquilamente y calmarlo. Pero el pelirrojo simplemente caminaba de un lado al otro, como si de un león enjaulado se tratara. Totalmente trastornado de su carácter habitual.

Desde el marco, podía observar al pelirrojo revolver las cobijas, lanzar los cojines y cualquier otra cosa que tuviera la desgracia de atravesarse en su campo visual.

Y de pronto… paró.

Sacó del bolsillo de su pantalón, apresurada y descuidadamente, una bolsa de papel, tan mojada que no se alcanzaba a distinguir nada de lo que contenía. Ni siquiera el nombre impreso en ella. En un intento desesperado la desgarró para sacar su contenido y salir del cuarto mezcla de furioso y desencajado.

Al ver como su novio se apresuraba al baño, entre trompicones, entró en la habitación, totalmente destruida por ese ataque de violencia, y prácticamente irreconocible por estar vuelta un lío. Buscaba con la mirada lo único que en ese momento le llamaba la atención, y la encontró casi junto a los pies de la cama.

Observó con detenimiento la bolsa que ahora se encontraba tirada en el suelo…

Era de una farmacia.

Estaba completamente desconcertado. Se acercó al baño casi a zancadas, deteniéndose solo para tocar la puerta. No hubo respuesta… posiblemente Gaara no quería contestarle en medio de un berrinche de magnitudes nunca antes vistas. A lo mejor solamente estaba lo suficientemente dolido para decidir ignorar el golpeteo de la puerta, que hacía par con el del agua estrellarse contra la ventana.

Entró rápidamente, haciendo caso omiso a la indiferencia de su novio, sólo para ver a su pareja hecho un ovillo en el suelo, sosteniendo un frasco de algo que no pudo leer mientras derramaba lágrimas desesperadamente.

Se acercó un poco, únicamente para escucharle decir, casi como si se tratara de un mantra “No es cierto. No ocurrió nada” Era un gemido tan lastimero, que incluso el impasible y sereno corazón del Uchiha se estremeció.

Se acercó un poco a la mano de Gaara, que se había entreabierto solo un poco, lo suficiente para dejarle ver en la etiqueta del bote que se trataba de un tranquilizante…

¿Qué era aquello que había alterado a su novio casi al punto del colapso nervioso?

Salió del baño sin hacer ruido. Aparentemente el pelirrojo o no podía o no quería escucharle dentro del estrés en el que se veía envuelto de manera casi fatal. Era como si debiera estar solo…

Al momento de sentarse en la cama, de frente al espejo comenzó a impacientarse todavía más de lo que se encontraba. La cabeza estaba estallándole y esa forma de llorar, tan desgarradora y a la vez tan impropia de Gaara lo ponían con los nervios de punta. Era como si hubiera pasado algo terrible y no quisiera comentarle nada al respecto.

Comenzaba a dudar que el único motivo de su llanto hubiera sido el retraso para la cena. Era el aniversario y por lo mismo era importante, pero no al grado de quedarse en el frío piso del baño, derramando lágrimas incontenibles. Las preguntas comenzaban a agolparse en su cabeza. Una tras otra comenzaban a llenar su mente de incertidumbre y de una extraña sensación de desasosiego.

¿Por qué Gaara había llegado tan tarde, empapado y alterado? ¿Qué era lo que había ocurrido?

Todas esas interrogantes que no tenían la más mínima respuesta dentro del universo lógico que reinaba al confundido y adolorido Uchiha.  Parecía que entre más vueltas le daba al a situación más le dolía la cabeza y menos encontraba lo que estaba buscando. Era estúpidamente frustrante…

Haciendo memoria, eran pocas las ocasiones que el de ojos aguamarina perdía la calma, o por lo menos la capacidad de razonar adecuadamente. Siempre lo había considerado muy fuerte, capaz de salvar a quien fuera incluso en las situaciones más adversas.  Eso era lo que más lo confundía… no era propio en Gaara ceder ante cualquier situación nimia e irrelevante.

Decidió bajar un momento.

Lo que Gaara necesitaba era estar solo en aquellos instantes. Él le podía preparar un té y esperar a que se calmara un poco antes de charlar o arrullarlo hasta dejarlo dormido en su pecho.

Reparó en la chamarra de nueva cuenta.  En verdad le molestaba que no estuviera en el perchero…  

La levantó con un poco de hastío. Tenía muchas cosas en que pensar como para estar levantando ropa del suelo. Al momento de colgarla, sintió como algo resbalaba y caía al suelo.

Era un pedazo de papel.

Se quedó absorto, observando aquel pedazo de papel arrugado. La cabeza le punzaba… pero sabía que no podía quedarse con la duda de ver que tenía escrito.

Las punzadas se hacían más constantes mientras más se inclinaba, pero al fin lo tuvo entre sus manos.

Lo desdobló con cuidado, todavía sin dar crédito a lo que veía escrito.

En letra casi ilegible, garabateada casi al momento y con la mano temblorosa se podía leer

“Placas: 683KTW

Nombre de la victima: Uchiha, Sasuke

Causa del fallecimiento: Choque con autobús.”

No daba crédito a nada de lo que leía. Debía ser una mala broma creada simplemente como diversión malsana de alguien…

Subió casi corriendo, a pesar de que los pies le pesaban como si fueran ladrillos. Quería ver a Gaara, gritarle que estaba vivo. ¿Qué acaso no lo veía?

Siguió observando a su novio en el suelo, medio dormido a causa de los sedantes que había ingerido, pero llorando y repitiendo en voz baja que no era cierto.

Se puso junto a él y lo besó en la mejilla. Por lo menos con eso bastaría para que se diera cuenta que seguía allí.

-Sa…Sa…suke…- llamaba entre sollozos el pelirrojo

Si, Gaara, si soy yo… claro que soy yo. No estoy muerto. Estoy aquí, listo para cenar…- comenzó a gritar, quería despertar de nuevo a su pareja.

-No te mueras… por favor... no estés muerto… revive… tenemos que celebrar que entraste en mi vida… - sus ojos parecían ausentes, era como si los simples balbuceos le dolieran.

-No estoy muerto… intentó exclamar, pero se interrumpió casi al instante

Y casi como en una película, lo vio todo.

Se acercaba a la casa, todavía en buen tiempo. Quería llegar a tiempo para la cena con su novio… cuando, al dar la vuelta, vio la luz blanca llegar de frente… cegándolo por completo. Alejandolo por siempre de su pelirrojo, dejándolo aun tirado en el suelo.

 

Notas finales: Sonreir no cuesta nada... dejar un review tampoco

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).