Notaste que el pequeño te miraba con dulzura desde la puerta. Abriste los ojos por completo para cerciorarte que no estabas soñando. No.
Sonrió. Lo miraste con un rostro de confusión.
- ¿Cuál es la buena noticia?
- Ninguna. Sólo tuve un buen día. – sonrió otra vez – Un excelente día, en realidad.
- Ah – dijiste sin interés.
Miraste hacia la ventana abierta. La cortina se sacudía furiosamente por causa del viento que entraba a tu habitación. El cielo ya estaba oscuro.
- ¿Qué hora es?
- Casi las 8. Dormiste todo el día.
Cerraste los ojos un segundo. Luego reaccionaste.
- ¡Mierda!
Ahora fue él quien te miró con confusión.
- ¿Qué ocurre, Yuki?
- Mi libro. – gruñiste - Hoy era la conferencia de prensa. ¡Mierda!
Estabas realmente enfadado. Esa maldita pastilla te hizo dormir más de la cuenta.
- ¿Por qué no me despertaste?
- ¿Eh? Yo.. – decía mientras sus bellos ojos reaccionaban ante tu brusca pregunta, llenándose de confusión, culpa y lágrimas – Yo.. no sabía..
- Ya no importa – siempre tan cortante.
Te levantaste de la cama y te metiste a la ducha. Él se quedó en la puerta, sin entrar. Mirando al suelo como si realmente tuviera la culpa de algo.
Te vestiste y saliste. El baka seguía aún inmóvil.
- ¿Acaso planeas dormir ahí?
- Yo..
Lo miraste a los ojos y no pudiste aguantar verlo así. Caminaste lentamente hacia él, tomaste su pequeño rostro con tus manos y lo besaste. Él se rindió en tus brazos. Como siempre.
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A la mañana siguiente te despertó el sonido de tu móvil.
- ¿Yuki? – era la voz de tu editora - Shuichi me llamó a media noche para explicarme que estuviste con fiebre ayer. Reprogramé la conferencia para hoy a las 5. No faltes.
Colgaste y volteaste a mirar al ángel que dormía a tu lado. ¿Cómo es que a pesar de portarte como un completo bastardo con él, aún te adoraba tanto? No. No eran tus hermosos ojos miel, ni tu perfecto cabello dorado. Él realmente te amaba.
Jugueteaste con su cabello por un par de minutos hasta que por fin se despertó. Le plantaste un insinuante beso en los labios y notaste como su piel se tornó de un rojo escarlata.
- Yuki.. – suspiró y se colgó de tu cuello. Lo miraste con ternura.
Se veía tan increíble bajo esas sábanas de algodón egipcio que la sangre empezó a arder dentro de tus venas.
Soltaste un suspiro.
- Yuki.. ¿estás sonrojándote?
- Pero.. ¿qué estás diciendo? – miraste bruscamente hacia la pared - ¿Por qué me sonrojaría?
- Tal vez.. – empezó a decir mientras le bailaban los ojos e irradiaban un brillo que sólo esos ojos amatistas podrían irradiar – tal vez porque me quieres mucho!.. o.. tal vez porque te parezco muy atractivo.. o tal vez porque quieres acostarte conm...
No pudiste evitar lanzarte sobre él y llenarlo de besos. Necesitarías otra ducha más tarde.
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- ¿Alguna pregunta más? – era la voz de tu editora que estaba mas que feliz de lo bien que estaba saliendo la conferencia de prensa. Una tímida mano se levantó y todas las miradas se clavaron en ella.
- Hay un rumor que dice que el vocalista de Bad Luck y usted se casaron la semana pasada en su viaje a Nueva York ¿es cierto?
Te pusiste serio de repente.
- Claro que no. Eso es simplemente absurdo. – dijiste con frialdad.
- ¿Entonces no habrá una boda en un futuro cercano con su novio de.. 3 años?
- No. Claro que no.
Al notar la molestia que esa pregunta te había causado, tu editora simplemente dio por terminada la conferencia.
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Estabas comiendo un delicioso panqueque mientras mirabas la conferencia de prensa de tu amante y escuchabas con sumo interés cada una de sus respuestas.
Los ojos te brillaron cuando esa chica preguntó sobre el rumor de la boda. Pero pronto ese brillo desapareció al escuchar la respuesta de tu querido Yuki.
Apagaste la televisión y te comiste el resto del panqueque en silencio.
La insinuación de la unión y de la romántica escapada que habían tenido a Nueva York te había gustado mucho. Por eso te dolió tanto cuando él rechazó la posibilidad de la forma como lo hizo.
Estuviste sentado ahí con todo dando vueltas en tu cabeza hasta que sentiste que alguien introducía una llave en la puerta.
Viste su alta figura atravesar la puerta, pero no fuiste capaz de lanzarte sobre él como solías hacerlo.
- ¿Por qué?
Leíste la sorpresa en su rostro.
- ¿Por qué te molestó tanto que insinuaran que estábamos casados?
- Porque no lo estamos.
Lo miraste con incredulidad. Abriste la boca para reclamar, pero notaste que él estaba realmente molesto y preferiste no provocarlo más.
- Es una tontería, baka. Estoy cansado. Me voy a dormir.
Cerró la puerta. ‘Genial’ pensaste. Ahora ni siquiera podrías dormir en la cama.
Te hiciste un ovillo y pronto las lágrimas empezaron a brotar de tus ojos sin esfuerzo.
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Era realmente una tontería. ¿Casarte? Él era sólo un niño.. un niño pequeño y caprichoso.
Aún así esa noche no pudiste dormir. Algo rondaba tu cabeza y fue recién un par de horas después cuando te diste cuenta de que se trataba.
Saliste del cuarto dispuesto a arrastrar a tu amante a la cama si era necesario y te diste una gran sorpresa. No estaba en el sofá.
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Cuando llegaste al punto en que seguir llorando era simplemente estúpido decidiste salir de la casa sin mirar la hora.
Llegaste a la casa del pelirrojo que te miró con preocupación y te hizo pasar sin siquiera pensarlo. Te recostaste en el sofá.
- ¿Fue por lo que dijo en la conferencia, no?
- Es una tontería en realidad. Tiene razón.
Hiro te miró con reproche.
- Voy a golpearte si sigues defendiéndolo. ¿Cómo puedes aguantar que te bote de la casa cuando se le antoje?
- Hiro, no.. – se te cortó la voz – Él.. él no me botó.. Yo.. decidí salir.
Ahora te miraba con incredulidad. Pensando como es que podía tratarte tan mal, mientras tú te dedicabas a adorarlo.
- Descuida. – te dijo en tono tranquilizador – no tienes que explicarme nada.
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Aún no regresaba. Probablemente fue una pataleta por lo que dijiste ayer, así que solo decidiste esperar un par de horas. No tardaría mucho en llegar.
Te encerraste a escribir en tu estudio con tu taza de café. Al rato sentiste unos pasos lentos que no eran los de tu amante. ¿Quién diablos viene a esta hora?, renegaste.
En segundos, tu pregunta fue respondida cuando escuchaste una voz muy infantil.
- ¿Shu-chan?
Ryuichi.
Abriste la puerta y asomaste la cabeza.
- Shuichi no está. ¿Qué quieres?
- Nada.. yo.. – tenía los ojos como desorientados – Me preguntaba porque Shu no fue al estudio hoy. Tohma está furioso.
- ¿Por qué tendría que saberlo? Hizo una pataleta ayer y se fue.
El muchacho jugaba con su peluche rosado. No parecía escuchar ni una palabra de lo que le decías.
- ¿Quieres algo más? Dudó un momento.
- No se lo has dicho ¿verdad? – sonaba preocupado - ¿o fue por eso la ‘’pataleta’’ de ayer?
- No. Sabes que solo fue un error. ¿Por qué tendría que decírselo?
Ahora viste angustia en sus ojos.
- ¿Cómo puedes ocultárselo?
- Es sencillo. No quiero matarlo.
Estaba sufriendo. Pudiste notarlo por la expresión de cansado que llevaba, por su falta de energía y la seriedad de sus palabras.
- Te prohíbo que le digas nada.
El sonido de tu propia voz te asustó. Te sentiste culpable.
Bajó la cabeza de la misma forma que tu pelirrosa lo hacía. Se dio media vuelta y salió arrastrando los pies.
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Hiro accedió a solo dejarte en la entrada del departamento después de que prácticamente se lo rogaste. Después de todo, no querías que golpeara al rubio.
Subiste las escaleras y en ellas te encontraste con Ryuichi. Te sobresaltaste al ver las ojeras que traía. Al verte, te dedicó la mejor de sus sonrisas y dijo que Tohma había estado buscándote.
Yuki estaba en su estudio. No querías molestarlo, así que seguiste de largo hacia la habitación.
- Baka, ven.
Te asomaste a la puerta y lo miraste con dulzura. Te sonrió y fue como si nada hubiera pasado. Como si no hubieras pasado horas llorando por su culpa. Como si no hubieras dormido donde tu mejor amigo después de que te cerró la puerta del cuarto en la cara. Te olvidaste de todo.
Te atrajo hacia sí cariñosamente y empezaste a sentirte mejor. Terminaron una vez más en la cama. Agotados. Y aprovechaste la cercanía para abrazarte a él y no soltarlo.
Mañana sería un mejor día.
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Entraste a NG Records con una sonrisa dibujada en tu infantil rostro. Hiro te miró y te dedicó una pícara sonrisa.
Subiste hasta el último piso, a la oficina de tu rubio jefe. Las piernas te temblaban un poco. Él nunca perdonaba una falta a las grabaciones.
La puerta del elevador se cerró y te sorprendió ver la expresión de tu jefe. No estaba molesto, más bien, parecía algo preocupado.
- Tohma, yo lo siento. – empezaste a decir – No debí faltar ayer, es que..
- No te preocupes. Yo entiendo.
Lo miraste extrañado. ¿Seguchi Tohma perdonándote una falta sin justificación?
- Después de lo que pasó entre Yuki y Ryuichi cualquiera entendería porque no te sentías de ánimo para venir a trabajar.
Abriste los ojos en sorpresa. Tenía que ser una broma.
- ¿Eh? – fue todo lo que atinaste a preguntar.
- Digo, puedes echarle la culpa al alcohol. Los dos habían bebido demasiado y..
De repente se te secó la garganta.
- ¿Qué es lo que estás diciéndome? – el solo pronunciar esas palabras te dolió.
Tohma se quedó paralizado.
- Oh por dios.. ¿No lo sabías?
De pronto, lo entendiste todo.
- Yuki se acostó con Ryuichi.
- Pensé que..
Tus piernas no te respondieron. Sentiste que ibas a desmayarte. Tenía que ser una maldita pesadilla.
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Sin saber como llegaste hasta el departamento. Tocaste la puerta y Yuki te recibió con una sonrisa.
Pasaste de largo sin mirarlo.
- Baka ¿qué diablos?
Seguiste caminando.
- Shuichi..
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Él te estaba ignorando. Te quedaste como pasmado.
- Baka, te estoy hablando.
El pelirrosa volteó. Te miró serio. Tenía el rostro cubierto de lágrimas.
- ¿Cómo--
¡Diablos! Ahora él lo sabía. Matarías a Ryuichi apenas lo vieras.
- Shu, yo..
- No. – te dijo fríamente – no quiero saberlo.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
Lo seguiste hasta el cuarto. Viste desde el umbral como sacaba su maleta y empezaba a empacar sus cosas. No sabías que carajo decirle. No había forma de reparar lo que hiciste. Él.. él simplemente estaba roto.
- No te vayas. – se lo suplicaste – Sabes que no significó nada. Habíamos bebido demasiado. - hiciste otra pausa con el fin de calmarte, pero sonaste aún mas desesperado - De acuerdo, vete si eso necesitas. Pero regresa, por favor.
Se quedó mirando al suelo. Poco a poco, empezó a levantar la mirada hacia ti.
- Nunca dejaré de amarte, Yuki. – sentiste que te partías por dentro – Pero no soy un estúpido. Jamás te perdonaré.
Tomó su maleta y tuviste que resistirte al impulso de saltarle encima y suplicarle que se quedara.
Sabías que fuiste demasiado lejos. ¿Acostarte con su mejor amigo?..
Te desplomaste en el sofá y te quedaste ahí mirando al vacío. 'Jamás te perdonaré'.. Sus palabras retumbaron en tus oídos. Y por fin lo admitiste.
- Él no regresará. Jamás.