Violentos ruidos se escuchaban por todo el bosque, bruscas maldiciones y quejas sé oían de una voz gruesa y algo tosca, que mostraba odio e ira así ese hombre que andaba en sus pensamientos, ese maldito que le destrozo todos sus planes de grandeza, el muy imbecil, que hizo en vano todos sus meritos y esfuerzos.
-¡hijo de puta!-gruño con violencia, mientras que con su pucho destrozaba otro árbol, su fuerza bestial digna del Líder de los Uchiha sé hacia presente en toda su magnitud, el Madara Uchiha, el gran y poderoso peleador de la guerra, ahora vencido por una... una estúpida tregua.
Violentos y espantosos ruidos de desastres provenían de aquel espacio en el húmedo bosque de el frio y hermoso territorio Uchiha. La noche estaba por llegar, el cielo sé teñía de un color anaranjado obscuro y de diferentes tonalidades del ocaso, no así calor mas bien un poco de frio.
-maldito perro, asquerosa víbora-gritaba y maldecía a media que sus puños desgastados rompía y golpeaban un largo y frondoso árbol, con desespero en sus golpes, ira en sus palabras, el maldito Senju Hashirama, el líder del clan senju, todo por su culpa, todos sus sacrificios le fueron destrozado y en vanos.
Todo su control, todas las noches en vela planeando estrategias de ataque, sus mejores amigos caídos en guerra, los juramentos a su patria, todo su deseo de victoria... tan perdidos como el soplido del aire en ese frio atardecer.
-¿por qué?-se dijo en un susurro adolorido, mientras sus puños detenían sus golpes y pegaba su cabeza contra el tronco de aquel árbol, la desesperación tan grande de haber perdido, ¡no, ni eso! Haber dejado en el pasado todos sus meritos y sus deseos, solo por que el maldito de Hashirama decidió pedir la paz.
-...paz... -dijo para si mismo, dejando que una húmeda lagrima de orgullo fracasado cayera de rostro-todo lo perdí-su cabeza estaba totalmente pegada a ese gran pedazo de madera, como si deseara hundirla en ella para que nadie mirara al gran Madara ver llorar, pero no podía evitarlo todo lo que dio, todo, ¡todo!, Los ojos de su hermano, el sacrificio de su querido hermano menor, para nada-¿qué paz?-su voz paso de la melancólica a la airada, apretándolos dientes con todas sus fuerzas, tratando de no gritar y maldecir el nombre de aquel ser, apretó su dientes reprimiendo malditos sollozos que rogaban por salir de sus labios.
Dio mas de dos golpes secos al tronco dl árbol dejando marcas del impacto, sus piernas flaquearon y se dejo caer de rodillas, no podia creer que eso hubiera pasado, el quería la gloria, la esperanza para los Uchihas, no una estúpida artimaña de Hashirama para ganar todo el poder de todo su patria.
-¿cómo te atreves?-se dijo en un gimoteo, no deseaba comenzar a llorara era demasiado estúpido, para alguien como el, trataba de controlar su respiración, sus ojos estaban casi nublados por las grandes gotas de lagrimas que deseaban salir de ellos, logrando su meta pocas
-es extraño verte así, Uchiha Madara-una voz, suave y dulce, sonó repentinamente a la espalda de Madara, haciendo que este abriera sus ojos entre sorprendido por el repentino llamado, no sabia que alguien le estuviera viendo, ¡maldición! Y menos ese ser.
Con brusquedad Madara seco sus lagrimas, antes de voltearse y dar la cara, se volteo lentamente y miro fijo a este, el líder de sus ex - enemigos, bufo molesto y lleno de odio, apretó con brusquedad sus puños, casi sintiendo la fría sangre resbalar de ellos, pues se habia maltratado las manos al golpear los inocentes árboles, como método para drenar la ira
-¿qué quieres?-hablo entre dientes, sintió perfectamente como su Sharingan dio un brillo asesino, como destallo en sus ojos como si fuera la mas de las crueles armas.
Le miro, no estaba vestido con su normal armadura, traía puesto una hermosa camisa blanca bastante larga, con unos pantalones azules marinos, en ellos estampados el signo del clan Senju, su cabello suelto y largo, iba holeándose por la suave brisa, sus ojos verdes brillantes, tan como escribirlos, parecían... casi como si tuviera incrustadas una hermosa esmeralda, su piel morena, propia característica de su raza, pero aun así, aun que Madara lo odiase no pudo evitar dejar que sus ojos se posaran en ese cuerpo y detallar cada fino detalle.
-nada, solo quería pasar a hablar, ya no somos enemigos, ¿no Madara?-dijo con suavidad, mientras se acercaba con lentitud al hombre poseedor del Sharingan, por supuesto antes de hacerlo detallo rápidamente que no tuviera armas, este llevaba puesto una camisa y pantalones de color negro, con el signo Uchiha incrustado en la parte posterior de su camisa, estaba seguro que posiblemente este traía un arma, por lo tanto debia ser cauteloso, ya que Madara podia agarrar una rabieta y matarlo como le paso al lindo bosque
-no quiero hablar y menos contigo Senju "marica, acércate mas y te mueres"-pensó en su interior, dando el unos pasos atrás, sabia la sucia rata que era Senju, por lo tanto no se iba a confiar en el-"ni crees que caeré en tus tretas y en tu encantadora sonrisa... ¡sonrisa! ¡¿Qué mierda?!-se sorprendió del repentino pensamiento pero lo desvió rápidamente
-¿sabes? Ahora que no somos enemigos, imagino que podrás llamarme Shoda, el nombre Senju es muy serio, ¿no crees Madara?-pregunto sin borrar la sonrisa encantadora que turbaba los pensamientos del Uchiha, este bufo y se cruzo de brazos y miro al otro, con el fin de no desconcentrase
-te llamo como se me pega la puta gana y si no te gusta te vas a la mier-fue cortado repentinamente por la suave risa del oji-verdes, que dio una repentina carcajada, mientras el hablaba, eso le molesto, ¿acaso se estaba burlando de el?- ¿de que ríes bastardo?-pregunto molesto
-esos modales... modales, Madara, que yo sepa no hablas de esa manera la estar dando una de tus discursos a tu clan, ¿o me equivoco?-su voz tan serena y suave, le hablaba al Uchiha como si fuera un niñito pequeño, cosa que molestaba a sobre manera al de ordes rojas.
-....- callo molesto, tragándose todas las maldiciones que se merecía el otro, suspiro-di lo que tengas que decir y vete-su voz demostraba gran ira y disgusto por la presencia del otro, después años de guerras y peleas dejaban cierta costumbre de odio
Senju sonrió divertido y rápidamente se acerco al otro, que le miraba amenazantemente le ignoro, a medida que se acercaba a este hombre le detallo, el cabello largo y alborotado, propio de personas que avían estado en guerras por mucho tiempo, los ojos tenia marcadas y notorias ojeras, que le daban a entender que se habia desvelado en las noches, su cuerpo rustico y fuerte, hacia ejercicios constantemente, los preciosos ojos rojos como la sangre, eran tan amenazadores pero al mismo tiempo tan cálidos, la piel pálida y hermosa.
Lo que no sabia el "encantador" señor-mato-a-tu-madre-y-no-me-importa (osea Mada) era que el secretamente sé habia enamorado, si, sé habia enamorado de un... un hombre y pero aun su enemigo, pero no era un simple amor, era algo mas, algo que le hacia desvelarse pensando en su rostro, de imaginarse tomar su mano y caminar juntos, su caract4er tan serio y decidido ese optimismo con que Madara dirigió su guerra, el poder y seguridad de sus palabras. Todo combinado con un perfecto cuerpo.
-no me trates como si te hubiera hecho el peor de los males Madara-murmuro con algo de seriedad, ya estaba a un espacio considerable para entablar correctamente una conversación, sonrió, estaba esperando poder suavizar un poco a Madara para poder decirle que era lo que el quería de el, o mejor dicho que era lo que sentia, la verdadera razón por al cual el paro la guerra.
-oh claro, tu eres un santo, ¡eras tan bueno con migo que me limpias el culo cada vez que voy a cagar!-dijo con gran tono sarcástico, para luego escupir a los pies de ese hombre, ese acto le cabreo a Senju, pero lo trato de pasar por alto, no deseaba comenzar a ocasionar disturbios.
-ok, ok, lo acepto no e sido tan bueno con tigo, pero tu tampoco as sido un Mesías jaja-dijo guiñándole un ojo a Madara, mas este hizo una mueca despectiva, sin borrar ese haz de rabia que cargaba
-habla-maldición si hubiera un premio para la voz mas lúgubre y espantosa lo ganaría Madara con honores.
-veras yo... enn- al principio no supo bien como comenzar su historia, le resultaba muy complicado poder explicar sus sentimientos, por supuesto todo gracia a la mirada de perro con sarna del pelinegro
Madara bufo y rodó los ojos aburrido, francamente lo único que quería era buscar su espada y al Kyubi y destrozar a Shoda pesazo por pedazo para después buscar un chaman y torturara su alma eternamente, para que sufra y perezca en la miseria del purgatorio.
En los labios del Uchiha se formo una leve sonrisa al imaginarse como torturara a Shoda que estaba desde hace rato tratando de buscar algo que decir o expresarse
-se supone que cuando vas a hablar con alguien un dice algo-su voz notaba inexpresiva pero al mismo aburrimiento.
-no es que no tenga un tema de conversación sino que se me olvido que decir-trato de excusarse-"maldición, creí que esto seria fácil pero el y esos ojos tan intimidantes"-pensaba mientras se rascaba la cabeza en busca de objetar algo inteligente-bueno... ¿cómo estas?-dijo con vergüenza, por su comportamiento tan imbecil, definitivamente si quería impresionar Madara esa no era una de las mejores formas
-bien-dijo secamente- ¿y tu?-respondio solamente por cortesía no deseaba que le vieran como un cerdo sin educación
-bien-trato de buscar una manera de hablar- y tu alumno ¿Itachi, no?, ¿cómo esta?-pregunto buscar un tema de conversación
-bien-
Un largo e incomodo silencio se formo, Shoda pensaba que decir o mas bien como decir aquello que le estaba rompiendo el pecho en pedazos, era tan complicado decir dos palabras tan sencillas, era espantosamente odioso, como carajo podia decirle a un hombre como Madara que le gustaba, que le deseaba, que le quería. El Uchiha dio un largo suspiro y miro mal al hombre que odiaba tanto y que ahora estaba soportando algo alusivo a una conversación con el.
-esto es incomodo y bizarro-declaro el pelinegro, volteándose esperando poder regresar a su hogar y alejarse del oji-verde
-no, espera-dijo, levantando sus manos tratando de detener el paso del Uchiha, lo cual logro, oyendo murmullos molesto de este, que miro hastiado al otro-no te vayas, no te eh dicho lo que yo quiero que sepas-trato de detenerlo algo asustado al ver la expresión colérica del inmortal (Mada es inmortal, es cierto )
-¡entonces habla de una jodida vez!-le grito con fuerza, pateando con suma violencia una piedra del camino la cual casi le da al moreno, mas este rápidamente la esquivo, mirando mal al que le agredió
-¡tu me gustas!-le grito con fuerza devolviéndole la pedrada al azabache mientras que un inmenso rubor se formaba en sus mejillas, un rojo humillación-" ok ahora lo que puede pasar es 1 que me mate y desgarre, 2 que de repente a Madara le de una psicosis y por razones desconocidas le diga que le ame, ¡al diablo todo! ¡Estoy mas que muerto!"
-¡a que bien, por mi té pue-! ¿¡Que!?-fue en esé momento que oyó su peor pesadilla, no, eso no podia estar pasado su peor enemigo acaso-¡¡¿de que carajo hablas?!!-grito señalándolo con un rubor fresco en las mejillas, su rostro mostraba bochorno y vergüenza por la repentina declaración
-¡te atreves a gritarme después de que té confesé lo que yo siento maldito!-ahora grito Shoda, mientras saltaba en el suelo con ira y vergüenza, por dios definitivamente Shoda estaba pasando un trago muy malo
-¡maricon, después de ser una detestable mierda con patas, eres MARICON!-
definitivamente ese día iba atraer muchas consecuencias, unas desagradables pero emocionantes consecuencias