{{Lucha de gigantes
convierte, el aire en gas natural}}
Dos j—venes se encontraban sentados ambos en un sill—n alejados por una distancia considerable el uno del otro, ve’an una pel’cula que realmente no les llamaba la atenci—n en lo mas m’nimo, pero serv’a para distraerlos de una atm—sfera de lo mas bizarra que se notaba en el aire.
Era mexicana y por lo tanto las escenas sexuales y tensiones entre los personajes no se daban a esperar y cuando esto ocurr’a el chico que era menor y due–o de la casa se sonrojaba mucho y daba mœltiples traguitos a su refresco o masticaba hielos para distraerse con otra cosa...
-Octavio?- dijo el mayor, un chico mas esbelto de ojos y cabello oscuros pero de piel mas palida que la del menor
-MMhh-
No alcanz— a decir nada, no solo por que ten’a un hielo en la boca sino por que Diego, su vecino de hace dos semanas le tomo la barbilla y le dio un beso en los labios.
{{Un duelo salvaje
advierte,
lo cerca que ando de entrar
En un mundo descomunal}}
Sent’a como Diego lam’a su labio inferior y cuando un gemidito escapo de su boca, el menor aprovecho para abrirla lo suficiente haciendo que el otro pudiera tener mas acceso a ella. En poco tiempo sinti— como una fresca lengua jugaba con un diminuto pedazo de hielo que segu’a en boca de el m‡s peque–o que solo podia pedir m‡s y m‡s poniendo su mano en la nuca del otro sintiendo como el calor corporal derret'ia el hielo.
-Me gus...Me gustas mucho- Dijo Octavio con unos grandes ojos verdes y rasgos muy finos
-Je...a mi me encantas- Diego se sonr’o a si mismo al ver el efecto provocado, su vecino reciŽn ingresado a la escuela superior estaba con el uniforme desabotonado y revuelto mientras que su pelo casta–o estaba desordenado.
Esto fue suficiente para volver a besarlo, le encantaba como parec’a un ni–o peque–o de vez en cuando y lo halaba cada vez mas hacia el al punto que tuvo que pararse y besar a Octavio inclin‡ndose un poco y colocando su rodilla al lado de Žl.
Cada vez escuchaba mas fuerte la respiraci—n del peque–o, cosa que lo aceleraba demasiado, Žl le llevaba al menos 6 a–os y se conocieron por cosas del azar pero una cosa era ser conocidos a ech‡rsele encima.
-ÀQuŽ pasa?-
-Yo creo que, mira, tu eres muy joven y esto no esta bien-
Los ojos verde esmeralda mostraron una desilusi—n espantosa que quebrar’a a cualquiera, acto seguido Octavio abrazo a Diego fuertemente provocando que este se cayera al lado de Žl en el sill—n.
-en estos momentos...si pudiera tener 30 a–os...los tendr’a, pero no puedo, te lo juro y yo-
-Perd—n...no deber’a hacerte pasar por todo esto- Diego continu— con el abrazo y le dio varios besitos en el pelo - Pero, aunque quiero hacerlo nunca pensŽ que lo har’a...no estaba en mis planes meterme con alguien al que le llevo una vida entera y mas!!-
Octavio se incorpor— zaf‡ndose del abrazo y justo cuando el otro se iba a quejar puso cada pierna rodeando al mayor y se sent— sobre Žl.
-Diego, yo una vez escuche que 'Si quieres hacer reir a Dios.. solo debes contarle tus planes'- Le dio un beso casto en los labios- Y yo creo que Dios esta muy divertido contigo
{{Siento mi fragilidad}}
Unas risitas de parte de el peque–o casta–o hicieron que algo dentro de Diego se activara y comenzara a desabotonarle la camisa del colegio.
Y al no mostrar resistencia, paro los besos en la boca y los desplaz— por el cuello, succionando de vez en cuando, escuchando murmullos indescifrables que lo excitaban de poco a poco.
Pero fue entonces que se dio cuenta que en sus pantalones hab’a cada vez m‡s estrechez y se avergonz— al notar que Octavio parec’a haberlo notado.
-Mmhhh m‡s por favoorr-
Estaba al borde de la raz—n, un joven de aproximadamente 15 o 16 a–os estaba totalmente sonrojado y restreg‡ndose contra su pantal—n y encima de todo un hilillo de saliva resbalaba por la comisura de sus labios que estaban rosas e hinchados despuŽs de toda la conmoci—n.
-Diego? Que vas a hacer?-
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