Capítulo III: Problemas en puerta… amistades en peligro…
Las clases habían transcurrido de una manera no común, puesto que la nueva alumna y a su vez prometida de Inui, Keiko Michizu, se había pasado todos los recreos con el joven…
Por su parte Kaoru se había pasado el día en la terraza del instituto junto a Momo, quien no se había querido separar de su lado, abandonando incluso al pequeño príncipe del tenis…
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En uno de los salones de clases del Seigaku…
- ¡No es justo!- refunfuñaba enojado Ryoma, quejándose ante un más que divertido Fuji exteriormente… porque interiormente estaba demasiado preocupado- … Se siente extraño…- completó abrazando sus piernas.
Nunca se le había cruzado por la cabeza la idea de que pudiese llegar a sentir tal desolación sin el pegajoso mastodonte encima suyo… abrazándole… hablándole sobre tonterías… riendo siempre… haciéndole sentir tan bien… incluso sonreír, porque había sonreído y reído muchas veces para aquel sujeto que ahora parecía abandonarle…
Syusuke le observó, se levantó de su asiento y se dirigió hacia la ventana. Sentía que las cosas estaban tomando un rumbo complicado y la verdad que no sabía qué hacer para evitar el posible caos que estaba por sobrevenir.
Al bajar su vista en el paisaje exterior la expresión en su rostro cambió, Ryoma le observó salir corriendo del salón, se levantó de un salto sentándose luego en el pupitre y observó por la ventana: el inexpresivo capitán de Seigaku estaba riendo tranquila y sinceramente con una muchacha del colegio…
La imagen ocasionó que el pequeño se resbalase cayendo al suelo…
- ¡Auch!- se quejaba sobándose la cabeza y el brazo, pero se levantó enseguida y pudo observar cómo un más que enojado Fuji le daba una bofetada a un desconcertado capitán.
- Las cosas sí que se están yendo al diablo- se asombró.
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Syusuke había salido corriendo luego de pegarle a su amado Tezuka y gritarle un “¡Idiota!” llegándose hasta donde Oishi y Kikumaru conversaban animadamente.
- ¡Eiji!- se abalanzó contra el pequeño neko acostándole en el pasto y enterrando su rostro en aquel cuello.
- ¡Syusuke! ¿Estás bien?- se preocupó el subcapitán del equipo, recibiendo como respuesta un movimiento de cabeza en forma de negación.
Ante esa respuesta decidió retirarse del lugar despidiéndose de ambos y recordándole a Kikumaru que le vería en la tarde donde habían quedado… sabía que Fuji y el chico que le gustaba eran muy buenos amigos, y que si Syusuke nada le decía seguramente era porque el causante de esa actitud era su mejor amigo, el capitán del Seigaku.
Una vez lejos, Fuji se separó de Eiji ayudándole a pararse y le contó la furia que había sentido al ver a su pareja riendo con una muchacha no sólo que no conocía, sino que además apenas si a veces se demostraba así con él mismo, él quien era su pareja.
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Ya al atardecer del tercer día en que las cosas habían tomado ese rumbo tan desconcertante, Ryoma se encontraba sentado en el aljibe del templo viendo el sol caer y pensando en lo acontecido el día anterior…
Había llamado a su amigo diciéndole que su padre no se encontraba en casa y que fuera, pero Momo sólo le había respondido un fugaz “Lo siento, estoy en casa de Mamushi” despidiéndose hasta el día siguiente y cortándole sin darle tiempo a replicaciones.
- Aunque te lances con toda la esperanza, dudo mucho que caigas en la época de Inuyasha- comentó sonriendo su siempre tan sarcástico padre.
Sólo le miró enojado, se levantó de donde estaba dirigiéndose ante los escalones que daban hacia la entrada de la casa y se sentó bajando la vista y abrazando sus piernas.
Nanjiro entró al templo y unos minutos después salió con unos papeles de colores, se posicionó detrás de su hijo poniendo las piernas a cada lado de las del pequeño, le separó las piernas y colocó los papeles.
- Una grulla… eso quiero que hagas- le comentó.
- Una cajita o un corazón es más fácil- se quejó el pequeño frunciendo el ceño.
Su padre era así, el ser más despreocupado de todos, pero capaz de correr a sostener a sus pequeños para evitar su caída… nunca directamente, siempre salía con las ideas más impensadas, pero que guardaban una lógica o filosofía dentro… incluso no dudaba en abrazarles cuando éstos se sentían desfallecer…
Sin embargo, siempre le costaba expresar sus sentimientos… y sus hijos habían adquirido tan perfectamente esa fría cualidad suya.
Un doblez por aquí, otro por allá y listo [en realidad las grullas no son tan fáciles de hacer n_n’ ], ya estaba lista. Nanjiro le mostró la suya, una magnífica grulla, Ryoma observó la propia, medio arrugada, pero una grulla al fin y al cabo.
- Jajaja… todavía te falta un poco- reía tranquilamente su padre mientras el pequeño sostenía una grulla en cada mano y las observaba atentamente.
- ¿Y Ryoga?-
- Llegará mañana a eso del mediodía- respondió mientras recogía las cosas y se levantaba para guardarlas- … Aunque resulte muy difícil el proceso, la obra terminada es de tal belleza que te ocasiona una gran satisfacción… pero no puedes sentir la alegría si no haces el intento- terminó de decir mientras se adentraba.
Ryoma sonrió, mañana iría a buscar a su amigo, no esperaría más a que aquel se le acercase… ¿Sabría su padre que habría podido alejar a aquel muchacho con el que siempre discutía lejos de su hijo definitivamente?...
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En otro lugar… Syusuke estaba en su habitación mirando por la ventana, una y otra vez volvían a su mente los recuerdos de la discusión acaecida con su novio tres días atrás… aquel le había recriminado el golpe que le había dado mientras él le cuestionaba su actitud con aquella muchacha.
Nada había logrado a su favor, sólo distanciarse de su pareja.
- Dijiste que esa muchacha era amiga de la tal Michizu ¿no?- preguntó su hermano acostado en la cama del mayor comiendo una manzana.
Ante el asentimiento, Yuuta se sentó en la cama y le miró.
- ¿Y si esas brujas sólo aparecieron para romper el equilibrio de Seigaku? Digo, mira que aparecer dos chicas que se acercan a dos de los jugadores más importantes del colegio y terminan haciendo pelear a todos metiéndose en el medio-
- Lo dudo ¿Por qué lo harían? ¿Qué lograrían con ello?- le observó intranquilo para luego cambiar su rostro a uno medio siniestro- Pero qué alegría sería que apareciera una mujer o un hombre que te conquistara, hermanito-
- ¡Dios! Hermano ¿Por qué no puedes aceptar a Mizuki?!- se quejaba el menor aventándole un cojín que fácilmente fue atajado.
La verdad que la batalla o el odio entre Fuji y Mizuki había surgido cuando éste se había llevado con él a Yuuta al instituto St Rudolph… y aunque su hermano fuera feliz con aquel chico que cada vez que se enojaba arremetía contra él, Syusuke no podía evitar odiarle… tal vez sería esa la razón principal por la que Yuuta no se había confesado a aquel muchacho que se le insinuaba continuamente.
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La mañana del cuarto día había despertado nublada y bastante fresca en aquella estación otoñal… probablemente llovería hacia la tarde… Era como si el clima estuviera adelantándose al caos que acontecería al Seigaku…
- ¡Oigan, basta! ¡Deténganse!!- gritaban algunos de los titulares en el vestíbulo.
Inui y Momo se estaban golpeando mientras Kawa trataba de sujetar al menor y Arai hacía lo mismo con el otro… los gritos se escuchaban desde afuera… Eiji había ido en busca del capitán y los demás trataban de calmar a los muchachos.
- ¡Ya me cansé! ¡Sólo son unos idiotas!!- grito un más que furioso Ryoma saliendo del lugar y cerrando fuertemente la puerta.
Segundos después la puerta era nuevamente abierta…
- ¡¡¡SILENCIO!!!- resonó la voz de Tezuka… su rostro denotaba verdadera furia…
Todos se calmaron al instante, ningún ruido más se escuchó hasta que el capitán volvió a hablar ya más calmado:
- Cincuenta vueltas alrededor del campo, sin una sola queja, sin una palabra-
Acto seguido se dirigió a su casillero y se dispuso a cambiarse, el resto le imitó.
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Una vez finalizada la práctica, Momoshiro fue a buscar a su amigo, sabía dónde encontrarle…
Se llegó hasta el salón de música y le observó, se encontraba sentado en uno de los asientos de adelante abrazado a sus piernas como un niño pequeño y no pudo más que sonreírse al verle así, tan frágil… Sólo él tenía la suerte de ver ese lado oculto del orgulloso y arrogante príncipe del tenis.
Se acercó a su lado y le abrazó sentándose en el pupitre, Ryoma se acomodó en su compañero abrazándole y flexionando sus rodillas a cada lado de las caderas de Momoshiro y echó a llorar…
Sabía la razón de sus lágrimas, su ahora probable amor imposible… no quería llorar en frente de él, pero no pudo evitarlo cuando aquellos fuertes brazos le asieron.
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Mientras tanto en la casa del capitán de Seigaku, Tezuka se encontraba poniendo agua en la tetera para hacer té. Syusuke se le arrimó abrazándole por atrás apoyando su cabeza en la espalda de aquel.
- Hoy fuiste demasiado cruel con el equipo. ¡Estoy agotadísimo!- se quejó.
- Entonces debiste haberte ido a descansar a tu casa- respondió fríamente.
Todavía seguía enojado por aquella actitud de su pareja cuatro días atrás, tampoco quería comprenderla… como así tampoco quería pensar en el por qué se había sentido tan libre con aquella muchacha… gustos muy similares… como su otra parte… era extraño…
Fuji le giró el rostro para besarle, pero Tezuka le esquivó y el menor ya cansado de aquel mismo juego se dio media vuelta, agarró sus cosas y se dirigió a la salida.
- Terminamos, Tezuka- pronunció sin voltear y se fue.
…l no dijo nada, ni se movió de allí… ¿Sería lo correcto dejarle ir?... ¿aún cuando aquella muchacha, Miyuki Chitose, no significaba nada para él?... ¿o es que acaso sí significaba algo?... ¿algo más que su hermoso Syusuke?...
Los pensamientos se le cruzaban, sus sentimientos eran confusos, no comprendía bien qué era lo que le ocurría… Aunque eso era algo muy común entre los miembros más importantes del Seigaku, el tenis era lo que más les importaba… quizás por ello sus sentimientos siempre eran confusos y nunca sabían qué hacer cuando se trataba de amor…
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En las aulas del Seigaku… El pequeño ya había calmado su llanto, pero igual se encontraban desde hacía rato en la misma posición…
Ryoma separó su rostro para acercarlo al de su compañero, quería besarlo, estaba decidido a hacerlo, no quería por nada del mundo perderlo… sin saber que su amigo ya había tomado la decisión que los separaría…
- Lo siento, Ryoma, no puedo- dijo Momoshiro esquivando aquella inocente y virginal boca.
El menor le miró desconcertado, movía su boca como queriendo decir algo, pero las palabras no salían… bajo su rostro sin dejar de abrazarle… las lágrimas amenazaban con querer salir nuevamente…
- Entonces es cierto ¿no?... en los vestuarios, cuando le dijiste a Sadaharu que Kaoru y tu eran pareja…- preguntó sintiendo la afirmación que ya vendría y sin deseos de escuchar esa respuesta.
- Sí, lo siento, yo…- no sabía qué decir o cómo decirlo.
- Está bien así, olvídalo Momoshiro-
Ryoma se bajó de arriba de su compañero, se puso su gorra bajando un poco la visera, agarró sus cosas y salió del aula mientras Momo le observaba maldiciéndose por aquella decisión que había tomado, decisión que por nada del mundo iba a cambiar…
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Desde hacía rato sólo gemidos de dolor se escuchaban en aquella habitación… Los padres de Sadaharu siempre se iban los fines de semana a una casa que tenían en el campo, por ello aquel viernes el muchacho se llevó a rastras al menor a su casa.
Antes de comenzar las prácticas Momoshiro le había advertido a Inui que dejara en paz a Kaoru porque ellos ya eran pareja y la serpiente no quería estar más con aquel, a ello había seguido una discusión muy fuerte que había terminado a los golpes, seguida por el terrible castigo por parte del capitán.
Ahora, en aquella habitación, en aquella cama se encontraba un muchacho cuya comisura derecha del labio estaba sangrando, parte de su cuerpo desnudo tenía algunos moretones y mordidas, su espalda tenía también marcas de cinto…
Estaba boca abajo en “cuatro patas” siendo penetrado por tercera vez en el día sin ser preparada su entrada por un muchacho que sólo tenía desvestida la parte superior de su cuerpo… Su rostro denotaba furia y celos, mientras que sólo dolor se observaba en el menor…
Las embestidas iban con mayor velocidad y la serpiente no podía evitar gemir también de placer… pero cuando se encontraba en su punto máximo de excitación, Sadaharu quitó su miembro ocasionando mayor desesperación en el menor.
Deseaba venirse, pero sus manos eran fuertemente asidas por su compañero, quien no le dejaba siquiera moverse… Cuando se hubo calmado al fin después de un lapso, fue de nuevo brutalmente embestido.
- ¡Ahh! ¡Sadaharu!!- gritaba, pero aquel parecía no inmutarse ante su sufrimiento.
No podía ver su rostro, pero ya deducía su expresión fría, casi inerte…
Otra vez las embestidas sin caricias… de vez en cuando su piel era presionada por una dulce boca para luego ser mordida cruelmente… Hasta que no pudo aguantar más y se hubo desmayado… pero esta vez Sadaharu sí continuó hasta el éxtasis y se vino dentro del menor…
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Kaoru despertó al anochecer, observó la habitación, él no se encontraba ahí… A pesar del dolor se levantó y fue a ducharse…
Cuando hubo bajado se dirigió a la cocina, Sadaharu se encontraba de espaldas a él preparando la cena… Una mirada triste tenía en su rostro el menor, mirada que no fue percibida por el mayor que nunca volteó a verle partir…
- Adios- dijo Inui, una voz seca y sin sentimiento alguno, fría así como era él.
- Adios- se despidió con tristeza y se fue…
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