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degreeds centigrade por Fujiwara_Midori

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Notas del capitulo:

Estoy fue un pedido que ha terminado siendo una indirecta para la persona que me lo pidió.

Enjoy.

No sé en qué momento comenzó a rondar esa idea por mi mente, quizás ya estuviera ahí desde el mismo instante en que te conté lo que sentía. Siempre he tenido miedo de perderte, incluso cuando ya te tenía había algo en mi interior que me decía que no eras completamente mío. Nada debía haber cambiado, deberías haber sido el mismo de siempre, pero ya nada fue igual desde aquel momento. Muchas veces me he cuestionado si hice bien al expresarte mis verdaderos sentimientos hacia ti, aunque fuera correspondido, realmente no sé si fue un error tener aquella conversación contigo. A veces, quisiera dar marcha atrás y probar a no decirte nunca "Te amo", jamás ese "Estoy enamorado de ti". Sé que es un pensamiento egoísta por mi parte, pero siento que lo nuestro nunca debería haber tenido lugar; quizás esto estuvo condenado al fracaso desde el instante en que aquellas palabras salieron de mis labios y tu respuesta fue la que mi corazón ansiaba.

¿Realmente me amas o es un sentimiento confuso? Parece que te costó tan poco aceptar tus sentimientos, mientras que yo estuve negando los míos durante tanto tiempo. En aquel momento, una pregunta se me quedó en el tintero, algo que siempre te quise preguntar y que hago ahora: "¿Por qué no me lo dijiste antes, por qué esperaste a que diera yo el paso?" Ya me sé la respuesta: "Porque tenías miedo de que yo no te correspondiera". ¿Acaso hay otra respuesta posible a ello? ¿Quizás la verdadera respuesta a esa pregunta nunca ha sido dada por nadie? El mundo está lleno de cobardes y mentirosos.

Dime, Kyo, ¿tú qué eres?

 

 

 

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La oscuridad de la noche cubría la ciudad con un manto de azul ennegrecido salpicado de estrellas opacadas por las luces artificiales; incluso a altas horas de la madrugada, las calles de Tokyo no dormían, y la bulla podía ser escuchada desde cualquier lugar, por muy alto que éste estuviera. Era entretenido salir y pasarlo bien, ya fuera en algún bar o simplemente paseando; refugiado en alguna sala de cine o tomando un cena en un pequeño puesto de los muchos parques que poblaban la ciudad. Como telón de fondo, cientos de sonrisas paseaban por las calles sin importar cuál fuera el motivo que las hizo aparecer.

Con las cortinas cerradas, desde aquella habitación no podía apreciarse la belleza del cielo a las afueras, aunque el neón apagase la luminosidad natural de éste. Un joven rubio estaba sentado en un amplio sofá y, aunque quisiera mostrarse tranquilo, se podía entrever que la situación le crispaba e incomodaba. Quizás él tenía la culpa, quizás era de la otra parte; simplemente, no creía que la situación fuera para tanto y tan sólo la iba dejando pasar, pues el tiempo diría cómo terminaría todo. De brazos cruzados y un cigarrillo entre los labios, continuó la conversación con quien estaba frente a él.

-¿Qué quieres decir con eso?

Se giró para observar el rostro del rubio, pareciera que todo eso no le importara y, una vez más, le dolió. Su indiferencia con respectos a algunos aspectos de su vida en común le dolía. Suspiró mientras se sentaba en la mesita de la sala y quedaba a la altura del mayor; bajó el rostro y apoyó la mano en su frente, ocultando así sus ojos. Tenía miedo de seguir hablando, pero no podía detenerse y olvidar el tema, dejarlo correr hasta que ya fuera inevitable. Su tope había llegado hasta ahí.

-Ya nada es como antes, ya no somos los mismos -levantó la vista para clavarla en las pupilas del rubio-. Quiero estar como antes, Kyo.

-¿Crees que yo no? -apagó los restos de su cigarrillo en el cenicero de sobre la mesita en la que se encontraba el otro- Extraño el ayer.

-A veces... a veces siento que te estoy perdiendo -agachó nuevamente la vista-. Es como si tú ya no...

-¿Cómo si ya no te quisiera? -las palabras salieron secas e inertes de sus labios.

-Yo no dije eso -rápidamente, sus ojos llenos de miedo buscaron la seguridad de los del joven frente a él-. Pero, ahora todo es diferente.

-¿Y qué ha cambiado? ¿Tú? ¿Yo? ¿Ambos?

-No lo sé...

Con las miradas puestas la una sobre la otra, los dos jóvenes se quedaron en silencio, un incómodo silencio que ninguno de los dos sabía cómo romper. No se atrevían a desviar las miradas porque ambos necesitaban buscar algo que les devolviera lo que habían perdido. De todas maneras, ¿qué era exactamente ese "algo perdido"? El mayor no pudo resistir la mirada del joven durante más tiempo, y sus ojos rodaron hasta posarse a un lado del sofá en el que se encontraba sentado. Escuchó un suspiro por parte del moreno y, al instante, sintió cómo era rodeado por un abrazo que le obligó a esconder su rostro en el abdomen del otro.

Se había levantado, rodeando al más bajo en un pequeño abrazo mientras éste continuaba sentado en el sofá. Acariciaba los rubios cabellos del joven con sus manos. Miró hacia abajo y observó que el chico había ocultado el rostro en su abdomen, sonrió y levantó la mirada para evitar que alguna amenazante lágrima cayera sobre él. Tomó aire para darse valor ante lo próximo.

-¿Me quieres?

-Te quiero -asintió lentamente, con su rostro aún oculto contra la camiseta del menor; con sus brazos rodeó la cintura del otro, haciendo que se pegase un poco más a su cuerpo.

-¿Me amas?

-Te amo.

-¿Por qué haces eso? -una débil risa de resignación salió oculta en un nuevo suspiro.

-¿Qué cosa? -levantó la vista y se encontró con los ojos del joven a punto de ser desbordados por las lágrimas.

-¿Por qué usas un "te amo" como si fuera un simple "te quiero"?

Sus manos asieron las del mayor para apartarlas de su cintura y así romper el contacto. Se alejó de su lado y sólo caminó lo suficiente como para que el rubio no pudiera apreciar que alguna lágrima ya estaba rodando por su rostro. Quiso apartarlas, pero seguían saliendo. No podía, simplemente, no podía soportar la situación. Le desbordaba, le venía demasiado grande. Cuántas noches había llorado por él, por la misma historia de siempre; cuántas veces se reía de su estupidez al saberse amado por él. Sin embargo, ahora sentía que luego no se reiría de sí mismo al mirar atrás y ver cómo lloraba sin razón, cómo sus sentimientos e inseguridades le habían jugado de nuevo una mala pasada. Sabía lo que iba a ocurrir y tan sólo podía esperar sentado a que el otro le dijera cuándo había llegado el final.

De nuevo, los brazos del rubio rodearon su cintura y sintió unos cabellos caer sobre su hombro. Su cuerpo se relajó un poco y, echando su cabeza hacia atrás, la apoyó sobre la del mayor mientras posaba sus manos en los brazos que envolvían su cuerpo. Podía escucharse el casi inaudible y débil llanto que ya no evitaba. Aunque todo aquello le dolía, en ese instante únicamente deseaba perderse en el otro y no ser encontrado jamás. Deseaba no pasar por todo esto, pero no quería perderle porque, simplemente, no podía perderle.

-Ni por un momento pienses que no te quiero. ¿Me escuchaste? -afianzó el abrazo e hizo que el joven levantase nuevamente la cabeza y así poder susurrarle al oído- Nunca pienses eso. Tú siempre serás importante en mi vida, Kaoru, de un modo u otro.

Sonrió con una infinita tristeza al saber que esta vez no se había equivocado. Sintió que un beso se posaba en su cuello y que, con ello, su cuerpo ya no mostraba ningún signo de tensión. Así que, el final se aproximaba luego de tanto tiempo. Kaoru se quedó entre los brazos del mayor todo el tiempo que le fue permitido y un poco más, inhalando el perfume que emanaban los rubios cabellos sobre su piel, intentando creer, una vez más, que las palabras de Kyo eran verdaderas.

¿Realmente Kyo le amaba tanto como decía?

¿Realmente aún lo hacía Kaoru?

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¿Cobarde o mentiroso? Sinceramente, pienso que tan sólo fue inconciencia por tu parte, y que el único cobarde en todo esto soy yo. Sería injusto hacerte cargar con todas las culpas y, bien visto, ¿en verdad alguno tiene culpa de algo? Quizás esto tenía que ser así, quizás nos condenaron nuestras propias palabras y hechos. En ocasiones, creo que podíamos haberlo evitado pero, por más que lo pienso, recuerdo todos los momentos juntos y sé que no querría cambiarlos por nada. Sin embargo, si tan sólo pudiera borrar un pequeño porcentaje del dolor que aún me acompaña, puede que fuera capaz de seguir adelante; puede que no me costase tanto respirar cuando una sensación con recuerdo a ti me recorre el cuerpo.

¿Un error? ¿Acaso eso es lo que somos en la vida del otro? No lo creo pero, si así fuera, estoy seguro de que volvería a cometer el mismo error una y otra y otra vez, hasta que llegase el momento en que ese error no terminase jamás.

Ahora, ¿qué esperas que te diga? ¿Quieres una disculpa? Ya estoy cansado de disculparme. Aunque una parte de mí desea seguir rendido ante ti, hay otra que me obliga a levantarme y actuar de un modo que no quiero. Pero estoy cansado... cansado de extrañarte, de necesitarte y no encontrarte, de pasarme las noches en vela dándole vueltas a la situación sin hallar respuestas a mis preguntas... estoy cansado de tu indiferencia cuando me siento mal pero, ante todo, estoy cansado de tener este agudo dolor en el pecho que no me deja vivir tranquilo.

¿Por qué me enamoré de ti? ¿Por qué lo hice?

Y tú, Kyo, ¿por qué te enamoraste de mí?

 

 

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El sol aún se alzaba en lo más alto del cielo, sin embargo, bajo la gran arboleda era casi la total oscuridad, salvo por pequeños resquicios por los que se colaban tímidos y relucientes rayos. El viento débilmente azotaba las ramas de los árboles que rodeaban el lugar; se escuchaba cómo el agua salía a borbotones por una fuente de piedra cercana. Era un lugar solitario, incluso aunque fuera mediodía y ese parque se encontrase en pleno centro de la ciudad.

El joven se alzaba valiente, casi desafiante, ante el chico que tenía frente a él. Había acudido a ese lugar para conseguir algo que ansiaba y no se rendiría hasta lograrlo, no quería marcharse sin saber que, cuanto menos, tenía una pequeña posibilidad. Decidido, dio un paso hacia delante, cosa que amedrentó un tanto al moreno ante él, quien bajó la mirada al desviarla hacia un lado. Con el rostro serio, el joven tomó aire, preparándose para la respuesta a su pregunta.

-Dime, ¿qué tengo que hacer?

-¿Eh? -el moreno levantó apenas la vista, lo suficiente para que sus ojos quedasen a merced de la decisión del más joven.

-¿Qué tengo que hacer para ser yo el único en quien pienses, el único que pueda estar en tu corazón?

Se sentía mareado, confundido. ¿Cuándo apareció ese chico en su vida? ¿En qué instante comenzó a fijarse en él? Ya no sabía qué pensar, no tenía idea de si sus sentimientos eran reales o un simple refugio; no podía saber si en verdad sentía algo por ese joven o tan sólo era el reflejo de lo que necesitaba. La cabeza le dolía tanto como el interior de su pecho y el aire empezó a faltarle. Estaba a punto de derrumbarse nuevamente. Si pudiera amar a ese chico del mismo modo en que él lo hace, quizás todo sería mucho más fácil y no viviría en constante agonía. Pero su corazón había elegido, aunque ahora se entretuviese haciéndole dudar de todo sentimiento.

-Toshiya, no me preguntes eso porque no tengo respuesta...

El joven mordió su labio inferior y apretó los puños mientras observaba el cansado rostro del mayor. Ya se esperaba que ésa fuera la respuesta. Se adelantó un par de pasos más hasta quedar a escasos centímetros del otro, extendió su mano y acarició con la punta de los dedos aquel rostro que aún le miraba. Él sabía cómo se sentía únicamente con una palabra que pronunciara, sabía por quién estaba así y le dolía ver que era por alguien más. Siempre se sintió el segundo ante aquel rubio. Sin embargo, estaba decidido y haría lo que fuera para intentar desplazarle, aunque supiera que Kaoru jamás podría amarle tanto como amaba al otro chico.

-Encontraré el modo de ser el único -una tímida sonrisa se asomó en sus labios mientras posaba su mano sobre la mejilla del otro-. Lentamente, conseguiré que me ames aunque sea tan sólo la mitad de lo que le amas a él.

Ante esas palabras, una mínima lágrima cayó sobre la mano en su mejilla. Cariño, eso era lo que ese joven le estaba tendiendo sabiendo que no obtenía nada a cambio. Con la mirada, intentó pedir un poco más, un abrazo que ansiaba. En una décima de segundo, se sintió rodeado por los brazos del joven, quien parecía haber escuchado los gritos que lanzaba su interior. Escondió su rostro en el blanquecino cuello del joven y respondió casi con desesperación aquel abrazo.

Era débil y lo sabía, no podía luchar contra los sentimientos que el joven deseaba mostrarle y entregarle. Las manos de Toshiya se metieron entre sus largos cabellos, apartándolos para observar su rostro. Aquellos ojos le decían todas las promesas que el rubio jamás le había dicho, podía ver a través de ellos el interior del joven diciéndole que nunca le dañaría. Quizás, eran tan sólo castillos en el aire y Kaoru únicamente veía en aquellos oscuros ojos lo que deseaba ver en los del rubio.

El más alto sonrió ante el rostro que tenía delante; quería que esos ojos le mirasen sólo a él, que esos labios fueran sólo para él, que sólo él fuera quien habitase en su corazón. Intentó infundirle algo de paz al acariciarle nuevamente el rostro. Lentamente, se acercó a aquellos finos labios, queriendo posar los suyos sobre ellos, pero el moreno se giró hacia un lado. Acentuó entonces su sonrisa y dejó en una de sus mejillas aquel delicado beso que sus labios habían rechazado. Las manos de Toshiya se deslizaron desde los hombros del mayor hasta llegar de nuevo a su cintura, acercándole como en el abrazo, sintiendo que el calor del otro y el suyo volvían a entremezclarse en el reducido espacio que había entre ambos.

-Kaoru, esto no es engañarle –besó de nuevo la mejilla del otro-. Únicamente, haz lo que sientes.

-Toshiya, yo… realmente no sé bien lo que siento ahora –sin mirar el rostro del más joven, se apartaba con lentitud-. Dame tiempo para saber exactamente lo que…

-Lo sé, y no voy a presionarte pero… –volvió a acercar al mayor hacia él, esta vez presionando el abrazo con más fuerza para hacerle notar su decisión- no voy a rendirme nunca, esperaré lo que sea necesario. Yo te amo, Kaoru.

Le miró a los ojos, la decisión que reflejaban casi asustaba al mayor. Esta vez no impidió que esos labios se posaran sobre los suyos, robándole un beso que no llevaba su nombre. Por alguna razón, no se sentía completamente bien con ese beso; quizás era ésa la forma que tenía su corazón de decirle que sólo estaba jugando con él y con lo que creía sentir. Sin embargo, no rehusó la muestra de cariño del joven porque, al fin y al cabo, la necesitaba. De algún modo, se trataba de un sentimiento incompleto, pero esa ilusión le bastaba de momento para seguir atado a él.

Ese chico se entregaba por completo a él, dejando sus sentimientos al descubierto, sabiendo que quizás Kaoru no sentía lo mismo y pudiera ser que nunca llegara a sentirlo. Ese joven era todo lo que él necesitaba en estos instantes, le daba todo lo que ansiaba para continuar. Si Toshiya era lo que necesitaba y le ofrecía así su amor, ¿por qué él no lograba corresponderle? Tenía frente a sus ojos al ser perfecto que siempre había soñado, pero él sólo podía pensar en el rubio. ¿Qué clase de broma era ésta?

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Creo que aún no te has dado cuenta de que una única palabra tuya vale mil palabras de cualquier otra persona, no sabes que un "te quiero" de tus labios me hace sentir mejor que cien "te amo" de otra persona. Poco a poco, me he dado cuenta de ello, pero tú pareces no haberlo notado. Las palabras de cariño de la gente son sólo un sentimiento pasajero, pero las tuyas son ese calor que habita durante días en mi interior y me hace sentir vivo; del mismo modo, tus palabras de indiferencia me atacan como puñales y no puedo evitar el dolor. No sabes que tú eres la única persona capaz de levantarme realmente el ánimo, la única capaz de matarme.

¿Acaso no ves que estoy así por ti? Quisiera que tuvieses miedo de perderme sólo para que comprendieras mínimamente cómo me siento. Me hundes con un palabra y pareces no querer verlo. Prueba a preguntarme alguna vez cómo me siento antes de responder mis malos modos con frías e indiferentes palabras. Dicen que el amor es puro y que debes dar sin pedir nada a cambio pero, ¿te pido demasiado? Sólo quiero lo que es justo y quiero que provenga de ti, de nadie más, porque entonces no habrá sentido alguno en ello.

Alguien me dijo una vez que uno es feliz mientras lucha por lo que desea conseguir, entonces, ¿quiere eso decir que, una vez lo obtengas, ya no eres feliz? Yo intento luchar día a día, pero no siempre eso me hace feliz, pues siento que mi lucha es en vano. Creí tenerte, y cuando más convencido estaba, sentí que comenzaba a perderte. Quisiera saber qué hice mal, si puedo hacer algo para remediarlo o si esto ya no tiene solución. A veces pienso que quizás el dolor que siento no está infundado y que mi mente tan sólo lo inventó pero, si lo inventó mi mente, ¿por qué lo que duele es el corazón?

Dime, Kyo, ¿qué he de hacer para que continúes amándome?

 

 

 

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De nuevo a su lado tenía al mayor; por unos instantes casi había olvidado cómo se sentía la calidez del rubio. Aún tenía reparos en acercarse a él pero, para su suerte, Kyo le pasó el brazo por los hombros y le acercó. Kaoru dejó que su rostro quedase sobre el pecho del otro y así pudo escuchar las pausadas palpitaciones de su corazón, el sonido de esos latidos le calmaban de una manera indescriptible. Con los ojos cerrados, tanteó por el cuerpo del mayor buscando la otra mano de éste, que poco después enlazó con la suya.

Así, justo como en esos instantes, era como deseaba estar con él; más allá de la forma física, lo que quería sentir era esa paz que le inundaba una vez estaban juntos. Sintió la mirada del rubio clavada en él, pero no se molestó en enfrentarse con esos ojos porque, en el fondo, no quería ver lo que él creía la verdad tras el manto. Una mano acarició su mejilla, apartando los oscuros cabellos que habían caído sobre ella; él abrió los ojos y se incorporó un tanto, hasta casi quedar su rostro a la altura de aquel que le observaba. La mano en su mejilla aún permanecía allí, y un suave beso le cogió desprevenido. El sabor de aquellos labios no era comparable con ningún otro, la calidez que emanaban no podía ofrecérsela nadie más. Un delicado y casi casto beso que duró todo el tiempo que el mayor había querido. Se separaron y Kyo le dedicó esa sonrisa que solía tranquilizar todos sus sentidos.

-Kyo.

-¿Hmm?

-¿Qué crees que pasará?

-¿Qué? ¿Qué pasará con qué cosa, Kaoru?

-Con nosotros -volvió a acomodarse sobre el pecho del mayor para así hablarle sin observar su rostro-. ¿Qué pasará luego?

-¿A qué viene esa pregunta, eh? -se incorporó provocando que el joven se irguiese y apartase para quedarse de nuevo a su lado- ¿No habíamos tenido ya esta conversación?

-No -giró el rostro hacia el lado contrario al rubio-. Tú sólo responde mi pregunta.

-No lo sé -le observó altivo, esperando que el otro le mirase al escuchar su respuesta, pero no hubo reacción alguna-. ¿Y tú?

-Yo sí lo sé.

El rostro de Kyo cambió a uno de extraña sorpresa. Suponía que el moreno quería decirle algo pero no sabía de qué se trataba, sin embargo, sabía que no era algo bueno. Separó los labios, pero ninguna palabra salió de ellos. Últimamente había notado que Kaoru estaba algo extraño con él, pero quizás no quiso ver la verdad del asunto. ¿Qué se suponía que debía esperar ahora? ¿Debía preguntarle entonces qué pasaría con ellos? Su mano apenas rozó la cabellera del menor cuando éste se levantó y quedó unos segundo de pie frente a él, mostrándole tan sólo su espalda. Kyo se levantó al tiempo que veía cómo el joven comenzaba a caminar hacia la puerta de su apartamento; se detuvo entonces. ¿Es que iba a quedarse ahí parado mientras veía cómo se marchaba?

Ni por un instante creyó que Kyo iría tras él para impedirle que saliera de aquel lugar, ya no confiaba en que lo hiciera, así que se dirigió hacia la puerta sin vacilar. Ni tan siquiera el escuchar unos pasos a su espalda provocó que se detuviera en el camino, él tan sólo continuó, abriendo mínimamente la puerta, hasta que el otro posó su mano sobre ella y la cerró de un golpe. ¿Le estaba deteniendo? Con lentitud, se giró hacia el rubio y observó la dura mirada con la que le observaba. Una irónica sonrisa ladeada apareció casi imperceptible en sus labios. ¿Sólo le detenía por el propio orgullo? Volvió a tomar el pomo entre sus manos, abriendo nuevamente la puerta. Esta vez, Kyo le agarró de la muñeca para impedir que se marchara. Un escalofrío recorrió su espalda al sentir esa fría mano sobre su piel. Le miró otra vez, aguantando la ya no tan dura mirada del rubio. Rogaba porque no le soltara el agarre, porque tirase de él hacia el interior y le dijera que sus pensamientos eran erróneos. No fue así. El tacto de aquella piel se separó lentamente de la suya y esos ojos se apartaron de su mirada para ir a parar a un costado de la habitación.

Siempre lo supo.

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¿Comprendes lo que me ocurre? ¿Alguna vez me has comprendido mínimamente? No sólo necesito palabras bonitas para sentirme bien, pues esa felicidad es pasajera y vuela al poco tiempo. Yo necesito algo más. Y me preguntas qué es ese 'algo más'. ¿De verdad no lo sabes?

Tú.

He soportado tantas cosas... estoy seguro que tú también, pero yo sólo conozco lo que ocurre en mi interior. ¿Cuán triste es no saber lo que realmente siente tu pareja? Quizás algún día te cuente lo que sucede en verdad y así tú también lo hagas, pero temo ese día porque sé lo que vendrá después. Lo sé... pero tengo miedo de perderte, me he acostumbrado a ti. ¿Cómo podría seguir adelante si tú no formas parte de mi vida? Ya no puedo imaginar una vida sin ti, y de eso sí te echo todas las culpas. Del mismo modo en que no imagino una vida sin ti a mi lado, sé que no estarás en ella para siempre. Es doloroso saber algo así, tenerlo en tu interior y no saber cómo llegó a ti. Da miedo. Realmente lo da.

¿Qué hago ahora? ¿Cómo sé lo que será correcto? Por favor, Kyo, dame una respuesta de la que no tenga que arrepentirme luego.

 

 

 

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Aunque ya habían transcurrido demasiadas horas desde el mediodía, aún seguía bajo las mantas de su cama. Era un día en que no deseaba salir de esas cuatro paredes y enfrentarse con él. Se estaba comportando como un crío, pero eso era algo que parecía no importarle en absoluto. En realidad, se moría de ganas por hablar con él, por estar a su lado... pero sabía que, en el instante en que le viera, la asfixiante presión regresaría a la boca de su estómago y retractaría su decisión como tantas veces. ¿Acaso ya no estaba enamorado? Ni tan siquiera podía saber eso.

Su teléfono comenzó a sonar sobre la pequeña mesita de noche; lo observó durante unos segundos antes de levantar la vista para saber quién le llamaba. No descolgó y dejó que el sonido finalizara por sí mismo. Vio el nombre de aquel joven escrito de nuevo en la pantalla de su teléfono móvil. El insesante sonido regresó y él alargó el brazo para sostener el aparato.

-Moshi-moshi.

-Hola.

-Toshiya...

-Te extrañaba -la ansiosa voz del joven le interrumpió bruscamente-. Ayer no pasaste por aquí... hoy tampoco... Estoy acostumbrado a verte cada día y te extrañaba.

-Lo siento, Toshiya -se incorporó en la cama y dejó a un lado las mantas que le cubrían-. He estado ocupado y no he tenido tiempo de...

-Mentira. Abre la puerta, Kaoru.

-¿Eh? -miró con extrañeza hacia la sala que podía ver desde su dormitorio- ¿La puerta de dónde?

-De tu casa. Estoy frente a ella.

Por un segundo, el corazón del moreno latió más rápido de lo normal y sus ojos se abrieron un poco más. Aún con el joven al otro lado de la línea telefónica, Kaoru se levantó y se dirigió con lentitud hacia la puerta de entrada a su apartamento. Se detuvo ante ella y la observó unos segundos antes de posar sus dedos apenas en el picaporte de la misma. ¿Estaba bien si le abría? Quizás aún pudiera fingir que no se encontraba allí. Ante ese pensamiento, contuvo la respiración como acto reflejo.

-Sé que estás ahí -la voz del joven le sobresaltó y un suspiro salió de sus labios sin que lo pudiera evitar-. Puedo escucharte tras la puerta.

Tomó aire y aferró con mayor fuerza el pomo que había estado rozando con sus dedos, dio dos pasos para poder pegar su cuerpo a la puerta. Abrió lentamente la puerta lo suficiente como para asomar la vista al otro lado y quedó en esa posición unos segundos, observando el rostro del joven frente a él. Aquellos rasgados ojos le miraban con calma, aguardando el instante para poder entrar en el lugar. Una tierna sonrisa se dibujó en ese rostro y Kaoru sintió el repentino impulso de cerrar aquella puerta con llave y no abrirle nunca más pero, por alguna razón, su cuerpo no obedecía y únicamente pudo quedarse clavado en el sitio, con aquella penetrante mirada sobre él.

-¿Vas a dejarme entrar?

Toshiya apagó su teléfono, aún encendido, y empujó suavemente la puerta con una de sus manos, provocando que el otro retrocediera los dos pasos que había dado en un principio. Cerró la puerta una vez estuvo dentro y se acercó sonriendo al mayor, le sacó el teléfono de entre las manos y lo dejó sobre una pequeña mesita que había junto a la entrada. Su mirada estaba triste nuevamente y por eso él sonrió con mayor amplitud. Le rodeó en un fuerte abrazo que el otro no parecía devolverle, pero eso no le afectaba, pues sabía que Kaoru necesitaba tiempo. Él sólo quería ayudarle a tomar la decisión.

Sintió aquel abrazo tan cálido como los que el rubio solía darle, pero no le infundía el mismo sentimiento. Escondió el rostro en el hombro del joven, aunque no pudiera corresponder el abrazo. Toshiya afianzó más la caricia mientras una de sus manos se deslizaba entre los oscuros y largos cabellos del mayor. Aunque se sentía bien, aún había algo en su interior que le decía que esto no era lo correcto, sentía que estaba engañando a Kyo al verse con el joven. Aún sin haber hecho nada con el menor, ¿podía esto considerarse un engaño?

-Soy un cobarde...

Rompió el abrazo que les unía, asiéndole por los hombros y alejándole con suavidad. Observó que el rostro del mayor no le miraba y sus ojos estaban fijos en el suelo; tomó con una de sus manos aquel rostro, pero Kaoru se apartó bruscamente de él. El joven borró la sonrisa de sus labios al ver cuán frustrado se encontraba el otro y saber que él no podía hacer nada para remediarlo, pero no por ello se rendiría. Se acercó e intentó acariciar la espalda del mayor pero éste, al sentir el contacto, volvió a separarse de él y le dio por completo la espalda, aún con la cabeza agachada. A Toshiya le dolía la actitud que el mayor tenía con él y, por eso mismo, lo intentaría una y otra vez hasta lograrlo. Le rodeó los hombros con sus brazos y, aunque Kaoru intentó alejarse de nuevo, no se lo permitió y presionó con mayor fuerza hasta que el otro se rindió.

-Te amo -le susurró al oído antes de acariciar su cuello con un delicado beso-. Odio que él te haga daño... Le odio por ello.

-No digas eso, porque tú no le conoces. Él sólo...

-Nunca llegarás a quererme como le quieres a él, ¿verdad? -reposó la cabeza en el hombro del mayor, observando el perfil de éste- Pero esperaré por ti. No seré yo quien te pierda.

Nuevamente, la decisión del joven le hacía flaquear las pocas fuerzas que aún le quedaban ese día. ¿Se rendía finalmente? La imagen del rubio llegó a sus pensamientos y algo en su interior detuvo la idea de tan siquiera pensar en rendirse ante el joven. Sin embargo, estaba aceptando de parte de Toshiya ese cariño que el rubio parecía haber olvidado darle. Quizás tan sólo le estaba pidiendo demasiadas cosas al rubio, cosas que a lo mejor no podía darle aún. Después de todo, no hacían tanto tiempo que eran pareja... ¿pero ya tenían problemas? ¿En qué clase de relación estaba metido?

Al cerrar los ojos, imaginó que el cuerpo pegado al suyo era del rubio y así le sobrevino una extraña calma, sin embargo, con algo de inquietud. Se preguntaba dónde estaría y qué haría en esos mismos instantes en que él se encontraba en brazos de otro. Una oscura sombra pasó sobre él para recordarle que lo que hacía no era ético. Deseó desecharlo todo, olvidarse de todo; olvidar a Kyo, a Toshiya, olvidarse de todo sentimiento y caricia, olvidar que no podía vivir un sólo día sin el rubio. Qué fácil es desear algo, qué fácil es decir "Si no lo miro, no existe". Pero existe. No importa si lo miras o no, te perseguirá hasta que lo admitas y entonces, será demasiado tarde como arreglarlo.

Ya no quería seguir con esto pero, al mismo tiempo, era algo que necesitaba. Nunca creyó que el amor fuera algo tan sumamente complicado de entender.

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Dime, Kyo, ¿sabes qué debería hacer?

Es estúpido preguntarte si ni tan siquiera yo tengo una mínima idea de lo que hacer. Nunca creí verme en esta tesitura, yo siempre pensé que tú serías lo único en mi vida. ¿Estoy equivocado? Aún no lo sé, así como tampoco sé si únicamente me engaño a mí mismo con toda esta situación. Si te engaño a ti, si le engaño a él. A veces pienso que estaría mejor sin ti o que, al menos, me ahorraría muchos dolores de cabeza, pero luego...

¿Qué hago para no perderte? Por mucho que lo intente, siento cómo te vas alejando de mí cada vez más, veo cómo ya no somos iguales. No quiero rendirme pero, ¿por qué siento en ocasiones que no haces nada para impedir que me marche? ¿Acaso crees que me tienes por completo? Das un paso y luego no sabes cómo continuarlo, eso provoca que yo me detenga en seco al perder pista de todo rastro que seguir. Crees que seré yo quien dé siempre el primer paso, pero no puedo estar dando primeros pasos toda mi vida. ¿Es que no lo comprendes? Ya no puedo vivir tan sólo de palabras.

¿Cuándo mis "Te amo" se convirtieron en simples "Te quiero"? ¿Cuándo lo hicieron los tuyos?

Por favor, Kyo, perdóname...

Notas finales:

Sé que parece una historia inconclusa, pero ahí es donde acaba.

No pregunten si Kaoru se quedó con Kyo, con Toto o simplemente se quedó solo, porque no tengo ni la menor idea. Lo que sus mentes prefieran.


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