-Maldito Sasuke… - Gruñía aún el rubio, cinco días después.
Ugh. Naruto era muy melodramático con todo… y estaba empezando a acabar con mis nervios.
-¡Aún me duele el culo! –Y ahora estaba montando un show frotándoselo. Joder… ¿No se daba cuenta de que estábamos en público?
-Urusei, dobe. Fue culpa tuya -.Se sintió bien eso de morder las entrecortadas palabras.
-¡¡No lo fue!! ¡Estabas siendo un bastardo, como siempre! -… Algunas veces me pregunto cómo lo hace para que su tono de voz llegue a ese grado tan alto… es como el de unas uñas arañando una pizarra. ¿Acaso pasaba el tiempo perfeccionándolo hasta encontrar un grado más insoportable que cualquier otro? No, eso era darle demasiado crédito. Él simplemente ha nacido siendo una molestia. ¿Por qué este chico es mi novio otra vez?
Suspiro mentalmente, entonces en voz alta, solo una débil exhalación a través de mi nariz, mis ojos rodando hacia un lado.
-Piensa lo quieras. Eso fue el resultado de tu propia estupidez.
-¡Por lo menos podrías haberte disculpado después! – Otra vez, tengo que preguntarme, ¿tiene por lo menos una voz interior? Probablemente no.
-¿Disculparme de qué?
-¡Tengo moratones!
-…Mentiroso.
-¡Los tengo!
-¿Qué, acaso te has desnudado e inclinado para mirarte el culo en el espejo, usuratonkachi?– No lo puedo evitar, es demasiado fácil. Me río disimuladamente, él frunce el entrecejo. Solo una pizca de color rojo cruza esas bronceadas mejillas que tanto amo. Ah sí, ahí está parte de la razón por la que lo amo. Algunas veces puede ser tan malditamente adorable. Especialmente cuando se enfada, o se indigna, dos expresiones con las que se mete en mi camino, trabajando en ellas, perfeccionándolas. Demasiando fácil, y muy placentero. La mitad del tiempo lo incito solo para ver esa expresión, eso es algo que nunca le diré, y algo que él sólo nunca podrá averiguar.
-¡¿Qué?! –Bien, las expresiones, que me gustan. Los gritos… no mucho. Me estremezco, una ceja y un ojo sacudiéndose levemente.
Aunque su cara y una gran negación quieren decir que… realmente hizo eso de lo que le estoy acusando. No se si esas imágenes me ponen cachondo o me dan ganas de reír. Aparentemente reír, si la cara de ese dobe poniéndose roja en cuestión de segundos fuera una indicación.
-¡No lo hice!
Momento de fingir ignorancia.
-Hn. ¿Entonces cómo sabes que tienes moratones?
-¡Porque me duele como si los tuviera, imbécil!
-¿Estás seguro de que no es tan solo tu orgullo?
-¡No, es mi culo, y es culpa tuya!
Le gusta decir que todo es culpa mía. Me doy cuenta ahora, después de conocerlo durante años, de que hace eso solo para conseguir mi atención. Molestándome hasta hacerme girar la cabeza hacia él, el entrecejo fruncido, una sonrisa, una sonrisa socarrona, cualquier expresión que confirma que él está ahí, que lo veo. De esto tampoco se va a dar cuenta. Que se porque actúa de esa forma. Otra cosa que no le voy a contar, que disfrutaré en secreto. Como ese sonrojo trepando desde su cuello hasta sus orejas… es demasiado adorable cuando se enfada. Mi sonrisa prepotente se amplifica.
-¿Te das cuenta de cómo suena eso que estás gritando, en medio de la calle? –Eso lo hace callar más rápido de lo que pensé. Nunca había esperado que el rubio fuera vergonzoso, en ningún aspecto, pero cuando se trata de sexo, tiene sus momentos.
-Pero yo-, tú-, no estaba-… –A cada palabra en la cara de Naruto se formaba una sombra más oscura.
-Hm. Estás gritando, a tu novio, en público, sobre que te duele el culo. ¿Qué esperas que piense la gente, dobe?
-¡Pervertido! ¡A lo mejor no piensan nada porque todo lo que hiciste fue quitar una silla que había debajo de mi!
Su mirada furiosa, aunque es completamente seria, es adorable. Dios lo amo, incluso aunque sea un completo tonto e idiota la mitad del tiempo.
-Exacto. Te quité una silla, para sentarme yo, y tú fallaste en no mirar antes de sentarte. No es culpa mía que cayeras y te amorataras el coxis, es culpa tuya.
-¡No lo es! ¡Y para de mentir, eso fue intencionado!
Ugh, probablemente sus quejas no pararán hasta que su culo pare de doler o yo me disculpe, y ni loco me voy a disculpar de su propia estupidez. Aunque me tienta. Valdría la pena, tan solo para hacerle callar… pero su cara enfadada es demasiado adorable. Oh bueno, supongo que podré soportarlo unos días más.