Yellow
Suspiro observando detenidamente el cielo negruzco acompañado por el palpitante brillo de las estrellas, la luna ilumina pintando de plata todo a su alrededor, de nuevo otro suspiro irrumpe penosamente de mis labios y sonrió distraídamente de forma casi inconsciente en un gesto que cada día se vuelve mas común en mi. Y desde ahí sentado en las escalinatas del final del templo principal con la espalda recargada sobre una de las columnas estriadas y frías, con los brazos relajados y las piernas flexionadas perezosamente, recorro con la mirada el lugar. Es cierto, ahora recuerdo que estamos en medio de una reunión, por lo menos lo estoy físicamente, los rostros relajados de mis compañeros y el sonido distorsionado de sus voces me hacen regresar un instante de mis cavilaciones pero entonces sucede de nuevo, mis ojos encuentran un objetivo en el cual perderse de nuevo.
El suave movimiento que genera su cabello, meciéndose en un interminable vaivén que me deja hipnotizado, parece que todo a su alrededor le favorece, desde el reflejo casi etéreo que le obsequia el brillo del firmamento nocturno hasta la rugosa y primitiva forma en que están colocadas las losas de mármol bajo sus pies.
Levanta la copa de vino sonriendo fugazmente quizás ante un gracioso comentario de quien le entretiene con su platica, y como si se tratara de un espejo, ese casi imperceptible gesto que apenas refiere levantando la comisura de sus labios provoca que esa sonrisa tonta que tengo se ensanche, incluso si pudiera observarme seguramente el brillo que reflejas mis ojos cuando le miro me cegaría instantáneamente.
Me pareces tan hermoso, cada vez que cruzas en mi campo visual lo pareces más, y mis pecaminosos ojos te observan de esa forma obsesiva, enfermiza y delirante, haciéndome resaltar cada detalle de tu fisonomía, la peculiaridad de tus gestos, la forma de caminar y tú forma de ser.
Recorro deseoso tu cuello blanco y perfecto, perdiéndome en la definida línea de tu mandíbula para aprendérmela de memoria, desvió curioso la mirada a los rojizos y delgados labios, tan perfectos y me los imagino tan deliciosos, subo poco a poco para enamorarme de tu nariz, recta y varonil, deslizándome en una caricia imaginaria hasta donde nacen tus peculiares cejas, casi puedo saborear el delicado aroma que desprenden tus poros embriagándome, atrapándome irremediablemente, me armo de valor para dar el paso final y posar mi atención a las frías orbes color azul, me muevo lento y dudoso y cuando llego a mi destino, el color carmesí de mis mejillas explota iluminando mi rostro de grana, mis ojos se abren al máximo e incluso me atraganto con mi propia saliva, me estas viendo, tan fijamente como yo, solo que tu lo haces confundido, tal vez abochornado por mis maneras tan poco discretas, parpadeas dudoso mirando de reojo a tu acompañante para después regresar tu atención a mi, se la pregunta que haces con tu gesto, no sabes porque de nuevo me has encontrado analizándote tan profundamente.
Yo no se donde meterme, en todas esas locas fantasías que surcaron por mi mente nunca tuve que enfrentarme al hecho de que me descubrieras, busco una salida pero no es tan fácil pues tu te encuentras precisamente en la ruta de escape, ¿que hacer?... ¿que hacer? Actuar como si nada puede ser la mejor solución, aunque hacerlo me es cada vez mas complicado, el solo escucharte provoca que los bellos de mi cuerpo se ericen y los deseos de apoderarme de tu boca me asaltan sin tregua haciendo que mi boca se seque y mis ansias de saciarme de ti se exaltan.
Te disculpas de…. Al parecer Saga, o quizás Kanon, sinceramente no me interesa con quien has conversado porque ahora tu atención es mía, inclinas tu cabeza en un gesto respetuoso y caminas dudoso hacia mi, por Athena te ves exquisitamente angelical con tu andar altivo y pausado, totalmente lleno de elegancia contrastando con esa mirada huidiza.
Mi corazón se acelera con cada acercamiento, y mi corazón parece subir desde su natural ubicación hasta mi garganta, mis manos se vuelven húmedas y temblorosas, ¿que podre decirte cuando te acerques? ¿Hola?.. eso seria lo ideal, pero con la cabeza como la tengo toda frase coherente se pierde dejándome en este estado de estupidez mental que me hace completamente feliz.
--¿Que tal la fiesta? – preguntas con ese tono de voz neutral que me gusta y me haces compañía sentándote a mi lado, a pesar de tu habilidad para mantenerte siempre estoico, firme e imperturbable puedo descubrir dentro de tu azulina mirada un atisbo de nerviosismo, y antes de contestar la pregunta que me has hecho, me formulo una cuestión para mi mismo… ¿desde cuando te pone nervioso mi presencia? , ¿Desde cuando el frío caballero de Acuario se comporta así con este insufrible bicho que ha sido su amigo de infancia?
--Esta bien, parece que esta vez han echado la casa por la ventana – Entrecierro los ojos ganando tiempo en mi escaneo sobre tu conducta, se que hay algo diferente y eso me pone mas nervioso. -- ….luces… muy bien..--- musito en un arrebato de valentía que me dura muy poco, pues justamente al terminar la frase me he arrepentido, sobre todo cuando el color de tu rostro se tiñe con mas bermellón y tu comportamiento se vuelve mas visiblemente dudoso…
Retuerces tus dedos y muerdes tu labio inferior tras un tímido “gracias”, y es en ese momento que lo noto, en medio de ese ambiente trabajado lleno de mesas con abundante comida y los mejores vinos que se han conseguido me doy cuenta que lo sabes, se que la discreción no ha sido mi fuerte, pero pese a que he planeado mil y una forma de decirte como me haces sentir no he logrado obtener la formula ideal para hacerlo, quizás una romántica velada a luz de la luna, o un encuentro casual sobre la fina arena de la playa, o quizás un arrebato apasionado al irrumpir en tu habitación tal cual ladrón entra a un banco en busca de lo mas valioso dentro de el, aun así nada me convence, se que tu mereces más, mucho más y ahora resulta que mi poca capacidad para disfrazar este sentimiento me ha revelado.
Tu mirada azulina y brillante se mantiene fija en un punto hacia el frente, sigo celoso la línea de tu campo visual y descubro que tienes la mirada perdida, me parece irreal que me sienta molesto por no ser ese punto invisible en el cual pareces abstraído, quiero tu atención, realmente la necesito, mi entrecejo se frunce irremediablemente y mi mente se convierte en un hervidero de ideas poco racionales en donde me grito indignado que ningún punto muerto en la pared que observas me arrebatara esa atención que hasta hace poco había obtenido.
--Camus…-- Tu nombre sale de mis labios en forma de reproche, como cuando un amante encuentra a su pareja en brazos de otro, tu giras tu rostro con el mismo gesto distraído y tus orbes se clavan en las mías y entonces…. Me deshago, siento mi cuerpo derretirse como mantequilla por ese simple gesto, como podría enojarme contigo si me tienes completamente idiotizado.
--¿Si?...—respondes dudoso, y sonríes, algo en mi cara debe parecerte realmente cómico ya que tu no sonríes con tanta facilidad, arqueas deliciosamente una de tus cejas y extiendes una de tus manos acercándola a mi, puedo ver todo claramente como si se tratara de una película transmitida en cámara lenta, el trayecto de tu mano hasta mi rostro, con el fondo colorido de luces dispersas detrás de ti y las dos hermosas esferas que son tus ojos y que iluminan mi mundo. Tus suaves dedos tocan mi mentón y mis ojos se cierran en acto reflejo dejándome llevar por ese toque casual e inocente, ¿cuando fue que me hechizaste mago del hielo?, puedo escuchar claramente el profundo suspiro que emerge titánicamente de mis labios en un gesto deseoso de que ese momento no llegue al final, presionas un poco hasta lograr tu cometido.
--Una mosca entrara en tu boca si la mantienes tanto tiempo abierta.—¿es un intento de comentario cómico?, ciertamente hay algo totalmente diferente y es me provoca una sensación de bienestar pese que me siento un poco apenado, muerdo mi labio inferior abriendo mis ojos para esquivar tu mirada acusadoramente divertida
-Milo… -- me llamas, y el escuchar mi nombre de tus labios me hace querer escucharlos cada mañana con la voz adormilada mientras te aferras a mi debajo de las sabanas. Te miro apenas por el rabillo de mis ojos, aun me siento avergonzado de mostrarme tan tontamente me has pillado con la boca abierta mientras te admiro.
--¿Que sucede? – de animo a proseguir porque te has detenido repentinamente regresando la vista a ese bendito punto espacial que me roba ese brillo que emites, dudas un poco y parece que no proseguirás, pero mi silencio parece que te da un poco de valor.
--Te… gusto, ¿verdad?—hay cierta duda en tu tono de voz, se que fue casi una afirmación pero lo has preguntado con temor, trago saliva pues mi garganta esta completamente seca, puedo sentir un tiro en mi espalda, no se como hablar, por lo menos esa es la sensación que tengo, las palabras no salen de mi boca, bajo la mirada para entretenerme con mis dedos que en ese momento parecen interesantes.
-N…no..—respondo apenas audible, por lo menos me ha salido la voz y eso me parece un gran logro, te observo de forma fugaz y algo en ti parece distinto, estas serio y tus movimientos han cesado, curvas los labios en un penoso gesto ocultando mas de medio rostro tras el largo flequillo, pareces decepcionado pero teniendo semejante oportunidad no puedo mentirte mas y aprovechar la generosidad que los dioses me han brindado para facilitarme las cosas.
Imito el gesto que has hecho anteriormente conmigo tomándote del mentón con una delicadeza que no conocía en mi, retiro los cabellos que me impiden ver el prodigioso panorama que son tus ojos y te sonrió de forma brillante, mis labios se acercan peligrosamente a los tuyos sintiéndolos temblar cada vez mas al sentirte cerca, con el dulzón sabor de tu aliento acompañado por el apenas perceptible perfume de la bebida que has tomado. Mi boca toca la tuya acariciándola con cuidado tratando de aprenderme su forma y su sabor y tu no has hecho nada para detener ese gesto, ahora se que no me equivoque eres delicioso. Me separo con la misma paciencia para descubrir tu gesto confundido, y me siento a gradecido porque al parecer he temido a un miedo invisible, como cuando los niños le temen a la oscuridad.
--La verdad… es que te amo.—y ese encuentro culmina con el mas hermoso de los espectáculos, tu amplia sonrisa enamorada iluminando la penumbra que hasta hace unos instantes me rodeaba, cambiando mi mundo de un gris en uno mucho mejor, si l o pudiese describir en una palabra, yo diría que mi mundo se volvió “amarillo”.
FIN