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La Cita por Maryzza

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Notas del fanfic:

Bleach pertenece a T. Kubo.

ADVERTENCIA: Sé que tengo algunos pendientes aquí pero quise publicar este Songfic cuya letra original es de una canción que tiene el mismo nombre del fanfic. Verán que la calidad de la escritura es bastante mala porque no doy para más en este momento xD Pero no es que no haya escrito nada sino que no he podido lograr nada bueno... ya verán ustedes aquí. así que si no son fans del IchiIshi y no están demasiado desesperadas para leer algo de ellos entonces yo recomiendo saltar esta historia.


. . Bajó la intensidad de la luz lo suficiente para que el propio resplandor de las velas rojas sobre la mesa alumbrara suavemente los colores de la habitación. Tras enormes cortinas que casi formaban un muro había una décena de velas flotantes sobre el agua cálida del jacuzzi lista para cualquier momento de arranque pasional, aunque en realidad no tenía ningún problema si sólo lo utilizaban para relajarse después de una noche entera de enloquecido y agotador sexo. Pero lo que a él más le gustó fue lo que le pareció una verdadera obra de arte: y es que había pasado más de una hora en aquella enorme cama en forma de corazón intentando delinear sobre las sábanas de seda la cruz hecha de diminutos ramos de “no me olvides” de tonos azulblanquecinos; los mismos que alguna vez vieron en la floreria y le había dicho que le recordaban algo especial.

Miró los platos ya servidos sobre la mesa: crema de cangrejo, camarones en salsa de mango, y a un lado, el vino Diamante extraído de la Chardonnay. Y sólo por formalidad, el postre: mousse de pétalos de rosa a la vainilla francesa.

Un chasquido en sus dedos y corrió hacia la nevera.

Sacó la pequeña cubeta plateada con la botella del exquisito Perrier-Jouët y en seguida dispuso un par de copas aflautadas. Todo a su alcance, para que una vez sentados en aquella mesa lo único que los hiciera levantarse fuera el enredo de sus brazos y sus labios que los llevarían a la habitación con aquel enorme y acolchado corazón.

Ichigo sonrió y acomodó el nudo en su corbata, debía reconocer: primera vez que por propia voluntad utilizaba una. Pero la ocasión lo valía, lo valía todo, inclusive el costoso Penthouse en el Laforet Hotel Tokyo.

Cinco minutos atrás, habían llamado desde la recepción, anunciando que “su visita” había llegado. Por supuesto que había ordenado que inmediatmante lo hicieran pasar. Ahora el elevador exclusivo para su habitación debía ir cerca del piso 27 y en cualquier instante el timbre de la habitción sonaría y tras la puerta estaría Ishida. Y ese simple pensamiento hizo correr adrenalina por sus venas y suspirar hondo y mirar al espejo que estaba afianzado al techo, justo sobre la mesa, ‘Gustos particulares los que tienen los millonarios’ pensó Ichigo. Aunque no podía reclamar nada, porque no podía entenderlo; él no era millonario, ni siquiera rico, pero sabía que podía acostumbrarse muy rápido a los gustos exóticos. Lástima que había tenido casi que vender hasta su alma para conseguir que esa noche todo fuera perfecto.

Terminaba de acomodar aquel mechón rebelde de su cabello justo cuando el timbre del Penthouse sonó. Nervioso como estaba, sintiendo como sus manos comenzaban casi a temblar, echó una mirada a la habitación: velas encendidas en luz romántica, el jacuzzi listo y con aroma a baldessarinni del mar, la mesa impecablemente servida, con una exquisita cena infalible hasta para el más exigente paladar, y hasta los detalles en los muebles y la propia habitación adornada con alfombra y cortinas en tonos elegantes azul y blanco.

Todos estaba listo.


Una enorme sonrisa apareció en su rostro al verlo ahí de pie.

-Bienvenido Ishida.

El rostro de piel blanca aterciopelada, parecía más pálida de lo acostumbrado, aquellos ojos azul profundo no pudieron esconder lo que Ichigo no pudo definir con palabras pero que sabía era justo lo que estaba esperando.

-No te quedes ahí, Ishida. Pasa, ponte cómodo –Se acercó al muchacho delgado, y éste que aún estaba en estupor no se resistió cuando le retiró el saco y con delicadeza lo llevó hasta su asiento en la elegante mesa donde la suculenta cena esperaba por ellos.

-Sé que solamente estarás conmigo dos horas. Así que debemos aprovecharlas, ¿No crees? –Intentó que su voz sonara con gracia, como si aquello fuera como una más de las tantas cenas que acostumbraban en su pequeño departamento.

-Ichigo... –Fue la primer palabra que escapó de aquellos labios que tantas veces había besado y que ya su textura y la fina curvatura que había en sus comisuras estaban perfectamente grabadas en su cabeza.

-¡Ya quita esa cara, Ishida! Tu carta decía que sería el momento más agradable de mi vida... bien, con esa cara estirada sólo conseguirás arruinar la noche.

-¿Qué... qué signifca esto, Ichigo?

-¿Cómo? ¿Quieres pasar directo a la acción? Y yo que pensé que eras un poco más complicado... Mira que fue todo un lío poner estas cursilerias ¡Ah y mira esto!... –Sacó un pequeño control de su bolsillo y tras deslizar el interruptor las enormes cortinas azules lentamente comenzaron a abrirse dejando ver tras una pared de vidrio, el jacuzzi cubierto con un hermoso cielo estrellado que competía con las luces de la noche en la ciudad de Tokyo- ...Espero que te guste... aunque te aseguro que esto no se compara con la habitación en donde... bueno, tu sabes... –Sonrió entre dientes y bajó el tono de su voz- ...tendrémos sexo.

-¡Suficiente Kurosaki! Me largo de aquí.

Ishida se levantó de su silla pero inmediatamente Ichigo lo alcanzó y lo sujetó del brazo y con cierta brusquedad lo obligó a volver a tomar asiento.

-¡Aún no han pasado las dos horas de tu ‘servicio’ o cómo sea que lo llames! -Levantó la voz logrando una mirada poco amigable en los ojos azules.

-¿Planeaste todo esto muy bien, verdad? Escribiste la carta usando un nombre falso y...

-Si... si... Utilice el nombre de tu amante –Lo interrumpió aunque su voz fue indiferente- Lamento si te desepcionó verme a mi en lugar de a él. Aunque si lo piensas bien, sólo cambia la persona, pero en realidad seguimos siendo lo mismo: Tus amantes. –Su ceja izquierda se levantó- Tengo curiosidad, Ishida, ¿Cuántos más somos? ¿Cuántos amantes tienes?

-¡Cállate Kurosaki! -Volvió a levantarse golpeando su puño contra la mesa. Aunque bajó la vista y tomó un tiempo para volver a hablar- No es lo que parece. Estas confundiendo las cosas. -Su voz ahora fue casi un susurro- Ichigo... Yo te...

-¡No te atrevas! -Gritó aunque inmediatamente se calló arrepintiéndose de haber perdido el control- Sólo quédate sentado y disfruta la cena. Después de todo, ya estas aquí.

-¿Por qué estás haciendo esto?

-‘¿Por qué?’ ¡Aquí lo dice! -Sacó de entre su bolsillo una hoja de papel que casi había perdido su forma por los múltiples dobleces que tenía- Habitación de lujo, jacuzzi, luz tenue, detalles cursis, platillos con mariscos y ten por seguro que el vino es en verdad caro. Sólo agregué el champagne porque definitivamente esto merece un brindis especial.

Notó como después de mirar aquella hoja de papel y a cada una de sus palabras aquel rostro iba perdiendo fuerza, y él entendio que el mismo Ishida sabía que esta vez no podía negar que era culpable.

-Ichigo, déjame explicarte.

La voz usualmente llena de confianza esta vez parecía afectada y el brillo en los ojos azules definitivamente había camabiado. Ichigo recordó sólo una vez lo haberlo visto así, y fue después de que enfrentaran a Ryuuken al contarle que estaban juntos y éste echara a Ishida de su casa quitándole hasta el último centavo y le dijera que no había más Ishidas en la familia, pues su único hijo para él ya estaba muerto.

-Tranquilizate, todo está bien. –Dijo con sinceridad tratando de calmar al chico- Cumpliré al pie de la letra tus condiciones. Así que comienza a comer...

La mirada de Ishida cayó al piso y de allí ya no se levantó, como un acto más bien mecánico tomó sus cubiertos y comenzó con la cena.

Con un absoulto silencio mientras los dos comían, Ichigo podía ver el entrecejo fruncido, la mirada escondida bajo los cabellos negros y aquellos labios finos que se movían en pequeños temblores. ¿Sería por rabia? ¿Sería por arrepentimiento? ¿Tal vez vergüenza? O quizá... ¿Ishida estaba sufriendo?

Al mirar a Ishida en quella forma no pudo evitar que algo golpeara en su interior. Porque a pesar de todo, la piel blanca relucía en la oscuridad y la luz de las velas delineaban al figura que a sus ojos resultaba espectacular con aquella mezcla de músculos apenas marcados, protegiendo un cuerpo delgado y delicado. El cabello negro que reluciente y suave caía sobre el rostro bonito y fino, con aquellos ojos azules, que pese a todo, aún cautivaban su mirada y los labios carmín que siempre lo incitaban a tocarlos y devorarlos con sus propios labios. Ishida era el ser más hermoso que jamás hubiera visto, y en cierta forma, no podía culparlo de tener amantes, sobre todo si estos podían ofrecerle más de lo que él alguna vez podía soñar darle. Pero aún así. Ishida no tenía derecho a engañarlo de esa forma, alguna vez diciéndole que lo amaba y así comenzar una relación que iba ya para su tercer aniversario.

Pero era claro que no habría más aniversarios. No después de que Ichigo confirmara, tras abrir aquella carta por error, que su novio lo había estado engañado y que en esa carta su amante le pedía volver a verlo en aquella misma habitación del penthouse del Laforet Tokyo Hotel.

-No sabía que te gustaban estas cosas –Dio el último sorbo a su copa de vino y fue ahora él quien miró hacia el suelo- Qué tonto fui... Claro que te gustan estas cosas. –En realidad no esperaba respuesta alguna pero sintió que la mirada de Ishida se fijaba en él- Estaba tan ciego... que me tragué todas esas tonterias que dijiste de poder olvidar la vida que Ryuuken te había dado. -Sonrió y comenzó con una pequeña risa que lentamente fue haciéndose más fuerte hasta el punto que un par de lágrimas asomaran por sus ojos- ¿Pero sabes qué es lo peor? –Trató de explicar su risa-...es que... ¡De verdad que fui un tonto! –Continuó riendo- ....es que yo... yo te amaba, Ishida.

-Ichigo...

Lanzando un largo suspiro, dándole un poco de tranquilidad a su agitado estómago, se levantó y caminó hacia el asiento de Ishida a quién tomó por la mano-¿Terminaste de cenar? -Sin esperar respuesta lo haló y lo puso en pie para llevarlo hacia la habitación.

-¡Mira esto Ishida! -Lo hizo pasar al interior de la habitación y casi lo aventó para dejarlo justo sobre el borde de la enorme cama en forma de corazón.

-¿Ichigo, qué se supone que significa esto? -La mirada de Ishida volvió a encenderse de reclamo y enfado.

-La mejor parte de la noche. –Desde el marco de la puerta en donde estaba, tiró el nudo en su corbata hasta arrancarla y arrojarla al suelo- Ahora... desnudate, Ishida.

-¿Qué? -El desconcierto en los ojos azules.

-Ya sabes... para tener sexo debemos quitarnos la ropa. Ahora... desnudate frente a mi, Ishida.

-¡No! ¡Y ya basta de toda esta tonteria! ¡Ahora vas a escucharme a mi, Ichigo! Para empezar deja de decirme Ishida que para ti soy Uryuu.

-Ishida... –Llevó su mano hasta su frente como si le comenzara un fuerte dolor de cabeza- ...sólo cállate y has lo que te digo.

-No, tú eres el que va a callarse y a escuchar. Tú eres al único al que quiero, yo nunca te he engañado yo sólo...

-¡Deja de mentir! ¿O vas a decirme que no eras tú al que veían pasear con otros hombres? ¿O dirás que no eras tú el que entraba acompañado por uno de esos hombres a este hotel? Todas las mentiras que dijiste... ‘Tengo que ir a la biblioteca’ ‘Tengo que ir a comprar no sé que basura’ Las noches que no llegabas a dormir, y cuando preguntaba, siempre decias que estabas entrenando. Y yo te creía, Ishida. A pesar de que todos me lo decían, decían que me engañabas.... y yo siempre te defendía.

-¡Estás malinterprentado las cosas! –Se acercó al otro muchacho- Sí, yo salía con otros hombres, yo paseaba con ellos, yo venía aquí con ellos. Pero no pasó nada, Ichigo....


-No te creo... ya no. –lo interrumpió.

-Ichigo, tienes que confiar en mi, tú eres el único que me interesa, al único que quiero, Ichigo... –La mirada de Ishida

-¡Pagué el maldito dinero, así que cállate y desnudate Ishida!

Vio un par de lágrimas caer de los ojos azules, sin embargo Ishida las limpió y comenzó a quitarse la ropa.

Miró aquella desnudez que no hacía más que mostrar la belleza de aquel cuerpo de piel nívea, cabellos escurriendo por su fino rostro, pese a todo, pintado con tonos carmesí como sus labios.

Sin poder resistirlo más lo tomó entre sus brazos y comenzó a besarlo. Acarició las suaves mejillas y hundió su rostro en el ángulo formado entre el cuello y su hombro, tomando el tiempo necesario para embriagarse con el dulce aroma de su cabello y de su piel. Sus besos delicadamente recorrieron aquellas mejillas de terciopelo, y sintió que comenzaba a tocar el cielo.

Sin embargo, se detuvo cuando percibió el peculiar sabor salado. Abrió sus ojos de inmediato sólo para encontrarse que por el par de cristales azules no dejaban de escurrir gruesas lágrimas.

-No llores -Casi asustado, sintiéndose culpable, limpió con el dorso de su mano el camino que habían dejado aquellas gotas.

Con suavidad lo tomó en sus brazos y lo tendió sobre las sábanas de seda.

-Ichigo, déjame que te explique. –Sollozó.

-No hables -Frunciendo el entrecejo colocó su dedo sobre los labios de Ishida . Y aunque lo invadía un pesado sentimiento que partía lo más profundo de su corazón, trató de hablar con voz dulce, justo como hacía cuando tenía que pedirle algo- Quiero que hagamos el amor como lo haces con tus otros amantes.

Brazos delgados y suaves abrazaron su cuello e Ishida pegó su rostro a su pecho.

-No, Ichigo, no hagas esto.

-Si tan repulsivo te soy... –Sonrió con tristeza- Imagínate que no soy yo, piensa que soy un desconocido, uno de tus improvisados amantes.

Los ojos azules heridos y destrozados lo miraron una vez más, después de unos instantes, algo pasó en aquellos ojos que comenzaron a reflejar un vacío eterno. Ishida comenzó a recorrer con sus manos la espalda de Ichigo hasta terminar entre su vientre y su entrepierna. Movimientos cortos, delicados, pero siempre exactos, tocando las partes que notoriamente comenzaban a exitar al pelinaranja.

Ichigo gimió. ¿Cuántos más habrían sentidos esas manos hacer aquellos movimientos? ¿A todos les habría hecho sentir lo que ahora mismo él sentía?

-Nunca quisiste hacerlo conmigo. –Dijo sintiendo el tremendo placer que la mano de Ishida daba a su miembro que comenzaba a ponerse rígido- Decías que querías que fuera especial, y mientras yo te esperaba, tú te acostabas con... sabrá cuántos tipos más -Sus ojos se cerraron con fuerza sintiéndo que le ardían como si alguien les hubiera prendido fuego, y él quiso pensar que era aún por la maravillosa mano de Ishida- Yo que te creía y que a pesar de que me mataban las ganas... siempre terminaba sediendo a tus tontas excusas de esperar el momento adecuado.

-Te amaba tanto Ishida....

Sintió que la mano de Ishida se detenía y que éste al fin levantaba la mirada hacia la suya.

-Pero hoy será la última vez que me engañas. Después de hoy dejarás de existir en mi vida. –Sintió como el cuerpo a su lado se tensaba- Por eso, hagámoslo bien. Entregate a mi que yo me entregaré por primera y última vez a ti.

Los labios de Ishida sobre los suyos lo hicieron callar.
Notas finales: ¡Gracias por la lectura!

La canción Original se llama "La Cita" y si la conocen verán que está muy apegada a la letra.

Disculpas por los errores gramáticales, fue escrito en el wordpad -_-! y...odio el editor de AY >.<

Saludos a todas las IchiIshi fans!!

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