Por una estúpida discusión ahora estaban separados, uno en cada punta del salón, bien alejados el uno del otro, su castaño sentado frente a la gran mesa de espaldas a el, y él, sentado en el sofá, mirando sin cesar al castaño, más en concreto, mandando miradas heladoras y con ganas de muerte a lo que el castaño tenía entre sus manos, lo que según el tenía la culpa de la discusión, una...
-“¡Estúpida calabaza! ¡Te atreviste a robármelo! ¡Ja! ¡Pero esta noche te enteras!” –eran los inocentes pensamientos del rubio hacia la inocente calabaza que su único fin era adornar la mansión tétricamente en motivos del Hallowe’en. Pero no se lo podía perdonar, se lo había robado... estaban tan bien juntos antes de que llegara ella... antes de que los elfos la trajeran al salón para mostrársela a Remus... Así los habían interrumpido de lo que pudo ser una magnífica tarde de pasión a la luz del fuego de la hoguera, pero... –“¡La dichosa calabaza era más importante! ¡Primero adornar la calabaza! ¡Siempre primero la calabaza! ¡Siempre primero las otras cosas! ¡¿Y yo qué?! Ugh... Lucius Malfoy... cuando aprenderás a mantener tu viperina boca cerrada” –se lamentaba el rubio ahora recordando la discusión acalorada de minutos atrás y que ahora le carcomía hasta el alma...
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Estaban ambos bien cerca el uno del otro, dándose un calor extra por medio del abrazo y las caricias que se profesaban. Un beso, la lucha de lenguas... un momento mágico que fue interrumpido...
-Señor Lupin, señor... trajimos la calabaza... –dijo con su voz chillona un pequeño elfo haciendo aparición en la sala. Ambos se separaron rápidamente, Remus avergonzado y mirando al elfo con un sonrojo en sus mejillas.
-Ah... gracias... si... déjala... ahí... –habló entrecortado por la falta de aire. Lucius a su espalda sólo maldecía a la pobre criatura, que ni tonta ni perezosa desapareció rápidamente tras una reverencia –mira Lucius, es magnífica –dijo feliz y emocionado acercándose a la mesa donde reposaba una bella calabaza de un color naranja penetrante.
-Um... si, si, perfecta –dijo con tono aburrido -¿uh... qué haces? –preguntó extrañado al ver al castaño hechizar unos cuchillos y demás utensilios cortantes.
-Voy a adornar la calabaza, qué más –dijo sonriente y resuelto como si la respuesta fuera obvia.
-Pe-pero... ¡Remus! ¡¿Y nosotros?! ¡¿Y la tarde de sexo junto al fuego?! –se exasperó el rubio sin poder creerse que el castaño olvidará lo que minutos antes hacían...
-Oh, Luc... bueno... recuerda que mañana llegan los invitados y esta calabaza tiene que estar lista para entonces... –dijo con una sonrisa.
-¡Qué lo hagan los elfos!
-¡No! ¡Quiero hacerlo yo! –dijo tozudo.
Luego un incómodo silencio se formó entre ambos. Remus preparando el material y Lucius observándolo...
-¿Quieres... ayudarme? –preguntó dudoso el castaño.
-¡No! –fue la escueta y cortante respuesta del otro. ¡Estaba enfadado! ¡Estaba furioso! ¡Esa calabaza...!
-¡Oh, vamos Lucius! Nos lo pasaremos bien –insistió el castaño con una sonrisa apaciguadora.
-Los Malfoys no hacen eso –dijo entre dientes. Pero esa fue su perdición, la gota que colmó la paciencia del lobo.
-¡Pues muy bien! ¡No me ayudes! ¡Ya lo haré...! ¡Yo! ¡Sólo! –dijo cabreado, dándole la espalda y empezando por la labor.
-¡Pu-pues bien! ¡Hazlo tú sólo! –tuvo que gritar el rubio, incapaz de no ser el último de dar la última palabra.
-¡Pues si! ¡Yo sólo!
-¡Bien!
-¡Pues vale!
-¡Pues muy bien!
(n/a: y así habrían continuado, diciendo ambos la última palabra y no acabando nunca la conversación... pero el tiempo es oro, unas cuantas amenazas de mi parte y ambos se callaron X3).
+ _ - • * º O 0 o . Fin del Flash Back . o 0 O º * • - _ +
Ahora, aunque separados por su orgullo, ambos se arrepentían, y se añoraban aún estando en la misma habitación. Pero ninguno de los dos quería ceder, cada uno con sus ideales. Uno Slytherin y tozudo, “Yo tengo la razón y pobre del que me la niegue. La culpa es de la dichosa calabaza” y el otro muy Gryffindor y también tozudo con su frase en mente: “No tiene derecho a enfadarse”. Pero el tiempo pasaba y ambos se lamentaban...
-Lucius... perdóname... –un susurro y un sollozo, el primero en ceder fue Remus, aunque a poco estuvo de ser primero la serpiente que se vio sorprendida cuando ya abría la boca para hablar –no te enfades conmigo... –y las palabras hacían estragos en su mente, y la imagen de Remus temblando hacía estragos en su corazón. Se acercó a pasos ligeros y sin decir nada lo abrazó, y luego lo besó. Y arrodillado ante el habló.
-No Remus... mi dichoso lobo... perdóname tu a mi... –y tras una sonrisa por parte del castaño ambos se unieron en un beso necesitado.
FIN de Calabaza