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Culpa por Katana

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Notas del capitulo: Un relato corto que me rondaba en la cabeza y me ha ayudado a desoxidarme un poco para seguir con lo mio XD.

La culpa siempre actuaba en Hyde de manera misteriosa, retorcida, aberrante, pero extrañamente predecible.

Era la culpa lo que lo hacía tratar a su esposa como una princesa, como una reina, como una diosa. Era suficiente con que los ojos de Megumi se detuvieran tan siquiera dos minutos en algo, cualquier cosa, para que él corriera a comprársela y se la entregara envuelta en primoroso papel dorado, listones de plata y una enorme sonrisa vacía.

Porque en el fondo, dentro de lo más oscuro y remoto de su corazón, Hyde sabía que eso era lo único que podía darle.

Su amor era hueco, sus mimos falsos, sus besos obligados y las afirmaciones que presumían una y otra vez lo armonioso de su vida matrimonial eran mentiras.

Cuando comenzó a salir con ella, no supo quienes estaban más contentos: si la prensa, sus amigos y compañeros de banda o su familia. La prensa los nombró enseguida "la pareja más dulce del año" y en todos los programas donde era invitado L'arc en ciel querían que hablara de su nueva novia. Sus amigos, quienes habían conocido a todas sus novias, incluidas las que lo habían sido por una noche o menos, habían quedado encantados con Megumi y nunca le echaban pleito cuando la usaba de pretexto para no irse a secar bares con ellos. Su madre y su padre la hubieran adoptado si no hubiera sido extraño que la prometida de su único hijo de pronto se convirtiera en su nueva hermana.

Ella era adorable. Ella era hermosa. Ella era inteligente. Ella era divertida. Ella era perfecta y él era total y completamente miserable a su lado.

Era la culpa de no poder amarla lo que lo hacía cumplirle desde el más banal hasta el más serio de sus caprichos. Como cuando Megumi le habló de tener un hijo y él aceptó de inmediato encantado, aunque jamás hubiera siquiera considerado el comenzar una familia.

Una persona más para agregar a su mundo de miseria, una persona más a la cuál ocultarle su verdadero ser, los muchos fantasmas que arrastraba tras de sí, sus muchas carencias y sus aun más grandes defectos.

Pero cuando sintió su cuerpo pequeño apoyarse contra su pecho a medianoche, en la oscuridad de una habitación pintada en colores pastel y poblada de móviles que entonaban una melodía infantil mientras proyectaban tintineantes estrellas de luz sobre el techo, por un momento pensó que todo estaba bien de nuevo en el mundo. Por un momento. Porque al terminar la noche y empezar el nuevo día, al abrir los ojos y contemplar en silencio el relajado rostro de su esposa durmiendo a su lado, el culpable temor de que algún día su hijo descubriera la farsa de su vida le hizo regresar a la realidad.

No sentía nada por Megumi y tal vez nunca lo hubiera hecho. Tratarla como a una delicada y frágil muñeca era su forma de escape, de redención, su manera de compensar el que no pudiera devolverle un beso sincero, el que cada vez que hacían el amor jamás pensara en ella y el que nunca hubiera visto en su rostro una sonrisa verdadera.

Todo era una manera patética de paliar la inmensa y corrosiva culpa de tener un amante.

 

Era la culpa lo que lo hacía tratar a su amante como un juguete, como una basura, como una puta. Cuando su necesidad de tenerle atrapado bajo su cuerpo, de besar sus labios carnosos, de perderse en la perfección de su cuerpo, de poseer su alma tan tenebrosa y oscura como la suya sobrepasaba finalmente su constante culpa, Hyde siempre terminaba frente a la misma puerta que le recibía silenciosa y acusadora.

Para con Gackt, Hyde no solamente no tenía palabras tiernas y amorosas. No tenía palabras en lo absoluto. Todo lo que bullía desde su interior buscaba escape en la forma violenta con la que siempre tomaba a su amante una y otra vez hasta quedar lo suficientemente agotado para olvidar por un momento la culpa de estar engañando a su esposa con el hombre que cada vez que hacían el amor ocupaba su lugar secretamente.

Nadie podía entender el origen de tan súbita y férrea amistad entre personas tan aparentemente distintas. La prensa estableció rápidamente que los motivos debían ser publicitarios o por lo menos, habladurías de más por parte del extraño personaje que era Gackt y que Hyde consentía por resignación o indiferencia. Ser noticia les duró hasta que un nuevo chisme atiborró los titulares y la prensa se olvidó del asunto.

Aunque al principio sus compañeros de banda y familia se habían mantenido respetuosamente al margen de su controversial y cuestionable nuevo amigo, finalmente había ganado la curiosidad y en parte, la preocupación por lo que esta amistad podía significar para Hyde.

Él era extravagante, estrafalario e impredecible. Afirmaba que podía ver fantasmas y su cordura no era exactamente el mejor ejemplo de estabilidad mental. Nadie sabía a ciencia cierta que ocultaba detrás del cuidadoso maquillaje, los eternos lentes de sol y la blanca sonrisa de estrella de cine con la que podía soltar los comentarios más absurdos o ridículos sin perder el estilo.

Pero Hyde sabía que lo que había detrás de ese rostro imperturbable de mirada lejana era lo mismo que se ocultaba detrás de su propio rostro desenfadado y su mirada traviesamente juguetona. Una oscuridad absorbente y total que por momentos asfixiaba, eclipsando cualquier otro sentimiento que intentara filtrarse en sus almas atribuladas para librarlos de las sombras.

Como en las leyendas de vampiros, había bastado una sola mirada para reconocerse como iguales y crear una impronta.

Gackt podía escucharle por horas hablar de las cosas más estúpidas, serias, banales, perturbadoras o desquiciadas sin sentir la necesidad de esconderse detrás de la coraza que él mismo se había construido por miedo a ser juzgado. Estar con él era como abrirse de corazón con un moribundo. Su familia y amigos nunca lo entenderían pero Gackt lo entendió.

Nunca había sentido nada así por nadie. Lo quería todo de él. Sus penas y alegrías que mantenía cuidadosamente contenidas detrás de las eternas lentillas azules. Su sentido del humor extraño y retorcido. Sus momentos de ausencia al mirar súbitamente hacia un punto lejano y desconocido incluso para él mismo. Su rostro recostado junto al suyo después de una desquiciante jornada de sexo salvaje donde una vez más había desfogado sobre el frágil cuerpo de su amante todas sus frustraciones, su ira, su impotencia, su confusión y sus disfunciones, dejándole tendido sobre la cama como una muñeca de respiración cansada y superficial.

Todo era una manera patética de paliar la inmensa y corrosiva culpa de tenerle de amante.

 

Aunque Hyde nunca anunciaba su visita, Gackt siempre parecía estarle esperando. Todo se repetía en un ciclo enfermizo que comenzaba cuando el recurrente visitante empujaba a su anfitrión contra la pared entre besos depredadores, ignorando los quedos quejidos de dolor que siempre provocaba la manera brutal con la que buscaba clavarle las uñas contra el cuello con tanta fuerza que algunas veces lo había hecho sangrar.

Había bestialidad en la manera en la que arrancaba cualquier prenda que obstaculizara el paso hasta su piel, forzando las normalmente flexibles articulaciones de su amante a posiciones imposibles para terminar arrastrándolo prácticamente hasta la habitación, aferrándose furiosamente a su cabello para no perder ni por un segundo el contacto con esos labios entreabiertos en un desesperado intento de continuar respirando.

Aquellos no eran besos ni aquellas eran caricias. Eran dientes que mordían y brazos que retenían contra las sábanas revueltas. Como en la antigüedad, cada marca que dejaba en su piel era la evidencia que proclamaba la perversa naturaleza de su crimen ante el mundo. Y la culpa de saber que esas marcas hubieran debido estar sobre él simplemente lo hacía hacerlas más profundas.

Entre sus manos, el cuerpo de Gackt se desmoronaba y reconstruía con la fuerza autodestructiva que solamente poseen los sentimientos reprimidos. En esos momentos, la vergüenza que inevitablemente le invadía al mirar los moretones que su brusquedad había provocado en la otrora perfecta piel del solista o al observarle moverse trabajosamente por las lesiones que le había infringido se diluía en la densidad del deseo de olvidar sus pecados ahogándose en la voluptuosa vileza de su propia corrupción.                                                                                             

La realidad de sentir el cuerpo de su amante agitándose pasmosamente bajo el suyo cuando entraba en él sin más preparación que un firme tirón para separarle las piernas era tan intensa que mareaba. Su llanto pausado cuando le penetraba de un solo movimiento siempre era silencioso, así como los gemidos y jadeos que se mezclaban de manera entrecortada con lágrimas de dolor. Pero él nunca se había quejado. Nunca había reclamos postcoitales ni recriminaciones por las heridas causadas durante el acto.

Hyde sabía que su amante comprendía su necesidad de lastimarlo hasta hacerle perder el sentido entre sus brazos.

Él era el único que había entendido y por eso lo amaba con locura.

 

Esa noche tampoco fue diferente. Nada pudo prevenirle del desastre que estaba por ocurrir.

O tal vez sí. Si hubiera puesto atención a las señales que se leían por todo el cuerpo del solista, tal vez hubiera podido prevenir la tragedia.

Pero nada de esto sucedió y Hyde tendría que vivir con las consecuencias el resto de su vida.

 

Los falsos ojos azules de Gackt siempre le habían cautivado hasta el punto de sumirlo en un estado hipnótico fascinante y aterrador, o al menos, ese fue el pretexto que Hyde se repitió ingenuamente una y otra vez para justificarse a si mismo el hecho de no haber notado la mirada ligeramente desenfocada de su amante, la sutil bruma sobre sus pupilas y la forma desfallecida con la que sus párpados se cerraron ante los besos demandantes que cubrieron rápidamente su rostro pálido.

Desde que Megumi había mencionado la necesidad de separarse unas semanas atrás, las visitas secretas a su amante, normalmente espaciadas, comenzaron a volverse peligrosamente frecuentes. Solamente en el interior del cuerpo de Gackt podía gritar todo lo que deseaba gritar frente a una esposa que le hablaba de lo obvio con un dejo de derrota en sus palabras mientras el mundo que tan cuidadosamente había construido para protegerse comenzaba a derrumbarse a su alrededor con cada una de las palabras que salían de esa boca pintada color de rosa.

Cuando ella le habló de la distancia que sentía cada vez más insondable entre ellos, lo frustrante que era saber que su propio esposo le escondía algo, algo importante y fundamental que comenzaba ha afectarle y no ser capaz de descubrir qué era o lograr que él confiara en ella lo suficiente para decírselo, algo en su interior comenzó a resquebrajarse. Su representación de una persona normal viviendo una vida normal siempre había sido impecable o al menos, eso había creído como un dogma hasta que Megumi le habló de las bondades del divorcio. ¿Los demás también se habrían dado cuenta? ¿También su hijo se daría cuenta eventualmente? ¿Desde cuándo había perdido su capacidad de transmutarse y no se había dado cuenta?

Cuando le preguntó con mucho tacto a su esposa porqué no había dicho nada antes, desde cuándo se sentía así, la respuesta que le dio, endulzada con un gesto a la vez pesaroso y cariñoso, terminó por astillarle el pecho, haciéndolo sangrar en medio de un ahogado grito de agonía:

- Unos cuantos años atrás... ¿Recuerdas cuando fuiste a Taiwán a filmar esa película con Gacchan? ...

El agudo gemido de dolor que arrancó la manera inesperada con la que su rodilla hizo fácilmente blanco en el costado de Gackt fue otra señal que Hyde pasó por alto. Aunque complaciente, el alto cantante mantenía por instinto básico unos reflejos prodigiosos que mitigaban las secuelas de sus encuentros. Pero desde que Megumi le entregó a su esposo los papeles de divorcio a firma, la capacidad de respuesta de Gackt había mermado en la medida que la agresividad de Hyde había aumentado, provocando que esa noche no pudiera esquivar un golpe que antes hubiera evitado con agilidad y aun soportado.

En Gackt, incluso el dolor era hermoso. Su cuerpo húmedo, su pecho palpitante, su cabello revuelto, su rostro oculto entre los pliegues de la almohada. Absorto con tanta belleza, Hyde pasó por alto las marcas a medio cicatrizar mezcladas con otras nuevas sobre el cuerpo del hombre que había aprendido una nueva manera de sonreír que lograba que los maquillistas y estilistas fingieran no ver las imperfecciones en su piel y se limitaran a cubrirlas sin el menor comentario.

Él sabía exactamente que nervios pulsar cuando necesitaba escuchar esa palabra salir de entre los labios enrojecidos de su amante. Un roce suave deslizándose por su cadera que se convertía rápidamente en dedos que arañaban bajo su vientre hasta ocultarse entre unas piernas que se estremecían de placer cuando su mano finalmente reclamaba a su presa ahora rendida completamente bajo su yugo.

- Hyde...

Su propio nombre nunca le parecía tan maravilloso como cuando era impulsado directamente hasta su oído por un suspiro casi consumido en esa voz que le ofrecía a su audiencia fragmentos de su vida disfrazados de composiciones musicales con su característica voz grave y sublime.

Por eso, el resto de los sonidos que llenaban al mundo dentro y fuera de la habitación que ocupaban desaparecían irremediablemente para Hyde escuchaba pronunciar su nombre entre jadeos sobrepuestos por la excitación. De haber prestado mayor atención a lo que sucedía fuera de su mente, Hyde hubiera podido percibir que la respiración de su amante a momentos se volvía alarmantemente ligera y sus gemidos agotados eran en cada ocasión más audibles, llegando al grado de que su agonía siempre silenciosa fuera rota por algunos mal disimulados gritos esporádicos que nunca disminuyeron la rudeza con la que Hyde finalmente le acorraló contra la cama, atrapándolo bajo su cuerpo con una fuerza cada vez más sofocante.

Hyde necesitaba sentir a Gackt más que nunca esa noche. Tenerlo tan cerca de él que sintiera que pudiera fundirse en su cuerpo y quedar atrapado en la calidez de su pecho para siempre, protegido de los escombros en los que se estaba convirtiendo la vida que tanto había publicitado y referido como ideal. La custodia de su hijo ni siquiera se puso en discusión al momento de plantear las condiciones del divorcio. Un niño, especialmente un niño tan pequeño, siempre debe estar con la madre. Él lo entendía, no era estúpido, pero aun así la racionalidad y el sentido común  no servían de nada cuando leías en un papel que tu hijo ahora será tuyo sólo los fines de semana y algunos otros días que el padre y la madre convinieran de común acuerdo previamente frente a un juez. El resto del tiempo lo único que tendría sería una ilusión que pronto se sumaría a la larga lista que daban base a su existencia.

Mientras respiraba del perfume inconfundible que despedían los cabellos de su amante, Hyde se confirmó a sí mismo que el entrar más profundamente en él era como morir un poco en cada exhalación, dejando tras de ti fragmentos de lo que hasta ese momento habías sido. Cuando Gackt  le contó lo que había experimentado mientras se ahogaba en el mar, no pudo evitar hacer la comparación y se lo había confesado. El solista se había reído sin buscar ofenderle, diciéndole que siempre había deseado morir con una sonrisa y que solamente lograba sonreír cuando estaba junto a él. Aunque a Hyde le hubiera gustado decirle algo, la culpa de amar a quién no debía fue más fuerte y no hizo más que beber de nuevo de la copa que su amante se había apresurado a llenarle con más vino aunque aun estuviera a la mitad.

Gackt entendía la importancia del silencio y por eso lo amaba con locura.

La fiereza con la que Hyde hacía suyo a su amante no disminuyó a medida que la creciente excitación le llevó entre resuellos y gemidos hasta la anhelada liberación del orgasmo. Con su mente cautiva por la pasión, la desesperación, el deseo, la ira y la angustia, Hyde no reparó en lo ocurrido esa noche hasta que un silencio inquietantemente fantasmal cubrió la oscura habitación y un miedo premonitorio comenzó a invadirlo súbitamente al encontrarse frente a frente con el rostro de su amante en la penumbra.

Recostado de lado junto a él, unos ojos azules le devolvieron la mirada como otras tantas veces pero esta vez fue diferente.

Su brillo estaba opaco. Su expresión estaba vacía.

De pronto, Hyde se dio cuenta con horror el porqué le había aterrado tanto el silencio.

Los latidos del cuerpo que aferraba angustiado contra su pecho se habían detenido.

Sus brazos, laxos sobre las sábanas, no le devolvieron el abrazo como otras tantas veces.

El hombre que amaba había muerto en la más absurda soledad porque, en algún momento de la noche, Gackt había dejado de respirar y él no se había dado cuenta.

 

- Esta es una noticia realmente terrible. Lamentamos profundamente el informar que el cantante Kamui Gackt fue encontrado muerto esta mañana en su casa de Tokio. Según la información dada a conocer hasta el momento, se sospecha que el artista falleció hace cuatro días, aunque fue hasta ahora que el hecho fue descubierto.

- ¿Cuatro días? - Replicó la reportera más joven, francamente contrariada sin duda por esa  inquietante coincidencia difícil de ignorar. - ¿No es eso algo... extraño?

- Bueno, tal parece que Kamui-san había estado tomando un descanso antes de retomar sus actividades artísticas. - Explicó con tacto la reportera más experimentada para evitar sacar a colación un tema tan delicado como la similitud con la muerte del antiguo integrante de Malize Mizer o los rumores de que eran algunos problemas personales poco claros, más que un receso programado, los que habían obligado al artista a tomarse unas vacaciones en medio de su siempre apretada agenda. - Sin duda esta es una pérdida lamentable para el medio artístico por lo que informaremos oportunamente a nuestra audiencia de los comunicados que seguramente se realizarán al respecto a medida que las circunstancias de esta tragedia se hagan  más claros.

Lo primero que sintió Hyde después de haber llorado abrazado al cuerpo del que fuera su amante fue pánico. Un pánico inmenso que le secó las pocas lágrimas que le quedaban de un plumazo, sobrecogido súbitamente por la aterradora magnitud de la situación en la que estaba metido hasta el cuello.

Su amante estaba muerto y él era el único testigo.

Jamás imaginó que su mente pudiera sostener tantas líneas de pensamiento al mismo tiempo. ¿Qué había pasado? ¿Qué debía de hacer? ¿Aun habría alguna oportunidad? ¿Qué pasaría si se descubriera lo que había ocurrido esa noche entre las finas sábanas que aun cubrían el cuerpo cada minuto más frío del dueño de la habitación?

Si se llegaba a hacer público el escándalo, Megumi le quitaría a su hijo y le prohibiría verlo. Tetsu le odiaría por mentirle. Ken le despreciaría por su debilidad. Yukki le miraría con lástima mientras todos recordaban lo mucho que sufrieron durante el escándalo que se había desatado cuando lo de Sakura y si valdría la pena pasar por ello una vez más.

Su vida estaría arruinada, su carrera sería historia y él no podía permitir que ninguna de esas dos cosas pasara.

Detrás de las aspirinas y otros medicamentos habituales, Hyde encontró lo que buscaba en el gabinete del baño. La botella de vino que días atrás habían compartido aun estaba sobre la mesa de la cocina junto con las copas que habían utilizado. No le fue difícil reconocer la suya. Era la que estaba vacía. Gackt no había bebido esa noche ni muchas noches anteriores, seguramente a causa de las pastillas que había hecho desaparecer en el triturador de basura. Ansiolíticos, analgésicos, antiinflamatorios y otras prescripciones similares, todos a medias a pesar de que la fecha de la receta era reciente, aunque él no reparó en este hecho y muchos otros pequeños detalles más hasta varios días después, cuando el recuerdo de esa noche regresaba inevitablemente para atormentarle con todos sus morbosos detalles.

 

- ¿Una falla cardíaca? - Preguntó escéptico el presentador a su co anfitrión.

- Ese ha sido el informe oficial que se ha hecho público. Una dolencia no detectada causada por una mezcla de estrés, exceso de trabajo y la mala salud del cantante. -Aclaró el co anfitrión profesionalmente, antes de añadir con suspicacia. - Pero por supuesto, los rumores que inevitablemente iban a provocar una noticia que está conmocionando al país no se han hecho esperar y hay distintas versiones de los hechos por todas partes.

- Y lo más grave es que los rumores no parecen ser tales. - Acusó el presentador, bajando la mirada dramáticamente para dar mayor efecto a sus palabras. - Una revista ha anunciado que publicará fotografías de la habitación del cantante poco después de que fuera retirado del lugar. Afirman que en ellas se pueden apreciar las pruebas de lo que han estado informando.

- La familia del cantante y sus representantes no han hecho declaración alguna hasta el momento pero dudo que dejen que esas fotografías, si existen, se publiquen. Serían un duro golpe para sus fanáticos y  para  la imagen del extinto Kamui Gackt.

- Un suicidio o una sobredosis accidental... - Comentó afligido el presentador antes de lanzar un suspiro conmovido. - Qué tragedia.

En su torpeza, la mano de Hyde volcó la copa de vino que había colocado sobre la mesa de noche, derramando su contenido sobre el piso. La similitud del delgado y fino cristal con la mano pálida que caía desmadejada por sobre el borde de la cama revuelta le provocó una punzada de dolor que estuvo a punto de quebrarle de nuevo. Esas manos no volverían a ofrecerle más vino mientras le abrazaban sobre el sofá, fingiendo ver una película cuando sabían que lo único que necesitaban era saberse el uno cerca del otro.

Los frascos vacíos se mantuvieron rectos donde Hyde los había acomodado, lo suficientemente escondidos para no ser notados a primera vista pero lo suficientemente visibles para ser encontrados en una segunda. Gackt siempre era discreto con las cosas que realmente le importaban, resguardándolas cuidadosamente ante los demás entre el abrumante exhibicionismo de verdades a medias y mentiras descaradas que le habían hecho ganar la reputación de adicto a la atención y excéntrico.

Hyde se obligó a no mirar el cuerpo de su amante enredado entre las sábanas. Si lo miraba, estaba seguro que se arrepentiría y permanecería a su lado hasta que alguien del staff o los amigos de Gackt los descubrieran. Podían pasar días o minutos. No lo sabía. Lo que sí sabía era que, cuando ellos llegaran, él debía estar muy lejos del montaje que tan cuidadosamente había preparado.

Pero Hyde era débil. De no serlo, nada de esto hubiera ocurrido y no se encontraría de nuevo mirando fijamente los falsos ojos azules que tanto amaba, besando entre lágrimas amargas los labios resecos que jamás perderían su suavidad dentro de lo más oscuro y remoto de su corazón.

 

- Aunque las especulaciones en torno a las causas del fallecimiento de Kamui Gackt siguen caldeando los ánimos de sus seguidores y del público en general, las muestras de tristeza por haber perdido a un gran artista como él no se han hecho esperar. -Informó el anfitrión del noticiero, antes de que en la pantalla junto a él apareciera la imagen de una sobria reportera en transmisión en directo.  - Este es el reporte de nuestra compañera fuera del estudio.

- El funeral del cantante se realizará el día de mañana en una ceremonia privada a la cual únicamente tendrán acceso amigos, colegas y familiares del artista. - Informó la reportera mientras en el fondo se apreciaban los ramos de flores que continuaban llegando hasta la reja de la que había sido la casa del intérprete.  - Desde que se dio a conocer la noticia, miles de fanáticos han presentado sus respetos por medio de cartas o flores, incluso, algunas personas han coreado sus canciones por momentos. - Continuó, antes de caminar un poco para cambiar de posición y dejar que los espectadores apreciaran la escena que se desarrollaba detrás de ella. - Durante la ceremonia, además de los miembros del GacktJob actuales y previos, se espera la presencia de importantes artista, tales como Yoshiki, Miyavi y Sugizo, miembros de la banda S.K.I.N. en la cual era el cantante principal, Közi, Yuki y Mana-sama, antiguos integrantes de Malize Mizer, Daigo, Lee Hom Wang, Ayumi Hamasaki, Tsuyoshi Dômoto y Koichi Dômoto de los Kinki Kids, entre otros, y por supuesto Hyde, el cual era un cercano amigo del artista desde que filmaran la película Moon Child.

La culpa siempre actuaba en Hyde de manera misteriosa, retorcida, aberrante, pero extrañamente predecible.

Era la culpa de haber destruido la vida y la reputación de la persona que amaba lo que lo hacía sentirse como un miserable, una inmundicia y un monstruo.

Los amigos de Gackt y su familia, a la cual hasta ese momento no conocía, habían buscado tranquilizar su mutuo pesar compartiendo palabras de consuelo y sentidos abrazos y gestos de tristeza. En los rostros de todos los presentes estaba claro el duelo que sentían por haber perdido a un amigo entrañable al que extrañarían sinceramente.

También había algo más que solamente Hyde fue capaz de notar. Todos evitaban hablar de cómo lo habían perdido. De que había sido You el que le encontrara muerto junto a varios frascos de pastillas vacíos al igual que la botella de caro vino francés que reservaba para ocasiones especiales tirada al pie de la cama, con la copa de vino volcada sobre la mesa de noche. Nadie decía nada pero todos lo pensaban. Que más que una repentina afección cardíaca, una sobredosis o un suicidio eran respuestas tan plausibles como posibles para servir de conclusión a una vida tan compleja y tormentosa como la suya.

El rostro de Hyde permanecía pétreo y oculto por las gafas de sol. Nadie dijo nada ante su desacostumbrado mutismo porque todos creyeron conocer la causa de tan distante comportamiento. Después de todo, no era un secreto la estrecha amistad que había habido entre los dos cantantes, la cual se había intensificado desde que Hyde había declarado que lamentablemente se separaría de su esposa pero que seguirían siendo grandes amigos.

- Hyde...

La voz cautelosa de Tetsu sacó a Hyde de sus recuerdos, sobresaltándole por la repentina interrupción. Su voz le había sonado tan grave y sublime que estuvo a punto de romper a llorar y confesar todo para arder junto al cuerpo del amante al que había sofocado contra la almohada hasta asfixiarlo mientras le hacía el amor.

- ¿Estás bien? - Se atrevió a preguntar el bajista, obteniendo por única respuesta por parte del vocalista la misma mirada ausente que comenzaba a inquietarle. - Lo siento, fue una pregunta estúpida...

- No, no fue estúpida. - Le cortó rápidamente con un ademán apresurado. - Es sólo que estoy cansado. Y deprimido. Y  triste y confundido y molesto. - Suspiró. - La verdad es que no sé muy bien que es lo que siento.

- Es comprensible Doiha. - Con la familiaridad que solamente se da después de años de vivencias compartidas, el líder de L'arc en ciel le llevó lejos del resto de la concurrencia.  - No tienes que saber que sientes en este mismo instante, sabes? Date un tiempo. Esto ha sido muy repentino. Nadie se esperaba que algo así ocurriera después de todo.

Por segunda vez, Hyde sintió que las lágrimas amenazaban con delatarle. Era su culpa que Gackt ya no fuera más que cenizas. El que hubiera muerto sin haberle dado más que silencios camuflajeados con vino francés. El que nunca más volviera a recrearse en la suave sonrisa que le habían ofrecido por última vez unos ojos castaño oscuro que le habían mirado desde el otro mundo a través de sus eternas lentillas azules esa noche fatídica.

- No sé que decir... - Soltó finalmente mientras sus manos cubrían por inercia sus labios temblorosos.

- No tienes que decir nada. -Le animó el bajista, al tiempo que se acercaba al hombre que amenazaba con desplomarse si alguien no le sostenía. - A veces lo mejor que puedes hacer es permitirte un momento de silencio.

El abrazo que Tetsu le dio le desgarró por su honestidad, por su cariño sincero, por todos esos sentimientos agradables que él no merecía. Era un abrazo tierno y a la vez indiscutiblemente firme. La calidez de Tetsu le supo a Platinum Egoist al punto de devolverle el gesto con más fuerza, fundiéndolos en un íntimo abrazo que le hizo sentirse al mismo tiempo a punto de gritar de agonía y reconfortado. Hyde supo entonces lo que tenía que hacer sin el menor titubeo.

Después de todo, esto era lo único que le quedaba y se aferraría a ello con todo su ser hasta que piadosamente la culpa le asfixiara y disolviera en medio de una sonrisa de falsos ojos azules.


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