El castaño suspiraba de forma ausente mirando la luna casi inexistente en ese profundo negro que era el cielo. Estaba dolido, hacía unas horas había peleado con su pareja, y menuda pelea, y aunque no toda la culpa fue de otro, igual no podía perdonarlo. La humillación pública (cuando expresamos pública entiéndase en familia) fue... ¡Excesiva! ¡No, iba a pasara tiempo antes de que perdonara a su rastrera serpiente! Y aunque su mente pensaba eso su cuerpo ya lo extrañaba... Por eso no pudo evitar una sonrisa cuando vio llegar una de las inconfundibles lechuzas de la familia Malfoy. Nervioso desató la carta y aún con alguna duda empezó a leer en voz alta.
A mi querido Remus...
Y el lector no pudo evitar una sonrisa triste, si tan sólo fuera así de cariñoso siempre... Continuó leyendo.
¡No, por favor, acaba de leer mi carta! Por favor. Sé que ahora estás muy enfadado conmigo que ni verme debes querer pero, por eso me disculpo por carta. Perdóname Remus, perdóna a un servidor enamorado.
No pudo evitar otra sonrisa, esta más alegre. Al menos algo había sacado, Lucius Malfoy, osea, un Malfoy... ¡Disculpándose! Pero sospechaba que ayuda de alguien habría tenido... ¿Tal vez Severus? Pero eso ahora no importaba, siguió leyendo.
Yo lamento el espectáculo de hoy, se que por ello ni merezco que me vuelvas a dirigir la palabra nunca más, si quiera merezco que me vuelvas a conceder una de tus dulces sonrisas. Pero entiéndeme, cada vez que te veo con el muero, de celos dolor. Mi corazón duele temiendo tu pérdida, que tengo yo si sólo soy una vil y fría serpiente, en cambio el... se conocen desde pequeños, siempre están juntos... ¡El te me robará un día!
Otra pequeña risa inundó la habitación, ¿celoso un Malfoy? Interesante. Pero luego fue el suyo el semblante que se ensombreció, temor... el si que tenía temor a que su rubia serpiente se cansara de el, el si que no tenía nada, ni clase, ni dinero, ni hermosura... Muchas veces luego de estar con el, mientras su rubio dormía a su lado, él lloraba, lloraba con temor a perder su corazón, a que un día Lucius le digera claramente que se cansó de el... y ahora... ¿Ahora resultaba que el otro también temía? Eso lo conmovió, así que a urgencias siguió leyendo, queriendo acabar ya la carta e ir a buscar ya a su amado.
Por que no te quiero Remus... no...
Y ese simple monosílabo rompió su corazón. ¿Ahí venía, la despedida? ¿Siquiera lo quería? Claro se lo recalcó en la carta. Un sollozo y se vio imposibilitado a continuar leyendo.
-No te quiero... te amo... yo Lucius Malfoy me arrodillo ante ti y te concedo mi corazón... Dependo de ti, ya no puedo vivir sin ti, tus sonrisas, tu olor, tu pelo... esos labios que adoro besar, el sudor que adoro beber… Te amo Remus... Perdóname por favor... Firmado. Lucius Malfoy.
Alzó la vista sobresaltado a ver si era objeto de alucinación, pero no, ahí frente a el y en medio de un rayo lunar estaba su rubio, que al ver que su castaño no finalizaba la carta se decidió a acabarla el, porque recordaba cada una de las palabras, todas escritas de su puño y letra.
-Lucius... –gimió el castaño sonrojado y... aliviado... su rubio no es que no lo quisiera, ¡es que lo amaba!
-Remus... –dijo dudoso de si acercarse o no... ¿Y si el lobo aún no lo perdonaba? –Yo no quise...
-¡Oh Lucius! –exclamó asaltándolo en un abrazo -¡Yo! ¡Yo también! ¡Yo también te amo! ¡Yo no quise enfadarme así! ¡Yo no!
-Shh... Remus... –susurró aliviado, tenía el perdón de su pareja y eso era como sacarse cien toneladas de encima, pero aún le quedaba una encima, el nerviosismo, la añoranza de sus labios –Remus yo...
Pero no pudo acabar, el castaño no queriendo escuchar más juntó sus labios en un candente beso, lleno de amor y de futuras promesas, juntos...
FIN de Dependencia