Inevitable XXXII
– interludio –
Ella huye de mí como los dioses.
Mis ojos la persiguen insistentemente, buscan abrazarla contra su voluntad, pero la invisibilidad de aquello que poseo no puede alcanzarla.
Ella no sabe de mí... y eso me calma.
Viejos días de juventud, sueno a anciano de este modo, sin embargo lo recuerdo a la perfección como si lo viera a través de mi vida pasada y antigua. Giro el rostro hacia atrás y sin buscar engañarme con un sueño de verano, yo lo veo tan nítido y claro como el resplandor de la nieve y la escarcha estampada en los árboles por el frío del viento. Aquellos acompañantes que me hacían verte como la reina de las nieves de los cuentos infantiles que escuchaba de mi madre antes de dormir.
Un leve rastro de amor en tus labios... no es para mí.
Nunca lo será.
El paso seguro y ligero al caminar no te lleva hasta mí y lo agradezco.
Tampoco quise atravesarme en tu camino, salvo observar en silencio como tantos otros. Mas un suspiro en mi interior se desgarra como la neblina cuando es quebrada por el sol. Impotente por mis recuerdos, dolido en mi amor no correspondido te observo a la par de una salvación, de un arrollo dispuesto a tranquilizar un dolor que llevo arrastrando años.
Podrías ser tú aquella que... No, no lo serás, no obstante solo quiero mirarte hasta estar satisfecho y poder seguir con fuerza para esperar encontrar a quien en verdad amo o digo amar.
¿Qué dirías de mí?
Siempre me lo pregunto y nunca obtengo una respuesta condescendiente. He de suponer porque en ti aquellos pensamientos no son más que estrellas furtivas listas a declinar por lo lejanas y ancestrales que son.
Sin motivo para que pienses en mi vida, tan solo río como un tonto a un lado de tu cabello tan claro. Mis dedos intentan acariciarlo, mis dedos buscan imprimirse en ellos para que tengas una parte de mí corazón en ti.
Es casi etéreo esto que siento... es casi inconforme lo que me sucede.
Es injusto que ni siquiera podamos musitar un “hola” en complicidad... injusto..., etéreo..., sin amor..., sin nada.
Ri...
Abro los ojos asustado y miro mi brazo extendido. Este es iluminado por la luz de la mañana, justo como un sueño.
Respiro con dificultad y bajo la vista hasta dar con el hombro de Taka que duerme pacíficamente, solamente lleva una camiseta gris y aquello me alegra. Me escurro hasta su cuerpo y beso su cuello con un afán casi olvidado. Paseo mis dedos a través de la piel blanca y cálida, enredo mi nariz en sus cabellos y huelo el aroma innato que hay en ellos. Me fijo en su rostro y no encuentro fallas en él, incluso los lunares que odias en secreto son tan necesarios y espléndidos, como joyas inmaculadas dispuestas a realzar mucho más la belleza que posees. Los labios entreabiertos y rosados me invitan a realizar hazañas desesperadas en este mismo momento; respiro contra tus mejillas y pienso solo en ti.
Tan solo tú y yo... Con el silencio acunándonos...
Todo es tan perfecto y hermoso que podría matarme contigo justo ahora, como a veces murmuras cuando hacemos el amor, sin embargo no lo cometeré. Perder la vida por lo espléndido de nuestros cuerpos no ha sido nunca mi deseo, solo vivir a tu lado hasta desaparecer... Sí, eso es lo mío.
Siendo valeroso y hasta osado, me desnudo despacio sin que el día se de cuenta. Me percato de la puerta entreabierta, mas vale poco. Ya no me interesan los curiosos que nos escuchen, ya no valen las reprimendas por no ser una pareja más juiciosa y delicada con su modo de expresión.
Que se vayan a volar y que nos dejen en libertad.
Abrazado a tu espalda paseo mis manos por tu pecho de niño, juego con tus tetillas y mi miembro se inflama en placer por sí solo. Gimo contra tu oreja y te susurro que te amo como a nadie, solo a ti... desde siempre. Intento morder dulcemente, mas tus labios somnolientos me atrapan primero y juntos nos besamos sin detenernos.
Tibiamente te cubro con mi amor, derribando tus despojos a un lado de nosotros me dedico a verte con los ojos cerrados mientras limito centímetro a centímetro las marcas que hay en tu piel. Un leve rastro de humedad hay en mi lengua, un fulgor cándido parece prenderse de la tuya. Buscando tu boca nuevamente me inmiscuyo en ti sin tropiezos, delicadamente ingreso en ti acaparando toda tu existencia con mis dedos ansiosos de más.
En vuelto en ti, embestidas suaves y ondulantes, tímidas y mojadas se pierden en nuestra razón. Observo tus ojos abiertos y perdidos por el placer que les doy y lentamente tus brazos se van aferrando a mi espalda, ellos susurran palabras por sus poros extasiados que soy capaz de interpretar aun cuando su idioma no sea de este mundo, solo yo... ¿verdad Taka? Igual que tú..., solo yo..., solo tú.
Un gemido ahogado se escapa de tu boca, lo atrapo en la mía y terminó en ti... hasta llenarte por completo.
Respirando con dificultad balbuceas lo que sientes por mi, nos abrazamos y al final puedo descansar en tu pecho, agotado y sediento.
La mañana se ve luminosa ahora, las cortinas no ondulan como siempre... pero somos los mismos de toda la vida.
¿Café?
¡Eh! Ah... Shima, sí, gracias.
Quiebro el seguro y bebo de la lata.
Esto es café con leche.
Ya lo sé, estás tan distraído que ni te fijaste en la lata, idiota.
Río y le doy un sorbo más sin quitar la vista de la escena pública de Tokio.
Las personas se ven pequeñas desde el quinto piso del edificio, algunas llevan paraguas, otras corren para alcanzar algún taxi.
Un día normal.
¿No vas a decirme qué te pasa?
Escucho la pregunta de Shima y no me veo tentado a responder.
Camino un poco hasta fijar mi vista en el puesto de periódicos de la esquina más próxima. Sin saber como abordar un tema tan lejano me volteo y me encuentro a Shima muy cerca esperando que diga algo.
Tuve un sueño...
¿Sueño?
El frunce el ceño de mala manera, por lo que algunas arrugas se forman en su barbilla. Tomo aire, bebo un tanto más y finalmente lo suelto.
Te acuerdas de Rin....
¿Rin?
Shima hace una mueca desagradable, bebe de su lata, pasea un poco, se sienta en una de las sillas del cafetín... Vuelve a ponerse de pie y me pregunta quién diablos es Rin.
Bueno la cuestión es que... Es tan gracioso, pero soñé con...
Ya sé... No podría olvidar ese gesto inmundo que tienes en la cara ahora. ¡Akira!
Deja de gritar, no seas escandaloso y...
Me calló al ver a algunas personas levantarse de una mesa e irse.
No es que no desee hablar de aquello, pero supongo que ser cauteloso es lo mejor, aunque no tenga muy claro el porqué.
Y porqué mierda has soñado con esa perra.
¡Shima!
Qué otro nombre quieres que le de entonces ¿eh? Esa podrida que se volvió el...
Shima, ni siquiera ella sabía que era popular en la escuela, ni enterada estaba la pobre de haber ocupado tu lugar privilegiado. Aunque déjame decirte que lo perdiste cuando te hiciste mi amigo y eso fue mucho más antes.
Mira como la defiendes, me parece increíble. ¿Debería contarle a Ruki-chan?
Trago en seco y de repente siento que la temperatura de mi cuerpo desciende a gran rapidez.
Te has puesto pálido como un muerto. ¿Tienes miedo que le cuente?
No.
Pues deberías, qué haces acordándote de esa mujer a estas alturas de tu relación con el enano. ¿Quieres perder a Ruki-chan?
Qué tonterías hablas. Solo te cuento que soñé con ella y haces todo un lío al respecto.
Le increpo fastidiado, solo quería hablarle a alguien al respecto y me encuentro con que ahora soy de lo peor.
¿Haciendo yo un lío de esto? Solo mírate, tú estás hecho todo un lío por solo verla en sueños, a ella que jamás supo que tú respirabas. Tú eres el del problema, todo el puto ensayo te la pasaste equivocando los tiempos y encima confundiendo a Kai y por tu culpa Yuu se sacó con él de nuevo.
No es eso...
Y yo que venía a felicitarte por haberle dado una buena joda a Ruki-chan, jaaa, el enano me contó casi al borde del éxtasis lo que le hiciste en la mañana.
¿Qué? Shima...
Y ahora por lo que dices, todo fue producto del sueño húmedo con la perra de Rin, oh ¿disculpa te enfadaste?
Lo dejé hablando solo y me fui a arrojar a la basura la lata consumida. No iba a discutir con Shima, no hoy... Ya vería como disculparme con Kai y los demás, pero fui detenido por mi amigo de nuevo.
Qué quieres ahora, el asunto se acabó y tú haces lío por un comentario. Solo quería contarte y...
Contarme que aún te gusta ella.
¡Shima!
¿Shima? Ahora estoy muy fastidiado, me voy...
Sé que estaba en mi mano calmar a Shima, pero tan solo quería formular una única pregunta, solo una y poner fin a tontos sueños sin importancia.
¡Por que eso era, solo un recuerdo a través de un sueño!
Solo pensaba Shima... solo pensaba qué sucedería si ella, si la volviera a ver. Es tonto, después de todo tengo a Tak...
Si se apareciera aquí, ten por seguro que yo me quedaría con el enano.
Iba a decir que se dejara de idioteces, pero callé.
Me asusté al ver esa mirada extraña en sus ojos, esa mirada que no tenía desde hacía mucho tiempo cuando yo aún no lograba declararme a Taka y él se salía con disparates de ese tipo.
A ti no te interesa Taka de ese modo.
Dije seguro.
¿Eso crees? Intentarlo no cuesta nada y menos con el destrozo de vida que llevo encima. Nada me haría más feliz que arruinar a alguien más que no sea... Empezamos el ensayo dentro de cinco minutos, así que no demores.
No tuve fuerzas para detenerlo o agregar algo más.
Tan solo escuché los latidos furiosos de mi corazón que no sabían todavía discernir sobre la veracidad en las palabras de mi amigo.
Fijé la mirada en el cielo gris de Tokio, me sentí algo culpable por mi deseo en la mañana, pero yo solo quería amar a Taka de aquel modo poco usual en nosotros.
Lo trataste como una flor.
Sacudí mi cabeza para remover los pensamientos que Shima buscara implantarme en el cerebro y me encaminé a la sala de ensayos a toda prisa, sin fijarme en los conocidos que parecían querer darme los buenos días.
De pie frente a la puerta leí el cartelito “sala de ensayos”, giré la manija e ingresé pensando en que daría lo mejor de mí para las siguientes horas de práctica.
No obstante recibí una punzada en mi interior al ver un cuadro conocido y cotidiano: Taka riendo a un lado, completamente azorado, Yuu más allá fumando y después gritando un poco a Kai que solo se disculpaba diciendo que no volvería a fiarse de mí, por lo menos no cuando yo al parecer no tenía la cabeza puesta en el bajo... y Shima... muy cerca, morbosamente cerca de Taka, simulando escucharlo cuando solo tenía ojos para decirme...
Me quedaré con él.
Con esa expresión que solo nosotros dos conocemos.