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Jueves: El ultimo soplo de mi Corazón por Hector Ish

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Notas del fanfic:

Este Fic es un WhatIf? de como se conocieron Wilson y House, basado en el desgloce de la cancion Jueves de La oreja de VanGogh

 

Tanto los personajes de House MD como "Jueves" de LODVG son propiedad intelectual de sus respectivas compañias y solo se usan como referencia.

Notas del capitulo: Ojala puedan leer el fic mientras escuchan la canción o ven el Video
Jueves (El último soplo de mí corazón)

-Si, supongo que esto es mejor que un montón de prostitutas en mi apartamento... si he de perder el tiempo que sea en una estúpida convención...

Mientras Gregory House se dispone a tomar el taxi, una mujer ajetreada se lo gana y con una mirada despectiva lo barre y suelta una risita cínica

-¡Soy invalido!- le grita al momento de levantar su bastón y enseñárselo- De igual forma ese trasero no merece contonearse por la calle- termina murmurando.

-¿Por qué no intenta tomar el tren?- le dice el amable Portero del hotel- Igualmente llega al centro de convenciones

-¿Cómo sabe usted a donde voy?

-Tiene bastón, una carpeta con un Logo del MedicalCenter... y una actitud muy petulante... usted es el Doctor Gregory House...

Aparentando indiferencia, avanza unos pasos hacía el sur, pero el portero le dice:

-Señor, esta usted tomando el camino equivocado...

-“Lo único que me faltaba esta mañana”- piensa en el nefrólogo, con total apatía da la vuelta y se dirige a la estación de trenes...

-Vaya que es un hombre orgulloso- musita el portero- Igual pudo esperar el siguiente Taxi- una risa aparece en su cara una vez que el doctor se ha perdido de vista.



En el desayunador del hotel entre tanto ajetreo, una figura inmóvil, pasiva se da a notar, frente a él un sobre amarillo mate con su nombre escrito, en una de las esquinas el logo pomposo de un despacho de abogados y un poco mas abajo la firma del que hasta hace poco era el abogado de ambos...

-No pienso abrirlo- se decía, aunque sus ojos cafés reflejaban como la duda lo carcomía...

El café hace rato que se había enfriado, al primer sorbo el doctor James E. Wilson recupera su noción del tiempo, sabe que lo que escuchara en la convención es algo que ya sabe, pero igual trata de convencerse que puede llenar su cerebro de datos sobre el cáncer y así dejar de pensar en ese sobre grande y amarillo...

Pero antes de que se de cuenta traía el sobre en mano junto con su abrigo... Eran inicios de Marzo y el invierno quería hacerse notar en sus últimos días de agonía, de su maletín, el oncólogo saca una bufanda y un gorro... el sol se notaba, pero el aire helaba.
Al cruzar la puerta de la estación, notó con gran desilusión que su tren se había ido, miró su reloj y con gran desesperanza se resigno a tomar otro tren que no es el directo a su destino y haría escala en otro lado... al menos podría contemplar el paisaje invernal de la ciudad.

Wilson era un hombre sereno, tranquilo... al menos en apariencia, pero con quien ganara su confianza, se mostraría como es realmente. Aún así prefería los trenes a un auto particular, al menos así podría despejarse la mente contemplando el paisaje...




El tren estaba abarrotado y apunto de llenarse, House logra deslizarse hacía el ultimo asiento disponible

-¡Oiga!- le dice una mujer mayor- ¡Era el último!

-Si, es una suerte que lo hallara- dice cínicamente.

-Deje que lo ocupe alguien que lo necesite, señor- le reprende la anciana.

-Si puede usar tacones señora,- dice al momento de señalarle los zapatos con su bastón- Creo que soportara el viaje... ah... Además soy lisiado- concluye al mostrarle el bastón.

-Pudo tomar un Taxi... ¿Por qué no tomo uno?

-¿Y perderme el maravilloso paisaje? Por cierto ¿Sabe restar? ¿Nota la diferencia entre .50c y $10 dls.? Yo si, es casi un combo de McDonal’s

Indignada la señora se da la vuelta y se resigna a viajar parada.

-Oye tú,- dice House al hombre de 30 que viaja sentado a un lado de la señora- ¿Tienes problemas al respirar?

-Si... ¿por...

-Deja las preguntas obvias, soy doctor... ¿Tu pierna derecha duele?

-Si- contesta con preocupación...

-No quiero alarmarte, pero te vendría bien caminar por el vagón, estar sentado cuando se esta por sufrir una embolia no es bueno...

Intrigado y asustado el hombre toma su portafolio camina hacía otro vagón. La mujer mayor con gracia toma el asiento recién desocupado y le agradece al nefrólogo...

-Oh, no me agradezca, lo hice mas por mí que por usted, no quiero arriesgarme a que me golpee con su bolso...

Con gran indiferencia toma una de las revistas especializadas que carga y se pone a leer. A simple vista parece un citadino cualquiera, una gabardina gris semi-abrochada, una boina de igual color, pantalones de mezclilla con tenis deportivos, un saco azul y una camisa sin planchar, Su barba rayaba entre una mala rasurada y un chiste mal hecho por la genética.

En la siguiente estación la mayoría baja y pocos suben, nada interesante para House salvo por un tipo que entra al tren disculpándose con una señora que le piso el pie...

-“Interesante”- piensa- “Alguien se disculpa por recibir un pisotón, es casi como decir: ‘Oh, siento mucho haber puesto mi pie para evitar que la suela de su zapato tocara el sucio piso del anden’... ¿Quién en su juicio hace eso?”

Al observarlo detenidamente, House recae en los pequeños detalles, un abrigo que combina con su sombrero y su bufanda, corbata combinada con sus calcetines, zapatos pulcros, rayando en la obsesión, y ropa perfectamente planchada.

Por mas que lo intentaba, House no dejaba de pensar en esta persona, pero era tiempo de llegar a su destino, el centro de convenciones, aquel lugar sería su suplicio durante las próximas 6 horas... en realidad eran 8, pero logró reducirlas gracias a lo que él considera su don, la constante rebeldía a ser puntual.

Para su sorpresa, el sujeto de su atención baja junto con él, House decide guardar alguna distancia, no sabía por qué, pero presentía que irían al mismo lugar; con recelo House lo mira llegar a la entrada principal del centro de convenciones, así que acelera el paso para darse a notar...

Wilson repara en que alguien mas va entrar detrás de él, pero sin interés en quien es solo mantiene la puerta abierta por cortesía...

-Alguien tiene que decirle que la amabilidad esta sobrevalorada- murmura House, al verle seguir su camino dentro del edificio.

La conferencia empezó desde las 8:00 am Dr...- dice la recepcionista, buscando el gafete de identificación.

-Oh, lo siento- dice House sacando la tarjeta de su bolsillo- Mira... si hubiera llegado puntual hoy, el resto esperaría que lo hiciera todos los días.

Una sonrisa que raya en el cinismo se deja ver mientras House camina por el edificio.



Durante el almuerzo, por todos los medios como su pierna se lo permitía, House buscaba al sujeto del tren, no había vuelta atrás, era un hombre curioso, deseoso de saber las respuesta, de resolver las dudas, y el derroche de amabilidad indiscriminada que vio en la mañana lo tenia perplejo.

El sobre amarillo era una maldición para él, ya sabía lo que contenía, así que no había necesidad de abrirlo, pero, muy dentro de él pensaba que si no lo habría las cosas dejarían de suceder... que, quizás, no lo perdería todo.
Totalmente decidido toma su taza de café y se levanta de la mesa del restaurante, mira desafiante al sobre y lo toma con desprecio. Con total indiferencia Wilson camina hacia la salida.

La búsqueda parece infructífera, y la pierna le duele a montones, para colmo de males, el analgésico se había quedado en el sofá de su habitación. Rendido House toma asiento en la ultima mesa, por unos instantes se concentra en el dolor, pero al girar la cabeza lo ve venir... Y aunque bien pudo solo haber saludado para llamar su atención (considerando que un tipo amable nunca despreciaría un saludo) lo único que logra hacer es poner su bastón a modo de que Wilson tropiece.

Wilson solo da la zancada y esquiva el obstáculo. La cara que pone House es como para reír... y él mismo lo sabe.


Al caer la tarde el frió se pone intenso y un poco de aguanieve se deja caer, Wilson se enfunda en su abrigo y sale del edificio para tomar el tren, la conferencia acerca de los nuevos métodos para afrontar la depresión en los pacientes de cáncer no le dejo nada nuevo, así que no valía la pena meditar en ese asunto.

Ahora se sentía extraño, con total indiferencia dejo pasar el directo... algo en él deseaba retrasar lo mas posible la llegada a su frió y solitario cuarto de hotel. Así que decidió dirigirse al tren con la misma ruta larga que había tomado en la mañana.

A punto de cerrarse la puerta, Wilson consigue entrar y se sienta justo dos filas adelante que House.


Intrigado aún, House se dispone a abordarlo, cualquier cosa serviría, un saludo, un comentario sobre el horrible clima, incluso un comentario sarcástico de esos que le molan tanto decir podrían desatar una conversación. Algún comentario sobre él, quizás sobre su apariencia o quizás sobre ese sobre tan grande que carga... una pequeña broma para romper el hielo.

Pero algo en él lo detuvo, de pronto perdió la confianza, tal vez por que comparo su propia apariencia con la de él, ¿Cómo alguien tan desaliñado se presentaría como doctor?
De repente, sus comentarios sarcásticos dejaron de parecer inteligentes y bien elaborados ¿Alguien tan amable gustaría del sarcasmo y la ironía?

quizás la pregunta mas importante que cruzó por la mente del nefrólogo fue el por que quería causar una buena impresión, nunca antes le había importado lo que los demás pensaran e incluso estaba seguro de que ese hecho seguía siendo así, pero frente este amable sujeto él tenía que mostrar una buena impresión.

Aun mayor era su inquietud por seguir ignorando el nombre del doctor y tener que llamarlo el “tío que desborda Amabilidad”. Ese día pudo deducir que era oncólogo al verlo entrar a la conferencia que hacia alusión al cáncer después del almuerzo. También especuló que, al menos, no tenía una pareja estable dado que no había sortija ni un celular que fastidiosamente sonará a todas horas... Aunque igual y eso significaba que su pareja no le prestaba suficiente atención... pero si era eso su amabilidad se reduciría de un Don a algo enfermizo y obsesivo.

Pero la meditación tuvo que terminar al momento en que el tren llego a la estación en la cual el oncólogo arribaba. Una vez más, House se quedó con la curiosidad insatisfecha.

Esa noche, en la recepción del hotel, donde un grandioso piano decoraba el ambiente, House comenzó a tocar, inspirado, quien sabe de donde... pero las notas salían con una magnifica armonía, y una sonrisa sincera asomaba en su cara.



Era el segundo día de la convención, pero igualmente al Doctor House le importo poco llegar puntual, además, esa noche después de su soberbia exposición como pianista la vigilia se hizo presente.

A mitad del camino, en la estación en la cual el tren hacia parada, House no dejaba de mirar de reojo a quienes abordaban y, aunque no esperaba verlo, sus ojos brillaron al verlo subir.

Su mirada lo siguió hasta su asiento, dos filas delante de él. Siendo un poco curioso, House descubrió que si miraba el reflejo de la ventana podría notar su perfil, algo que resultaba imposible estando posicionado atrás.

Al presentarse el insomnio esa noche, House aprovecho su vigilia para hacer algo que no había hecho nunca antes. Motivado quien sabe por qué, House se dedicó a planchar la muda de ropa que utilizaría el día de hoy: un pantalón negro y una camisa azul. Por primera vez había dejado los tenis en el closet y unos zapatos formales y lustrosos tomaban su lugar. Otro saco llevaba, el cual combinaba con el pantalón y finalmente un abrigo sin arrugas le cubría del frió.

House aún no podía creer lo que había hecho... ¿Tan importante era causarle una buena impresión? Ah, pero como le dolía admitir que este pequeño cambio de imagen le gustaba.

De reojo, echaba pequeños vistazos al reflejo de la ventana, la mirada perdida, un poco desilusionada del oncólogo llamó su atención... era obvio que no la estaba pasando bien.

De pronto un bostezo hizo aparición, sin duda, él también había pasado una mala noche; House sabía que esto podría convertirse en la oportunidad que buscaba, un comentario sobre la vigilia, dar pie a una conversación, quizás, incluso, tomar un café juntos para despabilarse un poco.

Como si se sintiera observado Wilson alza la mirada, e instintivamente se vuelve hacia el reflejo de la ventana, al hacerlo se topa con unos ojos azules que lo observan pero que, al momento de toparse con los de él, se cierran inmediatamente, como si de evitar la mirada se tratara, así que Wilson suspira y aparta la mirada hacía la otra ventana.

-“Esto fue increíble”- piensa House- “y realmente tonto”

Nuevamente la confianza que había logrado reunir se disipó como si una bocanada de humo se tratara. En ese momento se sentía increíblemente pequeño. Miro su mano derecha con atención... estaba sudorosa y temblaba un poco.


El día de conferencia transcurrió como el anterior, sin ningún interés para alguno de los dos. Wilson estaba perturbado, ya ni escuchar parlotear a alguien le servía para evitar pensar en ese sobre amarillo, necesitaba algo para distraerse.

Así que antes de dirigirse a al estación, pasó a la librería que se hallaba a la vuelta del edifico de convenciones.

-Si gusta, puede dejar sus cosas en el mostrador- le dijo la joven del mostrador.

La librería estaba prácticamente vacía, Wilson podría estar a sus anchas en los pasillos, leyendo contraportadas y análisis de los libros. Podría pasearse sin tapujos en la sección de poesía, sin tener que estar al pendiente de las miradas de otros.

Pocos minutos después, Gregory House hace acto de presencia en la librería, nuevamente había seguido a Wilson manteniendo una distancia prudente, al posar la vista en el mostrador reconoce inmediatamente los objetos que se hallan sobre este. Disimuladamente se acerca para mirar de reojo el gran sobre amarillo; un brillo apareció en su mirada, ¡por fin pudo averiguar el nombre! Sin embargo al analizar más detenidamente noto el resto de la situación.

La mirada incomoda de la joven del mostrador lo distrajo un momento, la situación se puso tensa, era obvio que la chica lo había advertido.

-Señor, ¿Lo puedo ayudar en algo?

-No, en realidad no... Parece que eres muy joven y probablemente me meta en líos legales- nuevamente la sonrisa cínica se dibujó en su rostro, mientras la muchacha se ruborizaba, House dio la vuelta y se dispuso a salir.

Por el vitral, desde afuera, House trato de buscar a Wilson, y al hallarlo se concentró en su expresión impasible mientras leía un libro, lo único que alcanzaba a distinguir de este era el apellido BECKER con letras doradas, al fijarse nuevamente en Wilson notó algo que no había visto: una sonrisa dibujada en su rostro. Sin proponérselo, otra sonrisa se esbozaba en él.

-“Así que te llamas James Evan Wilson”- pensó House mientras caminaba por la calle rumbo a la estación.

Inmerso en la lectura, Wilson tuvo que volver en sí al momento de concluir el poema que leía, nuevamente el atraso le había hecho presa, pero bien lo había valido, al salir de la librería, el crepúsculo pintaba de violetas y azules la nieve del suelo y como si del mismo poema se hablara, una parvada de golondrinas alzaron el vuelo desde un árbol cercano, anunciando así la pronta llegada de la primavera.

Con libro, maletín y sobre en mano, Wilson se dirigió a toda prisa a la estación. Al llegar al anden poca gente estaba esperando, al pensar que el otro tren también lo había dejado se acerco para divisar si alguno otro venía. Justo junto a él un hombre mayor de pelo entre gris y café, con ojos azules y un abrigo negro igual esperaba. Con algo de recelo, pero sin prestarle mayor atención, Wilson logro musitar un saludo. Mientras tanto House no conseguía siquiera iniciar algo que pudiera llamarse conversación.

Y como los trenes de la estación, el silencio iba y venía entre los dos.


House estaba mas que decidido a hablarle hoy a Wilson, ¿Qué por qué a él? Finalmente lo sabía: de tanta gente en esa aburrida convención no pudo hallar a nadie tan interesante como Wilson, un bonachón tan distinto a él... con una situación difícil, de la cuál, seguramente, ni él mismo la hubiera afrontado como Wilson.

Esta vez, en lugar de ocupar el asiento de siempre ocuparía el que esta enfrente del que él generalmente suele ocupar, esta vez no se conformaría con mirarle la cara de reojo o en un simple reflejo.

Nuevamente comenzó a preparar la posible situación, como iniciaría la conversación, como lograr que se sincerara con él, de modo que logro recuperar su confianza.

Al llegar a la estación donde Wilson tomaba el tren, este se hizo el ausente. Wilson no estaba allí. House se puso nervioso, quizá era posible que ya hubiera regresado, que pensara que este ultimo día de la convención no valía la pena, que valía mas recuperar a su esposa, o que se hubiera rendido y se haya lanzado a una noche de juerga para ahogar sus penas... No, no era posible, quizás House fuera un Imbécil al tratar a las personas, pero podía captar pequeños detalles que revelaban la actitud de estas, y por lo poco que sabía de Wilson todo lo anterior se volvía improbable.

El tiempo de espera en la estación estaba por terminarse, y House se acercó a la puerta con la esperanza de que Wilson se apareciera. Justo en el momento que el tren cerraba sus puertas Wilson llegó al andén, sin pensarlo House detuvo las puertas con su bastón, lo que dio tiempo a que el oncólogo subiera al tren.

Todavía con la respiración agitada, Wilson se sienta e intenta relajarse, justo después de él House ocupa el asiento de a lado. Wilson había pasado por alto la acción del nefrólogo, pero eso no le importo a él.

Tal vez los escenarios mentales son fáciles de deducir, pero los hechos reales cuestan trabajo... Tras 5 minutos de silencio, Wilson saca su recién adquirido libro y comienza a leer. Para no quedarse en atrás, House toma una de sus revistas y finge leer, entonces así podría al menos sacar un tema de conversación; pero no podía evitar mirar a Wilson y este, al notar la mirada lanza un suspiro, un suspiro de aquellos de resignación al saber que será incomodo viajar con un tío como él a lado.

Nuevamente sus miradas se cruzan pero esta vez Wilson no la aparta, así que House cierra los ojos y al abrirlos los dirige hacia su revista. Algo en su compañero de viaje se le hacía familiar a Wilson, pero él no era tan curioso como House, así que retomó su lectura.

Cansado ya de ceder a su cobardía y nervios House comenzó la plática:

-Dr... Jam...es.. Wil...son- dijo con palabras entrecortadas.

-¿Perdón?- contestó el otro al no entender bien la frase; House no lo creía, había hecho el tonto frente a él.

La frase “Trágame tierra” le venía bien, pero lo hecho, hecho está, no había más que terminar la plática.

-Dr. James Wilson ¿No se llama así?

-¿Le conozco de algún lado?- agregó el pelicastaño.

-Bien, pues, vaya... Igual soy doctor... Gregory House...- House no resistía mas los nervios... ni siquiera sabía que más podría decir.

-Ah... ¿No me diga que igual esta en la convención?

-Si, ya sabe... esos decanos y sus ideas... Bien pareciera que lo único que quieren es librarse de uno...

La plática transcurrió sin problemas... House había logrado su cometido, y Wilson no hallaba motivos para ser reservado con él. De hecho conforme la conversación tomó forma, pareciera que se llevaran años de conocerse.

Ese día, el último de la convención, fue tan distinto. Ambos habían hecho buena mancuerna, durante las conferencias discutían datos y estadísticas y, cuando se presentaba la oportunidad, se daban el lujo de criticar a los decanos y demás doctores.

Wilson parecía entender el humor sarcástico de House, incluso agregándole algunos detalles. Durante el almuerzo ambos se quejaron de lo que sus respectivos hospitales hacían mal y cada uno se reía de los errores que había cometido el otro...

Al final del día, los dos acordaron tomarse un trago y se dirigieron al bar más cercano; después de dos tragos, los temas triviales se agotaron Y Wilson llevó la plática a lo personal…

-Ese sobre que no dejo- mencionó- lo manda el abogado de mi esposa, son los papeles del divorcio.

-¿Estuviste jugando sucio y temes que te quite la mitad de tu salario?- le contesta House, la familiaridad ya se había hecho presente.

-No… bueno, mas bien ambos, los dos nos jugamos sucio… yo la descubrí primero con otro y pensé que si le revelaba mi aventura, el perdón sería reciproco…

-Pero ella te mandó a la…

-Si, así de lejos me mandó

-Todo el mundo miente- agregó House- Fuiste un Idiota al confesarle.

Wilson agachó la mirada, las palabras de House, aunque fuertes, no dejaban de ser ciertas.

-¿Tu igual mientes?

-Todo el mundo, sería muy egocéntrico de mi parte excluirme de esa afirmación- respondió después de terminarse su trago- Entre mas pronto firmes esos papeles, mas rápido te libraras de ella.

House se alejó de la barra, dejándole a Wilson la cuenta. Finalmente ambos se dirigieron a la estación. El ultimo tren que los llevaba a ambos a su destino recién llegaba. Solo ellos dos lo abordaron y en la siguiente estación los pocos pasajeros que había dejaron el tren, quedándose solos.

Nuevamente el silencio se hizo presente, pero esta vez no fue por lo incomodo de la situación o por timidez, simplemente los temas de conversación acabaron para este día.

Poco antes de llegar a la estación donde Wilson bajaba, este rompió el silencio-

-¿Sabes, House? No te conocía hasta esta mañana, pero algo en ti me resultaba familiar

-Tal vez- agregó House- Notabas mi presencia en el tren y en la convención.

-Si… tal vez notaba tus miradas y que dejabas un distancia prudente mientras me seguías-Wilson dibujo una sonrisa burlona en su rostro, mientras que House se quedó en silencio y agachó la mirada.

-Seguro fue eso- musitó finalmente.

-Cada mañana-continuó Wilson- quien sabe por qué razón, rechazaba el tren que me llevaba directo de mi Hotel al centro de convenciones y tomaba este, que tomaba un trayecto más largo…

-¿Y?- preguntó sarcásticamente House.

-Y me ha hecho bien conocerte…

El tren se detuvo y Wilson bajó de este. Al continuar su recorrido House se quedó meditando, pensando en las palabras de Wilson.


La convención había terminado, era momento de partir. Al mirar atrás, House nota el piano de la recepción de su hotel, aquel piano donde había tocado aquella melodía, pero solo la melodía.

A diferencia de los días anteriores, muy temprano se dirige a la estación de trenes, a lo lejos escucha la despedida del portero del hotel.

Al llegar al andén, solo le queda esperar; al poco tiempo la presencia de alguien junto a él se hace notar.

-Llegas tarde- le dice

-Esta vez no hay prisa- contesta Wilson- lo que me sorprende es que tu llegues puntual.

-Solo te dejaste llevar por un comentario que dije.

-Eso y el hecho que llegaste tarde todos los días de la convención.

El tren llega, ambos lo toman, esta vez el viaje será mas largo, ambos se dirigen a Nueva Jersey, guardan el equipaje y se sientan juntos, Wilson junto a la ventana y House, por motivo de su pierna, junto al pasillo.

Poco a poco, House comienza a cabecear y dormita, Wilson es contagiado y recarga su cabeza en el hombro de House.

Un sonido chirriante los despierta, en una curva para tomar el túnel el tren ha perdido sus luces. Wilson toma la mano de House en busca de apoyo, en total oscuridad, House busca a tientas la cara de su amigo, al sentirla nota como Wilson la recarga sobre su palma y siente caer una lagrima…

El tiempo parece detenerse, tenía mucho que no daba una muestra de ternura… y sabía que se requería valentía para hacerlo con un amigo. Igualmente sabía que un beso sería inapropiado, una amistad duraría para siempre, una relación acabaría con todo, House lo sabía, Wilson lo sabía…

-House- dice Wilson al momento de soltarle la mano

-¿Si?

-Te quiero- finaliza.

House suspira como si se tratara del último soplo de su corazón y su sonrisa aparece en su cara justo en el mismo momento en que el tren sale del túnel y la luz del sol entra por la ventana


-“Al fin me sé la letra”- piensa House.

…“Si fuera mas guapo y un poco mas listo
Si fuera especial cómo de revista
Tendría le valor de cruzar el vagón
Y preguntarte quién eres

Te sientas enfrente y ni te imaginas
Que llevo por ti mi ropa más bonita
Y al verte lanzar un bostezo al cristal
Se inundan mis pupilas

De pronto me miras, te miro y suspiras
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista
Apenas respiro, me hago pequeñito
Me pongo a temblar

Y así pasan los días, de lunes a viernes
Como golondrinas del poema de Becker
De estación a estación enfrente tú y yo
Va y viene el silencio

Y entonces ocurre, despiertan mis labios
Pronuncian tu nombre tartamudeando
Supongo que piensas: ‘Qué tipo mas tonto’
Me quiero morir

Pero el tiempo se para, te acercas diciendo
‘Yo no te conozco y ya te echaba de menos
Cada mañana rechazo el directo
Y elijo este tren’

Y ya estamos llegando mi vida ha cambiado
Un día especial éste 11 de Marzo
Me tomas la mano llegamos a un túnel
Que apaga la luz

Te encuentro la cara gracias a mis manos
Me vuelvo valiente y te beso los labios
Dices que me quieres y yo te regalo
El último soplo de mi corazón”

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