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Los caballeros de los Ángeles por Eryseus

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Notas del fanfic:

Los personajes de este fanfic no me pertenecen a mi, sino que son obra de Masami Kurumada.

Esta historia comienza tras la muerte de Saga y la salvación de Atenea; en ocasiones utilizaré el hilo real y en otras lo trastocaré por completo.

En un principio, esta era una historia aparte que había creado, pero me picó la curiosidad de saber como quedaría en el mundo de Saint Seiya...

Las canciones que he puesto son todas de composición propia (¡Con razón son tan malas ^_^v!

Y ya para terminar... ¡espero que os guste!

P.S: En mi imaginación, existe un bosquecillo en los terrenos del Santuario... alli es donde se supone que comienza la historia. ¡Espero que me digáis cualquier cosa que notéis!

Notas del capitulo: El primer capitulo... deseando de corazón que os guste... y que no me tiréis ladrillos a la cabeza...

 

Parte 1. Mentiras.

 

I’m alone

You’re not with me

My dear white angel

You brought me a star

Under your wings

Now the sky is broken

(Estoy solo

No estás conmigo

Mi querido ángel blanco

Me trajiste una estrella

Bajo tus alas

Ahora el cielo está roto)

 

 

El sonido de una flauta se deslizó suavemente bajo la noche cubierta de estrellas. Era una melodía dulce y melancólica, que parecía llorar por algo que nunca alcanzaría. Incluso el silencio nocturno se había rendido ante la bella tristeza de aquel sonido.

¿Su causante? Mu, caballero de oro de Aries.

La luz de la luna se reflejaba en la piel blanca del joven tibetano, dándole el aspecto de un ángel sin alas; estaba sentado en la hierba, con la espalda apoyada en el tronco de un árbol. Tenía los ojos verde esmeralda casi cerrados, y el cabello lavanda le caía suavemente por los hombros; a través de la flauta, el caballero seguía emitiendo su hermoso lamento.

 

-Es hermosa- dijo una voz suave a su derecha.

 

Mu abrió los ojos lentamente, mientras la melodía se iba apagando. Miró hacia el lugar del que había salido la voz.

 

-Shaka.

 

El caballero de Virgo se adelantó con su elegancia natural. El cabello dorado le acariciaba la espalda al moverse; tenía los ojos cerrados, como casi siempre.

 

-¿Qué pena es capaz de afligir tanto tu corazón, Mu?- le dijo mientras se sentaba a su lado.

 

Un leve estremecimiento recorrió el cuerpo del caballero de Aries, que miró a su compañero con una sonrisa triste en los labios.

 

-Que en todos los años que llevamos en el Santuario sólo haya visto una vez tus ojos abiertos- dijo.

 

Shaka sonrió sinceramente. Si Mu no deseaba hablar del dolor que había en su corazón, él no era quién para obligarle.

 

-¿Shaka?

 

-¿Si?

 

-Pareces cansado. Te has enfrentado a los cinco caballeros que han acabado con Saga, y has tenido que volver desde otra dimensión cargando con otra persona. ¿No deberías descansar?

 

Virgo sabía que Mu lo estaba mirando atentamente, con los ojos cargados de preocupación. Trató de restarle importancia.

 

-No es nada. ¿Qué me dices de ti? Has velado a Atenea durante las doce horas.

 

El caballero de Aries sacudió la cabeza.

 

-No es ni mucho menos lo mismo- y al instante siguiente se movió y puso suavemente su mano sobre la frente de su compañero. Su preocupación aumentó.

 

-Shaka, estás ardiendo de fiebre.

 

Él simplemente inclinó la cabeza un poco y abrió los ojos. Azules, del color del cielo de mediodía; profundos como el mayor de los océanos. Y hermosos como la más brillante de las estrellas. Miró a Mu tranquilamente, como si realmente no le ocurriese nada.

 

-Estoy bien- y cogió su mano.-Gracias, pero no tienes por qué preocuparte.

 

Los ojos verdes buscaron los azules, dubitativos. Shaka asintió casi imperceptiblemente; Mu suspiró, y llevó de nuevo la flauta a sus labios. Una melodía triste y melancólica se elevó hasta el cielo cuajado de estrellas; una melodía capaz de hacer llorar al silencio, de estremecer hasta al más frío de los corazones.

 

 

Did you lie me?

I can’t believe your words

I can’t believe you now

Thinking on your pain

I forget all my fears

Only you exist

Only your tears live

(¿Me mentiste?

No puedo creer tus palabras

No puedo creerte ahora

Pensando en tu dolor

Olvido todos mis miedos

Sólo tú existes

Sólo tus lágrimas viven)

 

 

 

 

 

Casi todos estaban allí.

Sólo faltaba el viejo maestro, caballero de oro de Libra; sin embargo, los restantes caballeros dorados se habían reunido en torno a los pedazos de las armaduras de bronce.

Milo, caballero de oro de Escorpio.

Aioria, caballero de oro de Leo.

Aldebarán, caballero de oro de Tauro.

Mu, caballero de oro de Aries.

Shaka, caballero de oro de Virgo.

Atenea les agradeció que hubieran decidido luchar a su lado. Ellos no pudieron más que inclinarse ante su diosa.

 

-Las armaduras de bronce fueron destrozadas por cosmos dorados. Sólo nuestra sangre podrá reparar el daño que les hemos causado- explicó Mu.-Sin embargo, el estado de una de ellas es tan desastroso que no me atrevo a asegurar mi capacidad de repararla.

 

Los jóvenes caballeros levantaron la mirada.

 

-Me estoy refiriendo- señaló un montoncito de trozos de metal que tenía a sus pies- a la armadura de Andrómeda.

“Las rosas negras del caballero de Piscis actuaron sobre ella de tal forma que la estructura básica de la armadura se deshizo. Ha perdido casi la totalidad de su capacidad de volver a la vida; sólo un gran poder como la sangre de dos caballeros de oro podría despertarla de nuevo.”

 

Shun lo escuchaba todo con la mirada perdida.

 

-Yo mismo daré mi sangre para repararla- dijo Mu.-Pero uno de nosotros tendrá que alimentar dos armaduras con su poder.

 

Shaka se adelantó.

 

-Yo lo haré- se ofreció.

 

El caballero de Andrómeda se adelantó.

 

-No.

 

Todos lo miraron, sorprendidos.

 

-No voy a permitir que te arriesgues de ese modo, Shaka- le dijo.

 

El caballero de Virgo sonrió.

 

-Lo harás. Porque, a partir del momento en que recuperes tu armadura, serás mi nuevo y único aprendiz.

 

Shun se quedó con la boca abierta. Una dulce sonrisa se dibujó en su rostro.

 

-“¿Estás seguro de esto, Shaka? No creo que estés en las mejores condiciones…”- le dijo Mu mentalmente, preocupado.

 

Virgo hizo un gesto de negación con la cabeza, y colocó sus manos justo encima de la armadura de Ikki. Los demás lo imitaron; Aioria con la armadura de Pegaso, Aldebarán con la del Dragón, Milo con la del Cisne, y Mu con la de Andrómeda. Todos se hicieron un profundo corte en las muñecas, y su sangre se deslizó sobre las armaduras.

Saori podía sentir como el cosmos de los caballeros de oro iba despertando poco a poco las armaduras muertas; salvo la de Andrómeda, que no reaccionaba ante el poder del caballero de Aries.

Al cabo de un rato, las armaduras del Dragón y del Cisne comenzaron a brillar. Minutos después, las de Seiya e Ikki les siguieron; Aldebarán, Milo y Aioria vendaron sus heridas. Shaka se movió un poco, y su sangre comenzó a bañar la armadura de Andrómeda.

Mu continuó un poco más, hasta que Saori, viendo la palidez de su rostro y notando la debilidad de su cosmos, intervino y lo obligó a dejar sólo al caballero de Virgo. Aries le dirigió una mirada, un tanto desesperada, a su compañero, y después obedeció.

Shaka no mostraba ningún signo de debilidad; mantenía los ojos cerrados, y parecía profundamente concentrado. Sin embargo, la palidez de su rostro y sus brazos indicaba que realmente se estaba desangrando.

Mu lo vio una fracción de segundo antes de que ocurriese. Las manos del caballero temblaron y Shaka cayó en los brazos de Aries; él cerró sus heridas rápidamente, rogando que no fuese demasiado tarde.

 

-¿Por qué?- murmuró Shun. -¿Por qué correr tal riesgo?

 

Se arrodilló al lado de Mu y cogió la mano del caballero inconsciente.

 

-¿Por qué?- le susurró una vez más. Su voz temblaba.

 

Saori también se acercó. En su rostro se reflejaban la tristeza y la admiración.

 

-Mu, por favor, llévalo a la sexta casa. Shun y tú os encargaréis de cuidarle hasta que recobre la fuerza. No voy a permitir que se extinga la vida de un caballero tan valiente y entregado como él.

 

El caballero de Aries cargó en brazos a Shaka. Shun lo acompañaba en silencio, perdido en sus pensamientos.

 

-Yo velaré por él hoy, Shun. Te llamaré cuando lo necesite- dijo Mu. El joven asintió y se marchó, aunque algo reticente.

 

Aries dejó el liviano cuerpo de su amigo sobre su lecho y se sentó a su lado. Con inmensa dulzura, apartó un mechón de pelo de su frente y le acarició el rostro; en su mirada brillaba un suave destello…

 

-No pienso perderte- susurró en su oído; la voz se le quebró.-No te marches… no me dejes con este dolor…

 

Lo abrazó mientras amargas y silenciosas lágrimas caían desde sus ojos de esmeralda.

Notas finales: Espero que os haya gustado... aunque no se ha dicho mucho :P

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