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Pasión, sangre y arena. por adanhel

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Notas del fanfic:

Aqui les traigo este fic, en vista de mi reciente obsesion con los toreros y sus trajes...aunada al reto de hacer un fic ubicado en mi pueblo, para que lo conoscan. Mi resumen suena a novela barata...

Notas del capitulo: Mi resumen apesta, lo odio, pueden proponer otro...
 

Pasión, sangre y arena.

La plaza de Oriente

Hacia una mañana clara, fresca, con un ligero viento que recorría ululante las largas y coloniales calles del centro de la ciudad, despeinando al visitante que recorría, solo, el histórico centro de la cuna de la independencia, titulo que se disputaba siquiera con otros dos pueblos y ninguno cedía en afán de tenerlo.

Caminaba sin rumbo fijo, observando distraído a la gente que acudía al llamado de las campanas a las iglesias, ya que era domingo, y el lugar muy cristiano, tan solo en las cuatro cuadras principales, había nueve templos que invitaban a los fieles a los santos oficios.

El ya había ido, se había levantado desde las siete y había oído misa en el pequeño y mas antiguo templo de San Miguel de Allende, la Iglesia del Chorro, llamada así por que descubriendo el afluente de agua que le había dado el nombre, se pudo fundar la villa.

Y  había dado, por que hacia unos años, los brillantísimos ingenieros que canalizaban el agua del lugar, que bramaba con furia dentro de unos cuartos cerrados luego de que la corriente se llevara a mas de uno que nunca volvió, la habían perdido y no sabían como ni donde quedo el torrente de agua del rio subterráneo, que algunos pueblerinos deseaban, reapareciera cargándoselos a ellos por imbéciles.

Ahora, los cuartos donde corriera el agua por décadas, eran la Casa de la Cultura, y personalmente, pensaba el joven, el preferiría seguir inculto, a la posibilidad de que el agua volviera y se lo cargara a el, el piano y los que zapateaban por ahí.

Un gruñido de su estomago al ver a los que desayunaban en el café frente al jardín principal lo hizo recordar que tenia hambre, por lo que mejor camino rápido, tratando de evitar los puestos de comida, pero el centro estaba plagado de restaurantes y cafés, pensando amargamente que con el no aplicaba eso de que "con que comamos, bebamos aunque no trabajemos".

Con el era al revés, no comía ni bebía, pero si trabajaba, lo bueno era que solo tres veces por semana cuando era temporada, sino, una vez cada quince días, poco mas o menos.

Bajo por la calle del Relog, fijándose en la venta cerrada de la panadería "La Colmena", donde estaba el anuncio de la corrida de toros que se celebraría esa tarde, a las cuatro, sonriendo al ver anunciado entre los tres toreros de la tarde a Felipe González  "el Tapatío", de veintitrés años, que hacia poco había tenido su primera oportunidad como matador y de quien se esperaba mucho.

-Y vaya que se lo que esperan de mi.-se dijo, pasándose la mano por entre el pelo, corto y castaño, algo mas largo enfrente y con vetas algo mas claras por el ardiente sol del Bajío.-Yo solo espero que me den una buena cena.-murmuro, tocándose el estomago, ya que el día antes tuvo corrida en Querétaro y no lo habían dejado comer, y como al día siguiente también trabajaba, tampoco cenar bien. Por si las dudas y el toro lo hería a el en vez de al revés, no se muriera tan rápido.

Pregunto a alguien del lugar donde quedaba el mercado de artesanías, encontrándose con que solo al bajar esa calle y dirigiéndose, creyendo que ahí no habría comida que lo atormentara, pero topándose que apenas subiendo algo, abundaban los puestos de fruta, gorditas y demás, encomendándose mucho todos los santos que se ocurrieron, y comprándose siquiera un agua para engañar el estomago.

Salió tomándosela a pequeños sorbos, sin fijarse y chocando con una chica que hablaba alegremente sobre la corrida con una pelimorada algo mas grande de edad, sin evitar sonreír al oír que "dicen que el Tapatío es muy guapo", disculpándose por el golpe, que no pareció disgustar a la chica y siguiendo, algo mas resignada su hambre.

Eso le gustaba de su peligroso trabajo, la ilusión que podía lograr en las chicas, que a veces, solo por un torero guapo, se aficionaban por completo a la tauromaquia, el gusto que les daba cuando se les brindaba la faena, claro, además de la admiración ajena, estaba su propio gusto por el peligro, la satisfacción de enfrentarse a un animal unas nueve veces mas pesado que el y mucho mas fuerte y salir de una pieza.

Mas la resignación de su hambre no era tanta para aguantar los puestos de comida, por lo que decidió mejor regresarse a encerrar a su hotel hasta que fuera la hora.

t1;t1;t1;      t1;t1;      t1;t1;  

A las tres, llego su asistente para ayudarlo a vestirse, mirando por el espejo de cuerpo completo, como a poco a poco quedaba enfundado en el traje de purísima  y oro que acentuaba su delgadez y su espigada figura de largas piernas, que lo hacia parecer mas alto de lo que era,  todo muy bien hasta que el pantalón dio mas lata de la necesaria para terminar de subirse, apartando a su asistente y viéndose por todos lados su reflejo, notando que, ¡oh, horror!, el trasero le había engordado desde hacia un mes que se puso esa ropa, y como había estado en compostura, y el traje color palo de rosa era algo mas grande, no se había dado cuenta.

Calculo que siquiera le habían aumentado una talla las nalgas, y no era que se viera mal ahora con el trasero abundante y bien dispuesto en la ropa, sino que era peligroso engordar por que el toro tendría más carne que atacar.

Se dejo seguir vistiendo, mientras maldecía a su apoderado, que era quien le había dado de comer ese mes, casi diario, de su mesa, que como buena mesa mexicana, era abundante, con sopa, tortillas y mucha carne, ya que su manager era el hijo del ganadero que lo descubrió  y estaba acostumbrado a comer como lobo.

El mismo se coloco el capote de paseo en el hombro y salió a la calle a partir plaza con media hora de anticipo, paseando su palmito por las mas céntricas calles, a dos cuadras arriba de la Parroquia y subiendo una callecita empinada, saludando a la gente que como el, se dirigía a la Plaza de toros Oriente, que oculta como estaba en el centro, solo se distinguía por fuera por un gran portón de madera roja, por donde, el día antes, debieron subir a los toros de la corrida

Era una tarde soleada, con algunos jirones de nube aquí y allá, templada,  como si el clima fuera benigno solo para la corrida, aunque no, era el clima que por años había atraído a los turistas, claro, antes del cambio climático mundial que comenzara a arruinarlo también.

El rato libre que tuvo, lo dedicó a calmarse y rezar por que el toro no lo fuera a hacer moronga en la arena.

A las cuatro, la plaza estaba casi llena, y de público era exigente. No por nada se advertía a los toreros que no era lo mismo torear en una plaza grande, como la plaza México, a hacerlo en una  pequeña, o mediana, como esta.

Para foguearse, todos debían pasar por la experiencia de un público malhablado y escandaloso, como Felipe ya lo sabia, pero aun así, no era muy agradable ser a quien todos insultaban.

Cuando salió al paseíllo, primero que nada busco a su apoderado, que estaba sentado en los palcos de sombra junto a su hermana y padre, envidiándolo, ya que su propia madre, lo mas que hacia era ver sus corridas por tele, ya que no aguantaba las giras de su hijo.

Enseguida, dio un vistazo general al publico, para ver a que atenerse, topándose con que en las primeras barreras de sol, estaban las chicas de antes, con abanicos y ramos de claveles rojos  como se esperaba que las mujeres asistieran, acompañadas por su madre, seguramente, que les señalaba el ruedo y parecía hablarles muy entendidamente sobre lo que pasaba.

Tras el paseíllo, se fue tras burladeros, ya que a el, le tocaban el segundo y el quinto toro de la tarde, dedicándose a ver tranquilamente la lidia del primero, que fue bastante buena, respirando hondo antes de salir por el suyo, que resulto un animal de  580 kilos, Carpintero, de los mas pesados que habían pisado últimamente la plaza.

Los chiflidos que oyó al salir, lo convencieron de que no decepciono a su publico femenino aquella tarde,  ya que todas las mujeres, y uno que otro hombre, lo encontraron además de joven, bello, con su  cabello castaño, lo suficientemente alto, pero con un maravilloso cuerpo delgado y flexible,  con unos hipnóticos ojos negros, ya que como decía la canción:

"No hay ojos mas lindos

en la tierra mia,

que los negro ojos,

de una tapatia"

O en este caso, tapatío, las cejas muy rectas y los labios desdeñosos y sexis, la nariz recta y la piel aceitunada de las tierras cálidas, ni blanca, ni morena.

-Le sienta bien el traje.-opino le murmuro una de las chicas a la otra, que le concedió la razón, ya que justo en ese momento pasaba frente a ellas, tapándose con el abanico para verle disimuladamente el trasero, motivo por el que lo llevaban además del calor, dándoles a poco la infartarte panorámica, que nadie paso desapercibida, de su mórbido trasero en el ajustado pantalón de color azul clarísimo.

Carpintero embistió con fuerza, pero Felipe se mantuvo en un palmo de terreno y siguió citándolo, logrando vistosas medias verónicas y chicuelinas, que le valían el aplauso del público, terminado el toreo a capote con una gaonera por la espalda.

Se toco a tercio de varas, llevando al furioso animal hacia el caballo del picador, apartándose cuando se lanzo contra la montura, recibiendo tres puyas, no muy profundas, para que no se envenenara con su propia sangre, usando el su cuerpo como sebo para apartar al animal del  picador y comenzar el segundo tercio, de banderillas.

Y el publico grito emocionado al ver el pondría sus propias banderillas, luciendose con sus todas, pero en especial con la ultima, que coloco al quiebro, humillando al toro.

De ahí, siguió el Momento Supremo, donde se brindaría  y  mataría al toro, ganándose el joven torero a su nuevo público al brindarlo al par de chicas del publico, que tras haberlo reconocido como el tipo que choco a un, mucho lo habían aplaudido.

-A ustedes, preciosas, con mucho amor.-dijo, aventándoles la montera, mientras ellas se reían como un sol, y por que no, veían como diciéndole "Miren" a dos tías que se sentían muy guapas y estaban cerca.

Entonces, paso a dar muestra de su arte, naturales, derechazos y trincheras, el sello característico que estaba haciendo característico suyo, humillando al toro, estando en riesgo un par de veces por el arrojo que tenia al hacerlas, culminando al pararse frente a Carpintero y citarlo de frente, clavándole el estoque a la primera y hasta el puño, cayendo el toro en pocos momentos.

Al caer, los pañuelos se alzaron en alto en la mano de muchos presentes, clamando por un premio por tan magnifica corrida, y concediendo el juez una oreja, alzando un pañuelo al aire.

"El Tapatío"  recibió su premio feliz de que su primera faena en San Miguel iba tan bien. Ahora solo había que cuidar no arruinarla con el otro toro...también, pensó fugazmente si no habrían exagerado con  mala fama de esa gente tan agradable, recibiendo con un beso los claveles que le aventaron las chicas junto a su gorro.

Cuando por fin se calmo la ovación del público y se arreglo la arena, salió el siguiente toro, dándose Felipe cuenta de lo voluble que es  la gente cuando el animal no fue bien lidiado y comenzaron los gritos...

-¡Pónganselas a el, por pendejo!-se oyó cuando el banderillero fallo el segundo intento.

-¡Aviéntale un traste si no puedes!-le gritaron al matador cuando no pudo matar a la primera y dio chueco.

-¡Cómprate un veinte de tino!

-¡Que bueno que no eres casado!

-¡Todo es toro!-fueron algunas de las cosas que se oyeron el lo que le hacían la primera llamada y lograba despacharse al animal.

Al siguiente tampoco le fue muy bien, ya que para lucirse en su segundo toro, hizo muy larga la faena, y aunque bien hecha, cansaba...

-¡Y esa pinche música toca y toca!

-¡Les pagamos pa´que  toquen, músicos rascatripas!

-¡Ya se acabaron las tortas!

Lo bueno fue que el torero entendió y se apuro, matando bien y a la primera, fluctuando de nuevo el público y pidiendo una oreja que el juez se negó a dar.

-¡Ora córtenselas al juez, por maldito!-fue lo mas decente que le gritaron.

-¿Y que hace halla arriba, si debería estar con las mulas?

-Mas bien que sea el buey que ellas arrastran...

Algo ciscado por el soez lenguaje, Felipe salió por su segundo toro, que resulto mas ligero que el anterior, pero mucho mas bravo, haciendo uso de su gracia, una de sus cualidades principales al torear, y se dedico a hacer vistosas chicuelinas y pases de pecho, manteniendo a  Panchito, su toro, a prudente distancia de su cuerpo. 

Cambiando cuando tomo confianza  por gaoneras en las que se jugaba la vida al exponer por completo su liso vientre al astado, llevando con ellas al toro hacia el picador cuando se toco a primer tercio, dejándolo en sus manos.

Se toco a segundo tercio en cuanto el picador se libero, oyéndose exclamaciones entre el publico cuando  "el Tapatío"  volvió a colocar el un par de sus banderillas, exponiéndose mucho al hacerlo de dentro a fuera, pasando entre el toro y las tablas, rasgándole un poco el traje al torero con los cuernos, rasguñándolo..

Luego llego el brindis, dirigiéndose a donde estaba su apoderado y mirándolo un momento antes lanzarle la montera.

-Por todo lo que haces por mi.-le dijo, agradeciendo la inclinación de cabeza que el guapo hombre le respondió.

El matador salió de nuevo a ruedo, animado,  con el capote en la mano y acercándose al toro, comenzando con un par de pases de pecho en lo que el toro y el volvían a lo suyo, logrando de nuevo el aplauso de su exigente publico con una trinchera, de derecha a izquierda y recortando la embestida del toro con un muletazo por lo bajo, distrayéndose un momento y tomándolo el toro por detrás, aventándolo con su fuerza bestial tras cornearlo.

Felipe solo sintió que volaba y caía de bruces, levantándose con trabajos del azotón que dio de panza, como víbora, y escurriéndosele las lagrimas del dolor y la humillación, ya que el condenado bruto lo agarro a traición y le rompió el pantalón de las nalgas, causando una conmoción casi desangrante en sus fans al ver aquellos, ahora no ocultos, encantos, cumpliendo eso de que los toreros salen muy vestidos, pero muy fácil los desvisten los toros.

Se retiro a una orilla del ruedo para que su asistente lo cosiera rápido y seguir, hincándose el afortunado fulano tras el, mientras el se agachaba para facilitar la costura, no tardando en oírse gritos.

-¡Ya le gusto, ya le gusto!-gritaron los envidiosos, refiriéndose a que le tentaran las nalgas, y eso, como era asunto muy suyo, lo ofendió.

Pero las fans salieron a la defensa...

"Lindo pescadito,

que estas en la fuente,

chinguen a su madre,

todos los de enfrente"

Rechiflándoles lo mismo los de enfrente y cantándoles también, ya que, al modo de ver del pueblo llano, ¿que diversión hay en ir a los toros, sino vas a insultar sin ton ni son?

Felipe recobro su estoque, dispuesto a cobrárselas a ese toro que tan gacha se la hizo, llevando al animal del centro del  ruedo y acercándolo a las tablas, aprovechando que de repente el animal se alebresto y hecho a correr hacia el para dejarlo como alfiletero, bien clavado y hasta el puño, yendo por su montera y flores que le aventaban en lo que las mulas quitaban el cuerpo.

Se acomodo en el burladero a ver el ultimo toro, que moría junto al sol, casi a las siete y media de la noche, ya que, cuando el matador fijo al toro frente a el  y le clavo el estoque, lo hizo algo mal, dejando casi un palmo de fuera, yendo entonces el picador, sin que nadie se lo pidiera, y  acercándose  a descabellar al animal, logrando solo que este se levantara.

 

-¡Ahora toréalo tu!-grito el publico cuando el animal comenzó a caminar, mejor haciéndose el desentendido el fulano y metiéndose tras burladeros, lo bueno que el toro cayo unos metros mas adelante, entre rechiflas del publico.

Continuara...

Notas finales: El fic sera de dos capitulos, para los que aguantaron este, el emocionante es el que sigue, su premio por soportarme ;D

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