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Mírame por selene2000

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Notas del capitulo:

Titulo: Mírame.
Autor:
Selene2000

Rating: R
Pairing: Atobe/Tezuka
Disclaimer:
Los personajes pertenecen a Konomi.
Resumen: Atobe lo tenía todo muy bien preparado: el lugar, el momento, la persona… Entonces, ¿por qué nada parecía funcionar?

Palabras: 790

Advertencia: Slash
Notas:
Esto fue hecho con motivo de una serie de retos en el LJ por Halloween. La cuestión era retar y ser retado. Este mini one-shot es la respuesta al reto que janestarkage me propuso: Situado en una playa nudista (lo soñé anoche, pero con otros gays). Atobe cree que Tezuka debería quedarse embelesado admirando su belleza... pero ello no sucede. Entonces cree que es porque no lo ha visto bastante cerca (más de lo que ya está)"pervierte lo mas que puedas, siiiii

Mírame

Atobe se pasó las manos por los brazos terminando de extender el bronceador por su piel. El sol calentaba quizás con demasiada intensidad, pero la suave brisa mitigaba un poco el picor producido por éste. Pero a pesar del calor Atobe no protestó en ningún momento. Dejó el bote de crema a un lado y miró a su acompañante, tumbado plácidamente a su lado, tomando el sol. Tezuka era fuerte, aunque no como aquellos chicos culturizados del gimnasio, alto y aunque no tan guapo como Ore-Sama, sí con un cierto atractivo que conseguía que la mirada de Ore-Sama se dirigiera hacia él instintivamente.

Atobe se echó un breve vistazo valorativo. Sus piernas no eran tan largas como las de Tezuka, pero aún así lo eran y debía reconocer —pensó con una sonrisa de suficiencia— mejor torneadas. Su trasero existía, de lo cual Tezuka no podía presumir, aunque claro; le echó un breve vistazo… En aquella posición su trasero no se podía apreciar demasiado, pero aún así era algo más evidente que con ropa. Tezuka, en ese aspecto, era uno más del montón. Entonces… ¿por qué Tezuka no lo contemplaba como debiera? Sus ojos deberían de estar devorándolo, cada centímetro de su cuerpo debería de arder con la mirada del capitán del Seigaku y más cuando su cuerpo se mostraba así, en toda su gloria. Un Dios terrenal.

Atobe lo miró con más detenimiento. Tezuka estaba mirando a otro lado, no sabía exactamente adónde. Pero de los que sí estaba seguro era de que no lo miraba a él. Ore-sama sonrió, claro, ¿cómo no se había dado cuenta antes? Tezuka no llevaba sus gafas, de ahí que no lo mirara. Seguramente su miopía no lo dejaba ver ni una pelota de tenis en una canasta llena de ellas.

—Tezuka —éste miró en su dirección—. ¿Podrías echarme crema en la espalda?, no alcanzo lo suficiente y ya sabes qué delicada es la piel de Ore-sama.

Tezuka no respondió, pero agarró el bote de crema que le ofrecía. Atobe se acostó boca abajo, ladeando la cabeza hacia el lado donde Tezuka estaba con el bote de crema en la mano y lo observó. Tezuka se posicionó a su lado de rodillas, desde esa perspectiva Atobe podía ver el miembro semi endurecido de Tezuka y sus muslos en tensión. Tezuka se echó la crema en las manos y se las frotó con esta antes de posar sus manos en Atobe. Ore-sama suspiró. Las manos del capitán se movían suavemente, extendiendo la crema casi con delicadeza y haciendo que su cuerpo se estremeciera brevemente. Tezuka deslizó las manos hasta casi donde la espalda perdía su casto nombre y Ore-sama sintió cómo contenía su respiración, pero nada ocurrió, tal y como todo había empezado todo acabó.

Tezuka volvió a su toalla, aunque esta vez no se volvió a acostar, se sentó abrazando sus rodillas y otra vez mirando hacia aquel punto donde Atobe no veía nada más que a un viejo con sus hijos. Ore-sama no lo entendía, teniendo un cuerpo tan extraordinario como el suyo al lado ¿por qué mirar a otro lado? Quizás Tezuka estaba más ciego de lo que creía y no había podido apreciar bien su cuerpo.

No lo soportaba más, si Kunimitsu estaba ciego al menos debería de poder sentir. Se levantó y se arrodilló frente a Tezuka, su cuerpo brillante por la crema, luminoso y su sonrisa siempre en el rostro.

—¿Te echo crema?

—No es necesario —siempre aquella postura fría que irritaba tanto a Ore-sama.

—Te quemarás.

—No.

—Te estás quemando.

—No.

Atobe le puso una mano en el hombro de Tezuka. El hombro de éste estaba ligeramente más caliente de lo normal y si no se echaba crema Atobe sabía que Tezuka no podría vestirse en una semana, como mínimo, sin que todo el cuerpo le doliera.

—Te voy a echar crema.

Tezuka no dijo nada, simplemente continuó mirando a aquél viejo. Atobe untó sus manos con aquella crema y las posó en los hombros de Tezuka. Éste no dijo nada, ni una palabra, ni siquiera cambió de postura. Pero Atobe no se detuvo, de sus hombros pasó a sus brazos y de estos a sus muslos. Esta vez Tezuka sí lo miró, con las mejillas ligeramente sonrojadas. Atobe sabía que Tezuka no era de los que se ruborizaban, ni lloraba como nenitas desvalidas, pero tampoco era de los que iban a playas nudistas y menos con él. Sus manos se deslizaron con la misma desenvoltura que él en una fiesta, prestas, seguras, con confianza, encontrando rápidamente el motivo de la vergüenza de Tezuka. Quizás éste no estaba tan ciego como Ore-sama creía. Al fin y al cabo él era un Dios y Tezuka un simple mortal.


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