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Bratja por Eruka

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Notas del fanfic:

Bratja significa hermanos en ruso, le puse asi por que es una de mis canciones favoritas, xD

 

Sera un fic corto, de no mas de tres capitulos, y actualizare rapido, ya que ya lo he terminado.

Notas del capitulo:

Espero que les guste, después de ver un cap de la Ley y el Orden no pude sacarme la idea de la cabeza, y ahora me tienen aquí, publicando otro Saigaa...

 

Disclaimer: Naruto no es mio, blablabla... pero dudo que siquiera lo hayan pensado -.-

 

Este primer cap es corto por que solo es el prologo, pero pronto subire el siguiente cap. Dedico este fic a toda la gente amante del saigaa, es genial *.*

BRATJA

 

Prólogo

 

El corazón que está lleno de miedo, ha de estar vacío de esperanza.

Fray Antonio de Guevara (1480-1545) Escritor y eclesiástico español.

 

 

El amor en la juventud es terriblemente efímero, puro e ingenuo. No tiene más complicaciones que el hecho de ser fácilmente olvidable.  Pero hay unos cuantos romance juveniles que, ya sea por sus orígenes, desarrollo o por las dos enamorados, resiste el pasar del tiempo. Esos son amores maduros…

 

Pero también hay amores que no son fáciles de comprender.

 

**

 

Sus padres lo despreciaron. Pero no tuvieron ni el tiempo necesario para abortarlo cuando era posible. Solo lo ignoraron. Se limitaron a imaginar que no existía y lo botaron en un basurero de su propia calle, antes de volver a lo que llamaban hogar y seguir consumiendo heroína. Una amble viejita que salía a tirar su basura, lo encontró en una caja cuando iba a tirar su basura, y llamo a servicio social. Contactaron a la hermana mayor de su madre, quien casada con un alto funcionario, le abrió sus maternales y calidos brazos, ofreciéndole de paso, su propio hogar y un lugar en su pequeña familia.

 

No es como si tuviera la conciencia necesaria para elegir, pero con los años se dio cuenta de que, de haberla tenido la elección hubiese sido la misma.

 

Futami-san, el nombre de su adorada tía, y Kazuki, su tío, tenían un hijo. Era 5 años mayor y respondía (cuando le daba la gana) al nombre de Sai, como la espada corta que tanto  fascinaba a su padre. Era un niño, que desde temprana edad mostró una enigmática genialidad dirigida –especialmente- a la pintura. Por tanto se trataba de un crío que observaba con sus inexpresivos ojos negros el mundo, analizando todo aburrido y sin mostrar interés por nadie.

 

 

 Y entonces le llevaron a un pequeño, indefenso y solitario bebe. Le acondicionaron la habitación al lado de la suya. Pusieron una cunita y demás muebles infantiles, pintaron de arco iris las paredes y llenaron de juguetes y vida el lugar.

 

No dijo nada en absoluto, lo que hubiera sorprendido a sus padres de no ser porque estaban ocupados mimando al bodoque aquel.

 

De pronto, en medio de una noche de tormenta, lo despertaron los ruidosos rayos, y ya no pudo volver a dormir. Se levanto con una idea cruzándole la cabecita de cabellos negros, y se dirigió a la habitación contigua. La puerta estaba entreabierta, por lo que solo la empujó y entro. El bultito de cabello rojo no se movió cuando se puso de puntitas sobre el soporte de la cuna para ver al bebe que despierto y distante, no le dirigía la mirada. Era un bebe extraño, nunca lloraba ni nada, solo se quedaba quieto mirando a la nada, como si inconcientemente esperara el momento en que lo volvieran a abandonar.

 

Lo observo el resto de la noche, sin captar su atención. Y por la mañana, cuando su madre entro a saludar al pequeñito, se dio cuenta de algo:

 

No sabia que pensar del bebe.

 

En los siguientes años, comenzó a pasar cada minuto de su tiempo libre con su nuevo hermanito. A penas la criada le abría la puerta de entrada, corría ansioso a ver a su precioso hermanito, que siempre estaba entretenido en algo inentendible, como observar por la ventana, clasificar las pinturas de Sai o simplemente observar apagado el aparato de televisión. Pero apenas el moreno llegaba hasta él, apartaba sus aguamarinas iris de su absurda actividad y se acercaba a saludar agitando su manita de piel lechosa.

 

No dijo palabra hasta cumplir 5 años, pese a mostrar una notable inteligencia en sus actos, pero al hacerlo por primera vez, dijo un:

 

-No quiero-

 

Simple y honesto. Sai, que le había propuesto hacer de modelo para uno de sus dibujos, se quedo pasmado en medio  de la biblioteca, donde habían ido a pasar la tarde. Estallo en aplausos y llamo a su madre, que lloró y lloró, aliviada de que su sobrino no fuera mudo como  temía.

 

 

A pesar de haber aprendido a hablar perfectamente para su octavo cumpleaños, apenas y abría la boca si no era necesario. Sai, que por ser el prodigio que era, continuaba sumergido en su mundo sin emociones, encontraba relajante permanecer con alguien que no necesitara de palabras para vivir. Que pudiera sumergirse en un silencio relajado.

 

 

Los padres del pelirrojo pidieron ver a su hijo, asegurando estar rehabilitados y ser capaces de cuidar, ahora sí,  del producto de ambos.

 

Gaara, ya de 9 años, los observo sentado en una butaca cómoda de la sala, mientras su madre se deshacía en disculpas y su padre asentía vehementemente. Escucho todas las excusas con atención, y cuando terminaron, se incorporo y repuso fríamente:

 

-Los perdono por abandonarme, ya no deben culparse-

 

Terminado su corto dialogo, salio tranquilo de la estancia, dirigiendo sus pasos a la habitación de Sai, que comentó con diversión:

 

-Este tipo de situaciones vergonzosas son propiciada por el absurdo temor de vivir una condena d tormentos en el averno-soltó una risita despectiva y agregó- Eres afortunado, Gaa-chan, además de las consecuencias de consumir  heroina en el parto, pudiste tener otra razón para ser estupido; que heredaras  de tus padres genes de idiotez-

 

-Soy un prodigio de la naturaleza-concedió el de cabellos bermejos sin interés, para luego apretujarse en el regazo de su  hermano y quedarse dormido, mientras el moreno esbozaba una sonrisa de triunfo.

 

Sai termino sus estudios universitarios con 13 años,  el doctorado a los 15 y tuvo su primera exposición de arte importante a los 16.

 

Pero Gaara se negó a adelantarse años o ir a una escuela de genios, pese a poseer la capacidad y las oportunidades para hacerlo. Simplemente se acostumbro al lento paso de su  generación, limitándose a logros pequeños que no opacaran a nadie.

 

Mientras su moreno hermano tomaba clases de piano, arte, escritura, tenis y esgrima, él se que daba encerrado en su habitación,  sosteniendo sus rodillas flexionadas contra el pecho, dejándose devorar por las tinieblas de su cabeza e ideas aterradoras. Y luego, Sai empujaba la puerta, que permanecía entreabierta para él, llevándole una bandeja con chocolate, leche o té, un plato de galletitas y la súplica de que lo dejara pintarlo.

 

 No siempre accedía, pero cuando de sus labios salía un tímido “si”, y Sai esbozaba aquella sonrisa que le reservaba solo a él, sentía como si la habitación, de pronto,  se llenara de nuevo de arco iris –pese a que hacia mucho que la habían pintado de blanco- y la prisión que le pesaba dentro, desapareciera.

 

Tenían un vecino a tres casas de su hogar, que era tan brillante como el propio Sai, y de vez en vez los “honraba” Con su presencia. Tenía un año menos que el ojinegro, y gustaba de leer pilas inmensas de libros, que memorizaba con exactitud prodigiosa. Uchiha Sasuke, como se llamaba ese chico, competía constantemente en meritos con Sai, siendo que el año en que el artista tuvo su primera exposición, él anuncio el lanzamiento mundial de su primera novela larga, que fue acogida con ansias y agoto varios miles en apena horas.

 

Gaara ya no hablaba tanto con él, aunque en general apenas hablaba con nadie. Aunque el revoltoso muchacho que ocupaba el asiento junto a él en el instituto, le sacaba frases entera y extensas. Era un chico que a primera vista parecía simplemente bonito y adorable, sin valor junto a los otros dos genios, pero que al conocerlo te dabas cuenta de que eras un idiota por no darte cuenta de que era un muchacho más que sorprendente. Habiendo perdido a sus padres a una edad en que no podía cuidarse a si mismo, había afrontado la vida con eternas sonrisas y una fortaleza que para el pelirrojo eran un misterio.

 

Y fue gracias a esos dos, que tanto Sai como Gaara descubrieron lo que sentían.

Notas finales:

Les ha gustado??

 

Espero que sí...

 

Si es así, espero me dejen un review n.n


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