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Cadena De Errores por akisuki

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1

La primera vez que Rubén miró a Marco, fue en la universidad, en uno de los pasillos, sus aulas estaban juntas y en los minutos que los profesores les daban de libertad aprovechaban para salir. Era como un hormiguero, uno donde los celulares, las bromas e incluso los empujones reinaban.

 

Marco caminó a los sanitarios sin percatarse de que alguien lo miraba, aunque de haberlo notado, tampoco le hubiera importado.  Cosa que  pudo apreciarse cuando pasó frente a Rubén,  era como si acabara de pasar frente a una barda recién pintada, no valía la pena detenerse a admirar el trabajo de pintura.

 

Lo primero que pensó Rubén al verlo pasar frente a  él, al observar ese andar que denotaba seguridad y esa mirada llena de decisión fue:“estarás muy bueno, ni que te fuera a tragar la tierra”.

 

Rubén rió ante su propio sarcasmo y volvió a su salón, las clases ya habían comenzado.

 

Ésa fue la primera vez que Rubén vio a Marco.

 

La primera vez que Marco se fijó en Rubén, éste estaba exponiendo frente  a su clase, era verano así que todas las ventanas y la puerta del aula estaban abiertas. Los alumnos habían suplicado para que la abrieran, una suerte que el profesor hubiera accedido, si no hubiera sido un horno.

 

Marco  se detuvo sólo un minuto a escuchar lo que Rubén decía y sinceramente no entendió mucho, lo que si notó fue que a pesar del calor, del sudor y de la cara de fastidio de sus compañeros Rubén estaba absorto exponiendo su tema, con seguridad y con una voz fuerte que le recordaba a su profesor de álgebra de la secundaria.

 

Marco supo que las gotitas de sudor que caían de su frente eran por el calor y no por nervios, quizá si se acercaba lo suficiente le llegaría el olor del sudor de Rubén, no lo comprobó.

Frunció el seño y pensó  “nerd tenía que ser, ha de creerse muy inteligente”, ya no entró a la siguiente clase, lo único que quería era que sus amigos lo hubieran esperado para irse con ellos.

 

2

 

Cuando Marco y Rubén se conocieron, ya había pasado más de un año desde la primera vez que se vieron.

 

-Marco, él es Rubén-  al fin tenia nombre el chico con aires de intelectual que hablaba a sus compañeros como si fueran una parvada de retrasados.

 

-Rubén, él es Marco- qué nombre para alguien que se da aires de modelo, bueno el carita [A1] podría cambiarlo si alguna vez llega a trabajar en el ámbito.

 

Ambos estrecharon sus manos y murmuraron un seco “mucho gusto”.

 

La siguiente vez que se hablaron, intercambiaron seis palabras:

 

-Hola ¿Cómo estás?

 

-Muy bien gracias.

 

Ambos se dieron media vuelta y se alejaron esquivando a la multitud, tenían amigos en común, por eso se saludaban, Marco no quería parecer vanidoso delante de sus compañeros, pero tampoco quería tratar demasiado al nerd del salón de al lado.

 

Para ese entonces Rubén y Marco eran conscientes de que no se caían bien, para nada, y claro el sentimiento era correspondido.

  

La universidad era grande, los salones estaban atestados de alumnos de todas clases sociales, se vestían como querían y a los profesores les importaba poco si sus alumnos no asistían a clases durante semanas.  

 

 Podías pasar años vagando por la institución y nunca toparte con alguien en específico, pero durante las fiestas del inicio del curso, o novatadas, eso cambiaba. Todos los alumnos de todas las facultades se reunían en un lugar a determinada hora sólo con un propósito en mente, y ése era: gastar crueles bromas a quienes serían sus nuevos compañeros.

 

Pero no eran tan crueles, las novatadas iban desde pintarles o cortarles el cabello (he [A2] practicado con las muñecas de mi hermanita), ser bañado por algo de apariencia viscosa y olor repugnante (no seas así, tengo meses preparándolo) o comer extraños preparados (¡todos un paso atrás! ¡No nos vaya a vomitar!), al terminar  las risas obtenidas por parte de  las caras de asco/terror/ sufrimiento de sus compañeros, los mayores comenzaban a embriagarse y a socializar, si tenías suerte al día siguiente podías recordar con quién y de qué hablaste.

 

Daban grandes vasos de unicel de un litro llenos de combinados de lo que podía ser: tequila con toronja, vodka con sprite o  whisky con manzanita, o un combinado de lo anterior. Aunque todo eso dejaba de importar cuando encendían la fogata.

 

Marco ya no podía caminar derecho cuando se acercó a la fogata en busca de calor.

 

Rubén parecía poder sentir los movimientos de la tierra ya que su cuerpo se balanceaba de un lado a otro.

 

Se miraron  como si fuera la primera vez que lo hacían, se dirigieron una leve sonrisa que delataba su borrachera, ambos sabían que el tipo junto a él no era de su agrado pero no podían recordar el motivo por el que les desagradaba tanto.

 

Marco forzó su vista para poder   distinguir con claridad el perfil de Rubén, se fijó en sus mejillas encendidas, en sus labios entre abiertos  y en sus  ojos color miel, y pensó que quizá se habría equivocado, no podía ser que el hombre junto a él fuera el mismo que le caía mal, tenía que haber un error,  no era el mismo.

   

Rubén notó que Marco lo miraba y aprovechó para hacer lo propio, Marco era alto ¿cómo no lo había notado? Tenía un bonito rostro, era lindo, la piel parecía ser suave al tacto, los ojos grandes y los pómulos altos,  lo reconsideró, Marco podría ser modelo.

 

Sin admitirlo más que a sí mismos  ambos se tragaron sus perjuicios con respecto al otro, ésa noche ambos llegaron separados y amanecieron juntos.

 

3

 

Rubén y Marco se veían seguido, aunque casi siempre para coger, cosa que hacían muy bien juntos, era una buena relación una en la que no se exigían visitas sociales, escenas de celos, detalles cursis o palabras de amor. Y ambos estaban felices con ello.

 

Sus conversaciones podían durar diez minutos antes de que terminaran en  la cama y podían prolongarse hasta el amanecer, una vez que hubiera terminado el sexo.

 

Marco se sorprendió cuando comprobó que Rubén era un buen amante, al principio lo había atribuido a la borrachera, en semejante estado, se hubiera conformado con cualquier cosa, pero no era así, Rubén era bueno en la cama, lo había comprobado unos días después cuando ambos estaban sobrios, y en esa ocasión, el sexo había sido mejor.

 

A Rubén no le sorprendió que Marco fuera un buen amante, en realidad suponía que así sería y aunque al principio no le molestó, en realidad le fascinó tener un amante experimentado, alguien que supiera dónde, cómo y cuándo tocar era lo mejor, estaba cansado de amantes inexpertos a los cuales prácticamente tenía que entrenar para que lograran darle un mínimo de placer, pero con Marco no había sido así, disfrutaba el sexo, al máximo. Las preguntas vinieron tiempo después, ¿cómo había aprendido?, ¿con quién? ¿O quiénes?, mejor  no pensar en eso, y disfrutar del sexo.

 

El gozo duró hasta antes de graduarse, cuando Rubén conoció a Marsy, su novia, y decidió terminar la relación con Marco.

 

-Podemos continuar siendo amigos- le había dicho y Marco tuvo que disimular una mueca de fastidio, sinceramente no le agradaba lo más mínimo Marsy, y el hecho de  que ella fuera la causa por la que  terminara su relación con Rubén no ayudó. Era molesto e incluso humillante, pero sólo eran amantes, nada más, no tenía por qué sentirse así.

 

Pero lo hacía.

 

Y aún así aceptó ser sólo un amigo más para Rubén.

 

4

 

Una sonrisa irónica apareció en los labios de Marco desde que conoció a Marsy en una de las fiestas a las que iba la feliz pareja, la misma que mantuvo cuando charlaba con Rubén sobre ella y la que se borró cuando éste le comentó que iban a casarse.

 

¿Casarse?, ¿en serio? ¿Con ella?

 

-Sí.

 

Marco necesitaba emborracharse.

 

5

 

Rubén quería a Marsy, ella era linda, atenta y lista, a toda su familia le había agradado la chica y Rubén la quería, por eso decidió casarse con ella y eso lo emocionaba.

 

Los primeros meses de matrimonio fueron perfectos, pero algo comenzó a cambiar, Rubén  parecía ausente y no, no era por Marsy.

Marsy era linda con  él y paciente, no lo presionaba cuando le decía que no quería hablar de eso con ella, no lo chantajeaba con lágrimas falsas para saber el motivo de su distanciamiento, y Rubén se lo agradecía, porque Marsy no tenía la culpa.

 

La tenía Marco, Marco y Alex, su nuevo novio.

 

Rubén era amable con Alex, aunque en el fondo quería golpearlo, pero no podía, no tenía derecho ¿verdad que no?, él tenía a Marsy  y por eso no podía enfadarse.

 

Alex era apuesto, licenciado y tenía coche propio, era un buen partido y a Marco le encantaba  como lo trataba, era  atento y educado con él, también le gustaba que Alex, lo presentara antes sus amigos y conocidos como si estuviera presumiéndolo y Marco le quería.

 

Marco quería a Alex como Rubén quería a Marsy.

 

Rubén  odiaba a Alex como Marco odiaba a Marsy.

 

Marco estaba molesto con Rubén,  como Rubén estaba molesto con Marco.

 

Rubén aguantaba su enojo hacia Marco, como Marco se tragaba el suyo hacia Rubén.

 

Rubén y Marco necesitaban hablar.

 

Pero ninguno de los dos parecía dispuesto a hacerlo.

 

7

 

A Marco le parecía absurdo ir a decirle que no le caía nada bien su esposa, sobre todo después de todo el tiempo que había convivido con ella comportándose como todo un caballero, quedaría como un hipócrita y Rubén seguro lo mandaría a paseo.

 

En cierta manera a Rubén le parecía absurdo que Alex le cayera tan mal, era un buen tipo, de eso  no había duda, era consiente de que trataba a su amigo de la mejor manera posible y eso era bueno ¿no?

 

No, no lo era.

 

A Rubén le hervía la sangre cuando lo veía.

 

Marco odiaba ir a la casa que compartían Marsy y Rubén, sentía un nudo en la garganta y una especie de furia fría cuando entraba, pero era bueno disimulando y además tenía que ir, era el cumpleaños de Rubén  y Marsy le había organizado una pequeña fiesta, además iría con Alex .

 

No sería tan malo.

 

O eso esperaba.

 

Marsy los recibió con una sonrisa y con un vestido violeta que le quedaba como un guante, su cabello completamente recogido hacía lucir sus hermosas facciones y el maquillaje tenue ayudaba bastante, era una de esas mujeres que con demasiado maquillaje se veía mal.

 

-Estás hermosa-Marco se mordió la lengua, era cierto, Marsy estaba guapísima y la casa estaba repleta de personas, o quizá no tanto, la casa era pequeña así que podía ser que con pocas personas se viera abarrotada.

 

Alex notó un poco más de fuerza en el apretón con el que Rubén lo saludó, pero no se lo tomó como algo personal, quizá había discutido con su mujer u otra cosa, Rubén siempre lo había tratado de la mejor manera,  aunque en el fondo sentía que esa amabilidad era fingida, pero no quería decirle a Marco que pensaba que su mejor amigo estaba siendo hipócrita con él.

 

Marsy no pensó lo mismo cuando Marco comentó lo bien que se veía, intentó ser sincero pero para la mujer había resultado demasiado fácil percatarse del monstruo verde de la envidia que se escondía tras esa amigable mirada que le dirigió, ella había visto esa mirada antes pero nuca de manera tan obvia como acaba de pasar.

 

Disimuladamente  en un momento durante la fiesta Marsy se acercó a su marido y le comentó sus sospechas, Rubén la miró, cierto Marsy era bella pero Marco no tenía nada que envidiarle,  miró a Marco, definitivamente no tenía nada que envidiarle, rió un poco y se  excusó diciendo que iba al baño.

 

Parte de él quería creer, deseaba, que su mujer tuviera razón,  porque eso hubiera significado que Marco no sólo lo miraba como un amigo, sabía que Marco estaba seguro de sí mismo, y sin ofender a su esposa, dudaba que pudiera  ponerlo en duda en cuanto a su apariencia. Por eso si en verdad envidiaba a Marsy debía ser…

 

No, eso no podía ser, su relación había sido meramente física y así había terminado, esas habían sido las normas, y si alguien las desobedecía, perdía, así de simple, y Rubén no creía haber perdido.

 

Pero tampoco podía seguir ignorando el sentimiento que  surgía cada vez que veía a Marco con Alex, cada vez parecía ser más fuerte.

 

Marco quería salir corriendo de la casa, huir lejos de Marsy y su hermoso rostro, lejos de Alex y su amabilidad, lejos de la casa llena de amigos y conocidos y sobre todo quería huir de Rubén y sus sentimientos por él, de los celos que…

 

¿Celos?

 

Sí, eso sentía, los sentía al verlo con Marsy cuando cerraba su mano sobre la de ella, cuando le  sonreía y seguramente de la intimidad que ambos compartían.

 

El estómago se le revolvió, jamás se había sentido así, jamás había odiado a alguien de esa manera.

   

Se enjuagó la boca y se refrescó el rostro, debía calmarse no quería dar una escena de celos durante la fiesta que Marsy le había preparado para celebrarlo, ante la presencia de sus amigos y novio, en definitiva no quería eso.

 

Sintió que toda la sangre se le iba a los pies cuando la puerta del baño se abrió y Rubén entró en él  y lo miró  con una extraña  mezcla de  preocupación, miedo y sorpresa, aquella mirada le recordó  la ocasión en la que se habían emborrachado de tal manera que temieron haber sufrido una sobredosis de alcohol, ni siquiera estaban seguros de que fuera posible sufrir una, pero la habían temido, y Rubén lo había mirado de la misma manera en que lo hacía ahora.

 

Su imagen en el espejo le dio la razón, estaba pálido y con los ojos rojos.

 

-¿Estás bien?- preguntó Rubén, se sintió un poco estúpido preguntando tal cosa, se acercó a Marco mientras la puerta se cerraba  con un golpe seco.

 

Y ninguno de los dos pareció notarlo.

 

Marco estuvo a punto de responderle con la verdad, pero se contuvo.

 

Rubén no esperaba ver a Marco en el baño, y  menos tan mal como se veía, no sabía que le había pasado y cuando se lo preguntó le balbuceó una pobre excusa que no creyó.

 

Ni Marco, ni Rubén querían estar en esa comprometedora situación,  pero tampoco hallaban una manera de negarse al otro.

 

A Rubén se le olvidaron Marsy, los invitados y la pareja de Marco,  cuando éste se lanzó para besarlo, no le cruzó por la cabeza rechazarlo.

 

Sentir como Rubén le respondía había hecho que Marco dejara de preguntarse si hacía lo correcto.

 

Afuera nadie notó su ausencia.

 

8

 

A los dos les sorprendió lo fácil que resultaba quedar para estar juntos, su relación había regresado  a ser lo que era antes…

 

Física.

 

Se veían pocas horas y lo hacían simplemente para coger, resultaba raro pero ninguno sentía culpa por engañar a su pareja. Marco sólo se incomodaba cuando Alex le preguntaba qué tal le había ido con su amigo, respondía animado, relatando detalles que nunca habían ocurrido, aunque no perdía la esperanza de que algún día fuera así. Rubén no le respondía a su esposa, puesto que ella ya no le preguntaba nada sobre Marco, desde la ocasión en la que ella expresó su desacuerdo con que continuara la amistad con él,  eso a Rubén no le había caído en gracia y le había dejado claro que tenía todas las intenciones de seguir con la amistad.

 

Ésa fue la primera pelea de casados que tuvieron.

 

Marsy había decidió no volver a tocar el tema,  no le gustaba discutir con su marido y parte de ella había comprendido que no podría ganarle a Marco. Su instinto femenino estaba inquieto, algo le decía que las cosas no estaban como debían, pero no podía acusarlo de nada, Rubén seguía como siempre, llegaba temprano a casa, sus días de descanso los pasaba con ella, seguían haciendo el amor por las noches, Rubén era un buen marido.

 

Pero ella sentía lo contrario.

 

Alex y Marco terminaron la primavera que Juan, el hijo de Rubén y Marsy, cumplía dos años, no hubo una gran pelea donde hubiera reclamos  de cosas que nunca se dieron o se hicieron, tampoco hubo lágrimas de arrepentimiento, o el descubrimiento de la traición que lo destruiría todo, no hubo nada de eso.

 

Simplemente ambas partes habían acordado que su relación ya no era lo que había sido antes y una ruptura sana sería lo mejor antes de que ambos terminaran hiriéndose mutuamente.

 

Rubén mentiría si dijera que no se alegró por la ruptura, claro que lo hizo y el sentimiento de culpa lo torturó durante algún tiempo,  él seguía con Marsy, engañándola, y disfrutando de su hijo, tenía una familia y Marco…

 

Marco había comenzado a salir con Óscar, eso ayudó un poco a aliviar la culpa de Rubén, reemplazándola con celos, Rubén prefería sentir celos, era mejor y más fácil de lidiar.

 

Óscar, era más joven, más alegre, más sociable que Marco y mucho más perspicaz que él. Sabía que había algo raro entre su nuevo novio y su mejor amigo.

 

Sí, se conocían desde la universidad.

 

Sí, habían mantenido la amistad a pesar de los años.

 

Sí, Rubén estaba casado.

 

Sí, tenía un hijo.

 

Sí, claro.

 

¡JA!, ¡qué se engañaran ellos!

 

Ciego no era y para desgracia de Marco estaba más maleado que él, había pasado por muchas cosas y relaciones antes de llegar a él, y nada de eso había sido en vano.

 

Pero a pesar de todo Óscar era algo cínico, le divertía ver como Marco intentaba disimular lo que pasaba, y era bastante bueno, probablemente engañaría a alguien con menos experiencia que la suya.

 

Aún así Óscar no dijo nada, Marco le gustaba, le gustaba de veras y no quería separarse de él, además tal y como veía la situación, el intruso aquí era él.

 

Qué importaba que Rubén estuviera casado y con un hijo, que ya llevaran años casados, que no fueran más que amigos (¡JA!) si Marco le quería y Rubén lo quería también, entonces Marco engañaba a Rubén con Óscar.

 

“Todo es cuestión de cómo lo veas” diría Óscar.

 

Lástima que Marco  y Rubén no lo vieran así.

 

Extrañamente Marco sentía que su relación con Óscar era más sólida que la que había tenido con Alex, con Alex sentía que era una actuación constante, como si ambos fueran actores que daban lo mejor de sí por representar un papel que comenzaba a incomodarlos, pero con Óscar sentía que la relación era más real.

 

Pero aún así no estaba dispuesto a renunciar a Rubén, no, con Rubén no se sentía así, no sentía que fuera un actor, o fuera una relación más real, no, con él se sentía vivo.

 

Y era una sensación que nunca había podido sentir con alguien más y no quería perderla.

 

Rubén comenzaba a sentir que su matrimonio con Marsy llegaba a un punto de intolerancia, no era que le disgustara la presencia de la mujer, si no que simplemente comenzaba a sentir  que su matrimonio no podía continuar más, la mentira no podía seguir más.

 

A pesar de eso paso un año más antes de que se armara de valor para pronunciar  las palabras que  rondaban su mente.

 

“Marsy, te quiero, pero esto ya no está funcionando, quiero el divorcio”, así de sencilla y mortalmente había soltado aquellas palabras y su esposa lo había mirado durante largos instantes,  con los ojos abiertos de la impresión e incluso estupefacción.

 

Marsy sabía que su matrimonio estaba en un punto crucial, en una delicada situación, últimamente ambos parecían  prestarle más atención a su hijo que a sí mismos como pareja, y eso había enfriado demasiado su relación, sentía a su marido más distante que antes. Esperaba que éste pronto diera señales de haberse percatado también del problema, pero ¿divorcio? Eso le parecía demasiado drástico, ¿por qué no podían intentar arreglarlo?

 

A Rubén se le encogió el corazón cuando su hijo le preguntó por qué su madre lloraba, ése era uno de los motivos por los que había intentado  retrasar lo más posible la ruptura con su esposa. ¿Cómo le explicaría  a su hijo de cuatro años que su mami y su papi ya no vivirían en la misma casa, que ya no los vería todos los días?

 

Le tomó más tiempo del que hubiera deseado antes de comenzar a  balbucear pobres excusas y cuando se percató de que el niño no le estaba entendiendo lo más mínimo, simplemente lo abrazó y le prometió que todo estaría bien.

 

Cuatro meses después era un hombre divorciado con el derecho de ver a su hijo dos veces a la semana.

 

9

Marco se sorprendió por el divorcio de su mejor amigo, más que nada, porque éste no le había dicho nada hasta que ya había firmado los papeles.  No entendía el motivo de la ruptura con Marsy  y ciertamente no lo preguntaría, por él mejor no saber nada.

 

Óscar  asimiló la noticia más rápido que Marco, se preparó mentalmente para que éste lo terminara para poder estar al cien por cien con Rubén, ya que si había un motivo por el que no estaban juntos oficialmente, era porque su amigo estaba casado, si es que eso servía de algo.

 

Después de que pasaran tres meses desde el divorcio y ninguno de los dos diera señales de querer formalizar la relación, Óscar pensó sinceramente que ambos eran un par de imbéciles.

 

-“Más idiota no se puede ser”-ese pensamiento cruzó su mente la tarde en la que se había reunido con Marco y Rubén para comer, y éste había llevado compañía. No sería él quien les proporcionara una revelación divina, ni encararía a Marco para que aceptara que era a Rubén a quien realmente quería o les quitaría la venda de la negación y les forzaría a intentar algo.

 

No.

 

Óscar seguiría saliendo con Marco hasta que pasaran dos cosas: que se aburrieran el uno del otro o algo más drástico, que terminaran enamorándose realmente.

 

Un largo suspiro se escapó de su garganta mientras pensaba en cuantos años necesitarían esos dos antes de poder darse una oportunidad.

 

11

 

Fueron necesarios otros dos, tras los cuales Marco y Óscar seguían saliendo, más como amigos que como pareja. 

 

A Rubén no le hacía ninguna gracias que Óscar comenzara a caerle bien, e incluso lo apreciara como persona.  Pero bueno, pensaba que era normal luego de tanto tiempo  de convivencia, pero seguía sin agradarle el hecho de que le simpatizara el novio de Marco.

 

Lo que Rubén no sabía, es que conforme más tiempo pasaba, Marco  se percataba de que su relación con Óscar  no era más que un engaño a sí mismo. No era que no lo quisiera, claro que lo hacía, sólo que no lo amaba.

 

No como amaba a Rubén.

 

¿Lo amaba? Claro que lo hacía, sólo que no quería admitirlo, al menos no en voz alta.

   

Óscar se había aburrido de Marco, pero le seguía entreteniendo la extraña relación que sostenía con Rubén, a quien también había comenzado a apreciar, por eso no se había alejado cuando notó que su relación se volvía monótona y aburrida.

 

Sinceramente no entendía cómo podían ser tan ciegos y estúpidos, era obvio que estaban locos el uno por el otro. Quizá era hora de que alguien les diera una reprimenda.

 

Y él lo haría, estaba aburrido.

 

12.

 

Rubén parpadeó confuso cuando Óscar se le insinuó de manera tan descarada, dios cómo se podía ser tan desvergonzado.

 

No iba a hacerlo, estaban en casa de Marco, y el mismo Marco estaba a unos metros de ellos, y este tipo, su supuesta pareja, venía con tal proposición.

 

Aquello irritó a Rubén, no iba a permitir que nadie le hiciera eso a Marco, ok, está bien, él no era precisamente la persona más adecuada para hacerlo, había engañado a su mujer durante años antes de su divorcio.

 

Pero aún así se sentía con el suficiente derecho a partirle  la cara al desgraciado que tenía frente a él.

 

Cuando Óscar se percató de que el cuerpo de Rubén se tensaba y tornaba un aire agresivo,  hizo lo que sus instintos le dijeron,  y es que a él nunca le había fallado la intuición, lo besó.

 

Lo besó con ímpetu, pasando su mano por su nuca para prolongar el beso lo más posible, un golpe le hizo apartarse, por un momento pensó que Rubén le había dado uno bueno por el atrevimiento, pero disimuló su sonrisa cuando vio a Marco con una mirada que daba miedo.

 

Rubén quiso que se lo tragara la tierra, Marco lo había atrapado besando a su novio, en su casa, peor no podía ser, seguro que después de esto no le volvería a hablar.

 

-Largo- murmuró tétricamente Marco, Rubén suspiró, al menos no le había gritado que era un traidor, además le daba el privilegio de salir de su casa por su propio pie, y no sacado  a patadas.

 

Conservaría un poco de decencia.

 

-Óscar lárgate- repitió cuando se percató de que el aludido no había entendido que se refería a él.

 

Rubén creyó haber escuchado mal, pero cuando Óscar se encogió de hombros saliendo de la habitación y momentos después escuchó como la puerta principal anunciaba su partida, supo que sus oídos funcionaban perfectamente.

 

-Marco yo...-iba a disculparse, en verdad que sí pero sus palabras fueron zanjadas rápidamente.

 

-No te soy suficiente- sonaron a dagas, eso no había sido una pregunta, por lo que Rubén frunció el seño-¡ya me escuchaste! ¡Tantos años juntos y no paso de ser tu amante! ¡Eso es para  lo único que te sirvo!

 

Por un momento no supo qué responder, pero la sorpresa pasó rápido.

 

-¡Nunca he dicho eso!- se defendió.

 

-Claro y por eso vas y te ligas a mi novio en mis narices- dijo con sarcasmo mientras empujaba a Rubén, éste inmediatamente lo empujó con poca fuerza, pero la suficiente para que retrocediera  algunos pasos.

 

-¡No lo hice a propósito!- reprochó-¡si tanto te molesta, deberías de conseguirte un novio que no fuera tan zorra!

 

-¿Quién? ¿Tú?

 

-¡Nunca me darías la oportunidad!

 

Marco  lo miró un momento sin creer lo que decía, ¿no podía ser?, ¿o sí?

 

-¿Acaso me la has pedido?- no pudo evitar suavizar su voz, mientras hablaba, si fuera otra persona quizá se avergonzaría pero  los años de convivencia lo habían hecho  imposible, se conocían demasiado bien como para avergonzarse por algo como esto, miedo podían sentir pero no vergüenza.

 

Rubén,  estuvo a punto de reprochar, pero no pudo ¿tenía que ser él quien diera el paso? ¿Por qué no podía ser Marco?

 

Porque Marco no fue quien terminó la relación, ni tampoco fue Marco quien se casó, claro que debía ser él quien retomara la relación, si era algo que realmente quería.

 

Un silencio incómodo se formó entre los dos, Marco pensó que se había pasado con sus palabras,  y Rubén simplemente no sabía qué decir. No podía responder nada sin que sus palabras no comprometieran su relación con él.

 

Se abstuvo de decir algo.

 

Simplemente se acercó a Marco y lo besó, por un momento el movimiento lo confundió,  intentó apartar a Rubén, aún estaba enojado y no pretendía que siguiera pensando que era su muñeca inflable. ¿Qué pretendía? ¿Hacerlo caer con eso…?

 

Rubén tomó a Marco de la nuca para evitar que se apartara, aún cuando forcejeó no lo dejó apartarse.

 

Poco a poco ambos fueron cediendo y terminaron haciendo el amor en el suelo de la habitación,  por un momento a Marco le dejó de importar  ser sólo un amante, y Rubén  aprovechó para derribar su última defensa.

 

Rubén se le declararía en cuanto terminaran.

 

13

Al  principio, Marco pensó que Rubén hablaba dormido cuando se le declaró, no es que fuera una declaración demasiado romántica, ni nada por el estilo, simplemente no esperaba escuchar  esas palabras de la boca de Rubén.

 

-Quédate conmigo, ya no quiero verte con nadie más.

 

Esas palabras se podían malinterpretar, Marco no supo exactamente a qué se refería,  y tampoco preguntó, temía arruinar el momento.

 

Aunque no hizo falta.

 

Poco a poco Rubén comenzó a darle sentido a sus palabras. Cuando le había pedido que se quedara con él, pensó por un momento que se refería a seguir siendo sólo amantes, pero  le demostró que no lo quería sólo para eso. Ya no quería verlo con nadie más, eran simplemente  celos, Marco comenzó a ver todos los arranques de celos que escondía Rubén.

 

¿Por qué nunca los había notado antes? ¿Ya no los disimulaba?

 

Rubén seguía como siempre, y Marco pensó que antes no se sentía con derecho a notar los celos de Rubén.

 

Bueno, ahora tenía derecho a eso y mucho más.

 

14

  

Óscar pensó que esos dos siempre serían estúpidos.

 

Ya tenían algunos meses  juntos y  seguían tratándose igual, de acuerdo, eso no era del todo cierto. Ahora se tomaban de la mano, se daban besos, dejaban de esconderse.

 

Eran un viejo matrimonio, no había duda, de esos que con sólo mirarlo terminabas empalagado, tanta ternura acaba por incomodar, uno en el que sus cursilerías hacían que dieran ganas de salir corriendo de la habitación.

 

Pero no lo hacías.

 

No. Te quedabas en tu lugar rogando que terminaran pronto, que  cambiaran de tema, que se distrajeran con otra cosa que no fuera el otro.

 

Oh en todo caso, decías cosas como…

 

-¡Ya basta!- exclamó enfurruñado Óscar, ante la pareja que lo miró confundido- ¡van a hacerme vomitar!

 

Ambos rieron antes de ignorarlo y seguir a lo suyo, Óscar estaba  seguro de que lo hacían a propósito para hacerlo enojar.

 

Y lo lograban.

Óscar sonrió, esos dos realmente eran unos idiotas.

 

Notas finales:

dudas, quejas, comentarios, lo que quieran ya saben estoy a sus ordenes.


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