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Love is here por Yuriy

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Notas del capitulo: Itoshii - Persona amada
 

Titulo: Love is here.

Pareja: Satoshi x Miku

Resumen: Dime que me quieres. Di que me amas. Hazme sentir querido hasta que las gotas de lluvia se alejen. Muéstrame la ternura oculta a ojos desconocidos, Satoshi.

Dedicatoria:  Zaku nee-chan, mi príncipe, gracias por estar conmigo cuando estoy triste y cuando estoy feliz. Gracias por estar ahí cuando me siento excluida. Simplemente, gracias.

 

 

 

Satoshi arqueó una ceja, se preguntaba (no sin razón) qué era lo que sucedía con Miku. El hiperactivo, el infantil, el siempre niño Miku estaba... extraño. Suspiró de forma ruidosa para llamar la atención de su compañero, pero este simplemente seguía con la vista fija en la ventana, viendo como las gotas de agua se pegaban al cristal y se deslizaban hasta perderse de su campo de visión.

 

-Miku.- optó por llamarlo, pero fu simplemente ignorado. Molesto, decidió acercarse.

 

-Toshi-san.... ¿me quieres?.- susurró de forma triste, sin voltearlo a ver.

 

La pregunta lo sacó de balance pues no se la esperaba venir, sorprendido y sin saber a que venia todo eso comenzaba a sentirse incomodo.

 

-Sí, lo sabes.- contestó. Aun si saber si esa era la respuesta.

 

-Ya veo.-

 

Muy bien. Respuesta equivocada. Suspiró nuevamente mientras pensaba en qué le sucedía al niño con el que vivía, porque definitivamente eso no era normal en su infantil amante.

 

-Toshi-san... ¿me abrazas?.- volvió a pedir. Suavemente, como si le costara trabajo hablar.

 

Satoshi se acercó y lo abrazó por la cintura, pegando bien su cuerpo con el del vocalista. Estaba confundido, Miku normalmente le saltaría encima exigiéndole corresponder, pero este Miku era todo lo contrario. Y eso lo asustaba enormemente.

 

-Toshi-san... dime que me quieres.-

 

A este punto, Satoshi sintió que algo dentro de él se rompía en miles de pedazos, aunque claramente no lo mostró, ¿acaso alguien había osado hacerle algo a su niño? Sí así era ¡Esa persona se iba a enterar!. Abrazó con más fuerza a Miku.

 

-Te quiero.- respondió con paciencia.

 

-¿Siempre vas a quererme Toshi-san?.- susurró, dándose vuelta para abrazar al mayor.

 

Por un momento no supo que debía o no decir, ¿qué le pasaba a Miku?, ¿por qué le hacia esas preguntas?, no lo sabía y no estaba seguro de que responder. Estaba plenamente conciente de que, en ese momento, él lo amaba con todo su espíritu y escénica, pero no sabía que sucedería en un futuro, no sabía si seguirían sintiendo lo mismo, o mucho menos complicado, Satoshi no sabía ni si quiera si estaría vivo el día de mañana. ¿Cómo responder una pregunta para la cual no tienes respuesta?.

 

-No tienes que sentirte incomodo, fue una pregunta fuera de lugar.- murmuró herido el otro, separándose de los brazos del más alto.

 

Lentamente Miku volvió a adoptar su postura en la ventana, que cada vez se ponía más y más empañada por el tibio aliento del vocalista chocando contra el cristal. Satoshi se sintió frustrado y perdido, miles de preguntas rondaban su cabeza pero ninguna se atrevía a salir de su boca, demasiado aturdido como para actuar correctamente.

 

-Incluso ahora ninguno de nosotros significa algo importante.-

 

Satoshi abrió enormemente los ojos cuando escuchó semejante cosa salir de los labios del cafeko, era algo surrealista verlo tan deprimido, tan... fatalista, esa era la palabra, Miku se veía derrotado y sin ganas de luchar por nada. El corazón del pelinegro no podía sacarse ese sentimiento de estar traicionando al castaño.

 

-Pero no importa, era algo que se podía prever incluso desde antes de ser iniciado.- dibujaba círculos con sus dedos sobre la ventana. -Tú te cansarías de estar al lado de alguien tan... insoportable ¿cierto?.- el chirrido de la piel rozando el vidrió era el único ruido en el departamento. -Aunque ahora no digas nada, mañana puede ser diferente.-

 

-El mañana no ha llegado, no llores por cosas que no han pasado.- trató de sonar firme, esperando que esa respuesta lograra aliviar un poco el alma de su adorado.

 

-Mis ilusiones se están deshaciendo como las gotas de lluvia al caer contra el pavimento, incluso cuando resbalan por el cristal no quiere decir que vayan a sobrevivir.- suspiró resignado.

 

Como si de un llamado se tratara la llovizna se transformó en un aguacero, los truenos al principió parecían lejanos, pero con cada segundo que pasaban se iban volviendo más ensordecedores y cercanos, por la mente de ambos vocalistas pasó el sentir que serían absorbidos por el estridente ruido de la tormenta.

 

La cara de Miku se ensombreció, sus ojos tristes y faltos de alegría se acentuaron con las gotas de agua que caían furiosas del cielo, Satoshi por un minuto casi pudo sentir esa tristeza como propia, pero haber dicho eso en voz alta hubiera sido demasiado impropio, aun cuando Miku no se lo dijese.

 

-Itooshi.- susurró.

 

-Toshi-san.- Miku lentamente volteó el rostro, fijándolo en el del mayor. -¿Por qué?.-

 

Satoshi tomó la mano de Miku con suavidad, llevándolo a su recamara, una vez dentro, se acostó en la cama, abrazando el cuerpo del menor, ambos estando de cara al otro. Miku tenía sus ojos brillantes y tristes, Satoshi por su parte le acarició el cabello, apartándoselo de la frente con una mano, y con la otra jugaba con los labios de Miku.

 

-Itooshi.- la voz de Satoshi era tan cálida y tierna, demasiado dulce. Las caricias suaves que proporcionaba al rostro de Miku, mientras lo apegaba hacía su cuerpo para estar más juntos. -Déjame compartir ese dolor tan profundo que llevas dentro de ti.- susurró, sus ojos mostrándose tan sinceros y anhelantes. -Déjame entender las lagrimas que no te permites llorar.- depositó un beso en la frente de Miku. -Por favor Itooshi, permíteme recuperar tu risa infantil.-

 

Miku se abrazó más al cuerpo de Satoshi, escondiéndose en aquel cálido abrazo que le proporcionaban los brazos del mayor.

 

-Quiéreme.- suplicó. -Incluso si sólo son acciones, hazme sentir amado.- su voz sollozante, aunque sus ojos seguían sin derramar lagrimas. -Quiero caer victima nuevamente de ti.- besó los labios de Satoshi sin profundizar. -Vuelve a cuidarme como siempre, más ahora que me siento así de solo y abandonado.-

 

Satoshi, solo y perdido con sus emociones. Satoshi, siendo absorbido por las fuertes sensaciones de Miku, aquellas que lo golpeaban con tanta fuerza que le oprimían el pecho. Besó y acarició el cuerpo y el alma de su amante, tratando de transmitirle lo fuerte de su sentir, incluso cuando sus palabras parecían no ser suficiente, más aun cuando sus acciones parecían carentes de valor alguno.

 

Besado y cuidado, sintiéndose seguro y querido, la lluvia y lo que esta le provocaba carecía de total sentido. Los brazos de Satoshi lo sostenían firmemente, las manos del mayor era firmes. Miku podía sentir como su corazón comenzaba a calmarse, como su mente agitada empezaba a encontrar la calma tras las palabras del mayor. Al contacto de los besos, cuando ambas pieles se rozaban con inocencia haciéndolo sentir a salvo de si mismo.

 

-Todo lo que puedo hacer por ti, todo lo que nunca diré quiero demostrártelo.-

 

Miku asintió, dejándose arrastrar por el cansancio, ignorando que la lluvia seguía cayendo con fuerza, golpeando la ventana. Satoshi cuidándolo, con su misma expresión seria de siempre, pero con sus ojos brillando con la ternura que sólo podía brotarle en esos momentos donde se sentía más humano que nunca, incluso podía sentirse más vivo que un concierto. Ahí, cuidando del sueño del cafeko, esperando con todo su ser que cuando despertara volviera a ser el pequeño e infantil niño odioso que el amaba tanto, aun cuando decirlo en voz alta le costara tanto trabajo.

 

-Duerme Itooshi, yo cuidare que la lluvia no influya en tu descanso.- susurró. -Sueña con ese mundo de felicidad y fantasía del que siempre hablas... aquel que yo no soy capaz de ver más que  a través de tus ojos.-

 

El silencio volvió a instaurarse en el cuarto, sólo siendo interrumpido por la lluvia constante que golpeaba los cristales, corriendo por un río interminable, cuya desembocadura podía variar desde ser una inexistente, hasta seguir corriendo calle abajo y perderse. Las gotas de agua tan pequeñas y puras, tanto como aquel que dormía en los brazos de Satoshi.


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