Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bratja por Eruka

[Reviews - 33]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lo promertido es deuda, n.n

Subo el segundo cap rapido, espero que les guste. Chibichigo a dicho que hay mucho OoC, asi que he modificado algunas cosas, ojala que se vea mejor.

Disclaimer:

Naruto no es mio... pero eso es obvio, no?

Millones de gracias por sus reviews, me han animado un monton!!!

Tb gacias a Chibi-tan y Elle-neechan por revisar.

El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal.

Aristoteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.

 Capitulo I: Ellos se dan cuenta… 

 -Buenas tarde, cerecita-saludó el moreno al llegar del estudio de arte que poseía en una privilegiada zona de la ciudad. El mote con el que cariñosamente lo había apodado fue recibido por un gruñido del aludido, pero luego contestó con cordialidad:

 

-La cena esta lista-

 

Cuando Sai había llegado a la edad de veinte decidió que, dado el éxito del que gozaba, no estaría mal independizarse y vivir solo… O mejor expresado, vivir sólo con su hermanito. El de ojos claros aceptó con algo muy parecido a la alegría y ambos se fueron a vivir a un piso de exorbitante precio. De ello hacia ya un año completo. Sai se encargaba de los gastos diarios y de la colegiatura del menor, pese a que sus padres insistían en que no era necesario, y Gaara como retribución se encargaba de preparar la cena y asear la casa. Ambos se sentían a gusto viviendo juntos, contribuyendo al cuidado de su pequeño hogar como si se trataran de una joven pareja.

 

-Hoy fue el bastardo a verme-informó el artista una vez estuvieron ambos en el comedor decorado al puro estilo del New Art, con un bol de humeante sopa de verduras delante- y me ha dicho algo curioso-continuó.

 

-¿Admitió que él y Naruto sostienen una relación afectuosa desde hace más de un año?-preguntó con  cierta nota de cansancio.

 

-No, aún no-repuso Sai con igual tono-, aunque al menos le he sacado un “sí, admito que el dobe es… llamativo”, es un gran avance si consideramos que Naruto aún lo llama “teme”-

 

-Hoy, en clase de cálculo ha dicho que Sasuke “tiene unos ojos muy… oscuros”. A veces me pregunto si ensayarán para parecer lo dos tontos-comentó fastidiado, mientras se levantaba para ir por el filete que le había prometido a Sai esa mañana. A su regreso, se encontró con una inusual mueca de confusión en el rostro del de ojos oscuros, por lo que preguntó un tanto frustrado:

 

-El oden es para mañana… ¿No es así?-el moreno, reaccionando por fin, asintió rápidamente.

 

-Sí, sí. Es sólo que Sasuke me ha dicho algo confuso-

 

-¿Qué te ha dicho?-interrogó, aliviado de no haberse equivocado y  sirviéndole el platillo que tanto le había costado preparar.

 

-Tuve clases de todo tipo, así que por supuesto ya lo sabía… Pero nunca le tomé importancia-murmuraba con el ceño fruncido.

 

-¿Qué ocurre?-insistió -Sai, si murmuras no voy a entenderte.

 

-Disculpa-pidió gravemente-hoy el Uchiha-bastardo me ha dicho que no es normal que me excite al verte con poca ropa o desnudo- las palabras no sorprendieron ni avergonzaron al pelirrojo, que se sentó y respondió con tranquilidad:

 

-¿Cómo no va a ser normal? Aún eres joven y tus hormonas deben estar funcionando bien. Además hace tiempo que sabes que tu inclinación sexual es más abierta que la media. Es perfectamente comprensible que te excites al ver el cuerpo de otro joven-

 

-Sí, yo le dije lo mismo -aclaró el moreno- Pero me dijo que no era a eso a lo que se refería; después se puso a decir un montón de excusas, mascullando que “a él no le parecía perverso ni desagradable, pero no era muy común”. Mencionó la palabra “incesto”-agregó.

 

-No tiene sentido-rebatió el de cabellera bermeja-: No mantenemos coito-

 

-Eso es lo más raro; él se sorprendió cuando se lo expliqué- respondió con sincera confusión en la voz.

 

-¿Se sorprendió?- repitió.

 

Dieron por zanjada la charla al no poder pensar en una respuesta coherente para lo dicho por su antiguo vecino y siendo poco práctico divagar sobre una cuestión que parecía tan absurda. Sin embargo, ninguno de los dos pudo olvidar el tema.

  

El pelirrojo divagó un rato. Pensaba que Sai era posiblemente un pervertido, pero la idea de que se excitara con él le parecía que rayaba en lo ridículo, no era más que un muchacho común y simple, su hermanito adoptivo, el chico que había llegado a su vida sin preguntarle si estaba bien; el chico con quien había compartido su infancia, a quien Sai se encargaba de proteger.

 

Así que, además de una sincera molestia y tal vez –si era afortunado- un ser humano al que el moreno le guardaba un cierto apego, era solo su hermano adoptivo. Era por ello que  no se molestaba con Sai cuando hacia comentarios refiriéndose a su cuerpo o hacia él. El moreno solo debía  estar jugando. Y en el caso de las pinturas que hacía de él el moreno,  se negaba la mayoría de las veces, pues no le gustaba en lo absoluto modelar por horas para una obra que con el como centro no tenía nada de especial, aun si era hecha por un genio como Sai.

 

No se trataba de auto lamentaciones, lo tenía bien entendido y no le molestaba pensar en ello. Era la realidad. Su realidad. ¿No es maduro estar conciente de tus limitaciones?

 

¿No es maduro reconocer lo que nunca podrás tener?

 **

 

Al día siguiente, apenas volvió del Instituto, entró al cuarto de baño a darse una buena ducha; había tenido clase de gimnasia y no lograba sentirse limpio sólo con asearse después de clase.

 

El piso donde vivían era en sí mismo un templo para el arte moderno: paredes blancas, mármol negro en el piso, e incluso algunas paredes eran de vidrio – como la pared de la ducha, por ejemplo –.  Y por eso, cuando Sai llegó a casa más temprano de lo normal, y busco a su “cerecita”, apenas abrió la puerta del cuarto de baño, pudo apreciar tras el vaporoso vidrio el conocido cuerpo de Gaara.

 

A ninguno le parecía anormal que Sai, siendo un artista, gustara de apreciar un cuerpo delicado y hermoso como el del pelirrojo, incluso lo había pintado con poca ropa. También era de lo más entendible que se excitara: estudios comprobaban lo poco que importa de quién es el cuerpo que observas cuando las hormonas están tan revolucionadas como en la juventud. Incluso es natural que un chico se excitara al ver el cuerpo de su propia madre, sin indicar necesariamente un complejo de Edipo.

 

El de claros ojos, al percatarse de la presencia del moreno, lo saludó con un sencillo ademán y con otro le informó que enseguida saldría a saludarlo.

 

Las miles de gotitas corrían libremente  por el cuerpo pálido y delgado, recorriendo cada pliegue de sus formas, pasando por el pecho de tetillas rosa pálido, y lavando el miembro también saludablemente rosado. Finalmente bañaban las piernas, no demasiado musculosas por la vida sedentaria que llevaba pero tampoco tan delgadas que parecieran de chica. Era el cuerpo de su hermanito adoptivo, del bebé que le habían llevado a casa después de que sus propios padres lo dejaran cruelmente abandonado en un basurero como si se tratara de un desecho más, y no el increíble joven en el que se convertiría. Pero les daba gracias a esos desobligados padres, porque de ese modo ahora Gaa-chan era suyo…

 

Sintió un conocido calor en la entrepierna, producto de la sensual imagen que sus negras pupilas admiraban. Lo que desconoció fue la repentina conciencia de que, más allá de observarlo con los ojos críticos de un artista, quería recorrer su cuerpo  con las manos fogosas de un amante. Deseaba acariciarlo mas allá de jugar con los cabellos rojos, besarlo más íntimamente que el cariñoso besito en la frente o en las blancas mejillas, y después de eso, poner su miembro ansioso dentro de la entrada que visualizaba entre los glúteos ahora que el pelirrojo se había inclinada para destapar el tapón de la ducha.

 

Sin pensarlo más que unas insignificantes fracciones de segundo, y no con demasiada profundidad, abrió con urgencia las puertas del vidrio y tomó al menor de la muñeca, jalándolo por el pasillo con retratos neo-cubistas, hasta llegar a su habitación.

 

 El aguamarina no se negó, ni habló o se quejó por lo sorpresivo y brusco de sus acciones, ni siquiera por el hecho de que lo hubiera sacado desnudo y mojado de la ducha, pero su rostro formó una mueca de miedo ante lo desconocido… Como si su inteligente cabecita no supiera lo que venia a continuación.

 

Como si fuera inocente.

 

Como si no lo deseara con tantas fuerzas como para  evitarlo.

 

-Quiero tocarte-informó cuando lo dejó en la cama de colchas blancas y suaves. Gaara, demostrando una vez más su facilidad para cerrar la boca si no tenía nada considerable que decir, se limitó a observarlo fijamente- tocarte todo… -sus ojos llenos de ansiedad lo observaban con la misma persistencia con la que un botánico observa una especie desconocida de planta.-Qué idiota soy-se dijo, mientras se desvestía sin cuidado.

 

-¿Por qué?-interrogó, observando sus bruscos movimientos con curiosidad, un escalofrío recorrió su cuerpo. Era tan irreal el momento. Tan falso en sus circunstancias. Como si fuera posible que no lo fuera a olvidar.

 

-Pensé que buscar amantes pelirrojos era un tipo de fetiche, y que desear matar a cada bastardo que te miraba era causado por una reacción neuroquímica provocada por el apego que tenemos-expresó, acercándose al húmedo cuerpo de su pelirrojo, que lo esperaba sin molestarse en cubrir su desnudez. No iba a suceder nada.

 

No podía pasar nada…

 

Dejó que el moreno lo acariciara por completo, gimiendo sin ningún tipo de pudor, pero no articuló palabra alguna ni cuando Sai abrió sus piernas y coló dos dedos en su cavidad anal. Tampoco cuando el miembro del pintor se adentró en él, o cuando unos desesperados labios marcaron los suyos con gentileza. Esta vez no se trataba de prudencia. Ni se trataba de un silencio voluntario. Se trataba de un silencio orillado por la carencia de palabras que expresar. ¿Qué podía decir?

 

¿Suéltame? ¿Esto esta mal? ¿Somos primos? 

Como si importara. Como si en ese momento estuviera conciente de algo mas que no fueran las ansias de más…

 

El mayor se corrió al mismo tiempo que él, gritando un ensordecedor “Te amo” que se escuchó gutural entre la excitación, y que el pelirrojo se convenció de haberlo soñado. Sai se quedó dormido a su lado, y él se desprendió de su asfixiante abrazo. El cansancio y el dolor en sus bajos dificultaron la tarea, pero no trastabilló ni titubeó en ningún momento, ni cuando se vio libre de los brazos que tanto quería –liberando también  al moreno de lo que conllevaban sus actos-, ni cuando dirigió sus pasos a su propia habitación.

 

Se vistió con unos sencillos pantalones de mezclilla y una camiseta, saliendo luego sin prisa y sin posesiones mas allá de los yenes que llevaba en el pantalón. En la avenida tomó un taxi y con voz inmutable ordenó que lo llevara a la casa en donde había crecido.

 

En el largo trayecto, observó absorto por la ventanilla, sin cavilar sobre lo que acaba de vivir, ignorando el punzante dolor en su pecho, y en especial, sin derramar una sola lágrima.

 

Se sentía como si de nuevo fuera aquel niño que observaba ensimismado al vacío, ignorando su entorno y muriendo de a poco por dentro. Sólo que esta vez no había ninguna puerta por la que Sai entrara y lo salvara.

 Estaba solo otra vez.

 ** 

Caminó los escasos pasos entre la banqueta y la puerta del taxi, pagando distraídamente el servicio prestado. Al llegar a la puerta de madera, toco escasas veces, sin molestarse en sentir nostalgia. Futami-san abrió la puerta en delantal de flores, mirándolo con extrañados ojos.

 

-Volveré a vivir aquí, Oba-sama-informó-¿Puedo?-inquirió, ignorante de la respuesta a su velada suplica. La mujer dio un torpe asentimiento,  sin acribillarlo en preguntas indeseables.

 

-Estoy preparando galletitas de avena, ¿Quieres que te suba unas cuantas cuando termine?-

 

-Si, por favor-Subió las trabajadas escaleras de madera clara, para dirigirse a su habitación en el segundo piso. Una vez dentro de la pieza, que permanecía inmutable a pesar de su mudanza, se sentó en la cama como en antaño cuando esperaba a que Sai volviera de sus clases; con las rodillas pegadas a su pecho y observando al vacío.

 

Por aquel entonces, solía creer que sus padres iban a volver de un momento a otro. E incluso preparaba una maleta que cada noche Sai descomponía, negándose a la posibilidad de su partida. Había sido un tonto. Sus padres NO iban a volver. Y menos se lo iban a llevar. Ya tenían lo que necesitaban para seguir con su vida; su inútil perdón. Con suerte se habrían separado, y por un milagro, tal vez seguían limpios.

 

Él era ya un problema olvidado. Tal vez no del mismo modo que cuando lo tiraron en ese sucio callejón. Era de un modo mas profundo. De un modo mas real, incluso si no era tangible. El verdadero olvido.

 

Como cuando mueres…

 
Notas finales:

Les ha gustado??

 

El prox. capitulo estara listo el viernes si hay suerte. Dejen un review y hagan muy feliz a una autora, n.n.

 

Kisus ^x^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).