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Fotos a Tiempo por kimee_de_capricornio

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Notas del fanfic:

1- Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei Animation, yo sólo tomo prestados a los goldies para escribir dizque fics.

2- Los personajes están en OOC (Out of Character, esto es MUY normal en mis fics), espero no ofender a nadie con esto.

3- Universo Alterno (Un poquito retorcido, no más).

Notas del capitulo:

¡Hola! Fic basado en un capi de "Decisiones" que ví recientemente y plasmé mi versión (en realidad 80% del fic se basó en el capi, yo agregué algunas cosas) para un evento jejeje, desvirtué totalmente a los persos (Eso no es raro XDD)

Espero les agrade ^^.

 

Fotos a tiempo

La fotografía es una de las tantas técnicas con las que los seres humanos quieren transmitir su sentir, capturando esos momentos que para ellos, son especiales... momentos que perduran por mucho tiempo, esos eventos que pueden alegrarte la vida, o arruinártela...

- Como siempre, muy eficiente. Muchas gracias, Musito.

El joven de cabellos azules, ataviado en unos jeans desteñidos y playera negra, le regalaba una esplendorosa sonrisa al nervioso empleado de aquella tienda de fotos, mientras pagaba su encargo y lo recibía, despidiéndose brevemente del joven dependiente quién lo veía darse vuelta con una expresión enamorada en sus ojos, como cada vez que visitaba el local. ¿Y quién no? Después de todo, ese magnífico ejemplar tenía con qué.

Porque eso era, estaba completamente colado por el terriblemente sensual Saga Gemini, no tanto por su nada despreciable apariencia física, sino porque consideraba que detrás de esa actitud frívola y vacía existía algo más que no lograba identificar... aunque sería un milagro que se fijara en él. Era un imposible, pues sabía perfectamente los gustos del griego, si se lo echaban en cara los rollos que traía bastante seguido a revelar...

Por su parte, Saga ignoraba que lo estuvieran observando. Con gesto satisfecho se dirigió hasta donde estaba su compinche de correrías, y hermano gemelo, el no menos apuesto en un informal traje de color beige, Kanon, quien estaba distraído admirando el local.

- ¿No sabes que existen las cámaras digitales? - se burló Kanon.

- Me parecen muy impersonales, ya te lo dije - contestó Saga, abriendo el sobre de las fotos para admirar los resultados de su "trabajo" - Mmm... interesante.

- Sigo sin entender como es que hay personas que se prestan a esto - inquirió su reflejo, mirando una de las fotografías en blanco y negro que le mostró su hermano, consistente de un lindo chico ligero de ropa que posaba en forma sugerente.

- Las personas somos curiosas por naturaleza, hermanito.

 

No estaba escandalizado por la connotación de las imágenes, que a pesar de lo que muchos pudieran pensar si llegaran a verlas, no eran vulgares fotografías porno a la primera impresión, si se veían con atención, hasta eran artísticas. Los "recuerdos" de su hermano tenían potencial, sin duda, poseía talento, aunque lo desperdiciara siendo actualmente un vago. Pero no todo el tiempo era así, pues Saga era un brillante publicista... al que no le gustaba mantenerse fijo por mucho tiempo en un lugar y para rematar, dependía económicamente en su mayoría de los intereses del fondo fiduciario que les legó su abuelo al morir el año pasado.

 

Kanon trataba de depender lo menos posible del dichoso fondo, pues ganaba una buena cantidad como abogado defensor. Reprimió una sonrisa, pensando que el cadáver de su estricto y correcto abuelo se removería de la vergüenza dentro de su ataúd enterrado siete metros bajo tierra si supiera del pasatiempo de Saga.

 

Probablemente, si se hubiese enterado en vida, no incluye a su gemelo en el testamento. Claro que tampoco lo hubiese tomado en cuenta porque al cumplir la mayoría de edad, Saga, rebelde e impulsivo toda su existencia, se declaró abiertamente gay y el viejo lo desheredó. En contraste, él, aunque también poseía esa vena rebelde, era más calculador, por eso fue más astuto aparentando frente al abuelo. Llámenlos interesados si quieren, pero la cuantiosa herencia compensaba en cierta parte las restricciones a las que fueron sometidos prácticamente toda la vida... suponía que eso fue producto del arrepentimiento de última hora para asegurar su cupo en el cielo, aunque probablemente lo destinaron al purgatorio, porque el anciano era un dictador en toda regla desde que con tan solo cinco años quedaron bajo su tutela legal.

 

- Ya lo creo - río el menor- Aioros te mata si se llega a enterar que de nuevo le montas los cachos.

- No se enterará, a menos de que alguien se lo cuente - puntualizó, con una sonrisa cínica.

 

Su atención se dirigió a un folleto que no se imaginó encontrar en esa tienda.

 

"¿Estás interesado en llevar a cabo tus fantasías más íntimas y salvajes?, Si es así, contáctame a la siguiente dirección, y no te arrepentirás de pasar un momento muy especial"

 

Leyó rápidamente el número telefónico que allí se mostraba. El joven del folleto estaba bien proporcionado, eso le gustó. De acuerdo a su profesión, sabía que la publicidad podía ser engañosa, pero nada se perdía con averiguar.

 

- ¿Vuelves de nuevo a las andadas? - Kanon miró el anuncio que tenía en mano.

- Mmm...me lo pienso.

 

Sus fantasías más locas... eso sonaba interesante y muy tentador. Explorar ese terreno con su novio no era una de las mejores perspectivas, eso porque Aioros Sagittaire solía ser un tanto... conservador con respecto al sexo, y él, no soportaba la rutina. Sin embargo, ¿Quién quita y se le sale una rueda a la carreta...?

 

- Tú no cambias, Saga. Tú no cambias.

 

 

~**~

 

 

- No entiendo como es que pierdes el tiempo con un idiota como ese.

 

No era la primera vez que escuchaba ese comentario. Su hermano menor y su novio no se pasaban ni con agua, no debería sorprenderle.

 

- Saga tiene sus cosas buenas - lo justificó un joven de cabellera castaña.

- Sólo es un rostro bonito con un gran e insoportable ego - replicó la otra figura, una versión varios años menor que él.

- Aioria...

- Si, si, ya sé. No debería meterme en tu vida - murmuró este - Pero, ¿Quién sabe cuántas veces te ha adornado la frente ese flojo irresponsable y frívolo con el que andas?

 

Hablando del rey de Roma, este abría la puerta de su departamento y entraba a tiempo para escuchar la última frase de su joven "cuñado".

 

- También te quiero, leoncito - murmuró, irónico.

- ¡Ah... eres tú! - exclamó este con aburrimiento.

 

Saga puso su mejor expresión de jugador de Monopoly.

 

- Como se nota que esa pelirroja con la que andas... Marín, ¿Así es que se llama, cierto?, no ha logrado quitarte ese mal carácter - se burló - Tengo un par de amigos que pueden hacerte el favorcito, si quieres sus números...

- ¡Me largo...! Hablaremos mejor cuando este grosero no esté cerca, Aioros - siseó Aioria, enfadado, caminando hasta cerrar de un fuerte portazo.

 

El gemelo se estaba riendo por lo bajo.           

 

- Saga, ¿Por qué siempre molestas a mi hermano? - le reprochó su novio.

- Él es el que empieza con las majaderías - se justificó, acercándosele sensualmente - Pero, ya dejémonos de tanta palabrería y concentrémonos uno en el otro.

 

Iba a robarle un beso, pero el castaño se apartó de él.

 

- No tengo ganas de hacerlo. He tenido un mal día - le espetó.

- Con ese hermano tuyo, a cualquiera se le echa a perder el día - dijo, sarcástico.

- Saga Gemini... - advirtió, amenazante.

 

El gemelo casi olvida que Aioros es susceptible en lo referente a su molesto hermano.

 

- ¡Bien, lo dejo por la paz!

- "Por hoy" - añadió internamente y le dijo:

- Ven aquí, cariño...

- ¡Ya te dije que no quiero! - Contestó con molestia - Ni se te ocurra tocarme.

 

El griego conocía lo suficientemente a su novio como para saber que esta vez, si hablaba enserio.

 

¡Sus planes con él se fueron definitivamente por el lavabo!

 

Pero... aún podía marcarle al número telefónico del folleto...

 

 

 

~**~

 

 

Como lo sospechó, terminó metido en aquel lugar. Había ido en taxi, porque por alguna razón no quiso conducir, y ahora se encontraba con la puerta entreabierta, y se asomó.

 

- Buenas noches, guapo. Supongo que eres Saga - el asintió - Pasa adelante.

 

Era la bienvenida con suave voz que le daba un joven ataviado con una ligerísima túnica de seda blanca a la usanza griega en la época de la mitología, que poco dejaba a la imaginación. Saga sonrió, satisfecho al ver a ese atractivo espécimen de larga cabellera dorada, ojos celestes, y blanca piel que acentuaba la prenda. Era poseedor de una enorme belleza clásica, y si lo hubiese visto antes, jamás, ni en sus más remotos sueños, se le hubiese pasado por la cabeza pensar que se dedicaba al trabajo más antiguo de la humanidad.

 

Entró al pintoresco departamento, con la maleta en donde guardaba su equipo fotográfico.

 

- ¿Qué es eso...? - preguntó, suspicaz.

- Mi equipo - le dijo - ¿Te gusta que te tomen fotos...? - se detuvo, pues aún no sabía su nombre.

- Me llamo Shaka - el rubio esbozó una sexy sonrisa nada prefabricada, pues no era necesario, el joven era muy deleitable para la pupila - Siempre me han dicho que soy fotogénico.

 

El gemelo rió. ¡Qué no se diga que el joven que está a su frente tiene baja autoestima!

 

- Mmm... quisiera comprobarlo - lo devoraba abiertamente con la mirada.

- ¡Qué ansias!

- No te imaginas cuantas - susurró - Muy bien, Shaka. ¿Te interesaría posar para mí?

 

Como respuesta, el regido por el signo de la virgen, deslizaba sensualmente una de las mangas de la túnica, regalándole la visión de su hombro desnudo.

 

Saga pensó que se iba a divertir mucho...

 

 

~**~

 

 

- "Quizás Aioria tenga razón y debería dejarlo" - pensaba el castaño, sentado en el sofá favorito de su novio.

 

Miró su reloj. Se hacía tarde y Saga no daba señales de vida.

 

Marcó nuevamente a su móvil. ¡El maldito lo había apagado!

 

Miró el sobre que estaba en su regazo, claramente enviado a su persona. Leyó la nota escrita en ordenador que venía con este.

 

"Un par de profundas jades no son honestas contigo, he allí las pruebas"

 

Estaba a instantes de abrir el sobre, pero una mano cubrió su boca, impidiéndole que gritara aterrorizado...

 

 

~**~

 

 

 

Despertaba levemente, con la luz del sol apuntándole de lleno en el rostro. El cuerpo le dolía, producto de los estragos que causó ese joven en su persona, se acomodó un poco, pensando que la noche anterior la cama no le parecía tan dura... claro que no se iba a preocupar de eso estando con ese fabuloso hombre. Abrió los ojos, enfocando a su alrededor, descubriendo con espanto que no se encontraba en el cuarto de aquel departamento.

 

- ¡Mierda! - exclamó, sentándose.

 

Miró hacia abajo. Estaba desnudo a excepción de ese escueta prenda que era una especie de taparrabos, al más puro estilo de Tarzán, con la ligera diferencia en que este era negro, el cual, tapaba lo esencial, pero se le hacía un tanto incómodo usarlo... y no recordaba haberlo llevado puesto, como tampoco recordaba la gruesa cadena que llevaba puesta en el cuello.

 

Por todos los cielos... ¿Qué hizo anoche?

 

Aunque si lo piensa bien, la pregunta correcta sería: ¿Qué NO hizo anoche?

 

No recordaba mucho, sólo vagas imágenes llegaban a su cabeza, donde se insinuaban vestigios de una entrega muy apasionada.

 

Volteó un poco para ver las marcas de arañazos en la piel, vaya que ese malintencionado se ensañó con su cuerpo... y le robó lo que llevaba encima, dejándolo botado quien sabe dónde. Se sentía humillado. De repente cayó en cuenta que era de día y no había llamado a Aioros en toda la noche.

 

Hablando de su novio...

 

- ¡Aioros no me puede ver así! - se lamentó.

 

Horror. Estaba en problemas.

 

-"Zeus, Poseidón, Hades, Atenea, Buda, Odín, Kami-sama, todos los dioses existentes en el mundo... ¡Ayúdenme a salir de esta, vamos, no les cuesta nada compadecerse de un pobre necesitado!" - pensó, desesperado, elevando sus plegarias al cielo, a ver si lo escuchaban.

 

Se quedó un rato, maldiciendo su desgracia hasta que se le agotó todo el repertorio de palabras malsonantes que conocía -ni hablar de las que inventó- en su existencia.

 

Finalmente, dejó de lamentarse por su mala suerte como niña llorona.

 

A duras penas se levantó del piso, tapándose con una mano sus partes y con la otra intentaba cubrir su desnudo trasero, a excepción de la irrisoria línea del taparrabos que resaltaba sus bien definidas posaderas. Caminaba muy tieso, mirando hacia todos lados en búsqueda de vida humana por allí, hasta que la encontró.

 

- ¡Disculpe!... Por favor, ¿Podría ayudarme? - suplicó a la frágil y dulce anciana que se encontró en el camino.

 

La señora abrió los ojos desmesuradamente al estar en presencia de ese hombre. Aterrorizada, lo miró de arriba hacia abajo, escrutándolo, preguntándose de que manicomio se había fugado. Al pobre gemelo se le subieron los colores al rostro producto de la situación tan ridícula que no le desearía ni a su peor enemigo... si tuviera uno -al menos no se había enterado de que lo tuviera- Al fin y al cabo, eso no era lo que importaba. Rezó porque a la vieja no le diera un soponcio... no quería cargar con una muerte -sin contar con los gastos del funeral- en su conciencia, ya de por sí defectuosa de fábrica.

 

Finalmente, ella lo miró a la cara con expresión espantada para pegar un grito descomunal, tanto así que los invisibles pajaritos que se encontraban en escena, del tiro volaron hacia rumbo desconocido.

 

Como acto reflejo, Saga también gritó con todas sus fuerzas.

 

- ¡Depravado! - exclamó la "frágil y dulce" ancianita, dándole golpes con el pesado bolso tamaño familiar que llevaba en mano.

- ¡Auch...! ¿Qué lleva allí, ladrillos? - exclamó el geminiano, adolorido por todas partes.

 

Así duraron por largo rato, hasta que por fin, una luz brilló en el túnel oscuro de su existencia.

 

- ¿Sucede algo por aquí? - inquirió una voz que conocía bien.

- ¡Un pervertido, joven! - chilló la mujer.

- ¡Qué no soy un...! ¡Mu! - exclamó aliviado.

 

Efectivamente, se trataba del joven dependiente de la tienda de fotografía, el cual llevaba sus compras en una mano.

 

- ¿Saga? - preguntó este, desconcertado.

- Tú me conoces - le dijo al muchacho- soy un publicista respetable... no soy un depravado como la "gentil" abuela acaba de afirmar.

 

Podría jurar que Mu levantó uno de sus puntitos como respuesta a lo último, pero se dijo que eran ideas suyas. El ariano lo miró, para luego fijarse en la anciana, diciéndole con gentileza:

 

- Puede marcharse tranquila, señora... yo lo arreglo.

- La juventud de hoy en día va cuesta abajo... - murmuró la vieja por lo bajo antes de irse, una vez que comprobó que el de cabellos lilas era digno de confianza.

 

El griego la escuchó perfectamente, reprimiendo la réplica que estaba a punto de salir a flote.

 

- Saga... ¿Qué haces por aquí... y en esa facha?

- Me asaltaron - mintió este.

 

De ninguna manera se iba a poner en vergüenza... al menos no más de lo necesario.

 

- Si, sobre todo - murmuró este, irónico, observando la cadena y el taparrabos - Más bien parece que vienes de un... sex-shop.

- ¿Tienes contigo un celular? - lo cortó.

 

El ariano le prestó su móvil, Saga lo miró agradecido, pensando sinceramente que ignoraba que Mu supiera lo que es un sex-shop. Es que era tan tímido y modosito que le causaba risa. Marcó el número de la única persona que podría ayudarlo.

 

- Kanon, ¡Contesta, maldición...!

 

 

~**~

 

 

- ¡Ohhhh... siiiiii... dale más duro, Kanon! - gemía el rubio de cabellos cortos debajo de él, con el rostro contorsionado del placer.

 

Este obedecía, gustoso a la petición de su amante, aumentando la velocidad de sus embestidas, al mismo tiempo que era solidario con el miembro del joven. Estuvieron dentro de su burbuja hasta que al unísono alcanzaron su clímax, uno dejando su sustancia en las manos del otro, quien derramaba su néctar dentro de su pareja. Un agotado griego se desplomó sobre un, no menos cansado ingles. Respiraban agitadamente, producto de la experiencia que acababan de compartir.

 

- Mmm... esta es la parte que más me gusta de las peleas - murmuró Kanon, adormilado.

 

El otro joven rió, sabiendo que eso era verdad.  

 

Kanon Gemini y Radamanthys Wyvern se comportaban así desde el momento en el que se conocieron, ya harán tres años. Su vida en común era como uno de esos casos en donde el bucle de repetición se colgaba indefinidamente cuando la condición no era específica. En lenguaje coloquial: Peleaban, terminaban y se volvían a reconciliar, esa era la retroalimentación con la que se nutría su relación.

 

-"Esta es la abeja miope, se casa con el zancudo loco..."

 

Era el tono chillón con violines de fondo ejecutando una particular tonada, sonido un poco pasado de moda de aquel móvil que rompía la quietud entremezclada con el penetrante olor a sexo que se respiraba en aquella amplia y elegante habitación.

 

Kanon se inclinó hacia la mesita de noche para tomar el aparato con molestia, mirando en la pantalla el número sin identificación.

 

- Diga...

- ¡Al fin contestas, copia chafa!

- Buenos días a ti también, Saga - masculló.

- No estoy para formalismos. Necesito tu ayuda.

 

Se oía desesperado, cosa que lo extrañó.

 

- ¿Para qué soy bueno?

- ¿Recuerdas ese anuncio que te mostré?

- Si... ¿Qué con eso? - preguntó, recordando el dichoso aviso.

- Estoy en líos - le confesó.

 

¿Acaso terminaría atrapado en uno de esos clubs de intercambios o algo por el estilo? De su hermano, no le sorprendería.

 

- ¿Qué pasó...?

 

No dijo más, su amante le quitó el móvil para encarar a la persona que osaba interrumpir su velada con su pareja. ¡Por los Dioses, si apenas eran las siete de la mañana!

 

- Llama a una hora decente la próxima vez, Saga - le contestó en tono frío.

- Esa voz yo la conozco... ¿Kanon, de nuevo andas con el inglesucho desabrido?

- ¡Me llamo Radamanthys, idiota!

 

Saga se carcajeaba desde el otro lado de la línea. Esos dos siempre se trataban así, era una broma entre ellos.

 

- ¡Entrégame el celular! - exclamó el de cabellos azules, pero su compañero ya había colgado.

 

Estuvo a punto de quitárselo para marcarle al número que ya se había quedado grabado.

 

- Mmm... sea lo que sea, puede esperar... ¿No? - murmuró el rubio, colocándose encima de él.

 

¡Le sorprendía que aún le quedaran energías para otra ronda!

 

- Rada... - gimió débilmente y su amante le robó un apasionado beso, haciéndolo desistir de su idea.

 

Si... a Saga no le haría daño esperar, pensó, abandonándose al momento cuando sintió que se excitaba nuevamente...

 

 

~**~

 

 

- ¡Ese Rada me colgó antes de terminar de informarle a Kanon! - exclamó con dramatismo.

 

Horror. Parecía que hubiesen conspirado para arruinarle la vida.

 

- De seguro llamará para saber que ocurrió.

- Si, eso es seguro.

 

Kanon lo haría... si es que el británico lo llega a soltar en todo el día.

 

- Por cierto, ¿Qué ocurrió, Saga?

- Larga historia - dijo, escueto.

- Me la contarás en cuanto lleguemos a mi piso - el de cabellos azules lo miró con espanto - vivo a dos cuadras de aquí, no creo que quieras estar en la calle un minuto más en estas... condiciones, además, puede que sirva de ayuda.

 

Saga lo miró, buscando vestigios de burla en su rostro, pero parecía sinceramente preocupado.

 

- Como no tengo más remedio...

 

Fue lo último que dijo, colocándose a espaldas de Mu, y caminando escondido detrás de este...

 

 

~**~

 

 

Dos horas después... 

 

- Mmm... con que así sucedió - murmuró el carnero, pensativo.

 

Estaban en la casita del dependiente. Después de tomar un abundante y delicioso - porque Mu cocinaba muy bien, eso no se lo quitaba, a diferencia suya, pues era negado para la cocina - desayuno, Saga le contaba su desgracia a un joven que lo escuchaba con suma atención.

 

- Debes pensar que soy un idiota calenturiento.

 

Mu se encogió de hombros como respuesta.

 

- Si es así como dices... Te convertiste en otra víctima de Shaka. Siempre hace esto... es la primera vez que lo presencio con mis propios ojos.

 

Recordaba que así se llamaba el joven de la "mala vida".

 

- Si... es él.

- Hablaré con él - decidió.

- Es peligroso - aseguró, recordando los arañazos - Puede estar armado.

 

Mu rió.

 

- Lo conozco, descuida... Vive en el edificio de apartamentos conjunto a esta zona residencial. Ya verás que recuperaré tus pertenecías.

- Mu... ese tipo es una amenaza - le advirtió, impidiendo que se sacrificara.

- ¡Qué va! - Exclamó- Es inofensivo, confía en mí.

 

¿Qué acaso le entró por un oído y le salió por el otro lo que le acaba de contar?

 

- Bueno... ¡Qué la fuerza te acompañe! - aceptó, rogando porque el carnerito regresara entero de su travesía.

 

Mu se levantó del sofá, para salir de la casa.

 

- Vengo en un rato... y no toques nada - le advirtió.

 

 

~**~

 

 

 

"No toques nada"

 

Recordaba la advertencia de su "salvador" y esbozó una cínica sonrisa. ¡Miren que venir a prohibirle algo a él, Saga Gemini! Precisamente para él, la palabra "prohibido" convenientemente se metamorfoseaba en todos sus antónimos... Sin duda, ese carnerito no sabía con quien estaba hablando.

 

Se levantó del sofá donde estaba sentado. Llevaba puesto un albornoz que le quedaba algo corto -suponía que Mu se lo había prestado para que no lo desconcentrara en sus labores. Si, lo había pillado "buceándolo" discretamente y se sentía halagado- aunque era eso, que andar pavoneándose con su taparrabos por allí. Recorrió la sala decorada en colores suaves, que obviamente combinaban con el dueño de la casa, se metió en la cocina, los baños, algo que sin duda era el cuarto de huéspedes, y finalmente se vió frente a una puerta entreabierta. Sin duda, era la habitación de Mu, decorada en tonos suaves. Saga sonrió, pensando que evidentemente, la sosa habitación le pertenecía al dueño de esa casa. El mobiliario era sobrio, nada rimbombante y no le sorprendió.

 

Sus ojos se posaron en una puerta dentro de esa recámara... ¿Un armario? No lo sabía. Curioso como era, caminó hasta quedar frente a frente con la puerta...

 

- Recuperé tu celular, tu billetera y tu equipo fotográfico... tu ropa no quiso entregármela porque la quiere como recuerdo, pero bueno, algo es algo. Tus cosas están sobre el sofá... Saga, ¿Dónde te metiste?

 

Se adentró en el cuarto, encontrándolo allí.

 

- Te dije que no tocaras nada... ¿Es que no puedes estarte quieto? - siseó, enfadado.

 

Sus amatistas lo fulminaban con la mirada. Era la primera vez que Mu lo miraba de ese modo.

 

- Yo... - se excusó.

- Tu hermano está estacionado fuera. Vino por ti - le informó, cortante.

 

Saga se quitó el albornoz con descaro, entregándoselo.

 

- Muchas gracias por todo, Musito - le sonrió, saliendo de allí.

 

El de cabellos lilas se apoyó sobre la puerta del cuartito, pensando que efectivamente, lo amaba. Pero eso no significaba que no sintiera deseos de estamparle un buen mazazo por imbécil.

 

- Saga... - murmuró quedito.

 

 

~**~

 

 

Por su parte, el gemelo, cubriendo sus partes con el equipo, caminaba rápidamente hasta meterse dentro del auto de su hermano, en el asiento del copiloto. Kanon lo evaluó detenidamente, prestando atención a su facha, observó el semblante ruborizado de su hermano mayor, y su primera reacción fue reprimir la carcajada.

 

- Yo Tarzán, tú Jane - comenzó a burlarse del pobre.

- Ni se te ocurra reírte - le advirtió, amenazador.

- Vamos a mi departamento, para que te preste algo de ropa... no puedes llegar en ese estado al tuyo.

 

Su gemelo hacía esfuerzos sobrehumanos para contener la risa.

 

- Rada... ¿No está por allí? - inquirió, desconfiado.

- Se fue a trabajar. Descuida, esto se queda entre nosotros... y el chico de la tienda - confirmó alegremente.

 

Saga dejó salir todo el aire acumulado, agradecido por liberarse de aquella situación, pensando que algo bueno salió de eso: tenía otro rollo que mandar a revelar.

 

 

~**~

 

 

- No voy a revelarte ese rollo.

 

El de cabellos lilas le contestó de esa forma tan malcriada desde el mostrador de la tienda.

 

- Mu, por favor...

 

No podía hacerle eso, era la única persona en la cuidad que ha aceptado sin rechistar el contenido de su material arriesgando su empleo. Lo haría el mismo, pero era un asco revelando fotos.

 

- Ya te dije que me niego.

 

¡Con qué era eso!, comprendió Saga. Seguía molesto con él por esculcar en su habitación. Reprimió una sonrisa, pues ya sabía como convencerlo.

 

- Si me haces ese favor... saldré contigo.

 

El carnerito agrandó los ojos de la sorpresa.

 

- ¿Tanta curiosidad te provocan esas fotos como para ofrecerme una cita? - inquirió.

 

La verdad si. Es que evitaba fervientemente involucrarse con personas tan ingenuas como Mu.

 

- Saldré contigo, el día que tu elijas - siguió camelando al chico con su infalible mirada de cachorrito perdido bajo la lluvia.

 

Mu adoptó una expresión pensativa, para después esbozar una débil sonrisa.

 

-"Perfecto, fue pan comido" - pensó Saga.

- Dame ese rollo antes de que me arrepienta - le sugirió, vencido.

 

Una hora después...

 

- ¿Tienes mi encargo, Mu?

- Ya te lo entrego, Saga.

 

Mientras, se encargaba de arreglar algunas cuentas en el ordenador de la tienda.

 

- Estoy libre a las cinco - le dijo el dependiente en un susurro.

- Ah... ¿Para que salgamos, cierto? - preguntó con indiferencia.

 

El joven asintió en respuesta. Saga pensó que era hora de ser cruel, pero después lo entendería.

 

- ¿De verdad creíste que iba a salir contigo? - preguntó en voz baja, con sorna.

 

Mu palideció en respuesta, y el gemelo sintió remordimientos que descartó de un tajo.

 

- Pues... ¿Sabes cuándo lo haré? Te lo diré: Nunca, never, jamáis...

- Dijiste que lo harías - murmuró este en un hilo de voz.

- Mu, ¡Sé razonable! - Le aconsejó, conciliador, sin aumentar el volumen de su tono - Tu sabes perfectamente a qué tipo de personas frecuento... tú no estás en esa liga, lindo, porque sencillamente eres un inexperto con la cabeza llena de pájaros, y yo no ando con personas como tú. Lamento mostrarte la cruda realidad, pero las cosas son como son... Ahora, ¿Puedes entregarme mis fotos, por favor?

 

El ariano no respondió. Simplemente, se limitó a buscar el sobre, entregándolo sin decir ninguna palabra, esperando que se imprimiera la factura, pues Saga había pagado por adelantado.

 

- Mmm... siempre tan amable - murmuró, hasta leer el aviso en el sobre.

 

"El carrete que usted trajo al local, llegó dañado. Su dinero será reembolsado en su totalidad. Sentimos las molestias ocasionadas"

 

- Momento... lo revisé antes de venir, siempre he sido meticuloso con esas cosas - protestó, mirando al de cabellos lilas que continuaba en silencio.

 

El gemelo comprendió inmediatamente el porqué del desperfecto del material.

 

- ¡Quiero hablar con el encargado de este local! - exclamó, molesto, haciendo que todas las cabezas de los visitantes giraran a mirar.

 

Como si se tratara de magia, el susodicho apareció en escena.

 

- Soy el gerente, ¿En qué puedo ayudarle?

- Bélier, ese incompetente que tiene por empleado arruinó intencionalmente mi carrete... debería despedirlo.

 

El encargado no se amilanó ante aquel griego furioso.

 

- Nunca he tenido queja alguna sobre el desempeño de Mu... ¿No está exagerando?

- ¡Acabo de decirle que destruyó mis negativos! Se supone que el cliente tiene la razón - espetó Saga - ¡Si lo hizo porque es un picado inmaduro!

- "Debe ser que nunca te has detallado, Saga" - pensó Mu, burlón.

 

El jefe miró al ariano.

 

- Llegaron dañados, jefe. No fue mi culpa y no tengo la menor idea de lo que este señor está hablando - se justificó Mu, calmado. Observó al griego y con serenidad, le preguntó - ¿Acaso tiene alguna prueba en mi contra, señor Gemini?

 

No tenía caso replicar. ¡Ese carnero manipulador se la había hecho muy buena!

 

- Mmm... Ya que no es así, sugiero que abandone la tienda sino quiere que llame a seguridad - contestó el gerente.

 

El geminiano tuvo que marcharse a regañadientes, dejando el sobre. No iba a darle el gusto de hacer una escena. Eso sí que no...

 

Mu lo observaba marcharse, enfadado. Respiró hondo, preparándose para volver a su oficio. Observó a los clientes restantes, que de nuevo prestaban atención a sus asuntos.

 

- No le hagas caso, Mu. Sé que eres muy eficiente en tus labores, ese tipo es un imbécil. Mejor termina tu turno y no pienses más en ello - le ordenó su jefe y asintió en respuesta.

 

Espero a que el señor se fuera a su despacho. Discretamente, tomó el sobre, abriéndolo para ver el contenido. En su rostro se dibujo una sonrisita burlona al mirar las fotos... Saga era tan increíblemente predecible que le sorprendía. Como supuso, su propuesta no era en serio, aunque en el fondo quería creerlo y el simplemente aguantó el chaparrón, colocando el falso anuncio. Efectivamente, armó un alboroto y salió mal parado.

 

- "Ya veré cuando te tragues tus palabras, Saga Gemini" - pensó.

 

 

~**~

 

 

Nunca imaginó encontrarse metido dentro de una estación de policía. Estaba encerrado en un cuartito con poca iluminación, cuyo único mobiliario consistía en una mesa desvencijada y tres sillas que estaban frente a frente. Él estaba sentado en una de ellas, esposado. Su abogado y hermano estaba frente a él. Un oficial vigilaba la puerta del otro lado, cumpliendo su deber.

 

- ¡Yo no quiero ir a la cárcel! - Se quejaba el mayor - He oído como le dan la bienvenida a los presos en cabo Sunión...

- No irás a prisión, exagerado. Mi reputación se resentiría notablemente.

 

Saga hizo un esbozo de sonrisa ante la mala broma.

 

-  Esta es la situación: Aioros desapareció de la noche a la mañana - comentó Kanon, metiéndose de lleno en su profesión - La ley dice que tienen que pasar 72 horas para realizar la denuncia... estas ya pasaron, y Aioria avisó a la policía. Estás aquí por ser el principal sospechoso.

- Esto es un malentendido -- murmuró su niisan - Supongo que este es un berrinche de Aioros... no le agrado a su hermanito, y ese exagerado no encontró más con que fastidiar que llamar a la policía. Por primera vez en mi vida, yo no hice nada, Kani.

 

Salir esposado de su departamento, escoltado por un par de oficiales. Más humillación, imposible.

 

- Lo sé, Sagi, te creo... como hermano - le aseguró- Pero como abogado te digo que necesitas una buena coartada para salir de esta... y la tienes, ¿Verdad?

- Te conté que fui a ese lugar que se anunciaba mediante el folleto.

- Hace falta una prueba - puntualizó el gemelo menor, hasta que se le ocurrió algo- ¡Bingo! Hermanito, parece que tu pasatiempo esta vez va a salvarte el pellejo... aunque no tu relación con Aioros.

 

Las fotos podían comprobar que las horas que estuvo fuera las pasó en ese departamento, justamente las horas en las que su novio desapareció, pensó Saga con lamento, recordando el destino de estas.

 

- ¿Sucede algo? - inquirió, al percatarse de su silencio.

- Esas fotos ya no existen... Mu dañó los negativos.

- El no parece ser ese tipo de persona torpe... ¿Por qué lo haría?

- Mmm... ¿Qué se yo? - se hizo el loco.

 

Kanon achicó los ojos en señal de desconfianza.

 

- ¿Qué le hiciste?

- ¿Por qué siempre tengo que ser yo el culpable?

- Por la sencilla razón de que te conozco perfectamente.

 

Saga se ruborizó, apenado, contándole lo que le hizo al dependiente.

 

- Serás idiota... - le dijo en tono de reproche, pues no le agradó como su hermano trató al joven cuya única equivocación era estar loco por él, eso se notaba a leguas-  El podría ayudarte... recuerda que te encontró en la calle, medio desnudo... si es que le nace auxiliarte después de cómo lo humillaste.

 

Tenía razón, pero por su carácter, Mu no parecía una persona rencorosa. Sonrió, esperanzado.

 

- Se muere por mí.

 

Había que estar ciego como para no notar la forma en la que el de cabellera lila lo miraba. Nunca quiso alentarlo, pues no era su tipo.

 

- Esperemos que el arquero aparezca pronto, porque si no, son capaces de acusarte de homicidio... estoy tratando de conseguir tu libertad bajo fianza - informó Kanon - Mientras, intercederé por ti ante Mu, esperando que pueda ayudarnos.

 

Al menos eso era lo que esperaba...

 

 

~**~

 

 

- "No tengo porque hacerlo y no puedes obligarme... no es mi problema resolverle los problemas a tu hermano"

 

Kanon recordaba la manera tan firme con la que Mu se había negado a ayudarlos, y no lo culpaba. Le había insistido mucho, sin éxito. Suspiró, pensando en como darle la mala noticia a su hermano.

 

- ¿Llego tarde? - escuchó que preguntaban.

 

Miró a la persona que le hablaba y una expresión de alivio apareció en su apuesto rostro.

 

- Sabía que no eras mala persona, Mu.

 

El aludido no respondió y entraron a la estación de policía en donde Saga estaba detenido. Lo esperaron en la sala de visitas. Entró, esposado, y escoltado por un oficial.

 

- No es un criminal para que lleve esposas... hablaré con su superior - espetó Kanon.

- El detective me tiene manía desde que le conté mi versión de los hechos, me considera un degenerado... ya me insinuó como tratan a las personas como yo en prisión - murmuró su gemelo, parco y Kanon pensó que no le estaba diciendo ninguna mentira

- Esperemos que puedan interrogar a Shaka...

 

Su hermano no lo escuchaba, su atención estaba puesta sobre el de cabellos lilas.

 

- ¡Musito, viniste a ayudarme!... ¿Cierto?

- Nunca te dejaría en la estocada - el aludido sonrió débilmente.

- Las fotos... las destruiste - recordó Saga, acusador.

- Las tengo yo. Sólo quise darte un susto.

 

El ariano abrió la carpeta de estudio que llevaba en las manos y le mostró el sobre con las fotos reveladas. Saga intentó tomar el sobre, pero Mu lo retiró de su vista. Lo miró interrogante.

 

- Pero... para ayudarte, tengo mis condiciones - dejó caer.

 

Los gemelos se miraron de hito en hito. Eso no sonaba nada bien.

 

- Ah, si... ¿Cuáles? - preguntó Saga.

 

Mu dejó salir todo el aire que llevaba acumulado dentro, y le dijo con toda la seguridad del mundo:

 

- A cambio, quiero tener una noche de pasión contigo.

 

 

~**~

 

 

Silencio en aquella habitación.

 

A continuación se escuchó la carcajada de Saga. Por su parte, Kanon disimulaba... o por lo menos hacía intentos valiosos para no ofender al pobre carnerito, quien se mantenía tan sereno como siempre. 

 

- Tenía días que no me reía tanto - murmuró el gemelo mayor, intentando quitarse una lágrima imaginaria con las esposas puestas - Muy buena broma... ahora dime que es lo que en verdad quieres, Mu.

- Ya te lo dije - contestó este con tranquilidad.

 

Si... le estaba hablando enserio. ¿A dónde se había ido el bueno de Mu?

 

- Mi respuesta es no, y nunca lo haría - contestó, tan impulsivo como siempre - ¡Vamos, hombre... no seas tan patético! Deberías quererte a ti mismo... ¿Estás tan desesperado por salir con alguien?

- Saga, no creo que estés en condiciones de hacerte el exquisito - le dijo Mu, sereno.

 

El mayor de los gemelos lo miró con horror. El carnerito se mantenía impasible... y Kanon todavía intentaba no partirse de risa con la situación particular de la que era testigo... ¡Era la primera vez que veía que su reflejo era agarrado fuera de base!

 

- Jamás me involucraría con alguien como tú - aseguró el fotógrafo aficionado, fervientemente.

- ¿Alguien como yo?

- Si... me aburren los vírgenes - le dijo con una crueldad que estaba lejos de sentir.

 

Eso fue suficiente para que el ariano se levantara de la silla.

 

- ¿Quién te dijo que soy virgen?- contestó con frialdad.

 

Se dio media vuelta, tocando la puerta para que el guardia lo dejara salir.

 

Una vez que se fue, el menor de los gemelos miró a su contraparte, y allí fue que soltó la carcajada.

 

- ¿De qué te ríes?

- No creo que la idea sea tan mala, además, no está feo - Kanon intentaba convencerlo - Si te pones a detallarlo bien, notarás que tiene un trasero en el que cualquiera se perdería gustoso y...

 

La mirada tipo bulldog que le dedicaba su cliente lo hizo callarse, y reprimió una sonrisita, pues aunque su gemelo no se diera por enterado, esos eran celos.

 

- ¿Desde cuándo sondeas a Mu? - le preguntó, amenazador, porque extrañamente no le agradó esa observación en boca de su hermano.

- Siempre pensé que eras el más observador de ambos, pero veo que estaba errado - su hermano se encogió de hombros, esquivándole.

- Si te gusta tanto, ¿Por qué no tomas mi lugar?

- Lo haría, si no fuera por el pequeño detalle de que, el que le gusta, eres tú... y Rada es muy capaz de castrarme si se entera. Además, puedo jurar que sabe distinguirnos a kilómetros.

 

¿Quién te dijo que soy virgen?

 

Se lo dijo porque estaba enfadado, eso era, pensó el mayor.

 

- Deberías aceptar su oferta... no lo subestimes.

 

Saga no quería hablar más del asunto.

 

 

~**~

 

 

¡Por fin respiraba el aire de la libertad! La policía no tenía las suficientes pruebas como para retenerlo por más tiempo, aunque era considerado un sospechoso hasta que tuvieran noticias de Aioros, al menos eso lo tenía muy claro. Para rematar, Shaka Vierge se había esfumado del mapa.

 

- ¡La cárcel es horrible! - exclamó Saga con dramatismo.

 

Eso que sólo habían pasado cuarenta y ocho horas, total, ahora tenía expediente en la policía.

 

- ¿No has pensado en la propuesta de Mu? - le preguntó su gemelo, una vez que llegaron a su departamento.

- No hay nada que pensar.

- Necesitamos esas fotos para que dejen de sospechar de ti - le insistió.

 

Como no pocas veces, al mayor se le encendió la bombilla con una retorcida idea.

 

- Obtendré esas fotos.

- Finalmente... ¿Lo vas a aceptar?

- Las conseguiré, pero no a su manera.

 

Su reflejo lo miró, interrogante.

 

- Mu todavía está trabajando en la tienda de fotos, tu vigílalo... yo entraré a su casa a buscar esas fotos. 

- Eso es ilegal... ¿Quieres que te vuelvan a meter preso?... No creo que sea de los que dejen algo tan importante por allí.

- No sabe que salí libre. Estará confiado, y tranquilo, seré cuidadoso.

 

Kanon se mordió el labio inferior, en señal de claro nerviosismo.

 

- De acuerdo, hermano. Lo haremos a tu manera... - se resignó, dejándose convencer.

 

 

~**~

 

 

Entró a la casa de Mu por una ventana. Revisó minuciosamente los lugares que se le ocurrieron y el sobre no aparecía por ningún lado. Se encontraba frente a su habitación, esculcando sus cosas con cuidado. Nada, no encontraba nada.

 

Kanon tenía razón. Mu no era tan descuidado.

 

Como si algo le iluminara el entendimiento, enfocó su vista en la puerta de esa habitación extra. Sonrió. Era el único lugar dentro de la casa que no había revisado.

 

Caminó hacia la puerta, girando el pomo de esta, sorprendiéndose porque no estaba cerrada con seguro. Estaba a punto de entrar a revisar el cuarto cuando lo detuvo una enorme barrera,

 

Tragó grueso al mirar a aquel monumental hombre de aproximadamente dos metros que lo miraba ceñudo.

 

- Con que Mu tenía razón...

- Etto... - el géminis intentaba salirse de esta con la cabeza en alto - no es lo que piensas. Conozco a Mu, me pidió que viniera por... unos libros que había dejado.

- ¿Por qué será que no te creo?

 

El coloso caminaba hacia él.

 

- ¡No te me acerques...! Soy cinturón negro en Karate, también practico judo y taijitsu - dijo, apresuradamente.

 

Apenas si fue a un par de clases porque no le gustó la experiencia, pero aquel tipo no tenía porque saberlo.

 

- Mmm... yo soy boxeador, y hace un rato que no practico.

 

¡Definitivamente no pensaba prestarse como su costal de box!

 

- Espera...

 

Fue lo último que dijo antes de caer desmayado por un derechazo del grandote...

 

 

~**~

 

- Odio decirlo, pero te lo dije.

 

Se encontraban en el departamento de Saga. Kanon, de buen samaritano tuvo que pasar a recoger a su hermanito... el chico de la tienda se lo pidió expresamente después de que lo pillara vigilándolo, y ahora, estaban allí, meditando la situación.

 

Saga, con bolsa de hielo en mano, bajando la hinchazón del lado derecho de su cara, miraba furioso a su copia. No estaba de humor para aguantarlo en plan filosófico.

 

- Si te sirve de consuelo, no estás tan estropeado - le confió Kanon, revisando la guía telefónica.

- Eso es lo que menos me importa.

 

¡Astuto le salió el condenado carnero!

 

- No te queda otra opción: hazle el favorcito a Mu, así quedamos todos felices y contentos.

 

No estaba muy convencido de ello.

 

- ¿No tengo más remedio?

- Te comportas como si fueras al cadalso... pudo haber sido peor. ¿Le tienes miedo?

 

Eso era cierto, su situación no era tan mala. Además, no era que le tuviera miedo, sólo que si por él fuera, evitaría alentarlo.

 

- Claro que no - murmuró, bufando indignado porque su hermano no lo escuchaba - Oye... ¿Qué encontraste tan interesante dentro de la guía telefónica como para que no me prestes la menor atención?

- Busco el número de un buen terapeuta... después de esto, lo necesitarás.

 

 

~**~

 

 

- Esta bien, tú ganas, Mu. Acepto tu chantaje... digo, trato.

 

Fue lo primero que dijo en cuanto el ariano le abrió la puerta de su casa, dejándolo entrar.

 

Por su parte, el joven no movió ni un músculo en cuanto Saga le anunció aquello.

 

- ¿No vas a decir nada? Pensé que esto era lo que querías.

- ¿Seguro? - inquirió este con desconfianza.

- Te doy mi palabra - dijo, solemne.

- Perdóname, pero tu palabra para mí no tiene ningún valor.

 

Mu se encogió de hombros, recordándole la vez que le prometió salir con él simplemente para que le revelara las fotos y no lo cumplió.

 

- Esta vez va enserio.

- Lo siento, ya es tarde. Perdí el interés - contestó, cortándolo de un tajo.

 

Momento... ¿Acaso se está dando el lujo de rechazarlo? ¿A él, Saga Gemini? Por los Dioses, ¡La única manera de limpiar su nombre de toda sospecha era con las fotos que ese carnero del demonio tenía en su poder!

 

- ¿A qué diablos estás jugando? - exigió saber el mayor.

- No juego... simplemente, ya no quiero tener que ver contigo.

 

¡No podía permitir que las cosas se quedaran así! ¿Quién es este manipulador y que hizo con el bueno de Mu?

 

- Eres un... - se contuvo, porque no quería arruinar las cosas.

- Por favor, márchate por las buenas... si no quieres que Alde termine de dejarte como colador.  

 

Recordó por un instante al fornido y gigantón vecino del joven... pero eso no lo iba detener ahora que ya estaba allí. Se sabía atractivo, y pensaba utilizar esa ventaja a su favor.

 

Se quitó la playera, dejándola caer al suelo, mostrando la panorámica de su bien trabajado torso. El de cabellera lila no movió un músculo ante ello, y eso lo descorazonó un poco. Pero aún así, llevó las manos hasta su cinturón.

 

- ¿Qué se supone que estás haciendo...?

- Mostrándote nuevamente lo que estás a punto de perderte... - le dijo, dejando sus jeans a medio desabrochar.

 

Reconoció el leve destello del deseo en aquellos orbes amatista y reprimió una sonrisa triunfal. Se las arregló para sacarse los tenis y los calcetines, al igual que los pantalones abandonaban su cuerpo definitivamente. Allí estaba, a su frente con tan solo unos ajustados slips, no esperaba que se le abalanzara encima, pero al menos podía comentar algo... ¿no?

 

El joven se quedó pensativo por un buen rato.

 

- Bien, si eso es lo que quieres... acabemos con esto aquí y ahora, pero a mi manera - se decidió.

 

¡Tampoco era para que lo tomara con tanta frialdad!

 

- Sígueme.

 

Mu se dio la vuelta, con el griego tras él. Llegaron a la habitación del joven.  

 

- Quítate los slips, y espérame sentado en la cama - le ordenó.

- ¡No me des ordenes...!

- No estás en condiciones de exigir - le dijo en el tono más gélido que le conocía.

 

Saga nunca creyó verlo así, tan... imperioso, y, aunque era una cosa de locos, descubrió que eso... le encantaba.

 

- Si, amo - dijo, con un deje de burla, obedeciendo.

 

Sólo recibió una fugaz mirada por parte del de cabellera lila antes de que se metiera en el dichoso cuartito. Esperó. Le parecía que se estaba tardando... y eso, no le daba buena espina.

 

- "¡Si salgo entero de esta, prometo abandonar definitivamente la fotografía XXX e iré a terapia!... Volveré a trabajar, con el tiempo me caso, adopto a un par de niños tranquilos, compro una mascota, y vivo en una casa tradicional de cerca blanca... ¡No más correrías!" - se juró a si mismo.

 

De acuerdo, eso sonó exagerado... Claro que no pudo seguir pensando al ver esa imagen que nunca imagino ni en sus mejores sueños. Mu estaba de pie, cubierto completamente de cuero negro y botas del mismo color que le daba un aspecto muy sensual. En cada una de sus manos tenía unas esposas. Una de estas la arrojó a la cama.

 

- Póntela.

- Espera...

- No me busques, Gemini.

 

Se esposó a sí mismo a uno de los barrotes de la cama.

 

- ¿Satisfecho?

 

El carnero caminó hacia la cama, esposándole el brazo libre.

 

- Así está mejor - dijo, dejándolo literalmente, sin escapatoria.

 

Era un sueño, tener a ese espectacular hombre sentado en el centro de su cama, completamente desnudo y esposado.

 

Se separó de él. Se encargo de colocar una melodía, y comenzó a moverse sensualmente al ritmo de esta. El indefenso Saga, sencillamente estaba hipnotizado ante semejante cuadro, e inevitablemente sintió que una erección comenzaba a formarse en su parte baja en cuanto la primera prenda cayó al suelo... ¿Qué acaso quería torturarlo?

 

Si era así, lo estaba logrando con creces.

 

Mu continuaba con su bailecito sexy, esta vez contoneando sus caderas frente a una especie de tubo del que Saga se percataba por primera vez dentro de la habitación. Los roces eran insinuantes, parecían cargados de promesas con cada movimiento. No cabía duda que era bueno con el tubo, pensó el gemelo, babeando tal cual adolescente. Su corazón se paralizó por milésimas de nanosegundo en cuanto por arte de magia se quitó los pantalones.

 

- No sabía que pudieras bailar así... - logró articular el griego.

- No me conoces - le dijo, en un susurro, quitándose las botas.

- Ya lo veo...

 

El menor se colocaba a horcajadas sobre él, teniendo cuidado de no establecer contacto con su parte más sensible.

 

- ¿La quieres? - preguntó, jugueteando con la cadenita que llevaba puesta, en la que se encontraba la llave de las esposas. Él asintió - Gánatela.

 

Con que así lo quería...

 

Eso, sin duda sonaba prometedor, se dijo, mientras el menor se degustaba palpando cada centímetro de su expuesto cuerpo, sin rozar su miembro. El de cabellos azules gimió en cuanto su compañero le acarició entre los muslos, apenas tocando aquel volcán que amenazaba con hacer erupción en cualquier momento... eso que la tortura, apenas comenzaba.

 

- Mmm... - jadeó nuevamente.

 

¿Cómo puede actuar con tal indiferencia cuando sencillamente lo estaba poniendo a millón?

 

No pudo seguir pensando en cuanto el de cabellos lilas lo besó. Era una sensación... diferente, que nunca había experimentado, y se permitió disfrutarla, introduciendo su lengua, la cual buscaba ansiosa a su igual. No supieron por cuanto tiempo estuvieron así, se separaron cuando sintieron que el aire les faltaba. El menor se movía sinuosamente sobre él, todavía sin dejar que aquello terminara donde tenía que terminar.

 

- Si estuviera desatado, acabaría con esto de una vez - murmuró Saga, casi al borde de la locura.

 

Por supuesto, no era el único. Mu deseaba fundirse con él, pero tenía que esperar un poco más.

 

- ¡Móntalo! - le pidió el mayor, señalando su miembro con una inclinación de cabeza.

- Pídelo con gentileza.

 

Saga ya no estaba para juegos.

 

- Por favor... - suplicó, rendido.

- No escuché bien...

- Por favor... - articuló, un poco más alto.

- Todavía no escucho... creo que tengo problemas de audición.

- ¡Por favor, acaba con esto de una vez! - gritó.

- Mmm... buen chico. No te costó nada pedir las cosas amablemente, ya lo ves.

 

Se colocó sobre él, penetrándose lenta y trabajosamente con aquel miembro erecto. Tuvo que agarrarse al espaldar de la cama para terminar de introducírselo en su interior con cierta brusquedad, a falta de lubricante. Se quedó quieto, esperando relajarse. Cuando creyó que estaba lo suficientemente preparado, el de cabellos azules comenzó a moverse con cierta lentitud, para después hacerlo de forma más rápida, comenzando con el vaivén de embestidas casi animales.

 

Sobrepasaba a la mejor de sus fantasías tener a ese joven con el rostro contorsionado del placer, montándolo como si fuera un experto en equitación, masturbándose al ritmo de las embestidas. Deseó estar libre de su atadura para ser solidario con el excitado miembro de su amante... en esa burbuja de pasión estuvieron inmersos hasta exhalar un sonoro gemido, señal de que llegaron al orgasmo simultáneamente.

 

Mu, cansado por el esfuerzo, se desplomó sobre el regazo de Saga.

 

- Si... sabes ganarte las cosas... - murmuró, con la respiración entrecortada, quitándose la cadena, utilizando la llave para liberarlo de las esposas.

 

El gemelo simplemente sonrió, reconociendo que en efecto, quería experimentar más con aquel joven...

 

 

~**~

 

 

Se entregaron al placer varias veces más en el transcurso de la noche. Mu dormía agotado a un lado de la cama. Saga velaba su sueño con ligera sonrisa... no cabía duda de que lo había sorprendido por completo, era más de lo que transmitía la fachada, y eso le gustaba.

 

Se separó un poco de el, levantándose de la cama, desperezándose un poco. En un impulso miro la dichosa puertita y caminó hacia ella, abriéndola, motivado por la curiosidad. Lo que encontró allí, no se lo esperaba: Una notable colección de literatura erótica expuesta en unos anaqueles - por supuesto, en una colección de ese tipo que se respete no podía faltar un ejemplar del Kamasutra- sin contar uno que otro film porno por allí, una serie de juguetes sexuales... en fin, una especie de sex shop personal que no imaginaría de alguien con el carácter de Mu... hasta se estaba preguntando si se molesto en conocerlo realmente.

 

En una mesita, un libro a medio abrir llamó su atención:

 

- "Sexo para vírgenes. Las inquietudes habituales en cuanto a la primera vez" - leyó.

- Sabía que eras un curioso de primera - escuchó que le reprochaban.

- Yo tuve hace algún tiempo una experiencia que no fue nada agradable - bajó el tono- La versión resumida es que él era como tú: tímido, apocado, estudioso, y para mí se había convertido en un reto ligármelo para una noche, no estoy orgulloso de ello. Lo hice, invitándolo a salir. Esa noche tenía tantas ganas de sexo, eso y el alcohol en mi organismo hizo que apenas si lo estuviera tomando en cuenta. Prácticamente lo violé en el asiento trasero de mi coche... nunca supe que fue su primera vez hasta ese momento, si lo hubiese sabido, bajo un poco el ritmo... Lloró por el dolor, y me sentí como un guiñapo por eso, y los efectos de la borrachera se habían ido de un tajo. Después de eso, nunca volvimos a toparnos, y a partir de ese momento, decidí enfocar mi interés a personas con cierta... experiencia. No te estoy pidiendo que me comprendas por lo que acabo de contarte.

 

Por un momento se hizo el silencio en esa habitación. Aún recordaba el mirador de la ciudad, un tópico que cumplió al pie de la letra, la reacción de su compañero, la mezcla de semen y sangre dentro del auto, el cómo se sintió, pero no lo hacía con tanta nitidez como aquel entonces, al contrario sus recuerdos eran vagos.

 

- ¿No has pensado que el también sentía deseos de acostarse contigo? Quizás le entró miedo en ese momento por ser su primera experiencia... y en ciertos casos, la primera vez no es como se piensa. En cuanto a ese libro, solo lo leí por mera curiosidad... y como podrás haber comprobado, no era virgen.

- Fue la mejor experiencia que he tenido... y no quiero que esto se acabe - le confesó.

 

Mu suspiró, y contestó con toda la frialdad posible:

 

- Yo no pienso igual... por mi parte, mi curiosidad ya está totalmente satisfecha.

- Sé que estás tirante conmigo porque no me comporté contigo precisamente de la mejor manera...

- No todo gira a tu alrededor... -dijo el carnero- todos estos implementos que ves aquí, los utilizo por entretenimiento personal, como te sucede con tus fotos... y obviamente si sentí curiosidad por saber como sería en la cama alguien como tu, no es nada personal, Saga, pudo ser cualquier otro... y por favor, ya vete de mi casa, no quiero verte por aquí.

- ¡Ah... ya entendí! ¿Quisiste que aprendiera mi lección y por eso me tratas como un prostituto barato?

- Vete de mi casa - le dijo en un tono que no admitía ninguna replica.

 

El de cabellos azules supo que era el momento de rendirse... por ahora, por lo que obedeció la orden...

 

 

~**~

 

 

Llegó cabizbajo a su departamento, extrañado de que hubiese gente metida allí... hasta que recordó la llave extra que siempre deja sobre la alfombra. Allí estaban su hermano, y su odioso ex cuñado esperándolo, y eso era extraño.

 

- ¿Qué hacen ustedes aquí? - preguntó.

- ¡Aioros apareció!  - exclamaron ambos.

 

Comprendió que le daba igual estar libre de toda sospecha, y de repente recordó que no se había llevado las fotos de casa de Mu... aunque después de todo, no las iba a necesitar.

 

- Me llamó hace un par de horas... para informar que estaba bien. Se fugó con el fontanero del edificio - el castaño se mordió el labio en señal de nerviosismo.

 

¿El esnobista de su ex... con un fontanero? Eso definitivamente era hilarante.

 

- Er... Aioros te dejó esto como despedida - Kanon le dio un sobre - Créeme, no te gustará verlo.

 

Ya le prestaría atención luego.

 

- Saga... yo, quería pedirte disculpas por el mal rato que te hice pasar con la denuncia, se que me precipité, pero, estaba preocupado, compréndeme.

 

En otro momento le hubiese encantado escuchar eso, pero, como reacción, se limitó a tomar una bocanada de aire y comentar:

 

- ¿Sabes que es lo bueno de que Aioros me dejara? Pues, simple, gatito: no te veré más la cara... ahora, largo de mi casa.

- De mejores sitios me han corrido - replicó este, marchándose.

 

Los gemelos se quedaron a solas.

 

- Supongo que lo de Mu fue traumático.

- Al contrario... fue lo mejor que me ha pasado en la vida. Pero el no quiere verme más...

- No lo culpo.

 

Saga esbozó una sonrisa.

 

- Pues, te diré algo, fotocopia: El que enciende a un Gemini, tiene que aguantarse lo que venga...

 

 

 

~**~

 

 

Dos meses después, Saga se las ingeniaba para llamar la atención de Mu sin éxito, porque este lo rechazaba a la menor oportunidad. Claro que el gemelo podía ser obstinado cuando quería, y nuevamente fue a la dichosa tienda con un carrete... que no traía el mismo contenido de los anteriores, eso se lo aclaró a Mu para que no pensara que había vuelto a las andadas.

 

- Siempre consigues lo que quieres... lo traes loco - se entrometió su rubio amigo con una sonrisita traviesa, un rato después cuando llegaba del trabajo y su amigo se había acercado para ponerse al corriente de los cotilleos - ¿Hasta cuándo vas a seguir haciéndolo sufrir?

- Hasta que sea necesario - contestó este con tranquilidad - No sabes cuánto te agradezco que me hayas ayudado.

- Para eso estamos los amigos... ¿A poco no soy buen actor? Porque se creyó completamente mi papel de guarro profesional, te dije que dejar ese folleto estratégicamente ubicado iba a resultar.

 

Si, resultó ese truco, y eso que tenía sus dudas mientras diseñaba el famoso anuncio. Es que Saga era tan predecible, pero ni modo, así lo quería.

 

Sabía que era una rata, pero se lo merecía por subestimarlo.

 

- Mmm... ¿No se ha enterado que aquella noche, el que estuvo con él, fuiste tú?

- Por supuesto que lo recordé al pasar los días - escucharon que decían.

 

Horror... ¿En qué momento había llegado a su casa?

 

El aludido había hecho acto de presencia. Por alguna razón, decidió pasarse más temprano por casa de Mu. Fue grato descubrir que no se equivocó en sus suposiciones al escuchar la conversación desde la puerta entreabierta.

 

- Er... - Shaka se volteó. Aunque todavía estaba grabando, supo cuando era conveniente emprender la retirada - tienen mucho de qué hablar.

 

Se fue, dejándolos a solas.

 

- Cuando Shaka apagó las luces y me dijo que lo esperara, intercambiaron lugares... ¿Cierto?

 

*Flashback*

 

Se sorprendió cuando toda la habitación quedó en penumbras. Sin embargo, aún así, se le hacía de un sugerente el ambiente.

 

- ¿Te gusta el misterio, verdad? - le preguntó.

 

No le respondió, cosa que le extrañó un poco, pero no iba a partirse la cabeza pensando en ello, en cuanto sintió al joven caminar hacia él sin prenda alguna sobre su estilizada figura, deseando apreciarla por completo tal y como lo hizo durante la sesión fotográfica.

 

Las palabras sobraron en ese momento en que dos cálidos cuerpos descargaban sus ansias de pasión contenida, conociéndose, explorando el relieve de cada rincón con el tacto, a pesar de que no podían verse totalmente, sólo un pequeño rayo de luz de luna se colaba por la ventana, iluminando levemente la apasionada entrega que se gestaba en ese lugar. Uno luchaba por romper la barricada que se le antojaba tan inesperada por parte del otro -le extrañaba que fuera tan estrecho... casi inexplorado, considerando su oficio... pero se dijo que tal vez trabajara mayormente como "seme". Reconocía a distancia a los inexpertos, y ese joven no tenía pinta de ser casto- lográndolo con éxito... encajaba a la perfección con esa figura especialmente creada para él. El eco de algunos gemidos rompía por escasos instantes esa atmósfera silenciosa cargada de intimidad.

 

Rato después, con voz suave, su amante le preguntaba si quería algo de tomar, y él aceptó gustosamente porque tenía sed... y desde allí, todo se volvió borroso y confuso...

 

*Fin del Flashback*

 

- Hasta esa noche, yo era virgen - le confirmó - Me dolió al principio, y sangré un poco, lo confieso, después de todo, dicen que en la mayoría de los casos, la primera vez siempre duele, pero disfruté la experiencia. Soy adulto, sabía lo que estaba haciendo. Te drogué para qué no lo descubrieras... y de paso, para jugarte una broma.

- Debería tener cuidado con las personas a las que frecuento... ¿No?

 

Mu asintió, y ambos rieron.

 

- No sé porque, pero curiosamente, no estoy enfadado porque hayas orquestado todo esto... aunque debería hacerlo, no la he pasado muy bien últimamente por ti.

- Como si para mi es fácil...

- A todas estas... ¿Tú tuviste que ver con la desaparición de Aioros?

- ¡Por supuesto que no! - juró, solemne.

- Mu... - el gemelo entrecerró los ojos, suspicaz.

- Yo solo le mandé un sobre... ¿Qué iba a saber yo que terminaría fugándose con otro y no diera señales de vida sino cuando se le antojó?

- ¡Con el plomero del edificio!... ya decía yo que era raro que el fregadero se descompusiera tan seguido últimamente...

 

El de cabellos lilas estaba partiéndose de risa.

 

- ¡Pobre Saga, botado por un plomero! - se limpió una lagrima que había derramado de tanto reírse ante la situación tan ridícula.

- Así que como ves, estoy solito y quiero compañía... tu compañía, si me aceptas, claro está - le sugirió, endulzándolo- Una persona como yo no se consigue en cualquier farmacia o manicomio.

- Eso no lo dudo - sonrió - pero vas a tener que convencerme.

 

Si... era un manipulador y por eso estaba loco por él.

 

- ¿Qué crees que he estado haciendo todos estos meses?

 

El ariano recordó los presentes que le llegaban diariamente al trabajo -ni hablar de los de su casa que ya parecía invernadero con tantas flores- las cajas de bombones... lástima que fuera alérgico al chocolate, y también las vueltas que se daba por la tienda, sin contar la serenata que le mandó como regalo... sospechaba que alguno de sus amigos le había soplado la fecha de su cumple. En fin, ya recibía las bromas de sus compañeros del trabajo y de sus amigos por causa de su ardiente admirador... Por supuesto, el allí, rechazándolo con cajas destempladas. No iba a aceptarlo hasta que lo convenciera de que era totalmente sincero con él... claro que desde hace mucho tiempo ya tiene la mayor parte del trabajo hecho, pero no se lo iba a hacer notar - no más de lo necesario - porque no quería que tuviera el ego por las nubes.

 

- Por algo se empieza, Gemini.

- Mmm...aunque de todos modos, aun sigue en pie la invitación a salir.

- Apenas son las siete, y no puedo... tengo que lavarme el cabello - se excusó tontamente.

- Por mi parte, estaré encantado de ayudarte... no me molestaría cambiar de planes - replicó, seductor, imaginándose la escena de ambos metidos dentro de la ducha, en donde el jugueteaba con la larga cabellera lila y...

 

Mu negó, indulgente. ¡Cuidado si lo lleva un carrito de helados!

 

- Estás loco... - empezó a protestar.

 

Un demandante beso calló sus réplicas... y esa noche, el gemelo hizo considerables méritos para convencer al renuente carnerito, ayudándole a lavarse el cabello -aunque en realidad eso es lo que menos hicieron- y de paso, darle lecciones prácticas con apoyo del contenido de su enorme colección de literatura erótica...

 

 

~**~

 

 

En algún hotel de Barcelona, España...

 

Lo veía dar largas brazadas en la piscina, comiéndoselo con la mirada, aunque no supiera todavía que estaba allí, observándolo. Sonrió, pensando en que si no fuera por ese sobre, no hubiese dado el paso definitivo para terminar de convencerse de que ese sexy español era a quien realmente quería en su vida...

 

*Flashback*

 

Sentía como una fuerte mano cubría su boca, e hizo amago de gritar. Lo hubiese hecho si no se da cuenta de quien se trataba...

 

- ¡Me pegaste un susto de muerte, Shura! - se levantó para abrazarlo efusivamente.

 

Sus pasos los llevaron hasta el sofá, donde estuvieron besándose por largo rato, hasta que el aire hizo que se separaran.

 

- Saga llegará en cualquier momento...

- No creo que llegue hoy, estuve vigilando hasta que salió... ¿Por qué no lo dejas? Sabes perfectamente que te engaña con cuanto hombre se le pasa por el frente. Tú no lo amas, solo le tienes cierto cariño...

- ¿Qué haces por aquí a estas horas...? - lo interrumpió.

 

No tenía que estárselo recordando tanto. Si, sabía de los deslices de su novio, pero su par griego siempre regresaba con él, arrepentido, y el de tonto, siempre lo perdonaba, por eso tenía ciertas esperanzas.

 

- Quería verte, Aioros... ¿Y eso?

 

Fijó su vista en el sobre, leyendo la nota.

 

- Supongo que se trata de un amante dolido de Saga...

- Deberías abrirlo a ver que dice - lo animó.

 

Eso hizo. Se le subieron los colores al rostro al ver el gráfico contenido de aquellas fotos y la fecha en que fueron tomadas... él nunca se hubiera atrevido a hacer ese tipo de cosas.

 

- Sabía que era un cretino, pero no pensaba que fuera tan pervertido...

 

Esa fue la gota que derramó el vaso de la paciencia del arquero, ignorante hasta el sol de hoy del pasatiempo de Saga... ¡Le había jurado que era la última vez que le pegaba los cuernos!

 

Una retorcida idea llegó a su cabeza...

 

- Shura... tu me dijiste una vez que harías lo que fuera por mí, ¿cierto?

- Si... ¿A qué viene eso?

 

Lo que le pidió, ciertamente no era muy ortodoxo que se diga, pero bueno, lo que sea por su centauro.

 

Rato después, después de hacer los preparativos, una cámara de video - uno de los tantos juguetes electrónicos del gemelo- estaba puesta sobre un trípode, enfocando a los dos amantes que preparaban su videíto porno casero.

 

- Saga, esto va por ti... pienso mostrarte que no soy tan mojigato como piensas - Aioros le sonrió sensualmente a la cámara, quitándose la camisa - ¡Ah!... para que termines de picarte, será en tu sofá favorito. Espero que lo disfrutes, degenerado.

 

Fue lo último que le dijo, para después besar a su cabrita y comenzar la función...

 

*Fin del Flashback*

 

Después de hacer aquello, decidieron evaporarse por un buen tiempo... ¿Qué iba a saber el que su desaparición iba a levantar tanta polvareda? Si no hubiese llamado a su exagerado hermano, la denuncia contra Saga seguiría en pie.

 

Si le hubieran dicho cuatro meses antes que terminaría liándose con un plomero, se hubiese carcajeado de lo lindo ante la idea. Desde que empezó a pasar la mayor parte del tiempo en el piso de su ex, un día tuvieron problemas con las tuberías del lavaplatos y Saga llamó al plomero. Sintió una extraña fascinación por el de cabellos azabache en cuanto lo vio, aunque hizo todo lo posible por evitarlo. Sin embargo, uno de esos días de los que supo de la última infidelidad de Saga, Shura estaba a la mano, y el resto es historia conocida...

 

- ¿Vas a quedarte ahí, babeando como tonto o vienes a nadar conmigo? - le llamó su pareja, saliendo de la piscina todo mojado, con el bañador ciñéndose a su bronceada piel, dándole un aspecto muy apetecible...

 

Aioros, quien no aguantaba dos pedidas, se acercó a él, rodeándole el cuello con los brazos.

 

- Te amo - era la primera vez que se lo decía.

- Ya me preguntaba cuando te darías cuenta... ¿Quieres nadar conmigo?

- Ya que insistes...

 

Estos eran esos momentos en los que la vida, con sus altas y bajas, definitivamente, había que disfrutarla al máximo...

 

*Fin*

Notas finales:

Mmm... un tanto loco sí quedó, pero ni modo!

Grax por leer!

Besitos!


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