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Vanidad por NeSLY

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Notas del capitulo:

 

Advertencias: Es un AU y los personajes tienen edades diferentes a las del manga.

 

Disclaimer: Absolutamente todos los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, yo solo me encargó de realizar un poco de hipertexto. xD

 

 

 

He corregido y modificado bastante respecto a los capítulos de este fic, irá a un ritmo igual que al principio, pero he decidido hacer unos cambios notables, muchas gracias a quien se tome el tiempo de leerlo nuevamente desde el primer capitulo.

 

 

 

Vanidad

 

Capitulo 1: Itachi, a pesar de todo

 

 

En ocasiones, cuando Itachi posa su mirada a través del amplio ventanal de su departamento, sus ojos se pierden en la oscuridad de la noche, en las estrellas que apenas son visibles. Siempre son tan pocas, que le sobran los dedos en las manos para contarlas, y los edificios se elevaban ante sus ojos, imponentes, soberbios.

 

Y Sakura siempre lo criticaba por ello, por su mirada perdida, su distracción perpetua de los últimos días. Pero si cierra los ojos por unos segundos, todo parece brillar un poco más y lo opaco de su vida carece de sentido. Tiene puesto sus ojos en aquella estrella terrenal que había logrado alcanzar y a la que solo había logrado destruir con su destino.

 

Maldice la hora en que le había sido concedida esa única oportunidad. Por que de no haber llegado jamás. Él no sería esa molestia en la que se había convertido, entonces abre los ojos, cuando la realidad lo abraza y le recuerda su situación. Cuando no le queda más que esa imagen etérea a la que había sido arrastrado.

 

Itachi había aprendido tantas cosas con el paso de los años, con su madurez sobre la espalda y ese recuerdo lejano de lo que le habían enseñado era una familia, que la suya nunca cumplió los requisitos. Su padre trabajaba bastante, y su madre un día simplemente abandonó el hogar. Desapareció. La herido quedó tan latente que la hora de la cena era un riguroso ritual cuando solo los tres hombres del hogar se reunían y la ausencia de su madre se hacía cada vez más presente. Una contradicción constante.

 

Pero brillaba esa ausencia, como la haría más tarde la de su padre. Nunca hubo mimos de parte de Fugaku, palabras de aliento cuando mucho y ese apoyo incondicional por que ellos se convirtieran en hombres de bien.  Itachi siempre estuvo agradecido por que su padre fuera el pilar que siempre fue. Luego un día, aquella enfermedad tomó de la mano al patriarca de la familia, y sus vínculos con Sasuke se hicieron cada vez más extensos.

 

Sabía poco de él y de su vida, de ese hermano menor que en algún momento había llegado hasta él en medio de la noche llorando por la ausencia de su madre, por la frialdad que acaecía en su familia y lo abrumaba. Aquella época, cuando eran solo unos niños.

 

Sucede a veces, su mente últimamente se pierde entre los recuerdos y los anhelos que quedaron en un pasado. Entre el hecho de añorar y verse imposibilitado de unir vínculos que tienen tantos años desde que fueron rotos. Sasuke y él son perfectos desconocidos ahora, que se saludan cuando se encuentran y que se reconocen a pesar de todo. Incluso la palabra ‘hermano’ se siente extraña en la boca de ambos cuando es pronunciada y prefiere ser reemplazada por un nombre.

 

El teléfono en el departamento suena y casi por inercia camina hasta él. El molesto ruido ha logrado al menos sacarlo de sus pensamientos y enfocarlo en otra cosa. Sin embargo el nombre de Sakura reflejado en el identificador hace que un pequeño vaivén de emociones salten en su pecho. Parecido al cariño, parecido a la culpa.

 

—Sakura. — La llama, la reconoce y por un momento el silencio de la mujer lo hace dudar sobre si lo habrá escuchado o no.

—Itachi.— Pero su voz suena finalmente, intranquila y despejada. –No me dijiste que saldrías temprano del despacho.

 

Suspira tranquilo, apoyado suavemente en la mesita junto al teléfono.

 

—Si, lo siento. Olvidé avisarte, pero necesitaba venir a cambiarme. Tengo una junta con la familia Hyuuga.— Hubo un poco de ruido del otro lado del teléfono, parecían carros. —¿Sakura, estás en la calle?

—Si.— Silencio otra vez, nuevamente la intriga de la muchacha esparciéndose entre los dos. –Bueno, más bien ya no. Estoy entrando al edificio.

 

Otra vez estaba ahí, ese endemoniado silencio en el que últimamente se habían encerrado. Sakura es hermosa, inteligente y carismática. Todo aquello que sus padres hubieran deseado en una novia para él. Y últimamente, Itachi siente que esos ojos verdes no lo ven de la misma forma. Que hay un destello de duda, y preocupación.

 

—Sakura…— La llama, con un susurro que al parecer la hizo estar atenta nuevamente. –Te quiero.

 

Si, la gente decía muchas cosas de ese noviazgo marchito que tenían. Pero Haruno seguía ahí, apretando su mano para devolverle la vida. Itachi está seguro, más que cualquier otra cosa, que de no haberlo conocido a él, seguramente  hubiera sido feliz junto a ella.

 

—Yo también Itachi.

 

Eran escuetas las palabras, y a lo lejos Itachi pudo escuchar el timbre del ascensor. Sakura seguramente ya estaba dentro del edificio. Se lamenta por no haberla visto ese día. Pero ya no había oportunidad para más. Suspira tranquilo, con una pequeña sonrisa en los labios.

 

—Bueno, te dejo Sakura. Ya tengo que salir.

—De acuerdo, cuídate mucho Itachi.

 

Cortó la llamada, dejando el teléfono reposar una vez más sobre la mesa y sus ojos caídos en aquella alfombra. Quería gritar reproches, abofetear al destino y sumirse en el llanto. Pero todo eso ya lo había hecho. Y lo había dejado más cansado de lo habitual. Le quedaba únicamente ese aroma fresco, esos brazos que de pronto lo abrazaban.

 

—Itachi…

 

Escucha su voz muy cerca de la oreja, esa voz que en ocasiones sonaba amilanada por el cariño. Presta de atención y curiosidad. Esa piel suave que se juntó a la suya. Podía ver los mechones de ese cabello rubio de soslayo y sonrió. Siempre le había gustado ese cabello rebelde que se alzaba por encima del mandato de su dueño.

 

Y gira para mirarlo a los ojos, a ese azul que chocaba contra sus ojos, la sonrisa que parecía haber desaparecido de ese rostro joven. Esas sonrisas que Itachi quería devolver. Besa entonces sus labios, corta pero profundamente, en un agradecimiento eterno, y sus ojos se cierran buscando un poco de paz.

 

Esa paz que no le era otorgada.

Esa paz que esta noche pretendía robarle a él.

 

 

 

 

El fuerte sonido imponente de las balas escapando del interior del arma, en aquel espacio cerrado por aquellas cuatro paredes resultaría verdaderamente insoportable sino fuera por que tiene sus oídos recubiertos. Observa la imagen hecha de cartón resistente, de color negro en frente suyo y haciendo gala de toda la puntería que posee. Uchiha Sasuke dispara y acierta en cada uno de sus disparos.

 

Saca los protectores de sus oídos, y del mismo modo se deshace de los de sus ojos, dejándolos sobre el pequeño escritorio frente a él, el saberse solo dentro de está habitación es reconfortante, por que puede disparar cuantas veces le plazca sin que nadie se ande preguntando el por qué. Sabe perfectamente que a estas horas de la noche la gente busca el calor de su hogar, uno que hasta ahora él no ha encontrado.

 

—¿No piensas ir a descansar?— Ni siquiera le sorprende demasiado esa voz, Kakashi arrimado en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados lo mira desde ahí con aquella expresión indescifrable que a Sasuke desde siempre le ha resultado difícil de interpretar. –Es tarde.

 

Pero sus ojos solo se cierran por un momento ya apoyado en el pequeño escritorio, a pesar de que Kakashi no haga otro comentario al respecto y Sasuke tenga que admitir, aunque sea mudamente, que el mayor tiene razón.

 

—Si, mañana tengo que despertar temprano.

—Entonces, ¿qué haces todavía por aquí?

 

—No lo sé.— Es sincero, como pocas veces. A pesar de la mirada curiosa de Hatake mientras continua manteniendo la distancia, y Sasuke tampoco pretende hacer de su vida un tema de conversación. –Simplemente no tengo sueño.

—¿Te preocupa algo?

 

Sasuke en ocasiones se hacía la misma pregunta, ¿le preocupaba algo?

Por que últimamente el sueño lo ha abandonado. Su cuerpo se cansa igual que siempre. Pero no puede cerrar los ojos por más de una hora y vuelve a despertarse.

 

Y hoy, particularmente solo está siendo presa de un insomnio terrible que ha acentuado las ojeras bajo sus ojos. Y suspira apesadumbrado, como si no le quedara otra opción más que caminar, con un leve asentimiento como única despedida ante Kakashi, con sus pasos deslizados por el largo y estrecho pasillo, en busca de un poco de calma que le permita conciliar el sueño. Ese estado inconsciente en el que se encuentra atrapado y del cual no ha podido escapar todavía.

 

 

 

 

 

Ese departamento, que Itachi había comprado con el paso de los años, de su esfuerzo y sus noches sin dormir por el trabajo. Ese que siempre permanecía tan limpio y pulcro, se encontraba desbaratado, las cosas regadas por el suelo. Y la respiración de él algo agitada.

 

Mira el reproche en los ojos contrarios, en los ojos de ese cuerpo que permanece sobre el suyo. Puede leer la rabia, la impotencia, Itachi traga duro, por que sabe que no va a poder detener el destino de ese daga que está a unos centímetros de su pecho, sabe de su futuro, y esa mirada que se le va a quedar marcada de por vida, solo está retrasando el momento.

 

—Yo de verdad te quería…

 

Escucha esa frase dicha con tanto esfuerzo para que no se deteriore en el camino, mientras esas lágrimas caen sobre su pecho. Jamás hubiera querido hacerle daño. Pero son palabras tan innecesarias, como desear volver a esa paz de hace unos minutos. Pero solo le quedan esos ojos y el silencio justo antes de que el llanto amargo se escuche fuerte.

 

Pero está esa razón inevitable y perpetua. Patético el momento de recordar la vida entera y arrepentirse por tanto, por haber gozado tan poco. Por extrañar demasiado. La supremacía de la respiración que se corta, como un hielo que hace agonizar su sangre, que la detiene. Pendiente de esos ojos que una vez lo miraron repletos de tanto amor y que hoy solo lo miran con dolor.

 

¿Es posible hacerle tanto daño a una persona sin pretenderlo?

Tarde, Itachi encuentra la respuesta. Pero no está arrepentido. Ni siquiera piensa dar un paso hacia atrás solo se lamenta entre el silencio y la culpa, entre una disculpa que muere cuando cierra sus ojos.

 

Y la daga se clava con fuerza.

 

Justo en su corazón.

 

Ese corazón que a veces pensaba estaba marchito y otras que estaba más vivo que nunca. Vivía cuando recordaba al dueño de ese amor tardío, y se marchitaba cuando la culpa hacía mella y evocaba la imagen de Sakura. De las múltiples razones por las que nunca la pudo amar. Entonces el tiempo se acabó. Las manecillas del reloj dejaron de andar y su vida se estancó.

 

Es como si hubiera tenido la intención de evitarlo. Pero de otra forma sentía que era como un castigo. Incapaz de odiar a la vida y el destino que le había tocado. Esos latidos que pronto se detienen y su mano que acaricia lentamente la mejilla frente a él, tan suave y húmeda por las lágrimas.

 

—Lo siento…— El sonido hueco de la daga, bañada en sangre cae al suelo y el llanto amargo se deja escuchar. —…Pero tú me obligaste a esto.— Entonces la mano también se deja caer, inerte sobre el suelo mientras la cabeza gira y esos ojos oscuros se cierran. —…Itachi.

 

 

 

 

 

Fin Capitulo Uno

 

 

 


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